PÁG1NA 10. LITERATURA Y NATURALEZA. LA NOVELA COMO NATURALEZA MUERTA. (ENSAYO), JAVIER VÁSCONEZ. POST PLAZA DE LAS PALABRAS.






Plaza de las palabras presenta un segundo ensayo sobre el tema Literatura y naturaleza. El primero, del académico chileno Cristián De Bravo Delorme,  enfocado a la poesía, y   análisis  del tema de la naturaleza como fortaleza creativa en la imaginación poética del poeta romántico ingles Wordsworth. Ahora, el segundo,  de Javier Vásconez, reconocido escritor ecuatoriano, novelista y cuentista.  Liga  la literatura, especialmente la novela,  al   medio ambiente. El ensayo abunda en sugerentes reflexiones y aproximaciones a relevantes tópicos literarios. Una reflexión asociada a la capacidad destructora del hombre a la naturaleza.

Describe Vásconez ese mundo real e imaginario: “Si uno va más allá de la trama argumental de algunas novelas de Dostoyevski, Melville, Conrad, Faulkner, Stevenson, Kafka o Joâo Gilberto Noll, por poner unos pocos ejemplos, ¿cómo no suponer que en ellas existe un miedo ancestral por la desaparición del hombre de la faz de la tierra? ¿Muchos de estos textos acaso no son una narración soslayada, sutil, una reflexión acerca de esta pesadilla? ¿No existe acaso un tipo de literatura que atestigua, festeja e incluso hace una crónica de este horror?”


Un futuro similar parece ver y anunciar Vásconez, cuando nos habla de un mundo sin animales ni arboles ni ríos Un tema que entre líneas también toca la frontera de la ciencia ficción, uno de los filones nutritivos, que conmueve la balanza entre el avance tecnológico, la dilapidación de los recursos naturales y la destrucción del planeta, y latiendo por ahí  proyectando al futuro  una sombra amenazante. Pero también pervive subyacente, a la espera de irrumpir,  un aura esperanzadora. Admite Vásconez, que,  “En definitiva, la literatura nos ayuda a ver la naturaleza, a entenderla. ¿Por qué? Porque nos propone una mirada diferente”. Y agregaríamos, no solo una mirada diferente, sino una mirada toral que atañe a todo lo que vale la pena salvar: lo humano, y esto no es posible si a la par también no salvamos a la naturaleza.   

Una segunda reflexión de Vásconez, muy oportuna y pertinente asocia ese peligro del poder destructor del hombre y la destrucción de la naturaleza,  a la contaminación que también acosa al lenguaje. Las palabras cada día son mas vacías, la relatividad plástica de las palabras. La multiplicidad y uniformidad de los discursos. El reino de las apariencias que impone su rigor y le hace muecas a la realidad. Y que como un cáncer también ha inundado el arte. Ya Walter Benjamín lo decía, en la reproductividad técnica de la arte. A tal fin, Vásconez  manifiesta “Y si hoy día el medio ambiente se encuentra amenazado por los excesos cometidos contra la naturaleza, también lo están las palabras, cada día más contaminadas y vacías, a las cuales un escritor debe contribuir a devolverlas su verdadero sentido, su camino memorioso hacia la verdad.

 

Y finalmente una tercera reflexión, brinda Vásconez, esta ya no tan explicita, sino entre líneas. Pero que se respira a lo largo de todo su texto. Y la enuncia el sugestivo y acertado  titulo de su Ensayo La novela como naturaleza muerta. El término “naturaleza muerta” se refiere usualmente a una corriente de pintura o grafismo, basado en un tipo de pintura que representa objetos inanimados, los llamados bodegones,  que pueden ser naturales o hechos por el hombre, pero que en todo caso están inermes: flores, animales, alimentos o cosas cotidianas. Sus orígenes se remontan las primeras representaciones del arte griego y egipcio: ofrendas de alimentos.  Pasando por diversas etapas, edad media, renacimiento,  dándole vueltas a  los siglos, y alcanzando su verdadero punto estético y técnico en  la escuela pictórica flamenca del siglo XVII. Pero el verdadero término, en alemán, still.-leben, “Naturaleza muerta”, también significa, en su sentido original,  tal y como lo dice Karel Kocis “naturaleza tranquila”. “vida tranquila”. En que el filósofo checo, advierte que esas cosas no están muertas sino que perduran  llenas de posibilidades de vida.  Y esto nos lleva a otra perspectiva. Y es el enlace naturalista de la  “contemplación en tranquilidad” de Wordsworth. Aquí aparece en contramedida a la naturaleza muerta, una naturaleza viva. La cercanía a la naturaleza como sabiduría ancestral, como regocijó de contemplación espiritual y sobre todo con respeto universal por la creación.  Es ésta posibilidad, la que aviva subyacente en las notables reflexiones de Vásconez. Si la literatura y la novela nos describen ese mundo de capacidad destructora del hombre como naturaleza muerta;  también conviven, como el reverso de la moneda,  una posibilidad de poder creador. Una  apuesta de la novela por la naturaleza viva: por rescatar lo humano y por proteger la naturaleza: con animales con  plantas con árboles con ríos…      




JAVIER VÁSCONEZ

El escritor Javier Vásconez (1946), es un novelista y cuentista ecuatoriano. “Nació en Quito, aunque vivió su infancia en otros países. Realizó estudios secundarios en el Mount Saint Mary’s College de Inglaterra. Luego, en el colegio Holy Croix de Roma y en Estados Unidos. Se graduó de bachiller en el Colegio Spellman de Quito. Prosiguió sus estudios de Artes Liberales y Filosofía en la Universidad de Navarra, en España, donde se graduó con una tesis acerca de los personajes en la obra de Juan Rulfo. También asistió a la Universidad de Vincennes, en París”. (1) Las obras de Javier Vásconez permiten descifrar las constantes temáticas del autor y, sobre todo, los lugares únicos en los cuales se identifican los acontecimientos, la descripción del discurso, es decir, el manejo temporal y espacial, la construcción de personajes y las formas narrativas, nos enseñan el estilo que el autor acogió a los largo de todas sus obras. El recorrido por las páginas de Vásconez es la confirmación del valor exclusivo que encierran sus textos y la certeza de que es uno de los autores ecuatorianos fundamentales y originales en la narrativa de la lengua española en las últimas décadas”. (2)
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Sus principales obras Novela. El secreto (1996),El viajero de Praga (1996),La sombra del apostador (1999),El retorno de las moscas (2005),Jardín Capelo (2007),La piel del miedo (2010),La otra muerte del doctor (2012),Hoteles del silencio (2016). Relatos. Ciudad lejana (1982),El hombre de la mirada oblicua (1989),Un extraño en el puerto (1998),Invitados de honor (2004),El secreto y otros cuentos (Campaña de Lectura Eugenio Espejo), 2004),Estación de lluvia (antología) (2009). (3)




La novela como naturaleza muerta.


JAVIER VÁSCONEZ
Imaginemos un mundo sin animales ni plantas ni árboles ni ríos ni lagos ni mares ni volcanes, solo nos quedaría la posibilidad del horror, de la desolación, del desamparo, del desconcierto. ¿Cómo podríamos vivir en un mundo de tal naturaleza, mejor dicho, sin una naturaleza que nos sostenga? ¿Cómo pensar, soñar, delirar, amar e incluso escribir en un mundo en el que la naturaleza (gestación de la vida y anuncio de la muerte) esté ausente? ¿Cómo imaginar, por otro lado, la posibilidad de hacer literatura sin la movilidad, precisión y belleza de las palabras? Al parecer la una se alimenta de la otra. Desde una visión convencional a un escritor se lo considera un estorbo y al mismo tiempo un creador. No soy sociólogo. Soy un escritor. Por lo tanto, vivo seducido, deslumbrado por el poder de las palabras, vivo en consonancia con ellas y para ellas. Invento personajes, ciudades, situaciones específicas sostenidas en el marco de las palabras. Supongo que mi deber como escritor es limpiarlas de la contaminación, de la hojarasca provocada por el mal uso que se hace de ellas en los diarios, en el habla de todos los días, en los libros, de este modo un escritor se convierte inevitablemente en el jardinero del lenguaje.
Al recibir la invitación de Luis Sepúlveda para hablar sobre medio ambiente y literatura, precisamente en Asturias —un lugar donde la naturaleza estalla por sus cuatro costados con un verdor inusitado—confieso que, al principio, me sentí confundido y hasta intimidado. ¿Qué sabía yo del tema? Por lo que estuve a punto de rechazar la propuesta de venir. Provengo del país donde se encuentra una de las mayores reservas del mundo de colibríes, murciélagos, mariposas, orquídeas e incluso de ciertas especies insólitas de árboles y flores, por no decir nada de las rosas que aún siguen siendo un motivo de inspiración para los poetas.
Sin duda Ecuador es una potencia para los naturalistas. Pues se lo considera el paraíso de las ranas, las mariposas y las orquídeas. Gracias a la especial situación geográfica de las islas Galápagos, Darwin escribió su célebre libro La evolución de las especies (publicado en Londres el 24 de noviembre de 1859), que sentó las bases de la moderna teoría de la evolución. El viaje del Beagle, barco en el cual Darwin recorrió medio mundo, tardó del 2 de diciembre de 1831 a 2 de octubre de 1836. Por un buen tiempo estuvo anclado frente a las costas de Galápagos, convirtiendo a las islas en un laboratorio de sus observaciones. Y algunos años atrás, había ocurrido lo mismo con Humboldt, que vivió en Quito y desde allí realizó numerosos viajes por la región para ampliar sus estudios sobre geografía y vulcanología. Este ilustre sabio alemán registró y escribió con inteligencia y pasión sobre la naturaleza de América Latina. Realizó cientos de dibujos de la flora, fauna, de los minerales así como de la las costumbres indígenas y del resto de la sociedad, incluso ascendió a algunos volcanes. Existe un hermoso cuadro, pintado por Friedric Georg Weitsch, en el que están Alexander Von Humboldt y Aimé Bonpland al pie del Chimborazo. Otro ilustre viajero y explorador fue el británico Eduard Whymper, nacido en Londres en 1840, quien organizó una expedición a los Andes de Ecuador. Desde entonces, cientos de ecologistas, ambientalistas y naturalistas de toda índole visitan cada año Ecuador. Muchos de ellos acuden como devotos peregrinos a las islas Galápagos, a la selva amazónica, recorren los bosques húmedos, se acercan a nuestras playas, escalan algunos volcanes y nevados, haciendo un balance pormenorizado de nuestras especies, pero rara vez se interesan por otras cosas. En mi condición de testigo, ¿qué es exactamente lo que he podido observar? Sin duda hay algo que me parece evidente. Cuando estos estudiosos se instalan de manera más o menos definitiva en nuestros países, su desinterés, su falta de atención por todo lo que no sea naturaleza resulta bastante alarmante. Sí, todo esto puede ser muy estimulante para los sapos y los vampiros, incluso para sus devotos observadores, pero tirando del hilo es aquí donde creo percibir el origen de mi discrepancia. Con estos antecedentes, como es de suponer, adolezco de una cierta prevención hacia estos nuevos románticos, incluso algo de animadversión —tal vez injustificada, prejuiciosa— hacia las actividades a veces no tan inocentes a las que se dedican. Me atrevería a afirmar que para ellos solo somos o existimos como paisaje.
Sin embargo, conviene recordar a un curioso viajero: el poeta Henri Michaux, quien se traslado a Quito con el poeta quiteño Alfredo Gangotena. En aquel viaje parecía buscar una aventura, una explicación a su agitada existencia, pero en vez de conmoverse ante nuestro paisaje, más bien quedó deslumbrado, fascinado, ante el horror provocado por los habitantes de la ciudad de Quito. Años después, escribió Ecuador, un libro inacabado, cruel, pero sin duda memorable.
Todos sabemos que en literatura el tema en sí puede ser poca cosa en comparación con la importancia que cobra su tratamiento. Desconfío de toda manifestación literaria relacionada con el tipismo. Mi apuesta va por otro lado. Así pues, no me encuentro a gusto con la literatura excesivamente informativa, costumbrista, obediente a las coordenadas del periodismo. A pesar de mi admiración por una novela como A sangre fría, de Truman Capote, nunca he sido un gran entusiasta de ese tipo de literatura, aunque eso me obligue a confesar que esa carencia de interés me ha privado de un entretenimiento muy considerable. No coincido con el gusto por la literatura de esta naturaleza o de novelas tan apegadas al periodismo que no pasan de ser crónicas con personajes. Tampoco he experimentado interés con novelas como Los de abajo o Las uvas de la ira. Una novela debe ser ante todo un viaje y un desafío de la imaginación, «una exploración de parajes desconocidos de la memoria elaborados a solas hasta la saciedad». ¿No constituye ello un prejuicio? Quizá no sea tanto un prejuicio como una elección estética.
Por esta razón, al recibir la invitación de Luis Sepúlveda mi primera reacción fue preventiva porque no dejé de considerar la posibilidad de que este encuentro pudiera convertirse en «la vuelta rastrera a las esencias regionales, el sacrificio del lenguaje en los altares del costumbrismo». Y hasta se me vino a la cabeza una idea de Todorov: «La literatura existe en tanto que esfuerzo para decir lo que no dice ni puede decir el lenguaje corriente; si significara lo mismo que ese lenguaje corriente, la literatura no tendría razón de ser». En mis momentos de duda me preguntaba si en este congreso íbamos a tratar o hablar de literatura propiamente dicha, de la que se ocupa del lenguaje en vez de solo querer informar de forma más o menos explícita sobre el estado del medio ambiente o de cualquier otro tema a la moda.
Pero a pesar de estas dudas, nunca me caractericé por permanecer cerrado a las propuestas de otros. «Somos seres inacabados. Somos seres insatisfechos», dice Carlos Fuentes. Yo añadiría, además, somos seres profundamente contradictorios. A diferencia de los manuales de mecánica o de carpintería, las novelas exigen, piden casi a gritos, varias lecturas e interpretaciones. En mi tentativa por encontrar un camino que me llevara de la literatura al medio ambiente, de golpe caí en cuenta, como quien descubre el rostro revelador de un antepasado en una fotografía descubierta al azar, que algunos de los contenidos fundamentales de la literatura lindaban con las fronteras de la naturaleza y de la ecología. A partir de esta oscura sospecha, y como me gustan los desafíos, decidí aceptar venir a este evento porque deseaba encontrar la misteriosa relación entre literatura y medio ambiente. Si bien no me convencía el tema, o al menos me parecía un tanto rebuscado, opté por darle otra vuelta de tuerca a esta propuesta. De manera que decidí arriesgarme, indagar, hurgar en la literatura de los otros y en la mía a fin de encontrar una afinidad, un puente que me llevara por esa ruta desconocida, es decir, encontrar la posible relación entre medio ambiente y literatura.
Si bien la verdadera literatura es siempre un desafío, sobre todo en un mundo en el cual nadie quiere arriesgarse, pero además es uno de sus privilegios y una de sus más viejas aspiraciones, mostrarse dispuesta a la pluralidad. Porque es siempre la vida la que se expresa en nosotros y a través de nosotros. La vida le dice sí a la vida. En la literatura subyace un miedo atroz a nuestra ilimitada capacidad de destrucción. En eso nos acercamos a los ecologistas —aquí está el lazo invisible—, ya que en muchos aspectos la literatura en sí misma constituye un amplio registro de nuestra violencia. ¿Todo gran poema no lleva implícito dentro de sí el terror obsesivo del acabamiento y contaminación del lenguaje? Me atrevo a decir que el miedo a la destrucción es uno de los grandes temas de la literatura. Muchas novelas, cuentos, poemas lo han abordado de distintos ángulos y construyen sus mejores momentos cuando se ocupan del terror del hombre frente a sí mismo y también frente a la naturaleza. Si uno va más allá de la trama argumental de algunas novelas de Dostoyevski, Melville, Conrad, Faulkner, Stevenson, Kafka o Joâo Gilberto Noll, por poner unos pocos ejemplos, ¿cómo no suponer que en ellas existe un miedo ancestral por la desaparición del hombre de la faz de la tierra? ¿Muchos de estos textos acaso no son una narración soslayada, sutil, una reflexión acerca de esta pesadilla? ¿No existe acaso un tipo de literatura que atestigua, festeja e incluso hace una crónica de este horror?
Para convencerlos de esta hipótesis, sugiero trasladarnos por un momento a La Metamorfosis de Kafka. Aquel episodio tan minimalista como absurdo de la manzana podría ser ilustrativo. El padre lanza una manzana y eso le produce un dolor insoportable a Gregorio, porque ha quedado clavada sobre su espalda, y hasta empieza a podrirse en ella. Conviene analizar este episodio que nos ilustra sutilmente el miedo ante la naturaleza, la repulsión de Gregorio ante la podredumbre de la manzana dentro de su cuerpo.
Ahora bien, ¿de qué trata la ecología? En definitiva, según nos advierte Hans Jonas: «de tomar conciencia del formidable desfase entre la debilidad de nuestras luces y el extraordinario potencial de destrucción de que disponemos».
Si la historia parece haber perdido la memoria, imagino que el escritor tiene la obligación de suplirla con la imaginación. Y si hoy día el medio ambiente se encuentra amenazado por los excesos cometidos contra la naturaleza, también lo están las palabras, cada día más contaminadas y vacías, a las cuales un escritor debe contribuir a devolverlas su verdadero sentido, su camino memorioso hacia la verdad. Si podemos habitar en la tierra es gracias a que poseemos agua, árboles, animales y plantas, en tanto el arte de la literatura aporta palabras, ironía, belleza a nuestra existencia. En definitiva, la literatura nos ayuda a ver la naturaleza, a entenderla. ¿Por qué? Porque nos propone una mirada diferente. Pensemos así en el camino recorrido en Hispanoamérica desde las llamadas «novelas de la selva» a El hablador de Vargas Llosa. Imagino que el medio ambiente se resentiría aún más si no existiera esa mirada extrañada para ver las otras posibilidades de la vida, las más sutiles, aquellos susurros producidos por los árboles en medio de la noche.
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Tras un breve recorrido por mis libros he descubierto con asombro la importancia que en ellos cobra la naturaleza, incluso algunos animales —caballos, perros, canarios, gatos, sapos, mariposas, ratas, moscas—entendidos como una prolongación de los sueños ante la vida.
Si El viajero de Praga fue un abrazo desesperado, acaso un acto de amor y de exorcismo, también fue un puente tendido a la literatura universal —como debe ser, ya que la literatura siempre es un puente, un proceso, una reflexión íntima e individual— cuya composición me permitió moverme sin vacilar por varias ciudades y culturas a fin de atenuar la asfixia literaria que padecemos en Ecuador. Asfixia debida al exceso de información sociológica, a la falta de riesgo y ambición, al costumbrismo que pretende ser un reflejo de la sociedad, a la insistencia por describir o intentar reproducir la realidad en vez de envolverla, en el sentido que Faulkner entendía el arte de narrar: «no despejando las tinieblas, sino tan solo mostrando su horror». Con esta novela me permití entablar un diálogo, legítimo y sin complejos con ciertos autores a quienes he rendido velada o abiertamente un homenaje de admiración, puesto que un escritor debe mantener un diálogo no solo consigo mismo, sino con toda la literatura. ¿Quién es el doctor Kronz? ¿Dónde situarlo? No creo que se lo pueda imaginar únicamente en Praga ni en las calles de Quito, ni siquiera junto a su gato Elmer, sino que es parte de esa larga lista de personajes enfrentados al pánico de su propia destrucción en el lugar al cual acaban de llegar. Al escribir aquella novela, mi aspiración más íntima, si se me permite el término, fue no sólo que conservara intacto el aroma de la lluvia, del páramo desolado, o de la ciudad andina, sino que trasmitiera la enorme soledad de un hombre y la desesperación del autor por mostrar las andanzas y el temor a la destrucción al penetrar en un territorio desconocido, en una línea imaginaria.
Con La sombra del apostador el estímulo creador fue otro. Esta novela se resistió bastante y no fue el producto de una visión afortunada, más bien constituyó una lucha por superar una serie de obstáculos. Nació con la imagen de una niña encerrada en una casa llena de perfumes. Luego fue creciendo con el desenfrenado galope de un caballo en un hipódromo, al tiempo que escuchaba voces de otros personajes. Aparte de eso, no tenía nada más. Unas cuantas huellas, algunos rostros dispersos, y el latido del lenguaje anunciándome vagamente el camino que debía seguir, aunque el doctor Kronz ya no iba a guiarme por los recovecos de la novela. Se había quedado atrás, solitario y fantasmal, sin intención de acompañarme por este arduo recorrido. Así que dejé correr libremente las palabras, y bajo este impulso creador, escribí los tres primeros capítulos hasta que sobrevino una especie de bloqueo. Padecí bastante. Podía adivinar y sentir aquellas voces torrenciales, desarticuladas, que no sabía de dónde provenían, aunque con el tiempo iba a descubrir que eran ellas las que habrían de configurar ciertas situaciones, como los paseos de Lena por los miradores de la ciudad o las visiones nocturnas del jockey Aníbal Ibarra. Eran esas voces, aparentemente dispersas, las que habrían de darle otro sentido a la llamada anónima dirigida a Roldán en el hotel. Dicho de otro modo, tenía que vérmelas con la «naturaleza» de los seres humanos que cambian poco como muestra la literatura.
Ahora bien, «el verdadero protagonista de una novela moderna no es el héroe que encarna un destino ejemplar, sino el ruido complejo y disperso de la vida que lo rodea, la bruma que sólo se percibe sin anteojos, las palabras sueltas que llegan a un oído débil y perceptivo», nos dice Juan Villoro. En una palabra, las posibilidades interpretativas que una novela ofrece para su lectura son infinitas, pero como la obra literaria carece de horizonte, de propósitos, el escritor actual se repliega con mayor o menor fortuna en los momentos más enigmáticos de la vida. Esa parece ser su naturaleza.
A estas alturas solo puedo decir, tentativamente, que captar esos matices y los episodios donde se registre la lenta y obstinada destrucción del hombre sobre la tierra, tal vez sea la tarea del futuro novelista. Acaso gracias al poder de la literatura, ¿vamos a navegar como el capitán de Conrad o el Maqroll de Mutis por el corazón de las tinieblas y las aguas tenebrosas de un río, indagando cuánta destrucción ha hecho el hombre en la naturaleza? De los distintos refugios de la imaginación, no sé si este accidentado peregrinar en un barco tendríamos que hacerlo a través de la literatura o de la ecología.
Para concluir voy a leer un fragmento del poema La ofrenda del cerezo del poeta ecuatoriano Iván Carvajal, ya que según los japoneses la floración del cerezo es uno de los espectáculos más atractivos de la naturaleza:

Contemplo al cerezo en su milagro.
Florece. Y aunque me embriaga su aroma,
No estaré aquí para probar sus frutos.
Mi vida depende del cerezo apenas
Mientras dure este instante. Un blanco manto
que cae y se mece, un fresco olor,
mi júbilo. Me iré en unos minutos.
Mi vida no depende del cerezo.
Y sin embargo irá el fantasma
del árbol conmigo para siempre.

25 septiembre 2008
Fuente Revista El Clarín.



 Notas bibliográficas

1.  Javier Vásconez,  Extractos de datos biográficos, Wikipedia.
2. El universo literario de Javier Vásconez. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador. p. 1-6. Citado en Wikipedia
3.Wikipedia.
Créditos de las ilustraciones

Un desierto en llamas, Kuwait Foto Sebastiao salgado (1944), fotógrafo fotoperiodista y ecologista a brasileño
HEART OF THE DRAGON, foto Beth Moon (1955), fotógrafa naturalista estadounidense
AVENUE OF THE BAOBABS, foto de Beth Moon (1955), fotógrafa naturalista estadounidense
Un desierto en llamas, Kuwait Sebastiao  Salgado (1944), fotógrafo fotoperiodista y ecologista  brasileño 
Foto Islas Bragas llamadas las encantadas de islas Galápagos. Generic

Foto Cerezos en flor al fondo El Fuji, Japón.    

Anna Ajmátova: la poeta de la sobrevivencia. Selección de poemas. Post plaza de las palabras.






Superviviente de ese tiempo, de ese lugar.
Anna Ajmátova. Réquiem
(1935-1940).

Anna Andréyevna Ajmátova, de soltera Górenko, (1889–1966), fue una destacada poeta en lengua rusa, nacida en las cercanos de Odessa y fallecida cerca de Moscú. Descendiente de una familia de origen tártaro. Ella  toma el apellido de su bisabuela, porque su padre se niega a que use el apellido Gorenko.   Escribía poemas desde los 11 años, a los catorce sus padres se separan.  Estudió derecho, latín, historia y literatura en  Kiev y en San Petersburgo. (1) Junto con Ósip Mandelstam (1891-1938), fue una de las figuras más representativas de la poesía acmeísta de la Edad de Plata de la literatura rusa. Movimiento poético que aspiraba a superar el simbolismo de su época. El acmeísmo buscaba desterrar  el hermetismo y las ensoñaciones del lenguaje simbolista, sustituyéndolo por un lenguaje más directo, claro y concreto. A este movimiento también se le llamo neoclasicista o clarista. Sus miembros, un puñado de poetas, crearon su propio manifiesto (1912), el cual hicieron público en un café bar, “El perro callejero”, en San Petersburgo. Sus fundadores  Nikolái Gumiliov, quien se casaría en 1910 con la poeta Ajmátova, y Serguéi Gorodetski. (1884 – June 8, 1967). También se les unió Ósip Mandelshtam y por supuesto la propia Anna Ajmátova. Se refugiaron en una revista llamada Apollón. En ese marco Anna Ajmátova y el resto de poetas, integran un grupo que tendría grandes repercusiones en el campo poético y la vida cultural rusa de su época. Y que Elaine Feinstein, una de las principales biógrafas de Ajmátova, la poeta integraría junto a  Mandelshtam,  Boris Pasternak (1890-1960), y  Marina Tsvetáieva (1892-1941),  el gran cuarteto inmortal de la poesía  rusa del siglo XX.  


El advenimiento de la revolución rusa de 1917, trajo un rompimiento  significativo con la visión romántica  del pasado zarista y una nueva forma de hacer cultura. Sin embargo, en el nuevo régimen la censura, no se elimino; así como la imponían los zares, también los poetas la sufrieron de  los nuevos dueños del Kremlin. El periodo soviético de la literatura rusa empezó en los años 20, y tiene tres fases bien definidas. La primera es una especie de transición entre lo viejo y lo nuevo, arriba hasta el año 1932, la segunda es el periodo estalinista  la "dictadura literaria" del  llamado realismo socialista hasta 1953, y la tercera el período post estalinista, hasta 1965. Que termina con una proclama publicada en el Pravda, la nueva política entre otras cosas, declara:

genuina creativeness is possibly only through seachr, free expression and clashes of viewpoints. (2)

En el primer periodo el poeta Alexander Blok , (1880-1921), desempeña un papel crucial, se convierte en una especie de puente entre lo viejo y lo nuevo de Rusia.  Blok un poeta con ancestros alemanes, emigrados a Rusia en el siglo XVII, no solo era un poeta sino un intelectual, muy compenetrado de la cultura y la civilización.  Graduado de  filosofía de la universidad de San Petersburgo., era el abanderado del simbolismo ruso. Pero ya para 1911, en su largo poema  Retribution,” el cual por su idea historia, lenguaje y tono;   marcan una partida del simbolismo”. (3)  Un movimiento que ya para los años 20 estaba en crisis, Blok da un paso adelante y abandona el simbolismo, buscando un lenguaje más concreto con la nueva realidad de la revolución y del  mundo. Publica dos de su obras: The Twelve (1918) y The Seyteains poemas que implican una aceptación de la revolución rusa. 

Blok “as the poet of 'spirit of music' could only foresee threatening disruption and chaos,' the end of humanism'. In The Twelve he caught the elemental music of mass event, which culminated in the revolutionary turmoil of 1917-1921”. (4

En este nuevo amanecer Blok, no esta solo ya que comienza a despuntar el futurismo de Vladimir Maiakovsky (1893-1930) y  el imaginismo de Sergey Yesenin (1895-1925). En esa irrupción de los movimientos poéticos también terminan consolidándose los poetas acmeistas. Quienes intentan suplir la mistiycal  experience  por la concrete  experience. (5) Sin embargo todos esos movimientos que dieron un impulso vital al renacer de la poesía rusa,  poco a poco decaen. Por la represión y el clima poco favorable de hacer poesía. Ajmátova es una hija natural de ese ambiente. Lo sufre en carne propia, la proscripción y prohibición de sus obras desde  1922 hasta 1940. (6) Ajmátova aunque escribe no publica nada durante ese periodo. La poeta  cuya vida siempre vivió al filo de la navaja y en el corazón  de la poesía, bien podría ser considerada como La poeta de la sobrevivencia. 

“La poeta que escribió que tendría que “matar la memoria” y “volver de piedra el corazón” soportó, en sus 76 años, dos revoluciones, dos guerras mundiales, una guerra civil, las más terribles purgas de Stalin, el ostracismo, las muertes, condenas y exilios de todos sus seres queridos”.  (7).

Tal es la zozobra que también llevaría a muchos poetas  a tener caminos angustioso y trágicos: Gumiliov, Maiakovsky, Mandelshtam, Pasternak. Después de la muerte de Stalin las condiciones cambian. Es el periodo post estalinista, ya en 1963,  las situación se alivia y las restricciones o censura terminan. Los poetas se atreven hablar de la  verdad sobre el reciente pasado. Lo hacen tanto poetas de la vieja generación, Ajmátova;  como de la nueva, Yevstichenko (1933-2017).

Su poesía pasa por un ciclo  de etapas, la primera etapa esta centrada en una poesía intimista, de corte amoroso. Ciclo poético que va desde 1912 a 1922: La tarde (Vécher) (1912), El rosario (Chyotki) (1914), ambas con un tono fuertemente acmeista. (8)   La bandada blanca (Bélaya staya) (1917), El llantén (Podorózhnik) (1921) y Anno Domini MLMXXI (1922). Su segunda etapa es de corte social, afincado en una critica y denuncia poética contra el régimen soviético. Época de 1922 a 1940, caracterizada por el silencio y la creación de Réquiem  (1935-1940). Elegía a las victimas de las purgas estalinistas de  1937 y 1938. Entre los cuales estaba su propio hijo Lev Guimilov.  Réquiem es una  de sus obras más conocidas, y llena de angustia poética.

“Escribir la realidad con palabras reales había sido el lema acmeísta. Cuando la realidad se había vuelto trágica, sembradora de terror y de muerte, la voz del poeta se convierte en voz de ultratumba y su canto, en réquiem”. (9)

Su tercer ciclo poético abarca desde  1940 a 1965, que se bifurca en dos corrientes: sus poemas épicos y  sus poemas de madurez que culminan en el poema autobiográfico Poema sin héroe.
Mujer sufrida y poeta angustiada, pero amada por todos. El poeta Joseph Brodsky (1940-1996), la describió así:

 Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar, durante medio siglo la ha dibujado, pintado, esculpido en yeso y mármol, fotografiado un sinnúmero de personas, empezando por Modigliani. Los versos dedicados a ella formarían más volúmenes que su obra entera. (10)

Una  acertada valoración de su razón existencial  convertida en una ontología poetica:


 "Los poemas vienen a todas horas, como siempre, los alejo de mí, hasta que escucho un verso que suena a verdad", confesaría Anna Ajmátova en uno de sus diarios. La escritura de Ajmátova es la huella de toda una época, una forma de resistencia, una manera de permanecer en el mundo, de construir una concepción de la memoria. Para ella, ser poeta era una manera de vivir y de reconciliarse con el mundo, ya que la escritura se convirtió en la única manera para ser y permanecer –no era una opción, ni siquiera una decisión–, era una necesidad de representación. (11)






Selección de poemas

Cuando escuches el trueno me recordarás

Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta...
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
y el corazón, como entonces, estará en el fuego.

Esto sucederá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y me precipite hacia el puerto deseado
dejando entre ustedes apenas mi sombra.


Cuando la luna es de melón…

Cuando la luna es de melón una tajada en la ventana
Y en redor es la calina cerrada la puerta y la casa encantada
Por las azules ramas de glicinas y en la fuente de arcilla hay agua fría
Y la nieve del paño y arde una bujía de cera
Tal que en la niñez, mariposas zumban
La calma, que no oye mi palabra, retumba
Entonces de lo negro de rincones rembrandtianos algo se ovilla de pronto
Y se esconde allí a mano, pero no me estremezco, ni me asusto siquiera...
La soledad en sus redes me hizo prisionera
El gato negro el alma me mira, como ojos centenarios
Y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario.
Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche.





Llegué a visitar al poeta
                                                   
  A Alexander Blok

Llegué a visitar al poeta
Exactamente al mediodía, un domingo.
En el cuarto espacioso reinaba el silencio
Afuera, en la calle, hacía frío.

Un sol agradable se paseaba
Sobre el tupido humo grisazul...
El poeta me miraba fijamente,
En silencio, como un gran anfitrión.

Es mejor ser cuidadosa
Y no mirar nunca a sus ojos;
Son ojos tan extraños
Que jamás se pueden olvidar.

No olvidaré ese encuentro
Aquel brumoso mediodía de domingo
A las orillas del Neva
En una casa grande y gris.

Hace mucho que no creo en el teléfono

HACE mucho que no creo en el teléfono,
ni en la radio creo, ni en el telégrafo.
Tengo mis propias normas
y, puede ser, un carácter salvaje.
Con todo en cambio puedo soñar
y no preciso perderme a lo "lejos"
porque donde quiera que me encuentre
conquistaré cualquier altura.

El poeta

Piensas que esto trabajo, esta vida despreocupada
Escuchar a la música algo y decirlo tuyo como si nada.
Y el ajeno scherzo juguetón meterlo en versos mañosos
Jurar que el pobre corazón gime en campos luminosos.
Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver
Mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier.
Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno
Un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno.


Todo me ha sido arrebatado

Todo me ha sido arrebatado: el amor y la fuerza.
Mi cuerpo, precipitado dentro de una ciudad que detesto,
no se alegra ni con el sol. Siento que mi sangre
congelada está.

Burlada estoy por el ánimo de la Musa
que me observa y nada dice,
descansando su cabeza de oscuros rizos,
exhausta, sobre mi pecho.

Sólo la Conciencia, más terrible cada día,
enfurecida, exige cuantioso tributo.
Y para responder, me cubro el rostro con las manos,
porque he agotado mis lágrimas y mis excusas.


Tú me has inventado

Tú me has inventado. No existe en el mundo
alguien así. No podría existir.
Ni los médicos curan ni los poetas alivian,
la sombra de un fantasma te perturba día y noche.
Nos encontramos en un año monstruoso,
cuando las fuerzas del mundo se habían agotado,
todo estaba marchito y enlutado por la desgracia,
y solo las tumbas eran frescas.
El talud del Neva, sin faroles, era negro azabache.
La noche sorda se erguía alrededor, como un muro.
¡Entonces mi voz te llamó!
¡Qué hice! Yo misma aún no lo entiendo.
Y tú llegaste a mí como una estrella conocida,
huyendo del trágico otoño,
hacia aquella casa desolada para siempre,
de donde salió una bandada de poemas incinerados.





Réquiem (fragmentos)

Ningún cielo extranjero me protegía,
ningún ala extraña escudaba mi rostro,
me erigí como testigo de un destino común,
superviviente de ese tiempo, de ese lugar.

En lugar de un prólogo
En los terribles años del terror de Yezhov hice cola durante siete meses
delante de las cárceles de Leningrado. Una vez alguien me "reconoció".
Entonces una mujer que estaba detrás de mí, con los labios azulados, que
naturalmente nunca había oído mi nombre, despertó del entumecimiento
que era habitual en todas nosotras y me susurró al oído (allí hablábamos
todas en voz baja):
-¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
-Puedo.
Entonces algo como una sonrisa resbaló en aquello que una vez había sido

su rostro.



Dedicatoria
Un dolor semejante podría mover montañas,
e invertir el curso de las aguas,
pero no puede hacer saltar estos potentes cerrojos
que nos impiden la entrada a las celdas
atestadas de condenados a muerte...
Para algunos puede soplar el viento fresco,
para otros la luz solar se desvanece en el ocio,
pero nosotras, asociadas en nuestro espanto,
sólo escuchamos el chirriar de las llaves
y las pisadas de las recias botas de la soldadesca.
Como si nos levantáramos para misa primera,
día a día recorríamos el desierto,
andando la calle silenciosa y la plaza,
para congregarnos, más muertas que vivas.
El sol había declinado, el Neva se había opacado
y la esperanza cantaba siempre a lo lejos.
¿Que sentencia se dictó?... Ese gemido,
ese repentino fluir de lágrimas femeninas,
señala a una distinguiéndola del resto,
como si la hubieran derribado,
arrancándole el corazón del pecho.
Entonces déjenla ir, trastabillando, a solas.
¿En dónde estarán ahora mis innombrables amigas
de aquellos dos años de estadía en el infierno?
¿Qué espectros se burlan de ellas ahora, en medio
de la furia de las nieves siberianas,
o en el círculo nublado de la luna?
¡A ellas les lloro, Hola y Adiós!

Introducción

Era aquella una época en que sólo los muertos
podían sonreír, liberados de las guerras;
y el emblema, el alma de Leningrado,
pendía afuera de su casa-prisión;
y los ejércitos de cautivos,
pastoreados en los patios ferroviarios,
se evadían de la canción entonada por el silbato de la
máquina,
cuyo refrán iba así: ¡Váyanse parias!
Las estrellas de la muerte pendían sobre nosotros.
Y Rusia, la inocente, la amada, se contorsionaba
bajo las huellas de botas manchadas de sangre,
bajo las ruedas de las Marías Negras.

1
Llegaron al amanecer y te llevaron consigo.
Ustedes fueron mi muerte: yo caminaba detrás.
En el cuarto oscuro gritaban los niños,
la vela bendita jadeaba.
Tus labios estaban fríos de besar los iconos,
el sudor perlaba tu frente: ¡Aquellas flores mortales!
Como las esposas de las huestes de Pedro el Grande me
pararé
en la Plaza Roja y aullaré bajo las torres del Kremlin.
2
Apaciblemente fluye el Don Apacible;
hasta mi casa se escurre la luna amarilla.
Brinca el alféizar con su gorra torcida
y se detiene en la sombra, esa luna amarilla.
Esta mujer está enferma hasta la médula,
esta mujer está completamente sola,
con el marido muerto, y el hijo distante
en prisión. Rueguen por mí. Rueguen.

Epílogo
I
He entendido cómo los rostros se vuelven huesos,
cómo acecha el terror debajo de los párpados,
cómo el sufrimiento inscribe sobre las mejillas
las duras líneas de sus textos cuneiformes,
cómo los lucientes rizos negros o los rubios cenizos
se vuelven plata deslustrada de la noche a la mañana,
cómo las sonrisas se esfuman de los labios sumisos,
y el miedo tiembla con una risita entre dientes.
Y no sólo ruego por mí,
sino por todos los que permanecieron afuera de la prisión
conmigo en el amargo frío o en el ardiente verano
debajo de este insensato muro rojo.


A manera de epílogo
Y allá donde inventan los sueños
no hubo suficientes para nosotros.
Vimos uno y había en él
la fuerza de la primavera al llegar.
No repitas lo que fue dicho antes,
tu alma es rica.
Puede ser que la poesía misma
sea la única cita admirable..
                        


1935-1940





                         Fragmentos no incluidos en POEMA SIN HÉROE
1
En la negruzca neblina de París,
seguro que de nuevo Modigliani (162)
furtivamente caminará tras de mí.
Él tiene el triste don de traer,
incluso en el sueño, la confusión,
y de ser culpable de los desastres.
Pero, para mí —su mujer egipcia— él es...
lo que en el organillo toca el viejo,
y bajo él, todo el rumor de París
es como el rumor de un mar enterrado:
Bebió el mal y la desgracia.

7
Aquí está, oh querida, esta desgracia,
con ella va otra.
¿Oyes el paso ligero y seco?
Y dónde está mi voz y dónde el eco,
quién solloza, quién está ebrio de risa
¿Y qué trae la otra sombra?
(Estanza del poema)
De las celebraciones de la muerte civil (163)
estoy harta, creedme,
las veo cada noche en sueños.
Ser desposeído de casa y de mesa
es absurdo, pero nada hay peor
que soportar lo que a mí me ha sucedido.

1940-1965 



(162) Modigliani. Amadeo Modigliani (l884-1920). Ajmátova conoció a este pintor italiano
en París en 1910. En sus memorias sobre él, escritas a los setenta años, Ajmátova
recuerda que paseaban juntos por París recitando poesía francesa. Modigliani hizo un
dibujo de ella en 1911.
(163) De las celebraciones de la muerte civil. Texto de la estanza XII de Cruz (Segunda Parte de

Poema sin Héroe), que fue sustituido por puntos suspensivos.




The death of Sophocles
Then the king learnt that Sophocles was dead (LEGEND)




From nocturnal sky an eagle swooped
Upon the house the Sophocles,
And from the garden there in mourning,
A choir the cicadas rang out.


But the man of genius at this hour
had stepped into immortality,
Escaped the enemy  host encamped
before the walls of his own city.



The besieger king dreamed an strange dream :
Dionysus  bade him raise the siege-
That the funeral rites be not upset,
And Athenians pay their last respects.   

La muerte de Sófocles  (12)
Entonces, el rey supo que Sófocles había muerto
(Leyenda )



Desde el cielo nocturno un águila vuela  en picada
Sobre la casa de Sófocles,
Y desde el jardín
Un coro de cigarras anuncia el luto. 


Pero a esta hora el hombre de genio 
Ya se ha envuelto en la inmortalidad,
Escapó a la horda enemiga acampada  
ante los muros de su propia ciudad.


El asediado rey tuvo un sueño extraño:
Dionisio le pidió que levantara el sitio (13)
Y que los ritos funerarios no fueran injuriados, 
Y que los atenienses liberaran sus últimas invocaciones. 


1961


From  you I hid  my  heart




From  you I hid  my  heart 
As thought  I'd jumped into  the Neva…
Now tamed and wingless,I
Am living in your house.
But …I hearing a creaking in the night.
What's happening in the alien dusk?
-The Sheremetyev linden trees.
Household spirits calling one the other…
With furtive steps approaching,
As creeps  the lapping water,
The black whisper of misfortune
Bend  feverishly to the ear
Muttering  as if its business were
To be disturbing  here all night:
“You yearn for a little solace !?
But where is he now, your solace?”
De usted  yo escondo mi corazón



Yo  escondí mi corazón de ti
como si me hubiera  hundido  en el Neva…
Ahora domada y sin alas, 
estoy viviendo en su casa. 
Pero… a la noche escucho un crujido.
¿Qué aparece en  el  extraño crepúsculo?
 En los jardines los tilos de  Sheremetyev. (14) 
Los espíritus de casa conversan entre sí…  Con furtivos pasos se acercan, 
fluyen como sublevadas aguas,
y el susurro negro del  infortunio 
inclinado febrilmente al oído,
murmura para perturbar toda la noche: 
¿Usted anhela un átomo  de aliento?
Pero ¿dónde está ahora su aliento?

1936



Of the cockoo I inquired

How many years I had left for living…
The tops of the pine-trees  trembled
A yellow sunbeam fell on the sward.
But no sound disturbed the clearing…
I then walked homeward ,
And the cool  breeze fondled
My brow which was burning.

Al  cuco yo pregunto (15) 


'Cuántos años he dejado de vivir ?
La cima de los pinos tembló 
Un rayo amarillo cayó sobre la hierba
Pero ningún ruido rompió la claridad
Entonces yo camine a casa,
Y la fresca briza acaricio
Mi frente que estaba encendida.  

1914




In the Evening

There was such inexpressible sorrow
in the music in the garden.
The dish of oysters on ice
smelt fresh and sharp of the sea.


He said to me ‘I am a true friend!’
He touched my dress.
There is no passion
in the touch of his hands.


This is how one strokes a cat or a bird,
this is how one looks at a shapely horsewoman.
There is only laughter in his eyes
under the light gold of his eyelashes.


The violins’ mourning voices
sing above the spreading smoke:
‘Give thanks to heaven:
you are alone with your love for the first time.’

Al anochecer  


Había tan indecible congoja
En la música del  jardín.
Sobre el hielo el plato de ostras 
olía fresco,  salado y  mar.


Él me dijo a mi “! Yo soy un fiel amigo! ”
Él tocó levemente mi vestido.
Sin  ardor
 el toque suave de sus manos.



Era como el roce de un gato o un pájaro,
Como la visión de una amazona.
Todo risas en sus ojos
Bajo la luz dorada de sus pestañas. 


Las voces abatidas del violín
Cantan sobre el difuso  humo:
“Dad bendiciones al cielo:

 que por  primera vez estas sola con tu amor. ”





De profundis…




My generation
Had been fed without honey. Aft that
Just a wind sings in gloomy recession,
And remembrance of them who is dead.
Our business have never been finished,
Our time had been marked by the end;
‘Till the watershed of our wishing,
‘Till the spring’s top, that might be so grand,
‘Till the blooming with fiery passion –
There was distance in only one breath…
By two wars, my generation,
Had been lighted your awful path.


De profundis…(16)




Mi generación
Creció nutrida sin miel. Y ahora solo  un viento
canta en oscura  retirada,
y conmemora a los muertos.
Nuestro ideario quedo inacabado;
Nuestro tiempo irrumpió marcado por el fin;
Hasta el momento  de nuestro deseo
Hasta la culminación de la primavera,
 tan fenomenal.
Del florecimiento con fiera pasión–
Un solo suspiro nos alejaba…
Generación mía, dos guerras, alumbraron  tu pavorosa  jornada.






Bibliografía


Reavey, George. Russian Poetry in, Modern European Poetry, Editada por Willis Barnstone, A Bantam Classic, 1966, 605p.

Requiem y otros poemas.  Muestrario de  poesía No.26, 2009


Notas bibliográficas


1. Wikipedia. Entrada Anna Ajmátova.  
2.La genuina creatividad solo es posible, con la investigación, libre expresión y la confrontación de diferentes puntos de vistas”.  Reavey, George. Russian Poetry in, Modern European Poetry, Editada por Willis Barnstone, A Bantam Classic, 1966, p 371
3.Idem., Reavey ,George, p.376
4. Idem., Reavey ,George, p.376
5. Idem., Reavey ,George, p.372
6. Una de las acusaciones que pesaban contra los poetas acmeistas, era que su poesía era demasiado personal. Y no sintonizaba con las nuevas directrices de una poesía centrada más en lo colectivo. Ajmátova no volvió a publicar más poemas hasta 1940, fecha de publicación de Iva (Sauce). Su poema Réquiem (1935-1940) no se publicó en la antigua URSS hasta 1987, ya que por su temática, una elegía dedicada a las madres, esposas de los prisioneros de Stalin, fue considerado demasiado polémico. Las obras completas de Ajmátova  fueron publicadas en Rusia en 1994.  (28 años después de su muerte).
7. Anna Ajmátova, (biografía) Elaine Feinstein. Traducción de Xoán Abeleira. Circe. Barcelona, 2007. 429 páginas, LOURDES VENTURA | 24/01/2008 |reseña  El cultural
8. tempraneras obras de Ajmatova en que se vale de imágenes concretas para escribir cuestiones íntimas. Junto a las obras de
9. Traducción y descodificación de “Réquiem” y “Poema sin héroe” de Anna Ajmátova, Ester Rabasco Macías UNIVERSIDAD DE LLEIDA.DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA CLÁSICA, FRANCESA E HISPÁNICA PROGRAMA DE DOCTORADO «EL TEXTO Y SU CONTEXTO», página 306, (PDF)
10. Vida y cinco poemas de Ajmatova. Horda 
11. Anna Ajmátova, poeta de la desesperación.  Daniel González Gómez-Acebo
12. Poco se sabe sobre la muerte de Sófocles, salvo que tenía cerca de 90 años y murió en Atenas en el año 406 A.C. Una versión sostiene que a la muerte de Sófocles, Atenas en  guerra con Esparta, estaba sitiada. Los ateniense llegaron a un acuerdo con los Espartanos, para que ese día, cesaran loa hostilidades del asedio y los atenienses pudiesen llevar a cabo los ritos  funerarios de Sófocles.  Seguramente Ajmátova tomo parte de esa versión  escribió desde su imaginería poética lo del sueño del rey.  (Nota de Plaza de las palabras.)
13. Dionisio, además de ser también dios del teatro estaba relacionado con los ritos fúnebres y los Misterios Eleusinos. (Nota Plaza de las palabras).
14.Kuskovo famoso   palacio y jardines del siglo XVIII a las afueras de Moscú.  Cuyo dueño era conde Piotr Sheremétev (hijo de Boris Sheremetev), alto dignatario de la corte imperial rusa, (Nota plaza de las palabras).
15 "El cuco, en el sistema semiótico de la cultura rusa, simboliza la muerte ya que, según creencia popular, le "canta" a quien lo oye, los años de vida que le quedan. En el epílogo del Poema sin héroe (GG, p. 224) esto pasa desapercibido y el lector español tampoco recibe esa información subyacente en el texto ruso: el cuco, e.d. el destino, que tiene puesto límite a nuestra vida". Tomado de ANNA AJMÁTOVA, O TRES TRADUCTORES EN BUSCA DE UN AUTOR María SÁNCHEZ PUIG Universidad Complutense de Madrid
16.Referencia al conocido salmo penitencial  130, que significa "desde el abismo". (Nota Plaza de las palabras )


Créditos de los poemas y las traducciones

Poemas de Anna  Ajmátova Poema  Cuando escuches el trueno, Poemas de Ana Ajmátova, K-minos. 18/07/2007. Soy Vuestra Voz. Antología. Selección, prólogo y traducción del ruso Belén Ojeda. Edición Bilingüe. Ediciones Hiperión, 2005. Madrid, España. Poema  Cuando la luna es de melón. Versión de María Teresa León, Réquiem y otros poemas (PDF) Poema Llegue a visitar el poeta. Versión de Jorge Bustamante. Ajmátova.  Poema Hace mucho que no creo en el teléfonoRéquiem, y otros poemas. (PDF). Poema El poeta versión de Rafael Alberti, en Ajmátova. Réquiem, 1961.  Anna Ajmátova Réquiem y otros poemas, (PDF). Poema Todo me ha sido arrebatado  en VIDA Y CINCO POEMAS DE ANNA AJMÁTOVA. Poema Tú me has inventado P.143, 1956. Ciclo El escaramujo florece. POEMAS – ANNA AJMÁTOVA. K-minos. Soy Vuestra Voz. Antología. Selección, prólogo y traducción del ruso Belén Ojeda. Edición Bilingüe. Ediciones Hiperión, 2005. Madrid, España.  Poema Réquiem, (fragmentos) Réquiem y otros poemas (PDF). Poema Poema sin héroe, (fragmentos ) Réquiem y otros poemas. Poema Hace mucho que no creo en el teléfono, Requiem y otros poemas. .Poemas  THE  DEATH OF SOPHOCLES,  FROM  YOU I HID  MY  HEAR, OF THE COCKOO I INQUIRED, versiones en ingles,  introducción , selección,  y traducción del ruso al ingles por George Reavey. En Russian Poetry, Modern European Poetry, Editada por Willis Barnstone.  A Bantam Classis, 1966, p 371-463. Las traducciones del ingles al español, son versiones libres de Plaza de las palabras. Poema In the Evening. Traducción del ruso al ingles por Richard MaKena de Poem of the week: In the Evening by Anna Akhmatova. Carol Rumens, Monday 24 April 2017 10.12 BST. The Guardian. Traducción libre del ingles al español Plaza de las palabras. Poema The Profundis, Translated by Yevgeny Bonver, August 21, 2004.Corrected May-June 2008. Traducción libre del ingles al español por Plaza de las palabras. 


Enlaces blog y sitios web en español . Poemas Ajmátova 

Anna Ajmátova, poeta de la desesperación 

Enlaces a blog y sitios web de poesia rusa en ingles


                                                                                                                              


Crédito Ilustraciones

Retrato de Anna Ajmátova de Nathan Isaevich Altman. 1914
Póster de la revista Apollón, obra del pintor Nikolái Rémizov, 1911. 
Retrato de Anna Ajmátova , autor desconocido.

Jakiv Hnizdovsky (1915-1985), grabador y ucraniano.
Anna Ajmátova, Sećanje na Ahmatovu, foto ABECEDA nezavisne kulture- B. Rakočević / SEEcult.org
Dibujo Ajmátova vestida, por Amadeo Modigliani ,1911-Dibujo incluido 
por Ajmátova en su libro La carrera del tiempo, 1965 
Dibujo desnudo y gato  por Amadeo Modigliani. 1911, Museo Soumaya, México