Plaza de las
palabras
presenta en su sección Crítica y reseña hondureña.
El libro Poemas Vueltos, (Satyagraha Editores, Primera Edición, Quito,
Ecuador, 2020), del escritor y poeta, Álvaro
Calix. Poemas Vueltos, con una portada respaldada por una pieza artística
obra de Laura I. Cálix Vindel. El
autor es escritor hondureño y desde hace varios años
reside con su familia en Quito, Ecuador. Autor que ya ha publicado dos libros
de cuentos, La Plaza de los poetas
(2006) y Ariadna y la burbuja (2014),
y ha sumado varios premios nacionales en la rama del cuento: Grupo Ideas
(1989), Juegos Florales Santa Rosa de
Copán (2008) y el Premio Coquimbo, (2017). También ha incursionado saludablemente
en poesía, en este blog se han publicado varios de sus poemas y casi una docena
de sus cuentos. Además es cofundador de este blog: Plaza de las palabras.
El libro en mención,
consta de 25 poemas, escritos en un lapso de varios años. Y presumiblemente la
mayoría escritos en Ecuador. Ciudad que le ha permitido viajar y conocer otras
ciudades de sudamérica: Buenos Aires, Bogotá, Santiago de Chile, Montevideo.
Escenarios urbanos que de una u otra forma le han servido de inspiración
temática para algunos de sus poemas y
cuentos, aunque nunca los señala por su nombre. Álvaro Cálix es un autor
escritor instalado en tres inclinaciones. La primera, como narrador cumplido en la rama del cuento. La segunda
como ensayista avalado por su doctorado en Ciencias Sociales, con
especial énfasis en temas de investigación social. En una tercera
inclinación, poco a poco, ha venido construyendo un andamiaje poético, el
cual ahora asume plenamente con la publicación de su primer poemario.
La soledad del poeta
Reseña
critica
Por Mario
A. Membreño Cedillo
¡Alegría
infantil en los rincones
de
las ciudades muertas! ...
¡Y
algo nuestro de ayer, que todavía
vemos
vagar por estas calles nuestras!»
El viajero. De Soledades
Antonio
Machado
«La
soledad entra por las ventanas»
La casona. De Poemas Vueltos
Álvaro
Cálix
Una
lectura del Poemas Vueltos permite
identificar varias vertientes. No obstante hay que advertir, que no todos los
poemas enlazan exclusivamente en esas vertientes. Hay subtemas, hay
encuentros fructíferos, traslapes
inesperados; entre tiempo y memoria, se
produce un encontronazo a veces fraterno y otras veces firmado por la
distancia. También emergen subtemas espaciales
y temporales como el de la ciudad, que aparece en varios de sus poemas. También
pasan apariciones fugaces de temas ambientales: ríos, lagunas, cordilleras. Se
observa en algunos de los poemas una
visión cósmica existencialista, que se encarna en los poemas: Polvo cósmico, Trascendencia y Agujero negro,
poemas que pintan una cartografía y un vistazo rápido al cosmos y al siempre
insoluble y genético problema del tiempo.
La memoria de una
escenografía cósmica que no abandona la
reflexión y el evanescente y eterno
tiempo
«Mi memoria data de
los siglos de dos dígitos.» En Polvo
cósmico
Aquí trascribimos algunos
párrafo en que se comenta tres de sus poemas cósmicos, muy cercanos un
existencialismo pero no un existencialismo descarnado, sino uno que no abandona
un cierto acercamiento a la espiritualidad mística: «Y el de Álvaro Calix, quien
esta más cerca de un existencialismo cósmico. (Por lo menos en los poemas
presentados en este post). Temática o nicho, muy poco explorado por la poesía
hondureña. Los poemas reseñados, aun en su vertiente cósmica se podrían situar
como, todavía un sereno lamento existencial. No sin cierto tono de elegías. El
canto protesta de un ruiseñor tal vez nada alegre pero tampoco
melancólico, revoleteando en el espacio
sideral. Además coexisten en estos poemas, aunque no de forma muy evidente,
destellos de una metafísica embrionaria. No hay un dios propiamente presentado
ni un síntoma de panteísmo. Pero el poeta no lo anuncia ni tampoco lo lamenta.
Sin embargo, si aparece un personaje misterioso tras bambalinas, quien narra el discurso poético, quizá un hombre
con toda su calamidad en una mochila y en un tiempo inmemorial.» (1)
Quizá entre líneas y en las hondonadas y a lo largo de sus poemas pudiese encontrarse
la sombra o el eco de un teísmo sinuoso.
El narrador omnisciente más adelante agrega:
«He vivido tantas centurias».
En Polvo cósmico
Y no sabemos si será un ser con doble naturaleza,
naturaleza terrestre y celestial: ¿Un
hombre en ascenso o un ángel caído? Y más adelante agrega:
«Se confinan mis horas en este oficio de cuidador
de albacea de este germen de vida aséptico ».
En Polvo cósmico
¿Sera el Alto Vigilante del tiempo o un ángel o un
poeta místico? Es así que en ciertos pasajes de
algunos de su poema el poeta asume un Yo
universal. Una especie de vigilante o habitante del tiempo.
«he
vivido tantas centurias
y
la mitad de mi vida se reduce a esta mirada al vacío
a
ver de lejos astros que lanzan fugaces su fulgor
a
treparme siempre en la cresta de ola que me extraña de la prehistoria.» En Polvo Cósmico
«me
sacude el vértigo de todos los tiempos.» En Polvo cósmico
Pero
otras veces el poeta se vuelve un ser invisible.
«Soy
tan parte de esto
que
nadie se percata de mí
ni
los apretados transeúntes
ni
los fieles de la misa dominical. » En Papelote azul
En
otras es simplemente un testigo de su tiempo
«Seré
como los barcos
en
su postrer regreso al puerto
seré
como el ave en su último vuelo
como
los árboles más antiguos
seré
testigo de otras era que me desdeñan
nunca
entonces olvidaré, ¡ah tiempos de mi ayer!»
En Cuando sea viejo
O ante
la desesperanza ser sencillamente el sepulturero
de su tiempo
«¿Vale
la pena esta impronta?
¿Por
qué no mejor ser el sepulturero?
romper
el cristal de la burbuja. »En Polvo cósmico
También
a veces, mezclado con ese monologo existencial, en algunos poemas aparece un tono didáctico, asoma una
naturaleza solidaria y fraterna, por ejemplo:
«pero
algo se aprende si se escucha la música del cosmos
la
melodía de la creación. » En Agujero Negro
«aprender
a ser ríos
a
veces calmos a veces raudos.» En Trascendencia
*
El sujeto narrativo
Desde
el uso del lenguaje, algunos de sus poemas replican una economía del lenguaje, por
ejemplo en Peldaños y Paisano, y aun
a expensa de la riqueza temática, alcanzan un alto grado de concisión y ritmo poético.
Sin embargo, en otros poemas por su extensión y espíritu sapiencial asume un
tono más lento y menos directo. Por ejemplo, Trascendencia, Polvo cósmico o Sed de futuro. Pero un hecho notorio
es que los poemas se hilvanan por su tratamiento, en el recurso dominante del yo
(directo o indirecto). Poemas narrados en primera persona, (15 poemas), un yo que muy eventualmente desaparece y a
veces es sustituido por un él o un ello/ella.
También usa el Tú o el Nosotros; por ejemplo en el poema Trascendencia, todo narrado en primera
persona plural: un nosotros colectivo.
Aparecen también poemas narrados desde la
tercera persona él, o ello/ella neutral (7 poemas) No obstante, a veces hay
mudas del sujeto en un mismo poema. El tono poético va acompañado del exhorto
interrogativo, en que el poeta va avanzando en la narración por mediación de
las preguntas. (13 poemas).
Las vertientes
poéticas
En
Poemas Vueltos están definidas tres
temáticas poéticas. No obstante, algunos
poemas soportan una carga dual, podrían lo mismo levantar la mano en una vertiente que en otra. Así que esas
vertientes, son una especie de matrices principales, una guía para facilidad de
la comprensión ordenada del libro. La Primera vertiente, trata el
problema de la temporalidad, es decir el tiempo La intangibilidad del tiempo Esta temática persigue al poeta, y sin
duda es la más importante y aglutina, en mayor o menor medida a casi todos los
poemas del libro. Dentro de esta a veta, cabe la línea ya enunciada anteriormente
de una cosmografía existencial. De
ahí que el epígrafe del libro, muy acertado, cite a Borges: «El hoy fugaz es tenue y es eterno.» Y
entre esa fugacidad y eternidad se
mueven una buena parte de los poemas de Álvaro Calix. En la primera vertiente,
hemos identifica unos 7 poemas que están directamente comprometidos en la
problemática del tiempo: Vuelos perdidos,
Eternidad del instante, Segundos retenidos, Cuando sea viejo, Trascendencia,
Polvo cósmico, Agujero negro. En estos poemas aunque los escenarios
cambien, el poeta enfrenta de manera más frontal y directa ese misterio del
tiempo. Por supuesto, hacen fila diferentes maneras de abordar el tiempo. El
tiempo por su propia naturaleza o en relación al recuerdo o la memoria, y hasta
abordar aspectos metafísicos. Y ante esa vastedad del tiempo pero también de sentencia,
el poeta se siente hijo del tiempo y pequeño ante una eternidad que lo apabulla:
«Yo, en cambio hijo de la hibridez de los
tiempos y de las materias.» En Polvo cósmico.
«Qué nos queda sino pararnos en la hebra
del instante.» En Trascendencia.
Segunda vertiente,
La rebeldía de la nostalgia, corriente que en ningún momento esta
disociada de la primera vertiente, sino que son una continuación del mismo cause
bajo otra modalidad: el tiempo hecho
memoria. Esta correntada está integrada por 11 poemas (Peldaño, Pasos
vueltos, Contra la pared, El papelote azul, Paisano, Cuando el adiós es el
encuentro, Ritual de partida, Volver la mirada, La casona, Oda para Arlen,
Espejismo en Fa mayor). Y decimos nostalgia porque en ese grupo de poemas coexiste
una nostalgia evidente, todos refugiados en una lucha o anhelo del poeta por reivindicar
emocionalmente vía rememoración esos
espacios y esos tiempos. Sea el recuerdo de la infancia, los abuelos, la
casona, los viejos amores,
los
rostros fugaces, las palabras perdidas, las cosas olvidadas, los silencios
apunto de hablar, los sueños desmayados, dice:
«Soy
náufrago en este océano de memorias », en Polvo
cósmico.
Esa nostalgia
por regresar al hogar de su infancia, de los tiempos llenos de cariño y certeza,
por eso el poeta afirma:
«Aún conservo en el bolsillo el boleto
de regreso.».En Pasos vueltos:
En otro de sus
poemas testifica:
«Cientos
de silencios me hacen flotar, ¿de dónde vienen?...
Al
asomarme al rincón de los años… ¿qué veo?
Nebulosas
y ecos de extintas voces.» En Ritual de partida
Pero
esa nostalgia no es vana, o se pone de pie rubricada por un simple recurso
sentimental, una nostalgia evocativa, o una búsqueda del tiempo perdido; sino que aspira a restaurar la presencia ida en una memoria presente: intacta y significativa.
No los simples recuerdos, no la memoria inútil. Porque el sujeto pensante nunca estará
completo sin esas vivencias, sin esa plenitud vivida y aquella seguridad que se
hereda, y que se constituye por la
memoria en un espacio intimo. Y del cual
brota una inconformidad con acento de rebeldía. No como una nostalgia resignada, sino constitutiva de
una visa de reclamo, de certeza por recuperar parte de la cabeza de playa
memorial.
El poeta lo
traslada a un plano menos domestico y más universal:
«que
para cambiar el rumbo de la historia, / el universo siempre espera nuestra
faena».
En Agujero
Negro.
Pero igualmente
lo funde a su tierra:
«Toma
tu alforja y hagamos fila para cambiar la historia.»
En No
calles Honduras
La
tercera vertiente, esta aglutinada
por 7 poemas que podrían ser considerados en un amplio y heterogéneo espacio: una
postmodernidad
existencial (por ponerle
algún nombre). Esta vertiente incluye
los poemas: Versos
sueltos, Justicia, No calles Honduras, La ciudad enferma, Tarde del viernes, Luz
circular, Sed de futuro. (2) En
esta vertiente, ocurre un desdoblamiento, por una parte, en un primer plano, tenemos poemas de
civilidad: Justicia, No calles Honduras.
No es una rebeldía pasiva sino de lucha,
clama por no claudicar. En un segundo plano, el poeta asume la voz al
viento de un dialogo existencial, casi con un tono confesional. No son poemas
triunfantes ni tampoco derrotistas. Denuncia
desde un plano existencial: el espejismo de la modernidad, tema caro al
postmodernismo. Y que tanto poeta ha sentido en carne propia. Uno podría pensar que esta veta del autor
casi todo poeta la ha expresado, o que es un tema ya superado. Pero es todo lo
contrario, en la vorágine de nuestro tiempo, entre aplausos y cañonazos, entre
el «Dios Móvil» y el dios mudo, estos poemas adquieren vigencia. Porque ellos
recogen, algunas de las dudas
fundamentales del hombre moderno al correr ahora de prisa por la autopista
virtual de la historia. Estos poemas son los más existenciales, porque el poeta
advierte los peligros de la modernidad, las entelequias de la retorica visual. Pero
también porque intenta hilvanar unos principios de vida. Aunque también asoma la sombra del escepticismo
y no sin ciertos ecos de letanías. No obstante que el poeta no da soluciones,
tampoco es seducido por la postmodernidad. Nos dice el poeta:
En el plano
postmoderno:
«Se
fabrican países
Recree
el mundo de sus sueños
Dominio
incluido
Se
aceptan tarjetas.»
En
Versos Sueltos
De su
país, Honduras, dice:
«Aunque
el teatro de la farsa no alumbre este acto
a la
velocidad del coraje, el germen se propaga
ya
voces, plumas y cinceles, narrando van la historia subterránea
para
memoria de los durmientes, foráneos y los que nacerán mañana. »En Justicia
En el plano
postmoderno existencial:
«Donde
estaré mañana
qué
sueños alumbraran mi ventana
qué
nuevos surcos en la piel bajo el sol de fuego
quiénes
habrán dejado el camino y se habrán ido por el hilo de la noche
seré
yo quién soy en este minuto.» En
Sed de futuro
A
manera de epilogo: La soledad de las palabras
El
lenguaje del poeta tiene un tono coloquial directo en solo un poema: Peldaño. En los demás poemas, recurre a
palabras sencillas pero siempre da la impresión de estar hablando con uno (el
lector). No busca impresionar, ni demuestra
una avidez por las grandes rimas, de hecho los poemas están en versos blancos.
Tampoco abundan las metáforas pero si hay imágenes. El poeta se ha despojado de
los artificios y los decorados prefabricados y de la vanidad textual. Deja que
las palabras en su soledad testimonial y
su libertad poética, vayan narrando un universo
espiritual; y ese universo íntimo y
expresivo, está lleno de riqueza, de significados y de imágenes. Dos lecturas se pueden hacer desde la sencillez de las palabras, porque en
algunos de sus poemas se imponen palabras claves, un punteo a vuelo de pájaro: tres,
peldaño, escaleras, reloj, Café, boleto, guitarra, papelote, Paisano,
cordillera, ayer, ventana, casona, huella, espejismos, pájaros,
ciudad, eternidad, luces, sed, polvo, trascendencia, agujero.
Pero también los poemas apuntan a un prontuario encubierto de enseñanzas básicas, de tono sapiencial que
indican un camino que entre luces y sombras, y que aspira a marcar un peregrinaje
hacia un estado de vida esencial: El amor a sus ancestros, (padre, abuela,
hija), las evocaciones de la casona, el ciprés de la esquina, la sabiduría de
un viejo en el Café de las Letras, la música, la niñez, la esperanza, la patria,
los compatriotas, los amores juveniles, la solidaridad, la amistad, la vejez. Todos pequeños destellos que remiten a la
señalización de un itinerario de los valores fundamentales del Ser.
¡Soy
un niño y a veces lo olvido! En
Papalote azul.
Si
las palabras están solas, estas evocan un puñado de posibilidades: una de ellas
es la soledad del poeta. Porque si bien cada una de estas palabras contiene
dentro la cepa de la soledad también llevan consigo los gérmenes del universo. En
las palabras habitan lo mismo el grito que el silencio. Los poemas de Álvaro
Calix, pueden ser engañosos, parecer sencillos, pueden ser mistificados. Y
quizá una simple lectura no baste para penetrar en sus interioridades. Son
poemas para la meditación sanadora y la reflexión paciente. Convive en
esos poemas una veta didáctica, que
viene desde un existencialismo puro, pero fraterno. El poeta intenta acercarse
a una especie de espiritualismo. A veces asume el tono de un discípulo místico:
un Zaratustra postmoderno más moderado. Pero no abusa de esta postura. Estos poemas no
son poemas rebuscados ni intelectualizados. Son sencillos pero profundos. Si a
veces el poeta en algunos de los poemas parece hablar para sí mismo, también habla para nosotros.
Decía Machado en uno de los versos de Retrato, «quien habla solo espera hablar a Dios algún día». Por eso el poeta afirma:
«Voy por mi
carril en este mundo, las ventanillas cerradas, escuchando el zumbido de mi
monólogo.» En Luz circular
Un
monologo que entre claroscuros aspira a volver atrapar una mirada de serena certidumbre,
descubrir algún recodo purificado del amor, rescatar alguna vivencia sanadora de
la fraternidad. La certeza que ese camino será
acompañado. Quizá que su clamor en el desierto del tiempo no quede como
palabras al aire, y que encuentre una respuesta, aunque sea un eco del Otro, El que puso el tiempo en la mente del hombre. Para no quedarse solamente como una voz entre
el lamento y las dunas. Acaso como él que clama en el desierto, un Jonás o
tal vez solo un Jeremías, y entre Jonás y Jeremías, se esconde el mirar de la poesía: la misión del poeta. No hay
ningún premio: solo es una vocación o una necesidad espiritual. Por eso el
titulo Poema Vueltos, no
son lanzados al aire para que el viento huraño o los mares tempestuosos se los lleven, o se queden en las
entrañas amorfas y sin luz de una ballena; sino que van con el adviento que
siembra y recoge cosechas. Por supuesto, es una de sus posibles interpretaciones,
y ahí aparece de la esquina el encuentro del otro, porque requiere la complicidad del lector, o del Otro o de lo Otro. En definitiva, Álvaro Cálix ha lanzado su propuesta poética,
le toca al lector —según Roland Barthes— desde la lectura
y la otredad, enriquecerla.
Selección
de poemas de Álvaro Cálix
Peldaño
¿Y
Papá cuándo va a venir?
No,
no puede venir, hijo.
¿Y
dónde está Papá?
En
el cielo, hijito.
¿Podré
visitarlo?
Claro,
un día podrás.
Abuela,
construyamos una escalera…
¿Una
escalera?
Sí,
para subir al cielo.
Pasos Vueltos
Volví
a la ciudad en la que dejé el alma
retorné
sin vítores ni alfombras
¿cuántos
años hace?
me
bajé del bus, sin maleta ni regalos
aunque
la estación estaba repleta
nadie
me esperaba
volví
como los que vuelven a los lugares amados
con
pasos furtivos, sin rastro
con
dos pares de ojos
la
lágrima al punto.
Las
ciudades cambian con los años
quién
no lo sabe.
Busqué
la plaza y sus zorzales
jaleo
de noviembre
voces
esmirriadas de vendedores
el
sentido de las vías cambiadas
siempre
al norte el monte alto
como
un gigante crecido de la nada
pronto
las campanadas de la iglesia
las
cinco de la tarde y yo sin rumbo.
La
neblina baja a esta hora de la tarde
la
gente se pone los abrigos
yo
sigo a la intemperie
viendo
el atasco y las nuevas torres
grabada
en mí llevo esta tierra
y
no hay nada en ella que de mí se acuerde.
Camino
y camino, hasta que nos da la noche
la
ciudad me engulle, me ignora
alcanzo
las calles del barrio junto al rio
ya
no está el hotelito de siempre
y
cortaron el Ciprés de la esquina.
Sin
remedio, vuelvo los pasos a la plaza
sigo
el vaivén de las luces de los comercios
comienza
a calarme el frío
sin
prisa, busco la banca propicia
me
recuesto y boca arriba veo el cielo
sin
estrellas, solo nubes mudándose al Sur
al
menos no va a llover esta noche.
Aún
conservo en el bolsillo
el
boleto de regreso.
¡Justicia!
¿Qué
pasa hoy en la Honduras?
¿Por
qué tanto eco y jaleo sin brida?
¿Qué
son esas mareas humanas; por las calles, esos ríos de vida?
¿Qué
efluvio emana del Plantón de la Merced?
Hay
sin embargo una cortina de humo, una bruma de abril
¿Por
qué algunos quieren tapar el sol con un medio?
pero
el parto de la noche trae, inevitable, esta tronazón de mayo
el
cielo se revuelve, agua contenida
llanto
que quiere y no puede
manos
alzadas, como palomas prestas al vuelo, presagian nuevos aires
es
cuestión de tiempo.
Si
no fuera por el letargo de miles que duermen
o
sueñan despiertos con el botín de la tómbola, la oferta del móvil
la
previa del clásico de la ciudad, lo último de la farándula…
Bruma,
bruma…, más bruma
sopor
y opio, silencio cómplice de la muerte
cuerpos
domados, prestos a seguir el bastón del amo
Pero
un sol nuevo brota de la Merced
desde
el crisol de unas carpas, donde laten corazones que dicen: ¡basta!
es
un sol diáfano que atrae a muchos
todavía
faltan tantos.
Sol
que promete disipar los témpanos del hemiciclo
purificar
el fétido humor de la traición
y
derribar con taconeo y voces al unísono, la fachada del terror
tiemblan
maniquíes, alfiles y marionetas
sus
amos pueden enfadar.
Si
no fuera porque alimentamos al monstruo que nos engulle
porque
compramos como oro
su
látigo, vendas, letras y vísceras
si
no fuera por eso
¡qué
nítidas ondearían las voces de libertad!
Aunque
el teatro de la farsa no alumbre este acto
a
la velocidad del coraje, el germen se propaga
ya
voces, plumas y cinceles, narrando van la historia subterránea
para
memoria de los durmientes, foráneos y los que nacerán mañana.
Gritemos
alto, ¡más alto!
derribemos
los muros de los castillos
donde
se refugian aquellos que codician la opulencia
esos
que de lejos, quizás por el parpadeo de una pantalla
o
las líneas de un tabloide
creen
de esta lucha, las tretas de amo y lacayo.
Y
entonces
más
voces, más latidos, llevarán al cénit este sol de la Merced
y
se levantarán los puños –no los de la muerte- puños de libertad
para
abrirse, luego, generosos, y enlazarse con la mano hermana.
¡Justicia,
justicia, Justicia!
he
ahí, el irreverente canto que crispa a los guardianes del horror
¡Justicia,
Justicia, Justicia!
gritan
miles, espoleados por el cinismo de los hombres del poder
¡Justicia,
Justicia, Justicia!
es
el gemido que clama nuevos aires de libertad.
La casona
Desde
el balcón, la tarde es larga
hondea
el verde-azul del tiempo
se
fueron las palomas del quiosco
desierto
se mira el patio
a
dónde se fueron las cabriolas de los niños
a
dónde los pasos firmes de su padre.
Solo
queda
de
aquellos años, un par de ancianos
y
el trazo de las palmeras
el
tejado de antaño
el
cercado de piedra
y
el eco del piano.
La
soledad entra por las ventanas
rechinan
las puertas con pereza
millar
de recuerdos posados en los muebles
en
las grises cortinas
en
el retrato de los Señores
y
sus ojos de lejano brillo.
Se
dibuja el tiempo en aquella casa
en
las paredes mustias
y
sus delgadas grietas
en
las altas telarañas
en
la hiedra desbocada.
Aún
la sonrisa de los abuelos
al
ver juntos el horizonte
alistándose
para el vuelo
entre
retoños y nuevas flores
que
pronto los verán partir.
Paisano
Mi
catracho paisano
es
tan callado como el rugir del silencio
tiene
la pena grande
y
tiñe su piel de blanco.
Lleva
la felicidad desmayada
en
la queja de la frente al sol
viste
atuendos sin pasado, lo mira el jaguar con llanto.
Construye
laberintos de dolor
huye
en ríos ebrios de profundas aguas
ya
se va tiritando la crisis del frío.
Yo
le sigo cantando sereno
a
esta tierra de soles y lagunas.
Polvo cósmico
Tras la escotilla contemplo la
sinfonía azul
me
sacude el vértigo de todos los tiempos
sé
que luego viene el desdén
esa
palidez que recubre el lente de mis ojos
y
otra vez vuelvo a dudar de mi nombre.
Soy
náufrago en este océano de memorias
sinfín
de recuerdos no vividos
la
magia del hidrocampo en su fragor.
¡Mi
odisea!
tan
diminuto y solo en este arcón intergaláctico
perplejo
ante la rosa cósmica
¡Solo
somos polvo en el viento!
escombros
que se lleva la gran marea.
Desde
hace tantas noches
mi
especie vaga al garete, tumultuosa por el universo
¿Cuándo
la hora de atracar en algún planeta azul?
Mi
memoria data de los siglos de dos dígitos
nebulosa
en espiral es la trama de mi mente
cuerpos
que van y vienen
hibernar
y despertar
pero
siempre el mismo cerebro maestro
intacto
y
aun así
no
dejo de pensar en los días de litoral
aquellos
días que mis ancestros vivieron en plenitud.
Yo,
en cambio, hijo de la hibridez de los tiempos
y
de las materias
¿Hasta
dónde artefacto, hasta dónde humano?
¿Será
vida este cautiverio?
huir,
huir sin más rumbo que alejarnos del origen
de
guerras profanas que con su lengua de fuego
devoran
galaxia tras galaxia
un
sino que deviene en ruinosa rutina
¿Por
qué no morir un buen día en esta nave?
como
antaño murieron tantos otros
¿Por
qué esta agonía de rasgar la inmortalidad?
Dudo,
no lo niego
de
esta misión de llevar a tierra firme la vida…
Bah…
esta semilla al germinar no hará, supongo
otra
cosa que continuar el bélico trazo
¿Vale
la pena esta impronta?
¿Por
qué no mejor ser el sepulturero?
romper
el cristal de la burbuja.
Si
pudiera ver más allá de esta farsa
ver
de frente a los titiriteros
si
al menos pudiera…
pero
solo soy un condenado
navegante
asceta
sin
el control de las cartas
solo
soy un condenado
a
ver jamás las flores ni el deshoje de los árboles
ni
el brillo de las espigas en el crepúsculo.
Torturado
por la esquirla de recuerdos que no fueron míos
solo
quiero cerrar los ojos esta noche
he
vivido tantas centurias
y
la mitad de mi vida se reduce a esta mirada al vacío
a
ver de lejos astros que lanzan fugaces su fulgor
a
treparme siempre en la cresta de ola que me extraña de la prehistoria.
Cuántas
entelequias he visto asomar en el umbral
y
acabar todas, absolutamente todas
en
el baúl de los garabatos.
Se
confinan mis horas en este oficio de cuidador
de
albacea de este germen de vida aséptico
hálito
inerte dentro de cápsulas frías
si
al menos pudiera quitarme las vendas
extasiarme
con la luz del gran sol
doblegar
los secretos del tiempo
juguetear
en las cuerdas del universo
escapar
de esta prisión sin cerrojo
y
ver de frente a los titiriteros.
Otra
vez olvido mi nombre
sin
rumbo en el mosaico que no encaja
¿Seré
un arquetipo de los sueños de Bradbury?
al
menos espero no ser uno de esos especímenes sin atributo
aquellos
avatares creados en la cuarta naturaleza
esa
que teje la vida a fuerza de algoritmos
y
falsos destellos de sol.
Trascendencia
Los segundos nos consumen sin pausa
lentamente, pero sin pausa
nos volvemos pretérito
cenizas que dispersa el viento
dagas de polvo que apuntan al vacío.
De nosotros en unos años
¿diez, cien, mil?
apenas quedará rastro
quizás alguna placa
oxidada en un rincón
un pliegue minúsculo en la memoria del universo
entonces por qué los afanes de hoy
la prisa por tocar la curva del horizonte.
Solo nos queda la liquidez del día
esa marca roja que vemos en el calendario
nada más…
el resto es salto al vacío
fuego fatuo que se apaga con el suspiro
nuestra obra, si vale la pena
será antorcha
permanecerá por un tiempo
y será nuestro tributo a este mundo breve
y servirá a los que quedan y a los que vienen
pero nada nos llevamos en la hora de los adioses
En esta tierra
condenados somos a anclar nuestro peso en la nada
a mirar con desdén épocas que van y vienen
en el carrusel que nos arroja al abismo
tan pronto como nuestro tiempo expira
y se borran nuestras huellas de la arena de los siglos.
Algunos miran atrás
para ver las sombras y los espejos
pero pronto voltean y siguen su rueda.
Nos volvemos ayer
flor que concedió su día
amago de transcendencia
que no da para más
no al menos para esta carne y estos huesos
solo nos queda el carpe diem
he ahí, en verdad, a puerta del futuro
que nuestros ojos sean espejos de este día
pues la hora siguiente es siempre ilusión
la semilla del porvenir se fecunda en el ahora
de la faena del alba brota el mañana y su siega
Qué nos queda sino pararnos en la hebra del instante
franquear los abismos donde se precipita el ánimo
aprender a ser ríos
a veces calmos a veces raudos
siempre en pos del mar
caminar hacia el horizonte sin la agonía de apresarlo
huir de la suerte del Sísifo
sentarnos a ver el crepúsculo tras la jornada
ver las estrellas y dormir sin grilletes
alzar vuelo hacia los confines
despertar quizás con el sol del nuevo día
el viento soplando en nuestra cara
sonreír ante el espejo del riachuelo
y así habremos cruzado sin tormento
la frontera entre día y día
más prestos a volar que a hundirnos en el fango.
Mientras no nos mudemos a la segunda piel
piel de luz y sombra infinita
los segundos nos consumirán sin pausa
piel, carne, huesos
polvo cósmico que volverá a fragmentarse
solo queda, después de
todo, esta alma viajera.
Luz circular
He visto tantas luces chinas, tantos danzadores, cientos de
fuegos encendidos, propagados en un soplo, tornados en humo antes del cenit;
tantas máscaras y mil artilugios. Cómo creer entonces en voz y palabra… relato
y libreto. Voy por mi carril en este mundo, las ventanillas cerradas,
escuchando el zumbido de mi monólogo. Soy partícula de la duda, solo la inercia
me hace andar de punto a punto, sin más rumbo que el de una saeta condenada al
vuelo circular. Sin embargo, horada mis oídos un eco discontinuo, una tonada
que no alcanzo a descifrar, y pienso que ese puñado de notas graves, de música
encriptada, de violines extraviados, me dice al oído que si desisto del
herraje, ora del prejuicio o de la vacilación infinita…, quizás entonces,
quizás, se apague este sol de dudas, y me jalonee aquel halito que una vez,
siendo niño, al pie de una colina de
pinos, junto a un arroyo de aguas
zarcas, me hizo volar por los aires, por los cielos, hasta tocar el filo del
techo quebradizo de una noche de estrellas.
Créditos
Notas
bibliográficas
1.
Tres poemas inéditos de Álvaro Cálix. Hacia una
cosmografía existencial. Post Plaza de las palabras
2. En esta
vertiente existencial también podrían caber perfectamente los poemas analizados
en una cosmografía existencial.
Textos de los poemas
Texto de los Poemas Vueltos, Quito,
Ecuador, ©Satyagraha Editores, Primera Edición, Quito, Ecuador, 2020
Enlaces
Tres poemas
inéditos de Álvaro Cálix. Hacia una cosmografía existencial. Post Plaza de las
palabras
Tres poemas inéditos de Álvaro Calix. La
intangibilidad del tiempo y el peso concreto de la ciudad moderna. Post Plaza
de las palabras.
De ciudades y
calles. Poemas y textos de 23 escritores hondureños. 1y 2/4. Post plaza de las
palabras.
Ilustraciones
Portada del libro, oleo sobre lienzo por
Laura Isabel Cálix Vindel
Álvaro Cálix, foto, Google Imagen