El Castillo de Franz Kafka
Soledad y Frustración en la Narrativa Kafkiana
Publicado por Javier Zamudio | Last
updated Jul, 03 2013
La obra de Franz Kafka representa una crítica
simbólica a las instituciones y sus sistemas de funcionamiento. Sus libros
comparten un rasgo general: el análisis a las formas del poder. Esta reflexión
opera tanto desde una perspectiva deductiva como inductiva, es decir, que Kafka
no sólo refleja, sino que argumenta, se hace sentir a través de sus historias,
fundado formas de saber.
Uno de los elementos que trata la obra de Kafka, en relación a las
formas en que se presenta el poder, es el de las instituciones gubernamentales.
Hay un constante análisis de los funcionamientos de estas instituciones, de sus
herramientas, alcances y formas de operar. El autor desarrolla, de esta manera,
una microfísica del poder que define las relaciones entre el individuo y el
mundo.
Éste, en apariencia, es el tema central que recorre su última novela, El
Castillo. Sin embargo, existen unos elementos esenciales en los cuales se
enmarca la literaturakafkiana, estos
son los que representan su alter ego dentro de la obra.
Miremos un aforismo extraído del libro, Aforismo, Visiones y
Sueños, de Franz Kafka. El aforismo número 52 versa de la siguiente manera: “En
la lucha entre ti y el mundo, ponte de parte del mundo”. Es este
sentimiento de soledad y fracaso su
alter ego que recorre las páginas y ensombrece al lector de una forma
alienante.
En su última obra se hace palpable, se intensifica esta visión
pesimista, a través de las experiencias vividas por Josef K., personaje
principal, que lucha, dentro de esta microfísica del poder, por alcanzar un
reconocimiento del aparato estatal. Pero su lucha se ve frustrada y su vida se
ve inclinada hacia la soledad.
La Trama
La novela es simple, pero cruel y da la impresión que así quiere el
autor que sea. K. es un agrimensor que ha sido contratado por la figura
simbólica de El Castillo, para realizar un “presunto” trabajo de agrimensura.
Sin embargo, al llegar se le comunica que sus servicios no son
requeridos, que se debe a un error en los trámites burocráticos que no se le
comunicó a tiempo aquella decisión. Además, se le aclara que es en las
cuestiones más insignificantes, como en su caso, que se dan ese tipo de
errores.
A pesar de esto, K. decide quedarse en el pueblo y aprovechar su
posición para llamar la atención de El Castillo y así lograr una mejor vida. Su
objetivo es sencillo, una vida feliz. Cree encontrar el amor en una joven
camarera. Y busca infinitamente entrar en comunicación con El Castillo. Ambas
cosas resultan imposibles.
De esta manera transcurre la vida de K. en la novela. El personaje se ve
envuelto en aquella microfísica del poder, enfrentado a ella en una lucha de
antemano perdida. Es así como una aurora pesimista encierra la obra.
Alienación y Pesimismo
Como hemos visto, los conceptos de frustración y soledad son una
constante en la obra del escritor checo. La narrativa kafkiana, entonces, se
caracteriza por una ola de pesimismo que recorre sus páginas hundiendo, en lo
profundo de su universo, al lector y logrando una función alienante.
Anna Arendt, en su ensayo titulado “Franz Kafka, revalorado”, nos dice
lo siguiente: “El mundo de Kafka es sin duda terrible. Hoy sabemos,
seguramente mejor que años atrás, que ese mundo es algo más que una pesadilla,
y que, por el contrario, encaja estructuralmente, con inquietante exactitud,
con la realidad que se nos obliga a vivir”
Lo que resta preguntarnos es si este propósito es voluntario, si Kafka
está interesado en producir este efecto en el lector. Natalie Lam, en su ensayo
titulado “Reaching for the axe: Kafka and the language of the power” (Ganador
del Prize Essay Contest 2009, de Boston University) nos dice lo siguiente en
relación a la actitud literaria del autor:
“En sus primero años, Kafka escribió que la literatura fue hecha para
llevar al lector la verdad, aunque esto implicara que su modo de transmisión
fuera necesariamente violento: los libros deben ser “el hacha que destruye el
mar congelado dentro de nosotros”
Y Kafka lo logra, destruye el mar congelado que habita en el interior
del lector, obligándolo a enfrentar la verdad existencial: su papel en el mundo
es nimio, en la microfísica del poder tan sólo somos pedazos de arena. No
obstante, de pedazos de arena está hecho el desierto.