Plaza de
las palabras, presenta una
selección de poemas de tres poetas de la generación española del 27. Aunque la critica se divide, si esta fue una
generación o no, la asumimos como tal; y que también forma parte de la denominada Generación de Plata, que sumaba las
generaciones del 1898 y 1914. Amplía y riquísima representación, que también
abarco pintores, músicos y filósofos. En ese contexto los integrantes del 27, crearon
una ruptura con ciertos núcleos de la poesía, especialmente la poesía decimonónica.
Pero no rompieron con la poesía del Siglo
de Oro Español. Al contrario, algunos de
estos poetas se nutrieron de esa poesía. En ese sentido se aglutinaron, en el
homenaje a Luis Argote y Góngora, al cumplirse el tricentenario de su muerte, en
1927. Tiempo y lugar, que marco el inicio de esa generación poética, conformada
por poetas tan heterogéneos como Jorge
Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Dámaso
Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel
Altolaguirre, Juan José Domenchina y Emilio Prados, para señalar a un numeroso
grupo de poetas; pero que también envolvía
narradores, críticos y dramaturgos. Para
efectos de ejemplo hemos seleccionado a tres poetas: Aleixandre, Alberti y
Cernuda. Rafael Alberti un poeta que debuta con Marinero sin tierra, (1925), entroncado con la poesía y cancioneros
españoles. Y su obra Sobre los ángeles,
con un aliento simbólico pero también de pinceladas surrealistas. Alberti poeta
cuya temáticas fueron el amor, el exilio, el mar, la libertad, la mitología.
Poeta que pensaba: “Y el mar fue y le dio
un nombre y un apellido el viento y las nubes un cuerpo y un alma el fuego.
Vicente Aleixandre, en sus inicios cercano
a la poesía pura de J.Guillen, y
J.R. Jiménez, pero también con vínculos con el surrealismo. Pero que poco a
poco se va decantando como un poeta neorromántico. Es considerado el padre del
verso libre en la poesía moderna española. Llego a ser miembro de la Real
Academia Española de la lengua desde 1950, hasta su muerte, y se le concedió el
Premio Nobel de literatura en 1977. Debutó con su libro “La
destrucción o el amor”, (1932), anclado en una visión panteísta que le vale
el Premio Nacional de poesía. En 1954
publico otro de sus libros cumbres, Historia
del Corazón, del cual Cernuda le acuso de haber elegido un nombre muy rosa.
Pero que en esencia, da un giro en su evolución poética al considerar ya no la
subjetividad de lo íntimo o amorosos, sino una cierta conciencia poética de la
comunidad, de la apertura al mundo cívico y solidario de la raza humana. Poeta
que pensaba que “Existir es vivir con
ciencia a ciegas”. Luis Cernuda comienza
a adquirir fama por su libro La realidad
y el deseo, (1936) que le ganaron comentarios favorables de los poetas
Pedro Salinas: “la depuración más perfecta,
el más fino, el último y posible grado de reducción a su pura esencia del
lirismo romántico español”, y Federico García Lorca, quien afirmo: “la aparición de La realidad y el deseo, es
una efeméride en la gloria y el paisaje de la literatura española”. Cernuda
vivió un buen tramo de su vida en el extranjero, fue profesor de literatura española,
en Gran Bretaña, EE.UU. y México. Fue traductor del poeta prerromántico alemán Hölderlin. Quien pensaba: “En el sur tan
distante quiero estar confundido. La lluvia allí no es más que una rosa
entreabierta; Su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. Los tres poetas
seleccionados, con una vastísima obra poética, y que representan, parcialmente,
el imaginario del Deep south Spanish.
(1)
Rafael Alberti
Los poemas seleccionados son Los ángeles sonámbulos (2), y Los ángeles colegiales, de su obra “Sobre los ángeles”, libro con aliento simbólico pero también surrealista. Poemas sobre los que hay que advertir, que este tema no era nuevo en Alberti; ya con anterioridad había escrito poemas de ángeles o con esporádicas alusiones de ellos. Aquí lo nuevo es dedicarles un libro completo, centrado en una angelología cotidiana, y en el desdoblamiento que hace el “yo poético” de Alberti, al aprovechar esa vestimenta de ángel para abordar su propia problemática existencial. Como Joyce con los jesuitas, en su juventud, Alberti tuvo conflictos en su edad colegial también con los jesuitas, a los que abandono; y esto marco ciertas franjas de su vida. De ahí su poema: Los ángeles colegiales. Su obra Sobre los ángeles, dedicado a Nicolás Guillen, con un epígrafe de Bécquer; “…huésped de la niebla…”, y con la apertura de su primer poema: El paraíso perdido, que homenajea a John Milton, pero también recuerda al mismo tiempo a Bécquer. El libro es un compendio sobre diversas clases de ángeles, los hay de corte tradicional, que tratan temas metafísicos pero también los hay con un cariz cotidiano y casi mundano. Los ángeles buenos y los ángeles malos, bipolaridad angelical, que nos trasporta a los ángeles de Dios y los ángeles caídos. Y en esa franja gris y teológica, en esa conjunción esta marcada ésta peculiar y novedosa obra de Alberti.
Las fuentes del poemario son variadas, su propio proceso acumulativo al haber
ya escrito ocasionalmente sobre ángeles, pero también dos fuentes externas, una
centrada en los poetas bíblicos: Ezequiel, Isaías, San Juan y hasta cae en la
redada Ignacio de Loyola; y otra más
terrenal y mundana, que viene de los poemas de Rimbaud y Baudelaire. Pero sobretodo:
la poderosa armada de poetas españoles: Bécquer, Quevedo, Larra, Espronceda, y los
cancioneros españoles. (3) Ambas corrientes se conjugan y produce esa
visión panorámica, lacónica y a veces con un aliento imaginativo que presenta un segundo plano con ecos
surrealistas. A pesar de que Alberti, no
era propiamente un poeta surrealista ni utilizo las técnicas surrealistas para
la elaboración de sus poemas (4).
Sin embargo, Alberti, en Sobre los
ángeles; y valiéndose de esa retórica de los ángeles, y de la bipolaridad entre el bien
y el mal, y de la cotineidad de su propio ser se convierte en un ángel poético;
transformado humanamente, navegando en
un fondo de pinceladas surrealista. Por eso en EL ÁNGEL DESCONOCIDO, asume esa presencia en el “yo poético” que se
transfigura en el “yo Alberti” :
¡Nostalgia
de los arcángeles!/Yo era…/Miradme.//Vestido como en el mundo, /ya no se me ven
las alas. /Nadie sabe cómo fui. //No me conocen. /Por las calles, ¿Quién se
acuerda?/Zapatos son mis sandalias. /Mi túnica, pantalones/y chaqueta inglesa.//Dime
quién soy. //Y, sin embargo, yo era…/Miradme.
Adicionalmente incluimos el poema Noticiario de un colegial melancólico y fragmentos del poema A Rafael Alberti le preocupa mucho…. De su obra Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, (1929). Dedicados a los cómicos norteamericanos del cine.
(El Puerto de Santa María, Cádiz, 16 de diciembre de
1902 - ibídem, 28 de octubre de 1999)
Los Ángeles Sonámbulos
I
Pensad en aquella hora:
cuando se rebelaron contra
un rey en tinieblas
los ojos invisibles de las
alcobas.
Lo sabéis, lo sabéis. !Dejadme!
Si a lo largo de mi se abren
grietas de nieve,
tumbas de aguas paradas,
nebulosas de sueños
oxidados,
echad la llave para siempre
a vuestros parpados.
¿Qué queréis?
Ojos invisibles, grandes
atacan.
Púas incandescentes se
hunden en los tabiques.
Ruedan pupilas muertas,
sabanas.
Un rey es un erizo de
pestañas.
II
También,
también los oídos invisibles
de las alcobas,
contra un rey en tinieblas.
Ya sabéis que mi boca es un
pozo de nombres,
de números y letras
difuntos.
Que los ecos se hastían sin
mis palabras
y lo que jamás dije desprecia y odia al viento.
Nada tenéis que oír.
¡Dejadme!
Pero oídos se agrandan
contra el pecho.
De escayola, fríos
bajan a la garganta,
a los sótanos lentos de la
sangre,
a los tubos de los huesos.
Un rey es un erizo sin
secretos.
Los ángeles colegiales
NINGUNO comprendíamos el
secreto nocturno de
las pizarras
ni por qué la esfera armilar
se exaltaba tan sola
cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una
circunferencia puede no ser
redonda
y que un eclipse de luna
equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.
Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos
eran de tinta china
y la tarde cerraba compases
para al alba abrir
libros.
Sólo sabíamos que una recta,
si quiere, puede ser
curva o quebrada
y que las estrellas errantes
son niños que ignoran
la aritmética.
NOTICIARIO DE UN COLEGIAL MELANCOLICO
NOMINATIVO: la nieve
GENITIVO: de
la nieve
DATIVO: a o para la nieve
ACUSATIVO: a
la nieve
VOCATIVO : !oh
la nieve!
ABLATIVO: con la nieve
de la nieve
en la nieve
por
la nieve
sin la nieve
sobre la nieve
tras la nieve
La luna tras la nieve
Y estos pronombres personales extraviados por el
río
y esta conjugación tristísima perdida entre los
árboles
Buster Keaton
A RAFAEL ALBERTI LE PREOCUPA MUCHO ESE PERRO
QUE PRECISAMENTE HACE SU PEQUEÑA NECESIDAD CONTRA LA LUNA
(Fragmento)
(…)
No es que yo crea en la
muerte prematura de las
preciosas corbatas
Ni en el sepelio con
sacerdote de los gatos más
anónimos
Ni es esa pena lacia que
manifiesta un árbol
cuando se queda sin novios.
Yo quisiera sentir mucho no poder
acordarme.
Sé que en aquellos tiempos
habitaban mis cejas las
cucarachas
y todo un campamento de húngaros
mis orejas.
¿He olvidado que mis axilas
eran un pozo de
hormigas
Y que en mi ombligo solía
dormir una cabra?
(…)
Vicente Aleixandre
De Vicente Aleixandre
seleccionamos el poema Los inmortales, de su libro Sombra del paraíso, (1944), creativo poema, que apunta directamente a la inmortalidad,
y por parentesco con la eternidad, que siempre
pulsa a ecos filosóficos, y que es un
tema recurrente de los filósofos. Pero que generalmente ha sido asignada a seres vivientes, recordemos el poema El ruiseñor de Keats o el cuento Los inmortales de Borges. Menos frecuente es el abordaje a cosas no
vivientes como la lluvia o las palabras, el aire, la tierra, el fuego, el sol; no
obstante, el mar si ha sido ampliamente tocado, como metáfora o poéticamente. Aquí
lo peculiar en Aleixandre es atribuirle la inmortalidad, a cosas tan disimiles
como la lluvia y las palabras. Pero ¿serán tan disimiles? También incluimos en esta breve selección, el
poema El poeta, igualmente de su
libro Sombra del paraíso. Y un fragmento
del poema Entre dos oscuridades, un relámpago, y el poema En
la plaza (5), del libro Historia del corazón, (1954).
(Sevilla, 26 de abril de 1898-Madrid, 13 de diciembre de 1984)
Los inmortales
I
La lluvia
La cintura no es rosa.
No es ave. No son plumas.
La cintura es la lluvia,
fragilidad, gemido
que a ti se entrega. Ciñe,
mortal, tu con tu brazo,
un agua dulce, queja
de amor. Estrecha, estréchala.
Toda la lluvia un junco
parece. ! Cómo ondula,
di hay viento, si hay tu
brazo,
mortal que, hoy si, la adoras!
II
La palabra
La palabra fue un día
calor: un labio humano.
Era la luz como mañana
joven; más relámpago
en esta eternidad desnuda.
Amaba
alguien. Sin antes ni
después. Y el verbo
broto. ! Palabra sola y pura
por siempre -Amor- en el
espacio bello!
III
El mar
¿Quién dijo acaso que la mar
suspira,
labio de amor hacia las
playas, triste?
Dejad que envuelta por la
luz campee.
¡Gloria, gloria en la
altura, y en la mar, el oro!
¡Ah soberana luz que
envuelve, canta
la inmarcesible edad del mar
gozante!
Allá, reverberando,
sin tiempo, el mar
existe.
¡Un corazón de dios sin
muerte, late!
El poeta
(fragmentos)
Para ti, que conoces cómo la
piedra canta
y cuya delicada pupila sabe
ya del peso de una montaña
sobre un ojo dulce,
y cómo el resonante clamor
de los bosques se aduerme
suave un día en nuestras
venas,
( …)
Si, poeta: el amor y el
dolor son tu reino.
Carne mortal la tuya, que,
arrebatada por el espíritu,
arde en la noche o se eleva
en el mediodía poderoso.
Inmensa lengua profética que
lamiendo los cielos
ilumina palabras que dan
muerte a los hombres.
(…)
No es ese rayo velador que súbitamente
te amenaza,
iluminando un instante tu
frente desnuda,
para hundirse en tus ojos e
incendiarte, abrasando
los espacios con tu vida que
de amor se consume.
(…)
¿Entonces?
Si, poeta; arroja este libro
que pretende encerrar en sus
páginas un destello del sol,
y mira a la luz cara a cara,
apoyada la cabeza en la roca,
mientras tus pies
remotísimos sienten el beso postrero del
poniente
y tus manos alzadas tocan
dulce la luna,
y tu cabellera colgante deja
estela en los astros.
En la plaza
Hermoso es, hermosamente humilde y confiante,
vivificador y profundo,
sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,
llevado, conducido, mezclado, rumorosamente
arrastrado.
No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere
calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón
de los hombres palpita extendido.
Como ese que vive ahí, ignoro en qué piso,
y le he visto bajar por unas escaleras
y adentrarse valientemente entre la multitud y
perderse.
La gran masa pasaba. Pero era reconocible el diminuto
corazón afluido.
Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con
resolución o con fe, con temeroso denuedo,
con silenciosa humildad, allí él también
transcurría.
Era una gran plaza abierta, y había olor de
existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las
reconfortaba.
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si
poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la
tierra.
Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede
reconocerse.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quisieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con
mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se
decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se
confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos
brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y se crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es
joven.
Así, entra con pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú
mismo.
¡Oh pequeño corazón diminuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!
Luis Cernuda
Un poeta si bien
no maldito ni atormentado, si en grandes conflictos humanos. Poeta con una
sombra pesimista, su lucha contra las convenciones
sociales, su exilio de nube viajera. Sin
embargo, es casual caer en un facilismo en su poesía. Nos auxiliamos de Philip
W. Silver, hispanista y estudioso de la obra poética de Luis Cernuda, para establecer dos referencias claves, Primero. Poesía pastoril, siguiendo
los rastros, en la poesía de Cernuda, en el poema “Luna llena en Semana Santa”, en su ultimo
verso: “Et in Arcadia Ego”, Silver cree
encontrar un argumento para aseverar que
la poesía de Cernuda, en su fundamentos tenia un origen en la poesía pastoril, (6), para lo que Silver de vale de argumentos
de Paul de Mann, y la cita de un fragmento del poema de Marvell: El jardín (7) Segunda Una segunda
clave la brinda Silver, al afirmar que Cernuda era un poeta dividido. Esta no
es nuevo, cualquier conocedor de la raíces del modernismo, conocerá la frase
del poeta romántico alemán, Hugo Von Hofmannsthal,
“ser moderno es ser dos distintas y
separadas cosas” (8). El poeta alemán se lo asigna al hombre moderno, y
más específicamente, a la mente moderna. Y lo novedoso en Silver es que se lo etiqueta al poeta Cernuda. Pero esto tampoco
es totalmente nuevo. Porque como también
advierte Silver que la poesía de Cernuda nos dice “dos cosas a la vez. Con el tono de la voz nos habla de la división
radical del ser. Pero con parte de su temática trata constantemente de salvar
esa división”. (9) Todo poeta
gira en ese péndulo, entre la realidad y lo poético. La diferencia entre esos
ámbitos es inmensa y cada poeta lo resuelve a su manera. En Cernuda, es simple,
en su obra “La
realidad y el deseo”, niega la posibilidad de que el poeta pueda llegar a conocer
esa realidad: “Porque el deseo es una
pregunta cuya respuesta nadie sabe”. (10)
El poeta es solo un espectador pasivo, nada puede hacer para cambiar el mundo
ni la realidad. Por eso en algún momento Cernuda dijo que los poemas son
fantasmas porque Cernuda era consciente de esa incapacidad del poeta. (11) Pero en Cernuda además de la
profunda tristeza de su poesía, hospeda a la par un gran vacio. En fin la
tristeza es un tópico poético de muchos poetas, y más en el romanticismo. Pero en Cernuda esa dimensión se agranda porque
el poeta se siente incapaz de voltear esa realidad. Y no solo no lo hace, sino
que esa realidad lo contamina. Silver llega a decir que en la poesía de Cernuda,
hay tres personajes: el escritor, el artista y el demonio.
Y hacemos una parada transitoria, en lo del artista,
porque en la poesía de Cernuda hay un
substrato de reflexión por la tarea del poeta en el mundo. Así como Keats compara la
obra y vida del poeta con la del ruiseñor,
Cernuda lo hace al comparar un mirlo con el oficio del poeta. Ambos poetas
coinciden en la limitación del poeta ante la inmortalidad del ruiseñor y la
naturaleza del mirlo. En ese contexto, Cernuda fue un poeta preocupado por la
tarea del poeta en el mundo. Él escribió varios poemas sobre poetas: El poeta, La gloria del poeta, El poeta
futuro y también A un poeta muerto,
dedicado a Federico García Lorca. Esa especie de ars poética, encuentra su
fundamento en la tarea de todo poeta:
“De ver en
unidad el ser disperso, / El mundo fragmentario donde viven/” (12)
Y aquí tocamos la concepción del artista, desde su
labor como operario de la viña, solo recordemos El artista adolescente de James Joyce, buscando la salvación por el
arte, o El artista del hambre de Kafka, dualismo entre la aspiración del
artista que padece hambre y la incomprensión del mundo; contra la realidad simbolizada por la pantera.
Y en ese sentido hay un limbo, una zona
gris entre esa realidad poética y la realidad del artista. Preocupación y característica
máxima de los poetas románticos. Cernuda se cerca a los poetas románticos, un vaivén
entre el creador y el contemplador. En ese temblor o dialéctica, algunos poetas
salvan el obstáculo, otros a pesar de esa contaminante realidad, brindan
esperanzas. En Cernuda todo parece quedarse en un vacio. Esa incapacidad para
dar un paso más. Al decir de Silver, esa imposibilidad de Cernuda “de unir cielo y tierra”. (13) cuyo antecedente temático es la
poesía de William Blake, pero en cuanto a influencia es el Paraíso Perdido de
John Milton. Sin embargo este deseo casi
fáustico, subsiste en muchos poetas, su raíz proviene del romanticismo. Los
románticos resuelven su problema de muchas maneras. Cernuda toma el camino del
estoicismo poético, nada puede cambiar.
Por eso se ven ensombrecidos ante la realidad feliz y natural del mirlo, y
Keats de su ruiseñor. Pero en Cernuda su
tono sombrío esta más cerca de Hölderlin, otro romántico; que de Keats un
romántico más abierto al mundo y más dispuesto mentalmente a una integración de
ese ser disperso. En Cernuda hay ese
deseo fáustico de todo artista y de todo poeta, de querer convertir su realidad
creadora en la realidad del mundo. Pero hay una gran diferencia entre Keats y
Cernuda, aunque coincidan en algunos puntos: su comprensión en el trabajo del artista frente a
la naturaleza, sus aflicciones personales, que trastocan si discurso poético.
Pero hay una gran diferencia entre ambos. En que Keats puede improvisar versos
desde la tristeza y la melancolía, muy propio del corpus romántico, lo mismo que
los poetas románticos ingleses de la primera y la segunda generación, pero todos lo hacen desde el goce
del mundo. En Cernuda su tristeza, su casi nihilismo, es articulado
poéticamente desde un vacio existencial. Cosa que no sucede con su compañero de
generación, también neorromántico, Vicente Aleixandre, su poesía a pesar de los
sinsabores y tristezas de la vida y el desamor, se articula desde un
ordenamiento panteísta, para citar su libro La destrucción o el amor, o desde un pacto poético fraterno y
conciliatorio entre los hombres de buena voluntad, en su Historia del corazón. Por
eso, aunque sea en forma muy general, y valido para una buena parte de los
artistas, aunque puede sonar a cliché, Nietzsche da en la diana de la constelación
artística, cuando afirma “Ningún
artista tolera la realidad”.
Aquí presentamos
cuatro poemas de Cernuda, No decir palabras
y Telarañas cuelgan de la razón, de su obra los placeres prohibidos, (1931),
y también incluimos el poema Donde habite el olvidó, de su libro del
mismo nombre (1932-1933). Y un ultimo fragmento de su poema El poeta de su obra Vivir sin estar viviendo, (1944-1949).
En el poema Telarañas cuelgan de la razón. La metáfora final es un muro, que no se puede
pasar. Pero también anuncia claramente que la razón no basta para salvar al
hombre ni pasar el muro. (14) En el
poema de Cernuda además estamos ante otro tipo de muros, no solo hay muros
físicos o geográficos. También hay muros mentales y muros raciales. Y para ir un
paso más adelante: conversando poéticamente, el muro de la noche. (15).
(Sevilla, 21 de septiembre
de 1902 – Ciudad de México, 5 de noviembre de 1963)
No decía palabras
No decía palabras,
Acercaba tan solo un cuerpo
interrogante,
Porque ignoraba que el deseo
es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no
existe,
Un mundo cuyo cielo no
existe.
La angustia de abre paso
entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en
interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las
sombras,
Bastan para que el cuerpo se
abra en dos,
Ávido de recibir en si mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad, sueño y
sueño, carne y carne,
Iguales en figura, iguales
en amor, iguales en deseo.
Aunque solo sea una
esperanza,
Porque el deseo es una
pregunta cuya respuesta nadie sabe.
TELARAÑAS CUELGAN DE LA RAZON.
Telarañas cuelgan de la
razón
En un paisaje de ceniza
absorta;
Ha pasado el huracán de
amor,
Ya ningún pájaro queda.
Tampoco ninguna hoja,
Todas van lejos, como gotas
de agua
De un mar cuando se seca,
Cuando no hay ya lágrimas
bastantes,
Porque alguien, cruel como
un día de sol en primavera,
Con su sola presencia ha
dividido en dos un cuerpo.
Ahora hace falta recoger los
trozos de prudencia,
Aunque siempre nos falte
alguno;
Recoger la vida vacía
Y caminar esperando que
lentamente se llene,
Si es posible, otra vez,
como antes,
De sueños desconocidos y
deseos invisibles.
Tú nada sabes de ello,
Tú estás allá, cruel como el
día;
El día, esa luz que abraza
estrechamente un triste muro,
Un muro, ¿no comprendes?,
Un muro frente al cuál estoy
solo.
Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin
aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra
sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento
escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en
brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el
amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia
aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán
que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su
vida,
Sin más horizonte que otros
ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean
más que nombres,
Cielo y tierra nativos en
torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin
saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla,
ausencia,
Ausencia leve como carne de
niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
El poeta
(Fragmentos)
(…)
Muchos nos dicen, desde el
pasado, voces
Ilustres, ascendientes de la
palabra nuestra,
Y las de lengua extraña,
cuyo acento
Experiencia distinta nos
revela. Mas las cosas,
El fuego, el mar, los árboles,
los astros
Nuevas siempre
aparecen.
Nuevas y arcanas hasta que
al fin traslucen
Un día en la expresión de
aquel poeta
Vivo de nuestra lengua, en
el contemporáneo
Que infunde por nosotros,
Con su obra, la fe, la
certidumbre,
Maga de nuestro mundo
visible e invisible.
(…)
Aquel tiempo pasó o tú
pasaste,
Agitando una estela temporal
ilusoria,
Adonde estaba él, cuando
tenía
La misma edad que hoy
tienes:
Lo que su fe sabia y la tuya buscaba,
Ahora has a encontrado.
(…)
Para el poeta hallarla es lo
bastante,
E inútil el renombre u el
olvido de su obra,
Cuando en ella un momento se
unifican,
Tal uno son amante, amor y
amado,
Los tres complementarios
luego y antes dispersos:
El deseo, la rosa y la
mirada.
Bibliografía
Luis Cernuda. Antología
poética. Selección e introducción Philip W. Silver, Alianza Editorial, 2000
Vicente Aleixandre. Poemas
amorosos, Antología. Biblioteca clásica y contemporánea. Losada, 1998.
Rafael Alberti. Sobre los
ángeles. Edición de C. Brian Morris. Cátedra Letras Hispánicas, Séptima
edición, 2000.
Notas Bibliográficas
1. En EE.UU, se ha establecido el termino Deep South, para referirse a la
literatura y cultura sureña. En este post, Aleixandre y Cernuda, Alberti pertenecen a ese Deep
South Spanish. Lo mismo los pintores
de las ilustraciones: Picasso y Velásquez
2.
La palabra sonámbulo, siempre ejerció una cierta
fascinación en Alberti, la utilizo en varios de sus poemas. La palabra en si
puede tener un facilismo hacia el surrealismo por su carácter autómata, en
relación a la escritura automatista; y su zona gris bordeando lo onírico, hasta destellar
algo de gótico por su cercanía con la noche.
Si aceptamos su significado: persona que camina dormida. Ese estado
entre el sueño y la vigilia. Palabra que ha sido usada por otros poetas,
recordemos el Romance sonámbulo de Federico García Lorca. En el campo de la
prosa, la trilogía novelera de Hermann Broch. Y los sonámbulos Origen y
desarrollo de la cosmología de Arthur Koestler. Por consecuencia, un poco de
ciencia ficción, si la emparentamos con el mito Zombi, tan de moda en esta
postmodernidad.
3.
C. Brian Morris.
Introducción Sobre los ángeles. El propio Alberti reconoce que Sobre los
ángeles, es un libro fuertemente
español. Pero también reconoce las fuentes bíblicas. pp.18, 25.
4.
Ver, Inquisición al surrealismo en sobre los ángeles, de
Rafael Alberti. Tenekedjan,
Pablo, en Cyber
Humanitatis Nº28, Primavera 2003.
5.
Puede encontrarse una amplia explicación de este poema
en Un ejemplo de modulación moral en Aleixandre: "En la plaza. De JOSÉ
LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ. “En poema de
Vicente Aleixandre "En la plaza" representa una de las cumbres de su
producción como texto civil, de modulación moral, en el que el autor entiende
la vida como esfuerzo y lucha; nos encontramos ante una alegoría atemporal que
exalta la vida vivida al máximo, una llamada a la coexistencia pacífica sin
diferencias, en la que el poeta defiende que vivir como parte integrada en la
sociedad reafirma nuestra identidad individual cuando se llega a formar parte
de la comunidad”. Acta literaria versión
On-line ISSN 0717-6848, Acta lit. n.28
Concepción 2003,http://dx.doi.org/10.4067/S0717-68482003002800002
6. Poesía pastoril, Sigue el razonamiento vía extractos
de un poema del poeta ingles Marvell y citando frases de Paul de Mann.
Para desembocar en la poesía del mentor
de Cernuda, su coetáneo generacional el poeta Pedro Salinas. Según Silver, la poesía pastoril posibilita
un amplio horizonte. Esto es el amor y el desamor, eros y tanatos, ser y
naturaleza, y también de cabida a los resquicios filosóficos. En ese ámbito se
desarrolla la poesía de Cernuda, en la que se da una dualidad del que contempla y lo contemplado. Pero a lo
referido por Silver, también hay que destacar, que esas mismas características
se dan en el Dulce Stil Novo, de la
poesía italiana, mucho antes del poema de Marvell, citado por Paul de Mann. Además,
Silver, citando a Paul de Mann, asevera que una buena parte de la poesía esta
basada en este origen. Dice Silver citando a Paul De Mann “Que es pues la convención pastoril, sino la eterna separación entre el
espíritu (creador), que distingue, niega, aligera; y la primitiva sencillez de
todo la natural”. Una ciudadanía poética que irrumpe en el renacimiento y
toma otros caminos procesados por el romanticismo.
7. Del poema El jardín de Andrew Marvell citado por
Silver: La mente, ese océano en donde
toda especie/Encuentra en el acto su propia semblanza, /Crea, sin embargo,
trascendiendo ésta, / Muy otros mundos,
y otros mares, /Y reduce toda cosa creada/A un verde pensamiento en un bosque
verde. Versos en que según Paul de Mann y Silver creen encontrar una fuente
de la convención pastoril y de la poesía misma.
8. Hugo Von Hofmannsthal, poeta, filólogo y dramaturgo austriaco, creador del neo romanticismo germano, pero también
bordeo el simbolismo. Para
Hofmannsthal: “could mean analysis,
reflection, amirrired image: or it could mean escape, fantasy, a dream image”. Citado
por James Macfarlane, en The mind of
modernism, asegura que “ser moderno es dos separadas y distintas cosas”. En
Modernism, editada por
Malcon Bradbury y James Macfarlane. Pelican Guides to Europe Literatura,
1983, pp71.
9. ídem, Luis Cernuda Antología poética,
pp13
10. De su poema: No
decir palabras.
11. Philip W.Silver, hispanista, profesor emérito
por Columbia University. En una declaración al diario El país, en un simposio de especialistas en la obra de
Cernuda, en Madrid de 1988- “el poeta
está condenado a sufrir esa divina embriaguez, incomunicable e inefable que
conlleva la derrota y el fracaso del creador'. Para el conferenciante, la
obra cernudiana es fruto de un conflicto. 'Es
el poeta de la no reconciliación, de los contrastes violentos entre la realidad
y el deseo, entre el bien y el mal, que le llevan a un fracaso sublime', añadió. En su opinión, lo sublime de Cernuda tiene
lugar cuando fracasa y no logra su objetivo: 'Querer hacer ver que hay algo que
se puede concebir y no se puede ver ni hacer ver'”
12. ídem, Luis Cernuda Antología poética, pp13. Citado por Silver, Versos del poema Rio vespertino. Pero también esa vocación poética de unificar lo
disperso, como tarea del poeta, es vuelta a remarcar por Cernuda en el poema El
poeta. (Fragmentos reseñado en este post). Pero también recordemos que eso de
integrar lo disperso proviene del romanticismo: para citar un caso, el poema La canción de los opuestos de Keats: “Bienvenida alegría, y bienvenida tristeza,
/hierba del Leteo y pluma de Hermes; /Venid hoy y venid mañana,/!os amo a ambas
por igual/!/Adoro poner malas caras al buen tiempo,/y oír una alegre risa en
medio del trueno;/lo hermoso y lo desagradable amo a la vez,/” John Keats.
Poemas escogidos. Traducción Juan V. Luciano, Pedro Nicolás Paya y Miguel
Teruel Pozas. Cátedra Letras Universales. pp177.
13. ídem, Luis Cernuda Antología poética, pp13
14. Ante la vida que le niega ese camino: un problema
de convivencia, tal vez de
comunicación; o quizá un grito
interior. Nos recuerda el poema de Mending Wall de Robert Frost, y el texto El muro de Sartre. O quizá La muralla China de Kafka. Con todo, los
matices son diferentes, en Frost a pesar de las numerosas interpretaciones del
poema, que van desde lo sicológico a lo sociológico, pasando por esa bifurcación
entre autor y lector, es un poema
centrado en el problema de la comunicación entre dos vecinos. En el muro de
Sartre, es una metáfora prosística, de
un grupo de condenados a ser fusilados:
el muro de la muerte. En Kafka es la imposibilidad de saltar el muro real o
imaginario de la realidad. Otro poeta de su generación, Alberti; resuelve mejor el problema con una visión
distinta y más positiva, aquí ante otro
muro: “Te vi flotar a ti, flor de agonía,
flotar sobre tu mismo espíritu. (Alguien había jurado que el mar te salvaría
del sueño.) Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros y que hay
puertas al mar que se abren con palabras” extracto del poema Ángel de las bodegas.
15. Murmurando lingüísticamente el muro del
silencio, disertando filosóficamente el muro de los laberintos, rumiando sicológicamente el muro del miedo; y finalmente, tirando las cartas prospectivamente el muro de futuro.
Ilustraciones por orden de
aparición.
Tres músicos, Pablo Picasso,
1921, oleo sobre lienzo.
Foto de Rafael Alberti en Vida
y Biografías
Foto de Vicente Aleixandre
en Vida y Biografías
Foto de Luis Cernuda en Wikipedia.
Tres músicos, José Diego
Velázquez, c. 1617 – 1618. Técnica oleo sobre lienzo
Gemäldegalerie, Berlín, Flag of Germany.svg Alemania