Abstract:
En esta ocasión Plaza de las palabras
presenta el ensayo El amor en las obras juveniles de Dante y Joyce.
Compacto, revelador y ameno ensayo. La
autora Annuncita Rossi, analiza las obras
tempranas de Dante Alighieri y de James Joyce, y explora la vinculación de Vita Nuova de Dante en Retrato de un artista adolescente de Joyce. Establece la importancia de la filosofía del amor en tiempos medievales y su
distancia con el concepto moderno del amor. Plantea la tesis de la influencia de la fenomenología
amorosa del Dolce Stil Nuovo y de poetas
del siglo XIII italiano como Dante Alighieri, Guido Cavalcanti y Guido Guinizelli en las obra de James Joyce. Así como delinea un paralelismo entre Stephen
Dedalus, personaje de la novela de Joyce y del personaje de la Vita Nuova.
Love in Youthful Works by
Dante and de James Joyce
Annunziata Rossi
Quizás
el acercamiento entre dos obras, la Vita Nuova que Dante escribió entre 1292
y 1293 y A Portrait of the Artist as a Young Man de James Joyce, de 1904,
separadas por tantos siglos y escritas en contextos tan diferentes, pueda
parecer descabellado y arbitrario. Sin embargo, una reciente relectura de la
novela de Joyce me reveló con asombro reminiscencias y alusiones a la
fenomenología amorosa del Dolce Stil Nuovo y de la poesía amorosa de los
ducentisti (siglo XIII) florentinos, sobre todo de Dante y de Cavalcanti, con
quienes Joyce estaba muy familiarizado. ¿Se trata de una coincidencia, que de
todas maneras confirmaría la persistencia por siglos del sentimiento amoroso de
origen cortés, o más bien de una referencia precisa a la poesía estilnovista? En
mi opinión, Joyce acudió intencionalmente a Dante y Cavalcanti. Su conocimiento
de la poesía estilnovista, su consonancia con los líricos florentinos del siglo
XIII, los Fedeli d'amore —de los que Joyce en su Retrato del artista
adolescente utiliza tópicos, estilemas y cadencias— ayudaron al protagonista
Stephen Dedalus a tomar conciencia de la ambivalencia amorosa entre el deseo
carnal y el amor platónico que lo desgarraba, a vivirla existencialmente y
superarla.
En
1949, el dantista estadounidense Charles Singleton dedicó un Ensayo sobre la
Vita Nuova a la dificultad de acercamiento que hoy presenta el texto del joven
Dante. Aun reconociendo que la Vita Nuova trasciende su momento histórico,
afirma que el mundo dantesco está muy alejado del nuestro, no tanto por razones
de distancia cronológica sino de horizonte, pues el arte y la poesía medievales
están impregnados de ideas y sentimientos cristianos ya ajenos a nosotros.
Falta, pues, la tensión entre la obra y su contexto público, y falta porque el
mundo medieval se hizo pedazos. ¿Qué significado puede tener el microcosmos de
la Vita Nuova, se pregunta Singleton, si no está acompañado dentro de nosotros
por una percepción, aun mínima, del mundo en el momento de su creación?
Entonces, si queremos acercarnos a la Vita Nuova o a cualquier otra obra
medieval debemos esforzarnos por regresar a aquellos tiempos y acomodar
nuestros ojos a una manera distinta de ver. Hoy, a más de medio siglo de
distancia, la lejanía que señalaba Singleton se hace más profunda, porque al
eclipse de lo sagrado y a la secularización siguió la liberación sexual, que
rompió con el mito del amor cortés, del amor inaccesible e insatisfecho que
gobernó a Occidente desde que a principios del segundo milenio empezaron a
cantarlo los trovadores del mediodía francés. Los protagonistas de ese mito,
que pasó al norte de Francia en el roman courtois de los troveros —Tristón e
Isolda, Ginebra y Lanzarote— y posteriormente a toda Europa, adquirieron
dimensiones arquetípicas y dejaron una huella de siglos en el imaginario
occidental, según la célebre tesis del cuestionado Denis de Rougemont, en cuya
línea se halla La llama doble de Octavio Paz.
Ahora
se gesta una nueva forma de amar, y con ella una concepción distinta del amor
que sustituirá a la antigua, cuyo desarrollo no podemos prever. Sin embargo, en
la narrativa de la primera mitad del siglo XX, la relación con el mito amoroso
del Dolce Stil Nuovo y de la Vita Nuova todavía está presente en la novela
autobiográfica que James Joyce escribió a los 22 años, en 1904, que luego
reestructuró en 1907 y 1914 y finalmente se publicó en los Estados Unidos en
1916, con el título A Portrait of the Artist as a Young Man. Las reminiscencias
estilnovistas, sobre todo de la poesía de Dante y del "sombrío"
Cavalcanti, comprueban que Joyce estaba familiarizado con los poetas
florentinos del Duecento. A la aparición "epifánica" de la
muchacha-ave, "ángel de terrenal belleza", al final del capítulo
cuarto del Retrato, contrapunto del ángel bajado del cielo para miracol
mostrare (mostrar milagro) de los poetas del Dolce Stil Nuovo, siguen alusiones
bastante claras a la fenomenología amorosa estilnovista. Esta permitió a
Joyce-Stephen, insistimos, hacerse consciente de la ambivalencia amorosa que lo
desgarraba, encontrar una consonancia con el conflicto que él mismo vivía.
Con
la Vita Nuova, Dante Alighieri debuta en el movimiento poético de los Fedeli
d'amore que se conoce como Dolce Stil Nuovo. Este movimiento suscitó de
inmediato iras y protestas de la generación anterior de poetas, quienes
consideraron al nuevo estilo como un laido errore ('feo error'). Se levantó
pues en Florencia y en toda la Toscana una violenta querella entre dos
generaciones, una tensión poética desplegada en una incesante correspondencia
en forma de sonetos rebosantes de acrimonia. El tema de la poesía de ambas
generaciones es común: el Amor. Pero es el "modo", afirman los
estilnovistas, el que cambia. Difieren contenido y forma; las palabras viejas
asumen un significado nuevo, como dice Franceso De Sanctis. El amor objeto del
canto poético estilnovista no es el exterior, material, artificial de un
Guittone d'Arezzo o de un Bonagiunta, sino una experiencia interior. Los nuevos
poetas —Guinizzelli, Cavalcanti, Dante, Cino da Pistoia, etc.— atacan la vieja
poesía consagrada, criticándola como ampulosa, fría, artificial; en una
palabra, falsa, porque no obedece el verdadero dictado de Amor, lo que el amor
"dicta dentro", como dice Dante: hecho interior que debe analizarse,
al que hay que obedecer con sinceridad y precisión, registrando el
"modo" como se manifiesta y los efectos que produce en el alma
gentil. Esto hacen los poetas per altezza d'ingegno ('por grandeza de ingenio')
y no por nobleza de sangre, y con una sutileza psicológica que les viene de la
lección de la Escolástica y de la cultura científica y filosófica adquirida en
las universidades.
El
origen de la poesía florentina y toscana está en el amor cortés de los
trovadores en la lengua de Oc del mediodía francés, nacido en las grandes
cortes de Occitania, así como de la escuela siciliana bajo el imperio de
Federico II de Suecia. De hecho, cuando la violenta cruzada de la Iglesia
contra los herejes albigenses termina destruyendo la cultura occitana en el
momento de su apogeo, muchos trovadores se refugian en Italia, sobre todo en
Sicilia, en la Magna Curia de Federico II. Ahí, el amor es cantado por el mismo
emperador y sus funcionarios en forma del soneto inventado por Giacomo da
Lentini, forma que se difundirá en la Toscana y luego al resto del continente.
Como dice Erich Auerbach, el efecto más profundo de la espiritualidad medieval
es la sublimación del amor sensible, que apareció en Provenza y se volvió
elemento constitutivo de la poesía europea de todos los tiempos.
Es
evidente que al trasplantarse a otros terrenos, el amor cortés o la fin'amor,
como lo llamaron los trovadores, adquiere caracteres propios. El mundo al que
se trasplanta en la Toscana no es el feudal de Occitania o Sicilia, sino el de
una burguesía en la fase "heroica" del capitalismo, o precapitalista,
en cuyo ambiente realista el sentimiento amoroso sufre una transformación
espiritual antes desconocida y se despliega acompañado por un movimiento
cultural deslumbrante. Paradójicamente, la literatura italiana, nacida con
retraso respecto a las letras romances de Francia y España, con Tomás de Aquino
y Dante lleva la cultura medieval a su apogeo conclusivo. En ese escenario
efervescente, el amor va "limándose" —uso una expresión estilnovista—
hasta asumir una nueva fisonomía y llegar a su sublimación en la Vita Nuova de
Dante. La mujer, que en la poesía de la lengua de Oc es un ser terrenal, en la
del Dolce Stil Nuovo se torna mediadora de conocimiento y de purificación
interior, intermediaria y guía hacia la trascendencia divina.
El
paso de las cortes del mediodía francés y de la Magna Curia a la Toscana lleva
pues a un contexto completamente distinto, en donde la transformación es muy
profunda y en el que debemos detenernos. Los valores proclamados por la nueva
poesía amorosa son idénticos: la idealización de la mujer amada y su
inaccesibilidad son imágenes tomadas de la tradición no solo occitana sino
siciliana, pero intensificados por la nueva concepción del amor como anhelo a
la perfección y a la virtud. La poesía mantiene su espíritu aristocrático al
tiempo que elimina todo carácter clasista, privilegio de la nobleza de sangre,
y lo amplía a una aristocracia de mentes elevadas, nobles per altezza
d'ingegno, como dice Dante.
Otra
novedad acentúa la transformación del sentimiento amoroso. La doctrina del amor
gentile nace en las universidades, entre intelectuales, en un ambiente
científico, loico —como proclamaba Dante—; es decir, el de cultores de la
lógica, de la filosofía. Guinizzelli, Cavalcantti, Dante y Cino da Pistoia
estudiaron en la universidad de Bolonia, y en esa universidad nace la doctrina
del amor gentile; de allí irradia a la Toscana, con aquel Guido Guizzelli,
poeta además de jurisconsulto, cuya canción doctrinal en lengua vulgar Al cor
gentil rempaira sempre amor inaugura el nuevo sentimiento del amor como
gentilezza, como potencia que puede volverse acto en el corazón gentil, de
nobles sentimientos. Pocos decenios después Dante retoma en su Vita Nuova el
tema de la gentileza: "Ne li occhi porta la mia donna Amore, / per che si
fa gentile ch'ella mira" ('Mi amada lleva Amor en los ojos, y por eso lo
que mira se hace gentil'), y en otro soneto: "Amor e'l cor gentile son una
cosa, / si come il saggio in suo dittare pone" ('Amor y corazón gentil son
una cosa, así como dice el sabio en su dictar'). El "sabio" es
Guinizzelli, a quien Dante rinde homenaje en el Purgatorio, llamándole:
il padre mio a delli altri miei miglior che mairime
d'amore usar dolci a leggiadre.1
('el padre mío y de los demás que mejor usaron rimas
de amor dulces y hermosas')
Sin
embargo, Guinizzelli reconoce que el precursor de la poesía amorosa en el campo
europeo fue Arnaut Daniel, el miglior fabbro del parlar materno ('el mejor
artífice del habla materna'), y en boca de este Dante pone, en lengua de Oc,
los versos finales del canto.
El
ambiente cultural estilnovista, como se dijo, está embebido de la filosofía
escolástica. El dominico Tomás de Aquino y el franciscano Bonaventura da
Bagnareggio habían muerto recientemente, dejando huella también en la poesía.
La aparición de la Cántica de las criaturas de Francisco de Asís (1226-1281) es
el primer monumento poético en lengua vulgar. Francisco, quien practica el amor
cristiano "sin glosas", deja su huella en el imaginario italiano y
muda profundamente la sensibilidad del pueblo, influyendo también en el arte;
en Giotto por ejemplo. El movimiento de los espirituales franciscanos no
termina con la muerte de Francisco, cruza la península de un lado a otro,
manteniendo vivo el recuerdo del poverello ('pobrecillo') de Asís hasta el
siglo siguiente; Dante compendiará la vida del santo en estupendos versos del
Paraíso.
El
Dolce Stil Nuovo reunió a un grupo de "fieles de amor" y formó una
cofradía ligada por la amistad; los unía la pasión por la poesía, mantenida
viva gracias a un diálogo constante en versos —aun militando en bandos
políticos opuestos—, sin perder ninguno su individualidad poética. Los versos
con que Dante responde en el canto XXIV del Purgatorio a Bonagiunta, quien en
vida había criticado la poesía nueva, sintetizan sucintamente su poética
personal, la cual solo en líneas generales puede aplicarse a los demás poetas:
I'mi son uno che quando
Amor mi spira, noto, e a quel modo
Ch'e'ditta dentro vo significando.
('Yo soy alguien a quien cuando el
Amor me inspira, anoto, y de la manera
que me dicta voy significando')
Parecería
que estos célebres versos ponen el acento sobre la espontaneidad expresiva,
como lo consideraron los románticos del siglo pasado; sin embargo, el
florentino más bien quiere subrayar la sinceridad con que obedece el dictado
del amor, del sentimiento amoroso; mientras que el vo significando que concluye
el sirventés enfatiza la elaboración a la que el poeta debe someter la
inspiración, el duro oficio poético del que Dante tuvo alta conciencia. Un eco
de esto se encuentra en el áspero verso con que Cavalcanti concluye un soneto
en respuesta a la crítica de Guido Orlandi: "Amore ha fabbricato ció ch'io
limo" ('Amor ha fabricado lo que yo pulo con la lima'), que manifiesta la
fidelidad al amor que "dicta" y la espontaneidad del "dictado"
pero sin excluir la "lima", la exigencia de la labor formal rigurosa.
El
sirventés dantesco antes citado puede servir como epígrafe al movimiento
poético florentino y toscano, pero de ninguna manera supone una ideología
amorosa común a sus poetas. La doctrina que sostiene el canto amoroso es
diferente de uno a otro. Donna mi prega, pero ch'eo voglio dire, de Guido
Cavalcanti, nada tiene que ver con la canción dantesca Donne ch'avete ntelletto
d'amore. En el primero está presente la dicotomía amorosa de ascendencia platónica
entre el amor terrenal y el amor celestial, reelaborada por el neoplatónico
Plotino, quien se preguntaba si el amor es un dios o un demonio, o bien una
pasión del alma o los dos conjuntamente. Cavalcanti, sin negar el amor
espiritual, acentúa el carácter irracional y violento del amor, en donde el
deseo erótico se mezcla a menudo con el instinto de muerte:
Donna me prega, —per ch'eo voglio dire
D'un accidente que sovente é fero
Ed é si altero —ché chiamato amore
Di sua potenza segue spesso morte.
('Una dama me ruega para que yo me
preste a hablar de un hecho a menudo feroz
y tan altivo, que es llamado amor.
De su poder sigue a veces la muerte').
En
esta canción doctrinal sobre la naturaleza del amor, traducida y comentada por
Ezra Pound en los primeros decenios del siglo XX, Cavalcanti da forma dramática
al tema del amor destructor, al contrario de un Dante o de un Cino da Pistoia.
La
inteligencia florentina, aristocrática per altezza d'ingegno y desdeñosa del
vulgo y de las compañías triviales, profesa el platonismo amoroso; esa
ideología renuncia a la realización carnal mediante una catarsis de la pasión
que se vuelve contemplación estática de la belleza espiritual femenina. El
poeta y dantista italiano Edoardo Sanguineti afirma que la renuncia tuvo que
ser un aprendizaje doloroso para el temperamento sensual y carnal de los
grandes protagonistas del Eros lírico florentino. No creo que esa catarsis haya
funcionado fuera de la obra literaria, que haya pasado a la vida privada de sus
autores. No es casual el hecho de que Dante haya puesto en el Purgatorio al
iniciador de la nueva poesía de "Amor gentile" , Guido Guinizzelli,
precisamente en el cerco VII, el de los lujuriosos. El mismo autor de la Divina
comedia fue, si creemos a La vida de Dante de Boccaccio —ferviente lector del
gran florentino—, un hombre apasionado y hasta lujurioso. Dante conoció bien la
otra vertiente del amor, y sus Rime petrose constituyen la contraparte del
Dolce Stil Nuovo. Es ejemplar la canción:
Cosi nel mio parlar voglio esser aspro
Com'é ne li atti questa bella petra.
('Así en mi hablar quiero ser áspero,
como es en sus actos esta bella piedra'),
Aun
cuando se acepte la interpretación alegórica de la mujer-piedra como Florencia
o la Iglesia.
Las
turbaciones del amor juvenil, la dulzura, lo inefable, el éxtasis doloroso de
la Vita Nuova se convierten, de las rimas pedrosas de Dante, en la brutalidad
amorosa cercana al impulso "animal" que lleva al adolescente Stephen
Dedalus de calle en calle —"la lengua pegada al paladar"— en la
oscuridad de la noche, para buscar satisfacción en los brazos de una que otra
prostituta.
En
el ámbito de la Vita Nuova falta la vertiente del amor erótico. Dante omite el
llamado de la carne, que no puede prorrumpir donde pasa la tanto gentile e
tanto onesta Beatriz, amor adolescente que con su sola presencia elimina toda
intrusión sexual. El amor de Dante se alimenta de saludos, miradas, sonrisas,
alabanzas; en fin, los tópicos del amor dulcestilnovista. Falta en la Vita
Nuova la representación naturalista del deseo carnal que la tradición
cristiana, desde San Pablo, ha condenado. El deseo y la pasión faltan, pero no
porque —ya se dijo— Dante no los haya sentido y vivido o porque haya sido
incapaz de expresarlos; ello puede verse no solo en sus rimas sino también en
el Infierno de la Comedia, en donde encontramos varios condenados por lujuria y
adulterio. Sin embargo, en ese infierno hórrido y pavoroso, primera etapa del
viaje iniciático dantesco destinado a la salvación de la cristiandad, lleno de
descripciones de crudo realismo, cuando el poeta se detiene en el estupendo
episodio de Paolo y Francesca (canto V del Infierno) no hace una sola
referencia cruda a la historia de adulterio, narrada por Francesca con casta sencillez.
Ella es el polo opuesto de Beatriz, es el amor-pasión destructor del que habla
Cavalcanti. En los versos de la narración, Dante deja vibrar sugerencias que el
lector puede integrar para entender aquellos dubbiosi desiri ('deseos dudosos')
que el poeta se muestra tan interesado en conocer cuando se dirige a Francesca.
Constituyen una crítica implícita al roman courtois, cuya lectura había
perturbado a los dos amantes hasta inducirlos al pecado:
Quando leggemmo il disiato riso
Esser baciato da cotanto amante
Questi, che mai da me non fia diviso
La bocca mi bació tutto tremante.
Galeotto fu il libro e chi lo scrisse:
Y
Francesca termina su narración con versos sombríos y alusivos:
Quel giorno piú non vi leggemmo innanzi.
('Cuando leímos cómo la deseada sonrisa
fue besada por un tal amante, este, que ya
nunca jamás se separará de mí, la boca me
besó todo temblando. Galeoto fue el libro
y quien lo escribió: ese día ya no seguimos leyendo')
Fue
la lectura del roman courtois de Ginebra y Lanzarote la que los perdió. Al
terminar Francesca su relato, Dante cae desmayado. No es solo por piedad, sino
por la identificación con los dos amantes: la lujuria es el pecado al que más
teme, porque él mismo percibe su fragilidad ante la pasión erótica.
La
Vita Nuova es la historia del amor del joven Dante, cuyo primer encuentro con
Beatriz se remonta a los nueve años del poeta. La prosa se intercala con poesía
en la que Dante glosa, al modo de los razos occitanos, las circunstancias en
que nació y explica hasta cierto punto el contenido de sus poemas. Tres son los
protagonistas: Dante, Beatriz y Amor. El Amor, como vivencia interior, está
personificado, según la costumbre medieval de dar consistencia corpórea a los
sentimientos; ello permitió a Dante dramatizar sus estados psíquicos a través
de figuras visuales, plásticas. El sueño tenebroso de Amor, quien lleva en
brazos a Beatriz y ofrece el corazón a Dante para que lo coma, como en un
sacrificio ritual, es de derivación bíblica. De origen bíblico y clásico son
también los recursos retóricos: la parataxis del discurso, el polisíndeton, la
prolepsis, las reiteraciones y los paralelismos, el uso de gerundios, de
infinitivos sustantivados; todos ellos contribuyen a crear una atmósfera
visionaria, profética, de ensueño, de misterio, de repentinas apariciones, de
desaceleraciones que intensifican la visión: el éxtasis místico. En cambio,
para analizar los efectos físicos que el amor produce en el amante: el temblor
—ya el viejo Platón y la poetisa Safo habían hablado del temblor provocado por
la vista de la persona amada—, la palidez, la aceleración del pulso, la
mudez... Dante recurre a la ciencia médica de su tiempo, que se estudiaba en
las universidades de Salerno y de Bolonia.
La
Vita Nuova, dice Benedetto Croce, es una novela teológica, y lo es también el
Retrato del artista adolescente de Joyce, quien se había formado en la escuela
del viejo De Aquino en dos colleges jesuitas de Dublín. En la novela predominan
las discusiones sobre Aristóteles y la Escolástica, Tomás de Aquino sobre todo,
en un ambiente dominado por la enseñanza de Ignacio de Loyola, un ambiente
contrarreformista que Stephen terminará por cuestionar y rechazar. Cuando, por
ejemplo, uno de sus compañeros le dice que Giordano Bruno, a quien Stephen
admiraba profundamente, había sido un "terrible heretic" ('terrible
hereje'), él contesta secamente que "he was terribly burned" ('había
sido quemado de manera terrible'). Además de novelas teológicas, la Vita Nuova
y el Artista adolescente son retratos juveniles, autobiografías de iniciación
amorosa y también artística: las primeras turbaciones frente al misterio que
representa el amor, máxime para un adolescente; el descubrimiento de la
vocación artística y la elaboración de una poética personal; las reflexiones sobre
las vivencias de la adolescencia; en fin, el balance de la primera parte de la
vida y el anuncio solemne de las obras futuras.
Al
contrario del Retrato de Joyce, que se desarrolla en un contexto histórico
preciso, la Vita Nuova no hace referencia o alusión alguna al escenario
histórico, a la situación compleja de las últimas décadas del siglo XII, uno de
los periodos más críticos y apasionados de la cultura italiana, de luchas
internas en las comunas y contiendas entre el Imperio y el Papado en las que
Dante, al igual que Cavalcanti, participó pagando con el exilio de por vida.
Para
narrar su amor a Beatriz, medio de auto perfección y conocimiento, Dante
utiliza la primera persona, que antes habían usado San Agustín en Las
confesiones y Boecio en La consolación de la filosofía. El yo de Dante no es
solo el yo empírico, sino que coincide con el yo universal, según la tendencia
medieval de ver los exempla en la persona o en sus circunstancias para
representar, más allá de la contingencia, la calidad ejemplar de los
acontecimientos, su simbolismo.
Al
contrario que en la Vita Nuova, en el Retrato de Joyce es central la
experiencia del amor en su polaridad atormentadora: el amor sensual, el
instinto carnal en conflicto con la ley religiosa, y el amor espiritual. Las
figuras de la prostituta y la virgen se alternan: en primer plano la revelación
punzante del sexo y, en lo profundo del ser de Stephen, la presencia de la
adolescente amada, que le impide levantar los ojos hacia Ella (She).
¿Qué
tiene que ver la Vita Nuova con Stephen Dedalus, perseguido por la lujuria y
las llamas infernales a las que se siente irremediablemente condenado? El
realismo del tercer capítulo del Retrato, el largo sermón del jesuita sobre el
pecado y el castigo infernal, corresponden más bien al Infierno de la Comedia,
pero aún más impresionante, puesto que Dante se encuentra en el infierno no
como condenado, sino como viajero acompañado por Virgilio, que se instruye
sobre los pecados y castigos de los que está inmunizándose e inmunizando a sus
lectores, mientras que Stephen vive amenazado por las llamas infernales; por
ello la presencia del infierno, ya se dijo, es más amenazadora. Lleno de miedo
y de remordimientos, se somete a una severa autodisciplina de devoción:
plegarias, misas, ayunos, humildad. Es cuando el director de su college le
sugiere abrazar el sacerdocio. Puesto ante el dilema, Stephen siente que no es
este su camino y, descorazonado, emprende uno de sus largos vagabundeos hasta
hallarse en la playa, meditando. Allí, el encuentro con los estudiantes que
nadan y lo llaman alegremente desde el mar —"Dedalus! Bous Stephanoumenos!
Bous Stephaneforos!"—, así como la aparición en el mar de la muchacha
parecida a un ave, constituyen el llamado de la vida: "This was the call
of life to his soul not the dull gross voice of the world of duties and
despair, not the inhuman voice that had called him to the pale service of the
altar" ('Este era el llamado de la vida, no la voz grosera y turbia del
mundo lleno de deberes y de pesares que le había llamado al lívido servicio del
altar'). "And new wild life was singing in his veins" ('Y una nueva
vida salvaje empezó a cantar en sus venas'). Decide alejarse de la vida
religiosa y elegir su camino sin vacilaciones.
En
este encuentro de Stephen con la vida, Joyce recurre a la técnica de la
epifanía, que es, según lo que él mismo más o menos dice, la irrupción
espiritual que surge de repente en medio de discursos o gestos triviales,
resultado de largos procesos mentales, meditaciones, como las que acompañan a
Stephen en el vagabundeo que lo lleva a la playa. Son estos momentos epifánicos
los que deciden la liberación de su alma: "His soul had arisen from the
grave of boyhood, spuring her graveclothes" ('Su alma se acababa de
levantar de la tumba de su infancia, apartando de sí sus vestiduras
mortuorias'). Así describe Joyce la aparición epifánica de la muchacha-ave en
medio de la corriente, su rostro de niña marcado por el prodigio de la belleza
mortal: "A wild angel had appeared to him, the angel of mortal youth and
beauty, an envoy from the fair courts of life, to throw open before him in an
instant of extasy the gates of all the ways of error and glory" ('Un ángel
salvaje se le había aparecido, el ángel de la juventud y la belleza mortal,
enviado por el tribunal estricto de la vida para abrirle de par en par, en un
instante de éxtasis, la puertas de todos los caminos del error y de la
gloria'). La mujer de la playa ya no es el ángel de celestial belleza, enviado
del cielo para miracol mostrare, sino un ser de belleza terrenal, en antítesis
con el ángel estilnovista del que Stephen se despide.
Si
en los estilnovistas, Dante sobre todo, la mujer es el trámite para la
perfección, mediadora entre el alma del hombre y Dios, realización de su anhelo
hacia lo alto, en Stephen se convierte en la intermediaria que lo reconcilia
con la vida y lo aleja de la fe como constricción. La aparición de la
muchacha-ave que preanuncia el próximo viaje de Stephen parece resolver el
drama de su conciencia disociada e integrar la dualidad amorosa en una sola
imagen.
El
encuentro, al final del Retrato, con la muchacha que ama y a quien no da nombre
—la llama solamente She (Ella)— consolida el episodio de la playa. Intermitente
y fugitiva aparición que enmudece la lengua de los hombres, She es la
"Beatriz" de un college embebido de teología, cuyos encuentros llenan
a Stephen de terror y éxtasis que se vuelven epifanías. La aparición de She
saliendo de la biblioteca, que Joyce describe con ritmo lento y estático, tiene
un sabor estilnovista, que recuerda los encuentros de Dante con Beatriz:
She passed out from the porch of the library and bowed
across Stephen in reply to Cranly's greetings. He also? Was there not slight
flush on Cranly's sheek? Or had it come forth at Temple's words? The light had
waned. He could not see. [...] She had passed through the dusk. And therefore
the air was silent save for one soft hiss that fell. And therefore, the tongues
about him had ceased their babble. Darkness was falling. [...] A trembling joy,
lambent as a faint light, played like a fairy host around him. But why why? Her passage through the darkning air?
('Ella
pasó, saliendo de la biblioteca e hizo una inclinación para responder por
detrás de Stephen al saludo de Cranly. ¿También él? ¿No había un ligero rubor
en las mejillas de Cranly? ¿O procedía de las palabras de Temple? La luz había
desaparecido y no lo podía ver. [...] Ella había pasado entre el crepúsculo. Y
por todo esto estaba silencioso en el aire, salvo el suave siseo que caía de la
ventana. Y por eso, las lenguas habían cesado también su cháchara. Estaba
cayendo la obscuridad. [...] Una alegría temblorosa, como una caricia de
pálidas luces danzaba una danza de espíritus encantados en torno a él. ¿Qué
era? ¿Su pasaje a través del aire crepuscular?')
Confrontemos
ahora la prosa de Joyce con la poesía estilnovista, cuyos tópicos y estilemas
utiliza el irlandés. Al inicio de la larga frase citada Joyce usa el verbo to
pass, passare en italiano, que forma parte del léxico del Dolce Stil Nuovo y
que encontramos como incipit en varios sonetos estilnovistas.
Por
ejemplo, el de Guinizzelli:
Passa per via adorna e si gentile
('Pasa por la calle adornada y tan gentil')
El
de Cavalcanti:
Passa la gran beltate e la piagenza
De la mia donna...
('Pasa la gran hermosura y la gracia de mi amada')
Otro soneto del Cavalcanti:
Ch'é questa che ven, ch'ogn'om la mira
Che fa tremar de claritate l'aire?
('¿Quién es ésta que viene, que todo hombre la mira
y hace temblar de claridad el aire?')
Los
versos iniciales de un soneto de Dante en la Vita Nuova:
Ov'ella passa, og'om ver lei si gira
E cui saluta fa tremar lo core
si che bassando il viso, tutto smore.
('Donde ella pasa cada hombre voltea, y a quien
saluda se le estremece el corazón, así que bajando
el rostros, palidece todo')
En
otro soneto de la Vita Nuova, Dante subraya el temblor y el silencio que la
mujer amada suscita a su alrededor:
Tanto gentil e tanto onesta pare
La donna mia quand'ella altrui saluta
Ch'ogni lingua deven tremando muta
E li occhi no l'ardiscon di guardare.
('Tan gentil y honesta muéstrase la dama mía cuando
un saludo ofrece, que toda la lengua temblando
enmudece, y los ojos no se atreven a mirarla')
Pero
hay algo más en común entre Dante y Joyce: el disimulo, el ocultamiento
amoroso. Después del
encuentro con She, Stephen se aleja para ocultar a los demás su turbación:
"He walked away slowly towards the deeper shadows at the end of the
colmnade...to hide his revery from the students whom he had left..." ('Se alejó lentamente hacia el extremo de la columnata
donde las sombras eran más intensas, para ocular su ensueño a los estudiantes
que había dejado atrás...'). Exactamente como Dante en la Vita Nuova, quien
oculta sus pensamientos íntimos para defenderlos de la curiosidad de la gente
que se burla de lo intangible, lo que no se puede entender, profanando los
sentimientos más sagrados.
Sin
embargo, las páginas de sabor estilnovista del Retrato concluyen abrupta e
irónicamente en escarnio, cuando interfiere un irreverente y simbólico piojo en
el cuello de Stephen, despertándolo de su sueño.
En
el último y breve capítulo de la Vita Nuova, Dante presenta la visión estática
de su amada muerta, y se despide de la primera etapa de su vida prometiendo una
obra dedicada a la exaltación de Beatriz cuando pueda hacerlo de manera más
digna, infino a tanto, dice, "io potesse degnamente parlar di lei... dicer
di lei quello che non fu detto d'alcuna" ('hasta cuando yo pueda hablar de
ella... decir de ella lo que no se ha dicho de ninguna otra'). La obra concluye
con una serenidad, que contrasta con la angustia y el dolor de los breves
capítulos anteriores.
El
final del Retrato es también sereno, seguro. Stephen registra en breves notas
de su diario la decisión de cortar con su vida pasada y abandonar Irlanda.
Encuentra por última vez a la muchacha amada y le comunica su decisión y, como
ella no lo entiende, "he turned off that valve at once and opened the
spiritual-heroic refrigerating apparatus invented and patented in all countries
by Dante Alighieri" ('cerró la llave del grifo y abrió el aparato
refrigerante heroico-espiritual inventado y patentado en todos los países por
Dante Alighieri'). Stephen saldrá del mundo sofocante de Dublín; irá, como
dice, "to encounter for the millionth time the reality of experiencie and
to forget in the smithy of my soul the uncreated conscience of my race"
('a buscar por millonésima vez la realidad de la experiencia y a forjar en la
fragua de mi espíritu la no creada conciencia de mi raza').
Este
rápido recorrido podría surgir en el lector la duda de si las referencias del
Retrato al sentimiento amoroso del Dolce Stil Nuovo son fruto de una
coincidencia —lo cual por cierto confirmaría la continuidad en el tiempo del
amor cortés en sus variantes estilnovistas— y no de una referencia intencional.
Por mi parte, después de una atenta confrontación de ambas obras quedo
convencida de que Joyce quiso remontarse a una tradición que conformó por
siglos el alma europea, para explicarse (se ha dicho que su Retrato es en buena
parte autobiográfico) a través de su protagonista Stephen Dedalus la
complejidad del sentimiento amoroso que lo acosaba.
Referencias
Alighieri,
Dante, La Vida Nueva (ed. bilingüe), México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1965. [ Links ]
Benedetto, Luigi di (ed.), Rimatori del Dolce Stil
Novo, Bari, Laterza, 1960. [
Links ]
Joyce, James, A Portrait of the Artist as a Young Man,
New York, The Viking Press, 1973.
[ Links ]
Singleton,
Charles, Saggio sulla 'Vita nuova', Bologna, Il Mulino, 1968. [ Links ]
Notas
1
Doy en estos y en los siguientes versos una traducción literal.
Información sobre la autora
Annunziata
Rossi. Es investigadora del Centro de Poética del Instituto de Investigaciones
Filológicas. Imparte cursos en el posgrado de Letras en la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM. Es autora de numerosos ensayos sobre narrativa y
cultura Europeas. Tiene varios libros publicados como: Narrativa italiana
contemporánea, El relato del Renacimiento italiano, El primer Renacimiento
florentino, Ensayo sobre el Renacimiento italiano y Fascismo en Europa. Además
realiza una importante labor en publicaciones como la Revista de la Universidad
y el suplemento cultural "La Jornada Semanal", donde destaca,
asimismo, su trabajo como traductora.
Versión
On-line ISSN 2448-735Xversión impresa ISSN 0185-3082
Acta
poét vol.32 no.2 México jul./dic. 2011
Notas
y reseñas
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identificado, está bajo una Licencia Creative Commons
Circuito
Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, México, Distrito Federal, MX,
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Ilustraciones en orden de aparición
Pintores prerrafaelitas ingleses.
Psique abriendo la puerta al jardín de cupido, 1904. William Waterhouse
El hechizo de Merlín. Edward Burne-Jones, 1874. Óleo sobre lienzo. Lady Lever Art Gallery. Liverpool.
La
novia. Dante Gabriel Rossetti.Óleo sobre lienzo. 1865.
Tate Britain. Londres.
Windflower, 1903, William Waterhouse,
Ecce Ancilla Domini.1850, Dante Gabriel Rossetti, Óleo sobre lienzo. Tate Britain. Londres.
Para Willian Waterhouse, obras completas ver http://www.johnwilliamwaterhouse.net/the-complete-works-3-24-3-0.html