Jorge Martínez Mejía (Escritor
Hondureño)
Nací en un pueblo de burdeles. Podría ver a la gente caminando en la noche con su paquete de arrogancia bajo el brazo, hecho sangre, brutal encierro en las bartolinas y el humo y el hedor de aquel río donde todos los perros caían empujados por un bruto sucio hablando un inglés recién inventado. Cualquiera me hubiera visto a gatas, panzón y lampiño de las rodillas flacas. Había un tiroteo cada noche, un degollado, un silencio roto por un gallo al galope como un caballo fantasma. Pero igual de día, un espanto, y las risas en el mercado confundían el cortejo fúnebre. Todo era una sorda risa apagándose o caminar por aquel abismo sostenido de una tabla. A gatas mirando el precipicio, mareado y con náuseas. Colochos de oro cayendo en las manos de un viejo minero venido a menos o a ladrón afortunado. Encender con un billete valioso un cigarrillo era cosa de niños. Botellas estrellándose contra las paredes pintarrajeadas como la boca de las putas. Un niño en los hombros de un muchacho citadino camino al burdel más famoso. El enorme callejón solitario y oscuro antes de llegar al pasillo de puerta ancha y los cuartos en ristre a uno y otro lado, lejos del salón de baile. Las putas no besan en la boca, las putas preguntan “Vas a ir al cuarto? Cinco pesos". Y el niño mirando desde la puerta ancha. Aquí se está, ya voy a salir.
Todo luces los borrachos cantando sus estúpidas risas y escupitajos bajo la mesa. La mujer gorda y negra tiene nombre de bestia o filósofo. No baila y fuma, cobra y mira a las otras putas con desdén. La noche es demasiado oscura por aquella calle donde los enormes furgones de minerales se estacionan para deleite de una mujerzuela que coge siete veces al día sólo por la noche. Tencha le dicen y es flaca y sonríe bonito, de lado, como cerrando un ojo y moviendo la cabeza invitando por encima del hombro. Más acá, en este lado hace frío, la puta se acerca y me mira de arriba abajo y me toca la carita y me toma de la mano y los güevitos ummm… ¿Viene a pisar cosita… tiene los cinco pesos? Y se va botando el humo por la nariz y la boca… La casa de alto tiene un hombre altísimo encima del techo y los ojos casi no se le miran, pero son dos brasitas rojitas rojitas que se pierden cuando salgo corriendo para no mirar nada, nunca lo he visto pero lo he visto estirarse por arriba de la casa con su traje negro. Ahí está y otra vez caminando a gatas por el enorme precipicio, sobre la tabla verde llena de veneno. El veneno corre por debajo de las tablas del abismo, abajo el arroyo lleva su agua hasta el puente donde sale la vieja gritando. Nadie pasa por ahí a medianoche.
Adentro la música sale hueca y el disco rayado repite la misma palabra cuando la vieja gorda pasa meciendo su enorme trasero en mitad del salón hasta abrir la tapa de la rockola. El chasquido ondulante del disco se cuela por debajo de las cortinas y el hedor a cerveza. Allá va uno con una sombrilla negra por el camino donde vinimos y él todavía adentro con la puta chaparrita.
Ya veniste, le dijeron cuando llegó, mostrando los dientes. Puso las cosas y me subió en los hombros para ir a caminar. Lento en la calle los colores de las casas alargadas y las puertas abiertas de par en par con sus mujeres de vestidos cortos con música por todas partes. Vení rápido le dijeron y el niño riendo agarrado de un penacho. La mujerzuela salía de un callejón empedrado arreglándose la falda y viraba a la derecha hacia el lado de los camiones. Ebrios ambulando y la brisa empezando a sentirse un poco fría en la cara. Más solitaria era esa otra calle frente a la iglesia cerrada por donde empezaba el camino del hombre con su sombrilla negra. ¿Tiene miedo? me dijo él cuando salió, seguido por la chaparrita sonriente. No luande trayendo usté, le dijo ella, se dio la vuelta y se fue. Fui a pisar mami le dije y me dio la pescozada.
Viernes 19 de junio de 2009, Publicado
por JORGE MARTINEZ MEJIA en 6:01 Circulo de Lectores de Honduras, http://circulodelectoreshn.blogspot.com/