“Mi poética. Mi poesía. Palabra hasta
donde me ha sido posible, / sin mí y sin lengua en si/ en asunción de cuerpo y
alma”
(LÍNEAS EN UNA BOTELLA, Jonás).
En los últimos
años, en lo más intenso de su obra poética publicada1; Cardona
Bulnes (Comayagua, 1935-1991) fue recogiendo su poesía a un estado de
“suspensión” mística, a una abolición del “yo” de todos los días para alejarse
–como una asceta- a un espacio espiritual que estaba fuera del Logos, de los
sistemas, de la lengua. El veía al poeta como un “apóstol”, un “enviado”, un
“relator” de desatadas fuerzas divinas que estaban más allá de él, de su yo
social; fuerzas que lo utilizaban para revelarse, más que analógica, una poesía
anagógica… solo para una especie de hermandad de lectores creyentes del valor
revelador y convocador de la palabra poética.
Esto lo alejó radicalmente de su
tiempo, de los códigos poéticos oficiales que imperaban en la literatura
hondureña de los setentas y ochentas.
Eran los años del compromiso social y
la memoria. La poesía de Cardona Bulnes era una genial excepción a la moda
poética de aquellos años. Consideraciones literarias aparte, Cardona Bulnes
nunca quiso aislarse: casi todos sus libros y uno que otro poema suelto fueron
enviados a concursos aquí y en el extranjero, resultando premiados casi
siempre. No obstante, en Honduras la circulación de sus libros fue y es
limitadísima. Unos cuantos poseemos fotocopias de algunos; quizás, uno que otro
cuadernillo y, remotamente, poemas sueltos publicados en revistas y periódicos
por los pocos amigos que tuvo en vida.
En “Jonás, líneas en una botella”,
exhorta:
“Tú ansías expresar las cosas. /
Déjalas. Se expresan. Que se expresen. Si nos expresaren. Deja/ que la palabra
se diga. Sea la pintura/ la que haya de buscar la manta, el cuadro, el color
(…) Bien sabemos que en nuestra mano/ la palabra muere/ para revivir en
el poema, en poesías/ cuando poesía la halla”.
JONÁS P. 27
Las cosas se revelan, ellas mismas,
mediante poesía, a través del poeta y no al revés como se estilaba en su
tiempo. En las palabras se manifiestan las cosas. En poesía se buscan; buscan
el momento del reencuentro simbólico con la esencia primitiva del verbo:
“La belleza no es plasma de poesía/
su asunto: la esencia”.
JONÁS. P. 66
¿Y qué es la esencia? Lo que está
desde ayer, hoy para siempre fijado: Dios. La poesía para Cardona Bulnes es un
asunto de revelación divino: Zarza de Yahvé prediciéndonos desde la Noche. Y la
vía para acceder a nosotros es el sonido, la armonía, el ritmo, lo gráfico en
la estructura morfológica de las palabras. Y el mito. Un discurso poético que
nos viene desde antes del Logos. Desde la noche.
Cuando Dios estaba con los hombres
decía, y al decir nombraba y al nombrar creaba. Dios estaba en todo y cada cosa
sonaba en su palabra; es decir, en su nombre. Todo obedecía a un nombre, vivía
en un nombre. Hablar, proferir, la palabra-símbolo era re-unirse, con-vocarse
las cosas y los seres. Más que sociedad, una comunidad. Todo, todos, se
hallaban –eran- en las palabras. Un vínculo suprahumano nos unía en ellas.
Cuando Dios se va, o cuando el hombre se va de Dios, el camino para recuperar
el nombre de las cosas, según Heidegger, es la poesía, el poeta, porque poesía
es recuperación de la esencia comunitaria del hombre. Cardona Bulnes es el
“enviado” en la poesía hondureña que acomete esta empresa…
“Las cosas se dicen en los sonidos de
su carne
La palabra es la voz sensible de su
esencia”
JONÁS P. 124
El significado –signo lingüístico- ya
no es producto de un pacto arbitrario entre los hombres; al contrario está
allí, motivado, viviendo de algún modo en el significante. Poesía que vuelve a
sus orígenes. Poesía que no quiere ser más que poesía.
Una obra así, concebida así,
necesitaba poco de la referencia, de la realidad social. Cardona Bulnes se
sabía una excepción. En un país como el nuestro esto equivale a olvido,
soledad, ninguneo… Quizás a esto se deba que su último libro de poesía en letra
impresa, el “Jonás”, es una verdadera poética. Su poética. Allí afirma, justifica
y defiende su poesía. Y como toda poética, hace una revisión, valoración y
relectura de la tradición intelectual y literaria que le ha sido cara para
justificar la dignidad de su poesía.
Buscó lo suyo en realidades más
vastas y ahistóricas. Convocó en los grandes mitos griegos, hebreos y
universales, la “esencia”. Los leyó y se leyó. Se proyectó en ellos. Hizo una
lectura simbólica, personalísima, “propia”, privada, de estos grandes textos.
Un viaje interior, una poderosa aventura verbal en busca de su conciencia. En
ella proyectó su experiencia a la luz de la mística; en la apertura del alma
humana a lo divino:
“Me di cuenta que ni yo mismo soy
mío, / que lo único mío era el acto, de “mi” propio corazón ardiendo en propio
fuego, creciendo, / subiendo en propia llama hasta mi alma, / y abrirla…”
JONÁS P. 112
Lo místico como una “carencia”… y la
poesía como su “plenitud”: la “plenitud de una carencia”; la poesía de Cardona
Bulnes está llena de esos contrasentidos tan propios del estado místico:
“y la poesía se hace sentir,
hace sentirse no como plenitud vacía
sino como un vacío pleno de la
ausencia”.
JONÁS P. 126
El poeta influido por la mística oye,
ve y convoca a las cosas cuando las expresa; como Orfeo, las trae “aquí”; la
palabra, el símbolo poético tiene poderes demiúrgicos:
“El signo/ lleva a la cosa y el
símbolo nos la trae.
La luz lleva a la ¡luz! ¡Luz!: ¡Hela
aquí!”.
JONÁS P. 128
Cuando dice “¡Luz!” no quiere
señalar, transferir, apuntar; quiere mostrar, aprehender, tener; que la cosa
sea; desde la experiencia simbólica del místico la está viendo, se le está
revelando…
Las palabras cosas buscan coincidir en
su unidad original. Y esa palabra símbolo nunca es totalmente inteligible a
ojos y oídos humanos: formas y sonidos; armonías y música, buscan que se revele
en nosotros, como esa “Luz, realidades más vastas, profundas y esenciales que
las de todos los días.
Versos que se hacen desde la pura
percepción, desde la más pura transparencia; no claridad, transparencia: ver,
oír sentir las cosas en el mismo cuerpo de la palabra:
“Yo a los brillos –a las palabras que
brillan- prefiero la transparencia”
JONÁS P. 19
En nuestro caso, esta “transparencia
poética” es principalmente auditiva, así privilegia los recursos fónicos del
verso, principalmente dos: la aliteración y la paronomasia: yuxtaposición,
acumulación, mejor, “encuentro de palabras de sonido parecido o análogo. “A
partir de esa contigüidad fónica en las palabras –vértigo de palabras-; a
partir de ese volver a juntarse de palabras que estaban, están, hermanadas por
“los sonidos de su carne”, se busca entrever su símbolo esencial su
significación originaria, el momento primigenio en que Dios las dijo…
Poderosa oleaje de sonidos y formas
invitándonos, más allá del Logos, a que algo se encienda en nosotros; a
descubrir algo de nosotros en Ellas. Oigamos, no escuchemos, solo oigamos la
alegría, un momento de alegría del poeta…
Aquello esto de ahora siempre mañana
otra vez tejado en cuadritos de amarillo sirio y cirio amarillo y sepia de paja
de caminito/ y celestito de florecita anónima de solito/ camino y gris sollozo
de fresaniña. / Plata machetilla hendiendo leña. / Sala dormitorio hacia
levante sacando en sucio blanco pared de cal en pésame de fenecida/ sombra.
Puerta de caída pintura gris/ de lluvia y tiempo dando calle mate silencio de
uniforme y agrietada plancha. Café aroma recién hecho en cocina corredor
mirando patio/ pájaros hojas y gritos ya de vías anaranjadas/ y canto de puerta
de caída pintura gris/ de tiempo en desgarres de translúcida brasa color/
libertad y vida. Esta mi alegría de roja claridad/ barquitos en charco con
pétalo aleteando/ mariposa de rosa parpadeando sobre tierra…”
JONÁS. PP.39-40
Al final se orientó a un misticismo
de influencia cristiana y desde ahí se le reveló el símbolo esencial de la
Patria: Lempira.
En una sociedad sin símbolos
verdaderos que la cohesionen; en donde las cosas no se corresponden con la
palabra, con “los sonidos de su carne”; en donde las palabras han degenerado en
mentira y charlatanería. Cardona Bulnes buscó una representación simbólica que
nos una auténticamente a los hondureños.
En el libro póstumo “¿Quién miente
sobre Lempira?2 defiende la integridad del mito de Lempira, la
cual vio amenazada por un texto del historiador Mario Felipe Martínez Castillo;
el poeta defiende los valores universales, cohesionadores y religiosos de
Lempira como mito: símbolo originario de nuestra nacionalidad; Martínez
Castillo esgrime una verdad histórica hecha a partir de un documento colonial
redactada con palabras humanas…
Cardona Bulnes enfrenta, en este
libro, al historiador en su campo, pero, en realidad, no está con la supuesta
objetividad científica, positivista, histórica de Lempira; defiende la verdad
universal, transhistórica del mito porque allí vio el momento esencial del
origen de la comunidad hondureña. Una visión religiosa cristiana. Lempira y su
sacrificio como Cristo se ha hecho carne en los hondureños. Una realidad que no
sabemos a ciencia cierta si el gran historiador Martínez Castillo estaría en
condiciones de comprender. El poeta dice:
“Lempira: el indio, el principio de
nuestra dignidad, e identidad nacional, profundamente herida en su costado (…)
Ver con nuestros ojos físicos, y contemplar con los ojos de la inteligencia,
con los del amor, y la esperanza, nuestra propia raíz, es absolutamente
urgente, y necesario.
Para Edilberto Cardona Bulnes la poesía
fue un Credo. Una forma religiosamente auténtico de ser. Más allá de la
evanescente historia, confió en la poesía como un pilar para encontrar los
símbolos inmutables que nos revelan como hombres, como comunidad. Es otro de
nuestros grandes poetas olvidados a la espera de que se les estudie. Se les
honre. Se les haga justicia.
San Pedro Sula, 25 de julio de 2012.
Correo electrónico: Jdiomedes61@yahoo.es
Correo electrónico: Jdiomedes61@yahoo.es
Notas
1.-He trabajado básicamente con
fotocopias de dos libros de poesía de Cardona Bulnes: Los interiores. Elche,
España, Tipografía Dura, 1973; Líneas en una botella. Jonás. San José, Costa
Rica EDUCA, 1980.
2.- ¿Quién miente sobre Lempira?”, San José, Costa Rica, Editorama, 1999.
3.-Agradecimiento muy especial al Lic. Segisfredo Infante que generosamente me facilitó las fotocopias de los dos libros de poesía de Cardona Bulnes.
2.- ¿Quién miente sobre Lempira?”, San José, Costa Rica, Editorama, 1999.
3.-Agradecimiento muy especial al Lic. Segisfredo Infante que generosamente me facilitó las fotocopias de los dos libros de poesía de Cardona Bulnes.
Publicado por Gustavo Campos en 9:02 Torre Trunca, http://torretrunca.blogspot.com/
Etiquetas: Edilberto Cardona Bulnes, José D. López Lazo