PÁGINA 10. Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras. 1/2 Post Plaza de las palabras






Plaza de las palabras, en su sección PÁG1NA  10 presenta un tercer ensayo sobre el tema Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras.  El primero de la serie fue  el del  chileno Cristián De Bravo Delorme, sobre El sentido de la imaginación en Wordsworth, el segundo La novela como naturaleza muerta, del ecuatoriano Javier Vásconez. El ensayo actual y último de la serie,  resume una visión menos especializada y más totalizante, de la literatura en general,   (novela, cuento y poesía), entendiendo por naturaleza un amplio espectro de posibilidades,  provenientes de diferentes fuentes, si bien generoso en su amplitud con el ámbito de la naturaleza. La PRIMERA PARTE,  inicia  la aventura,  desde el ascenso al Monte Ventoux, en la época medievalista de Francisco Petrarca y San Francisco de Asís con su Canto a las Criaturas, recorre algunas novelas  universales vinculadas a la naturaleza, el primer acápite Ensayo y poesía en la naturaleza, visita Walden de Henry David Thoreu, el segundo acápite, Ciencia ficción y naturaleza, viaja al futuro de la naturaleza, la SEGUNDA PARTE, con el tercer acápite dedicado a La naturaleza y la literatura latinoamericana. Emprende un remoto paseo desde la literatura prehispánica hasta atisbar diferentes obras latinoamericanas relacionadas con la naturaleza. Le sigue un último acápite, Ecocrítica y naturaleza, que recoge las tendencias actuales que relacionan a la literatura y la naturaleza. Cierra el  ensayo con A manera de epilogo. Lenguaje y naturaleza: cuatro interrogantes, que presenta diferentes visiones sobre  las palabras, el lenguaje y la naturaleza.


«Lo que más hay en la tierra es paisaje. Por mucho que falte
del resto, paisaje ha sobrado siempre, abundancia que sólo se explica por
milagro infatigable, porque el paisaje es sin duda anterior al hombre y, a
pesar de tanto existir, todavía no se ha acabado»
José Saramago


La diversidad de la vida hizo grandes nuestras historias y cuando aprendimos a contarla, la llamamos biodiversidad y cuando viajamos, nos dimos cuenta de que nuestra tierra era magnífica y que las historias que venían con ella, infinitas: llamáramos como llamáramos a las aves, al invocarlas y darles luz en nuestra memoria, miles de ellas acudieron a nuestros cantos, más que en ninguna otra parte del planeta, y así sucedió con las mariposas, las ranas, los peces, los murciélagos, profusos por todas partes, incontables como las hormigas, como las termitas, como los cucarrones y las abejas que cubrieron nuestra piel al caminar por la selva, chupando sal, confiando en esquivar nuestras manos letales, confiando en sus alas negras para pasar de un poro al otro en medio de tantas abejas. Desesperados, entendimos que hay ciertas horas del día en que no hay que caminar por la selva a menos que seamos abeja, sitios donde no hay que nadar a menos que seas tortuga, cuevas donde no hay que entrar a menos que seas un innombrable: porque en la revelación del mundo las palabras convocaron cosas de toda clase, aquellas que apenas habíamos visto de soslayo, las que salieron arrastrándose de los sueños y se fueron a vivir a las montañas



pero todo lo que salió del bosque
formaba parte de la historia
todo lo que murió en el camino
o tuvo un nombre pero resultaba
ya irreconocible incluso
lo que se desvaneció de la historia
finalmente día tras día
se estaba convirtiendo en la historia
de tal forma que cuando ya no haya
historia ésa será nuestra
historia y cuando ya no haya
bosque ése será nuestro bosque
W. S. Merwin en la última estrofa de su poema “Una historia”









Mario A. Membreno Cedillo


PRIMERA PARTE

Un  día de 1336, ocurrió un hecho quizá olvidado o marcado como  intrascendente por los contemporáneos, pero que es considerado como uno de las primeras manifestaciones del hombre moderno. Este hecho fue el ascenso del poeta  Francisco Petrarca al monte Ventoux, en la Provenza, sureste de Francia. Aquello región florida que decanto a Leonor de Aquitania, las cortes de amor y el canto de los trovadores; y que concreto en sus paisajes Cezanne, pintando incansablemente con tímidos amarillos y osados pincelazos verdes, el  Monte Saint Victore. Y retrocediendo en el tiempo aquella excursión de Petrarca al monte Ventoux. No es que no hubiera habido un escalada alguna montaña, ya lo había hecho Aníbal subiendo con su legión de paquidermos  los perineos o Moisés el monoteísta ascendiendo  al Monte Sinaí, para recibir las tablas. Pero el ascenso de Petrarca es diferente, es el ascenso por el puro placer de contemplación.

Sencillamente subir a la cima de un a montaña, y desde ahí contemplar parte del paisaje, imaginarse parte del mundo. Quizá sentir aquella pequeñez ante la montaña de la naturaleza. Curioso hecho, y peculiar que haya sido precisamente un poeta. Tildados más de bohemia, más  soñadores e   irreverentes.  La acción poética en movimiento: y   esa fue la primera experiencia, registrada de la experiencia naturalista. Nos imaginamos aquella sensación de espectacularidad, momento inédito del poeta, atisbando desde la cubre del Ventoux, un paisaje espacial, sintiendo contra su rostro un poco de las bocanadas  del universo. Aquella carga de lo sublime para usar un término de Kocis, y aquellas fronteras lejanas del cosmos.

Impresiones que han sido frecuentes y parecidas a las experimentadas por los viajeros cuando descubren un territorio nuevo, o la espectacularidad  del paisaje y profundidad de la geografía los abruma. Así como lo experimentado por Galileo cuando con un telescopio quería descifrar el paisaje sideral o los astronautas cuando descendieron por primera vez en la luna. Y sacamos ese hecho al ruedo porque tiene que ver mucho con la literatura y la naturaleza. Y aquí tenemos dos momentos del poeta, el primero el arrebato, por estar ante sus  ojos un a panorámica de lo inaccesible. Es el momento de la emoción, de lo turbador, una especie de revelación en ebullición. Un segundo momento, es la calma,  el paso a la contemplación y al amparo de una serie de sensaciones y recuerdos, que hacen que el poeta reflexione. Es el paso de lo poético a lo filosófico. En ese mano a mano,  pasamos a Petrarca  quien describe sus motivaciones:     

“Impulsado únicamente por el deseo de contemplar un lugar célebre por su altitud, hoy he escalado el monte más alto de esta región, que no sin motivo llaman Ventoso. Hace muchos años que estaba en mi ánimo emprender esta ascensión; de hecho, por ese destino que gobierna la vida de los hombres, he vivido –como ya sabes– en este lugar desde mi infancia y ese monte, visible desde cualquier sitio, ha estado casi siempre ante mis ojos. El impulso de hacer finalmente lo que cada día me proponía se apoderó de mí…,” (1)

En otro pasaje Petrarca narra su impresión desde las alturas. Está en un primer momento:

“Miré a mi alrededor: las nubes estaban bajo mis pies […]. Después dirigí mi mirada hacia Italia […]. Suspiré a la vista del cielo de Italia […]. Luego me volví hacia occidente. Mis ojos buscaron en vano los Pirineos, la frontera entre Francia y España […]; en cambio se veían con toda claridad la montañas de la provincia de Lyon a la derecha, y a la izquierda el Mediterráneo que baña Marsella y Aigues-Mortes. Aunque su distancia es considerable, nuestros ojos podían divisar el Ródano”. (2)

Luego en un tono reflexivo, esta en un segundo momento. Exclama: 

“¡Oh con cuánto empeño debemos esforzarnos, no en alcanzar un lugar más elevado en la tierra, sino en domeñar nuestros apetitos, incitados por impulsos terrenales!” (3).

Ya aquí a la par de Petrarca otro poeta venido de la naturaleza, San francisco de Asís, con su Cántico de las Creaturas. Abrió la mente no solo a la naturaleza, sino que preparó las bases de la mente moderna. Por supuesto este binomio, Petrarca y San Francisco, ambos italianos, pasarían a ser dos figuras notables, el primero como uno de los grandes poetas, que desembocaría en Dante Alighieri; y San Francisco, por haber empalmado una oración en el marco de la poesía, en que se funden fraternalmente, la naturaleza toda, la humanidad toda, y su creador. Un precursor del ecologismo integral.  Pasarían varios siglos para que estas corrientes pulsatorias de la civilización, pudieran rencontrarse con parte de esta  tradición naturalista de la apertura a las ciencia en el renacimiento y en la trascendental  en el romanticismo.  

El «Cántico de las Creaturas» (Canticus o Laudes Creaturarum), también conocido como «Cántico del Hermano Sol», es considerado uno de los primeros  textos poético escrito en lengua vernácula. El autor es Francisco de Asís y, posiblemente escrito pocos años, antes  de su muerte, que tuvo lugar en 1226. Aquí el Canto cósmico y total, en que rinde tributo a los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Y canta al cosmos;  el  cielo,  los astros: estrellas y sol, y luna. Y hermana a las criaturas de ese espacio, especie de Arca de Noé Planetaria  y a su creador. Todo desde la mirada humilde de un hombre que, entre otras cosas,  aspiraba hablar con los pajarillos. Antecedente de aquellos versos “Cuando veo un pájaro, no veo un pájaro, sino un espíritu” del poeta romántico ingles Shelly.   
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Canticus o Laudes Creaturarum

Altissimu, onnipotente, bon Signore,
tue so’ le laude, la gloria e l’honore et onne benedictione.


Ad te solo, Altissimo, se konfàno et nullu homo ène dignu te mentovare


Laudato sie, mi’ Signore, cum tucte le tue creature, spetialmente messor lo frate sole, lo qual’è iorno, et allumini noi per lui. Et elli



è bellu e radiante cum grande splendore, de te, Altissimo, porta significatione.



Laudato si’, mi’ Signore, per sora luna e le stelle, in celu l’ài formate clarite et pretiose et belle.


Laudato si’, mi’ Signore, per frate vento et per aere et nubilo et sereno et onne tempo, per lo quale a le tue creature dai sustentamento.



Laudato si’, mi’ Signore, per sor’aqua, la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta.



Laudato si’, mi Signore, per frate focu, per lo quale ennallumini la nocte, et ello è bello et iocundo et robustoso et forte.


Laudato si’, mi’ Signore, per sora nostra matre terra, la quale ne sustenta et governa, et produce diversi fructi con coloriti flori et herba.



Laudato si’, mi’ Signore, per quelli ke perdonano per lo tuo amore, et sostengo infirmitate et tribulatione.



Leati quelli ke 'l sosterrano in pace, ka da te, Altissimo, sirano incoronati.




Laudato si’ mi’ Signore per sora nostra morte corporale, da la quale nullu homo vivente pò skappare:



guai a cquelli ke morrano ne le peccata mortali; beati quelli ke trovarà ne le tue santissime voluntati, ka la morte secunda no 'l farrà male.




Laudate et benedicete mi’ Signore' et ringratiate
et serviateli cum grande humilitate
Cántico de las Creaturas (4 )

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.


Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.


Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.


Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.


Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.



Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.


Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.


Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.



Una vez, establecido un inicio, después de un gran salto en el tiempo, pasamos, siguiendo la línea de Petrarca al escritor  Javier Vásconez, quien afirma acerca de la novela:

“En la literatura subyace un miedo atroz a nuestra ilimitada capacidad de destrucción. En eso nos acercamos a los ecologistas —aquí está el lazo invisible—, ya que en muchos aspectos la literatura en sí misma constituye un amplio registro de nuestra violencia. ¿Todo gran poema no lleva implícito dentro de sí el terror obsesivo del acabamiento y contaminación del lenguaje? Me atrevo a decir que el miedo a la destrucción es uno de los grandes temas de la literatura. Muchas novelas, cuentos, poemas lo han abordado de distintos ángulos y construyen sus mejores momentos cuando se ocupan del terror del hombre frente a sí mismo y también frente a la naturaleza. Si uno va más allá de la trama argumental de algunas novelas de Dostoyevski, Melville, Conrad, Faulkner, Stevenson, Kafka o Joâo Gilberto Noll, por poner unos pocos ejemplos, ¿cómo no suponer que en ellas existe un miedo ancestral por la desaparición del hombre de la faz de la tierra? ¿Muchos de estos textos acaso no son una narración soslayada, sutil, una reflexión acerca de esta pesadilla? ¿No existe acaso un tipo de literatura que atestigua, festeja e incluso hace una crónica de este horror? (5)




Lo que identifica Vásconez en esas novelas, es ese lado oscuro de la naturaleza humana que atenta contra lo humano y la naturaleza. Esa vertiente es natural en la novelística, porque describe un fenómeno muy humano, y es y será siempre uno los  temas de la novelas. Pero si el hombre en su naturaleza maligna atenta contra el hombre, por qué no hacerlo contra  la naturaleza, y aquí es donde entra lo ecológico. Siempre habrá una semilla de destrucción, pero también de creación en el alma humana. La ecología y la naturaleza, se presentan como una posibilidad de rescatar lo mejor del hombre y la naturaleza. Aún en la tesis utilitaria e indisoluble que de la destrucción o muerte de uno es la muerte y destrucción del otro. Y aquí  algo pertinente a esa  tesis de la corriente subterránea que alimenta la novela.  Petrarca declara:

domeñar nuestros apetitos, incitados por impulsos terrenales”.

Nos habla de la naturaleza humana. Vásconez, dice  el poder destructor del hombre  contra la naturaleza. Y bajo esos rasgos se pueden seguir novelas que abordan esa temática. Sea Corazón en tinieblas de Joseph  Conrad, con su destrucción sistemática y caótica  del Congo Belga. O Moby Dick, de Henry Melville, ese marino aventurero  a la caza de ballenas, novela una precursora de la caza de ballenas y tiburones por la industria pesquera mundial. O esa veta marítima, fundado en su experiencia, igual que Conrad,  que volcó su oficio de marino en novelas marítimas, delas cuales, una de ellas se desarrolla en las islas Encantadas (de las Galápagos). Pero que también vio esa lucha gigantesca entre civilización y naturaleza, confrontándose en las entrañas de la selvática áfrica. Desde otra perspectiva, la forja del carácter y lo humano en las novelas naturalistas (6) de Jack London. El Llamado de la  Selva o Colmillo Blanco.  Siempre hay un alto en que esta corriente naturalista, irrumpe el lado oscuro,  y  se confunde con las pasiones y lo mas aberrante de la naturaleza humana .Y solo hay que estar ligeramente familiarizado con las grandes novelas de Willian Faulkner, retrato  de grandes dramas humanos y hasta clínicos,  pero todas encerradas en ese paisaje denso y de geografía asfixiante del Deep South.

Y es que en algunos autores la naturaleza no solo es un paisaje, sino un acompañante de la trama narrativa. Es imposible desentenderse de la geografía o paisajismo protagonista en algunas obras  porque el paisaje y la naturaleza siguen a los personajes como una sombra inclaudicable.  Y aquí nos encontramos, con una novela contemporánea, vista desde una  diferente alcurnia. Y vemos al escritor viajante, J. G. Sebald, a su manera  un heredero de los viajes del genovés Marco Polo. J.G.Sebald, escritor alemán, afincado en Inglaterra, quien en su novela  Los Anillos  de Saturno (1995), emprende un viaje a pie por el condado de Suffolk, en la costa este de Inglaterra, para llenar el vacío que se ha apoderado de su interior al haber finalizado un trabajo desgastante. A la vista de paisajes solitarios y pequeñas poblaciones costeras se topa con vestigios de un pasado que le remite a la totalidad del mundo, enmarcado en multitud de épocas, espacios y personajes diferentes. Sebald funde magistralmente la autobiografía con la descripción y argumentaciones históricas, introduce pasajes de la ciencia,  conjeturas y recuerdos entre la realidad y la ficción, en los que la civilización y la naturaleza se muestran en sus variedades más amplia. Doble vertiente porque saca elementos de la naturaleza de las reflexiones de otros pensadores y escritores. Es una novela tejida desde el frescor de la naturaleza, e interiorizada en las grandes reflexiones del hombre y la humanidad. Novela antropoecologica, pero también que bordea la ecohistoria. .

Aquí el párrafo inicial de la novela:

“En agosto de 1992, cuando la canícula se acercaba a su fin, emprendí un viaje a pie a través del condado de Suffolk, al este de Inglaterra, con la esperanza de poder huir del vacío que se estaba propagando en mí después de haber concluido un trabajo importante. Esta esperanza se cumplió hasta cierto punto, ya que raras veces me he sentido tan independiente como entonces, caminando horas y días enteros por las comarcas, en parte pobladas sólo escasamente, junto a la orilla del mar. Por otra parte, sin embargo, ahora me parece como si la antigua creencia de que determinadas enfermedades del espíritu y del cuerpo arraigan en nosotros bajo el signo de Sirio, preferentemente, tuviese justificación. En cualquier caso, en la época posterior me mantuvo ocupado tanto el recuerdo de la bella libertad de movimiento como también aquel del horror paralizante que varias veces me había asaltado contemplando las huellas de la destrucción, que, incluso en esta remota comarca, retrocedían a un pasado remoto. (7)

Y seleccionamos esta novela porque a primera vista podría no ser considerada una novela ecologista. Pero al igual que en el ascenso al Ventoux o las caminatas de Thoreu por Walden, es un peregrinaje. En donde con su imaginería, va tejiendo un mosaico, entremezclando  razonamientos, introduciendo personajes, y auxiliándose de la naturaleza. Donde la naturaleza sale a flote desde los resquicios de la trama, y subvierte el texto.      Si Wordsworth lo hacia , rodeados  de la serenidad que presta natura. La contemplación sobre la naturaleza humana, Sebald lo hace desde la naturaleza en movimiento, un flaneur naturalista,  cuya reflexión, más que contemplación, va  apropiándose y transformando en una mirada vigorosa y fresca,  sobre los retazos de la historia, auxiliado  de su capacidad imaginativa para desdoblar  personajes históricos desde la mirada de un insecto o el color verde del tallo de  una hoja.  Por ejemplo, leamoslo  imaginativamente:   

“Janine, la arena tuviera un papel tan importante en todas sus obras. La arena lo conquistaba todo. Constantemente, seguía Janine, pasaban ingentes nubes de polvo a través de sus sueños diurnos y nocturnos, y arremolinadas sobre las áridas llanuras del continente africano, corrían hacia el norte, sobre el Mediterráneo y sobre la península Ibérica, hasta que en algún momento caían, como cenizas de fuego, sobre el jardín de las Tullerías, sobre un arrabal de Ruán o sobre un pequeño pueblo de Normandía, penetrando en los intersticios más diminutos. Flaubert veía el Sahara entero, decía Janine, en un grano de arena oculto en el dobladillo de un vestido de invierno de Emma Bovary, y,según él, cada átomo pesaba tanto como la cordillera del Atlas. A menudo, al finalizar el día, conversábamos sobre la visión del mundo de Flaubert en el despacho de Janine, donde había una cantidad tal de apuntes de clase, cartas y escritos de todo tipo, que uno podía 
imaginarse estar en medio de una marea de papel. Con el paso del tiempo, encima del escritorio, originariamente punto de partida o lo que es lo mismo, punto de convergencia de la asombrosa proliferación de papel, había surgido un verdadero paisaje con montañas y valles, que entre tanto, como un glaciar cuando alcanza el mar, se rompía en sus bordes, formando sobre el suelo en derredor nuevos sedimentos, que a su vez se deslizaban imperceptiblemente hacia el centro de la habitación”. (8)

(…)
“Por eso no podemos escribir nuestra filosofía más que en pequeñas letras, en las abreviaturas y los taquigramas de la naturaleza transitoria, sobre los que únicamente asoma un destello de eternidad. Fiel a su propósito, Browne detalla los modelos recurrentes en una aparente multiplicidad de formas, por ejemplo, el denominado quincunx en su tratado sobre el jardín de Ciro, que se construye con los ángulos de un cuadrado regular y el punto en que coinciden sus diagonales. Por todas partes, en la materia viva y en la muerta, Browne descubre esta estructura, en ciertas formas cristalinas, en estrellas                                                                            
y erizos de mar, en la columna vertebral de los mamíferos, de los pájaros y en la espina dorsal de los peces, en la piel de varias especies de serpientes, en las huellas de los cuadrúpedos, en las configuraciones de los cuerpos de las orugas, mariposas, gusanos de
seda y mariposas nocturnas, en las raíces de los heléchos de agua, en las vainas de los girasoles y de los pinos de sombra, en el interior de los brotes de los robles o de los pecíolos de los equisetos, en las obras de arte de los humanos, en las pirámides egipcias
y en el mausoleo de Augusto así como en el jardín del rey Salomón equipado con granados y lilas blancas, como prescribía la ley. Es infinito todo lo que podría añadirse en este capítulo, dice Browne, y es infinito todo lo que podría mostrar la elegancia con que la mano de la naturaleza dibuja formas geométricas, pero —concluyendo su escrito con un hermoso giro— la constelación de las Híadas, la quincunx del cielo, ya se sumerge detrás del horizonte and so it is time to close the five ports of knowledge. We are unwilling to spin out our thoughts into the phantasmes of sleep, making cables of cobwebs and wildernesses of handsome groves”. (9)


Desde una óptica imaginativa, históricamente  bien documentada, Sebald va presentando retazos  a partir de la naturaleza, aunque los hechos naturales pertenezcan a  la literatura, la historia de la ciencia o la historia de los  monumentos, en ello hay una simiente de ecohistoria, utilizada como contenido discursivo. Y por eso es notable esa novela, porque hace brotar lo natural, de espacios que tradicionalmente no serian considerados como ecológicos. Pero también hay novelas en que la naturaleza aflora por los resquicios del discurso narrativo. Pero también hay novelas  que oscilan  en esa dicotomía de una naturaleza destructora, apocalíptica o una naturaleza bienaventurada.  El espectro es amplio y caben, muchas perspectivas, en la medida que se profundiza en el tema. Según los buenos saberes o el ingenio humano. En fin una novela como Don Quijote de la Mancha, no es más que los caracteres de dos personajes en un recorrido develando la sabiduría popular y descubriendo el  paisaje geográfico de  España.  Y sin animo de ser exhaustivo, porque el tema de literatura y naturaleza es amplio y muy ramificado. Mencionar  aunque desde una perspectiva somera, el  abordaje juvenil en las novelas de Kipling, especialmente El libro de la Selva, basado en relatos y leyendas de la india que le hicieron amar la naturaleza. En kipling se da ese binomio entre humanidad y animalidad, naturaleza y civilización, en que se debaten en el último momento, la ley de la selva y la ley del hombre.   También hay un cuento de Kipling muy conocido, El constructor de puentes,  en este cuento Kipling labora una metáfora del progreso, la construcción del  puente Koshi, de una milla y tres cuarto sobre el río Ganges. Los constructores son ingleses, pero los, cinco mil obreros son lugareños.  La construcción se ve detenida por una sobrenatural  y sorpresiva naturaleza, la aparición de una serie de animales y representaciones de las mitologías religiosas hindúes: monos, elefantes, loros, cocodrilos, antílopes, serpientes. En donde estos animales hablan, se expresan y se ponen a la altura de los hombres blancos.  Los  locales creen en el  espíritu del Ganges, al que llaman Madre Ganga, y respetan   esa tradición. En  esa vía, el puente del progreso, debe ser una vía en ambas direcciones. El progreso debe ser respetuoso no solo del entorno ambiental, sino  también de las creencias ancestrales de sus habitantes. En donde lo religiosos se funde con la naturaleza.

Desde otro punto de vista, en un entorno naturalista menos conflictivo y más cándido,   también recurren a la naturaleza Lewis Carrol en Alicia en el país de las maravillas y la fabula de El Principito, de Saint Exupery. En la que no es difícil encontrar la veta ecológica.  "Me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles”. Ambas obras  repletas de sabiduría, ingenio  e imaginación, en que los animales y la naturaleza se convierten en personajes, para revelarnos un mundo antidiluviano. Y más que de moralismos, ambas obras llenas de espiritualidad. El Principito bien lo pudo escribir, un monje monástico, encerrado en sus meditaciones sobre la naturaleza y el cosmos, o un monje budista pertrechado en la agilidad mental a quemarropa de la filosofía zen.  Un entorno más dramático pero dirigido a la naturaleza humana, pero por su entorno geográfico, es El Señor de las moscas  del escritor ingles y premio nobel, William Golding.  Doble candado, en que se debate la naturaleza de un grupo de niños, rodeados de las bondades y peligros de la naturaleza en una isla.  Un a vertiente más, es el de las  mitologías noveladas, por su entorno de seres de la naturaleza y animales, las obras de los autores ingleses  Las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis;  y a la par El Señor de los anillos de J.RTolkien. Pero ese campo figurado también describe una realidad insoslayable. En que  el tema de la naturaleza siempre ha venido y esta de la mano con el tema humano. El tema naturalista nunca ha sido nuevo, no lo inventaron los románticos ingleses, estos lo que hicieron es otorgarle su carta de ciudadanía.  Ya desde las mitologías, sea las clásicas o las autóctonas; los dioses  no solo son dioses, son también dioses de la luna, dioses del viento, dioses del fuego, dioses del agua, dioses de la montaña, dioses del mar. Las montañas están  asociadas a las divinidades, en casi todas las culturas. Y también como montañas  y valles,   donde habitan los dioses y la  poesía: Olimpo, Parnaso, Arcadia. Un paso más a  los albores del imperio, el   poeta latino Lucrecio explayo toda una tesis sobre la materia, que no es otra cosa, ya vestida y acicalada,  que la naturaleza. 





Poesía, ensayo  y naturaleza

Pero el tema naturalista no se acaba con la novela, hay también una vertiente subterránea pastoril, que va a la a par  de los poemas contemplativos de la naturaleza en Wordworth, y que salpica a poetas tan diversos como Luis Cernuda, Robert Frost o García Lorca o Walt Whitman o Pablo Neruda. Y dando un salto de la poesía al ensayo como expresión naturalista, un acercamiento al destino filosófico y  sagrada intimidad con lo natural, en los paseos de Henry Thoreu, por su experimento ambientalista: Walden. La experiencia social naturalista de Thoreu, se afinco en nueva Inglaterra,  en un bosque cercano a la laguna de Walden, a cinco millas de Concord que era un pueblo con apenas cinco mil habitantes. Thoreu construyo su propia cabaña y se paso dos años (1947-1949), viviendo ahí. De su vivencias y preocupaciones nació su deseo de escribirlas y dio lugar  a su ensayo Walden (1854).Una breve obra en que mezcla sus apuntes como especie de diario, salpicado de reflexiones naturalistas pero también filosóficas, sobre la naturaleza y la vida. No lejano en intención son dos obras más, que es necesario mencionar, una El Paseo de Walser, si bien, el arte de caminar como tranquila reflexión en movimiento, es un espejo de la caminata por un bosque. Walser introduce la naturaleza en lo urbano. Otra obra, por símil, pero muy tocaya de la experiencia naturalista, es la  novela ya comentada y citada en este post, Los anillos de Saturno, del escritor alemán, G.J Sebald. Pariente cercano en el peregrinaje en común, es  la novela Montaña del alma, del escritor chino nacionalizado francés, y premio nobel, Gao Xingjian en que los personajes son “Yo” y “Tu”, el “yo” es el protagonista y el “tu” es su alter ego, personaje que decide hacer un recorrido por la china rural,  el viaje comienza en los bosques de Sichuan  y continúa a lo largo del río Yangtze, hacia la costa. El recorrido es una búsqueda por  Lingshan (La Montaña del Alma). El viaje, paseo o caminata, son otras  maneras de escalar  el monte Ventoux.    

De regreso a Thoreu, nos dice: 

“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una ampliar inglera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida. Porque me parece que la mayoría de los hombres se hallan en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es del diablo o de Dios, y han deducido apresurada menteque la principal finalidad del hombre aquí es “glorificar a Dios” y gozar de él en la eternidad”. Walden (10)


En cuanto al poeta, más cercano por “naturaleza” a la naturaleza, “Se ha dicho sin exagerar que la internalización de estos paisajes ha permitido que el concepto de naturaleza y la conciencia del poeta “entren en una relación nunca antes vista del advenimiento del Romanticismo” (Bloom). Es el peso de verse arrojados, como dirá Sartre un siglo después, lo que hará que estos artistas, en conflicto con su propia conciencia, deambulen en solitario buscándose a sí mismos. No sorprende entonces que los grandes poemas, a partir de los románticos, sean deliberados testimonios líricos de una travesía o de un viaje por los recovecos de un bosque o una montaña para ilustrar el grado de su desesperación. Ejemplos hay no pocos. Ahí están The Prelude, la monumental autobiografía en verso del propio Wordsworth, The Rime of The Ancyent Marinere de Coleridge, Le bateau ivre de Rimbaud, Leaves of Grass de Whitman o Las alturas de Machu Picchu de Neruda. (11). Sin embargo, esa desesperación, no es en el sentido de agotamiento, y esta mas fundado en un  anhelo vehemente por encontrar algo en el bosque._lo trascendental. 

Hay que señalar que la poesía aún en sus diferentes vertientes, es muy afín en sus orígenes a la naturaleza, solo hay que recordar la poesía pastoril o la poesía bucólica, ambientada en el campo. Y las fuentes de la poesía inglesa reseñadas en los bosques celtas. Vale aquella observación de Paul De Man sobre la poesía pastoril, “Que es pues la convención pastoril, sino la eterna separación entre el espíritu (creador), que distingue, niega, aligera; y la primitiva sencillez de todo la natural”. Un hallazgo que viene desde los griegos, Freud, y de los poetas románticos como Wordsworth, Keats, Shelley”.   

Citando unos versos  de Marvell, Paul de Mann, asevera que una buena parte de la poesía esta basada en este origen versos  que cree encontrar una fuente de la convención pastoril y de la poesía misma. 

Versos de Marvell:

La mente, ese océano en donde toda especie/Encuentra en el acto su propia semblanza, /Crea, sin embargo, trascendiendo ésta, /  Muy otros mundos, y otros mares, /Y reduce toda cosa creada/A un verde pensamiento en un bosque verde. (12)

 Y en este intersticio ponemos un hermoso poema de Neruda, un poeta que supo confraternizar con la naturaleza y que hizo de ella  un instrumento saludable y vigoroso de su arte poética.

La Araucaria

TODO el invierno, toda la batalla,
todos los nidos del mojado hierro,
en tu firmeza atravesada de aire,
en tu ciudad silvestre se levantan.

La cárcel renegada de las piedras,
los hilos sumergidos de la espina,
hacen de tu alambrada cabellera
un pabellón de sombras minerales.

Llanto erizado, eternidad del agua,
monte de escamas, rayo de herraduras,
tu atormentada casa se construye
con pétalos de pura geología.

El alto invierno besa tu armadura
y te cubre de labios destruidos:
la primavera de violento aroma
rompe su sed en tu implacable estatua:
y el grave otoño espera inútilmente
derramar oro en tu estatura verde. (13)



Finalmente introducimos un párrafo del ensayista  Cristián  De Bravo Delorme porque refleja bien que   la simbiosis que debe haber  entre poesía y naturaleza. Esa vinculación en que arroja al poeta de una especie de intermediación , y en que descubre que su naturaleza está reflejada en la naturaleza, y lo hace en el acto de poetizar. Pero no solo poetizar al descubrir la naturaleza, el poeta se descubre a si mismo, y aunque no gana en certeza sobre la vastedad del mundo, siente que la naturaleza le ayuda ha establecer las coordenadas del mundo de la vida, ha encontrado en la naturaleza una filiación eterna.:el eterno regreso al homeland.   Dice el De Bravo Delorme:   

Puede decirse que es originaria la vida que se repite poéticamente porque el poeta no ha abandonado la guía de la naturaleza, pues "de ella recibe / aquella fuerza por la cual busca él la verdad, / desde ella aquella feliz calma de la mente / que la ajusta a recibirla aun sin buscarla" (Wordsworth 1995a 877; todas las traducciones son propias). En la vida orientada por la naturaleza el poeta reconoce la originaria vinculación de la existencia con el mundo. Asimismo, es cierto que la ciudad se presenta con un poder opresor, pues en ella la vida permanece regularmente derrumbada por sentimientos mezclados. En la ciudad el "hombre verdaderamente está solo / [...] cuyos ojos están condenados / a sostener un comercio vacío día a día / con motivos carentes de vida / [...] Y la vecindad más sirve para dividir que para unir" (Wordsworth 1977 89). Si el poeta, al repetir poéticamente su vida en el poema, ha llegado a sentir aquel ánimo por cuya apertura la verdad está siempre presente, no significa que, por haber adquirido mayores conocimientos sobre las cosas, haya logrado un seguro bienestar en el mundo. El ánimo fundamental que se abre naturalmente por medio del vivir poético, y que a su vez puede ser repetido poéticamente en el poema, permanece, sin embargo, incierto. Debemos tener presente esto, que el ánimo fundamental del poeta no se encuentra asegurado, pues se sabe finito (cf. De Man 49 y ss.). Pero porque ha nacido abiertamente al mundo bajo la orientación de la naturaleza y ha mantenido esta referencia de manera esencial a través de los grandes sentimientos, en suma, porque el poeta ha llegado a ser, de manera más profunda, el vínculo con las cosas, puede recrear y volver a sentir sus primeros años por el poder mismo que le dio la naturaleza. En ese sentido dice Wordsworth: "De ahí que el Genio del poeta / pueda osadamente tomar su camino / entre los hombres, donde Natura lo / guíe; que haya él estado junto a Natura / desde antaño y que siempre lo esté" (1995a 882). (14)





Ciencia ficción y naturaleza

El escritor Javier Vásconez, se preguntaba al inicio de su ensayo, La naturaleza muerta en la novela, como se podría vivir en un mundo sin naturaleza. Apelaba a nuestra imaginación “Imaginemos un mundo sin animales ni plantas ni árboles ni ríos ni lagos ni mares ni volcanes, solo nos quedaría la posibilidad del horror, de la desolación, del desamparo, del desconcierto. (15) Las mejores respuestas las ha brindado la ciencia ficción.  Hay por ahí una novela de julio Verne, poco conocida y no tan popular como otras de sus novelas. Citando, “En 1879, en Los quinientos millones de la Begún, Julio Verne describió así las cercanías de una ciudad industrial:

Los caminos, pavimentados de cenizas y de coque se enrollan a los flancos de las montañas. Bajo los macizos de hierbas amarillentas, montoncitos de escorias, refulgentes con todos los colores del prisma, brillan como ojos de basilisco. Aquí y allá, antiguos pozos de mina abandonados, resquebrajados por las lluvias, desfigurados por las zarzas, abren sus grandes bocas -abismos sin fondo- semejantes a cráteres de volcanes extintos. El aire está cargado de humo, y pesa como un manto sobre la tierra. Ni un pájaro lo atraviesa; los mismos insectos parecen huirle, y el hombre no recuerda haber visto ninguna mariposa. (16)

La visión de Julio Verne, muy cercana a los descubrimientos de las tecnologías, pero también de la geografía mental de la humanidad. En que la aventura también se vuelve una proyección al futuro,  que adivina y advierte, un mundo en que la vida natural parece haber desaparecido o huye en estampida.

En otro de los híbridos de ciencia ficción, tan cercano a al impulso naturalista pero también a las distopias El novelista Cris Howard, en El constructor de arboles, (17)  describe  un mundo en que ya no hay arboles. El personaje, es un joven de 17 años, que se dedica a fabricar arboles de la chatarra, y quien nunca ha visto uno, porque los arboles desaparecieron de la faz de la tierra hace 100 años,  pero como los canteros medievalistas, aprendió el oficio por tradición familiar. 

En un mundo agotado en que ya no hay vegetación y pende de solo un hilo, por el poderío de la memoria, transformada en un paisaje mítico.  Donde la dieta  básica es el  maíz transgénico, y las langostas se han convertido en una plaga que asola  a todas las especies y formas de vida. Pero todavía subsiste un remanente consumista, en que elementos de la naturaleza se han cosificado, en ese mundo es necesario aunque sea desde lo artificial crear un mundo espejo, yen que se reflejan  solo un remanente pálido de las formas originales. La construcción de arboles es un oficio, así como construir catedrales góticas en  el medio evo . El constructor es Banyan quien trabaja  para quien puede pagar un árbol artificial,

En  otro impulso de la ciencia ficción, Ray  Bradbury nos traslada al futuro, en su cuento La mañana verde, de su libro de relatos  Crónicas marcianas. En ese relato   un colonizador de Marte sueña con ver un planeta verde. Se toma como quijotada hace su trabajo durante un mes. Parecería un sueño o una especie de trabajó hercúleo, pero con las características climáticos de Marte, alcanza a ver una mañana verde. Aquí Bradbury,  Literalmente , “Nos trasladó al futuro para que nos percatemos del presente. Nos reflejó en un espejo, y nos miramos a nosotros mismos, colonizando Marte.”

“Su nombre era Benjamin Driscoll, tenía treinta y un años. Y lo que él deseaba era que Marte creciera verde y alto con árboles y follajes, produciendo aire, mucho aire, aire que aumentaría con cada temporada; árboles que refrescarían las ciudades abrasadas por el verano, árboles que pararían los vientos del invierno. Hay muchas cosas que un árbol podía hacer: dar color, proporcionar sombra, soltar frutas, o convertirse en parque de juegos para los niños; un amplio universo aéreo de escalas y columpios, una arquitectura de alimento y de placer, eso era un árbol. Pero los árboles, ante todo, destilaban un aire helado para los pulmones y un gentil susurro para los oídos, cuando uno está acostado de noche en lechos de nieve y el sonido invita dulcemente a dormir”. De Crónicas Marcianas, 1950 (18)


 Pero  no solo en el cuento, la novela de ciencia ficción también  ha abordado a sus anchas  el tema del medio ambiente, sobre todo desde las distopias. Aquí presentamos una muestra apretada de novelas, pero no exhaustiva, en  que se encuentra la ecología y la ciencia ficción. (19) ‘Dune: notable obra del norteamericano Frank Herbert , en que pinta un planeta  desértico, y deriva hacia una conciencia ecológica de protección  del medio ambiente.  ‘El rebaño ciego’: probablemente la mejor novela del inglés John Brun, conforma la llamada ‘Trilogía del Desastre’ junto a ‘Todos sobre Zanzíbar’ y ‘Órbita inestable’. Anclada en una visión tremendista del planeta sobro la polución. ‘Cenital’: también los escritores españoles se han ocupado del medio ambiente y esta novela de Emilio Bueso (Castellón, 1974) es buen ejemplo de ello. Aborda el tema del agotamiento por el petróleo y sin energías verdes  ‘El quinto día’: del germano Frank Schätzing (Colonia, 1957). En que un par de hombres, uno un científico y el otro un aborigen, conviven  ante la posibilidad de  descubrir una catástrofe ambiental.   ‘El año del diluvio’: novela de la canadiense Margaret Atwood (Ottawa, 1939) ‘Senderos de libertad’: relato de Javier Moro (Madrid, 1955), sobre la vida del ambientalista  brasileño Chico Mendes, asesinado por su lucha contra quienes explotan la amazonia.  ‘La sequía’: obra de uno de los más grandes escritores ecologistas: James Graham Ballard (Shanghái, 1930-2009). Sencillamente no llueve.  ‘La chica mecánica’: relato del norteamericano Paolo Bacigalupi (Colorado Springs, 1972). La carretera’: mítica obra del también norteamericano Cormac McCarthy ( ‘Estado de miedo’: relato de Michael Crichton (Chicago, 1942-2008), autor de la popular ‘Parque Jurásico’ y considerado el creador del “thriller” tecnológico. Aborda el tema del ecoterrorismo. Entre otros ejemplos de ciencia ficción post apocalíptica orientada hacia las catástrofes ecológicas, y en particular el agotamiento de los combustibles fósiles y del agua potable, también se puede mencionar Always Coming Home (1985), de la polifacética Ursula K. Le Guin, sobre en la línea de una ecología antropológica, narra las vicisitudes de un pequeño grupo de sobrevivientes a una catástrofe ecológica.

Un buen compendio, en ese sentido, de problemas medioambientales inventariados desde la literatura es la novela Libertad (2010), de Jonathan Franzen, y también cabe mencionar  Solar (2010), de Ian McEwan, que se centra en el problema energético y desarrolla varías ideas interesantes sobre la producción energía solar. Otras novelas con tema ambientales y de la naturaleza: Jonathan Bate, en su libro The Song of the Earth,  Historia de las abejas, Maja Lunde, El bosque infinito, Annie Proulx. La frontera del lobo, Sarah Hall , Ernest Thompson Seton. Lobo: el rey de Currumpaw (Lobo, the King of Currumpaw, 1898). El hombre que plantaba árboles, hermosa fábula del escritor francés  Jean Giono 1953,  La tierra de Ana, del novelista sueco,  Jostein Gaarder, además  de escritor, perspicaz ambientalista, quien se hizo famoso por su novela El mundo de Sofía. Far Tortuga, Peter Matthiessen, El mar en llamas, Alberto Vázquez-Figueroa, Fábrica de árboles, Miguel Giralanz, Clumatha, Anna Bolena Meléndez,  El vuelo del colibrí, Michael Nicoll Yahgulanaas. Llorad por nuestro futuro –antología no euclidiana (1978), del español Domingo Santos  Make Room! Make Room! –¡Hagan sitio!, ¡Hagan sitio!–, la novela de Harry Harrison publicada en 1966.



Notas bibliográficas

1. Montaña y tradición, Subida al Monte Ventoso, Francesco Petrarca, 12 DE SEPTIEMBRE DE 2011

2. Descubriendo colores, La ascensión al monte Ventoux, sábado, 26 de octubre de 2013
3. Ob…Cit. Montaña y tradición,
4. El testigo fiel. El cantico de las criaturas de San Francisco de Asis. Traducciones de El Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, por Lic. Abel Della. Quien tomo el texto castellano lo he tomado del sitio franciscano www.franciscanos.org, donde reproducen también la versión litúrgica. Y el texto italiano lo ha tomado de la Wikipedia en italiano.
5. Javier Vásconez, La novela como naturaleza muerta. Literatura y medio ambiente. Revista El Clarin, 25 septiembre 2008
6 Y aquí usamos el término naturalismo, en su más pura acepción: descripción de la naturaleza como ambiente de la novela. La rusticidad el paisaje agreste, el clima, los animales salvajes. Y no en el término de movimiento literario, tipo el naturalismo en el  enfoque de  Emile Zola con sus novelas naturalistas.
7. J.G.Sebald,  Los anillos de Saturno. Pagina 4.
8.Idem…Ob..Cit. J.G.Sebald, p.8
9. Idem…Ob...Cit. J.G.Sebald,  p.16
10. HENRY DAVID THOREAU. WALDEN. LA VIDA EN LOS BOSQUE. Traducción de JORGE LOBATO, paginas  17,18
11. Dos elementos hay en los párrafos Carlos Oliva Vega* La subversiva presencia de la naturaleza en la poesía. Rufián Revista N°23 - Naturaleza y sociedad, 24 agosto, 2015
12. “Que es pues la convención pastoril, sino la eterna separación entre el espíritu (creador), que distingue, niega, aligera; y la primitiva sencillez de todo la natural”. Luis Cernuda. Antología poética. Selección e introducción Philip W. Silver, Alianza Editorial, 2000, pagina 9,10.
13.  VALENTINA PIZARRO. El lado verde de Pablo Neruda. Veo verde 12/07/14
14. Cristian De Bravo Delorme, El sentido de imaginación en Wordsworth. Ideas y valores, revistas.unal.edu.co. BIBLIOTECA DIGITAL  Volumen 62, Número 153, p. 157-178, 2013. ISSN electrónico 2011-3668. ISSN impreso 0120-0062.
15. Javier Vásconez, Obr.,…Cit.
16. Julio Verne. ehusfera. Cine, Literatura, y medio ambiente. *Edición del Círculo de Lectores. Barcelona. 195 pp. 1993. (p. 55.). Noviembre 2nd, 2007

17. El constructor de árboles - Chris Howard/RESEÑA), En adivina quién lee,  lunes, 15 de abril de 2013

18. El blog de CEE.  Ray Bradbury, La mañana verde, lunes, 22 de agosto de 2016
19. El listado de obras relacionadas con ciencia ficción y naturaleza, es armado  de diversas fuentes, señalamos algunas de las principales fuentes, en que se puede abordar con mas detalle algunas de estas novelas. Por supuesto el listado no pretende ser exhaustivo ni total, solo brinda una línea de base sobre novelas ecológicas. Luis Martínez Gonzales, 10 grandes novelas sobre el medio ambiente, 11 marzo 2016 10 novelas que hablan de naturaleza. 05 de Enero de 1Elconomista.es . Futuro imperfecto Ciencia ficción y recursos naturales. Marzo 20, 2013.Novelas ecológicas Erase una vez.


Enlaces

Poesía
La subversiva presencia de la naturaleza en la poesía. Rufián Revista N°23 - Naturaleza y sociedad. Dinámicas de poder en un contexto neoliberal. Agosto 2015

10 poemas en náhuatl y traducción al español.

Ensayo
HENRY DAVID THOREAU. WALDEN LA VIDA EN LOS BOSQUES
Traducción de JORGE LOBATO.(PDF)

Palabras vivas. Brigite Baptiste.El hombre y la naturaleza.


Ciencia ficción
10 grandes novelas a sobre medio ambiente. Luis Martínez Gonzales 

10 novelas que hablan de naturaleza, elEconomista.es, 05 de Enero de 2017

El escritor que amaba la naturaleza.ADN Cultura

Novelas ecológicas, Erase una vez.


El Día Mundial del Medio Ambiente y la literatura





Créditos de las ilustraciones
Rio snake, Ansel Adams, fotógrafo naturalista estadounidense
Monte Ventoux. Google imágenes
Tortuga en las Galápagos,  Sebastiao Salgado, fotógrafo ecologista brasileño.  
Árbol google imagen 
Árbol ,Beth Moon, fotógrafa ecologista norteamericana
Duna, Google imagen
La tierra vista desde el espacio, Nasa.