POEMAS VUELTOS POR ÁLVARO CÁLIX. LA SOLEDAD DEL POETA. POST PLAZA DE LAS PALABRAS





Plaza de las palabras presenta en su sección Crítica y reseña hondureña. El libro Poemas Vueltos, (Satyagraha Editores, Primera Edición, Quito, Ecuador, 2020), del escritor y poeta, Álvaro Calix.  Poemas Vueltos, con una portada respaldada por una pieza artística obra de Laura I. Cálix Vindel. El autor es  escritor hondureño y desde hace varios años reside con su familia en Quito, Ecuador. Autor que ya ha publicado dos libros de cuentos, La Plaza de los poetas (2006) y Ariadna y la burbuja (2014), y ha sumado varios premios nacionales en la rama del cuento: Grupo Ideas (1989),  Juegos Florales Santa Rosa de Copán (2008) y el Premio Coquimbo, (2017). También ha incursionado saludablemente en poesía, en este blog se han publicado varios de sus poemas y casi una docena de sus cuentos. Además es cofundador de este blog: Plaza de las palabras.

El libro en mención, consta de 25 poemas, escritos en un lapso de varios años. Y presumiblemente la mayoría escritos en Ecuador. Ciudad que le ha permitido viajar y conocer otras ciudades de sudamérica: Buenos Aires, Bogotá, Santiago de Chile, Montevideo. Escenarios urbanos que de una u otra forma le han servido de inspiración temática  para algunos de sus poemas y cuentos, aunque nunca los señala por su nombre. Álvaro Cálix es un autor escritor instalado en tres inclinaciones. La primera, como narrador cumplido en la rama del cuento. La segunda  como ensayista avalado por su doctorado en Ciencias Sociales, con especial énfasis en temas de investigación social.  En una tercera inclinación, poco a poco, ha venido construyendo un andamiaje poético, el cual ahora asume plenamente con la publicación de su  primer poemario.  


La  soledad del poeta

Reseña critica

Por Mario A. Membreño Cedillo
¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas! ...
¡Y algo nuestro de ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles nuestras!»
El viajero. De Soledades
Antonio Machado

«La soledad entra por las ventanas»
La casona. De Poemas Vueltos
Álvaro Cálix

Una lectura del Poemas Vueltos permite identificar varias vertientes. No obstante hay que advertir, que no todos los poemas enlazan exclusivamente en esas vertientes. Hay subtemas, hay encuentros  fructíferos, traslapes inesperados;  entre tiempo y memoria, se produce un encontronazo a veces fraterno y otras veces firmado por la distancia.  También emergen subtemas espaciales y temporales como el de la ciudad, que aparece en varios de sus poemas. También pasan apariciones fugaces de temas ambientales: ríos, lagunas, cordilleras. Se observa en algunos de los poemas  una visión cósmica existencialista, que se encarna en los poemas: Polvo cósmico, Trascendencia y Agujero negro, poemas que pintan una cartografía y un vistazo rápido al cosmos y al siempre insoluble y genético problema del tiempo.

La memoria de una escenografía cósmica que no abandona la  reflexión y el evanescente y eterno  tiempo

«Mi memoria data de los siglos de dos dígitos.» En Polvo cósmico

Aquí trascribimos algunos párrafo en que se comenta tres de sus poemas cósmicos, muy cercanos un existencialismo pero no un existencialismo descarnado, sino uno que no abandona un cierto acercamiento a la espiritualidad mística: «Y el de Álvaro Calix, quien esta más cerca de un existencialismo cósmico. (Por lo menos en los poemas presentados en este post). Temática o nicho, muy poco explorado por la poesía hondureña. Los poemas reseñados, aun en su vertiente cósmica se podrían situar como, todavía un sereno lamento existencial. No sin cierto tono de elegías. El canto protesta de un ruiseñor tal vez nada alegre pero tampoco melancólico,  revoleteando en el espacio sideral. Además coexisten en estos poemas, aunque no de forma muy evidente, destellos de una metafísica embrionaria. No hay un dios propiamente presentado ni un síntoma de panteísmo. Pero el poeta no lo anuncia ni tampoco lo lamenta. Sin embargo, si aparece un personaje misterioso tras bambalinas,  quien narra el discurso poético, quizá un hombre con toda su calamidad en una mochila y en un tiempo inmemorial.» (1) Quizá entre líneas y en las hondonadas y a lo largo de sus poemas pudiese encontrarse la sombra o el eco de un teísmo sinuoso.

El narrador omnisciente más adelante agrega: 

«He vivido tantas centurias». En Polvo cósmico

Y no sabemos si será un ser con doble naturaleza, naturaleza terrestre  y celestial: ¿Un hombre en ascenso o un ángel caído? Y más adelante agrega:

«Se confinan mis horas en este oficio de cuidador
de albacea de este germen de vida aséptico ». En Polvo cósmico

¿Sera el Alto Vigilante del tiempo o un ángel o un poeta místico? Es así que en ciertos pasajes de algunos de su poema el poeta asume un Yo universal. Una especie de vigilante o habitante del tiempo.

«he vivido tantas centurias
y la mitad de mi vida se reduce a esta mirada al vacío
a ver de lejos astros que lanzan fugaces su fulgor
a treparme siempre en la cresta de ola que me extraña de la prehistoria.» En Polvo Cósmico

«me sacude el vértigo de todos los tiempos.» En Polvo cósmico

Pero otras veces el poeta se vuelve un ser invisible.

«Soy tan parte de esto
que nadie se percata de mí
ni los apretados transeúntes
ni los fieles de la misa dominical. » En Papelote azul

En otras es simplemente un testigo de su tiempo

«Seré como los barcos
en su postrer regreso al puerto
seré como el ave en su último vuelo
como los árboles más antiguos
seré testigo de otras era que me desdeñan
nunca entonces olvidaré, ¡ah tiempos de mi ayer!»  En Cuando sea viejo


O ante la desesperanza  ser sencillamente el sepulturero de su tiempo

«¿Vale la pena esta impronta?
¿Por qué no mejor ser el sepulturero?
romper el cristal de la burbuja. »En Polvo cósmico

También a veces, mezclado con ese monologo existencial, en algunos poemas  aparece un tono didáctico, asoma una naturaleza solidaria y fraterna, por ejemplo:

«pero algo se aprende si se escucha la música del cosmos
la melodía de la creación. » En  Agujero Negro

«aprender a ser ríos
a veces calmos a veces raudos.» En Trascendencia

*

 El sujeto narrativo
          
Desde el uso del lenguaje, algunos de sus poemas replican una economía del lenguaje, por ejemplo en Peldaños y Paisano, y aun a expensa de la riqueza temática, alcanzan un alto grado de concisión y ritmo poético. Sin embargo, en otros poemas por su extensión y espíritu sapiencial asume un tono más lento y menos directo. Por ejemplo, Trascendencia, Polvo cósmico o Sed de futuro. Pero un hecho notorio es que los poemas se hilvanan por su tratamiento, en el recurso dominante  del yo (directo o indirecto). Poemas narrados en primera persona, (15 poemas), un yo que muy eventualmente desaparece y a veces es sustituido por un él o un ello/ella. También usa el o el Nosotros; por ejemplo en el poema Trascendencia, todo narrado en primera persona plural: un nosotros colectivo. Aparecen también poemas narrados desde  la tercera persona él, o ello/ella neutral (7 poemas) No obstante, a veces hay mudas del sujeto en un mismo poema. El tono poético va acompañado del exhorto interrogativo, en que el poeta va avanzando en la narración por mediación de las preguntas. (13 poemas).

Las vertientes poéticas

En Poemas Vueltos están definidas tres temáticas  poéticas. No obstante, algunos poemas soportan una carga dual, podrían lo mismo levantar la mano  en una vertiente que en otra. Así que esas vertientes, son una especie de matrices principales, una guía para facilidad de la comprensión ordenada del libro. La Primera vertiente, trata el problema de la temporalidad, es decir el tiempo La intangibilidad del tiempo Esta temática persigue al poeta, y sin duda es la más importante y aglutina, en mayor o menor medida a casi todos los poemas del libro. Dentro de esta a veta, cabe la línea ya enunciada anteriormente de una cosmografía existencial. De ahí que el epígrafe del libro, muy acertado, cite a Borges: «El hoy fugaz es tenue y es eterno.» Y entre  esa fugacidad y eternidad se mueven una buena parte de los poemas de Álvaro Calix. En la primera vertiente, hemos identifica unos 7 poemas que están directamente comprometidos en la problemática del tiempo: Vuelos perdidos, Eternidad del instante, Segundos retenidos, Cuando sea viejo, Trascendencia, Polvo cósmico, Agujero negro. En estos poemas aunque los escenarios cambien, el poeta enfrenta de manera más frontal y directa ese misterio del tiempo. Por supuesto, hacen fila diferentes maneras de abordar el tiempo. El tiempo por su propia naturaleza o en relación al recuerdo o la memoria, y hasta abordar aspectos metafísicos. Y ante esa vastedad del tiempo pero también de sentencia, el poeta se siente hijo del tiempo y pequeño ante una eternidad que lo apabulla:

  «Yo, en cambio hijo de la hibridez de los tiempos  y de las materias.» En Polvo cósmico.

       «Qué nos queda sino pararnos en la hebra del instante.» En Trascendencia.

Segunda vertiente, La rebeldía de la nostalgia, corriente que en ningún momento esta disociada de la primera vertiente, sino que son una continuación del mismo cause bajo otra modalidad: el tiempo hecho memoria. Esta correntada está integrada por 11 poemas (Peldaño, Pasos vueltos, Contra la pared, El papelote azul, Paisano, Cuando el adiós es el encuentro, Ritual de partida, Volver la mirada, La casona, Oda para Arlen, Espejismo en Fa mayor). Y decimos nostalgia porque en ese grupo de poemas coexiste una nostalgia evidente, todos refugiados en una lucha o anhelo del poeta por reivindicar  emocionalmente vía rememoración esos espacios y esos tiempos. Sea el recuerdo de la infancia, los abuelos, la casona, los viejos amores, los rostros fugaces, las palabras perdidas, las cosas olvidadas, los silencios apunto de hablar, los sueños desmayados, dice:

«Soy náufrago en este océano de memorias »,  en Polvo cósmico.

Esa nostalgia por regresar al hogar de su infancia, de los tiempos llenos de cariño y certeza, por eso el poeta afirma:  

«Aún conservo en el bolsillo el boleto de regreso.».En  Pasos vueltos:

En otro de sus poemas  testifica:

«Cientos de silencios me hacen flotar, ¿de dónde vienen?...
Al asomarme al rincón de los años… ¿qué veo?
Nebulosas y ecos de extintas voces.» En Ritual de partida

Pero esa nostalgia no es vana, o se pone de pie rubricada por un simple recurso sentimental, una nostalgia evocativa, o una búsqueda del tiempo perdido;  sino que aspira a restaurar la presencia  ida en una memoria presente: intacta y significativa. No los simples recuerdos, no la memoria inútil.  Porque el sujeto pensante nunca estará completo sin esas vivencias, sin esa plenitud vivida y aquella seguridad que se hereda,  y que se constituye por la memoria en un espacio intimo.  Y del cual brota una inconformidad con acento de rebeldía. No como  una nostalgia resignada, sino constitutiva de una visa de reclamo, de certeza por recuperar parte de la cabeza de playa memorial.

El poeta   lo traslada a un plano menos domestico y más universal:

 «que para cambiar el rumbo de la historia, / el universo siempre espera nuestra faena».
En Agujero Negro.

Pero igualmente lo funde a su tierra:

«Toma tu alforja y hagamos fila para cambiar la historia.»
En No calles Honduras

La tercera vertiente, esta aglutinada por 7 poemas que podrían ser considerados en un amplio y heterogéneo espacio: una postmodernidad existencial (por ponerle algún nombre). Esta vertiente incluye los poemas:   Versos sueltos, Justicia, No calles Honduras, La ciudad enferma, Tarde del viernes, Luz circular, Sed de futuro. (2) En esta vertiente, ocurre un desdoblamiento, por una parte, en un primer plano, tenemos poemas de civilidad: Justicia, No calles Honduras.  No es una rebeldía pasiva sino de lucha, clama por no claudicar. En un  segundo plano, el poeta asume la voz al viento de un dialogo existencial, casi con un tono confesional. No son poemas triunfantes ni  tampoco derrotistas. Denuncia desde un plano existencial: el espejismo de la modernidad, tema caro al postmodernismo. Y que tanto poeta ha sentido en carne propia.  Uno podría pensar que esta veta del autor casi todo poeta la ha expresado, o que es un tema ya superado. Pero es todo lo contrario, en la vorágine de nuestro tiempo, entre aplausos y cañonazos, entre el «Dios Móvil» y el dios mudo,  estos poemas adquieren vigencia. Porque ellos recogen,  algunas de las dudas fundamentales del hombre moderno al correr ahora de prisa por la autopista virtual de la historia. Estos poemas son los más existenciales, porque el poeta advierte los peligros de la modernidad, las entelequias de la retorica visual. Pero también porque intenta hilvanar unos principios de vida.  Aunque también asoma la sombra del escepticismo y no sin ciertos ecos de letanías. No obstante que el poeta no da soluciones, tampoco es seducido por la postmodernidad. Nos dice  el poeta:

En el plano postmoderno:

«Se fabrican países
Recree el mundo de sus sueños
Dominio incluido
Se aceptan tarjetas.»
En Versos Sueltos

De su país, Honduras, dice:

«Aunque el teatro de la farsa no alumbre este acto
a la velocidad del coraje, el germen se propaga
ya voces, plumas y cinceles, narrando van la historia subterránea
para memoria de los durmientes, foráneos y los que nacerán mañana. »En Justicia

En el plano postmoderno existencial:

«Donde estaré mañana
qué sueños alumbraran mi ventana
qué nuevos surcos en la piel bajo el sol de fuego
quiénes habrán dejado el camino y se habrán ido por el hilo de la noche
seré yo quién soy en este minuto.» En  Sed de futuro



A manera de epilogo: La soledad de las palabras
 
El lenguaje del poeta tiene un tono coloquial directo en solo un poema: Peldaño. En los demás poemas, recurre a palabras sencillas pero siempre da la impresión de estar hablando con uno (el lector).  No busca impresionar, ni demuestra una avidez por las grandes rimas, de hecho los poemas están en versos blancos. Tampoco abundan las metáforas pero si hay imágenes. El poeta se ha despojado de los artificios y los decorados prefabricados y de la vanidad textual. Deja que las palabras en su soledad testimonial  y su libertad poética,  vayan narrando un universo espiritual;  y ese universo íntimo y expresivo, está lleno de riqueza, de significados y de imágenes. Dos lecturas se pueden hacer desde la sencillez de las palabras, porque en algunos de sus poemas se imponen palabras claves, un punteo a vuelo de pájaro: tres, peldaño, escaleras, reloj, Café, boleto, guitarra, papelote, Paisano, cordillera, ayer, ventana, casona, huella, espejismos, pájaros, ciudad, eternidad, luces, sed, polvo, trascendencia, agujero. Pero también los poemas apuntan a un prontuario encubierto de enseñanzas básicas, de tono sapiencial que indican un camino que entre luces y sombras, y que aspira a marcar un peregrinaje hacia un estado de vida esencial: El amor a sus ancestros, (padre, abuela, hija), las evocaciones de la casona, el ciprés de la esquina, la sabiduría de un viejo en el Café de las Letras, la música, la niñez, la esperanza,  la patria,  los compatriotas, los amores juveniles, la solidaridad,  la amistad, la vejez. Todos pequeños destellos que remiten a la señalización de un itinerario de los valores fundamentales del Ser.

¡Soy un niño y a veces lo olvido!  En Papalote azul. 

Si las palabras están solas, estas evocan un puñado de posibilidades: una de ellas es la soledad del poeta. Porque si bien cada una de estas palabras contiene dentro la cepa de la soledad también llevan consigo los gérmenes del universo. En las palabras habitan lo mismo el grito que el silencio. Los poemas de Álvaro Calix, pueden ser engañosos, parecer sencillos, pueden ser mistificados. Y quizá una simple lectura no baste para penetrar en sus interioridades. Son poemas para la meditación sanadora y la reflexión paciente. Convive en esos  poemas una veta didáctica, que viene desde un existencialismo puro, pero fraterno. El poeta intenta acercarse a una especie de espiritualismo. A veces asume el tono de un discípulo místico: un Zaratustra postmoderno más moderado.  Pero no abusa de esta postura. Estos poemas no son poemas rebuscados ni intelectualizados. Son sencillos pero profundos. Si a veces el poeta en algunos de los poemas parece hablar para sí mismo, también habla para nosotros. Decía Machado en uno de los versos de Retrato, «quien habla solo espera hablar a  Dios algún día». Por eso el poeta afirma:

«Voy por mi carril en este mundo, las ventanillas cerradas, escuchando el zumbido de mi monólogo.» En Luz circular

Un monologo que entre claroscuros aspira a volver atrapar una mirada de serena certidumbre, descubrir algún recodo purificado del amor, rescatar alguna vivencia sanadora de la fraternidad. La certeza que ese camino será  acompañado. Quizá que su clamor en el desierto del tiempo no quede como palabras al aire, y que encuentre una respuesta, aunque sea un eco del Otro, El que puso el tiempo en la mente del hombre.  Para no quedarse solamente como una voz entre el lamento y las dunas.  Acaso como él que clama en el desierto, un Jonás o tal vez solo un Jeremías, y entre Jonás y Jeremías, se esconde el mirar  de la poesía: la misión del poeta. No hay ningún premio: solo es una vocación o una necesidad espiritual. Por eso el titulo Poema Vueltos, no son lanzados al aire para que el viento huraño o los mares  tempestuosos se los lleven, o se queden en las entrañas amorfas y sin luz de una ballena; sino que van con el adviento que siembra y recoge cosechas. Por supuesto, es una de sus posibles interpretaciones, y ahí aparece de la esquina el encuentro del otro, porque requiere la complicidad del lector, o del Otro o de lo Otro. En definitiva, Álvaro Cálix ha lanzado su propuesta poética, le toca al lector —según Roland Barthes— desde la lectura y la otredad, enriquecerla.    




Selección de poemas de Álvaro Cálix


Peldaño

¿Y Papá cuándo va a venir?
No, no puede venir, hijo.
¿Y dónde está Papá?
En el cielo, hijito.
¿Podré visitarlo?
Claro, un día podrás.
Abuela, construyamos una escalera…
¿Una escalera?
Sí, para subir al cielo.


Pasos Vueltos

Volví a la ciudad en la que dejé el alma
retorné sin vítores ni alfombras
¿cuántos años hace?
me bajé del bus, sin maleta ni regalos
aunque la estación estaba repleta
nadie me esperaba
volví como los que vuelven a los lugares amados
con pasos furtivos, sin rastro
con dos pares de ojos
la lágrima al punto.
Las ciudades cambian con los años
quién no lo sabe.

Busqué la plaza y sus zorzales
jaleo de noviembre
voces esmirriadas de vendedores
el sentido de las vías cambiadas
siempre al norte el monte alto
como un gigante crecido de la nada
pronto las campanadas de la iglesia
las cinco de la tarde y yo sin rumbo.

La neblina baja a esta hora de la tarde
la gente se pone los abrigos
yo sigo a la intemperie
viendo el atasco y las nuevas torres
grabada en mí llevo esta tierra
y no hay nada en ella que de mí se acuerde.

Camino y camino, hasta que nos da la noche
la ciudad me engulle, me ignora
alcanzo las calles del barrio junto al rio
ya no está el hotelito de siempre
y cortaron el Ciprés de la esquina.

Sin remedio, vuelvo los pasos a la plaza
sigo el vaivén de las luces de los comercios
comienza a calarme el frío
sin prisa, busco la banca propicia
me recuesto y boca arriba veo el cielo
sin estrellas, solo nubes mudándose al Sur
al menos no va a llover esta noche.
Aún conservo en el bolsillo
el boleto de regreso.

¡Justicia!

¿Qué pasa hoy en la Honduras?
¿Por qué tanto eco y jaleo sin brida?
¿Qué son esas mareas humanas; por las calles, esos ríos de vida?
¿Qué efluvio emana del Plantón de la Merced?

Hay sin embargo una cortina de humo, una bruma de abril
¿Por qué algunos quieren tapar el sol con un medio?
pero el parto de la noche trae, inevitable, esta tronazón de mayo
el cielo se revuelve, agua contenida
llanto que quiere y no puede
manos alzadas, como palomas prestas al vuelo, presagian nuevos aires
es cuestión de tiempo.

Si no fuera por el letargo de miles que duermen
o sueñan despiertos con el botín de la tómbola, la oferta del móvil
la previa del clásico de la ciudad, lo último de la farándula…
Bruma, bruma…, más bruma
sopor y opio, silencio cómplice de la muerte
cuerpos domados, prestos a seguir el bastón del amo

Pero un sol nuevo brota de la Merced
desde el crisol de unas carpas, donde laten corazones que dicen: ¡basta!
es un sol diáfano que atrae a muchos
todavía faltan tantos.

Sol que promete disipar los témpanos del hemiciclo
purificar el fétido humor de la traición
y derribar con taconeo y voces al unísono, la fachada del terror
tiemblan maniquíes, alfiles y marionetas
sus amos pueden enfadar.

Si no fuera porque alimentamos al monstruo que nos engulle
porque compramos como oro
su látigo, vendas, letras y vísceras
si no fuera por eso
¡qué nítidas ondearían las voces de libertad!

Aunque el teatro de la farsa no alumbre este acto
a la velocidad del coraje, el germen se propaga
ya voces, plumas y cinceles, narrando van la historia subterránea
para memoria de los durmientes, foráneos y los que nacerán mañana.

Gritemos alto, ¡más alto!
derribemos los muros de los castillos
donde se refugian aquellos que codician la opulencia
esos que de lejos, quizás por el parpadeo de una pantalla
o las líneas de un tabloide
creen de esta lucha, las tretas de amo y lacayo.

Y entonces
más voces, más latidos, llevarán al cénit este sol de la Merced
y se levantarán los puños –no los de la muerte- puños de libertad
para abrirse, luego, generosos, y enlazarse con la mano hermana.
¡Justicia, justicia, Justicia!
he ahí, el irreverente canto que crispa a los guardianes del horror
¡Justicia, Justicia, Justicia!
gritan miles, espoleados por el cinismo de los hombres del poder
¡Justicia, Justicia, Justicia!
es el gemido que clama nuevos aires de libertad.

La casona

Desde el balcón, la tarde es larga
hondea el verde-azul del tiempo
se fueron las palomas del quiosco
desierto se mira el patio
a dónde se fueron las cabriolas de los niños
a dónde los pasos firmes de su padre.

Solo queda
de aquellos años, un par de ancianos
y el trazo de las palmeras
el tejado de antaño
el cercado de piedra
y el eco del piano.

La soledad entra por las ventanas
rechinan las puertas con pereza
millar de recuerdos posados en los muebles
en las grises cortinas
en el retrato de los Señores
y sus ojos de lejano brillo.

Se dibuja el tiempo en aquella casa
en las paredes mustias
y sus delgadas grietas
en las altas telarañas
en la hiedra desbocada.

Aún la sonrisa de los abuelos
al ver juntos el horizonte
alistándose para el vuelo
entre retoños y nuevas flores
que pronto los verán partir.


Paisano

Mi catracho paisano
es tan callado como el rugir del silencio
tiene la pena grande
y tiñe su piel de blanco.

Lleva la felicidad desmayada
en la queja de la frente al sol
viste atuendos sin pasado, lo mira el jaguar con llanto.

Construye laberintos de dolor
huye en ríos ebrios de profundas aguas
ya se va tiritando la crisis del frío.

Yo le sigo cantando sereno
a esta tierra de soles y lagunas.


Polvo cósmico

Tras la escotilla contemplo la sinfonía azul
me sacude el vértigo de todos los tiempos
sé que luego viene el desdén
esa palidez que recubre el lente de mis ojos
y otra vez vuelvo a dudar de mi nombre.
Soy náufrago en este océano de memorias
sinfín de recuerdos no vividos
la magia del hidrocampo en su fragor.
¡Mi odisea!
tan diminuto y solo en este arcón intergaláctico
perplejo ante la rosa cósmica
¡Solo somos polvo en el viento!
escombros que se lleva la gran marea.

Desde hace tantas noches
mi especie vaga al garete, tumultuosa por el universo
¿Cuándo la hora de atracar en algún planeta azul?
Mi memoria data de los siglos de dos dígitos
nebulosa en espiral es la trama de mi mente
cuerpos que van y vienen
hibernar y despertar
pero siempre el mismo cerebro maestro
intacto
y aun así
no dejo de pensar en los días de litoral
aquellos días que mis ancestros vivieron en plenitud.

Yo, en cambio, hijo de la hibridez de los tiempos
y de las materias
¿Hasta dónde artefacto, hasta dónde humano?
¿Será vida este cautiverio?
huir, huir sin más rumbo que alejarnos del origen
de guerras profanas que con su lengua de fuego
devoran galaxia tras galaxia
un sino que deviene en ruinosa rutina
¿Por qué no morir un buen día en esta nave?
como antaño murieron tantos otros
¿Por qué esta agonía de rasgar la inmortalidad?
Dudo, no lo niego
de esta misión de llevar a tierra firme la vida…
Bah… esta semilla al germinar no hará, supongo
otra cosa que continuar el bélico trazo
¿Vale la pena esta impronta?
¿Por qué no mejor ser el sepulturero?
romper el cristal de la burbuja.

Si pudiera ver más allá de esta farsa
ver de frente a los titiriteros
si al menos pudiera…
pero solo soy un condenado
navegante asceta
sin el control de las cartas
solo soy un condenado
a ver jamás las flores ni el deshoje de los árboles
ni el brillo de las espigas en el crepúsculo.

Torturado por la esquirla de recuerdos que no fueron míos
solo quiero cerrar los ojos esta noche
he vivido tantas centurias
y la mitad de mi vida se reduce a esta mirada al vacío
a ver de lejos astros que lanzan fugaces su fulgor
a treparme siempre en la cresta de ola que me extraña de la prehistoria.
Cuántas entelequias he visto asomar en el umbral
y acabar todas, absolutamente todas
en el baúl de los garabatos.

Se confinan mis horas en este oficio de cuidador
de albacea de este germen de vida aséptico
hálito inerte dentro de cápsulas frías
si al menos pudiera quitarme las vendas
extasiarme con la luz del gran sol
doblegar los secretos del tiempo
juguetear en las cuerdas del universo
escapar de esta prisión sin cerrojo
y ver de frente a los titiriteros.

Otra vez olvido mi nombre
sin rumbo en el mosaico que no encaja
¿Seré un arquetipo de los sueños de Bradbury?
al menos espero no ser uno de esos especímenes sin atributo
aquellos avatares creados en la cuarta naturaleza
esa que teje la vida a fuerza de algoritmos
y falsos destellos de sol.

Trascendencia

Los segundos nos consumen sin pausa
lentamente, pero sin pausa
nos volvemos pretérito
cenizas que dispersa el viento
dagas de polvo que apuntan al vacío.

De nosotros en unos años
¿diez, cien, mil?
apenas quedará rastro
quizás alguna placa
oxidada en un rincón
un pliegue minúsculo en la memoria del universo
entonces por qué los afanes de hoy
la prisa por tocar la curva del horizonte.

Solo nos queda la liquidez del día
esa marca roja que vemos en el calendario
nada más…
el resto es salto al vacío
fuego fatuo que se apaga con el suspiro
nuestra obra, si vale la pena
será antorcha
permanecerá por un tiempo
y será nuestro tributo a este mundo breve
y servirá a los que quedan y a los que vienen
pero nada nos llevamos en la hora de los adioses

En esta tierra
condenados somos a anclar nuestro peso en la nada
a mirar con desdén épocas que van y vienen
en el carrusel que nos arroja al abismo
tan pronto como nuestro tiempo expira
y se borran nuestras huellas de la arena de los siglos.
Algunos miran atrás
para ver las sombras y los espejos
pero pronto voltean y siguen su rueda.

Nos volvemos ayer
flor que concedió su día
amago de transcendencia
que no da para más
no al menos para esta carne y estos huesos
solo nos queda el carpe diem
he ahí, en verdad, a puerta del futuro
que nuestros ojos sean espejos de este día
pues la hora siguiente es siempre ilusión
la semilla del porvenir se fecunda en el ahora
de la faena del alba brota el mañana y su siega

Qué nos queda sino pararnos en la hebra del instante
franquear los abismos donde se precipita el ánimo
aprender a ser ríos
a veces calmos a veces raudos
 siempre en pos del mar
caminar hacia el horizonte sin la agonía de apresarlo
huir de la suerte del Sísifo
sentarnos a ver el crepúsculo tras la jornada
ver las estrellas y dormir sin grilletes
alzar vuelo hacia los confines
despertar quizás con el sol del nuevo día
el viento soplando en nuestra cara
sonreír ante el espejo del riachuelo
y así habremos cruzado sin tormento
la frontera entre día y día
más prestos a volar que a hundirnos en el fango.

Mientras no nos mudemos a la segunda piel
piel de luz y sombra infinita
los segundos nos consumirán sin pausa
piel, carne, huesos
polvo cósmico que volverá a fragmentarse
solo queda, después de todo, esta alma viajera.

Luz circular

He visto tantas luces chinas, tantos danzadores, cientos de fuegos encendidos, propagados en un soplo, tornados en humo antes del cenit; tantas máscaras y mil artilugios. Cómo creer entonces en voz y palabra… relato y libreto. Voy por mi carril en este mundo, las ventanillas cerradas, escuchando el zumbido de mi monólogo. Soy partícula de la duda, solo la inercia me hace andar de punto a punto, sin más rumbo que el de una saeta condenada al vuelo circular. Sin embargo, horada mis oídos un eco discontinuo, una tonada que no alcanzo a descifrar, y pienso que ese puñado de notas graves, de música encriptada, de violines extraviados, me dice al oído que si desisto del herraje, ora del prejuicio o de la vacilación infinita…, quizás entonces, quizás, se apague este sol de dudas, y me jalonee aquel halito que una vez, siendo niño, al pie de una colina de pinos, junto a un arroyo de aguas zarcas, me hizo volar por los aires, por los cielos, hasta tocar el filo del techo quebradizo de una noche de estrellas.

Créditos

Notas bibliográficas
1. Tres poemas inéditos de Álvaro Cálix. Hacia una cosmografía existencial. Post Plaza de las palabras
2. En esta vertiente existencial también podrían caber perfectamente los poemas analizados en una cosmografía existencial.

Textos de los poemas

Texto de los Poemas Vueltos, Quito, Ecuador, ©Satyagraha Editores, Primera Edición, Quito, Ecuador, 2020

Enlaces

Tres poemas inéditos de Álvaro Cálix. Hacia una cosmografía existencial. Post Plaza de las palabras

Tres poemas inéditos de Álvaro Calix. La intangibilidad del tiempo y el peso concreto de la ciudad moderna. Post Plaza de las palabras.


De ciudades y calles. Poemas y textos de 23 escritores hondureños. 1y 2/4. Post plaza de las palabras.

Ilustraciones

Portada del libro, oleo sobre lienzo por Laura Isabel Cálix Vindel
Álvaro Cálix, foto, Google Imagen