Plaza de
las palabras presenta el
segundo post Tres poemas de José Antonio Domínguez (1869-1903), en el primero se incluyeron los poemas La risa y La musa heroica, en este segundo post se incluye su poema más conocido Himno a la materia. Poema
con el cual Domínguez alcanza su madurez
poética y lo hace brindando una visión cósmica
de la naturaleza. No le canta a las musas ni al amor. Poetiza la materia con la
sobriedad con que hace siglos lo hizo el poeta romano Lucrecio en su monumental
poema Rerun Natura. (La naturaleza de las cosas). En este post, lo hemos dividido en dos partes. La Primera
parte
un preámbulo que aborda La
mente moderna y la modernidad como visión del mundo. Tres Tensiones,
la primera tensión: La contemplación de lo natural en que consideramos
a tres autores que por su visión e
instrumental conceptual se traslapan a parcelas del poema de Domínguez: Wordsworth,
Bachelard y Lucrecio. La segunda parte, incluye la segunda
tensión: Una astronomía imaginaria.
En que el poeta nos regala su visión del kosmos.
Y una tercera tensión dedicada a Una visión filosófica teológica. El dios de la materia. Tensión en que el poeta exhibe sus ambivalencias
ontológicas. Cierra el post con un epilogo. Y a continuación el poema El himno a la materia en sus dos
versiones, la de José Antonio Domínguez (1902), y la versión de Pierre Teilhard de Chardin (1919).
JOSE ANTONIO DOMINGUEZ EL POETA DE LA MATERIA
¡Oh, materia (…)
que con el gran prodigio de tu esencia
y el arcano infinito de tus formas,
como madre perenne, siempre joven
(…) llenas la inmensidad de Universo.
De El Himno a la materia,
José Antonio Domínguez.
El poema de
Domínguez consta de 23 estrofas, 368 versos si bien extenso, no es un poema
total, abarcador de todo. Pero si una gran elipsis mental y poética que lo
posesiona en una manera muy particular de percibir el mundo: el universo y la
naturaleza. Sin ser un poema metafísico trastoca lo filosófico. Sus influencias
y aproximaciones ya han sido abordadas por diversos críticos y estudioso de la
obra de Domínguez (1). En este breve
recorrido con solo la exclusiva aplicación de llamar la atención sobre algunas
partes del poema. Sin asumir que los análisis son totales o concluyentes. Pero
si con la firme intención hipotética de explorar o ampliar otras posibles perspectivas del
análisis del poema.
La mente moderna y la modernidad
Domínguez por
su ímpetu pasional es un poeta romántico,
desde ese yo poético o romántico, consiente o
inconscientemente, sustancia el
mundo natural, en tanto su mirada acomete sobre la naturaleza, pero cuando desde sus emociones intenta materializar ese mundo de contrario y de contradicciones y sobrepasarlo o denunciarlo. Domínguez se acerca más al modernismo, no
tanto en su corpus literario, sino como
una mente moderna. En esa visión
adelantada no se acerca al movimiento de las cosas ya naturales, sino que nos
presenta un mundo descarnado e inmóvil. Simultáneamente
se aleja del espectro romántico porque condena
ese mundo primigenio, y se arroja sobre esa novedad de principios de siglo que
encarna esa pretensión de superar todos los sistemas de creencias.
En
las raíces del Modernismo hay una profunda disconformidad con la civilización establecida,
esto adquiere dos formas: El escapismo de la realidad del tiempo y del espacio.
Búsqueda de la soledad y rechazo de una sociedad. Un poema como el de
Domínguez, visto desde la óptica actual podría hasta alojar elementos
postmodernistas. Y para ello, más que una definición de modernismo literario
quisiéramos constatar una definición que
proviene de la matriz principal: la bienvenida a la mente moderna a principio
de siglo XX. Esa apertura es de un poeta
romántico que escribía a finales del siglo XIX, contemporáneo de Domínguez:
«Today, two things… seem to
be modern: the analysis of the life and the flight from life…One practises
anatomy on the inner life the one' mind or one dream. Reflection or fantasy,
mirror image or dream image. Old furniture is modern , end so one recent
neuroses… Paul Bourget is modern, in Buddha; splitting atoms and playing ball
game with the cosmos, modern is the dissection of a mode, a sigh, a scruple;
and the modern is a instinctive, almost the somnambulistic surrender to every
of beuty, to a harmony of colours, to a glittering metaphor, to a wondrous
allegory. » (2)
Una breve aproximación del párrafo anterior, escrito por
Hugo Von Hofmannsthal, en 1893, diez años antes de que el poeta Domínguez
falleciera. Y evitando caer en unas definiciones propiamente literarias sobre el modernismo,
es de mayor interés, ubicar el contexto un
peldaño más arriba, desde una
gran matriz, que oportuna y pertinente, sintetiza no el estrecho reducto del modernismo
como corriente literaria, sino la mente moderna como correlato del pensamiento
universal. Se ha dicho que Domínguez transitaba entre dos corrientes el
romanticismo y el modernismo. Con el pie de tras en el romanticismo y el de adelante en el modernismo, y
seguramente con la frente en alta y la mirada levantada mirando hacia adelante
el paisaje borroso del postmodernismo. Dejémoslo así. Ahora situémonos en el
pico más alto. Decía Hofmennsthal, que lo moderno se debatía entre dos visones
del mundo, dos weltschaning el
análisis de la vida y el vuelo de la
vida. Dos palabras análisis y vuelo. Uno
orientado a la mente y el otro a el sueño. El primero es la racionalidad, el
segundo la imaginación. Reflexión o fantasía dice Hofmennsthal. Y aquí hacemos
un alto e introducimos al poeta
Domínguez, y nos situamos ante esos dos polos de lo reflexivo y de lo
imaginado, que nos son dos entidades alejadas la una de la otra. Y que en
determinados momentos se auxilian. Las dos también recorren los senderos del poema
El himno a la materia, las dos a
veces se refugian en algún recodo del camino. Unas veces intentan volar: la
imaginación. Otras veces, la reflexión anula la imaginación. En el poema de Domínguez, unas veces con mayor
intensidad que otras, estas dos corrientes chocan y se encuentran.
A veces producen la imagen como en un espejo, pensemos
en el cosmos imaginado por Domínguez,
pero también como la imagen de un sueño
pensemos en lo telúrico de la materia. Paul Bourget es moderno y lo
mismo Buda. También Lucrecio es moderno y Epicuro también. La
descarnacion de la materia, la
desacralización del mundo, que no era solo desmontar el concepto de la
divinidad sino de todos los dioses. El
hedonismo de Epicuro también gana terreno en ese nuevo mundo. Pero también es
moderno, continúa Hofmennsthal, la
división del átomo y el juego de pelota del cosmos. Dos palabras más:
átomos y cosmos. Y en ese emparejamiento
Domínguez esta ahí. Lo modernos para
Hofmennsthal es la disección de un modo, lo que hizo Domínguez fue
una disección de la materia. Y fabrica un modo de ser, pero también un
modo de percibir el mundo. Domínguez al diseccionar la materia, lo que intentaría después algunas vanguardias
pictóricas al borrar la forma. Domínguez
encuentra lo instintivo, y busca lo primigenios que sustenta su visión
del mundo, univoca o equivocada. Lo moderno es el gesto, la mirada no el
resultado ni el final. Casi como un sonámbulo Domínguez camina despierto, se le puede
cuestionar su poesía, encontrar sus
heridas, adivinar sus costuras, ver sus limitantes pero Domínguez lo
intenta, construir un parangón de la
existencia en que se sintiera seguro.
No importa si jovial o pesimista, es el proceso lo que
no se debe perder. Su poema es su conjunto una metáfora y se puede leer también
como una alegoría. Que el poeta haya logrado salir ileso de esa intentona es
otro asunto. Pero Domínguez, o mejor dicho la mente de Domínguez se sitúan a la
altura de la modernidad de su tiempo. Ya aunque no logra todas sus metas, ni
agota todas las posibilidades del poema
Su pasión es el arrebato romántico y su mente la de un modernista. Por supuesto
Domínguez va a tientas en ese recorrido, y tiene sus tropiezos, y tiene
sus falencias, y como veremos mas adelante también tiene sus profundos abismos.
En esa intentona Domínguez sale medio
muerto del poema, y eso significa que también sale medio vivo.
Pero la mente moderna no acaba ahí, hay dos colosales
visones contrarias: La mecanicista y la intuitiva, el trabajo del modernismo es
que se encuentren, ambos mundos, si con
anterioridad habían rivalizado, y convivían en forma separada. El modernismo
los acoge en una intima convivencia. En
el poema de Domínguez esa visión mecanicista por supuesto que está a la vista
pero siendo un poema muy condicionado por una racionalidad, también hay una
buena parcela de intuiciones poéticas, donde
estas se alternan, pero el pulso final, en el poema de Domínguez lo gana la racionalidad sobre la imaginación. Y también, en el modernismo, hay dos gestos
nuevos, el de los opuestos, y el de las ambivalencias. Los primeros responden a los sujetos y los
segundos al movimiento de estos sujetos. Variantes que también asoman en el
poema Himno a la Materia.
En
un fin de siglo y comienzo de siglo, tal y como estaba inmerso el poeta Domínguez,
su poema lo escribió en 1902. En ese punto de quiebre, citamos un breve párrafo
de Kermode:
Kermode suggests that the
turning of a century has a strongly chiliastic
effect; it helps distil men s millenarian disposition to think about crisis , to reflect on history as revolution or cycle, to consider ,as so many fin de siècle
and aube de siècle minds did
consider, the question of endings and
beginnings (…) What Modernisn does is to raise
in ferment the notion not
only of form but also of significant time, and this
is one reason why audacious
attempts to discern a moment the
transition. (3)
Rematando
un punto de vista, nos quedamos con este cierre:
In Modernism, the center is
seen exerting not a centrifugal but a centripetal force; and the consequence is
not disintegration but (as it were) superintegration. (4)
Primera tensión. La contemplación de lo natural
El arrebato romántico
La primera tensión, a manera de acercarnos al poeta José Antonio Domínguez haremos tres
acercamientos desde tres diferentes autores, todos comprometidos con sujetos
poéticos y visiones parciales del mundo que compartía Domínguez: W.Wordsworth desde el romanticismo y la
contemplación de la naturaleza, G. Bachelard
desde el acercamiento ascensional del vuelo poético, y finalmente Tito Caro Lucrecio desde el materialismo y la observación empírica de la naturaleza.
Wordsworth: un acercamiento a la naturaleza
Primeramente,
haremos un contacto a la contemplación natural, ya que en el poema de
Domínguez procura asistirse en esa
actividad mental. Cualquier Himno a la
materia es sobre todas las cosas un acercamiento a la naturaleza. Y por
ende aunque no de manera purista, si puede haber un aproximación al
romanticismo como movimiento literario. En buena cuenta Domínguez ha sido caracterizado como un poeta
de transición entre el romanticismo y el modernismo. Y tomaremos a Wordsworth
como punto de referencia, aún a sabiendas que la obra de Domínguez y
Wordsworth, no embonan totalmente, pero
en el Himno a la materia, si hay pasajes que pueden ser identificados
con elementos románticos representativos de la naturaleza. Al tenor que el
romanticismo no solo es la relación
del hombre con la naturaleza. Sino también la irrupción súbita de ese yo disimulado que se llama individuo. Y en el que convive lo mismo un grito
de alegría que el grito de dolor, y al término de esa dicotomía que irrumpe desde
la subjetividad, pero también a veces desde lo objetivo. Y que nos lleva a
establecer un horizonte en que parte de
la labor poética de los románticos era superar los opuestos, era un
ejercicio de equilibrio, pero no de total integración. (5) Solo pensemos en el
poema A Song of Opposites de Keats. Paralelismo poético que se resguarda
en un romanticismo compartido y en una mirada hacia la naturaleza y el mundo. Si bien en Wordsworth impulsado por una mirada
ascendente que recupera desde las emociones del recuerdo al hombre en un sentido integrador de realización;
y en Domínguez una mirada fijada permanentemente
en la caída del hombre desintegrado de
su humanidad y que el poeta reduce a
pura materia.
Dice Domínguez en el Himno a la materia:
Cuando extasiado, /contemplo la hermosura de un paisaje, /en la hora
misteriosa del crepúsculo, /o admiro por la noche el firmamento/constelado de
ardiente argentería; /cuando absorto y
suspenso me divago/recordando en mi espíritu mi efecto/de los mágicos cuadros
que a mi vista/llenaron de estupor, ya en pleno bosque/ya en las cúspides
altas. O bogando sobre el dorso del mar; yo me deleito/con transportes de goce
indefinible; /yo me alegro en verdad de la existencia/para ver y sentir, y
dentro del alma/encontrar la certeza de algo grande. (Estrofa 19)
Y es esos versos el poeta piensa como un poeta romántico sobretodo nos está
ofreciendo una visión positiva y hermosa de la naturaleza, en la cual se
transporta acompañando por el hombre que contempla y medita sobre lo observado.
Y declara esa palabra clave de todo
romanticismo, como método para penetrar toda naturaleza y también abastecer toda
poética: la contemplación como gesto
generativo. Al decir de Wordsworth rememorar los recuerdos en tranquilidad. Recurso
que no solamente atañe a la poesía sino que puede ser un recurso de
ascesis sicológica u ontológica para
aproximarse al ser.
Dice Wordsworth:
…a la naturaleza
aprendí a contemplar, no ya como en la hora
de irreflexiva juventud, sino escuchando atento
la música apacible y triste de lo humano,
ni tosca ni estridente.
Tintern Abbey (Líneas 88-92, en el original en ingles).
También agrega William Wordsworth:
«Generalmente se
escoge una vida rústica y humilde, y esto, porque en dicha condición las
pasiones esenciales del corazón encuentran mejor almácigo para alcanzar su
madurez, están menos controladas y conversan en un lenguaje pleno y enfático;
en dicha condición nuestros sentimientos elementales coexisten en un estado de
mayor simplicidad y, consecuentemente, pueden ser contemplados de forma más
apropiada y comunicados de forma más contundente; las formas de la vida rural
que germinan en esos sentimientos elementales, y con ello el carácter necesario
de las ocupaciones rurales, son más comprensibles y duraderas. En dicha
condición las pasiones de los hombres son incorporadas a las formas permanentes
y hermosas de la naturaleza. » (6)
Se
comprende que en la visión de Wordsworth se almacenan elementos de la poesía
romántica ajenos y distantes con el poema de Himno a la materia, si comparte un acercamiento a la problemática
de la conciencia, la escisión de la individualidad, la proyección de un movible espejo en que la naturaleza
devuelve sus manifestaciones. Esa proyección que también refleja la posición
del poeta frente al mundo. En que la naturaleza se contempla como algo amable
pero inalcanzable, cuando la soledad y tristeza del poeta se trasforma en una
quimera en que la naturaleza puede salvarlo o sencillamente alejarlo y perderlo
más del mundo.
De ahí que tomamos este
pasaje donde de Wordsworth amplía su visión sobre lo que para él es la poesía:
«La apropiada ocupación de la poesía, su
apropiado empleo, su privilegio y su deber, consiste en tratar las cosas no
como ellas son sino como aparecen, es decir, no como ellas existen en sí
mismas, sino como ellas aparecen para los sentidos y las pasiones. (1896 226). «» (7).
Pero
la visión naturalista de Domínguez es más despersonalizada. En el mundo natural
de Wordsworth el hombre y la naturaleza fraternizan y forma parte de ese mundo.
En Domínguez el hombre ha sido expulsado ante la mirada impávida del poeta. Es
un naturalismo sin hombre o cargada de una visión pesimista de la condición
humana. Pero sobre todo donde esa
relación directa entre los sentidos y la
cosa natural, no descansa en lo subjetivo sino que se objetiva. En ese sentido la pasión es
sobre la forma y no sobre los contenidos. En Wordsworth aunque no estamos ante
un optimismo extremo, hay una visión práctica tanto de la naturaleza como del
hombre. En Domínguez la visión del hombre en este poema es totalmente descarnada
y a veces hasta despreciativa y fatalista. Pero hay también otra
diferencia seminal que corre y abraza el
mundo de los poetas románticos, y especialmente Wordsworth, Keats, Shelly, es un
mundo sensorial en donde pervive un espíritu. Todos ellos creían en ese algo que los trascendía, a su modo
eran panteístas. Cuando Shelley al mirar una alondra dice: No vi un pájaro sino un espíritu. Esta dialogando con todos los
poetas románticos. Domínguez de haber estado en la misma situación de ver una
alondra, habría dicho: No es un pájaro,
sino una forma cuajada de átomos.
Eso coloca el romanticismo de Domínguez en un romanticismo más pálido y
limitado, pero no por ello deja de ser un romanticismo en trance. Él ve el
sujeto natural pero lo percibe de
diferente forma.
Sin embargo, no todo es materialismo y pesimismo en la
visión poética de Domínguez, para él el mundo y el universo pueden tener grandeza.
Aquí lo dice casi con el tono sorprendente
de la conocida Desiderata (1927) (8).
No obstante Domínguez todo se lo atribuye solo a la naturaleza. Oigamos
un fragmento de la Desiderata de Ehrmann:
Desiderata (Fragmento)
(…)
pues en medio de todas las
arideces y desengaños,
es perenne como la hierba.
Acata dócilmente el consejo
de los años,
abandonando con donaire las
cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del
espíritu
para que te proteja de las
adversidades repentinas,
mas no te agotes con
pensamientos oscuros,
muchos temores nacen de la
fatiga y la soledad.
Sobre una sana disciplina,
sé benigno contigo mismo.
Tú eres una criatura del
universo,
no menos que los árboles y
las estrellas,
tienes derecho a existir,
y sea que te resulte claro o
no,
indudablemente el universo
marcha como debiera.
(…)
Ahora oigamos a Domínguez en el Himno a la materia:
Mas...con todo/a pesar de que el mundo de los hombres/no nos brinda la
dicha ni podemos hallar un alto fin que satisfaga/nuestra osada ambición, es
indudable/que el mundo, el Universo, cuanto existe/si no nos dan felicidad
alguna,/tal vez porque jamás nos conformamos,/son un bello espectáculo, una
cosa/tan grande, tan magnífica y sublime/que muchas veces sin quererlo el labio/lleno
de admiración se abre entusiasta/para entonar un himno laudatorio/al estupendo
autor de tanto hechizo/de tanta maravilla incomprensible y de tanto esplendor. (Estrofa 18)
Esa grandeza de la naturaleza también es un tema y
cualidad de la poesía de Wordsworth,
poeta para el cual el mundo de lo
natural es un espacio para la reflexión que engrandece.
… Y así he percibido
la inquietante presencia, con su gozo
de altos pensamientos; un sublime sentido
de algo aún más profundo entreverado,
que habita en la luz del sol poniente,
y en los vastos océanos y en la vibrante brisa
y en los cielos azules y hasta en la mente humana.
Movimiento y espíritu que impele
a toda realidad pensante, a todo objeto del pensar,
y cruza el corazón de todo.
Tintern Abbey (Llíneas 93-104 en
el original en ingles)
Por su parte Domínguez,
no obstante, pese a su pesimismo en una de las estrofas finales atribuye esa
grandeza también al hombre. Y en esa estrofa el poeta expresa su más alta
consideración sobre el hombre y lo humano.
Cuando así pienso/cuando el escepticismo se adormece,/a través de la fe
yo miro el mundo/como amable mansión y hallo la vida/en conjunto de todos los
hermanos/como un vasto taller de donde surgen/para la sociedad inmensos
bienes,/el progreso constante, el noble imperio/de la fraternidad, la dicha
misma/brindando su porción a cada uno/todos unidos en grandioso
anhelo/cumpliendo algún destino se figuran/ver a Dios que les va tras de las
nubes/y les sonríe como padre amante/con entrañable amor. (Estrofa 20)
Pero ese reconocimiento temporal y parcial de Domínguez es ambiguo, porque en la
estrofa siguiente reduce ese estado fraternal a un espejismo de la mente:
Pero todo eso/es sólo un espejismo de la mente:/todos los seres que lo
creado encierra/sólo somos visiones muy fugaces.
Al final Domínguez
se pregunta: ¿cuál es entonces el destino
del hombre? Estrofa en que se
advierte el tono fatalista del poeta.
¿Cuál es entonces/el destino del hombre? ¿Por qué vive?/ ¿A qué viene a
este valle de miserias/si no es a perpetuar si proponérselo/su propia imagen
que la vivir prosigue/en la misma ignorancia, fatalmente/transmitiendo la vida
sin pensarlo/a nuevos infelices?
Bachelard: un acercamiento al
vuelo poético (9)
G.Bachelard con
su cuerpo teórico y conceptual sobre la poesía y el movimiento analiza desde las fuentes de lo onírico y la imagen del
aire la capacidad de poetizar. Para Bachelard, el movimiento se inscribe en el
aire, evoca la capacidad del hombre de volar, sea por lo onírico o lo
imaginativo. Nos circunscribe a la dimensione espacial de la altura: la
verticalidad. Para él hay dos movimientos
uno es el de el vuelo, el ascenso, en
ese movimiento de la dialéctica poética
pone el ejemplo por excelencia de la poesía del romántico P.B. Shelly, para
Bachelard la poesía de Shelley, es el romanticismo del vuelo (10) El otro movimiento es el de la caída. Estamos pues ante una bipolaridad
del movimiento subir o descender. En donde subir es el vuelo y descender es la
caída. Y tomaremos esa bifurcación para esbozar, aunque sea brevemente algunos
criterios con base al movimiento
sobre la poesía de Domínguez. La verticalidad que va desde la tierra como nos
dice Domínguez de un planeta de los más inferiores hasta ese cosmos de altura de los vastos mundos y los soles.
Estamos hablando de alturas. En el poeta
Domínguez, se explaya no solo una visión sobre la materia sino una visión
cósmica de la materia, nos habla del cosmos;
sin embargo su poesía no proyecta esa altura ascensional ni tampoco le
da contenido a las formas particulares, su representación cósmica está más
cerca de la cosas en si que de la vivencia de esas cosas descritas. Domínguez
no emprende el vuelo. Al contrario lo que hay es un descenso, una caída. Pero
si hacemos una lectura más detenida de ese hipotético descenso nos percatamos de
que tampoco se origina un descenso puntual y descriptivo. Y el hombre y la
naturaleza, hechos materia que son las formas primarias que adquiere la vida, se
trasuntan en dramatis personae. Y ese personaje no solo no asciende en búsqueda de un paraíso o de un estado
superior de realización. Ni tampoco cae
de su estado natural superior a uno mas
bajo. En todo el poema de Domínguez el hombre convertido en materia se nos presenta ya en estado de caída. No se produce ninguna
trasformación. Siempre es descrito como pequeño e insignificante: Domínguez
nos dice: Pobre hombre/infeliz
individuo. Y también
nos dice: el hombre, ese pigmeo miserable. Y que también es acusado de orgullo satánico engreído No es un poema
en que ese sujeto poético haya descendido moralmente o mentalmente. El hombre
ya aparece así. En presentado a medias rex
como un vil. Porque en el poema de Domínguez
no hay ningún movimiento. Su
dialéctica es de un estatismo desolador y conmovedor. Pero su fuerza poética es
el arrebato.
Desde ese fundamento
existencial, la ontología poética de
Domínguez en ese poema, deviene desde su estado de caída; poetiza, sin importar
el tema que trata desde la condición de
poeta ya caído. Y poetiza sobre la cosa ya caída. Al continuar con los
postulados de Bachelard, este hace
una observación acuciosa sobre las muy conocidas correspondencias del poeta Baudelaire, y señala que en esas
correspondencias «hay un reino de la
imaginación material», en contrasentido afirma que en la poesía del
romántico Shelley convive un «reino de la
imaginación dinámica». (11) Desde
luego Domínguez busca sus correspondencias
a lo Baudelaire.; pero estas correspondencias no están basadas en el mundo
de los sentidos. Tal y como las asocia Bachelard al hablarnos de imaginación material. Para Domínguez esas
correspondencias yacen en la idea objetiva de la materia, pero esa
correspondencia no se traslada de lo sensorial subjetivo a lo sensorial objetivo
del mundo natural, sino que ese movimiento crepuscular va de la objetividad
del poeta a la objetividad irreducible
del mundo material: el átomo.
En Bachelard, lo
discursivo del ascenso y la caída, esa elevación ya sea del espíritu o de la
forma poética, es en la que se producen las imágenes. Pero ese producir
imágenes en Bachelard esta asociado al movimiento. Para él el movimiento es la
oración de la materia. Por eso en su pensamiento de productor de imágenes, afirma: «La imaginación dinámica, cuando esta
entregada a su papel de suscitar imágenes de movimiento, cuando no se reduce
solo a describir cinematicamente
fenómenos exteriores, imagina arriba.» (12) Pero ese proceso mental no se advierte en Domínguez. Por lo
tanto. Domínguez solo se puede refugiar, consciente o inconscientemente, en
recurrir a la imaginación material,
como fuente de su inspiración poética. Pero ahí surge otro problema, Domínguez más
que abordar esa astronomía imaginaria o
esa imaginería naturalista, es más que un poeta aéreo en términos de
Bachelard, un poeta que desde lo terrestre y telúrico, describe, eso si
estupendamente ciertos cuerpos y fenómenos de la naturaleza y el cosmos.
En
ese sentido, la orientación característica del movimiento, en la poesía de Domínguez estaría mas cerca, a
la imaginación material, que a la imaginación dinámica. Pero para ello
cabe una observación. En el poema de Domínguez
ya todo esta hecho, nos presenta las cosas tal y como están, nos despliega un
acto consumado y un mundo ya acabado. Ese paisaje en que funde lo discursivo con lo descriptivo,
en que el poema de Domínguez como una fotógrafa poética, la contemplamos casi
paralizada por la falta de movimiento. El reino de la imaginación dinámica, seria
el movimiento con que corre en un film.
Otros símbolos utilizados por Bachelard en su estructura de análisis poético,
son el par de símbolos bifrontes de la cumbre
y el abismo. Y en ese eje de verticalidad,
que une como un cardón umbilical «a los
niños con los pájaros». (13) En decir que
une lo humano con lo celestial. Lo terrestre con lo aéreo. En el poema
Domínguez pone en el paisaje a un niño: en perpetua
niñez, pero ese niño solo es un
enunciado que no crece sino que esta en un estado comparativo al hombre ya
hecho. Sin embargo ese niño referido por Domínguez no asciende sino que se hunde.
¿No es verdad que a pesar de
cuanto digan
sobre la triste tierra el
hombre pasa,
en perpetua niñez y luego se
hunde
en la tremenda noche
inescrutable,
Luego Domínguez
nos presenta una imagen aérea, única
imagen en movimiento de todo el poema. Vuela un colibrí, pero lo asocia no a
las alturas sino a un desierto. Nos dice el poeta:
sin dejar ni la huella de su
paso
como si fuesen
enormes colibríes revolando
en torno a inmensa flor
en las inmensidades de un
desierto:
átomo del océano infinito
También en el poema se encuentran unas cúspides altas, más orientada por el
tono a una representación más enunciativa que generadora de una secuencia
ascensional o por llegar a ella. Y no es
que no haya imágenes sobre las cosas naturales en el poema, pero estas en la
mayoría de las veces solo son sustantivos adjetivizados y no representan un movimiento visual que libere
un ascenso en el sentido de Bachelard.
Aquí algunos ejemplos en que el poeta utiliza
elementos de la naturaleza:
noche brilla, vastos mundos
y los soles, gota de roció, alrededor del sol!,
genesíaco río, noche espantosa, grano de
arena, inmensidades de un desierto, océano infinito, enormes colibríes, inmensa flor, planeta opaco, crepúsculo,
el firmamento constelado, pleno bosque,
cúspides altas, dorso del mar, nubes,
oruga,
yerbas y arbustos, terrible mar.
(Las cursivas son nuestras)
Cuando aparecen las imágenes, toda esa sustantivación
de la naturaleza Domínguez la asocia a la caída. Tampoco funcionan como símbolos. Todo es arrastrado reduccionistamente a la
materia. Y tampoco se da la caída de la
cumbre al abismo, sino que solo nos presenta el abismo. Para Bachelard el
abismo: «es un monstruo, un tigre, unas fauces abiertas.» (14). En un sentido, muy
general fundada en la dinámica de los recuerdos, poéticamente es la caída del hombre en
el paraíso. En el poema de Domínguez el hombre hecho materia aparece ya juzgado
en el abismo, en que ése hombre hipotético se hunde en su culpabilidad.
Domínguez utiliza la frase Cuspides altas,
pero lo hace como un enunciado, nunca hay un intento por llegar a esas cúspides.
La frase juega un papel solo referencial. Al no haber cúspides altas a la cual
ascender, el vuelo nunca arranca. Domínguez anula todo movimiento y posibilidad
de cambio. Ni siquiera hay caída. Al no haber movimiento limita la potencia
imaginativa. Todo el poema esta bien
rumiado, fabricado en la tensión de la razón y no exteriorizado por una
imaginación fraternalmente poética.
Aunque
el ejemplo puede parecer desproporcionado, pensemos en Milton: El paraíso
perdido. Pero aún en ese poema si se origina un movimiento de caída. El recuerdo racial mas común
que poseemos es el de la caída en el espacio. (15) El Paraíso Perdido de Milton es el símbolo de la caída moral (16).pero en ese caída quien cae es el Lucifer y sus ángeles. En el poema de Domínguez quien cae es
el hombre hecho humanidad.
Pobre hombre/ infeliz individuo condenado
Y
aquí surge otro tema quizá no muy
visible, pero que serpentea en el poema. Todos sabemos que Domínguez era
agnóstico. De ahí su intento de colgarle a la
materia algunos atributos de Dios, pero
eso solo lo hace en ciertos pasajes porque también así como alaba esa materia,
también reniega de ella:
oh, materia despiadada!/Eres
monstruo a la vez que santa madre
Y
no deja de haber una ambigüedad en esa posición. En lo que no hay ambigüedad,
es que Domínguez en el propio poema, es quien juzga más al hombre que a la
naturaleza, esa inmanencia intermitente de Domínguez sustanciado, tiene sus
consecuencias. «Esta señalada mas
hondamente, por su desesperanza, por su carácter sustancial y duradero. Algo
permanece en nosotros que nos quita la esperanza de volver a subir. El ser se
hunde en su culpabilidad». Obsérvese bien el carácter esencialmente dinámico de
esta noción de la sima (…) El abismo no es visto, la oscuridad del abismo no se
debe al miedo. La vista no tiene parte alguna en las imágenes. La sima se
deduce de la caída. La imagen se deduce del movimiento». (17)
Cuando el
movimiento es uno de los principios de la naturaleza y de la misma materia.
Uno se pregunta por qué Domínguez escribiría un poema casi carente de
movimiento Pensamos, y no respondiendo a esa pregunta, pero si acercándonos a la
mentalidad poética que Domínguez ejercita en ese poema. En una observación que
da el mismo Bachelard, cuando una psiquis intelectual actúa sobre el poema, atasca
la energía potencial delas imágenes, y limita el ímpetu poético del poeta. El
modo poético de intelectualizar el sujeto u objeto poético no es nuevo. Ya se han
establecido, aunque muy aproximativas, categorías generales para hacer una distinción
(18). Los poetas intelectuales y
poetas reflexivos. Los reflexivos trasmutaban las ideas en emociones, mientras
que los intelectuales, sus emociones lo arroja convertido en ideas. «Como los pájaros pronto a volar, pero que no
vuela pero podemos desinteresarnos de esta dinámica de vuelo, pensar solo en
las ideas, creer que las metáforas se han hecho únicamente para sugerir ideas,
pero entonces abandonamos una toda una serie de observaciones sicológicas(…) la
sicología de la proyección.» (19)
Cuando las ideas, buenas o malas,
subvierten la función poética, entonces la dimensión poética no se aligera,
sino que aumenta su pesadez. El vuelo poético descansa más en la liviandad de
las alas que en la pesadez de las piedras.
Por lo que se desprovee de esa intensidad metafórica subrepticia que
requiere el aliento poético, y que otras
veces de forma espaciada le van aprovisionando vida al poema, pero sobretodo
que preserva constante la ensoñación. A
la sustitución del aura poética por la racionalidad discursiva, entonces el
poema momentáneamente se descarrila. Y aunque el lector siga el hilo
discursivo, es necesario volver a
encontrar el hilo poético. Al caso el poema El himno a la materia, un poema quizá muy orgánico, muy bien estructurado,
vigoroso en sus razonamientos. Quizá demasiado razonado para liberar totalmente
y estratégicamente lo onírico, la ensoñación, el vuelo de las palabras. En el mismo orden de idea, al centrar una comparación
entre imaginación dinámica y imaginación material. Bachelard nos
brinda otra aguda observación, una advertencia de precaución: «En las imágenes de la alquimia, la
imaginación dinámica, es paralizada con demasiada frecuencia por la imaginación
material. Los resultados- las sales y las esencias-con sus sueños materiales
hacen olvidar los largos sueños dinámicos de la destilación. Pensamos más las
cosas que las funciones, y como en nuestros relatos de sueños, es precisa una
gran fidelidad a los sueños para recordar más las funciones que los objetos
oníricos. » (20)
Por eso el poema
casi adolece de metáforas y símbolos. Y
nos es que no las haya pero su eficiencia
de poeta es restringida por la eficacia del alegato narrativo. Donde
las imágenes si bien no escasean, constantemente son agredidas por el discurso explicativo.
Porque las imágenes en parte han sido desterradas
por el poeta para hospedar un razonamiento
instrumental. En ese paisaje sea toda símil
o analogía o adjetivación, las imágenes visuales quedan desprotegidas.
Solo la metáfora lo puede volver a encontrar. Y sobre ella hacia una
observación Bachelard, que la metáfora es la materia prima poética, pero si esa
metáfora además va acompañada en su constitución del símbolo, entonces
multiplica su poder plástico de expresividad y le da vuelo a la ensoñación
poética. Acercarse a la metáfora, puede
ilustrar algunos mecanismos del oficio poético del poeta, pero tampoco agotar
todas las posibilidades del análisis poético. Baste señalar unas cuantas
metáforas del cuerpo del poema Himno a
la materia, en que además abundan los
símiles, analogías, imágenes descriptivas. Por ejemplo las siguientes metáforas:
la vida universal que no se agota
y es como inmenso genesíaco río
que al recorrer su seno lo fecunda
En esta metáfora el poeta compara la vida universal con un genesiaco rio. La metáfora de vida o
tiempo representados en el fluir de un rio,
son metáforas desgastadas por el uso constante que de ellas se hace.
¡Oh, materia!
Sin duda cuando creas y transformas,
cuando enciendes la antorcha de una vida
o cuando apagas esa antorcha
En esta otra metáfora el poeta intenta ligar la
creación o la vida o la muerte a encender o apagar una antorcha. Si bien el símil es valido,
también lo es que la metáfora es pobre ya que es frecuente el uso de vida
asociado con luz o brillo.
Sin embargo en las dos siguientes metáforas el poeta
logra producir metáfora de mayor calidad y de expansiva creatividad. Oigámoslo:
soles y los mundos de fábrica tan sólida
tienen su fin; tras incontables años
llega el día en que extinto su calórico
giran en los espacios insondables
cadáveres helados e insepultos,
Aquí los soles y
mundos al llegar a su fin son comparados a cadáveres helados e insepultos. Y no es muy frecuente comparar
planetas y mundos que han llegado a su
punto de extinción, alusión a que todos los planetas nacen y mueren en la
vorágine de la destrucción de la materia. La metáfora con una economía de
palabras quedaría así; los soles y mundos
se extinguen y giran en los espacios insondables flotando como cadáveres
helados e insepultos.
En otra metáfora, quizá más sencilla que la anterior,
pero notable por su engañosa simplicidad, el poeta nos dice:
el panorama espléndido de la naturaleza que es tan sólo
como un movible espejo de sus formas
La comparación
de naturaleza y espejó no es totalmente novedosa, ya varios poetas han
recurrido a esa imagen, entre ellos Alfonso Guillen Zelaya (21), pero Domínguez le agrega una novedad, habla de un movible espejo. Y esa adjetivación del panorama esplendido de la naturaleza comparada a un movible espejo resulta acertada porque
efectivamente el panorama de la naturaleza
se mueve. Y posee otras connotaciones ya que también el espejo, usualmente es utilizado como un símbolo. En ese sentido la metáfora, atendiendo a la
economía de palabras podría entenderse así: la naturaleza que como un espejo
movible hospeda todas las formas.
Y hay una mas, en que en los primeros versos compara a
la materia como una madre perenne y joven,
oigámoslo:
Oh materia (…) como madre perenne, siempre joven.
Mucho más adelante, refiriéndose a la materia, nos
dice
Eres monstruo a la vez que santa madre;
Hemos conocido que
a la naturaleza se le llame Madre naturaleza, o que se escuche la expresión: la
Madre tierra. Ese deseo de pueblos y culturas que contemplaban y consideraban
que en la naturaleza moraba un principio no solo divino sino benéfico. Visión indivisa
en que la naturaleza y el hombre eran uno.
Y es que Domínguez ve a la materia más con un sentido femenino. Sin
embargo cuando habla de Dios, dice Dios
pero no Diosa. Pero también es un doble rostros, como sucede con Domínguez que
alterna eventualmente sus criterios. En una de las últimas estrofas dice de la
naturaleza: Eres monstruo a la vez que
santa madre. Y es que en ese dios material a veces volcado sobre la
naturaleza como un resplandor panteísta, Domínguez integre en ese dios lo
femenino y lo masculino. Pero también lo benevolente y lo monstruosa de la materia. Una especie de
Ying y Yang materialista. Aunque no
podríamos interiorizar más sobre este tema, si dejar por sentado el postulado
de los románticos de integración de los opuestos. Y preguntarnos hasta que
punto Domínguez jugo con ese dualismo de imágenes, desde una posición
consciente al elaborar el poema, o
situarlo técnicamente como un fluir de la consciencia, o si por el contrario esa posición
ambivalente reflejase la misma angustia existencial del poeta. Recordamos aquella sentencia del
novelista naturalista, materialista y pesimista, y también poeta contemporáneo de Domínguez, en su novela The Return of the Native, 1878, en que equipara su carácter femenino a su heroína
EUSTACIA VYE WAS THE RAW MATERIAL of a
divinity. (22)
Y finalmente, sobre el uso de la metáfora trascribimos
literalmente un pasaje de Jorge Luis Borges, texto esclarecedor sobre la
metáfora.
«En el libro tercero de la Retórica,
Aristóteles observó que toda metáfora surge -de la intuición de una
analogía entre cosas disímiles; Middleton Murry exige que la analogía sea real
y que hasta entonces no haya sido notada (Countries
of the Mind, II, 4). Aristóteles, como se ve, funda la metáfora sobre
las cosas y no sobre el lenguaje; los tropos conservados por Snorri son (o
parecen) resultados de un proceso mental, que no percibe analogías sino que
combina palabras; alguno puede impresionar (cisne rojo, balcón de la sangre), pero nada revelan o
comunican. Son, para de alguna manera decirlo, objetos verbales, puros e independientes
como un cristal o como un anillo de plata. Parejamente, el gramático Licofronte
llamó león de la triple noche al dios Hércules porque la noche en que fue
engendrado por Zeus duró como tres; la frase es memorable, allende la interpretación
de los glosadores, pero no ejerce la función que prescribe Aristóteles. En
el / King, uno de los nombres
del universo es los Diez Mil Seres. Hará treinta años, mi generación se
maravilló de que
Digo lo mismo de "águila de
tres alas", "que es nombre metafórico de la flecha, en la literatura
persa (Browne: A Literary History of
Persia, III, 262)». (23)
Al tenor de este
tópico es un riesgo evidente creer que el artífico que dos palabras emparejadas siempre constituyen metáfora o
una imagen victoriosa para salvar un poema.
En el poema de Domínguez se encuentran mucha adjetivaciones algunas de
ellas simples y otras más significativas poéticamente, pero esa conjunción
palabrera no constituye metáfora ni garantiza por si sola el impacto visual de
una imagen. También recurre Domínguez mucho al símil, por ejemplo X es Y. Que
cae más en el discurso propio de la retorica pedagógica.
Dice Bachelard: «La labor del poeta es activar ligeramente
para cerciorarse de que el espíritu humano actúa en ellas humanamente, para
cerciorarse de que son imágenes humanas, imágenes que humanizan las fuerzas del cosmos. » (24) Domínguez nos presenta un
poema descarnado del vuelo poético y nos presenta la racionalidad de la materia
en todo su misterioso esplendor. Y eso se produce porque Domínguez exacerba la
racionalidad sobre lo imaginativo. Al no haber movimiento las metáforas
empobrecen sus potencia, y los símbolos huyen. Pero sobre todo desaparecen las
imágenes. Hugo Von Hofmansthal, citado por Bachelard, señalaba: «intelecto no encontraras términos
intelectuales y ni siquiera emotivos con ayuda de los cuales el alma de tales
movimientos, pueda descargarse: aquí es una imagen lo que la libera». (25) Por su parte para Shelly «toda imagen es una operación, una operación
del espíritu» (26). Es decir una
operación de elevación, de ascender, crecer, buscar instintivamente la
altura. (27)
Afirma Bachelard
que el poeta al contemplar el cielo estrellado oye el curso regular de los
astros, «Oye los “coros aéreos”, la
noche, la “dulce noche” que camina». (28)
Y esta dulce noche que camina, nos evoca
aquella otra noche de Homero: y ellos
caminaban al abrigo de la noche. Donde la noche humanizada nos protege.
Pero también nos hace volver al movimiento, si bien encarnado en lo visual, nos
acerca también el abanico desplegado de lo puramente sensorial, aquellos sentidos
por lo que percibimos el mundo. «Oye los coros
aéreos». En el poema de Domínguez no hay sonidos. El órgano auditivo ha
sido borrado. Si el romanticismo era los sentidos como puentes para percibir la naturaleza. Aquella
declaración de apertura de los medios para poner a caminar el romanticismo: El
poderoso imperio del ojo y del oído de Wordsworth. «All the mighty world of eye and ear», (29)
.
Al prescindir o comprometer
Domínguez,
consciente o inconscientemente, la capacidad visual y auditiva, deja un poema
sino huérfano, si condicionado a depender más de sus recursos racionales que la
materia propiamente poética. En este decurso su poema es menos para la
ensoñación que para el entendimiento. Domínguez sacrifica, su
talentosa y poderosa capacidad poética por su objetiva visión racional de la
materia, y produce un poema didáctico. Y al decir didáctico hacemos una salvedad, a la que
nos referiremos más adelante cuando presentemos a Lucrecio el poeta romano. Pero a la par del tono explicativo en que la materia
asume todas sus bondades del mediodía y todos sus terrores nocturnos. Corre
también un poema en que las emociones todas han sido canalizadas a una
naturaleza a la mínima expresión: el átomo. Y las visiones poéticas que van
apareciendo sobre la cosa natural, que
las hay, quedan difumadas ante el poderoso germen conquistador de las ideas. Un
poema fabricado a la luz diurna del numen, pero no a la lumbre de lo onírico ni
del sueño ni del imaginativo vuelo poético. Domínguez nos presenta rebanadas de la Poética
de la Razón pero no la Razón poética. Si en el romanticismo la imaginación no se explica ya por sus rasgos
objetivos, sino por el imperio de su sentido subjetivo. En Domínguez el proceso
se antoja al revés, la imaginación no se explica ya por su energía subjetiva,
sino que nos es revelado por su sentido objetivo. Por eso el poema de Domínguez,
por supuesto bien ejecutado y conmovedor, nos parece tan racionalista: un cosmos intelectualizado.
Lucrecio: un acercamiento a la observación
natural
El poeta romano Lucrecio,
autor de una obra monumental De Rerum Natura,
ha sido mencionado como una especie de paralelismo en el cuerpo crítico y de estudios
de la obra del poeta José Antonio Domínguez. En este apartado nos remitiremos a
señalar, brevemente, tanto algunas semejanzas
como algunas diferencias entre ambas obras.
La filiación muy cercana que se aviva entre
ambos poetas, los dos eran únicamente poetas, ambos tuvieron un influjo central
de la obra del filosofo Demócrito y su doctrina del atomismo, subsecuentemente
de la doctrina ética de Epicuro, escuela sombría y rigurosa que profeso Lucrecio,
y quizá también Domínguez, quien además quizá se acerco a Schopenhauer y
Nietzsche. Ambos fueron agnósticos con diferente gradación. También ambos perecieron
por su propia mano. En cuanto a sus obras en este caso los poemas De Rerum Natura y el poema Himno a la materia, difieren en extensión
y enfoque. El primero es un colosal poema que consta de seis libros, 7.400 hexámetros. El punto medular de la obra de Lucrecio según
comentó el poeta Virgilio es liberar al hombre del
miedo a los dioses y a la muerte, causas, según
él, de la infelicidad humana. El alma es material y no sobrevive al cuerpo. Todos los fenómenos tienen
causa natural. Si existen los dioses, estos no intervienen en los asuntos de
los humanos. En ese paisaje la obra de Lucrecio tuvo enorme impacto, sobretodo
en los antecedentes de la física moderna,
y su influencia llego a tocar las puertas del siglo XVI. Y también irradio bastante simpatía literaria en
numerosos poetas entre ellos Horacio y Virgilio, la obra por excelencia ha sido considerada un poema
didáctico. Aquí un fragmento atinente la ciencia y la observación de la cosa natural:
Filosofía y ciencia
[...]
Así como los niños temerosos
se recelan de todo por la
noche,
así nosotros, tímidos de día
nos asustamos de lo mismo a
veces
que despavorir suele a los
muchachos.
Preciso es que nosotros
desterremos
estas tinieblas y estos
sobresaltos,
no con los rayos de la luz
del día,
sino pensando en la
naturaleza.
(Libro II)
Y no solo entre
filosofía y ciencia, sino la relación entre poesía y ciencia, tiene antecedentes
remotos, desde los griegos y la edad media. Pero un escena ilustrativa es la del encuentro, entre el astrónomo Galileo
Galilei y el poeta John Milton. Relación que fructifico cuando el poeta decidió
hacer su obra el Paraíso perdido. (30)
Adelantando las páginas de la historia en tiempos contemporáneos el físico
Stephen Hawking, no sin cierta tarjeta de presentación materialista y ateas, como
Domínguez y Lucrecio. Sostenía: «Los
físicos y los poetas se podrán dedicar a disciplinas distintas, pero buscan lo
mismo: comunicar la belleza del mundo que nos rodea. » Decía también Hawking: «Vivimos en
un universo extraño y maravilloso. Se necesita una extraordinaria imaginación
para apreciar su edad, tamaño, violencia, e incluso su belleza. Podría parecer
que el lugar que ocupamos los humanos en este vasto cosmos es insignificante;
quizá por ello tratamos de encontrarle un sentido y de ver cómo encajamos en él.»
(31) De una u otra manera, y en
parte, tanto Lucrecio como Domínguez elaboraron sus sendos poemas para
responder a esas inquietudes planteadas por Hawking desde el futuro.
Ahora con los
comentarios críticos del filosofo George Santayana sobre Lucrecio, reseñaremos tres
puntos básicos entre ambos poetas y su obra. La primera, tanto Lucrecio como Domínguez materializan la
sentencia: El todo es uno. Reducen
sus respectivos mundos y universos a un
solo concepto: la materia, el átomo. Ese reduccionismo típico de Demócrito pervive
trasformado en átomos y da vida a ambas obras poéticas. Detrás de esa materia germinal
e inicial, se origina un proceso inteligible que desencadena un movimiento
operativo de la materia, bipolaridad refrendada por el espectáculo y el
temblor, tanto de la pasmosa destrucción
como de la milagrosa creación. Para ambas obras se colige
que el espacio y la materia no solo son reales, sino lo único real, sumado al
espacio vacio. Elementos a los que tanto
Demócrito como Epicuro también agregaban el movimiento de la materia. Lo demás son apariencias. En sentido muy
general estas concepciones son las líneas maestras que sustentan ambas obras. Sin embargo, entre
ambos poemas se encuentra, además de la
diferencia significativa de extensiones, diferencias de horizonte mental, grado
e intensidad.
La
segunda, dice Santayana en su opúsculo acerca de
Lucrecio: «Su impersonalidad parece que
estamos leyendo no la poesía de un
poeta, sino la poesía de las cosas.» (32)
Esa es la percepción de Santayana sobre la obra de Lucrecio. A contrario sensu cuando leemos el poema de
Domínguez, esa impersonalidad desaparece y nos deja esa sensación que estamos
leyendo no la percepción de las cosas de la naturaleza, sino la percepción del
poeta sobre las cosas. Y esa impresión se produce no porque el poeta Domínguez
se entrometa en el poema, sino que su ímpetu lo arrastra y se personifica en el
poema: dramatis personae. Pero adema
hay otra razón, mas sutil.
La tercera, volvamos a
Lucrecio y Santayana quien afirma: «El materialista es ante todo un observador y
probablemente lo es también en la ética, esto quiere decir que no tendrá
ninguna ética excepto la emoción que le produce el proceso del mundo. Si es un
esprit fort, si es realmente desinteresado amara la vida en el mismo sentido en
que nos complace la perfecta vitalidad (…)
Creo que aquí radica el sentimiento ético sicológicamente concordante
con un vigoroso materialismo. Simpatía por el movimiento de las cosas,
intereses en la ola ascendente, complacencia por la espuma que produce antes de
hundirse de nuevo. La naturaleza no distingue entre lo mejor y lo peor. Pero si
lo hace el amante de la naturaleza.» (33)
*
La ciencia y Domínguez
Dejando de lado a Santayana, nos adentramos en otras
perspectivas. Acerca de la naturaleza y las posiciones de Domínguez. El poeta proclama
una variante materialista de descartes, (Pienso, luego existo), pero Domínguez dice:
soy átomo que piensa porque vive (Vivo, luego pienso).
Curiosamente Domínguez no sigue un ideario científico
o de confidencia en la ciencia. Ni el positivismo ni el descartismo.
Domínguez niega el poder salvador de la ciencia:
por los incalculables horizontes/apenas sospechados, porque nunca/la
ciencia humana explorará el misterio/de tu extensión ni encontrará la clave/que
la ayude a explicarse los enigmas/que ve por todas partes, ni siquiera/conocerá
la esencia milagrosa/del átomo más leve?
En ese sentido no hay una adhesión científica en
Domínguez, que le permitiese establecer una finalidad en su pensamiento, por
consiguiente su acercamiento a la ciencia es circunstancial y distante. Y por
supuesto es rematado por su poca curiosidad hacia lo observable de la
naturaleza. Donde el poeta observa la cosa en si, pero no la vivencia en si de
esa cosa. En ese punto se aleja tanto del romántico Wordsworth como del
materialista Lucrecio. Pero también se
aleja de la ciencia y paradójicamente de la racionalidad de su tiempo.
Pensemos en Descartes, del cual citamos un
párrafo:
«Pues ellos [los conceptos que, sobre la base del cogito sum, determinan
el nuevo proyecto de la esencia de la naturaleza] me han hecho ver que es posible
llegar a conocimientos que sean muy útiles para la vida y que, en lugar de esa
filosofía escolástica que no hace más que analizar conceptualmente una verdad
previamente dada, es posible encontrar una que se dirija inmediatamente al ente
y proceda contra él de manera tal que obtengamos conocimientos sobre la fuerza
y las acciones del fuego, el agua, el aire, los astros, la bóveda celeste y
todos los demás cuerpos que nos rodean; y este conocimiento [de lo elemental,
de los elementos] será tan preciso como nuestro conocimiento de las diferentes
actividades de nuestros artesanos. Por ello podremos efectuar y emplear estos
conocimientos de la misma manera para todos los propósitos para los que son
apropiados, y de este modo estos conocimientos [el nuevo modo de representar]
nos harán amos y propietarios de la naturaleza. (Citado en Heidegger 2000 155).
» (34)
Y aquí la
diferencia entre Lucrecio y Domínguez, aumenta. Lucrecio
se nos presenta mas persuadido de un genuino pero embrionario espíritu
científico, no desestima una amplia observación de lo natural. Aunque ambos, Lucrecio y Domínguez,
realizan operaciones aproximativas a la naturaleza y ambos compartieron la
cosmovisión materialista del átomo. Pero Domínguez una vez acabado o llegado al
átomo, no vislumbraba algo más que no saliera del mismo átomo. Su dialéctica
nacía y moría en la circunferencia del
átomo. Una posición diferente adopta Lucrecio, también materialista y
pesimista. Él si recurrió a la observación como método científico que lo
conduce más allá del mismo átomo. Su preocupación inquisitoria lo lleva a tratar de explicar en su obra los fenómenos
de la naturaleza, muchas de las veces equivocadamente, pero otras con notables
anticipaciones. Sobre esto hay que decirlo el trabajo de Lucrecio, tampoco es
un acabado discurso científico, sino una especulación sobre lo que él conjeturaba
que pasaba en el mundo natural. Pero como todos los pensadores de esa época, y
de la tempranera y visionaria filosofía
griega, los jonios. Carecían de la comprobación del método experimental, eran intuiciones y especulaciones carentes
de prueba y error. Porque no eran
científicos de campo, sino especuladores del pensamiento. No obstante todos ellos notables precursores porque sus
especulaciones e intuiciones abrieron el camino para ir encarrilando las bases de
la ciencia y de la filosofía.
Creemos que el pensamiento materialista, sobre todo su
indisoluble tejido cognitivo con la naturaleza. Traducido a la observación como
método empírico, no es una exclusividad
del pensamiento materialista, recordemos a los románticos ingleses. Y tampoco pensar que el materialismo por si
es un corzo de patente para el ateísmo. En fin existe un materialismo panteísta
o trascendente. Como veremos más adelante con Teilhard de Chardin.
Domínguez es un
poeta quien en diversos trayectos de su poesía pernocta en esa corriente. No
obstante, en ese sentido no percibimos en el poema y sobre todo en la
disposición mental del poeta Domínguez, una observación per se de la naturaleza,
ni tampoco le brinda una posibilidad genuina a la ciencia. Es decir en el
pensamiento de Domínguez no hay Dios, no hay hombre, no hay ciencia. Asumida su radical postura ante la vida, al
tenor de un Todo o Nada. (35) Par de palabras sobre las cuales más
adelante volveremos, por ahora solo basta decir que Domínguez sabedor de que no
alcanzaría a parcelar ese Todo, le corta las posibilidades a construcciones
mentales que puedan tener un propósito valido en la mente ya no ideal
(idealismo en cualquier de sus formas); sino y aquí se da una contradicción en el
mismo mundo de la razón, tampoco le da cabida a la incipiente razón científica.
Por supuesto se
podría pensar que el poema es muy corto para dar cabida a la naturaleza toda. Y
mucho menos tomar a la ciencia por los cuernos. Y en parte existe sobrada razón
para pensarlo así. Sin embargo el problema es más de fondo. Y es que tampoco se
respira en el poema una capacidad afectiva por la naturaleza en sí. Si la contemplación
se produce pero esa afirmación contemplativa parece insuficiente para medir o
penetrar afectivamente al corazón afectivo de esa naturaleza. La afectividad es
sobre los átomos o la materia deforme. Alejada de la necesaria voluntad de
aprehender los seres vivientes que pueblan esa naturaleza. Ver las
cosas naturales que aunque inanimadas nos presente una cosa material
reconocible. Curiosamente esa reducción a los átomos, como la cosa mas pequeña,
indivisible y eterna. Cosa concreta dirán muchos, es aprehendida por el
observador como una cosa abstracta. En ese tipo de materialismo, que los hay de
diferente índole, lo que ocurre es una desnaturalización de la naturaleza. Y
nos hace pensar más en las formas que propenden a la desintegración de las
formas en las obras de arte de ciertos pintores vanguardistas de inicios del
siglo XX, que en las fotos concretas y naturalistas del
fotógrafo Ansel Adams. Pero sobretodo
destaca la ausencia de un verdadero naturalista comprometido con la naturaleza.
Lo que el poeta nos presenta es el proceso de trasformación de la naturaleza, y
sin embargo, lo hace con un gran ímpetu
y a veces con bastante sagacidad y hasta
de vez en cuando con admirable intuición poética.
Observaciones entre ambas obras: Los procesos mentales de Lucrecio y
Domínguez
Dejando de lado
el itinerario de Santayana, si quisiéramos establecer una distinción y a su vez
una similitud entre ambas obras, en el tenor de sus respectivos procesos
mentales, imaginar una línea básica. No hay duda que el poema De rerum nature, ha de haber exigido un enorme esfuerzo al poeta Lucrecio,
un intento inacabado de poetizar todo el
mundo natural y coetáneo de su época. A la par de abordar temas filosóficos, históricos y religiosos. Ese proceso mental
podemos denominarlo abarcativo. Por
supuesto aún proponiéndose, él nunca hubiese podido incluir todo los tópicos y
menudencias que la naturaleza y el mundo de su época le ofrecía. Por igual el poema
de Domínguez, a pesar de su brevedad, también requirió de un enorme esfuerzo
mental del poeta. Ya no abarcativo,
sino de síntesis, ¿Cómo alojar toda
la naturaleza en un poema de 364 versos? Aquí el poeta orienta su esfuerzo a una enorme
elipsis mental. Se podría considerar,
hipotéticamente, que algunos pasajes del
poema, están basado en el poema de Lucrecio, o que hay un pálido paralelismo
entre ambas obras. Pero aunque así fuere, significaba que Domínguez tuvo que esforzarse
por concebir una selección acertada y coherente de que poner y que no poner. El
poema de Domínguez como el de Lucrecio no son poemas fáciles de elaborar y
menso de tirar al ruedo. En Lucrecio fue
una enorme batalla de comprensión, en Domínguez una intensa batalla de precisión.
En esa batalla de átomos Milton escribió:
under the flag of each his /faction, they to battle
bring/their embryo atoms.
Lucrecio nos presenta la montaña de granito y Domínguez
esculpe de esa colosal montaña de materiales, no el rostro del cielo sino el rostro de la
materia. Lucrecio elabora un inmenso mosaico y pensaba más como un muralista, Domínguez
pensaba más como un escultor. ¿Como esculpir un busto o un rostro de esa
materia? El poema de Lucrecio es una
película de largo metraje y a todo color. El poema de Domínguez es una fotografía instantánea en blanco y negro.
Un punto mas es
necesario dejar aclarado acerca del pensamiento de Lucrecio. Al reino de los
opuestos, categoría que ya venia arrastrándose desde los presocráticos,
pensemos en Empedocles con su Discordia
y Amor. Pero no el simple maniqueísmo, también existe el reino de los
matices, y pensamos eso por ciertas ambivalencias a veces irrumpen en ambos
autores al abordar o dejar de abordar el
problema de la trascendencia, y el de la primera causa. Sin meternos a fondo en
semejante embrollo, si quisiéramos establecer unas ideas básicas. Lucrecio no era
un ateo en el sentido moderno del término. Ni tampoco Epicuro. Ambos,
sencillamente destierran a los dioses de su paisaje vivencial, pero no niegan
la existencia de ellos. Para Lucrecio y Epicuro, los dioses son insensibles y
no se meten en las cosas humanas. Lucrecio inicia su poema invocando a la diosa
Venus, madre de la naturaleza. Sin embargo Lucrecio combate con vehemencia la
superstición, no contra los dioses sino contra el paganismo. Aquel paisaje
iconográfico de estatuas de dioses, y aquella mitología que asociaba a los
dioses a cada cosa. Todo esta lleno de dioses
decía Tales de Mileto. Pero a lo que Lucrecio aspiraba era a una
sociedad en que los dioses, sean cuales fueren, no metieran sus narices divinas
en el mundo finito de los humanos. Por supuesto esto acarreaba un problema más,
el de si en el mundo había algo que sustanciara ese mundo además de
la materia. Para él el alma es mortal y no eterna. Al morir el cuerpo también
perece el alma. Y todo se convierte en materia. Y al cerrarle el paso al alma
como posibilidad de que hubiese un espíritu en las cosas, lo llevaba también al
problema de eliminar el problema de la
causa primera y también de las causas finales. Aquella actitud que Aristóteles
le reprochaba a los filósofos jonios de no abordar en sus visiones la causa primera.
La guerra de Lucrecio era contra el paganismo, pero no desacreditaba las
corrientes espirituales del mundo, pensemos en su contemporáneo Platón. Hasta
aquí lo que podemos decir de Lucrecio.
Y ahora ¿cómo encuadra
Domínguez ante ese panorama? Para el poeta
todo este paisaje materialista y sin
dioses, tuvo también que enfrentarlo con varias decisiones y maneras de
pensar el problema. Pero amparado por la materia, lo primero que se le ocurre
es construir un dios material. Un
nuevo golem. O por lo menos un dios
con ciertas propiedades de un dios. Hasta allí todo viento en popa, pero
también Domínguez tiene que eliminar el problema aristotélico de la causa
primera. Nada reprochable, todos los filosos presocráticos a su manera lo
hicieron. El problema central se suscita, en que sustituye un dios por otro. Y lo hace porque sin darle esas propiedades o atributos de un Dios
entonces el mundo que nos presenta, no podría funcionar. Seria un mundo de caos o sacado de la nada. Y a
pesar de todo es valida su tesis materialista. También Domínguez no creía en la
inmortalidad del alma. Para él todo, tanto
cuerpo y alma, mueren. La negación de Domínguez de la inmanencia es casi total.
Otros filósofos y poetas sostenían esa inmanencia que estaba en la naturaleza. Por
ejemplo, los románticos. Por esa vía, encontraron un solaz, en el buen
anfitrión del panteísmo. Y es que el panteísmo siempre será un refugio seguro y
Locus amoneus. Negar un dios personal
y afirmar que dios esta en todas partes porque dios es una sustancia. Es una
manera sutil de reconciliarse con el mundo. Pero Domínguez abjura de esa
creencia. Porque es volver a reconocer que detrás o dentro de la materia hay un dios o una sustancia o un halo que es
lo que alimenta la vida. En esa materia el poema de Domínguez revela varias
ambigüedades, y aunque asume un materialismo
esquivo, siempre va acompañado a cada paso de un dios ambivalente que lo auxilia, eso lo lleva también asumir una posición cerrada ante otras posibilidades, como mas
adelante veremos, ya no de lo trascendente, sino de lo humano.
En la medida que
Domínguez se posesiona de esa particular visión materialista, o será al revés,
en la medida que esa visión materialista se posesiona de Domínguez. El mundo de
Domínguez se va cerrando, porque esa visión extrema es excluyente. Por eso para Domínguez aceptar una doctrina, cualesquiera
que fuere, que no fuera el materialismo puro, era quebrantar la tesis de su visión
del mundo. Era darle entrada a doctrinas y personas que no podía garantizarle la
intocabilidad de su feudo materialista. Para el Domínguez de Himno a la
materia, no había buenas personas ni
buenas doctrinas. En ese salón de baile despoblado no caben ni el buen
cristiano ni el buen marxista. Tampoco cabía el buen hombre de Roseau. Domínguez
mantenía intacta la base de su formato ultra materialista: el intransigente escepticismo, sin debilitar su último refugio el nihilismo
que cortaba todo posible via de ataque cotidiano. Por lo menos esa actitud asume en su poema. Y es que la receta
pragmática de Domínguez, se podría reducir así como el hizo de la material al átomo,
en un convencionalismo extremo pero útil: Todo
o Nada. Suena medio filosófico pero también cae medio infantil. Pero ese
dilema, tuvo sus consecuencias. Esa conversión conceptual, no tiene ningún
misterio. Para Domínguez ese Todo,
era la materia convertida en átomos. Y ahí no cabía nada ni nadie más. El Nada es la negación de todo lo humano. Todo a la materia, Nada a la humanidad.
Ni dioses ni hombres, ni filosofías ni doctrinas. Ni ciencia ni teología. Sin
embargo, pensar que Domínguez estaba reivindicando el triunfo de una doctrina o
que desde la distancia de este siglo XXI, su materialismo podría ser
interpretado como un materialismo
dialectico o materialismo histórico, o algún tipo de existencialismo ateo, como
el de Sartre por ejemplo. Y si bien estas corrientes aunque entroncaran con
ciertas semejanzas en el materialismo de
Lucrecio y Demócrito y Domínguez. Parecería,
si bien no imposible, si poco probable
que Domínguez llegaría asumir esas
corrientes como articulo de fe personal. Al almuerzo materialista de Domínguez no hubo ningun invitado.
Fue una fiesta sin invitados.
Al paso que la
madeja se va desenrollado, un punto más aparece en el ruedo: el soporte ético.
Ya que aún los agnósticos, necesitan de un mínimo ético que de sustento su
visión del mundo. En Lucrecio por supuesto que descansa toda una ética sobre el
mundo, en tanto es un poema didáctico,
y al poeta le preocupa comunicar su verdad y que su pensamiento libere a los hombres de la superstición de
los dioses y del temor a la muerte. Pero en Domínguez, esa preocupación no sale a
flote, se queda anclada en ese mar de la
nada. O queda muy expuesta a una
interpretación implícita o muy oculta. Es
un poema más allá del bien y del mal. Simplemente el poema esta ahí, siempre con
su vigor clarificador y su constante penetración discursiva. Pero no va dirigido
a nadie. Ni tampoco nos presenta una visión que puede desarmar su trinchera pesimista, y permita que aunque sea una partícula remota de luz ilumine
a la mirada sorprendida. En fin, ya sea el romanticismo como filosofía de vida, con
todas sus cumbres y abismos, donde se debate con alegría y horror, el tembloroso
e irreverente Yo romántico. O la naturaleza
como sujeto observable bajo el paraguas portentoso y tecnológico de la ciencia.
Ambas movimientos inscriben en su agenda un ideario mínimo, todas aspiran,
cuando menos a un fin hacia algo. Hay una finalidad hacia la
que apunta el ser y el sujeto poetizado. Y no importa que el lector este de
acuerdo o no con el poema. O disienta sobre cualquier materia que poéticamente
el poeta nos presenta. Todo puede ser discutible o no, porque en ese
calidoscopio que transita del romanticismo al modernismo, perviven diversas
corrientes y coexisten distintas gradualidades sobre la existencia humana. No
obstante, uno desearía encontrar aunque
que sea un respiro en algo levemente humano. ( FIN D ELA PRIMERA PARTE)
Notas bibliográficas
1. Entre otros investigadores y críticos, referimos al
lector al estudio en forma de
introducción o prologo del Doctor Héctor
Leyva. José Antonio Domínguez. Obra poética escogida de sus manuscritos.
1885-1903.Edicion de Héctor M. Leyva. Secretaria de Cultura, Artes y Deportes,
2008. En este clarificador estudio sobre la vida y obra de José Antonio
Domínguez, el autor aborda con un amplio horizonte mental, meticulosamente y con
documentación suficiente y de primera mano, las circunstancias existenciales, contexto histórico, y las influencias, pensamientos y corrientes que
modelaron tanto la vida como la obra del poeta. Y adicionalmente remitimos al
lector a la concisa y acuciosa reseña sobre el poema Himno a la materia en José Antonio Domínguez un poeta de
transición. Himno a la materia un libro puente. De Xavier Panchame,
publicada en la revista virtual Literofilia.
2. Hoy dos cosas…parecen ser modernas: el
análisis de la vida y el vuelo de la vida…Una anotomía practica de la vida
interna de la mente o del sueño. Reflexión o fantasía; imagen del espejo o
imagen del sueño. Los viejos muebles son modernos, y así también la reciente
neurosis… Paul Bourget es moderno, y Buda también; la división del átomo y
jugar pelota con el cosmos. Lo moderno es la disección de un modo, un respiro,
un escrúpulo. Y lo moderno es un instintivo, casi sonambulista entrega a una revelación, a toda belleza, a la armonía de los colores. Al
resplandor de una metáfora o una maravillosa alegoría. James Mcfarlane,
James. The mind of modernism, p. 71, Modernism Edited by Malcolm Bradbury and James Mcfarlane. Pelican guides to European Literature, 1974, p. 71(.La traducción es de
plaza de las palabras.)
3. Kermode sugiere que el
cambio de un siglo tiene un efecto fuertemente chialistico ; ello ayuda a los
hombres a destilar la milenaria disposición de los hombres de pensar en la
crisis, a reflexionar sobre la historia como revolución o ciclo, considerar, en
cuanto fin de siglo o sobre principio de siglo, las mentes han considerado la pregunta de finales y principios (…) Lo que
el modernismo hace es levantar en
fermento, no solo la noción de forma sino el significado del tiempo, y esto es una razón por la que intentos
audaces disciernen un momento de transición. Citado en The
name and Nature of Modernism, Malcolm Bradbury and James Mcfarlane. Modernism,
p. 51
4. En el modernismo, el centro se percibe no como una
fuerza centrifuga sino centripeta, y la consecuencia no es la
desintegración sino la superintegracion.
James Mcfarlane, James. The mind of modernism, p. 71, Modernism Edited by Malcolm Bradbury and James Mcfarlane. Pelican guides to European Literature, 1974, p p. 92.
5. Los opuestos es un a dialéctica poética que se venia
usando en los románticos, sin embargo bajo otra modalidad, los opuestos
funcionaban separados, funcionaban mas como contrarios. En el modernismo esa
dialéctica adquiere un paso más de integración, los contarios o las
contradicciones se funden en un solo ser. En Domínguez advertimos esa fusión
entre vida y muerte que se cobija en la materia, pero también en ese dualismo
andrógeno, que se da entre masculino y femenino, en la integración de dios que
intenta Domínguez. Estos dos gestos, Integración en la unidad, producen a la
par un modo de ambigüedad. O de ambivalencia que también se advierte en
Domínguez, en el tratamiento del tema de Dios.
6. Fragmento de prefacio
de Wordsworth, a la segunda edición de Baladas
Liricas, (1800) obra en que incluyo su prefacio, una especie de manifiesto que
delimita el arco de la poesía romántica.
7. SENTIDO DE LA IMAGINACIÓN EN WILLIAM WORDSWORTH. CRISTIÁN DE BRAVO
DELORME
8. Max Ehrmann
Fragmento de Desiderata: Tú eres una
criatura del universo,/no menos que los árboles y las estrellas,/tienes derecho
a existir,/y sea que te resulte claro o no,/indudablemente el universo marcha
como debiera…
9. Gaston Bachelard (1884- 962), “ filósofo, epistemólogo, poeta, físico,
profesor y crítico literario francés. Autor inclasificable, estuvo interesado
por la historia de la ciencia, moderna o contemporánea, y al mismo tiempo por
la imaginación literaria, a la que dedicó una atención paralela. En sus obras
El nuevo espíritu científico (1934) y La formación del espíritu científico
(1938) expone sus ideas sobre la Filosofía de la Ciencia. Su obra más
importante en este terreno es El materialismo racional (1953). Supone su
planteamiento una superación del debate empirismo/racionalismo, que combate a
cada uno de ellos por separado, así en El nuevo espíritu científico. Para
Bachelard el materialismo racional se halla en el centro de un espectro
epistemológico cuyos extremos son el idealismo y el materialismo. En la parte
critico-literaria de su obra —muy importante y vasta—, Bachelard se consagrará
a profundizar sobre el problema de la imaginación poética. Sus estudios sobre
psicología de los elementos, el agua, el aire, la tierra, en sus relaciones con
la literatura son hoy clásicos: Psicoanálisis del fuego (1938), El agua y los
sueños (1942), El aire y los sueños (1943), La tierra y la ensoñación de la
voluntad (1948). En estas obras se refleja cierta influencia de Jung, pero
asimismo de Marie Bonaparte y el surrealismo. Ciertas afirmaciones suyas, como
que "baste que hablemos de un objeto para creernos objetivos", pone
en conexión esas otras preocupaciones con las epistemológicas. Todos sus
últimos libros, desde 1938, muestran una búsqueda más poética, acaso culminada
con La poética del espacio (1957), que usan los arquitectos, y La poética de la
ensoñación (1960). Extractos tomados
de Entrada Gaston Bachelard, Wikipedia.
10. Bachelard, Gaston. EL aire y los sueños. Breviarios
Fondo de la Cultura Económica, 139 Traducción de Cristina de Champourcin,
México, 2002, p.69
11. Bachelard,
G. Ibíd., p. 68
12. Bachelard,
G. Ibíd., p.119
13. Bachelard,
G. Ibíd., p. 76. Basquet citado por Bachelard.
14. Bachelard,
G. Ibíd., p.79
15. Bachelard,
G. Ibíd., p. 117
16. Bachelard,
G. Ibíd., p. 119
17. Bachelard, G.
Ibíd., p. 121
18. Citados en T.S.Eliot, THE METHAPYSICAL POETS, BRITISH
LITERARTURE, BLAKE TO PRESENT DAY, 1952,
931-935 p. Critico y poeta que hacia aquella conocida comparación entre
los poetas intelectuales y los poetas reflexivos. Donde afirmaba que los poetas
intelectuales estaban más fincado en el
intelecto, pero atenuaban sus capacidades sensoriales, no podían oler el
perfume de una rosa. Citaba sobre los poetas intelectuales a Bronning y Tennyson. Mientras que para
los poetas Reflexivos, citaba a los
poetas metafísicos Igualmente Carl G.Jung en su clásica obra Tipos sicológicos, nos remite a Schiller
y su tipología de poetas ingenuos y poetas sentimentales, donde señala que el
poeta ingenuo es naturaleza en si, mientras que el poeta sentimental, carece de
esa naturaleza, por lo tanto la busca. Domínguez, atendiendo a solo su poema El himno a la materia estaría más cerca de los poetas
sentimentales. “El sentimental busca la naturaleza. Reflexiona sobre la
impresión que los objetos producen en el y solo en esa reflexión se basa la
emoción que de él se apodera y que nos
trasmite. El objeto es referido aquí a
una idea y solo en esta relación basa su
fuerza poética. Véase Capítulo III, Sobre las ideas de Schiller en el problema
de los tipos. 2. La disertación de poesía ingenua y poesía sentimental, en Tipos sicológicos, Tomo I ed.
Sudamericana, traducción de Ramón de la
Serna.1985, p.179.
19. Bachelard,G, ob.,cit. p. 72
20. Bachelard, G.
Ibíd., p. 137
21. Alfonso Guillen
Zelaya, De su poema La Florida, «Yo he querido copiarte en estas rimas/Como
copian las aguas el paisaje». Cuyo antecedente
remite al poeta ingles Marvel: en su poema The
Garden: «The mind, the ocean where each kind/Does straight its own resemblance
find; /. » Cit. Nota 17. Luis Cernuda. Antología
poética. Prologo de Philip W.Silver, Alianza Editorial, p.9.Citado en Guillen Zelaya el poeta
de la naturaleza. Poemas ambientalistas Post Plaza de las palabras. Post publicado en este blog.
22. .Thomas Hardy,
Capitulo 6 Queen of night, The Return of the Native. Signet Classic, 1980, p.71
23 Borges, J.L La
Metáfora, en Historia de la eternidad.
24. Bachelard,
G. ob.,cit. p. 57
25. Bachelard, G.
Ibíd., p. 129
26. Bachelard,
G. Ibíd., p 56
27. Bachelard,
G. Ibíd., p. 57
28. Bachelard,
G. Ibíd., p. 66
29. Wordsworth
citado por William Hazlitt en ON REASON
AND IMAGINATION,166 BRITISH LITERARTURE, BLAKE TO PRESENT DAY,
1952, p.166. Los versos señalados son del poema Lines composed a few miles above
TINTERN ABBEY. (Líneas 105 y 106 en el
original en ingles)
30 “As when by night the glass of Galileo, less assured,
observes imagined lands and regions in the moon”. Jamie Doward When Milton
met Galileo: the collision of cultures that helped shape Paradise Lost,
The Guardian, 20 Aug 2017.Tambien puede consultarse, Jonathan Reson, Return
at paradise, New Yorker, 2008
31. Hawking Sthepen —A Briefer History of Time, citado
en Stephen Hawking La poesía del cosmos Javier tinajero R. Blog Nuberrante,
14 de marzo de 2018.
32. Santayana, George. Tres poetas filósofos. Lucrecio,
Dante, Goethe. Diálogos en el limbo.
Editorial Porrua, 1994, p.19
33. Santayana, G. Ibid., p.18
34. Citado en Ob,.Cit. CRISTIÁN DE BRAVO DELORME, 2012
35. Si es acertado que los filósofos hayan
desbrozado el concepto de nada, y se hayan preguntado ¿Qué es la nada? también
es igualmente atinado preguntarse ¿Qué es el todo? Para Demócrito y Epicuro la
nada es el espacio vacio necesario para que ocurra el movimiento de la materia.
De ahí que su trilogía era materia, espacio vacio y movimiento. Pero también cabria preguntarse si el espacio
vacio es realmente equivalente a la nada. Y creer como ellos creían que en ese
espacio vacio no tenia sentido el arriba y el abajo. O creer súbitamente como
Bachelard señalando a Nietzsche creía que la profundidad no esta abajo sino
arriba.
HIMNO A LA MATERIA POR JOSE ANTONIO DOMINGUEZ (1902)
1
¡Oh, materia sublime, eterna
y varia
que con el gran prodigio de
tu esencia
y el arcano infinito de tus
formas,
como madre perenne, siempre
joven
a quien su propia fuerza
fecundara,
llenas la inmensidad de
Universo
y eres causa y efecto
misterioso
de cuantos seres bullen y
rebullen
con aspecto de vida en los
espacios,
desde los vastos mundos y
los soles
que por la noche brillan
como antorchas
suspensas en el éter
cristalino,
hasta los invisibles
infusorios
que habitan en miríadas y
millones
en el fondo irisado de una gota
de rocío...!
2
¡Oh, prolífica y sagrada
materia que en el vasto
mecanismo
de la augusta creación
tienes tu imperio
de omnímodo poder, y a todas
horas
ordenas y ejecutas por ti
misma
las leyes admirables que
presiden
la vida universal, diversa
siempre
del coro de criaturas que en
ti nacen
y a ti vuelven al fin: obras
perfectas
en cuanto cabe serlo en lo
infinito,
que ora inmensas cual moles
desmedidas;
ora medianas, ora
imperceptibles,
de ti el cuerpo reciben y el
aliento
que sujeta sus órganos y
hace
que cumplan por lo menos su
destino
de nacer y morir!
3
¡Salve mil veces
oh, materia infinita y
soberana!
De la que surge sin cesar
creadora,
ordenándolo todo con
maestría,
la fuerza, ese milagro portentoso,
especie de alma mater de tu
seno
que incontrastable,
inteligente y pura,
cual si Dios mismo su poder
rigiese
produce los fenómenos más
grandes,
combina los agentes más
fecundos,
da vida a los primarios
elementos
y organiza la vida de los
seres
que brotan de los mundos, de
igual modo
que hace que giren éstos en
sus órbitas,
por la atracción tan sólo
suspendidos
alrededor del sol!
4
En ti reside,
de ti dimana y hacia ti
refluye
la vida universal que no se
agota
y es como inmenso genesíaco
río
que al recorrer su seno lo
fecunda,
porque lleva en sus ondas la
simiente
de que brotan en mágicos
regueros
las vidas de que surgen
nuevas vidas
que al llenar su misión
dejan el germen
de nuevos seres que al vivir
difunden:
porque en el laboratorio de
lo creado
en tanto que unos mueren
otros nacen
y la vida se extiende y se
derrama
buscando nuevos moldes y por
último
se transforma y renace de la
muerte
cual fabuloso fénix
5
¡Oh materia!
Tú eres lo único eterno; tú
no acabas;
tú no aumentas, tú no
disminuyes;
eres principio y fin de
cuanto existe;
de ti depende todo y a ti
torna.
Eres la misma aunque diversa
siempre
pues tu esencia suprema
indestructible,
es tan compleja y a la vez
tan una
que recorre una escala
interminable
de formas, de organismos y
de vidas,
y en labor incesante por
doquier
renueva sus creaciones y
persiste
esparciendo destellos de sí
misma
que encarnan nuevas vidas,
cual si fueses
¡oh, materia! alma y vida
del gran todo
llamada Creación.
6
Tú solamente
no has tenido alborada ni
podrías
tener jamás acaso. Cuanto
alienta
lo mismo en lo pequeño que
en la grande
está sujeto el tiempo: vive
y muere;
es decir, se transforma y en
ti queda;
pues la vida del ser sólo es
fenómeno
de resplandor fugaz. Los
mismos
soles y los mundos de
fábrica tan sólida
tienen su fin; tras
incontables años
llega el día en que extinto
su calórico
giran en los espacios
insondables
cadáveres helados e
insepultos,
en tanto que quizás en otros
cielos
nuevos mundos se forman
donde pronto
brotaran nuevos seres.
7
¡Oh, prodigio!
Mas si la vida individual es
breve
y pasa como sueños y luego
se hunde
en la noche espantosa del
olvido
no así la vida universal. En
vano
la muerte apaga con su
helado aliento
las llamas de la vida una
tras otra.
Una vida en verdad es casi
nada;
pero el conjunto inmenso de
las vidas
que forman el vastísimo
Universo
eso es algo magnífico y
grandioso
que no puede abarcar el
pensamiento,
que no puede extinguir soplo
ninguno,
que a todo cataclismo
sobrepasa.
Y en inmortal cadena se
prolonga
llenando lo infinito.
8
Lo que el hombre
llama a muerte y le teme a
cada instante,
es sólo una apariencia, un
accidente
que prepara, ¡oh, materia!,
tus deshechos
a nuevos organismos, sin que
pueda
menguar el poder de tus
creaciones
porque previsto se halla y
mucho sirve
en el plan colosal de sus
sistemas.
La muerte para ti sólo es
acaso
como un abono que te das a
ti misma
tal vez por mantener ágil e
incólume
de tu vigor el germen
patentísimo;
o quizás como un baño en
cuyas aguas
rejuveneces tus gigantes
miembros
por cuyas venas corre
siempre nueva
savia de eternidad.
9
La muerte nunca
destruye, ni podrá de modo
alguno
la más mínima parte de tu
masa;
ella es quizá el agente más
activo
que en el taller inmenso de
los seres
esparce los raudales de la
vida
que de ti mana en
incansables ondas.
Ella no mata; en realidad
divide,
y separa elementos que bien
pronto,
al combinarse en prodigiosas
mezclas,
dan vida inesperada y
repentina
a extraños organismos que se
forman
como por ley fatal, pero que
es siempre
la providencia eterna de las
cosas
que también es corona
deslumbrante
de sus grandes virtudes.
10
¡Oh, materia!
Sin duda cuando creas y
transformas,
cuando enciendes la antorcha
de una vida
o cuando apagas esa
antorcha, no haces
ni bien ni mal; o al menos
no meditas
tan extraños efectos que
anonadan
la oscurísima mente de los
hombres;
reside en ti la perfección
suprema
de la inconsciencia que por
ley divina,
bajo el influjo de potentes
causas,
lo mismo crea a un mundo
prodigioso
que da vida a un insecto.
Eres hermosa,
eres sublime cuando das la
vida
lo mismo que al quitarla en
apariencia
sin que te importe a quien.
11
¿Sabes acaso
que el hombre, ese pigmeo
miserable,
te desprecia creyéndose en
la tierra
el rey de lo creado, un ser
distinto
y superior a ti, que tienes
un alma
en donde se concentra lo
infinito
y eterno de las cosas, viva
chispa
que no puede morir; porque
su origen
arranca del aliento luminoso
del divino arquitecto de
los mundos
del que sacó del fondo de la
nada
el principio de todo, el
caos mismo,
que al condensarse y
adquirir contornos
te dio el cuerpo y la
esencia que transmites
a cada ser que en la
extensión vacía
se despierta a vivir?
12
¿Has hecho caso
jamás de tus abstrusas
ambiciones,
engendros del delirio de su
mente,
que a comprender no alcanza
cosa alguna
de cuanto encierra el
panorama espléndido
de la naturaleza que es tan
sólo
como un movible espejo de
sus formas
diseminadas infinitamente
por los incalculables
horizontes
apenas sospechados, porque
nunca
la ciencia humana explorará
el misterio
de tu extensión ni
encontrará la clave
que la ayude a explicarse
los enigmas
que ve por todas partes, ni
siquiera
conocerá la esencia
milagrosa
del átomo más leve?
13
El hombre iluso
nacido del calor de tus
entrañas
e hijo tuyo a toda hora, no
comprende,
no quiere comprender, que su
existencia
es como todo lo que alienta
y vive
es la esfera el orbe,
solamente
el resultado de fatales
fuerzas
que por virtudes propias al
fundirse
producen el fenómeno que
informa
la gran vitalidad de un
organismo
no comprende que salvo la
excelencia
de ciertas facultades que
requieren
medios propios en él para
externarse,
su vida se equipara por
completo
a la de tantos seres
multiformes
que como él también viven.
14
No comprende,
en su orgullo satánico
engreído,
que su vida es levísima
burbuja
que el roce más ligero
despedaza;
no comprende que es él menos
que un grano
de arena que se pierde y se
confunde
en las inmensidades de un
desierto:
átomo del océano infinito
que se piensa, ¡Oh blasfemia
imperdonable!
imagen de Dios mismo.
Acaso ignora
que hay en el éter
incontables mundos
superiores mil veces a la
tierra
mundos que han de poblar sin
duda seres
más perfectos que el hombre,
ya en figura
ya en fuerza y facultad o
porque tengan
más nobles atributos?
15
Pobre hombre
infeliz individuo condenado
a ser el habitante de un planeta
de los más inferiores que
gravitan
en el éter azul de lo
insondable,
alrededor de un sol, como si
fuesen
enormes colibríes revolando
en torno a inmensa flor. El
hombre vive
sobre un planeta opaco y
pequeñísimo
donde la vida es corta y sin
objeto;
gusano miserable que se
sueña
muchas veces gigante, y por
desdicha
despierta de su sueño de
locura
para caer en seguida en otro
sueño,
y así pasa entre sombras y
quimeras
hasta que muere al fin.
16
¿Acaso tiene
misión alguna individual el
hombre?
¿No es verdad que a pesar de
cuanto digan
sobre la triste tierra el
hombre pasa,
en perpetua niñez y luego se
hunde
en la tremenda noche
inescrutable,
sin dejar ni la huella de su
paso
porque implacable con su
mano el tiempo
todo lo borra al fin? ¿Cuál
es entonces
el destino del hombre? ¿Por
qué vive?
¿A qué viene a este valle de
miserias
si no es a perpetuar si
proponérselo
su propia imagen que la
vivir prosigue
en la misma ignorancia,
fatalmente
transmitiendo la vida sin
pensarlo
a nuevos infelices?
17
¡Ah, la vida,
la vida individual es para
el hombre
una cosa tristísima: hasta
es justo
dejar que el pensamiento se
solace
soñando nueva vida breves
momentos
para morir después, que a
ser posible
fuera mejor exterminar la
especie
e impedir que el dolor la
perpetúe
vedándole al amor
reproducirse!
¡Ay, infeliz el que por
suerte cae
en el círculo odioso de la
vida,
porque juguete de
inclementes hados,
irá sin rumbo padeciendo
siempre
hasta hallar su sepulcro...!
18
Mas...con todo
a pesar de que el mundo de
los hombres
no nos brinda la dicha ni
podemos
hallar un alto fin que
satisfaga
nuestra osada ambición, es
indudable
que el mundo, el Universo,
cuanto existe
si no nos dan felicidad
alguna,
tal vez porque jamás nos
conformamos,
son un bello espectáculo,
una cosa
tan grande, tan magnífica y
sublime
que muchas veces sin
quererlo el labio
lleno de admiración se abre
entusiasta
para entonar un himno
laudatorio
al estupendo autor de tanto
hechizo
de tanta maravilla
incomprensible
y de tanto esplendor.
19
Cuando extasiado,
contemplo la hermosura de un paisaje,
en la hora misteriosa del
crepúsculo,
o admiro por la noche el
firmamento
constelado de ardiente
argentería;
cuando absorto y suspenso me divago
recordando en mi espíritu mi
efecto
de los mágicos cuadros que a
mi vista
llenaron de estupor, ya en
pleno bosque
ya en las cúspides altas. O
bogando
sobre el dorso del mar; yo
me deleito
con transportes de goce
indefinible;
yo me alegro en verdad de la
existencia
para ver y sentir, y dentro
del alma
encontrar la certeza de algo
grande
que eleva el corazón.
20
Cuando así pienso
cuando el escepticismo se
adormece,
a través de la fe yo miro el
mundo
como amable mansión y hallo
la vida
en conjunto de todos los
hermanos
como un vasto taller de
donde surgen
para la sociedad inmensos
bienes,
el progreso constante, el
noble imperio
de la fraternidad, la dicha
misma
brindando su porción a cada
uno
todos unidos en grandioso
anhelo
cumpliendo algún destino se
figuran
ver a Dios que les va tras
de las nubes
y les sonríe como padre
amante
con entrañable amor.
21
Pero todo eso
es sólo un espejismo de la
mente:
todos los seres que lo
creado encierra
sólo somos visiones muy
fugaces.
Todos feneces al fin, la
vida es sueño
que se pierde entre dos
noches obscuras.
La muerte misma es ilusión. Tú sola,
oh. materia
grandiosa e ilimitada,
persistes sobre todo eternamente.
¿Eres hija de Dios? ¿Eres
Dios mismo?
Yo no sé qué eres tú, ni a
ti te importa
que yo crea o que dude.
Inexorable
y muda a mis preguntas
permaneces
como si fueses sorda o
insensible.
¿Qué le importa el coloso
formidable
lo que piense una oruga?
22
Tú sin duda
no debes ni pensar. No te hace falta
porque tus pensamientos son
acciones.
Eres tan grande, en
realidad tan grande,
que delante de ti todo es
pequeño.
Y pensar que muy pronto, yo
si acaso
soy átomo que piensa porque
vive
dejaré de alentar para
perderme.
y fundirme en tu seno hecho
partículas
que al combinarse han de dar
vida luego
ora a yerba y arbustos, al
mezclarse.
¡Pensar que este fenómeno
radiante
de mi vida infeliz ha de
extinguirse
cual si no hubiese sido!
23
¡Qué tristeza!
el hombre es en la tierra
cual sonámbulo
que dirige fantástico
destino
o torpe acaso sin razón
ninguna;
mas, no lo escarnezcamos,
que no es justo:
su desgracia fatal culpa es
de nadie;
pues nada en realidad es
malo o bueno.
Por eso resignado y
conmovido,
yo te canto, ¡oh, materia despiadada!
Eres monstruo a la vez que
santa madre;
mezcla de sombra y luz;
conjunto inmenso
donde todo comienza y todo
acaba
como en terrible mar. ¡Salve
mil veces
cuna y sepulcro de los
mismos astros!
¡Digna obrera de Dios! mil
veces salve!
HIMNO A LA MATERIA POR
PIERRE TEILHARD E CHARDIN (1919)
Bendita seas tú, áspera Materia, gleba estéril, dura
roca, tú que no cedes más que a la violencia y nos obligas a trabajar si
queremos comer. Bendita seas, peligrosa Materia, mar violenta, indomable
pasión, tú que nos devoras si no te encadenamos.
Bendita seas, poderosa Materia, Evolución
irresistible, Realidad siempre naciente, tú que haciendo estallar en cada
momento nuestros encuadres nos obligas a buscar cada vez más lejos la Verdad.
Bendita seas, universal Materia, Duración sin límites,
Éter sin orillas, Triple abismo de las estrellas, de los átomos y de las
generaciones, tú que desbordando y disolviendo nuestras estrechas medidas nos
revelas las dimensiones de Dios. Bendita seas, impenetrable Materia, tú que,
tendida por todas partes entre nuestras almas, y el Mundo de las Esencias, nos
haces consumir en el deseo de atravesar el velo inconsútil de los fenómenos.
Bendita seas, mortal Materia, tú que, disociándote un
día en nosotros, nos introducirás, por fuerza, en el corazón mismo de lo que
es. Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviríamos inertes,
estancados, pueriles, ignorantes de nosotros mismos Y de Dios. Tú que castigas
y, que curas, tú que resistes y que cedes, tú que trastruecas y que construyes,
tú que encadenas y que liberas, Savia de nuestras almas, Mano de Dios, Carne de
Cristo, Materia, yo te bendigo.
Yo te bendigo, Materia, y te saludo, no como te
describen, reducida o desfigurada, los pontífices de la ciencia y los
predicadores de la virtud, un amasijo, dicen, de fuerzas brutales o de bajos
apetitos, sino como te me apareces hoy, en tu totalidad y tu verdad.
Te saludo, inagotable capacidad de ser y de
Transformación en donde germina y crece la Sustancia elegida.
Te saludo, potencia universal de acercamiento y, de
unión mediante la cual se entrelaza la muchedumbre de las mónadas y en la que
todas convergen en ,el camino del Espíritu.
Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal
límpido de donde ha surgido la nueva Jerusalén.
Te saludo, Medio divino, cargado de Poder Creador,
Océano agitado por el Espíritu, arcilla amasada y animada por el Verbo
encarnado.
Creyendo obedecer a tu irresistible llamada, los
hombres se precipitan con frecuencia por amor hacia ti en el abismo exterior de
los goces egoístas. Les engaña un reflejo o un eco. Lo veo ahora.
Para llegar hasta ti, Materia, es necesario que,
partiendo de un contacto universal con todo lo que se mueve aquí abajo,
sintamos poco a poco cómo se desvanecen entre nuestras manos las formas
particulares, de todo lo que sostenemos, hasta que nos encontremos frente a la
única esencia de todas las consistencias y de todas las uniones. Si queremos
conservarte, hemos de sublimarte en el dolor después de haberte estrechado
voluptuosamente entre nuestros brazos.
Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que
los Santos se imaginan haberte dejado a
un lado; Carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un
espíritu.
¡Arrebátame, Materia, allá arriba, mediante el
esfuerzo, la separación y la muerte;
arrebátame allí en donde al fin sea posible abrazar
castamente al Universo!
Del libro “HIMNO AL UNIVERSO”
Crédito de las ilustraciones
1. Átomo, dibujo, Google
Imagen
2. Rio snake, foto, por Ansel
Adams
3. Mañana en el Támesis,
foto por Willy Brandt
4. Parnasum, pintura, por Paul
Klee
5.Perfil hombre con hojas.
Google Imagen