Lecturas: 9 novelas históricas que te harán viajar en el tiempo

 




Plaza de las palabras en su sección Lecturas, presenta la reseña  9 novelas históricas que te harán viajar en el tiempo. Tomado de El Placer de la lectura.   Sin duda, la novela histórica tiene sus adeptos y hay grandes novelas históricas que hemos leído. Género especial y no fácil. Aquí 9 ejemplos de grandes novelas históricas. Que van desde autores como Ken Follet, mas dedicado a las novelas de espionaje, pero que presenta su monumental obra en la edad media: Los pilares de la tierra. Mika Waltari, como su ya clásica novela histórica Sinuhé el egipcio. Margarita Yourcenas, escritora francesa, con Memorias de Adriano, sobre el emperador romano y reformador Adriano. Novela que Margarita Yourcenas le dedicó 30 años para escribirla. Yo, Claudio del especialista en cultura grecolatina, Robert Graves. Humberto Eco con otra joya de novela también ubicada en la edad media: El nombre de la rosa. Las reseñas abarcan otros autores, tales como William Ospina, Miguel Delibes, Jean M. Auel, Frank Baer, Gore Vidal.


No obstante la lista, sugerimos al lector, unas cuantas novelas históricas más, no mencionadas, en la reseña ´presentada.  Bomarzo del escritor argentino Manuel Mujica, sobre la familia Orsini en el renacimiento italiano.  Historia de Cristo de Giovanni Papini. Salambó de Flaubert, sobre la diosa Astarté, enmarcada en la cultura fenicia del siglo III. El puente de San Luis Rey sobre el periodo de la colonia en Perú., del escritor estadounidense Thorton Wilder. Por supuesto, la lista se podría ampliar, dado la confluencia e impronta que se da entre la novela realista y la novela histórica, ambas surgidas del romanticismo del siglo XIX, que aspira a estar bien documentada sobre cualquier periodo histórico. Piénsese en Walter Scott, quien acuna este subgénero literario. 

Más allá, por ejemplo, la documentación que hacen en algunas de sus novelas, escritores como Alejo Carpinter o Mario Vargas Llosa, que sin ser propiamente novelas históricas si están ambientadas y sostenidas por una profusión y minuciosa respaldo de fuentes documentales o históricas. El punto neurálgico es si los personajes de las novelas existieron o fueron reales. Por lo general es un personaje secundario real quien narra. Situación que nos lleva a pensar hasta qué punto cualquier novela ambientada en el pasado es histórica. Pensemos en alguna de las novelas del checo Milan Kundera, o The Source del escritor e historiador estadounidense James A. Michener. Novelas  que retratan o recogen una realidad concreta en un determinado punto del tiempo histórico. O sencillamente decantarse porque todas las novelas pueden ser leídas como una ficción histórica o que contienen tramos y pedazos de una realidad concreta.   


El Placer de la Lectura


1.- ‘Los pilares de la Tierra’, de Ken Follet

Los pilares de la Tierra es la obra maestra de Ken Follett y constituye una  excepcional evocación de una época de violentas pasiones. El gran maestro de la narrativa de acción y suspense nos transporta a la Edad Media, a un fascinante mundo de reyes, damas, caballeros, pugnas feudales, castillos y ciudades amuralladas. El amor y la muerte se entrecruzan vibrantemente en este magistral tapiz cuyo centro es la construcción de una catedral gótica. La historia se inicia con el ahorcamiento público de un inocente y finaliza con la humillación de un rey.

2. ‘El clan del oso cavernario’ – Jean M. Auel

Un terremoto, en la última fase de la Era Glacial, deja a la pequeña Ayla, una niña cromañón de cinco años, huérfana y sola. Afortunadamente encuentra refugio entre los miembros del clan, un grupo de neandertales. 

3. ‘Sinuhé el egipcio’ – Mika Waltari

Una de las novelas más célebres del siglo XX. Sinuhé, el egipcio nos introduce en el fascinante y lejano mundo del Egipto de los faraones. En el ocaso de su vida, el protagonista de este relato confiesa: «Porque yo, Sinuhé, soy un hombre y como tal he vivido en todos los que han existido antes que yo, y viviré en todos los que existan después de mí. Viviré en las risas y en las lágrimas de los hombres, en su bondad y su maldad, en su debilidad y su fuerza.» Sinuhé, el egipcio nos introduce en el fascinante y lejano mundo del Egipto de los faraones, los reinos sirios, la Babilonia decadente, la Creta anterior a la Hélade… es decir, todo el mundo conocido catorce siglos antes de Cristo. Sobre este mapa dibuja Sinuhé la línea errante de sus viajes; y aunque la vida no sea generosa con él, en su corazón vive inextinguible la confianza en la bondad de los hombres.

3. ‘Creación’ – Gore Vidal

Buda, Confucio, Herodoto, Anaxágoras, Sócrates y Pericles son algunos de los personajes con los que el narrador de esta historia, Ciro Espitama, se cruza y debate en esta vívida evocación de un período brillante de la historia antigua. Probablemente con esta obra nación un nuevo modo de abordar la novela histórica que, más que narrar acontecimientos, lo que hace es reflejar un momento cultural, filosófico y religioso de nuestro pasado.

4. ‘Yo, Claudio’ – Robert Graves

En el díptico que integran «Yo, Claudio» y «Claudio el dios y su esposa Mesalina», la amplitud y la profundidad de los conocimientos sobre la Antigüedad clásica de Robert Graves (1895-1985) se conjuga n con una prosa que da aliento una poderosa y viva imaginación capaz de reconstruir toda la grandeza y miseria de la Roma imperial. Primer volumen de la supuesta «autobiografía» de este singular emperador, destinado a serlo contra sus propias inclinaciones, las intrigas, la depravación, las sangrientas purgas y la crueldad de los reinados de Augusto y Tiberio, que culminaron en la locura de la etapa de Calígula, sirven de marco histórico a la trama de la novela.

  5. ‘Memorias de Adriano’ – Marguerite Yourcenar

Alabada unánimemente por la crítica como una de las obras más singulares, bellas u  profundas de la literatura del siglo XX y considerada a menudo la primera novela posmoderna, Memorias de Adriano marcó un hito en el género de la narrativa histórica y descubrió al mundo una auténtica maestra del arte narrativo. La espléndida traducción de Julio Cortázar ha contribuido a atraer constantemente a nuevos lectores interesados en el emperador del siglo II, «casi un sabio», que fue tal vez uno de los últimos espíritus libres de la Antigüedad.

6. ‘El puente de Alcántara’ – Frank Baer

Los destinos cruzados de tres personajes cada uno de ellos pertenecientes a una de las tres grandes religiones que convivían por entonces en España se perfilan sobre un fondo histórico que constituye un vivo retrato de la Andalucía del siglo XI. Una de las mejores novelas históricas de todos los tiempos, y uno de los éxitos más imperecederos de esta colección.

7.- El país de la Canela de William Ospina

«Fue en las terrazas saqueadas del Quzco donde Gonzalo Pizarro oyó por primera vez hablar del País de la Canelea. Él tenía como todos la esperanza de que hubiera canela en el Nuevo Mundo, y cuando oudo dio a probar a los indios bebidas con canela, para ver si la reconocían. […] Sé que los indios no pudieron haberle descrito todo con exactitud, porque las dificultades de comunicación eran muchas, pero Pizarro adivinó las arboledas rojas de árboles leñosos y perfumados, un país entero con toda la canela del mundo, la comarca más rica que alguien pudiera imaginar.» Un grupo de hombres, guiados al principio por Gonzalo Pizarro y después por Francisco de Orellana, emprende una expedición en busca de un soñado bosque de canela. Bajo su mando, los doscientos españoles , los cuatro mil indios y los dos mil perros de presa, llamas y cerdos que forman parte de la expedición encontrarán increíbles parajes, seres nunca vistos y el más caudaloso de los descubrimientos: el río Amazonas.

8. ‘El nombre de la rosa’ – Umberto Eco

Valiéndose de las características de la novela gótica, la crónica medieval y la novela policíaca, El nombre de la rosa narra las investigaciones detectivescas que realiza el fraile franciscano Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina en el año 1327. Le ayudará en su labor el novicio Adso, un joven que se enfrenta por primera vez a las realidades de la vida situadas más allá de las puertas del convento. En esta primera y brillante incursión de Umberto Eco en el mundo de la narrativa, que dio lugar a una manera de concebir la novela histórica, el lector disfrutará de una trama apasionante y una admirable reconstrucción de una época especialmente conflictiva de la historia de Occidente.

9. ‘El hereje’ – Miguel Delibes

«El hereje» (1998) es la última novela que escribió Miguel Delibes (1920-2010), sin duda uno de los más importantes y populares escritores españoles del último siglo. La novela, ambientada en el siglo XVI en Valladolid, tuvo un éxito sin precedentes y mereció el Premio Nacional de Literatura, entre otros reconocimientos. Se ha dicho que esta obra sintetiza mejor que ninguna otra las preocupaciones de Delibes: el mundo de la infancia, la realidad de los más desvalidos, la inquietud del cristiano posconciliar, la rectitud personal, la soledad del individuo en medio de los  convencionalismos, la muerte como perspectiva inevitable. La obra ha sido leída como una defensa de la memoria histórica y un admirable canto en favor de la cultura representada en la difusión bibliográfica de las ideas. Como afirmó el propio Delibes, «El hereje» «representa un alegato a la libertad y, sobre todo, a la libertad de pensamiento, que es la primera y más eminente de todas las libertades. Una denuncia contra la intolerancia entre hermanos, tan de actualidad, en estos momentos en que el racismo, la xenofobia y los nacionalismos radicales son habitual portada informativa».


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En El Placer de la Lectura


9 novelas históricas que te harán VIAJAR EN EL TIEMPO



Créditos

9 novelas históricas que te harán viajar en el tiempo. El Placer de la lectura. 15 de octubre de 2022 

Ilustración

El lector, (1856),  pintura de genero del francés  de origen alemán, Ferdinand Hailbuth 

Crítica y reseña. Cómo y por qué adentrarse en 'La tierra baldía' de T. S. Eliot por David Amezcua Gómez

 



Plaza de las palabras en su sección Crítica y reseña, reproduce el ensayo de Davis Amezcua Góme, en relación a los 100 años del poema The waste land, de T.S.Eliot. Poema fundamental,  escrito en 1922,  y que abrió la puertas a una nueva interpretación de la realidad iniciática del siglo XX, y del modo de percibir y hacer poesía.  Aquí el crítico Amezcua Gómez, brinda una saludable y fresca interpretación del poema. Nos comunica, trasladando el pensamiento poético de Eliot: “la poesía genuina es capaz de comunicar aun antes de ser entendida». Pero también nos señala Amezcua:  «De este modo, Baudelaire le mostró a Eliot que era posible renovar la poesía del siglo XX con “lo que hasta ese momento se había entendido como (…) lo estéril, lo poéticamente inabordable”. Y esta última frase nos recuerda a otro gran observador de la realidad, Walter Benjamin, quien quería reconstruir la realidad a partir de los despojos que iba dejando el siglo XX. Pensemos en el trapero, el recoge basura, el desahuciado, el olvidado, el pachuco, el migrante. (Piénsese también en Kafka).   Por su parte en nuestra sección 1+1 Poemas Claves, hemos publicado dos post sobre dicho poema: La tierra baldía.   Post que acompañamos con sus respectivos enlaces. Igualmente en la sección Página 10, hemos publicado un ensayo sobre el texto de  Eliot: La tradición y el talento individual. Página 10. LA TRADICIÓN Y EL TALENTO INDIVIDUAL, (ENSAYO) TS ELIOT. ÉDITION BILINGÜE. POST PLAZA DE LAS PALABRAS. 



1162 palabras

“Abril es el mes más cruel: engendra / Lilas de la tierra muerta, mezcla / Memoria y deseo, con lluvia de primavera / Sacude raíces soñolientas”.

Cómo y por qué adentrarse en 'La tierra baldía' de T. S. Eliot

David Amezcua Gómez 

Que en octubre se cumplan cien años de la publicación de La tierra baldía es, sin lugar a dudas, un motivo de celebración, además de una inmejorable excusa para posar nuestra mirada  contemporánea sobre un poema hilvanado en torno a múltiples referencias eruditas a la tradición literaria occidental, pero también a textos sagrados y mitos procedentes de otras culturas.

A través de su poema más emblemático, T. S. Eliot (1888-1965) se erigió en una suerte de ventrílocuo capaz de prestar su voz a algunos de los autores que conforman dicha tradición. 

El artífice del poema construía, así, un collage cubista compuesto por múltiples fragmentos y alusiones a la obra de artistas como Baudelaire, Shakespeare, Dante, Verlaine, Wagner, Ovidio o Chaucer, por citar algunos ejemplos. En todo momento, la motivación de Eliot fue la de forjar un nuevo lenguaje que permitiera contar su siglo empleando “los inexplorados recursos de lo poético”, tal y como el poeta francés Charles Baudelaire le había enseñado.

El panorama yermo y desolador de la existencia que dibujaba este poema desde su contundente comienzo –“Abril es el mes más cruel”– fue interpretado por gran parte de la crítica de su época como la representación más fiel de “la desilusión de una generación”. Sin embargo, La tierra baldía hunde sus raíces en un anhelo de regeneración tanto existencial como poética. Desde un punto de vista literario, la regeneración de ese páramo podía brotar, también, del poder de la palabra poética.

De este modo, Baudelaire le mostró a Eliot que era posible renovar la poesía del siglo XX con “lo que hasta ese momento se había entendido como (…) lo estéril, lo poéticamente inabordable”. En este sentido, el carácter alusivo y fragmentario de este poema impulsaba, por un lado, una relectura de la tradición literaria occidental y, por otro, daba forma literaria a lo que hasta entonces había sido “poéticamente inabordable”.

Cómo adentrarse en el bosque alusivo de La tierra baldía

La vasta erudición que emana de un texto tan alusivo como La tierra baldía podría verse como un lastre a la hora de acercarse a uno de los poemas más revolucionarios e innovadores del siglo XX. 

Sin embargo, Eliot concebía la poesía en unos términos que al lector que se adentra por primera vez en este poema podrían sonarle contradictorios. Así, en su célebre ensayo sobre Dante, T. S. Eliot afirmaba que “la poesía genuina es capaz de comunicar aun antes de ser entendida”. En ese mismo ensayo, Eliot añadía que era “mejor ser acicateado a adquirir ciertos conocimientos porque uno disfruta de la poesía, que suponer que uno la disfruta porque ha adquirido esos conocimientos”.

Los 422 versos que componen La tierra baldía, publicados por primera vez en la revista The Criterion en octubre de 1922, iban acompañados de un repertorio de notas cuya función era precisamente aclarar las múltiples referencias y alusiones literarias que sustentaban la compleja arquitectura del poema. 

Sin embargo, siguiendo el razonamiento de Eliot, el lector ideal de La tierra baldía sería alguien que primeramente se dejara mecer por el poder evocador de sus versos y la potencia de sus imágenes poéticas, sin necesidad de detenerse a comprobar cada una de las notas que acompañaban al texto. Esta concepción de la poesía guarda relación con el concepto eliotiano de “imaginación auditiva”, que antepone la musicalidad de la poesía y su experiencia sensorial al plano racional que hace inteligible el texto.

Hoy en día contamos con múltiples recursos en internet que nos permiten cultivar esa imaginación auditiva que Eliot privilegiaba. Desde la aplicación de móvil “The Waste Land”, creada en 2011, en la que podemos escuchar lecturas de este poema realizadas por actores como Viggo Mortensen y Jeremy Irons, o poetas como Ted Hughes, a lecturas personalísimas de este poema en YouTube como la que realiza Bob Dylan. Por otro lado, la Woodberry Poetry Room de la Universidad de Harvard atesora varias grabaciones en vinilo realizadas por el propio Eliot que pueden escucharse en streaming. 

Viaje a la semilla: los cimientos estéticos de La tierra baldía

Muchas de las claves que nos ayudan a entender la poesía de Eliot se encuentran diseminadas en su obra ensayística. La producción crítico literaria del autor norteamericano –nacionalizado británico en 1927– alumbró conceptos y formulaciones teóricas esenciales para entender su oficio.

Buena parte de sus postulados estéticos se sustentan en su sólida formación filosófica en Harvard. De este modo, la influencia que sus maestros ejercieron sobre él le llevó a alejarse del subjetivismo exacerbado de los poetas románticos. En este sentido, para Eliot la poesía no consistía “en dar rienda suelta a las emociones sino en huir de la emoción”.

El yo lírico de Eliot se aleja, por tanto, de los excesos retóricos del artista romántico, y actúa como un médium que conversa con los autores que le han precedido. En este sentido, las referencias literarias que tejen La tierra baldía plasman el planteamiento eliotiano de que la poesía es un organismo vivo donde el pasado y el presente coexisten y se redefinen permanentemente.

La conversación con los autores de otras épocas se inserta, no obstante, en un marco mitológico que enriquece la lectura del poema y lo dota de un sentido transcendental. Eliot toma como referencia dos estudios antropológicos que dan sentido a este poema: La rama dorada (1890) de Sir James Frazer y From Ritual to Romance (1920) de Jessie Weston. El primero estudia los mitos que relatan la muerte prematura de un dios y su posterior resurrección. El segundo analiza las leyendas del grial de los romances medievales del ciclo artúrico.

Desde esta perspectiva mitológica podemos apreciar que en La tierra baldía late, de manera soterrada, un impulso persistente de regeneración. Las raíces sombrías que brotan de la tierra muerta resurgen finalmente en el páramo existencial de un siglo devastador, al igual que los dioses resucitados de los mitos estudiados por Frazer. 

La tierra baldía incita hoy al lector moderno a emprender su personal búsqueda del grial y activa una renovada mirada crítica sobre nuestro presente, sobre los páramos reales y metafóricos que necesitan ser revitalizados.



David Amezcua Gómez

Profesor de Literaturas Europeas Comparadas. Universidad CEU San Pablo, Universidad CEU San Pablo David Amezcua Gómez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado. Universidad CEU San Pablo aporta financiación como institución colaboradora de The Conversation. También le podría interesar Por qué no despreciar el teatro de T. S. Eliot El canon literario existe, pero es plural y diverso.


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Enlace original  THE  CONVERSATION

Cómo y por qué adentrarse en 'La tierra baldía' de T. S. Eliot

David Amezcua Gómez, Universidad

Post sobre T.S.Eliot, generados y publicados por Plaza de las palabras

1+1 Poemas Claves La tierra baldía (The Waste Land) por T.S.Eliot. Parte 1/2. Las imágenes rotas. Post Plaza de las Palabras

1+1 Poemas Claves: El poema The Waste Land de T.S.Eliot: las imágenes rotas (Ensayo).2/2 Post Plaza de las palabras

PAGINE 10. LA TRADICIÓN Y EL TALENTO INDIVIDUAL, (ENSAYO) TS ELIOT. ÉDITION BILINGÜE. POSTE PLAZA DE LAS PALABRAS

Créditos

 Cómo y por qué adentrarse en 'La tierra baldía' de T. S. Eliot David Amezcua Gómez. THE CONVERSATION. Publicado: 26 octubre 2022. 

Ilustración

Tierra baldía, dibujo  por Plaza de las palabras