Maria Eugenia Ramos (Escritora y poeta hondureña)



Entrevista de Letras Libres: 20 preguntas a María Eugenia Ramos


Noviembre 15, 2011


1. ¿Escribir sobre lo público o lo privado?
Siempre hay una mezcla entre lo privado y lo público. Cuando escribimos de un asunto público mezclamos elementos de la vida privada, ya sea nuestra o de los demás, y cuando se escribe sobre la intimidad siempre hay un contexto público detrás.

2. ¿Escribir de día o de noche?
Mi ideal sería escribir de día, pero ahora depende de las condiciones.

3. ¿Cuál es la obra literaria más sobrevalorada?
En general se sobrevaloran aquellas que se escriben como sobre una plantilla, apelando a los ingredientes que “venden más”, como el sentimentalismo, que es distinto al sentimiento y a la sensibilidad.

4. ¿Y la injustificadamente olvidada?
Entre las muchas obras que merecerían reeditarse está la del escritor ruso Vladimir Korolenko.

5. ¿La obra maestra que nunca ha leído y quizá ha dicho que sí?
Hay muchas obras maestras que no he leído, lo confieso con culpa. Recuerdo Ulises, de James Joyce. Tenía que leerla y escribir un ensayo sobre ella, y le dije al profesor que ya lo había hecho, pero no era cierto. Nunca pude terminarla.

6. ¿Cuál es el secreto literario mejor guardado?
¡En América Latina somos 25!, según la FIL. Pero sin duda hay muchos más esperando ser descubiertos.

7.¿Hace daño el culto al escritor?
Hace mucho daño el culto a la personalidad, cualquiera que sea. Desde luego que es más dañino el culto a la personalidad de un político.

8. ¿Cómo reaccionaría si descubriera miles de copias piratas de sus libros en el mercado negro?
No creo que eso pase, pero si fuera el caso, buscaría los recursos legales necesarios. “Clonar” un libro para una clase porque no se puede comprar es entendible y muchas veces necesario, pero hacer copias para negocio es una barbaridad.

9. ¿El Estado debe pagar para que los escritores escriban?
Las becas y estímulos son necesarios, siempre y cuando no se concedan por motivos políticos o de compadrazgo, sino por méritos.

10. ¿La “escritura creativa” puede aprenderse en un taller?
Pueden aprenderse las herramientas, pero el talento no se puede aprender.

11. ¿Qué es un best-seller?
Un producto de consumo con excelente mercadeo, no necesariamente una buena obra.

12. ¿Qué hábito envidia de otro escritor?
La disciplina, porque yo no la tengo.

13. ¿Qué eslogan propondría para una campaña nacional de lectura?
La frase ha sido muy utilizada, pero me gusta: “Apaga el televisor y enciende tu cerebro”.

14. ¿Si fuera libro cuál sería?
Me gustaría ser Las mil y una noches, en una edición muy bien cuidada y con hermosas ilustraciones. Pero me conformaría con ser un libro más pequeño, siempre en una edición muy buena.

15. ¿Cuál fue el primer libro que robó o debió haber robado?
En mi adolescencia, mi padre era editorialista en un diario, y yo acostumbraba llegar a su oficina después del colegio. Mientras lo esperaba para irnos a casa leía cualquiera de los libros que tenía esparcidos sobre el escritorio. Una vez comencé a leer uno que si mal no recuerdo era una novela, donde aparecía la descripción de unas torturas cometidas por los nazis, incluyendo el uso de perros para violar prisioneras. No se me ocurrió llevármelo y lo dejé para retomar la lectura otro día; pero cuando regresé, mi padre lo había escondido. Es el único libro que no me dejó leer, y siempre me he preguntado qué libro sería, porque no puedo recordar el nombre, así que a lo mejor debí habérmelo robado.

16. ¿Raya los libros?
Sí, a veces, para destacar una frase que me gusta mucho. Pero si es una edición muy cuidada, en buenos materiales y con buen diseño, no lo hago.

17. ¿Con qué cliché literario se (le) identifica?
Si construir una realidad propia es un cliché, entonces con ese me identifico.

18. Si estuviera en su poder ser obedecido como gobernante, ¿qué regla le impondría a los ciudadanos?
No son los gobernantes quienes deben ser obedecidos, sino las leyes, especialmente cuando son justas. Pero una regla que ojalá toda la ciudadanía aprobara sería hacernos responsables por nuestros niños, los animales y la naturaleza.

19. ¿Qué muerte célebre, de algún personaje real o de ficción, le gustaría tener?
Sé cuál no me gustaría tener, la de Don Quijote, porque murió de tristeza, convencido de que sus hazañas habían sido locuras. Es decir, murió de haberse doblegado ante el convencionalismo.

20. Si este es su último aliento, ¿cuáles son sus últimas palabras?
“¡Pero si vengo empezando...!”
.........
María Eugenia Ramos (Honduras, 1959)
Estudió periodismo y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde labora actualmente. Ha trabajado como editora en organismos no gubernamentales, internacionales y en programas educativos alternativos. Participó en el Festival Internacional de Poesía de Medellín y el encuentro "América Latina, Tierra de Libros", auspiciado por el Instituto Italo-Latino Americano con sede en Roma. Su obra ha sido incluida en diversas antologías de literatura hondureña y centroamericana.
Libros publicados: Porque ningún sol es el último (Ediciones Paradiso, 1989), La visión de país en Clementina Suárez y Alfonso Guillén Zelaya (co-autora) (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2002), Los contenidos informativos en la radio y la televisión de Honduras: una aproximación (Comité por la Libre Expresión, 2006), Una cierta nostalgia, (Editorial Guardabarranco, 2000, Editorial Iberoamericana, 2010).
* * *

Metalenguaje

Metalenguaje y otros libros que no has escrito

Publicado el 16 noviembre, 2012 por danieltubau



Por Daniel Tubau


Lector, no debe sorprenderte que yo sepa, sin saber quién eres, que no has escrito . No es difícil adivinarlo, ya que muy pocas personas han escrito ese libro. Una de las personas que sí lo ha hecho es Sineb Sahine y no creo que, casualmente, tú seas Sahine.
Metalenguaje es un libro que me interesó en cuanto lo vi en La fugitiva, la librería en la que suelo desayunar y escribir, porque descubrí que en él aparecían muchos libros de esta biblioteca ideal. En el prólogo la autora dice que pensó titular su libro Metaficción o incluso Metatextos, pero que prefirió Metalenguaje porque abarca recursos narrativos que escapan a los otros títulos. Sin embargo, admite que puede inducir a cierta confusión con el llamado metalenguaje lógico, que sirve para referirse con precisión al lenguaje objeto.




Un ejemplo de la diferencia entre lenguaje objeto y metalenguaje es la diferencia entre dos frases como:
Eva tiene tres hermanos.
Eva tiene tres letras.
En la segunda frase, el nombre Eva no está siendo usado como en la primera frase, sino que está siendo mencionado. La distinción entre uso y mención queda clara si usamos una herramienta de metalenguaje tan sencilla como las comillas y escribimos:
“Eva” tiene tres letras.
Una vez aclarada la posible confusión, Sahine se sumerge en el mundo del metalenguaje en la literatura a lo largo de más de cuatrocientas densas y amenas páginas. El primer capítulo comienza con la que muchos consideran como la primera novela moderna, Don Quijote de la Mancha, algo que podemos poner en duda recordando el Genji monogatari japonés.








Romance de Genji, de Murasaki Shikibu, extraordinaria obra que puede disputar al Quijote el título de primera novela moderna, puesto que fue escrita hacia el año 1100.

Tampoco es el Quijote el primer ejemplo de metaficción, como nos recuerda Sahine, no sólo por precedentes como los poemas de Cátulo, sino también porque ya en la Divina Comedia de Dante el propio autor es el protagonista del viaje al Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Sahine dedica uno de los más hermosos capítulos a la Divina Comedia y recurre a muy atinadas citas de los Nueve ensayos dantescos o de Siete noches, ambos de ese gran lector del Dante que fue Borges.





Dos autores en el infierno: Dante y Virgilio 



Dos autores en el Infierno: Dante y Virgilio
Una de esas citas deja claro algo que el narratólogo Gérard Genette parece olvidar cuando asegura que la intromisión del autor en su propia obra es un artificio más bien moderno:

“La idea de un texto capaz de múltiples lecturas es característica de la Edad Media, esa Edad Media tan calumniada y compleja que nos ha dado la arquitectura gótica, las sagas de Islandia y la filosofía escolástica en la que todo está discutido.”



Canterbury de Chaucer 



Tiene razón Borges, y para darse cuenta de ello, basta con  recordar el Libro del buen amor de Juan Ruíz Arcipreste de Hita, La celestina de Fernando de Rojas, el Tratado de amores de Arnalte y Lucenda, donde el propio Diego de San Pedro es el confidente del despechado Arnalte; o a Boccaccio, que es sin duda el personaje que más se repite en sus obras, o los Cuentos de Canterbury de Chaucer.




Un excelente ejemplo de metalenguaje y construcción en abismo (myse-en-abyme) medieval. En una de las vidriedras de la catedral de Chartres se puede ver al creador de la vidriedra entregando la vidriera en la que él mismo aparece. (Tomado de Medieval ‘mise-en-abyme’: the object depicted within itself, por
Stuart Whatling)







Un excelente ejemplo de metalenguaje y construcción en abismo (myse-en-abyme) medieval. En una de las vidriedras de la catedral de Chartres se puede ver al creador de la vidriedra entregando la vidriera en la que él mismo aparece. (Tomado de Medieval ‘mise-en-abyme’: the object depicted within itself, por
Stuart Whatling)






La Celestina




La enumeración de recursos de metaficción en la literatura medieval y en el Renacimiento ocupa varias páginas de los índices analíticos del libro de Sahine, que son muy útiles, no sólo porque los libros aparecen ordenados por fechas, sino también por autores y por títulos.
Me detendré aquí en uno de los libros en los que el mecanismo de la metaficción resulta más asombroso, El retrato de la lozana andaluza, de Francisco Delicado, del que se habla mucho pero que se lee poco, quizá porque la mayoría de la gente piensa que es sólo una película de Vicente Escrivá de la época del destape.
 La lozana andaluza fue escrita en 1524. Aldonza, la protagonista, es una cordobesa “compatriota de Séneca, y no menos en su inteligencia y resaber”, que ha llegado a Roma y se dedica a la prostitución “para ser siempre libre y no sujeta a ninguno”. Allí conoce a Rampín, un muchacho listo y gran amante que se convierte en su chulo, y con el que acabará retirándose a Lipari, adoptando el nuevo nombre de Vellida.











El libro no se divide en capítulos, sino en mamotretos “porque en semejante obra mejor conviene”, dice Delicado, seguramente porque en la rica etimología de esa palabra se encuentra una clave o contraclave que hay que descifrar, otra de las aficiones heredadas de la Edad Media. Después de seguir las divertidas, ingeniosas y casi pornográficas andanzas de Aldonza y Rampín, en el mamotreto XVII leemos:
“Información que interpone el Autor para que se entienda lo que adelante ha de seguir… AUCTOR: «El que siembra alguna virtud coge fama; quien dize la verdad cobra odio.» Por eso notad: estando escribiendo el pasado capítulo, del dolor del pie dexé este cuaderno sobre la tabla, y entró Rampín y dixo: «¿Qué testamento es éste?»
El testamento es el mismo libro de La lozana andaluza, en el que aparece Rampín, quien llega a la casa del autor y empieza a hacerle preguntas acerca del libro del que ambos son personajes. En otro mamotreto, el autor llegará a conocer a la Lozana, que le propone tener un hijo suyo.




Ahora bien, no está claro que los ejemplos deLa lozana andaluza pertenezcan al mismo tipo de metalenguaje en el que la historia se mete dentro de la historia, como cuando el guionista Charlie Kauffman escribió el guión de una película llamada Adaptation (El ladrón de orquídeas), en la que el guionista Charlie Kaufman tiene que escribir el guión de una película llamada Adaptation, pero se bloquea y se mete a sí mismo en la película que…
No está claro que sea el mismo tipo de metaficción, porque podríamos pensar al leerLa lozana andaluza que lo que sucede es que Francisco Delicado conoció de verdad a la Lozana y a Rampín (aunque tuvieran otros nombres) y que decidió escribir la historia de su vida, historia en la que él es parte de la misma. Si así fuera, la Lozana andaluza, como dice Louis Imperiale, sería también innovadora, pues se trataría de la primera novela española que emplearía el desorden cronológico del texto:
“El autor-narrador salta, de un polo a otro de la historia, sin previo aviso, exactamente como ocurre en muchas ficciones recientes (Joyce, Faulkner, Robbe-Grillet, Cortázar…).


                                                           La lozana y otros personajes 

La Lozana y otros personajes
En cualquier caso, la novela de Delicado esconde otros placeres metatextuales, que se añaden a la lectura del propio texto, como un pequeño juego de ingenio que he descubierto y que tiene que ver con la distinción de la que hablé al principio de este artículo entre uso y mención de las palabras:
“AUCTOR: Quisiera saber escribir un par de ronquidos, a los cuales despertó él y, queriéndola besar, despertó ella, y dixo: LOÇANA: ¡Ay, señor! ¿Es de día?”
Tal vez en una próxima ocasión vuelvan a aparecer entre los apretados estantes de esta biblioteca imposible el libro de Francisco Delicado y el de Sineb Sahine.

 *********
[Publiqué la primera versión de este artículo por primera vez en 2010 en Divertinajes]
Fuente. Una de las personas que sí lo ha hecho es Sineb Sahine y no creo que, casualmente, tú seas Sahine.
Metalenguaje es un libro que me interesó en cuanto lo vi en La fugitiva, la librería en la que suelo desayunar y escribir, porque descubrí que en él aparecían muchos libros de esta biblioteca ideal. En el prólogo la autora dice que pensó titular su libro Metaficción o incluso Metatextos, pero que prefirió Metalenguaje porque abarca recursos narrativos que escapan a los otros títulos. Sin embargo, admite que puede inducir a cierta confusión con el llamado metalenguaje lógico, que sirve para referirse con precisión al lenguaje objeto.


Un ejemplo de la diferencia entre lenguaje objeto y metalenguaje es la diferencia entre dos frases como:
Eva tiene tres hermanos.
Eva tiene tres letras.
En la segunda frase, el nombre Eva no está siendo usado como en la primera frase, sino que está siendo mencionado. La distinción entre uso y mención queda clara si usamos una herramienta de metalenguaje tan sencilla como las comillas y escribimos:
“Eva” tiene tres letras.
Una vez aclarada la posible confusión, Sahine se sumerge en el mundo del metalenguaje en la literatura a lo largo de más de cuatrocientas densas y amenas páginas. El primer capítulo comienza con la que muchos consideran como la primera novela moderna, Don Quijote de la Mancha, algo que podemos poner en duda recordando el Genji monogatari japonés.

Romance de Genji, de Murasaki Shikibu, extraordinaria obra que puede disputar al Quijote el título de primera novela moderna, puesto que fue escrita hacia el año 1100.

Tampoco es el Quijote el primer ejemplo de metaficción, como nos recuerda Sahine, no sólo por precedentes como los poemas de Cátulo, sino también porque ya en la Divina Comedia de Dante el propio autor es el protagonista del viaje al Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Sahine dedica uno de los más hermosos capítulos a la Divina Comedia y recurre a muy atinadas citas de los Nueve ensayos dantescos o de Siete noches, ambos de ese gran lector del Dante que fue Borges.

Dos autores en el Infierno: Dante y Virgilio
Una de esas citas deja claro algo que el narratólogo Gérard Genette parece olvidar cuando asegura que la intromisión del autor en su propia obra es un artificio más bien moderno:

“La idea de un texto capaz de múltiples lecturas es característica de la Edad Media, esa Edad Media tan calumniada y compleja que nos ha dado la arquitectura gótica, las sagas de Islandia y la filosofía escolástica en la que todo está discutido.”
Tiene razón Borges, y para darse cuenta de ello, basta con  recordar el Libro del buen amor de Juan Ruíz Arcipreste de Hita, La celestina de Fernando de Rojas, el Tratado de amores de Arnalte y Lucenda, donde el propio Diego de San Pedro es el confidente del despechado Arnalte; o a Boccaccio, que es sin duda el personaje que más se repite en sus obras, o los Cuentos de Canterbury de Chaucer.

Un excelente ejemplo de metalenguaje y construcción en abismo (myse-en-abyme) medieval. En una de las vidriedras de la catedral de Chartres se puede ver al creador de la vidriedra entregando la vidriera en la que él mismo aparece. (Tomado de Medieval ‘mise-en-abyme’: the object depicted within itself, por
Stuart Whatling)

La Celestina
La enumeración de recursos de metaficción en la literatura medieval y en el Renacimiento ocupa varias páginas de los índices analíticos del libro de Sahine, que son muy útiles, no sólo porque los libros aparecen ordenados por fechas, sino también por autores y por títulos.
Me detendré aquí en uno de los libros en los que el mecanismo de la metaficción resulta más asombroso, El retrato de la lozana andaluza, de Francisco Delicado, del que se habla mucho pero que se lee poco, quizá porque la mayoría de la gente piensa que es sólo una película de Vicente Escrivá de la época del destape.
 La lozana andaluza fue escrita en 1524. Aldonza, la protagonista, es una cordobesa “compatriota de Séneca, y no menos en su inteligencia y resaber”, que ha llegado a Roma y se dedica a la prostitución “para ser siempre libre y no sujeta a ninguno”. Allí conoce a Rampín, un muchacho listo y gran amante que se convierte en su chulo, y con el que acabará retirándose a Lipari, adoptando el nuevo nombre de Vellida.

El libro no se divide en capítulos, sino en mamotretos “porque en semejante obra mejor conviene”, dice Delicado, seguramente porque en la rica etimología de esa palabra se encuentra una clave o contraclave que hay que descifrar, otra de las aficiones heredadas de la Edad Media. Después de seguir las divertidas, ingeniosas y casi pornográficas andanzas de Aldonza y Rampín, en el mamotreto XVII leemos:
“Información que interpone el Autor para que se entienda lo que adelante ha de seguir… AUCTOR: «El que siembra alguna virtud coge fama; quien dize la verdad cobra odio.» Por eso notad: estando escribiendo el pasado capítulo, del dolor del pie dexé este cuaderno sobre la tabla, y entró Rampín y dixo: «¿Qué testamento es éste?»
El testamento es el mismo libro de La lozana andaluza, en el que aparece Rampín, quien llega a la casa del autor y empieza a hacerle preguntas acerca del libro del que ambos son personajes. En otro mamotreto, el autor llegará a conocer a la Lozana, que le propone tener un hijo suyo.
Ahora bien, no está claro que los ejemplos deLa lozana andaluza pertenezcan al mismo tipo de metalenguaje en el que la historia se mete dentro de la historia, como cuando el guionista Charlie Kauffman escribió el guión de una película llamada Adaptation (El ladrón de orquídeas), en la que el guionista Charlie Kaufman tiene que escribir el guión de una película llamada Adaptation, pero se bloquea y se mete a sí mismo en la película que…
No está claro que sea el mismo tipo de metaficción, porque podríamos pensar al leerLa lozana andaluza que lo que sucede es que Francisco Delicado conoció de verdad a la Lozana y a Rampín (aunque tuvieran otros nombres) y que decidió escribir la historia de su vida, historia en la que él es parte de la misma. Si así fuera, la Lozana andaluza, como dice Louis Imperiale, sería también innovadora, pues se trataría de la primera novela española que emplearía el desorden cronológico del texto:
“El autor-narrador salta, de un polo a otro de la historia, sin previo aviso, exactamente como ocurre en muchas ficciones recientes (Joyce, Faulkner, Robbe-Grillet, Cortázar…).

La Lozana y otros personajes
En cualquier caso, la novela de Delicado esconde otros placeres metatextuales, que se añaden a la lectura del propio texto, como un pequeño juego de ingenio que he descubierto y que tiene que ver con la distinción de la que hablé al principio de este artículo entre uso y mención de las palabras:
“AUCTOR: Quisiera saber escribir un par de ronquidos, a los cuales despertó él y, queriéndola besar, despertó ella, y dixo: LOÇANA: ¡Ay, señor! ¿Es de día?”
Tal vez en una próxima ocasión vuelvan a aparecer entre los apretados estantes de esta biblioteca imposible el libro de Francisco Delicado y el de Sineb Sahine.

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[Publiqué la primera versión de este artículo por primera vez en 2010 en Divertinajes]


Fuente:http://wordpress.danieltubau.com/daniel-tubau/

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