PÁG1NA 10. Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras. 2/2 . Post Plaza de las palabras





Plaza de las palabras, en su sección PÁG1NA  10 presenta un tercer ensayo sobre el tema Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras.  El primero de la serie fue  del chileno Cristian De Bravo Delorme, sobre El sentido de la imaginación en Wordsworth, el segundo La novela como naturaleza muerta, del ecuatoriano Javier Vásconez. El ensayo actual y último de la serie resume una visión más de conjunto a la literatura en general (ensayo, novela y poesía), entendiendo por naturaleza un amplio espectro de posibilidades, si bien generoso en su amplitud con el ámbito de la naturaleza. Parte la aventura, desde el ascenso al Monte Ventoux, en la época medievalista de Francisco Petrarca y San Francisco de Asís con su Canto a las Criaturas, recorre algunas novelas  universales vinculadas a la naturaleza. El primer acápite Ensayo y poesía en la naturaleza, visita Walden de Henry David Thoreu, y reseña algunas poesías relacionadas al tema poético, el segundo acápite, Ciencia ficción y naturaleza, viaja al futuro de la naturaleza, el tercero dedicado a La naturaleza y la literatura latinoamericana. Emprende un paseo campestre desde la literatura prehispánica hasta atisbar diferentes obras latinoamericanas relacionadas con la naturaleza. El cuarto, Ecocritica y naturaleza, brinda una somera mirada a la ecocritica y las tendencias actuales de la literatura y la naturaleza. Cierra el  ensayo con: A manera de epilogo. Lenguaje y naturaleza: cinco  textos en busca de interrogantes, que presentan visiones diferentes sobre  las palabras, el lenguaje y la naturaleza.

Llego a preguntarme a veces si las formas superiores de la emoción estética no consistirán, simplemente, en un supremo entendimiento de lo creado. Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema”. Alejo Carpentier

La vida del árbol
invadió mi vida
comencé a sentirme árbol
y entendí su tristeza.
Empecé a llorar por mis hojas,
mis raíces,
mientras un ave
se dormía en mis ramas
esperando que el viento
dispersara sus alas.
Yo me sentía árbol
porque el árbol era mi vida
Se ha despertado el ave de mi corazón.
Leonel Lienlaf

EL SECRETO DE LOS PÁJAROS
El que quiera disfrutar del canto de los pájaros,
no necesita construir jaulas, sino sembrar árboles.
El canto de los pájaros pertenece a todos.
Nadie, nadie es su propietario.
Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961
Jorge Miguel Cocom Pech.
Escritor maya.

Mario A. Membreno Cedillo



SEGUNDA PARTE

Literatura latinoamericana y naturaleza (20)




El tema del ambientalismo en la literatura latinoamericana, ha sido abordado no tanto desde la novela de ciencia ficción, sino desde el regionalismo; por lo general afincado en la destrucción de los recursos naturales y la sobre explotación de las grandes cuencas hidrográficas, selvas vírgenes  y potenciales reservas mineras. Pero antes dedicaremos  algunos párrafos a la literatura prehispánica, la cual recoge una tradición muy mesoamericana. Pero que también rememora  todo ese pasado prehispánico de las culturas indígenas muy vinculas a la naturaleza. Y cuanto decimos literatura nos referimos a leyendas, tradiciones orales, pero también poesía escrita. Perteneces, por derecho propio,  a la naturaleza, y ninguna ideología puede reivindicar su  propiedad. Son de la naturaleza en toda su extensión: tierra, agua, fauna, clima, planetas. Por eso es esas culturas naturalistas, hay dios del maíz, dios del agua, dios de la luna, dios de la montaña. Y los animales también tienen un rango importante en el ceremonial y simbología de casi todas las culturas indígenas.

Algunos textos literarios de las culturas prehispánicas-no los únicos, pero si representativos- son: el Popol Vuh, maya (quiché), El poema de Quetzalcóatl, náhuatl. El poema de: Netzahualcóyotl: Netzahualcóyotl, el rey poeta. El libro de libros del *Chilam Balam maya. En ese contexto, la naturaleza para los pueblos indígenas y prehispánicos, no era externo a ellos, ni un complemento decorativo o ritual,  sino que había un sincretismo entre ellos y la naturaleza. Ellos no eran ajenos a la naturaleza, ellos eran parte de ella.  Pervivía una identidad fundida entre lo humano y lo natural. Aquí citamos el poema El conejo y la luna.

Tochin In Metztic-

Yohualtotomeh
inchan omanqueh:
cenca quiahuia yohualnepantla.
In ihcuac oyahqueh in tlilmixtli,
yohualtotomeh patlantinemih,
azo quittayah tochin in metztic.
Nehhuatl huel oniquimittac
in yohualtotomehihuan
tochin in metztic.

El Conejo en la Luna (21)

Los pájaros de la noche
se quedaron en su casa;
mucho llovía a la mitad de la noche.
Cuando las nubes negras se fueron,
los pájaros estuvieron revoloteando,
tal vez veían al conejo en la Luna.
Yo pude contemplar
los pájaros de la noche
y también al conejo en la Luna


Aligerando el recorrido, y dando un gran salto en el tiempo,  también otros poetas han dado destellos sobre la preocupación ambiental: Antes del surgimiento de los movimientos ecologistas contemporáneos, es posible encontrar significativos textos poéticos en que se manifiesta la preocupación por el medioambiente o en los que la naturaleza juega un rol principal como sustento de mundo. Así lo evidencian las obras de Gabriela Mistral, Ramón López Velarde, César Vallejo, Pablo Neruda, Jorge Carrera Andrade, Pablo de Rokha, Humberto Díaz Casanueva, Juvencio Valle, Efraín Barquero, Andrés Sabella, Jorge Teillier, Jorge Carrera Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Pablo Antonio Cuadra, Homero Aridjis, José Emilio Pacheco, Gioconda Belli, Roberto Juarroz, Raúl Zurita, Juan Pablo Riveros.

En el tema de ensayos también algunos autores latinoamericanos  han abordado el tema ecológico: Ernesto Sábato (1952, 2000), José María Arguedas (1975), Octavio Paz (1999), Eduardo Galeano (1971, 1983, 1994), entre muchos otros Octavio Paz a ya había advertido la irrupción de la conciencia ecológica, Tanto es así, que Octavio Paz no dudó en considerar la aparición de la conciencia ecológica como el signo más característico de los nuevos tiempos: “la gran novedad histórica de este fin de siglo –afirma– es la aparición de la conciencia ecológica”. (22)

Por otra parte Paz nos brinda una visión utópica de esa amalgama entre hombre y naturaleza:

 “Estrellas, colinas, nubes, árboles, pájaros, grillos, hombres: cada uno en su mundo, cada uno un mundo y no obstante, todos esos mundos se corresponden. Solo si renace entre nosotros el sentimiento de hermandad con la naturaleza, podremos defender a la vida. No es imposible: fraternidad es una palabra que pertenece por igual a la tradición liberal y a la socialista, a la científica y a la religiosa”. (23)

En el plano de la narrativa, salen a la luz,  Miguel Ángel Asturias, con Hombres de maíz y Leyendas de Guatemala, José María Arguedas el de Los ríos profundos, Mario de Andrade con Macunaíma, Augusto Roa Bastos el de Hijo de hombre, Juan Rulfo con su binomio El llano en llamas y  Pedro Páramo, pero también obras y pasajes de las obras de los mexicanos, jaliscienses: José Arreola y Agustín Yáñez. El colombiano Gabriel García Márquez, con el dueto La hojarasca y  Cien años de soledad, Francisco Coloane con Cabo de hornos, Rosario Castellanos con su Balun Canan, Patricio Manns con Memorial de la noche, Darío Oses con 2010: Chile en llamas. También se puede considerar, novelas o textos con un sustrato o elementos compositivos de la naturaleza: La raza cósmica, de José Vasconcelos; y Mantra, de Rodrigo Fresán.

 Y es que en algunos autores la naturaleza no solo es un paisaje, sino un acompañante de la trama narrativa. Es imposible desentenderse de la geografía o paisajismo protagonista en algunas obras como en el Llano en llamas  o Pedro Paramo de Juan Rulfo,  porque el paisaje y la naturaleza sigue a los personajes, como una sombra inclaudicable. Pero aquí  citamos un párrafo de uno de los grandes de la novelística latinoamericana,  texto-fragmento  de La Hojarasca, de Gabriel García Márquez.

“De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos; […] La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte. En menos de un año arrojó sobre el pueblo los escombros de numerosas catástrofes anteriores a ella misma, esparció en las calles su confusa carga de desperdicios. Y esos desperdicios, precipitadamente, al compás atolondrado e imprevisto de la tormenta, se iban seleccionando, individualizándose, hasta convertir lo que fue un callejón con un río en un extremo, un corral para los muertos en el otro, en un pueblo diferente y complicado, hecho con los desperdicios de los otros pueblos.
Allí vinieron, confundidos con la hojarasca humana, arrastrados por su impetuosa fuerza, los desperdicios de los almacenes, de los hospitales, de los salones de diversión, de las plantas eléctricas…” (24)

También hay una constelación de novelas que abordan la naturaleza, pero desde el criollismo o regionalismo. En donde por regla general el hombre se encuentra indefenso ante la magnitud de la naturaleza, y donde su presencia  suele presentarse con cara hosca y celosa de su territorio.  Corren como aguas tempestuosas, Doña Barbará, de Rómulo Gallegos,  Vorágine  de José Eustasio Rivera. Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes; Zurzulita del chileno Mariano Latorre, Don Goyo de Demetrio Aguilera publicada en 1933. Novela acerca de las  luchas de mujeres afro ecuatorianas. Grande sertão: veredas,   una de las principales obras de Joao Guimaraes Rosa, escrita en 1956. Describe el paisaje humano y natural del norte de Minas Gerais. Y  aquí cabe mencionar al fotógrafo ambientalista brasileño Sebastián Salgado, quien además de ser un notable fotógrafo, que ha dejado huellas del desastre ecológico, casi en casi cualquier parte del mundo, pero que también es conocido por el proyecto de reforestación que ha emprendido para rescatar una parcela del  territorio de Minas Gerais. Todas las sangres, de José María Arguedas, publicada en 1964. Trata el tema d la explotación minera y humana Mamita Yunai, del costarricense Carlos Luis Fallas en 1941. Sobre el cultivo de bananos en Centroamérica, y la degradación humana de la tierra con el usos  de pesticidas. Una novela similar escribió el novelista hondureño Ramón Amaya Amador sobre las bananeras, Prisión Verde. Raúl Zurita, centrándose, básicamente, en sus libros Canto de los ríos que se aman, y  La Vida. Otras novelas ambientalistas, pero con otra perspectiva son las del autor mexicano Homero Aridjis, La leyenda de los soles y ¿En quién piensas cuando haces el amor? Sobre una critica a los modelos de desarrollo y su impacto en la naturaleza, en ciudad de México en el hipotético año de 2027. Otra novela muy popular es El viejo que escribía novelas de amor, del chileno Luis Sepúlveda, centrada en la amazonia ecuatoriana. Del mismo autor es también Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, y finalmente la novela Única mirando al mar, del costarricense  Fernando Contreras Castro.





Pero también en algunos cuentistas latinoamericanos, encontramos, temas de la naturaleza, para citar  solo a uno: los cuentos del uruguayo Horacio Quiroga. Por lo general ambientados en lugares selváticos y rurales, en que la naturaleza esta revestida de misterio, agresividad;  con un pasaporte de su lado primitivo, a veces en conflicto con la naturaleza humana.

Finalmente, tomamos elementos, que apuntan a una ecocritica de la literatura latinoamericano, considerando la tesis de Liza Pamela Rosas-Bustos, sobre la multisensorialidad (25), es decir la capacidad de percibir la selva o naturaleza por los cinco sentidos, atendiendo a  un entramado en que habitan las costumbres y precepciones de las tradiciones orales indígenas, y de los pueblos autóctonos que  habitaron esas tierras.  Rosas-Bustos toma textos de novelas y poetas, en donde ha identificado elementos ecológicos, centrándose en la selva, entre ellas las narraciones cortas de  Francisco Coloane “Tierra del Fuego” and “Cabo de Hornos,” la novela de Rosario Castellanos Balún Canán, y la novela de Luis Sepúlveda Un viejo que leía novelas de amor. Y analiza poemas de los poetas latinoamericanos: Marosa di Giorgio, Cecilia Vicuña, and Leonel Lienlaf  (26)

Literatura centroamericana y naturaleza.

Dedicamos unos cuantos párrafos a la literatura centroamericana, por lo general poco conocida fuera de las  frontera ístmicas, pero que  tiene el potencial exuberante de las selvas tropicales y los valores ancestrales del bosque. Región con una gran potencialidad narrativa, pero que muy pocos centroamericanos han podido codearse a la altura de los grandes escritores latinoamericanos. Apenas podemos mencionar a los guatemaltecos Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel en Literatura,    Augusto Monterroso, fabulador de  la naturaleza, al escritor nicaragüense Sergio Ramírez, el salvadoreño Saluarrue.  Además, el escritor salvadoreño-hondureño  Horacio Castellanos Moya, los poetas  Roque Dalton y la costarricense Gioconda Belli, y sumado a la  necesidad de retroceder en el tiempo para tirar un as sobre la mesa, con el poeta y fundador del modernismo Rubén Darío, y su hermano menor, con su obra Tierras, mares y Cielos, del también modernista hondureño Juan Ramón Molina.

Hay otra línea de escritores mas jóvenes que también han destacado por meritos propios,  y son conocidos tanto en Centroamérica como fuera de ella, citados por el critico centroamericano, Ricardo Arias, “Horacio Castellanos Moya, Jacinta Escudos, Rafael Menjívar Ochoa, Carlos Cortés, Maurice Echeverría, Ronald Flores, Eduardo Halfon o Carol Zardetto” (27) O el mismo Arturo Arias, que además de critico de la literatura centroamericana, también es un reconocido novelista.

En general, hay varias vertientes, en que se ha movido la novelística centroamericana. Salen a relucir, la problemática de la identidad, la novela contestaría en el marco ideológico de la guerra fría. Sin embargo, hay también una corriente vigorosa  que ha ficcionalizado la historia (28), abundan los ejemplos, en el fondo es una búsqueda por rescatar pasajes históricos, y reinterpretarlos a la luz de nuevos tiempos o a veces rescatarlos como cimientos de una anhelada y buscada identidad.  Solo para mencionar algunos escritores que han escrito novelas en esa línea de base: Tatiana Lobo, José León Sánchez, Manlio Argueta, Giaconda Belli, Roberto Armijo, Julio Escoto, Sergio Ramírez, Alfonso Chase. Pero no solo la historia lejana, sino la historia del siglo XX. La novelística centroamericana, ha producido novelas contemporáneas sobre la guerra, dictaduras, hasta desembocar  en novelas urbanas y transformaciones  sociales (29). Sin embargo, a partir de los 80 y los 90, los escritores centroamericanos, dan un vuelco, no buscan los problemas de las ideologías o de los conflictos bélicos, buscan también una mayor apertura del espacio vital narrativo,  le dan una vuelta de tuerca al lenguaje,  y acometen desde nuevas percepciones la realidad.  Este tipo de literatura por lo general desemboca en los problemas humanos, las conflictividades existenciales, en una nueva geografía mental.  En que lo urbano termina absorbiendo el panorama de la prosa novelística. Hay también una incipiente, pero saludable vertiente de escritores que redescubren las culturas indígenas. “Con novelas como las de Gaspar Pedro González o Víctor Montejo, o poesía como la de Humberto Ak'abal, Maya Cu, Calixta Gabriel Xiquín o Juana Batzibal, se revoluciona la literatura centroamericana que ha estado enmarcada por el idioma castellano y una visión ladina eurocéntrica del mundo”. (30)

 Y tocando un paradigma, y precursor de las literaturas indígenas, aparece salido de la selva  un escritor que valoro en su justa dimensión las culturas autóctonas,  Miguel Ángel Asturias, con su Leyendas de Guatemala. En donde rememora la visión cósmica maya del Popol Vuh, con su característica técnica de pincelazos surrealistas y el tuétano de los huesos indigenistas,  leámoslo:    

“Más allá de los peces el mar se quedó solo. Las raíces habían asistido al entierro de los cometas en la planicie inmensa de lo que ya no tiene sangre, y estaban fatigadas y sin sueño. Imposible prever el asalto. Evitar el asalto. Cayendo las hojas y brincando los peces. Se acortó el ritmo de la respiración vegetal y se enfrió la savia al entrar en contacto con la sangre helada de los asaltantes elásticos. Un río de pájaros desembocaba en cada fruta. Los peces amanecieron en la mirada de las ramas luminosas. Las raíces seguían despiertas bajo la tierra. Las raíces. Las más viejas. Las más pequeñas. A veces encontraban en aquel mar de humus, un fragmento de estrella o una ciudad de escarabajos. Y las raíces viejas explicaban: En este aerolito llegaron del cielo las hormigas. Los gusanos pueden decirlo, no han perdido la cuenta de la oscuridad”.   Leyendas de Guatemala  (31)


Literatura centroamericana y naturaleza 

Ahora quisiéramos centrarnos en la literatura y la naturaleza, en el marco geográfico  centroamericano, parcela terrestre que  es una región rica en biodiversidad, pero también con problemas comunes de degradación ambiental. La literatura centroamericana ecológica, a primera vista  es escueta;  poco estudiada, como decía el critico Ricardo Arias, en ciertos tramos del tiempo, toda la literatura centroamericana, ha sido invisible. Pero rondan ejemplos, y todo un territorio virgen y por conquistar para la mirada ecológica. Aunque si se puede afirmar que la naturaleza no es una corriente dominante en la literatura centroamericana.  La novelística ha abordado más problemas de la violencia, el desarraigo, la identidad, el tejido histórico.

En poesía también aunque todavía tímidamente han surgido arrebatos ecológicos, citamos algunas fuentes:

“A partir de estudios como los realizados por Niall Binns en ¿Callejón sin salida? La crisis ecológica en la poesía hispanoamericana (Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004), Steven White en El mundo más que humano en la poesía de Pablo Antonio Cuadra: un estudio ecocrítico (Managua, Asociación Pablo Antonio Cuadra, 2002), Arando el aire. La ecología en la poesía y la música de Nicaragua (Managua, 400 Elefantes, 2011) o El consumo de lo que somos. Muestra de poesía ecológica hispánica contemporánea (Madrid, Amargord, 2014) y otros críticos que han ido sumando aportes al debate, se puede ir ahondando en aspectos relevantes acerca de la relación entre poesía y ecología en la literatura escrita en español, y en concreto, en la centroamericana, con especial énfasis en las aproximaciones a la relación entre humanidad y mundo físico, ambos afectados y modificados por la interacción con el otro “(32)

Valga mencionar aunque provenientes del regionalismo, en que el tópico es la explotación de los recursos naturales, tema tan recurrente en otras novelas latinoamericanas de inicio y mediados del siglo XX. La novela de Mamita Yunai del costarricense, Carlos Luis Fallas en 1941. Prisión  Verde del escritor hondureño Ramón Amaya Amador, más reciente la novela Única mirando al mar (33) del costarricense  Fernando Contreras Castro. Donde mezcla el drama humano de seres empobrecidos al lado de un basurero en Rio Azul, en las afueras de San José. Donde alternativamente se pinta el problema ecológico de los desechos sólidos y el problema humano de los desechos humanos, sin más. Ambos desechos reciclados.

Desde el ámbito de la literatura hondureña,  también es necesario explorar y revisar ese vínculo entre naturaleza y  texto, de las novelas del escritor Julio Escoto, Rey del Albor Madrugada (1993), novela de aventuras con un componente de espionaje a lo thriller, pero ambientada en un fondo histórico. Lo mismo la novela La guerra secreta de los sentidos, (2002), del filósofo y escritor Roberto Castillo, narrada sobre las bases autóctonos del pueblo lenca, tan afines al concepto de naturaleza. En esta novela, el novelista Castillo, se acerca a la tesis de multisensorialidad de  Rosas-Bustos, en que los sentidos son los instrumentos para aprehender una realidad cercana y problematizada. En Rosas-Bustos, por supuesto su acercamiento esta orientado en un primer plano a lo ecológico como núcleo central de la narración. En Roberto Castillo, el tema central es el entramado histórico de  los conflictos de la identidad. Sin embargo, los métodos son los mismos, los sentidos como método de apropiación y la oralidad reas bastidores. En esta novela habría que ubicar más que lo  ecológico, en los primeros planos, detectarlo lo ecológico en los resquicios, en las coyunturas, en los acercamientos indirectos, en los razonamientos análogos.

Ambas novelas por su ambición temática, las de Escoto y Castillo, recogen una visión integradora. Novelas que en su planteamiento y visión, aspiran a ser novelas totales, pero sobretodo que indagan en la historia y en una hipotética geografía, los puntos cardinales en que descansa la identidad o adquiere su fuerza la contra identidad nacional. (34)

Extraídos del análisis de la crítica hondureña, Helen Umaña, presentamos dos fragmentos de textos de El rey del albor Madrigada,  Ambos con elementos ecológicos, el primero como una símil, bastante simple en su enunciado, pero profundo en su reflexión,  en tanto compara la potencial vida humana con la vida de espontanea de un árbol. El segundo texto, ahonda y exhibe  las venas abiertas de una geografía sangrante,  la explotación de los grandes recursos naturales como origen de guerras, que emerge del laberinto siempre selvático y salvaje del poder político. (35)

“Pero esa es la lección que debemos aprender, Casanga, aprender que de los antepasados que dejamos en el África y de la buena condición de estas tierras está naciendo un nuevo árbol, juntura de todas las savias, unión de todo, simiente de todos... Va a cambiar nuestro color y nuestra lengua, mudaremos dioses quizás... vendrán como ya las hay castas de unos y de otros, mulatos, cuarterones, quinterones, zambos, chinos, negros puros o mezclados y entre más combinaciones se den y más número haya menos poder tendrán los amos, por lo menos los amos que vemos hoy. (p.390)”  

“En el Cap. VII se hace ver las opciones particulares que recomendamos para avalar el abastecimiento de petróleo y otras materias provenientes de Región 1 (especialmente México, Venezuela, Brasil, Colombia, Perú) y particularmente el desarrollo de las fuentes de energía de Subregión 1.3 (Centroamérica). Podemos adelantar conclusiones: EU debe proceder ipso facto a asegurarse la exclusividad de abastecimiento por parte de Región 1 y a apoderarse de los recursos aún no explotados e incluso revelados (gas, manganeso, asbesto, cromo, molibdeno) depositados en Subregión 1.3, mediante un proyecto gradual de i) expansión (financiera, política, militar, cultural) ya en proceso; pp.462-463.)”

Ahora nos remitimos, al escritor que por su oficio y amplitud, entre un puñado que le podrian competir, el que ha sido el principal intelectual de honduras del siglo XX,  Rafael Heliodoro Valle. Personaje que  desde su prosa ensayística, identifica y bosqueja los aspectos geográficos como factores condicionantes de la identidad nacional.  Y sobre este asunto de la identidad nacional tan debatido y soñado;  coexisten muchas aristas y líneas de investigación; por supuesto la mayoría tomados del contexto histórico. Pero si algo se puede decir sobre eso, es que no puede haber identidad nacional bien cimentada, si a la par no va la bendita naturaleza como elemento distintivo e integrador de esa identidad. . Algo que ya todos los poetas románticos y modernistas hondureños habían intuido. En ese seguimiento, entre otros, citamos  poetas poco conocidos fuera del ámbito domestico, dos ejemplos,  Antonio Domínguez  (36) y su Himno a la Materia  y, Alfonso Guillen Zelaya, autor, más etiquetado y estudiado por sus resabios filosóficos y  su prosa político-social combativa; que por su acercamiento fraterno a la  naturaleza. Escritor y poeta que perfectamente  podría ser considerado, por lo menos en el ámbito de la potencial pero apenas conocida literatura hondureña,  como el Poeta de la Naturaleza.  





Naturaleza y Ecocritica

No se pretende tirar a la mesa una apología sobre la influencia de  la naturaleza en la literatura.  Pero la demanda y la abundancia del tema, abrió las posibilidades para la ecocrítica. En general, para este ensayo, hemos tomado una visión amplia de la naturaleza, por supuesto con sus propios cánones, en que va incorporado el ambientalismo, considerado en la conservación y protección del medio ambiente. También se habla de ecología, entendida como la ciencia que ordena los seres y elementos de la naturaleza. La conciencia ecológica siempre ha permeado la visión y el entendimiento de la humanidad, en poco o gran medida, según las circunstancias y las épocas. Por lo general, desde la literatura,  se ha producido un encubrimiento, que en parte  y en diversos tramos del tiempo, ha desviado la atención de lo puramente ecológico. El romanticismo toma mucho de la naturaleza, pero no es el único tema del romanticismo, ni tampoco el naturalismo es un tema exclusivo del  romanticismo.  

Al surgimiento de las grandes urbes y ciudades del siglo XX, lo natural pasó a un segundo plano. Casi como algo obsoleto o decorativo, los avances en las ciencias especialmente, el psicoanálisis de Freud, en lo literario las nuevas técnicas novelísticas, especialmente de Joyce. Kafka con sus textos sobre el realismo fantástico. La teorías del estructuralismo francés, las vanguardias poética especialmente el surrealismo y el futurismo. En tiempos más recientes el mismo Borges con sus cuentos tipo ensayos. Configuran un mapa, en que la naturaleza, queda encubierta. Es a partir de los 70s del siglo XX, que la conciencia ecológica parece cobrar fuerza. Y eso empieza a germinar en la literatura en general, pero sobre todo, por una rama de la literatura muy a fin a lo ecológico: La ciencia ficción. Es a partir de ese tejido prospectivo  que se empieza a desbordar el problema puramente tecnológico, para abordar esa pareja de los problemas sociales y ecológicos; considerando la voraz industrialización, los excesos del mercado y una cultura mediática que produce consumidores y ciudadanos no vigilantes de la naturaleza.     

 “Así ha surgido la ecocrítica que explora la visión de la naturaleza en obras que manifiesten una preocupación por denunciar el deterioro medioambiental o por representar como un valor la relación del hombre con su medio natural, su lugar, su oikos. La ecocrítica o crítica ecológica procura integrar las producciones textuales a un sistema mayor que las tradicionales series literarias, culturales e históricas, desplazando la obra hacia un nuevo entorno valórico, ecocéntrico, que inserta la obra y al autor en las matrices que la/lo sustentan. Se trata, en general, de asumir una perspectiva que recupere la conexión entre la naturaleza y la cultura y que haga visible la materialidad de las interrelaciones e integraciones de los soportes y elementos que aseguran la vida básica del  planeta.      En ese enfoque, el nexo entre literatura y naturaleza representa la unión primordial del hombre con su entorno natural. Se trata de una conexión que permita conjugar el mundo exterior, mítico y sagrado de la naturaleza con la subjetividad y el mundo social”. (37)  “El término “ecocriticismo” nació en 1978 de la mano de William Rueckert en su estudio Literatura y ecología: un experimento en ecocriticismo. Como escuela crítica literaria  se afianza en los años 90 en las universidades estadounidenses, desde donde se extiende hacia el mundo anglosajón y, lentamente, al entorno hispano”. (38)

Cheryll Glotfelty define esta tendencia en su introducción a The Ecocriticism Reader, como “el estudio de las relaciones entre la literatura y el medio ambiente”, es decir, nuestro ecosistema (conjunto formado por una comunidad de organismos que interactúan entre sí)”. Un postulado de la ecocritica, es el mito del desarrollo y las tecnologías, la industrialización masiva, a costa del medio ambiente. En ese punto hay algo de razón en la ecocritica, llamar la atención sobre un problema candente, que ya esta pasando su factura  en diversas partes del mundo. Pero totalizar todo en los grandes paradigmas del desarrollo, también supone un objetivo muy materialista, es casi como decir que esos paradigmas del progreso nos van a destruir, la consecuencia es que se termina amando la naturaleza como un fin utilitario.  Se le sigue viendo solo como una cosa, un viejo mueble. La ecocritica debería también consideras el amor natural a la naturaleza. No como un fin para salvarnos, sino como una coexistencia entre todos los seres que componen ese ecosistema. En fin vía la literatura, la ecocritica se puede enriquecer en su visión y perspectivas desde un enfoque más integrador tripartita entre conocimiento, naturaleza y vida.   

Es una presión saludable que  la ecocrtitica, tal como la plantearon sus postulantes se acerque a otras ramas del conocimiento: ética, sociología, antropología, filosofía. Por supuesto es el escritor el que tiene el sartén en las manos. Porque todo se circunscribe a lo que el escribe, su visión del mundo. Pero el acercamiento a la naturaleza, como un espejo puede devolver y rescatar tradiciones y conocimientos que han sido relegadas al paso de los siglos. Detrás de la naturaleza, hay capas de conocimientos, redes de sabiduría, ejemplos amables.  Ningún escritor se va inventar el mundo de nuevo, pero puede descubrir un mundo casi con la sorpresa de Petrarca al subir al monte Ventaux, o vislumbrar la sabiduría que  halló en el hueco de la montaña,  o en la comunidad secreta de las raíces de los arboles,   Thoreu en Walden. Antigua  e  inagotable cantera de naturaleza y de la sabiduría que se puede encontrar en casi cualquier literatura indígena o autóctona, en cualquier acercamiento sensorial a la naturaleza, en casi de cualquier parte del mundo.

Finalmente, aunque sea unas breves ideas sobre las tendencias de la ecocritica, o una de su línea base de investigación. En el marco de las tendencias  de la ecocritica, siguiendo postulados de Rosa Bautista: “despuntan el paisaje presente y natural, pero también el paisaje histórico, paisaje interno y externo, etnopoesia, bioregionalismo, sensioralidad ecológica” (39). Pero también la ecocritica, que no es solo considerar novelas que en su más alto grado sean ecológicas, sino que también aspira a rescatar  textos u sustratos que e por su conexión se traduzca en analogías naturalistas de la vida humana. O que sean portadores de la simiente  ecológica. . En ese sentido también brotan una etnoecologia o una ecohistoria. O identificar una amplia línea base de investigación o temas a considerar dentro de la ecocritica. (40). Una ultima observación, no es que la novelas ecológicas o la ecocritica aspire a un mundo purista, novelas solo de la naturaleza, como las fotografías de Ansel Adams. En fin hay dos naturalezas, la naturaleza humana  y la naturaleza como tal, que incorpora el entorno geográfico con todos sus elementos. Esas dos naturalezas se funden y es difícil encontrarlas en estado puro. Sin que una o la otra se le insinué en el camino. "Y el bosque es encantador, oscuro, y profundo (…) Y aún hay mucho camino por recorrer". Y esos versos de Frost no son ecológicos, sino de ecología humana. 

Coexiste también ese binomio de literatura urbana  y de  literatura de la naturaleza. Y entre ambas no hay conflicto, porque esa dicotomía, no es más que un estado mental. Una separación para hacer más comprensible  el mundo. La ecocrtitica aspira, entre algunos de sus objetivos,  a como apunta Rosas-Bustos a una “reforestación literaria”, en el marco no solo de   lo que se  escribirá a futuro, sino en  revalorar desde una arqueología ecológica textos que tradicionalmente no se han considerado ecológicos o cuyo tema central no es ecológico. Uno puede leer  y preguntarse si en grandes novelas  norteamericanas y europeas, hay elementos ecológicos y cuál es su naturaleza. Uno se pregunta, si Tom Sawyer, o Huckleberry Finn de Mark Twain, o Los Miserables de Víctor Hugo, o novelas más modernas como  Siddhartha de Herman Hesse  o la Montaña Mágica, de Thomas Mann, tienen elementos ecológicos o si  rescatan el aliento de la naturaleza. Y en ese injerto literario, la ecocritica también aspira a producir un lector más familiarizado y amigable con la naturaleza, aspiración legitima; pero que también registra una incipiente revalorización de la  literatura ya escrita desde una  óptica naturalista, y encausar ese palpito de preocupación y sabiduría naturalista en lo que esta por escribirse.  Finalmente, sea para bien o para mal, sea para su salvación o para su destrucción. Ya sea un Ícaro vehemente  por volar con alas de cera (tecnología), hacia el sol. O Petrarca subiendo con sus músculos y aprensiones, el Ventaux; en cualquiera de sus dos vertientes; en la raíz de la creación o en sus ramas artificiales.  El árbol del bien y el mal,  la   humanidad encontrara en la naturaleza su destino final.      



A manera de epilogo. Lenguaje y naturaleza: cinco   textos en busca de  interrogantes.

Finalmente, todo empieza con palabras y termina con palabras. Ahora se aborda  un tema que ya había tocado Javier Vásconez en su ensayo La novela como naturaleza muerta. El tema del lenguaje y las palabras: el tema de la contaminación del lenguaje.

Primera interrogante:  

Texto. “El trastorno ecológico no deja de ser un trastorno lingüístico y literario más profundo. Grandes símbolos aparentemente intemporales (el mar, el río, la lluvia, el aire, la tierra o el bosque) se están contaminando y agotando, como discursos difícilmente renovables, al ritmo de la depredación planetaria” Niall Binns. “Presentación”, en Anales de Literatura Hispanoamericana (Monografías: “Acercamientos ecocríticos a la literatura hispanoamericana” (41)

Reflexión al texto
Si bien esta es una visión pesimista, hay un tono real en esa afirmación. Las palabras ahí quedan, lo que ira desapareciendo son los ríos, los arboles, la fauna. Ya hay especies desaparecidas, y otras en peligro de extinción. Es como si esas cosas que desaparecen o van desapareciendo, fuesen un lenguaje en extinción. Una vez que ya nadie habla en esa lengua, se dice que es una lengua muerta. Cuando el ultimo bisonte desapareció en las praderas norteamericanas, esa palabra también desaparición en la lengua de los siux.

Segunda interrogante:   

Texto. “En el centro de la plaza surgió un árbol de metal. En sus ramas tubulares estaban cantando pájaros autómatas, que abrían y cerraban el pico y las alas a cada trino. Flores artificiales, iluminadas por dentro, fosforecían. Turistas y niños rodeaban ese novísimo árbol de la vida. En que piensas cuando haces el amor, p48. Pensar la nación mexicana a través del Apocalipsis ecológico en dos novelas distópicas de Homero Aridjis. Miguel López Lozano (42)

Reflexión al texto
Y trasladándonos al futuro, de las  novelas o cuentos distopicos en que un personaje lee en un libro la palabra “rosa”, pero no sabe qué es, porque hace cien de años las rosas dejaron de existir. En ese sentido la clonación, la imitación siempre serán productos de segunda orden. El problema central no es solo que se reproduzcan arboles artificiales, sino que se empiece a fabricar seres artificiales.       

Tercera interrogante:

Texto.  “La diversidad de la vida hizo grandes nuestras historias y cuando aprendimos a contarla, la llamamos biodiversidad y cuando viajamos, nos dimos cuenta de que nuestra tierra era magnífica y que las historias que venían con ella, infinitas (…) la revelación del mundo las palabras convocaron cosas de toda clase, aquellas que apenas habíamos visto de soslayo, las que salieron arrastrándose de los sueños y se fueron a vivir a las montañas”.  Palabras vivas: Brigitte Baptiste (43)

Reflexión al texto
La tierra y la naturaleza tienen sus propias historias, ellas están ahí. Las palabras existen par recordamos que las cosas siempre han estado ahí. También por la palabra y el lenguaje se puede llegar a la naturaleza También el lenguaje requiere la búsqueda de una biodiversidad lingüística  y la naturaleza una bioliteratura. En ese contexto, se emerge la inquietud, se que hay dos lenguajes, a veces conflictivos, pero también , igualmente fraternos. El  lenguaje de la naturaleza y el lenguaje de la humano. La integración de esos lenguajes es una delas aspiraciones lingüísticas dela ecocritica. Valga un ejemplo muy centroamericanista, con el uso del lenguaje en los títulos de la algunas delas novelas de Julio Escoto. Y otro ejemplo más conocido, en la novela La Montaña Mágica  de Thomas Mann.  Ambos autores, recurren al mismo principio, identificar palabras del ámbito naturalista, para sus títulos novelescos, y hacer brotar y crecer una narración que describe o pinta los conflictos lanzando una secuencia  fotográfica de la condición humana. Sea en un escenario social u ontológico.  Y esto uno de los múltiples,  nudos gordianos de la lingüística, ¿cómo integrar  estéticamente, socialmente productivo, y coherentemente literario, ambos lenguajes: el lenguaje de la naturaleza y el lenguaje humano.     

Cuarta  interrogante:

Texto.  ¿De qué sirve escuchar el canto de los pájaros en las jaulas si en prisión no se expresa la alegría de vivir? Si quieres disfrutar del colorido plumaje y el canto de los pájaros, no aprisiones el lenguaje libertario de la naturaleza. El mejor atril de la música de las aves son las ramas de los árboles. No olvides que quien le pone rejas a la libertad le pone candados a su conciencia, silencia su palabra y condena para siempre su dignidad". Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961. Jorge Miguel Cocom Pech. Escritor maya. (Mérida, México) (44)

Reflexión al texto
Pero también la libertad esta en el lenguaje y en su capacidad de regenerarse. Es la  visión del mundo con otro contexto. En lo hondo de la naturaleza y del lenguaje, habita la libertad. Y ni el lenguaje ni la  naturaleza pueden sobrevivir sin libertad.

Quinta interrogante:

Texto.  "Abuelo, ¿qué son las flores? -Las flores son los ojos de las plantas como tus ojos son las flores en el jardín de tu rostro. Por esas flores, ojos con aromas, las plantas, miran, alegran, atraen y curan el alma de los hombres".
"Abuelo, ¿qué son las mariposas? –Hijas de la lluvia, son las flores ambulantes de los caminos".
"Abuelo, ¿qué son las nubes? –Las nubes son ramas de árboles cargadas de agua que gustan pasearse por los caminos del cielo. Blancas, grises o de colores, vuelan sobre el azul del infinito en busca del viento para jugar a las escondidas. ¡Ah!, si supieras ¡cómo se divierten en cubrirle la carilla amarilla al sol que sonriente las contempla!
Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961. Jorge Miguel Cocom Pech. Escritor maya. (Mérida, México) (45)

Reflexión al texto
Pero también como lo hace el autor de este texto maya, las palabras se reciclan y se presenta con otros significados, con otra semántica, es como profundizar en el lenguaje, encontrarle los significados recónditos. En el plano de la lingüística, es no es tomar al pie de la letra, “Los limites de mi lenguaje, son los limites de mi mundo “de Wittgenstein. Esto tiene que ver con el binomio cantidad y calidad. Cuando Wittgenstein habla los limites de mi lenguaje, no solo se refiere a las cantidad de palabas que uno usa o sabe, sino a la calidad de esas palabras, que pueden significar otras cosas. El escritor maya, nos brinda un ejemplo como las palabas se trasforman y vuelan como una ave, y desde el valor semántico, se deslizan por la pendiente de una montaña, hasta llegar a la fuente del rio,  y   se trasforman en agua corriendo,  así hacen el continuum, si bien de una cosa colateral, distinta a la acepción literal. La nube no es solo una nube, son ramas cargadas de agua, es decir las nubes son agua. Las mariposas no son mariposas,  sino  flores ambulantes. Las  flores no  son solo una flor, sino los ojos. Porque una palabra no es solo una cosa sino, potencialmente muchas cosas. Recuerdo a Borges, con una lista de palabras aleatorias y diferenciadas, aunque solo como enunciados. A Humberto Eco, lingüista quien brinda un diccionario de palabras, con su propia interpretación. Pero más remoto es explorar la etimología de las palabras, y son los lingüistas los que más saben de  ese enredo palabrero. En fin al  paso del tiempo muchas palabras se han  desnaturalizado y han perdido su significado  original. Sin considerar, la selva idiomática que significa las vitales y enriquecedoras, pero a veces fastidiosas traducciones: el significado de las palabras en los distintos idiomas. A todo eso se refería Wittgenstein cuando acuño su  manida y descolorida frase: “Los limites de mi lenguaje, son los limites de mi mundo”.  



Notas bibliográficas

 20. Sobre ecología y literatura latinoamericana, hay una diversidad de fuentes, ponemos las principales, que sea han utilizado. Yelenny Molina Jiménez,  La ecología en algunas novelas latinoamericanas. Problemática ambiental en el ámbito literario latinoamericano Institución: Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba Joan Martínez Alier. El hombre y su medio ambiente en la literatura latinoamericana. Lunes, 3 de agosto de 2015.  Juan Gensollen Sorados, El hombre y su medio ambiente en la literatura latinoamericana, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lunes, 3 de agosto de 2015. También, en fuentes donde el tema es la ecocritica, hay contenidos sobre las novelas latinoamericanas.
21. Poema Conejo y la luna  traducción 10 Poemas en Náhuatl Traducidos al Español    
Por Tatiana Mejía Jervis.Lifeder.com
22.Globalización, ecología y literatura. Aproximación ecocrítica a textos literarios latinoamericanos*MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ. Universidad de Concepción, Chile KIPUS Revista andina de letras, 27 1er. semestre 2010, Quito, pagina 98.Citando a Octavio Paz, Itinerario, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 155.
23. Idem.,MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ, pagina  102 Octavio Paz, “La búsqueda del presente”…, 1991
24. Idem., MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ, pagina 100.  Citando a García Márquez, La hojarasca, Barcelona, Plaza Janés, 1979, 6a. ed., p. 5.Hojarasca
25.  Selva simbólica selva simbiótica apuntes para una ecocritica latinoamericana, Liza Pamela Rosas-Bustos, Graduate Center, City University of New York. Academica e investigadora chilena. Notable  trabajo de investigación doctoral, con unas  sólidas  raíces literarias, que proyecta un horizonte abarcador y una intertextualidad ecológica enriquecedora. Citando a Rosa Bustos: “Se detectan en estos trabajos esferas que se yuxtaponen y prioridades locales que se hacen manifiestas en esta inmediatez sensorial, como por ejemplo, las construcciones culturales de los habitantes originarios de América Latina y la cosmovisión indígena o bien la oralidad, como aproximaciones desde una ruralidad. Cada uno de estos textos ofrece prioridades diferenciadas en cada territorio específico. Como resultado, esta configuración territorial desde una concreción se impone. Si la simbología hegemónica enmascaró los territorios selváticos con un vertedero de discursos que la naturaleza va, como un jardinero constante y trabajador, sensorialmente carcomiendo con el paso del tiempo, considero pertinente dar cuenta de esta reforestación literaria. Paginas 71 y 72 (:) Lo cierto es que la selva en estos relatos no es ni violenta ni real maravillosa. Sostiene una fenomenología intensa ineludible que obliga a quienes viven en ella a mantenerse interrelacionados con ella y con sus seres no humanos por medio de los sentidos
26. Idem., Ob…Cit., Liza Pamela Rosas-Bustos. A esta lista también son ejemplos de multisensorialidad,” Se reconoce una ficción multisensorial en el relato “Luvina” (1953) del mexicano Juan Rulfo, en Requiem para un campesino español (1953) del español Ramón José Sender. Es posible abordar desde una perspectiva ecocrítica el cuento “La casa inundada” (1963) del uruguayo, Felisberto Hernández (1902-1964), la novela Ilona llega con la lluvia (1996), del colombiano, Álvaro Mutis (1923-2013) y la novela Las nubes (1997) del argentino, Juan José Saer (1937-2005). Es posible asimismo abordar desde una perspectiva revisionista varios trabajos como La vorágine (1924) de José Eustasio Rivera o Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos o incluso, una más reciente El sueño del Celta (2010) de Mario Vargas Llosa en relación a cómo los silencios sensoriales evocan valores diferenciados desde una articulación predominantemente occidental. Se alude la multisensorialidad en El libro de los abrazos (1989), del uruguayo Eduardo Galeano y en varios de los cuentos del nicaragüense, Sergio Ramírez. Aparte de estas novelas que siendo analizadas desde perspectivas revisionistas que pueden proporcionar valiosas aproximaciones, se distinguen asimismo novelas recientes las cuales constituyen un campo que todavía no ha sido explorado. Están, por ejemplo las novelas El tibio recinto de la oscuridad (2000) y Única mirando al mar (2010) del costarricense, Fernando Contreras Castro. Aunque la temática sentimental subyace en las novelas juveniles, La trilogía del malamor: Hacia el fin del mundo (2011), la Raíz del mal (2013) y El árbol de la vida (2013) de José Ignacio Valenzuela, estas son abordables desde una perspectiva ecológica. Ahora bien El factor carne del escritor dominicano, Rey Emmanuel Andújar puede proporcionar un valioso aporte al ser analizada desde una perspectiva ecocrítica que aluda esta sensualidad multisensorial como también pueden proporcionarlo las novelas Intemperie, del español Jesús Carrasco y En la orilla, del español Rafael Chirbes. “Pagian 298.   
27. Arturo Arias: "La nueva novela centroamericana se transformó en una especie de campo de juegos, Diario Paranoico, 24 de abril 2008
28. Minucioso y bien documentada ensayo sobre la novela histórica y la ficción en Centroamérica, de. José Ángel Vargas Vargas, Novela centroamericana contemporáneas y ficcionalizacion de la historia Revista comunicación, enero-julio, Vol. 13, numero 001.Instituto Tecnológico de Costa Rica. Paginas 5-16
29. Idem., Obra…cit., José Ángel Vargas Vargas
30. Obra cit., Arturo Arias. 
31. Obra., Cit., MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ.  Kipus  
32. Poesía y ecología en Centroamérica: más allá del estrecho dudoso. RedISCA.
Responsable: Dra. Mª Ángeles Pérez López (Universidad de Salamanca).
33. Sobre  Única mirando el mar, ver La problemática ambiental en el ámbito literario latinoamericano Yelenny Molina Jiménez. Institución: Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba
34. Llama la atención que algunos de los títulos de las novelas de Julio Escoto, aluden e elementos provenientes de la naturaleza. Aunque la trama y fondo de sus novelas sea mas de contenido histórico o de conflicto o de identidad.  Bajo el almendro… junto al volcán, Días de ventiscas, noches de huracán, El rey del albor, madrugada. Títulos que sugieren símbolos que anticipan las coordenadas geográficas y mentales  de la narrativa de esas novelas.  Palabras claves: Árbol de los pañuelos, Almendro, volcán, ventiscas, huracán, madrugada. Donde se evidencia que en estas novelas, en alusión a sus títulos hay una línea de base naturalista, donde los elementos naturales se presentan como símbolos de las realidades sociales y humanas. Es como un espejo en que el autor, Julio Escoto, se vale de las palabras extraídas del diccionario naturalista, vocablos  con  una gran carga de contenidos sociales, para desarrollar y explicar narrativamente conflictos históricos de la naturaleza humana. Estamos en presencia, no de   novelas naturalistas en el estricto sentido purista de la naturaleza,  pero si de una incipiente maniobrabilidad literaria y dirección de rumbo de una vertiente novelística con una clara y sostenida orientación, y grafismo representativo, que perfectamente desemboca en  un sendero aún no transitado de una literatura  ecosimbolista. En que el lenguaje naturalista sirve de referente,  depositario sagrado,  y de luz sobre el sendero en penumbras.  Iluminando las implosiones sociales y existenciales que el lenguaje humano hace esfuerzos intermitentes, a veces agónicos pero también vigorosos, por manifestar. Recurso literario extremo pero autentico,  por apropiarse de un pedazo del tiempo histórico y del espacio mental, para aprehender una escenografía microhistorica,  el el océano  de la realidad  y la apariencia  del mundo.       
35. Sobre las novelas de Julio Escoto, ver Helen Umaña, El Rey Albor Madrugada en Lit Art. En ese mismo post, se encontraran reseñas de la misma autora, muy solventes y sesudas sobre las novelas de Julio Escoto. Sobre Roberto Castillo y la novela, ver los sólidos y esclarecedores ensayos:   La guerra secreta de los sentidos,   Libros clave de la narrativa hondureña (III).La guerra mortal de los sentidos Por José Antonio Funes, también ver, Ronald Nibbe  La guerra mortal de los sentidos de Roberto Castillo: Una celebración de la diversidad y la diferencia, llena de energía y esperanza.
36. Sobre la vida y obra de José Antonio Domínguez,  ver, el riguroso, bien documentado y esclarecedor  estudio de Héctor Leiva. En José Antonio Domínguez. Obra poética  escogida de sus manuscritos, (1885-1903),  Secretaria de Cultura, Artes y Deportes. Edición de Héctor Leyva, 2008.    
37. Ecocritica , pagina 101
38. El día mundial del medio ambiente y la literatura. (Monografías: “Acercamientos ecocríticos a la literatura hispanoamericana”)(14)  No. 33, 2004, p. 11El día mundial del  medio ambiente y la literatura
39.Obra …Cit., Liza Pamela Rosas-Bustos
40.Mauricio Ostria Gonzales, señala:  “Una perspectiva ecocrítica puede, por ejemplo, indagar sobre diversos ejes semánticos (no solo temáticos) que organicen los textos. Así, la presencia de la Naturaleza-madre: La tierra y sus diferentes representaciones maternales (cósmicas y espirituales); o la figura de la Naturaleza ominosa: factor de destrucción de lo humano y sus representaciones simbólicas; la Naturaleza como objeto de contemplación y descripción; la Naturaleza como proyección de la subjetividad; Naturaleza e identidad cultural; la Naturaleza como signo (anticipación y apocalipsis); Naturaleza y mito; Naturaleza y contingencia ecológica; Naturaleza: arraigo/desarraigo, migraciones y exilios, fronteras, etc. Estos ejes semánticos pueden configurar isotopías complejas, así como visiones especulares o discursos paródicos. Podrán asumir diversas formas lingüísticas, retóricas y discursivas según el contexto textual y genérico en que ocurran y tendrán, en cada caso, un sentido singular (o varios) que el lector debe construir”. Globalización, ecología y literatura. Aproximación ecocrítica a textos literarios latinoamericanos. Pagina 107.
41. citado en MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ p.101 y en El día mundial del medio ambiente y la literatura.  Niall Binns, “Presentación”, en Anales de Literatura Hispanoamericana (Monografías:“Acercamientos ecocríticos a la literatura hispanoamericana No. 33, 2004, p. 11.
42. Miguel López Lozano en  Pensar la nación mexicana a través del Apocalipsis ecológico en dos novelas distópicas de Homero Aridjis.¿En quién piensas cuando haces el amor?
43. Brigitte Baptiste. Palabras vivas sobre el hombre y la naturaleza.22 noviembre 2016
44. Jorge Miguel Cocom Pech Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961. Escritor maya. (Mérida, México).
45. Idem., Jorge Miguel Cocom Pech

Enlaces

Globalización, ecología y literatura. Aproximación ecocrítica a textos
literarios latinoamericanos* MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ, Universidad de Concepción, Chile Revista Andina de letras , 27 I semestre , 2010, Quito
La problemática ambiental en el ámbito literario latinoamericano.  Yelenny Molina Jiménez. Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba
Selva simbólica selva simbiótica apuntes para una ecocritica latinoamericana.Liza Pamela Rosas-Bustos, Dissertations, Theses, and Capstone Projects Graduate Center Graduate Center, City University of New York, 10-1-2014
El hombre y su medio ambiente en la literatura latinoamericana. Juan Gensollen Sorados  
UNMSM, Juan Lunes, 3 de Agosto de 2015.
 La ecología en algunas novelas latinoamericanas
Joan Martínez Alier. La Jornada.
Literatura indígena en nahualt.




Créditos de las ilustraciones

Río y bosque, del artista indígena Fabián Moreno. Palabras vivas. La naturaleza y el hombre.  
Mural de Chichén Itzá LITERATURA Y MUNDO MAYA
RÍO AMAZONAS GOOGLE IMAGENES
ECOCRTITICA,GOOGLE IMAGEN
LENGUAJE Y NATURALEZA,GOOGLE IMAGEN
ECOCRITICA,GOOGLE IMAGEN  
Paisaje, Pedro Antonio Grades, pintor primitivista hondureño    

PÁGINA 10. Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras. 1/2 Post Plaza de las palabras






Plaza de las palabras, en su sección PÁG1NA  10 presenta un tercer ensayo sobre el tema Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras.  El primero de la serie fue  el del  chileno Cristián De Bravo Delorme, sobre El sentido de la imaginación en Wordsworth, el segundo La novela como naturaleza muerta, del ecuatoriano Javier Vásconez. El ensayo actual y último de la serie,  resume una visión menos especializada y más totalizante, de la literatura en general,   (novela, cuento y poesía), entendiendo por naturaleza un amplio espectro de posibilidades,  provenientes de diferentes fuentes, si bien generoso en su amplitud con el ámbito de la naturaleza. La PRIMERA PARTE,  inicia  la aventura,  desde el ascenso al Monte Ventoux, en la época medievalista de Francisco Petrarca y San Francisco de Asís con su Canto a las Criaturas, recorre algunas novelas  universales vinculadas a la naturaleza, el primer acápite Ensayo y poesía en la naturaleza, visita Walden de Henry David Thoreu, el segundo acápite, Ciencia ficción y naturaleza, viaja al futuro de la naturaleza, la SEGUNDA PARTE, con el tercer acápite dedicado a La naturaleza y la literatura latinoamericana. Emprende un remoto paseo desde la literatura prehispánica hasta atisbar diferentes obras latinoamericanas relacionadas con la naturaleza. Le sigue un último acápite, Ecocrítica y naturaleza, que recoge las tendencias actuales que relacionan a la literatura y la naturaleza. Cierra el  ensayo con A manera de epilogo. Lenguaje y naturaleza: cuatro interrogantes, que presenta diferentes visiones sobre  las palabras, el lenguaje y la naturaleza.


«Lo que más hay en la tierra es paisaje. Por mucho que falte
del resto, paisaje ha sobrado siempre, abundancia que sólo se explica por
milagro infatigable, porque el paisaje es sin duda anterior al hombre y, a
pesar de tanto existir, todavía no se ha acabado»
José Saramago


La diversidad de la vida hizo grandes nuestras historias y cuando aprendimos a contarla, la llamamos biodiversidad y cuando viajamos, nos dimos cuenta de que nuestra tierra era magnífica y que las historias que venían con ella, infinitas: llamáramos como llamáramos a las aves, al invocarlas y darles luz en nuestra memoria, miles de ellas acudieron a nuestros cantos, más que en ninguna otra parte del planeta, y así sucedió con las mariposas, las ranas, los peces, los murciélagos, profusos por todas partes, incontables como las hormigas, como las termitas, como los cucarrones y las abejas que cubrieron nuestra piel al caminar por la selva, chupando sal, confiando en esquivar nuestras manos letales, confiando en sus alas negras para pasar de un poro al otro en medio de tantas abejas. Desesperados, entendimos que hay ciertas horas del día en que no hay que caminar por la selva a menos que seamos abeja, sitios donde no hay que nadar a menos que seas tortuga, cuevas donde no hay que entrar a menos que seas un innombrable: porque en la revelación del mundo las palabras convocaron cosas de toda clase, aquellas que apenas habíamos visto de soslayo, las que salieron arrastrándose de los sueños y se fueron a vivir a las montañas



pero todo lo que salió del bosque
formaba parte de la historia
todo lo que murió en el camino
o tuvo un nombre pero resultaba
ya irreconocible incluso
lo que se desvaneció de la historia
finalmente día tras día
se estaba convirtiendo en la historia
de tal forma que cuando ya no haya
historia ésa será nuestra
historia y cuando ya no haya
bosque ése será nuestro bosque
W. S. Merwin en la última estrofa de su poema “Una historia”









Mario A. Membreno Cedillo


PRIMERA PARTE

Un  día de 1336, ocurrió un hecho quizá olvidado o marcado como  intrascendente por los contemporáneos, pero que es considerado como uno de las primeras manifestaciones del hombre moderno. Este hecho fue el ascenso del poeta  Francisco Petrarca al monte Ventoux, en la Provenza, sureste de Francia. Aquello región florida que decanto a Leonor de Aquitania, las cortes de amor y el canto de los trovadores; y que concreto en sus paisajes Cezanne, pintando incansablemente con tímidos amarillos y osados pincelazos verdes, el  Monte Saint Victore. Y retrocediendo en el tiempo aquella excursión de Petrarca al monte Ventoux. No es que no hubiera habido un escalada alguna montaña, ya lo había hecho Aníbal subiendo con su legión de paquidermos  los perineos o Moisés el monoteísta ascendiendo  al Monte Sinaí, para recibir las tablas. Pero el ascenso de Petrarca es diferente, es el ascenso por el puro placer de contemplación.

Sencillamente subir a la cima de un a montaña, y desde ahí contemplar parte del paisaje, imaginarse parte del mundo. Quizá sentir aquella pequeñez ante la montaña de la naturaleza. Curioso hecho, y peculiar que haya sido precisamente un poeta. Tildados más de bohemia, más  soñadores e   irreverentes.  La acción poética en movimiento: y   esa fue la primera experiencia, registrada de la experiencia naturalista. Nos imaginamos aquella sensación de espectacularidad, momento inédito del poeta, atisbando desde la cubre del Ventoux, un paisaje espacial, sintiendo contra su rostro un poco de las bocanadas  del universo. Aquella carga de lo sublime para usar un término de Kocis, y aquellas fronteras lejanas del cosmos.

Impresiones que han sido frecuentes y parecidas a las experimentadas por los viajeros cuando descubren un territorio nuevo, o la espectacularidad  del paisaje y profundidad de la geografía los abruma. Así como lo experimentado por Galileo cuando con un telescopio quería descifrar el paisaje sideral o los astronautas cuando descendieron por primera vez en la luna. Y sacamos ese hecho al ruedo porque tiene que ver mucho con la literatura y la naturaleza. Y aquí tenemos dos momentos del poeta, el primero el arrebato, por estar ante sus  ojos un a panorámica de lo inaccesible. Es el momento de la emoción, de lo turbador, una especie de revelación en ebullición. Un segundo momento, es la calma,  el paso a la contemplación y al amparo de una serie de sensaciones y recuerdos, que hacen que el poeta reflexione. Es el paso de lo poético a lo filosófico. En ese mano a mano,  pasamos a Petrarca  quien describe sus motivaciones:     

“Impulsado únicamente por el deseo de contemplar un lugar célebre por su altitud, hoy he escalado el monte más alto de esta región, que no sin motivo llaman Ventoso. Hace muchos años que estaba en mi ánimo emprender esta ascensión; de hecho, por ese destino que gobierna la vida de los hombres, he vivido –como ya sabes– en este lugar desde mi infancia y ese monte, visible desde cualquier sitio, ha estado casi siempre ante mis ojos. El impulso de hacer finalmente lo que cada día me proponía se apoderó de mí…,” (1)

En otro pasaje Petrarca narra su impresión desde las alturas. Está en un primer momento:

“Miré a mi alrededor: las nubes estaban bajo mis pies […]. Después dirigí mi mirada hacia Italia […]. Suspiré a la vista del cielo de Italia […]. Luego me volví hacia occidente. Mis ojos buscaron en vano los Pirineos, la frontera entre Francia y España […]; en cambio se veían con toda claridad la montañas de la provincia de Lyon a la derecha, y a la izquierda el Mediterráneo que baña Marsella y Aigues-Mortes. Aunque su distancia es considerable, nuestros ojos podían divisar el Ródano”. (2)

Luego en un tono reflexivo, esta en un segundo momento. Exclama: 

“¡Oh con cuánto empeño debemos esforzarnos, no en alcanzar un lugar más elevado en la tierra, sino en domeñar nuestros apetitos, incitados por impulsos terrenales!” (3).

Ya aquí a la par de Petrarca otro poeta venido de la naturaleza, San francisco de Asís, con su Cántico de las Creaturas. Abrió la mente no solo a la naturaleza, sino que preparó las bases de la mente moderna. Por supuesto este binomio, Petrarca y San Francisco, ambos italianos, pasarían a ser dos figuras notables, el primero como uno de los grandes poetas, que desembocaría en Dante Alighieri; y San Francisco, por haber empalmado una oración en el marco de la poesía, en que se funden fraternalmente, la naturaleza toda, la humanidad toda, y su creador. Un precursor del ecologismo integral.  Pasarían varios siglos para que estas corrientes pulsatorias de la civilización, pudieran rencontrarse con parte de esta  tradición naturalista de la apertura a las ciencia en el renacimiento y en la trascendental  en el romanticismo.  

El «Cántico de las Creaturas» (Canticus o Laudes Creaturarum), también conocido como «Cántico del Hermano Sol», es considerado uno de los primeros  textos poético escrito en lengua vernácula. El autor es Francisco de Asís y, posiblemente escrito pocos años, antes  de su muerte, que tuvo lugar en 1226. Aquí el Canto cósmico y total, en que rinde tributo a los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Y canta al cosmos;  el  cielo,  los astros: estrellas y sol, y luna. Y hermana a las criaturas de ese espacio, especie de Arca de Noé Planetaria  y a su creador. Todo desde la mirada humilde de un hombre que, entre otras cosas,  aspiraba hablar con los pajarillos. Antecedente de aquellos versos “Cuando veo un pájaro, no veo un pájaro, sino un espíritu” del poeta romántico ingles Shelly.   
.
Canticus o Laudes Creaturarum

Altissimu, onnipotente, bon Signore,
tue so’ le laude, la gloria e l’honore et onne benedictione.


Ad te solo, Altissimo, se konfàno et nullu homo ène dignu te mentovare


Laudato sie, mi’ Signore, cum tucte le tue creature, spetialmente messor lo frate sole, lo qual’è iorno, et allumini noi per lui. Et elli



è bellu e radiante cum grande splendore, de te, Altissimo, porta significatione.



Laudato si’, mi’ Signore, per sora luna e le stelle, in celu l’ài formate clarite et pretiose et belle.


Laudato si’, mi’ Signore, per frate vento et per aere et nubilo et sereno et onne tempo, per lo quale a le tue creature dai sustentamento.



Laudato si’, mi’ Signore, per sor’aqua, la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta.



Laudato si’, mi Signore, per frate focu, per lo quale ennallumini la nocte, et ello è bello et iocundo et robustoso et forte.


Laudato si’, mi’ Signore, per sora nostra matre terra, la quale ne sustenta et governa, et produce diversi fructi con coloriti flori et herba.



Laudato si’, mi’ Signore, per quelli ke perdonano per lo tuo amore, et sostengo infirmitate et tribulatione.



Leati quelli ke 'l sosterrano in pace, ka da te, Altissimo, sirano incoronati.




Laudato si’ mi’ Signore per sora nostra morte corporale, da la quale nullu homo vivente pò skappare:



guai a cquelli ke morrano ne le peccata mortali; beati quelli ke trovarà ne le tue santissime voluntati, ka la morte secunda no 'l farrà male.




Laudate et benedicete mi’ Signore' et ringratiate
et serviateli cum grande humilitate
Cántico de las Creaturas (4 )

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.


Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.


Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.


Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.


Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.



Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.


Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.


Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.



Una vez, establecido un inicio, después de un gran salto en el tiempo, pasamos, siguiendo la línea de Petrarca al escritor  Javier Vásconez, quien afirma acerca de la novela:

“En la literatura subyace un miedo atroz a nuestra ilimitada capacidad de destrucción. En eso nos acercamos a los ecologistas —aquí está el lazo invisible—, ya que en muchos aspectos la literatura en sí misma constituye un amplio registro de nuestra violencia. ¿Todo gran poema no lleva implícito dentro de sí el terror obsesivo del acabamiento y contaminación del lenguaje? Me atrevo a decir que el miedo a la destrucción es uno de los grandes temas de la literatura. Muchas novelas, cuentos, poemas lo han abordado de distintos ángulos y construyen sus mejores momentos cuando se ocupan del terror del hombre frente a sí mismo y también frente a la naturaleza. Si uno va más allá de la trama argumental de algunas novelas de Dostoyevski, Melville, Conrad, Faulkner, Stevenson, Kafka o Joâo Gilberto Noll, por poner unos pocos ejemplos, ¿cómo no suponer que en ellas existe un miedo ancestral por la desaparición del hombre de la faz de la tierra? ¿Muchos de estos textos acaso no son una narración soslayada, sutil, una reflexión acerca de esta pesadilla? ¿No existe acaso un tipo de literatura que atestigua, festeja e incluso hace una crónica de este horror? (5)




Lo que identifica Vásconez en esas novelas, es ese lado oscuro de la naturaleza humana que atenta contra lo humano y la naturaleza. Esa vertiente es natural en la novelística, porque describe un fenómeno muy humano, y es y será siempre uno los  temas de la novelas. Pero si el hombre en su naturaleza maligna atenta contra el hombre, por qué no hacerlo contra  la naturaleza, y aquí es donde entra lo ecológico. Siempre habrá una semilla de destrucción, pero también de creación en el alma humana. La ecología y la naturaleza, se presentan como una posibilidad de rescatar lo mejor del hombre y la naturaleza. Aún en la tesis utilitaria e indisoluble que de la destrucción o muerte de uno es la muerte y destrucción del otro. Y aquí  algo pertinente a esa  tesis de la corriente subterránea que alimenta la novela.  Petrarca declara:

domeñar nuestros apetitos, incitados por impulsos terrenales”.

Nos habla de la naturaleza humana. Vásconez, dice  el poder destructor del hombre  contra la naturaleza. Y bajo esos rasgos se pueden seguir novelas que abordan esa temática. Sea Corazón en tinieblas de Joseph  Conrad, con su destrucción sistemática y caótica  del Congo Belga. O Moby Dick, de Henry Melville, ese marino aventurero  a la caza de ballenas, novela una precursora de la caza de ballenas y tiburones por la industria pesquera mundial. O esa veta marítima, fundado en su experiencia, igual que Conrad,  que volcó su oficio de marino en novelas marítimas, delas cuales, una de ellas se desarrolla en las islas Encantadas (de las Galápagos). Pero que también vio esa lucha gigantesca entre civilización y naturaleza, confrontándose en las entrañas de la selvática áfrica. Desde otra perspectiva, la forja del carácter y lo humano en las novelas naturalistas (6) de Jack London. El Llamado de la  Selva o Colmillo Blanco.  Siempre hay un alto en que esta corriente naturalista, irrumpe el lado oscuro,  y  se confunde con las pasiones y lo mas aberrante de la naturaleza humana .Y solo hay que estar ligeramente familiarizado con las grandes novelas de Willian Faulkner, retrato  de grandes dramas humanos y hasta clínicos,  pero todas encerradas en ese paisaje denso y de geografía asfixiante del Deep South.

Y es que en algunos autores la naturaleza no solo es un paisaje, sino un acompañante de la trama narrativa. Es imposible desentenderse de la geografía o paisajismo protagonista en algunas obras  porque el paisaje y la naturaleza siguen a los personajes como una sombra inclaudicable.  Y aquí nos encontramos, con una novela contemporánea, vista desde una  diferente alcurnia. Y vemos al escritor viajante, J. G. Sebald, a su manera  un heredero de los viajes del genovés Marco Polo. J.G.Sebald, escritor alemán, afincado en Inglaterra, quien en su novela  Los Anillos  de Saturno (1995), emprende un viaje a pie por el condado de Suffolk, en la costa este de Inglaterra, para llenar el vacío que se ha apoderado de su interior al haber finalizado un trabajo desgastante. A la vista de paisajes solitarios y pequeñas poblaciones costeras se topa con vestigios de un pasado que le remite a la totalidad del mundo, enmarcado en multitud de épocas, espacios y personajes diferentes. Sebald funde magistralmente la autobiografía con la descripción y argumentaciones históricas, introduce pasajes de la ciencia,  conjeturas y recuerdos entre la realidad y la ficción, en los que la civilización y la naturaleza se muestran en sus variedades más amplia. Doble vertiente porque saca elementos de la naturaleza de las reflexiones de otros pensadores y escritores. Es una novela tejida desde el frescor de la naturaleza, e interiorizada en las grandes reflexiones del hombre y la humanidad. Novela antropoecologica, pero también que bordea la ecohistoria. .

Aquí el párrafo inicial de la novela:

“En agosto de 1992, cuando la canícula se acercaba a su fin, emprendí un viaje a pie a través del condado de Suffolk, al este de Inglaterra, con la esperanza de poder huir del vacío que se estaba propagando en mí después de haber concluido un trabajo importante. Esta esperanza se cumplió hasta cierto punto, ya que raras veces me he sentido tan independiente como entonces, caminando horas y días enteros por las comarcas, en parte pobladas sólo escasamente, junto a la orilla del mar. Por otra parte, sin embargo, ahora me parece como si la antigua creencia de que determinadas enfermedades del espíritu y del cuerpo arraigan en nosotros bajo el signo de Sirio, preferentemente, tuviese justificación. En cualquier caso, en la época posterior me mantuvo ocupado tanto el recuerdo de la bella libertad de movimiento como también aquel del horror paralizante que varias veces me había asaltado contemplando las huellas de la destrucción, que, incluso en esta remota comarca, retrocedían a un pasado remoto. (7)

Y seleccionamos esta novela porque a primera vista podría no ser considerada una novela ecologista. Pero al igual que en el ascenso al Ventoux o las caminatas de Thoreu por Walden, es un peregrinaje. En donde con su imaginería, va tejiendo un mosaico, entremezclando  razonamientos, introduciendo personajes, y auxiliándose de la naturaleza. Donde la naturaleza sale a flote desde los resquicios de la trama, y subvierte el texto.      Si Wordsworth lo hacia , rodeados  de la serenidad que presta natura. La contemplación sobre la naturaleza humana, Sebald lo hace desde la naturaleza en movimiento, un flaneur naturalista,  cuya reflexión, más que contemplación, va  apropiándose y transformando en una mirada vigorosa y fresca,  sobre los retazos de la historia, auxiliado  de su capacidad imaginativa para desdoblar  personajes históricos desde la mirada de un insecto o el color verde del tallo de  una hoja.  Por ejemplo, leamoslo  imaginativamente:   

“Janine, la arena tuviera un papel tan importante en todas sus obras. La arena lo conquistaba todo. Constantemente, seguía Janine, pasaban ingentes nubes de polvo a través de sus sueños diurnos y nocturnos, y arremolinadas sobre las áridas llanuras del continente africano, corrían hacia el norte, sobre el Mediterráneo y sobre la península Ibérica, hasta que en algún momento caían, como cenizas de fuego, sobre el jardín de las Tullerías, sobre un arrabal de Ruán o sobre un pequeño pueblo de Normandía, penetrando en los intersticios más diminutos. Flaubert veía el Sahara entero, decía Janine, en un grano de arena oculto en el dobladillo de un vestido de invierno de Emma Bovary, y,según él, cada átomo pesaba tanto como la cordillera del Atlas. A menudo, al finalizar el día, conversábamos sobre la visión del mundo de Flaubert en el despacho de Janine, donde había una cantidad tal de apuntes de clase, cartas y escritos de todo tipo, que uno podía 
imaginarse estar en medio de una marea de papel. Con el paso del tiempo, encima del escritorio, originariamente punto de partida o lo que es lo mismo, punto de convergencia de la asombrosa proliferación de papel, había surgido un verdadero paisaje con montañas y valles, que entre tanto, como un glaciar cuando alcanza el mar, se rompía en sus bordes, formando sobre el suelo en derredor nuevos sedimentos, que a su vez se deslizaban imperceptiblemente hacia el centro de la habitación”. (8)

(…)
“Por eso no podemos escribir nuestra filosofía más que en pequeñas letras, en las abreviaturas y los taquigramas de la naturaleza transitoria, sobre los que únicamente asoma un destello de eternidad. Fiel a su propósito, Browne detalla los modelos recurrentes en una aparente multiplicidad de formas, por ejemplo, el denominado quincunx en su tratado sobre el jardín de Ciro, que se construye con los ángulos de un cuadrado regular y el punto en que coinciden sus diagonales. Por todas partes, en la materia viva y en la muerta, Browne descubre esta estructura, en ciertas formas cristalinas, en estrellas                                                                            
y erizos de mar, en la columna vertebral de los mamíferos, de los pájaros y en la espina dorsal de los peces, en la piel de varias especies de serpientes, en las huellas de los cuadrúpedos, en las configuraciones de los cuerpos de las orugas, mariposas, gusanos de
seda y mariposas nocturnas, en las raíces de los heléchos de agua, en las vainas de los girasoles y de los pinos de sombra, en el interior de los brotes de los robles o de los pecíolos de los equisetos, en las obras de arte de los humanos, en las pirámides egipcias
y en el mausoleo de Augusto así como en el jardín del rey Salomón equipado con granados y lilas blancas, como prescribía la ley. Es infinito todo lo que podría añadirse en este capítulo, dice Browne, y es infinito todo lo que podría mostrar la elegancia con que la mano de la naturaleza dibuja formas geométricas, pero —concluyendo su escrito con un hermoso giro— la constelación de las Híadas, la quincunx del cielo, ya se sumerge detrás del horizonte and so it is time to close the five ports of knowledge. We are unwilling to spin out our thoughts into the phantasmes of sleep, making cables of cobwebs and wildernesses of handsome groves”. (9)


Desde una óptica imaginativa, históricamente  bien documentada, Sebald va presentando retazos  a partir de la naturaleza, aunque los hechos naturales pertenezcan a  la literatura, la historia de la ciencia o la historia de los  monumentos, en ello hay una simiente de ecohistoria, utilizada como contenido discursivo. Y por eso es notable esa novela, porque hace brotar lo natural, de espacios que tradicionalmente no serian considerados como ecológicos. Pero también hay novelas en que la naturaleza aflora por los resquicios del discurso narrativo. Pero también hay novelas  que oscilan  en esa dicotomía de una naturaleza destructora, apocalíptica o una naturaleza bienaventurada.  El espectro es amplio y caben, muchas perspectivas, en la medida que se profundiza en el tema. Según los buenos saberes o el ingenio humano. En fin una novela como Don Quijote de la Mancha, no es más que los caracteres de dos personajes en un recorrido develando la sabiduría popular y descubriendo el  paisaje geográfico de  España.  Y sin animo de ser exhaustivo, porque el tema de literatura y naturaleza es amplio y muy ramificado. Mencionar  aunque desde una perspectiva somera, el  abordaje juvenil en las novelas de Kipling, especialmente El libro de la Selva, basado en relatos y leyendas de la india que le hicieron amar la naturaleza. En kipling se da ese binomio entre humanidad y animalidad, naturaleza y civilización, en que se debaten en el último momento, la ley de la selva y la ley del hombre.   También hay un cuento de Kipling muy conocido, El constructor de puentes,  en este cuento Kipling labora una metáfora del progreso, la construcción del  puente Koshi, de una milla y tres cuarto sobre el río Ganges. Los constructores son ingleses, pero los, cinco mil obreros son lugareños.  La construcción se ve detenida por una sobrenatural  y sorpresiva naturaleza, la aparición de una serie de animales y representaciones de las mitologías religiosas hindúes: monos, elefantes, loros, cocodrilos, antílopes, serpientes. En donde estos animales hablan, se expresan y se ponen a la altura de los hombres blancos.  Los  locales creen en el  espíritu del Ganges, al que llaman Madre Ganga, y respetan   esa tradición. En  esa vía, el puente del progreso, debe ser una vía en ambas direcciones. El progreso debe ser respetuoso no solo del entorno ambiental, sino  también de las creencias ancestrales de sus habitantes. En donde lo religiosos se funde con la naturaleza.

Desde otro punto de vista, en un entorno naturalista menos conflictivo y más cándido,   también recurren a la naturaleza Lewis Carrol en Alicia en el país de las maravillas y la fabula de El Principito, de Saint Exupery. En la que no es difícil encontrar la veta ecológica.  "Me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles”. Ambas obras  repletas de sabiduría, ingenio  e imaginación, en que los animales y la naturaleza se convierten en personajes, para revelarnos un mundo antidiluviano. Y más que de moralismos, ambas obras llenas de espiritualidad. El Principito bien lo pudo escribir, un monje monástico, encerrado en sus meditaciones sobre la naturaleza y el cosmos, o un monje budista pertrechado en la agilidad mental a quemarropa de la filosofía zen.  Un entorno más dramático pero dirigido a la naturaleza humana, pero por su entorno geográfico, es El Señor de las moscas  del escritor ingles y premio nobel, William Golding.  Doble candado, en que se debate la naturaleza de un grupo de niños, rodeados de las bondades y peligros de la naturaleza en una isla.  Un a vertiente más, es el de las  mitologías noveladas, por su entorno de seres de la naturaleza y animales, las obras de los autores ingleses  Las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis;  y a la par El Señor de los anillos de J.RTolkien. Pero ese campo figurado también describe una realidad insoslayable. En que  el tema de la naturaleza siempre ha venido y esta de la mano con el tema humano. El tema naturalista nunca ha sido nuevo, no lo inventaron los románticos ingleses, estos lo que hicieron es otorgarle su carta de ciudadanía.  Ya desde las mitologías, sea las clásicas o las autóctonas; los dioses  no solo son dioses, son también dioses de la luna, dioses del viento, dioses del fuego, dioses del agua, dioses de la montaña, dioses del mar. Las montañas están  asociadas a las divinidades, en casi todas las culturas. Y también como montañas  y valles,   donde habitan los dioses y la  poesía: Olimpo, Parnaso, Arcadia. Un paso más a  los albores del imperio, el   poeta latino Lucrecio explayo toda una tesis sobre la materia, que no es otra cosa, ya vestida y acicalada,  que la naturaleza. 





Poesía, ensayo  y naturaleza

Pero el tema naturalista no se acaba con la novela, hay también una vertiente subterránea pastoril, que va a la a par  de los poemas contemplativos de la naturaleza en Wordworth, y que salpica a poetas tan diversos como Luis Cernuda, Robert Frost o García Lorca o Walt Whitman o Pablo Neruda. Y dando un salto de la poesía al ensayo como expresión naturalista, un acercamiento al destino filosófico y  sagrada intimidad con lo natural, en los paseos de Henry Thoreu, por su experimento ambientalista: Walden. La experiencia social naturalista de Thoreu, se afinco en nueva Inglaterra,  en un bosque cercano a la laguna de Walden, a cinco millas de Concord que era un pueblo con apenas cinco mil habitantes. Thoreu construyo su propia cabaña y se paso dos años (1947-1949), viviendo ahí. De su vivencias y preocupaciones nació su deseo de escribirlas y dio lugar  a su ensayo Walden (1854).Una breve obra en que mezcla sus apuntes como especie de diario, salpicado de reflexiones naturalistas pero también filosóficas, sobre la naturaleza y la vida. No lejano en intención son dos obras más, que es necesario mencionar, una El Paseo de Walser, si bien, el arte de caminar como tranquila reflexión en movimiento, es un espejo de la caminata por un bosque. Walser introduce la naturaleza en lo urbano. Otra obra, por símil, pero muy tocaya de la experiencia naturalista, es la  novela ya comentada y citada en este post, Los anillos de Saturno, del escritor alemán, G.J Sebald. Pariente cercano en el peregrinaje en común, es  la novela Montaña del alma, del escritor chino nacionalizado francés, y premio nobel, Gao Xingjian en que los personajes son “Yo” y “Tu”, el “yo” es el protagonista y el “tu” es su alter ego, personaje que decide hacer un recorrido por la china rural,  el viaje comienza en los bosques de Sichuan  y continúa a lo largo del río Yangtze, hacia la costa. El recorrido es una búsqueda por  Lingshan (La Montaña del Alma). El viaje, paseo o caminata, son otras  maneras de escalar  el monte Ventoux.    

De regreso a Thoreu, nos dice: 

“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una ampliar inglera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida. Porque me parece que la mayoría de los hombres se hallan en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es del diablo o de Dios, y han deducido apresurada menteque la principal finalidad del hombre aquí es “glorificar a Dios” y gozar de él en la eternidad”. Walden (10)


En cuanto al poeta, más cercano por “naturaleza” a la naturaleza, “Se ha dicho sin exagerar que la internalización de estos paisajes ha permitido que el concepto de naturaleza y la conciencia del poeta “entren en una relación nunca antes vista del advenimiento del Romanticismo” (Bloom). Es el peso de verse arrojados, como dirá Sartre un siglo después, lo que hará que estos artistas, en conflicto con su propia conciencia, deambulen en solitario buscándose a sí mismos. No sorprende entonces que los grandes poemas, a partir de los románticos, sean deliberados testimonios líricos de una travesía o de un viaje por los recovecos de un bosque o una montaña para ilustrar el grado de su desesperación. Ejemplos hay no pocos. Ahí están The Prelude, la monumental autobiografía en verso del propio Wordsworth, The Rime of The Ancyent Marinere de Coleridge, Le bateau ivre de Rimbaud, Leaves of Grass de Whitman o Las alturas de Machu Picchu de Neruda. (11). Sin embargo, esa desesperación, no es en el sentido de agotamiento, y esta mas fundado en un  anhelo vehemente por encontrar algo en el bosque._lo trascendental. 

Hay que señalar que la poesía aún en sus diferentes vertientes, es muy afín en sus orígenes a la naturaleza, solo hay que recordar la poesía pastoril o la poesía bucólica, ambientada en el campo. Y las fuentes de la poesía inglesa reseñadas en los bosques celtas. Vale aquella observación de Paul De Man sobre la poesía pastoril, “Que es pues la convención pastoril, sino la eterna separación entre el espíritu (creador), que distingue, niega, aligera; y la primitiva sencillez de todo la natural”. Un hallazgo que viene desde los griegos, Freud, y de los poetas románticos como Wordsworth, Keats, Shelley”.   

Citando unos versos  de Marvell, Paul de Mann, asevera que una buena parte de la poesía esta basada en este origen versos  que cree encontrar una fuente de la convención pastoril y de la poesía misma. 

Versos de Marvell:

La mente, ese océano en donde toda especie/Encuentra en el acto su propia semblanza, /Crea, sin embargo, trascendiendo ésta, /  Muy otros mundos, y otros mares, /Y reduce toda cosa creada/A un verde pensamiento en un bosque verde. (12)

 Y en este intersticio ponemos un hermoso poema de Neruda, un poeta que supo confraternizar con la naturaleza y que hizo de ella  un instrumento saludable y vigoroso de su arte poética.

La Araucaria

TODO el invierno, toda la batalla,
todos los nidos del mojado hierro,
en tu firmeza atravesada de aire,
en tu ciudad silvestre se levantan.

La cárcel renegada de las piedras,
los hilos sumergidos de la espina,
hacen de tu alambrada cabellera
un pabellón de sombras minerales.

Llanto erizado, eternidad del agua,
monte de escamas, rayo de herraduras,
tu atormentada casa se construye
con pétalos de pura geología.

El alto invierno besa tu armadura
y te cubre de labios destruidos:
la primavera de violento aroma
rompe su sed en tu implacable estatua:
y el grave otoño espera inútilmente
derramar oro en tu estatura verde. (13)



Finalmente introducimos un párrafo del ensayista  Cristián  De Bravo Delorme porque refleja bien que   la simbiosis que debe haber  entre poesía y naturaleza. Esa vinculación en que arroja al poeta de una especie de intermediación , y en que descubre que su naturaleza está reflejada en la naturaleza, y lo hace en el acto de poetizar. Pero no solo poetizar al descubrir la naturaleza, el poeta se descubre a si mismo, y aunque no gana en certeza sobre la vastedad del mundo, siente que la naturaleza le ayuda ha establecer las coordenadas del mundo de la vida, ha encontrado en la naturaleza una filiación eterna.:el eterno regreso al homeland.   Dice el De Bravo Delorme:   

Puede decirse que es originaria la vida que se repite poéticamente porque el poeta no ha abandonado la guía de la naturaleza, pues "de ella recibe / aquella fuerza por la cual busca él la verdad, / desde ella aquella feliz calma de la mente / que la ajusta a recibirla aun sin buscarla" (Wordsworth 1995a 877; todas las traducciones son propias). En la vida orientada por la naturaleza el poeta reconoce la originaria vinculación de la existencia con el mundo. Asimismo, es cierto que la ciudad se presenta con un poder opresor, pues en ella la vida permanece regularmente derrumbada por sentimientos mezclados. En la ciudad el "hombre verdaderamente está solo / [...] cuyos ojos están condenados / a sostener un comercio vacío día a día / con motivos carentes de vida / [...] Y la vecindad más sirve para dividir que para unir" (Wordsworth 1977 89). Si el poeta, al repetir poéticamente su vida en el poema, ha llegado a sentir aquel ánimo por cuya apertura la verdad está siempre presente, no significa que, por haber adquirido mayores conocimientos sobre las cosas, haya logrado un seguro bienestar en el mundo. El ánimo fundamental que se abre naturalmente por medio del vivir poético, y que a su vez puede ser repetido poéticamente en el poema, permanece, sin embargo, incierto. Debemos tener presente esto, que el ánimo fundamental del poeta no se encuentra asegurado, pues se sabe finito (cf. De Man 49 y ss.). Pero porque ha nacido abiertamente al mundo bajo la orientación de la naturaleza y ha mantenido esta referencia de manera esencial a través de los grandes sentimientos, en suma, porque el poeta ha llegado a ser, de manera más profunda, el vínculo con las cosas, puede recrear y volver a sentir sus primeros años por el poder mismo que le dio la naturaleza. En ese sentido dice Wordsworth: "De ahí que el Genio del poeta / pueda osadamente tomar su camino / entre los hombres, donde Natura lo / guíe; que haya él estado junto a Natura / desde antaño y que siempre lo esté" (1995a 882). (14)





Ciencia ficción y naturaleza

El escritor Javier Vásconez, se preguntaba al inicio de su ensayo, La naturaleza muerta en la novela, como se podría vivir en un mundo sin naturaleza. Apelaba a nuestra imaginación “Imaginemos un mundo sin animales ni plantas ni árboles ni ríos ni lagos ni mares ni volcanes, solo nos quedaría la posibilidad del horror, de la desolación, del desamparo, del desconcierto. (15) Las mejores respuestas las ha brindado la ciencia ficción.  Hay por ahí una novela de julio Verne, poco conocida y no tan popular como otras de sus novelas. Citando, “En 1879, en Los quinientos millones de la Begún, Julio Verne describió así las cercanías de una ciudad industrial:

Los caminos, pavimentados de cenizas y de coque se enrollan a los flancos de las montañas. Bajo los macizos de hierbas amarillentas, montoncitos de escorias, refulgentes con todos los colores del prisma, brillan como ojos de basilisco. Aquí y allá, antiguos pozos de mina abandonados, resquebrajados por las lluvias, desfigurados por las zarzas, abren sus grandes bocas -abismos sin fondo- semejantes a cráteres de volcanes extintos. El aire está cargado de humo, y pesa como un manto sobre la tierra. Ni un pájaro lo atraviesa; los mismos insectos parecen huirle, y el hombre no recuerda haber visto ninguna mariposa. (16)

La visión de Julio Verne, muy cercana a los descubrimientos de las tecnologías, pero también de la geografía mental de la humanidad. En que la aventura también se vuelve una proyección al futuro,  que adivina y advierte, un mundo en que la vida natural parece haber desaparecido o huye en estampida.

En otro de los híbridos de ciencia ficción, tan cercano a al impulso naturalista pero también a las distopias El novelista Cris Howard, en El constructor de arboles, (17)  describe  un mundo en que ya no hay arboles. El personaje, es un joven de 17 años, que se dedica a fabricar arboles de la chatarra, y quien nunca ha visto uno, porque los arboles desaparecieron de la faz de la tierra hace 100 años,  pero como los canteros medievalistas, aprendió el oficio por tradición familiar. 

En un mundo agotado en que ya no hay vegetación y pende de solo un hilo, por el poderío de la memoria, transformada en un paisaje mítico.  Donde la dieta  básica es el  maíz transgénico, y las langostas se han convertido en una plaga que asola  a todas las especies y formas de vida. Pero todavía subsiste un remanente consumista, en que elementos de la naturaleza se han cosificado, en ese mundo es necesario aunque sea desde lo artificial crear un mundo espejo, yen que se reflejan  solo un remanente pálido de las formas originales. La construcción de arboles es un oficio, así como construir catedrales góticas en  el medio evo . El constructor es Banyan quien trabaja  para quien puede pagar un árbol artificial,

En  otro impulso de la ciencia ficción, Ray  Bradbury nos traslada al futuro, en su cuento La mañana verde, de su libro de relatos  Crónicas marcianas. En ese relato   un colonizador de Marte sueña con ver un planeta verde. Se toma como quijotada hace su trabajo durante un mes. Parecería un sueño o una especie de trabajó hercúleo, pero con las características climáticos de Marte, alcanza a ver una mañana verde. Aquí Bradbury,  Literalmente , “Nos trasladó al futuro para que nos percatemos del presente. Nos reflejó en un espejo, y nos miramos a nosotros mismos, colonizando Marte.”

“Su nombre era Benjamin Driscoll, tenía treinta y un años. Y lo que él deseaba era que Marte creciera verde y alto con árboles y follajes, produciendo aire, mucho aire, aire que aumentaría con cada temporada; árboles que refrescarían las ciudades abrasadas por el verano, árboles que pararían los vientos del invierno. Hay muchas cosas que un árbol podía hacer: dar color, proporcionar sombra, soltar frutas, o convertirse en parque de juegos para los niños; un amplio universo aéreo de escalas y columpios, una arquitectura de alimento y de placer, eso era un árbol. Pero los árboles, ante todo, destilaban un aire helado para los pulmones y un gentil susurro para los oídos, cuando uno está acostado de noche en lechos de nieve y el sonido invita dulcemente a dormir”. De Crónicas Marcianas, 1950 (18)


 Pero  no solo en el cuento, la novela de ciencia ficción también  ha abordado a sus anchas  el tema del medio ambiente, sobre todo desde las distopias. Aquí presentamos una muestra apretada de novelas, pero no exhaustiva, en  que se encuentra la ecología y la ciencia ficción. (19) ‘Dune: notable obra del norteamericano Frank Herbert , en que pinta un planeta  desértico, y deriva hacia una conciencia ecológica de protección  del medio ambiente.  ‘El rebaño ciego’: probablemente la mejor novela del inglés John Brun, conforma la llamada ‘Trilogía del Desastre’ junto a ‘Todos sobre Zanzíbar’ y ‘Órbita inestable’. Anclada en una visión tremendista del planeta sobro la polución. ‘Cenital’: también los escritores españoles se han ocupado del medio ambiente y esta novela de Emilio Bueso (Castellón, 1974) es buen ejemplo de ello. Aborda el tema del agotamiento por el petróleo y sin energías verdes  ‘El quinto día’: del germano Frank Schätzing (Colonia, 1957). En que un par de hombres, uno un científico y el otro un aborigen, conviven  ante la posibilidad de  descubrir una catástrofe ambiental.   ‘El año del diluvio’: novela de la canadiense Margaret Atwood (Ottawa, 1939) ‘Senderos de libertad’: relato de Javier Moro (Madrid, 1955), sobre la vida del ambientalista  brasileño Chico Mendes, asesinado por su lucha contra quienes explotan la amazonia.  ‘La sequía’: obra de uno de los más grandes escritores ecologistas: James Graham Ballard (Shanghái, 1930-2009). Sencillamente no llueve.  ‘La chica mecánica’: relato del norteamericano Paolo Bacigalupi (Colorado Springs, 1972). La carretera’: mítica obra del también norteamericano Cormac McCarthy ( ‘Estado de miedo’: relato de Michael Crichton (Chicago, 1942-2008), autor de la popular ‘Parque Jurásico’ y considerado el creador del “thriller” tecnológico. Aborda el tema del ecoterrorismo. Entre otros ejemplos de ciencia ficción post apocalíptica orientada hacia las catástrofes ecológicas, y en particular el agotamiento de los combustibles fósiles y del agua potable, también se puede mencionar Always Coming Home (1985), de la polifacética Ursula K. Le Guin, sobre en la línea de una ecología antropológica, narra las vicisitudes de un pequeño grupo de sobrevivientes a una catástrofe ecológica.

Un buen compendio, en ese sentido, de problemas medioambientales inventariados desde la literatura es la novela Libertad (2010), de Jonathan Franzen, y también cabe mencionar  Solar (2010), de Ian McEwan, que se centra en el problema energético y desarrolla varías ideas interesantes sobre la producción energía solar. Otras novelas con tema ambientales y de la naturaleza: Jonathan Bate, en su libro The Song of the Earth,  Historia de las abejas, Maja Lunde, El bosque infinito, Annie Proulx. La frontera del lobo, Sarah Hall , Ernest Thompson Seton. Lobo: el rey de Currumpaw (Lobo, the King of Currumpaw, 1898). El hombre que plantaba árboles, hermosa fábula del escritor francés  Jean Giono 1953,  La tierra de Ana, del novelista sueco,  Jostein Gaarder, además  de escritor, perspicaz ambientalista, quien se hizo famoso por su novela El mundo de Sofía. Far Tortuga, Peter Matthiessen, El mar en llamas, Alberto Vázquez-Figueroa, Fábrica de árboles, Miguel Giralanz, Clumatha, Anna Bolena Meléndez,  El vuelo del colibrí, Michael Nicoll Yahgulanaas. Llorad por nuestro futuro –antología no euclidiana (1978), del español Domingo Santos  Make Room! Make Room! –¡Hagan sitio!, ¡Hagan sitio!–, la novela de Harry Harrison publicada en 1966.



Notas bibliográficas

1. Montaña y tradición, Subida al Monte Ventoso, Francesco Petrarca, 12 DE SEPTIEMBRE DE 2011

2. Descubriendo colores, La ascensión al monte Ventoux, sábado, 26 de octubre de 2013
3. Ob…Cit. Montaña y tradición,
4. El testigo fiel. El cantico de las criaturas de San Francisco de Asis. Traducciones de El Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, por Lic. Abel Della. Quien tomo el texto castellano lo he tomado del sitio franciscano www.franciscanos.org, donde reproducen también la versión litúrgica. Y el texto italiano lo ha tomado de la Wikipedia en italiano.
5. Javier Vásconez, La novela como naturaleza muerta. Literatura y medio ambiente. Revista El Clarin, 25 septiembre 2008
6 Y aquí usamos el término naturalismo, en su más pura acepción: descripción de la naturaleza como ambiente de la novela. La rusticidad el paisaje agreste, el clima, los animales salvajes. Y no en el término de movimiento literario, tipo el naturalismo en el  enfoque de  Emile Zola con sus novelas naturalistas.
7. J.G.Sebald,  Los anillos de Saturno. Pagina 4.
8.Idem…Ob..Cit. J.G.Sebald, p.8
9. Idem…Ob...Cit. J.G.Sebald,  p.16
10. HENRY DAVID THOREAU. WALDEN. LA VIDA EN LOS BOSQUE. Traducción de JORGE LOBATO, paginas  17,18
11. Dos elementos hay en los párrafos Carlos Oliva Vega* La subversiva presencia de la naturaleza en la poesía. Rufián Revista N°23 - Naturaleza y sociedad, 24 agosto, 2015
12. “Que es pues la convención pastoril, sino la eterna separación entre el espíritu (creador), que distingue, niega, aligera; y la primitiva sencillez de todo la natural”. Luis Cernuda. Antología poética. Selección e introducción Philip W. Silver, Alianza Editorial, 2000, pagina 9,10.
13.  VALENTINA PIZARRO. El lado verde de Pablo Neruda. Veo verde 12/07/14
14. Cristian De Bravo Delorme, El sentido de imaginación en Wordsworth. Ideas y valores, revistas.unal.edu.co. BIBLIOTECA DIGITAL  Volumen 62, Número 153, p. 157-178, 2013. ISSN electrónico 2011-3668. ISSN impreso 0120-0062.
15. Javier Vásconez, Obr.,…Cit.
16. Julio Verne. ehusfera. Cine, Literatura, y medio ambiente. *Edición del Círculo de Lectores. Barcelona. 195 pp. 1993. (p. 55.). Noviembre 2nd, 2007

17. El constructor de árboles - Chris Howard/RESEÑA), En adivina quién lee,  lunes, 15 de abril de 2013

18. El blog de CEE.  Ray Bradbury, La mañana verde, lunes, 22 de agosto de 2016
19. El listado de obras relacionadas con ciencia ficción y naturaleza, es armado  de diversas fuentes, señalamos algunas de las principales fuentes, en que se puede abordar con mas detalle algunas de estas novelas. Por supuesto el listado no pretende ser exhaustivo ni total, solo brinda una línea de base sobre novelas ecológicas. Luis Martínez Gonzales, 10 grandes novelas sobre el medio ambiente, 11 marzo 2016 10 novelas que hablan de naturaleza. 05 de Enero de 1Elconomista.es . Futuro imperfecto Ciencia ficción y recursos naturales. Marzo 20, 2013.Novelas ecológicas Erase una vez.


Enlaces

Poesía
La subversiva presencia de la naturaleza en la poesía. Rufián Revista N°23 - Naturaleza y sociedad. Dinámicas de poder en un contexto neoliberal. Agosto 2015

10 poemas en náhuatl y traducción al español.

Ensayo
HENRY DAVID THOREAU. WALDEN LA VIDA EN LOS BOSQUES
Traducción de JORGE LOBATO.(PDF)

Palabras vivas. Brigite Baptiste.El hombre y la naturaleza.


Ciencia ficción
10 grandes novelas a sobre medio ambiente. Luis Martínez Gonzales 

10 novelas que hablan de naturaleza, elEconomista.es, 05 de Enero de 2017

El escritor que amaba la naturaleza.ADN Cultura

Novelas ecológicas, Erase una vez.


El Día Mundial del Medio Ambiente y la literatura





Créditos de las ilustraciones
Rio snake, Ansel Adams, fotógrafo naturalista estadounidense
Monte Ventoux. Google imágenes
Tortuga en las Galápagos,  Sebastiao Salgado, fotógrafo ecologista brasileño.  
Árbol google imagen 
Árbol ,Beth Moon, fotógrafa ecologista norteamericana
Duna, Google imagen
La tierra vista desde el espacio, Nasa.