Antonio Machado
Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 26 de
julio de 1875 - Collioure, Francia, 22 de febrero de 1939). Miembro tardío de la Generación del
98 y uno de sus miembros más representativos. Su obra inicial suele
inscribirse en el movimiento literario denominado Modernismo.
A un olmo viejo
Al olmo
viejo, hendido por el rayo
y en su
mitad podrido,
con las
lluvias de abril y el sol de mayo
algunas
hojas verdes le han salido.
¡El olmo
centenario en la colina
que lame
el Duero! Un musgo amarillento
le mancha
la corteza blanquecina
al tronco
carcomido y polvoriento.
No será,
cual los álamos cantores
que
guardan el camino y la ribera,
habitado
de pardos ruiseñores.
Ejército
de hormigas en hilera
va
trepando por él, y en sus entrañas
urden sus
telas grises las arañas.
Antes que
te derribe, olmo del Duero,
con su
hacha el leñador, y el carpintero
te
convierta en melena de campana,
lanza de
carro o yugo de carreta;
antes que
rojo en el hogar, mañana,
ardas, de
alguna mísera caseta,
al borde
de un camino;
antes que
te descuaje un torbellino
y tronche
el soplo de las sierras blancas;
antes que
el río hasta la mar te empuje
por
valles y barrancas,
olmo,
quiero anotar en mi cartera
la gracia
de tu rama verdecida.
Mi corazón
espera
también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro
milagro de la primavera.
Soria.
1912
Fuente : http://poetasespanoles.blogspot.com/
Extracto de Proverbios y
cantares (XXIX)
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de
Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar
quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he
escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Fuente: http://www.poemas-del-alma.com/retrato.htm