Plaza de las palabras en su sección Cuentos
presenta a Carlo Emilio Gadda
(1893–1973), escritor italiano que con una formación de ingeniero, llego a
ser novelista, ensayista y cuentista.
Carlos Emilio Gadda fue uno de los renovadores de la narrativa italiana, gran conocedor del lenguaje,
incorpora dialectos romano y lombardo. Además un gran crítico de la sociedad de
su tiempo. Escritor rupturista, «El Joyce italiano que cita Italo Calvino en
sus Seis propuestas para el próximo milenio, como ejemplo supremo de
multiplicidad. » (1)
«Tuvo una buena formación. Participó en la Primera gran Guerra en el
norte de Italia: Giornale di guerra e di prigionia. Comenzó a escribir en la
década de 1930 con un estilo despojado de sentimentalismo y una fuerte
presencia de análisis psicológico y sociológico. Sus primeros trabajos fueron
recopilados en 1955 bajo el título de Los sueños y el fulgor. En 1957 se
publicó su obra más famosa Quer pasticciaccio brutto de via Merulana en la que
utiliza un lenguaje denominado Pastiche, por la manera de mezclar jergas, tres
dialectos romanos, palabras extranjeras, alusiones clásicas y parodias. Todo
ello con una estructura de novela policiaca. Poco después el cineasta y actor
Pietro Germi, dirigió e interpretó una adaptación al cine de El zafarrancho
aquel de Vía Merulana, en un estupendo policiaco: Un maldito embrollo (Un
maledetto imbroglio, 1959), bastante fiel al original y clásico del cine
italiano y europeo. Luego, destacaría con su novela El conocimiento del dolor.
Es uno de los más importantes y originales escritores italianos y uno de los
mayores novelistas vanguardistas del siglo XX, junto a nombres como Kafka,
Joyce, Faulkner, Gombrowicz o Cortázar.» (2)
«Como la mayoría de romanos, hubo un hombre que comía
helado en la Plaza Navona y se perdía en los Cuatro continentes de la fuente de
Bernini. Sus volutas y contrastes, su amplitud ciceroniana, lo arrastraban a
sus fondas e iglesias, a sus voces y dialectos, a sus palacios barrocos. Su
mirada penetra el lugar donde su dimensión es la misma de aquel hombre, y donde
su esperanza, pasión y frustración resuenan con naturalidad. Pero el arabesco,
el movimiento, la brusca noche o la torsión flavia de una superficie, la
acumulación de estratos calcáreos que rezuma el agua, donde el color no ha sido
aplicado sino surge de lo profundo, son la materia misma. Esta materia, este
hombre es Carlo Emilio Gadda. Y no era romano, era un milanés, para muchos el
gran autor italiano del siglo XX.» (3)
«También sabemos que Gadda tenía maneras exquisitas y
anacrónicas, sin desdeñar lo puntilloso. Sabemos que escribía cartas con la
fulgente pereza del genio. Y que como un demiurgo de arrabal, cartografió el
chisme y la tragedia, pareció saberlo todo con inspirado desvarío. Lo cierto es
que su omnívora y lejana presencia, su propensión a la autofagia, lo hacían
trabajar con tenacidad. Era una especie de Funes cuya prosa son notas de pie de
una oscura obra maestra, en una lengua amnésica. De tal manera quiso ser el
mundo: modulaciones y tonos, falsetes y dialectos, pensamientos, sueños y
sensaciones. Su avidez cognitiva llega a decir que “conocer es insertar algo en
lo real, y por lo tanto deformar lo real”. Incluso en “Una visita médica”
arremete contra todos los pronombres y dice “¡El yo, el yo… ¡El más asqueroso
de los pronombres!».(4)
«Por otra parte el argumento de Emparejamientos
juiciosos cifra el reverso de Gadda. Así escribe sobre los bienes: “Ellos
corrían el riesgo, en cada nuevo emparejamiento de herederos, subherederos y herederos
probables, de disminuir un poco a la vez, de desmigajarse y de dispersarse, de
desvanecerse, en suma, como espuma evaporada de las Marmore, en las divisiones
y subdivisiones y desmenuzamientos infinitos, a lo largo de toda una ebullición
de pequeñas cascadas sucesorias”. Esto es: el autor es la prefiguración del
suceso que cambia hasta ser predisposición histórica. Su obra es un alma que se
le atribuye al sistema de fuerzas y probabilidades que circunda a todo sistema,
a toda humana criatura, y que solemos llamar “destino”». (5)
El cuento : Las cenizas del
pasado (La cenere delle battaglie) (1951)
«La cenere delle battaglie" (1951) Gadda si cala nei panni di
Prosdocimo, vecchio pazzo che conduce una vita solitaria e bizzarra crudamente
rimproveratagli dal saggio ex compagno di scuola, Eucarpio. Prosdocimo-Gadda,
definito dall'amico un "anomalo psichico", è ammalato di stomaco, non
ha voluto prender moglie, ha rinunciato a un "impiego redditizio, e molto
serio" (quello di ingegnere) per occuparsi di "quisquiglie" (la
letteratura), gode della "disistima" dei vicini di casa. Nel gustoso
autoritratto non mancano malinconici accenni alla guerra, né la caricatura
delle forme di superstizione dell'autore e del suo sacro terrore del matrimonio».(6)
Comentario crítico,
traducción y notas por Plaza de las palabras
Las reminiscencias del porvenir
El cuento La
cenere delle battaglie, es un cuento típico y conocido de C. E. Gadda, un
cuento representativo de su cuentistica; en tanto, usa un lenguaje culto, a veces con
cierta erudición que rebota lo mismo de
la ciencia que a la historia o asalta a la misma literatura, pero también combinado con lenguaje popular.
Conocedor profundo de la lengua y observador de varios usos dialectales
regionales. Recurre a un estado gris, especie de limbo pensativo y desenterrado, desde un pasado ficcional, histórico y
realista, que se mueve y habla entre el
humor y la ironía, aunque nunca deja
atrás a la ternura. Y otras veces también destaca su posición antifascista,
pero el cuento va mucho más allá, ya que recrea una un paisaje de época, un
archipiélago de amistades escolares, una religiosa devoción familiar:
con paisajes salpicados de bombardeos, casas con goteras, barricadas de nieve. Hay dos personajes Eucarpio, perfecto ejemplo
del hombre de familia, triunfador y
adinerado y Prosdocimo, perfecto ejemplo
del fracasado, escritor, vividor,
extremista solitario. Ambos herederos de su propio código genético y de sus
propias circunstancias, sobrevivientes
de una guerra mundial y de su colaterales arrestos sicológicos. Binomio del
hombre de éxito y del hombre fracasado. Representa dos facetas distintas, quizá
ambos son una combinación de estira y afloja del alter ego del propio C. E. Gadda.
O una especie de dios Jano. En que Eucarpio es la conciencia de Prosdocimo. No
obstante, como en muchos de los cuentos de C. E. Gadda irrumpen sutilezas en
que a veces dice muchas cosas con una
sola palabra. O justo de una imagen pueden derivarse otras connotaciones. Cada
lector encontrara su propia versión del relato. En este cuento con una textura
variopinta enterrada por varias capas afectivas y de la memoria, relato de
profunda perspicacia sicológica, y un simbolismo lleno de acuciosas imágenes,
palabras bicornes y excéntricos estados mentales, acompañado de un fondo
siempre en movimiento de improvistas y recurrentes rarezas que no son más que
las cenizas de batallas pasadas o reminiscencias a cuenta gotas de un lejano
provenir.
Versión en español por plaza de las palabras
Las cenizas de la batalla (La
cenere delle battaglie)
2904
palabras
Carlo Emilio Gadda
Eucarpio Vanzaghi, hombre probo y serio, dirigía como
gerente una industria. No era un commendatore.
(1)
Gozaba de la fama de un sicólogo;
es decir, alguien que sabe leer dentro del corazón de la gente, hombres
o mujeres, jóvenes o viejos. Arios o no arios.
Su trabajo lo absorbía, sin embargo, siempre era fino, cuando se daba el caso, de obrar por los demás.
Por demás, en Eucarpio, la agudeza sicológica y la seguridad de juicio, siempre
iba acompañada de la bondad. Tenía cincuenta y cinco años y un reloj de oro de
pulsera. Su negocio lo mantenía,
frecuentemente, en viajes por tren. Entonces, el consultaba su reloj más que
nunca. El había estudiado, trabajado duro, perseverado, «había batallado», como solía decirlo, para
si mismo y para sus hijas. Él tenia una esposa y tres hijas. Las tres muy bien
educadas y muy bien constituidas. En su casa, además de sus usuales servicios,
había un teléfono, una radio, agua caliente, carpetas y alfombras de Monza. Su
familia y su trabajo, le habían procurado la «satisfacción» mas alta, el mas
saludable disfrute por vivir. Él nunca había estado excesivamente preocupado, si
una hija se rompía una pierna esquiando, o si tenía que gastar unas cuantas
miles de liras para tuturearlos en matemáticas. Él podía holgadamente afrontar
esos gastos. Él era un convencido partidario de las profilaxis preventivas
modernas. Él se había hecho remover su apéndice. Y ofreció pagar la operación a sus tres
hermanas: Juana, Ema y Teresa, como
presente de navidad. En 1936, 1937 y 1938. El asunto había estado de moda por los años 20s. Pero las personas de
juicio, consideraban la moda con cierta ponderación: durante ese intervalo esa
moda podría sufrir un cambio como una veleta.
De hecho Zacchi, el cirujano, había extirpado de las tres hermanas tres
magníficos apéndices. En la clínica Buscaretti, todo mundo había felicitado a
las tres pacientes por la belleza y
rosada frescura de los tres apéndices extraidos (la extensión de un pequeño
dedo) y de la rápida sanación de la cicatriz. Gente saludable, la familia
Vanzaghi, de la vieja casta y de lo mejor. Zacchi había estado satisfecho
consigo mismo. No obstante la esposa de Eucarpio, la señora Josefina, había
rechazado el presente:
«Puedes abrir toda una panza. No siento necesidad de
eso».
Eucarpio vivía en una ciudad industrial donde el
espectáculo de la laboriosidad común y alegre, estimulaba a trabajar y
confortaba para vivir. Después de su esposa y sus tres hijas ,
quienes eran las personas más cercanas a su corazón. Eran sus hermanas, sus
cuñados, sus primos. Sus sobrinos y sus nietos.Todos descendientes de su gran
abuelo, los esposos y esposas de sus primos. El viejo Bettoni, astuto y
sonriente, con la barbilla puntiaguda de una befana (2), ingeniero que se había casado en segundas nupcias con una
prima muy madura en tercer grado de Eucarpio. De pronto ella entro al círculo
de lo más amados de Eucarpio. En fin, para sus ex compañeros de escuela,
Eucarpio tenia una especie de culto !Lo recordaban ellos. Quizás! Los años de
juventud cuando el mundo del canto del
gallo, era un amanecer infinito. Ellos le recordaban junto con algunas vejaciones.
La Belleza y la Felicidad, de aquellos años en que las muchachas se
volvían a verlo pasar en su derechura, su elegante cuello de 17
años, un tanto rígido, otro tanto cónico, y elevado como una torrre, así como
el rígido y almidonado coello del Poeta. (3)
Arbitro, entonces, de toda una almidonada elegancia.
Eucarpio ignoraba el mortificante cinismo, que
abandona a la soledad del corazón. Y
conduce desesperados a la muerte. Lo ignoraba porque el quería
ignorarlo, ciertos gastados dichos, o proverbios, tales como los parenti serpenti o los amici nemici. (4) En cambio seguía fiel a sus amigos, un hermano para sus primos,
un amor con sus tías, devoto de sus hermanas: Juana, Ema, Teresa. El habría hecho cualquier cosa
como partir en pedacitos su corazón y
dárselo a cada uno de sus amigos y amigas de sus tiempos de escuela. Este amor, este culto, esta conectado al
culto básico que cada uno tiene de si mismo. En consecuencia atado a la indestructible
estructura del Yo y del Yo emocional. A través de la cual nos sentimos
radicados en nuestra propia cepa. Atados por los sacros límites de nuestra
común madre, la ciudad, la gente, la casa, la patria, o el encantador
campanario de Cormano dos metros más largo que el de Brusuglio. Con nuestros compañeros de escuela, primos, y aun
cuñados, todos gotas de la misma sangre. Ciertamente, un motivado e inconsciente orgullo, el así llamado respecto
de si mismo, que se ha endurecido y
que anda y manda por el mundo con la cabeza erguida. y que resultaba no solo
inaceptable sino también impensable para Eucarpio Vanzaghi. Un juicio negativo sobre sus primos o uno en
cualquier modo haciendo reserva a sus meritos,
los cuales eran ciertamente grandes, ciertamente raros. (Basta decir que
ellos eran personas honestas). Un moribundo antifascista, hubiere pronunciado
con reverente tono y énfasis litúrgico el nombre de tia Magdalena, la señora
Schioppi, quien murió de cáncer besando
un retrato de Quel Tale. (5)
Eucarpio no compartía del todo la
opinión histérica de la difunta,
concerniente a Quel Tale. Ciertamente que el los aborrecía, pero no se debe soslayar que con todo, ella
era su tía, y la madre de una nidada de sus primas.
En la tenaz deferencia que mantenía en la memoria,
figuro por lo tanto, todo un completo
surtido de afectos y devociones,
del más digno encomio. Primero el culto a la muerte, si del difunto.
Seguido de la dedicación a la familia, la familia entendida en el sentido de
unas cuantas centenas de personas. En
tercer lugar, la caridad cristiana, el perce sepulto, sepultae. El cuarto lugar
el espíritu de caballería, dado que la
persona que beso esa clase de retrato (sin necesidad de insistir), era una
mujer, y más que toda una mujer con una
enfermedad implacable: carcinoma. (6)
En que parte de su cuerpo ella había sido atacada. Seria indiscreto, publicarlo.
Este noble afecto, colectivamente con la
memoria de tía Magdalena, era como el filo hilo de agua que sale de la rosa de
una regadera que riega una pizca de hierba, sin embargo, seca. Entre sus ex
compañeros, el más dilecto a su corazón era Prosdocimo, por quien Eucarpio sentía un benevolente cariño y hermandad.
Pero la vida de Prosdicimo con la Segunda Guerra Mundial, o quizá aun
desde antes había tomado un mal cariz.
Sobretodo…él se había ido a vivir a otro pueblo, mucho menos industrioso, que
el referido antes, en el cual ambos, habían aprendido a conjugar verbos latinos
en la escuela. Prosdocimo había dejado un empleo muy remunerado y muy valioso a
cambio de perder su tiempo en menudencias. Agréguese que el había estado
enfermo y padecía del estomago: por lo que abandono para siempre la idea del
matrimonio y vivía íntegramente una vida de solitario. Como la gente decía al
búho le gusta vivir así (Lo cual no es tan cierto, porque hasta el búho tiene
compañera).Prosdicimo vivía en lo que el decía era un miserable buhardilla: un
magnifico apartamento, en realidad construido por el mismo propietario, que era
un ingeniero de gran merito. Tanto lo era que había sido general del ejército. Pero en la buhardilla
la lluvia atravesaba el techo, mas este no era el punto. Prosdicimo no
disfrutaba de una buena reputación entre sus vecinos. Si una mesera cantaba una
mañana, o un perro ladraba a la luna desde un abandonado huerto trasero, Prosdocimo se llevaba la peor parte, y no tenía ningún salario. Esto último lo
trastornaba. Sobre este punto Eucarpio que era un hombre de gran perspicacia,
como ya ha sido explicado, pero ahora no había ni la más mínima duda. Sin
embargo en su bienaventurada gran bondad de corazón, el no vacilo en ofrecer
alguna ayuda a su amigo para mitigar las privaciones y lo duro del año después de la lluvia de bombardeos y
destrucción, mientras el esperaba por la reconstrucción prometida de la ciudad.
Prosdocimo había aceptado sin más ni menos la ayuda:
unos cuantos préstamos, uno tras otro. «Si así lo cree, si es de su parecer, si
puede…» Él había dicho cada vez con su
mirada baja y con ese modo suyo que parecía tan incierto, y quizá no lo era, su
manera vacilante, evasiva: de cualquier modo la orden de pago del Banco de
Interés Nacional (uno de lo cinco mas
importantes), desaparecía en un santiamén entre sus diestros dedos, cada vez
como un soplo, como desaparecen un Rey
de Espadas en las manos de un prestidigitador o un mago.
Eucarpio en su buen disposición de corazón, meditaba
si seria factible; mientas tanto continuar ejerciendo la perspicacia que desde
hace tiempo le venia sirviendo, y llego a la conclusión que el remedio para todas las enfermedades de
Prosdocimo seria la panacea del matrimonio. Pero dado que Prosdocimo estaba
enfermo quien podría ser una buena candidata a proponerle. Que victima seria
ofertada, a tan raro y bicornudo minotauro (7).
Cuando 22 años atrás (la edad en que por voluntad de
Dios Lorenzo había pedido la mano de Lucía)
(8). Nadie había sugerido una esposa
para Prosdocimo. Ello fue, entonces en Monte Adello, que esperaba por ahí. En las tierras altas de las siete comunas. La
Carso, la Sabotina , y el Isonzo. Ahí, quizás, podría haber encontrado una
prometida, una esposa que no le pusiese los cuernos a nadie; y por quien, día tras día, todos los hombres
son infieles. Pero aun ahí el no encontró una. Antes, verdaderamente, entre
aquel pedregal y el estruendo seguido de truenos, él llego a comprender que el
no era querido por nadie. Ni aun la novia de La Carso podría quererle a él.
Ella prefería a muchos otros antes que a él.
Sucedió que en esa ciudad menos industriosa que en la
que estaba, por así decirlo: bombas,
ametralladoras, artillerías, explosiones,
y preso a cañonazos; más o menos
de todo el mundo. Así entre los últimos años del Emperador Francisco José, y
aquellos nuevos barbaros hitleristas,
entre guaridas y trincheras de nieves en
Adamello y el apartamento con goteras del General. Ocurrió que también
en esa misma casa se había hospedado, una dama de quien ambos Eucarpio y
Prosdicimo en aquellos tiempos, en otras
palabras, cuando en la escuela de los tiempos juveniles y de admiradoras. Al
efecto, Ludovico Ariosto el escritor decía: «que los hombres a menudo se
encuentran y las montañas permanecen donde ellos están». Lo mismo para hombres
y mujeres. Los altibajos de la vida trajeron a la señora Eulalia, una viuda de
radiante encanto a lo giaconda en esa ciudad menos industriosa desde la cual
ella con tanta frecuencia tenia que tomar el tren en dirección a una ciudad más
industrial.
Cuando Eucarpio
por una felicísima coincidencia,
se la encontró en el Expresó, en el lado opuesto estaba el sorprendido coronel,
quien cambio puesto con él. Y ahí ella le conto todo: que la había tomado por sorpresa a
Prosdicimo en el UPIM, en el momento de hacer la vergonzosa compra de un par de
tirantes… (Ellos rieron, la señora se tiro una sonora carcajada, mostrando sus
finos dientes). En las reiteradas y generosas invitaciones de su ex compañera
de escuela, el comprador de los tirantes elásticos se comporto como es usual en
el, vacilante, tartamudeando, cambiando entre balbuceando y adecuándose,
replicando: Eso es, no es así, si, eso, es No, y entonces el no se decidió del
todo, así que ella, desdeñada, se fastidio de rogarle a el. El se había encerrado así mismo en su casa,
como aquel Don Abundo, después de su fatal reunión con aquel par de bravucones.
(9)
Eucarpio ¿Y usted que ha hecho? Pues bien, él tomó el tren de vuelta y desenterró esa locura
de su guarida. Y le dedico un tiempo de
lo ocurrido a su pensamiento. El dijo:
— Debería estar avergonzado de usted mismo, yo no sé
que se trae. No esta claro para mi., y yo no quiero saberlo. —Pero, de
cualquier modo, el continuo —. Yo se que no es digno de un hombre, de un amigo,
de n ex compañero, usted esta agotando sus últimos ahorros y desperdiciando sus
últimos años. Sin lograr nada. Usted morirá en la calle sin un cinco. Mi ayuda
no podrá ser para siempre. Su conducta es la de un lunático. Su rareza
sicológica, la cual es incuestionable.
—Por qué
incuestionable, —demando, tristemente,
Prosdicimo
—Porque ello es, déjeme decirlo, su rareza sicológica,
como yo digo y no me interrumpa. Sirve espléndidamente como un pretexto para
engañar a su prójimo. Una verdadera causa no puede ser un pretexto. Ella es
verdad pero también es un pretexto. Usted explota su manía para engañar a la
gente llevar a todo mundo a…
—Engañar, pe... ¿Y como? ¿A quien he yo engañado…?—Prosdocimo
buscó en vano entre las angustias de su memoria por algo que pudiese ser
descrito como engañar a todo mundo.
—Usted ha engañado a todo mundo, más o menos usted ha
desilusionado a todos. Toda gente muy respetable. Todos aquellos que tenía una
opinión de usted, quienes tenían razón de esperar algo de usted, en cambio…y a
pesar de ahora! Es desafortunado, si ellos estuviesen esperando cualquier cosa:
Su cara parecía replicar…yo no espero nada de ellos, yo soy hecho…para…
—Yo no soy responsable por sus… serias inclinaciones…
Él miro hacia fuera por la ventana. La armazón general
de las casas. Contrastando contra el fondo eterno de las colinas. Un pequeño y
fino campanario decorado con cierto estilo moderno y floreado, estaba manchado
con el excremento de las palomas.
Eucarpio le miro y se enfureció.
—Tal insolencia, realmente pasa los limites de la
credibilidad. Basta ya. Aquí están las últimas 4000 liras que yo le debo a
usted de acuerdo a nuestra cuenta pendiente. Pero no espere otra lira de mí,
déjeme decirle…que si usted prosigue en esto
Prosdicimo le miro a él con un golpe de terror (fingido terror) y señalo con
fingido descuido, el pequeño amuleto de coral escarlata con la forma de un rojo
pimiento muy puntiagudo y retorcido, el cual atrevidamente sobresalía de su
chaleco.
—Usted tendrá un mal fin. No siga con eso. Yo no le
deseo un mal. Es una certeza matemática
Prosdicimo, a cada reclamo, repetidamente palpaba y
jugueteaba toqueteando con sus dedos aquella baratija especie de amuleto contra el Mal de Ojo.
—Déjelo, tonto,
si usted sigue con eso le vendrá un mal fin.
—Muy probablemente, todos nosotros cuando venga el
fin, nadie acabara muy bien.
Eucarpio sin hacerle caso y fastidiado por la necedad
tan obtusa parecía haber ganado un repentino pensamiento.
—Nuestra amiga de la escuela. Una mujer como ella. Tan
bella y tan generosa. Una mujer de su inteligencia. De quien usted mismo estuvo
enamorado. Uno podría decir, cuando usted era
otro, cuando usted era realmente usted.
—Otro…yo mismo
—Cuando usted no era un idiota. Esto Prosdicimo, a
quien di mi estima, mi amistad, por tantos años…A quien yo aprecie en aquellos
años…cuando uno no podría ayudarle amar a usted. Cuando ella misma le amaba a
usted, y quizás
—Si, quizás, 38 años después
—Por esos 38 años. Usted debía de avergonzarse —Eucarpio vocifero echando humo—. Debería
casarse con ella. Eso es lo que yo hubiera hecho en su lugar. Me habría casado
con ella. Pero se, que hablarle a usted de eso es perder el tiempo, mi voz es Vox clamantis... (10)
—Ante Porcos
Y no trate usted, también de engañarme con Cristo. No
vaya ni se degrade tan lejos. Estese contento en ser una rareza
sicológica. Eso ya es bastante…
Esa tarde Prosdocimo, contra todos sus usuales
hábitos, gasto 256 liras en comprar
Brandy. Y después el se encerró en su apartamento (y un terrífico crujido de los cerrojos metálicos asusto
a todos los otros inquilinos). Entonces él palpó su coral amuleto 32 veces, 32
es el quinto poder de 2, y 256 es el
octavo. Dos es el número genético: de la ameba y de los mamíferos y del homo sapiens. Cinco es un número perfecto y
así es el doce, de acuerdo a la gnosis de los pitagóricos. Entonces el conto y
recontó los vales de las 4000 liras, como si ellas hubiesen sido 400 liras.
Entonces los beso. Él agrego 96 liras para completar 496 el cual es el doceavo
poder de 2. El numero generativo de las notas de1000 liras. Entonces, el volvió
a besar el lote completo una vez más. Y después escondió los vales en el libro
de Tractatus de lapide philosophico de Santo Tomas de Aquino. Pero pronto cambio
de opinión y los puso en Las Confesiones
de J.J Rousseau. Entonces, Prosdocimo perdió su compostura porque la sirvienta de
uno de los apartamentos contiguos, estaba hablando por teléfono con un novio y
sus patrones estaban lejos. Entonces, Prosdocimo, comenzó a golpear el piso
mientras gritaba: ramera, ramera, ramera, ramera…Hasta que ella, mucho después dejo
de hablar por teléfono. Entonces él
recordó el Brandy y se lo acabo de un solo golpe, así como un niño glotón se bebe de sopetón su pepe. Luego él se sentó
a la mesa, encendió una lámpara, se
froto sus manos: y comenzó con una voz desafinada a cantarse a si mismo, mientras trataba de cambiar el refectorio de
su pluma: «Sicológica rareza, sicológica rareza…»
Entre cenizas de batallas pasadas…
Notas bibliográficas
1. Daniel Sada, Atrás quedo lo disperso (cuento) Letras Libres, mayo
2010
2. Wikipedia
3. Castillo, Diego. Carlos Emilio Gadda un escritor destructivo.
Arcadia, 2017
4. Idem., 2017
5. Idem., 2017
6. Bonaccorsi,Angela. Letteratura italiana: Gadda. Letteratura italiana del
Novecento opere di GADDA. Commento critico Angela Bonaccorsi. I racconti -
Accoppiamenti giudiziosi.
Notas de traducción
1. Comendador, por lo general
miembro a quien se le ha concedido su entrada a una orden de caballería,
medieval o religiosa, gozaba de derechos y obligaciones. En el
orden civil, se estila incorporar a empresarios o gente poderosa, pero también
se ha abusado seleccionado a gente pomposa y sin ningún merito.
2.Befana La Befana (o Strega Befana) es una figura típica del folclore
italiano. Su nombre deriva de la palabra epifanía, a cuya festividad religiosa
está unida a la figura de la Befana.1 Pertenece por tanto a las figuras
folclóricas, repartidoras de regalos, vinculadas a las festividades navideñas. Tomado
de Wikipedia. Ademas, «La storia della befana inizia nella notte
dei tempi e discende da tradizioni magiche precristiane. Il termine “Befana”
deriva dal greco “Epifania”, ovvero “apparizione” o “manifestazione”. La Befana
si festeggia, quindi, nel giorno dell’Epifania, che solitamente chiude il
periodo di vacanze natalizie. Nella tradizione cristiana, la storia della
befana è strettamente legata a quella dei Re Magi. La leggenda narra che in una
freddissima notte d’inverno Baldassare, Gasparre e Melchiorre, nel lungo
viaggio per arrivare a Betlemme da Gesù Bambino, non riuscendo a trovare la
strada, chiesero informazioni ad una vecchietta che indicò loro il cammino. I
Re Magi, allora, invitarono la donna ad unirsi a loro, ma, nonostante le
insistenze la vecchina rifiutò. Una volta che i Re Magi se ne furono andati,
essa si pentì di non averli seguiti e allora preparò un sacco pieno di dolci e
si mise a cercarli, ma senza successo. La vecchietta, quindi, iniziò a bussare
ad ogni porta, regalando ad ogni bambino che incontrava dei dolcetti, nella
speranza che uno di loro fosse proprio Gesù Bambino. Tomado de La storia della Befana. La Befana vien di
notte
3. El Poeta con relación a
Gabrielle D'Anunccio que era un poeta de referencia, especie de arbitro del
buen gusto de su época. De ahí que Gadda se refiera irónicamente a él, y lo
etiquete de «toda una elegancia almidonada».
4. Aun entre parientes hay serpientes
y aun entre amigos hay enemigos. Alude a la imagen idealizada que tenia
Eucarpio de la familia y de los amigos sobretodo de su infancia.
5. Quel Tale. Juego de
palabras para señalar o nombrar a Mussolini. Algo así, como Ese hombre, Ese
Tal, Ese tal por Cual. Todas en sentido peyorativo o de insignificancia.
6. Corcoma: tumor maligno
7. Lo más notable es el carácter
singular y extraordinario que representa Prosdocimo.
8. Referencia a Renzo y Lucia, principales personajes de la novela Los Novios, cumbre del romanticismo
italiano, escrita por Alejandro Monzoni.
9. De la misma novela, Bravucones,
especie de mercenarios a disposición de
los poderosos. Dos de ellos esperan a
Don Abundo en el camino para ordenarle
que no case a Lucia con Lorenzo, esto por orden de Don Rodrigo. En el primer capitulo de Los novios de Alejandro Monzoni.
10. Vox clamatis, referencia a lo inútil que es cambiar a
Prosdocimo. Vox Clamatis hace alusión
a la voz que clama en el desierto de Juan el Bautista. A lo que Prosdocimo responde cínicamente: Ante
Porcos (antes puerco en alusión a que a los puercos no se les dan perlas).
Créditos
Traducción Plaza de las palabras
Ilustración
Carlos Emilio Gadda, foto, Wikipedia
Foto de portada de libro I Racconti Accoppiamenti
Giudizioce
Dibujos por Plaza de las palabras