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Critica y reseña: Letras e identidades secretas, por BERNARDO MONROY




Desde 2002, con el estreno de Spider-man de Sam Riami, los cómics de superhéroes han gozado de una popularidad magnífica. Gracias al papel de Marvel como productora y a las adaptaciones de directores como Zack Snyder o Christopher Nolan; personajes como Iron Man, Hulk y toda la camada de luchadores enmascarados generan millones de dólares. Los cómics se encuentran en una etapa de renacimiento en México como nunca antes se había visto, pues ahora los lectores adultos se reconocen fans, y no se andan escondiendo cuando algún familiar les dice “¿Lees cuentitos? ¡Pero si son para niños!”
En su artículo “The return of super story”, el editor y escritor de cuentos de ciencia ficción canadiense Claude Lalumiere señala que después de décadas de que los superhéroes se convirtieran en sinónimo de historietas, quedaron relegados por los círculos literarios, pero desde la década de los 1980’s, poco a poco fueron recuperando su lugar en las letras, al momento que no se alejaban de las viñetas, sino que más bien, se complementaban. Actualmente, cuentos traducidos al castellano como “El hogar pentecostal para niños voladores” aparecido en la antología 25 minutos en el futuro editada por Almadía o la novela Bajo la máscara de Bernardo Fernández, BEF, próxima a publicarse, demuestran que los cómics y las letras se encuentran en buena mancuerna.
Guionistas de cómics como Neil Gaiman, Frank Miller, Alan Moore o Grant Morrison han demostrado en muchas ocasiones que efectivamente, los cómics pueden tener historias maduras y calidad literaria… y por cierto, la literatura es el origen de muchos personajes de cómics.
De acuerdo con los ensayos de Lalumiere, aunque el concepto de superhumano (mas no superhéroe o superhombre, que no es lo mismo) se cristalizó en las historietas con la primera aparición de Superman en 1938, elementos como tener una identidad secreta, o el que un ser humano alcance habilidades por encima del promedio, tiene sus raíces desde el siglo XIX o principios del XX, con novelas como La pimpinela escarlata o las historias de Edgar Rice Burroughs sobre Tarzán y John Carter.
Sin embargo, no podemos olvidar a los dos arquetipos por excelencia de los cómics y sus raíces literarias: Batman y Superman.

Don Diego de la Vega vs. Bruce Wayne

De día, es un millonario superficial. De noche, es un protector de los desvalidos. Viste de negro, monta un veloz ser negro y una cueva bajo su mansión es su escondite principal. Su sirviente le es completamente leal y le ayuda en sus hazañas. Entre sus archienemigos, destaca un megalómano sádico.
No. No es Batman: estoy hablando de Don Diego de la Vega, mejor conocido como El Zorro, quien después de Pimpinela Escarlata, personaje creado por la Baronesa de Orczy, estableció el arquetipo que después conoceríamos como Batman o Iron Man.
La primera aparición de El Zorro fue en 1919, en la revista All Story Weekly en la novelaThe curse of Capistrano, de Johnston McCulley, y nos cuenta todo lo que después quedaría plasmado en Batman, cuando Bill Finger desarrollaría el guión de “El caso del sindicato químico”, su primera aventura.
Johnston McCulley, el creador de El Zorro, se ganaba la vida como periodista cubriendo la fuente de la nota roja y posteriormente las relaciones públicas del ejército de Estados Unidos. Es más que evidente que así obtuvo inspiración de sobra para la creación del alter ego del personaje de Don Diego de la Vega. Junto con Pimpinela Escarlata, El Zorro es el primer vigilante enmascarado que actúa por encima de la ley y es perseguido por un oficial rencoroso que se convertiría en su principal rival: Rafael Montero.
McCulley fue el creador de otro personaje literario que fue rápidamente eclipsado por El Zorro, y fue Black Star, un genio criminal que es la antítesis de su héroe más famoso y también sirvió para que muchos escritores de cómics tomaran ideas para crear diferentes supervillanos.
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Hugo Danner vs Clark Kent

Corría el año 1930 en Estados Unidos. Las novelas y cuentos de aventuras se encontraban en su mejor momento, pues la gente necesitaba de la evasión, de la fantasía y de soñar despierta, pues apenas hacía un año que el Crack de Wall Street estaba despedazando la economía. Fue entonces cuando al escritor de ciencia ficción Philip Wylie se le ocurrió una genial idea que años después los judíos Jerry Siegel y Joe Shuster desarrollarían para convertirla en uno de los íconos pop más importantes jamás concebidos y sin duda, el superhéroe por excelencia.
Wylie publicó ese año Gladiator, quizá la historia de superhumanos más sólida concebida hasta ese entonces. En ella, ya se encuentran los temas que hoy en día resultan familiares a cualquier lector de las editoriales Marvel o DC: un científico que financia una investigación para que un ser humano alcance la perfección física, la necesidad de justicia y los superpoderes que deben ocultarse a toda costa. Gladiator posee mucho de Spiderman, pues la motivación del personaje es saber usar su poder con responsabilidad, pero sobre todo, las similitudes con Superman son más que una.
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La novela de Wylie comienza con el científico Abednego Danner,  quien vive en un pequeño pueblo rural (sí: igual que Clark Kent en Smallville) está obsesionado por que los seres vivos seamos más fuertes y capaces desde el nacimiento. El pobre hombre está casado con una mujer extremadamente conservadora y religiosa, que no lo apoya moralmente en sus investigaciones, por lo que experimenta cuando ella está embarazada y no se da cuenta. Cuando nace su hijo Hugo Danner, posee habilidades similares a los de un saltamontes: puede saltar edificios sin ningún esfuerzo y una resistencia sobre humana literalmente, a prueba de balas (cambiemos “saltamontes” por “araña” y encontraremos más inspiración de Stan Lee para crear a Spiderman). En un principio, Hugo usará sus poderes para divertirse, pero Abednego le enseñará a aprovechar su potencial para luchar contra el crimen y por supuesto, a ocultarlos a toda costa, porque la gente normal sin duda le temerá. Danner irá luchando paulatinamente contra el crimen, lo que engloba desde rateros que husmean en los callejones hasta políticos corruptos.
Influencias para los dos superhéroes más importantes, sin duda. Lo cierto es que entre los millones de Bruce Wayne en Ciudad Gótica y Don Diego de la Vega en la Nueva California, y entre la invulnerabilidad de Clark y Hugo, queda clarísima la tesis de Umberto Eco, quien dice que los superhéroes, ya sean vigilantes nocturnos o superhombres, son la mitificación en la sociedad de masas.
Publicado en
Zona Franca
Fuente Zona literatura  http://zonaliteratura.com/
 http://zonaliteratura.com/index.php/2014/06/08/letras-e-identidades-secretas-por-bernardo-monroy/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+ZonaLiteratura+%28Zona+Literatura%29

Critica y reseña: P.B.SHELLEY (Poeta romantico ingles) -Defensa de la Poesía


DEFENSA DE LA POESIA
"Considerando según ciertos sistemas estas dos clases de actividad mental que se llaman razón e imaginación, la primera debe definirse como el espíritu que contempla las relaciones que existen entre un pensamiento y otro, se produzcan como quiera que sea, yla segunda como el espíritu que obra sobre los pehsamientos para colorearlos con su propia luz, y que compone con ellos, tomándolos a modo de elementos, oros pensamientos, cad uno de los cuales contiene en sí mismo el principio de su propia integridad"

"Razón es la enumeración de cantidades ya conocidas:imaginación es la percepción del valor de aquellascantidades, tanto separadamente como en conjunto. La razón concierne a las diferencias y la imaginación a lassemejanzas de las cosas. La razón es a la imaginación lo que el instrumento al agente, lo que el cuerpo al espíritu, lo que la sombra a la sustancia.

"La poesía, en sentido general, puede definirse como la expresión de la imaginación y la poesía es congénita con el espíritu del hombre:"
Fuente:http://amaabaria.over-blog.com/article-p-b-shelley--defensa-de-la-poesia-44487046.html

    Critica y reseña: Alice Munro (Premio Nobel)

    in e-booksLiterature | October 10th, 2013 23 Comments
    Calling her a “master of the contemporary short story,” the Swedish Academy awarded 82-year-old Alice Munro the Nobel Prize in Literaturetoday. It is well-deserved, and hard-earned (and comes not long after she announced her retirement from fiction). After 14 story collections, Munro has reached at least a couple generations of writers with her psychologically subtle stories about ordinary men and women in Huron County, Ontario, her birthplace and home. Only the 13th woman writer to win the Nobel, Munro has previously won the Man Booker Prize in 2009, the Governor General’s Literary Award for Fiction in Canada three times (1968, 1978, and 1986), and two O. Henry Awards (2006 and 2008). Her regional fiction draws as much from her Ontario surroundings as does the work of the very best so-called “regional” writers, and captivating interactions of character and landscape tend drive her work more so than intricate plotting.
    Of that region she loves, Munro has said: “It means something to me that no other country can—no matter how important historically that other country may be, how ‘beautiful,’ how lively and interesting. I am intoxicated by this particular landscape… I speak the language.” The language she may have learned from the “brick houses, the falling-down barns, the trailer parks, burdensome old churches, Wal-Mart and Canadian Tire.” But the short story form she learned from writers like Carson McCullers, Flannery O’Conner, and Eudora Welty. She names all three in a2001 interview with The Atlantic, and also mentions Chekhov and “a lot of writers that I found in The New Yorker in the fifties who wrote about the same type of material I did—about emotions and places.”
    Munro was no young literary phenom—she did not achieve fame in her twenties with stories in The New Yorker. A mother of three children, she “learned to write in the slivers of time she had.” She published her first collection, Dance of the Happy Shades in 1968 at 37, an advanced age for writers today, so many of whom have several novels under their belts by their early thirties. Munro always meant to write a novel, many in fact, but “there was no way I could get that kind of time,” she said:
    Why do I like to write short stories? Well, I certainly didn’t intend to. I was going to write a novel. And still! I still come up with ideas for novels. And I even start novels. But something happens to them. They break up. I look at what I really want to do with the material, and it never turns out to be a novel. But when I was younger, it was simply a matter of expediency. I had small children, I didn’t have any help. Some of this was before the days of automatic washing machines, if you can actually believe it. There was no way I could get that kind of time. I couldn’t look ahead and say, this is going to take me a year, because I thought every moment something might happen that would take all time away from me. So I wrote in bits and pieces with a limited time expectation. Perhaps I got used to thinking of my material in terms of things that worked that way. And then when I got a little more time, I started writing these odder stories, which branch out a lot.
    Whether Munro’s adherence to the short form has always been a matter of expediency, or whether it’s just what her stories need to be, hardly matters to readers who love her work. She discusses her “stumbling” on short fiction in the interview above from 1990 with Rex Murphy. For a detailed sketch of Munro’s early life, see her wonderful 2011 biographical essay “Dear Life” in The New Yorker. And for those less familiar with Munro’s exquisitely crafted narratives, we offer you below several selections of her work free online. Get to know this author who, The New York Times writes, “revolutionized the architecture of short stories.” Congratulations to Ms. Munro.

    Link: Opencultura http://www.openculture.com/
    Link:file:///C:/Users/usuario/Downloads/Read%2018%20Short%20Stories%20From%20Nobel%20Prize-Winning%20Writer%20Alice%20Munro%20Free%20Online%20-%20Open%20Culture.htm

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    Josh Jones is a writer and musician based in Durham, NC. Follow him at @jdmagness

    Critica y reseña: Mapa dibujado por un espía de Guillermo Cabrera Infante por Ernesto Calabuig

    Mapa dibujado por un espía

    Guillermo Cabrera Infante

    Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores. Barcelona, 2013. 400 páginas. 21 euros

    ERNESTO CALABUIG | Publicado el 22/11/2013 |  Ver el número en PDF

    Guillermo Cabrera Infante. Foto: Domenec Umbert

    Volver a escuchar la voz literaria de Guillermo Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 1929 - Londres, Reino Unido, 2005), ocho años después de su fallecimiento, sólo puede ser un motivo de celebración, y más si, como este Mapa dibujado por un espía, se trata de una obra póstuma, la tercera que recupera la editorial Galaxia Gutenberg tras La ninfa inconstante (2009) y Cuerpos divinos (2011). La edición se acompaña de una esclarecedora nota preliminar de su editor, Antoni Munné, acerca de los avatares de este libro casi secreto (guardado en un sobre durante años y abierto cuando el escritor ya no vivía) y el momento y las condiciones que envolvieron su dolorosa gestación. 



    Mapa dibujado por un espía narra, en una precisa crónica, los acontecimientos en los que se ve envuelto a sus 36 años el autor de Tres tristes tigres cuando, en el verano de 1965, siendo agregado cultural en la embajada de Cuba en Bruselas (labor desempeñada desde 1962), recibe el aviso de regresar a la isla por la repentina gravedad de la salud de su madre. Tendrá que realizar un complicado vuelo Bruselas-Amsterdam-Praga-La Habana, aunque ya en el aeropuerto de Amsterdam le comunican la muerte de su madre, Zoila Infante. En Bélgica se queda su esposa, Miriam Gómez, y lo que iba a ser una estancia de una semana en Cuba para el entierro y funerales, deviene una pesadilla cuando, inexplicablemente, las autoridades castristas le impiden salir de vuelta a Europa, a sólo quince minutos del embarque con sus dos hijas, de once y siete años. Se trata, pues, de un regreso imposible y hasta fantasmal a un mundo desmoronado, y uno piensa en otros regresos literarios a infiernos diversos como aquel célebre de Alberto Manguel (Bruguera, 2007), o en esa idea tan alemana y sebaldiana de la Unheimliche Heimat, la patria inquietante que ya no acoge, que se vuelve siniestra y ni siquiera puede sentirse más tiempo como propia. “Todos le parecían como agobiados por un pesar profundo (...) El miraba las calles familiares y a la vez ajenas” -escribe Cabrera Infante. 



    Con la incertidumbre de si logrará arreglar su situación, y el desconocimiento absoluto de cuál es la falta que le hizo caer en desgracia, la estancia en La Habana se prolonga más de cuatro meses en los que, sin ser un contrarrevolucionario, abre los ojos a la realidad de la Revolución a través de los testimonios de sus muchos conocidos y las mil observaciones y constataciones cotidianas de la escasez, el miedo, las injusticias... Ya en el prólogo del propio autor (páginas 19 a 35) nos brinda la prehistoria de la Revolución, describiendo esa terrorífica figura del agente de seguridad Aldama y los años de hampones de diferentes facciones y siglas empeñados en eliminarse y obtener el poder, entre ellos Fidel Castro. 



    Cabrera elige la crónica directa para narrar esta historia, sin la “voluntad de estilo”, los experimentos y los juegos lingüísticos que en otros libros desplegaba. Sin embargo, hay algo envolvente y delicioso en lo que cuenta y en la gracia genuina con la que desgrana su historia, rebosante de talento, ocurrencias y su especial sentido del humor, a pesar de las aciagas circunstancias. Si algo hay en este libro (en el que aparecen y juegan su papel una gran parte de los intelectuales y políticos más relevantes de aquel momento revolucionario) es el registro y la estampa precisa de los movimientos y diálogos de unos y otros, a pie de calle, en un velorio, en un restaurante o cabaret, o en las salas de los ministerios en donde el protagonista trata de solucionar su problema. 

    La peripecia es kafkiana por tratarse de una larga espera en la que se sabe deudor y culpable sin que nadie le enuncie la deuda y la culpa por la que cayó en desgracia o las razones para acusarlo. Simplemente choca contra el aparato del Estado, contra la infinita burocracia y el silencio administrativo. Ni siquiera es consciente, aunque lo sospeche, de a qué nivel pudo fraguarse esta venganza que se cuenta en el libro. Mapa dibujado por un espía es un largo relato continuo, sin capítulos ni cortes, que tiene mucho de tristeza y despedida (de sus amistades, de su lugar de origen, de todo un mundo) pero también de la purificación personal de quien aligera peso al narrarlo. Y lo hace además de un modo conmovedor, lúcido, elegante, honrado en la desnudez con la que se muestra ante el lector también para relatarnos sus aventuras amorosas con unas y otras mujeres en esos meses en la isla, al tiempo que su añoranza del amor de su vida, Miriam Gómez. 

    El narrador resulta cercano también en sus miedos y premoniciones (como en su temor por una otitis infecciosa que contrae su hija en un día de playa y que casi le cuesta la vida). En paralelo conocemos la peripecia de su hermano Sabá Cabrera, que también queda retenido en la isla, aunque por menos tiempo, cuando llega a La Habana desde Madrid, donde también cumplía misión diplomática.

    En el retrato de todo un mundo que se ha vuelto espectral, en el detalle de un reino del terror totalitario donde todos sospechan y desconfían de todos, describe magistralmente el autor los males que va encontrando a su paso: la precaria atención médica, la escasez de alimentos (esa especie de dieta nacional de arroz y frijoles blancos), la imposible e interminable burocracia estatal, la persecución (temibles “recogidas”) de homosexuales por parte del Departamento de “lacras sociales”, las expulsiones de estudiantes universitarios perpetradas en juicios populares sin posible defensa, el monopolio editorial, musical o cinematográfico, el deterioro de la Habana Vieja y el cierre de sus muchas librerías y comercios, los cortes de agua, la vigilancia extrema de los ciudadanos y la obsesión por detectar contrarrevolucionarios, el carácter inflexible de Fidel Castro y sus purgas de aquellos que le oponían mínimas objeciones, le decían la verdad, o sencillamente habían pertenecido en su momento a la órbita o las tesis del Ché Guevara, incluso aquellos revolucionarios que en su día habían ocupado cargos ministeriales (como fue el caso de Oltuski). 

    Tiene gran protagonismo Gustavo Arcos, entre los héroes combatientes del 53 que acaban encarcelados por sus viejos camaradas. La reacción de Haydée Santamaría en la Casa de las Américas ante el asunto de los presos políticos, o la expulsión de las bibliotecarias por recomendar tiempo después una novela de Guillermo Cabrera Infante en una lista de lecturas, da cuenta del grado de control y la paranoia que se vivía entonces.

    Cabrera muestra el absurdo de aquellas campañas anunciadas por megáfono para que los jóvenes cubanos viajaran a Argelia o tomaran parte en la plantación de un millón de eucaliptos en la propia Cuba (provincia de Oriente), para luego arrancarlos en beneficio de la caña de azúcar, con el único objetivo de mantener entretenida a la juventud. Mucho tiene este libro de la fascinación del premio Cervantes de 1997 por la belleza femenina, pero también, y sobre todo, de las idas y venidas con su numeroso grupo de amigos/as a lo largo y ancho de la ciudad, movimientos que dan pie a una infinita gracia conversacional que construye otro relato dentro de este gran y fascinante Mapa dibujado por un espía. 


    Fuente:El Cultural http://www.elcultural.es/

    Critica y reseña: El Corazón Tardío de Antonio Gala por Patricia Muñoz Cabrera

    El corazón tardío  (extracto) 

    Patricia Muñoz Cabrera (escritora española) 

    Ya lo escribía Carlos Gurméndes, connotado filosofo de la pasión, desaparecido en febrero de 1997, quien reivindicara el amor generoso arguyendo que la experiencia afectiva devela una pluridad del amor. Gurméndes nos ponía también en guardia  contra los peligros del amor consumista, que nos hace presa del vicio “de la pasión posesiva”, y nos lleva a una angustia subjetiva cuando idealizamos al ser amado escondiéndolo en los vericuetos de nuestro yo. El libro de Antonio Gala nos recuerda  las reflexiones filosóficas de Gurméndes, pues con sus relatos nos fuerza a escarbar  en los recovecos del corazón humano y a descansar, tras la lectura de cada página, los candados que hayan sido puestos  para protegernos del amor cuando se convierte en una experiencia de posesión efectiva. En su estudio de lo humano.
    Gala va más allá de la filosofía de la pasión  o del existencialismo afectivo explorado por Gurméndes y tantos otros, pues, sin excluir la gama ya demarcada por estos, se adentra  en “la inmensa  región de los corazones  donde conviven luces, fervores, negras sombras, estaciones frías o cálidas, montañas o selvas peligrosas, gozosos valles  que nadie sino el dueño  de cada corazón, si es que uno lo es siempre, puede remotamente comprender”. En el paisaje narrativo de Corazón Tardío, titilan amores profundos, sólidos, duraderos  y efímeros, carentes de pasión y densas pasiones sin amor, fuegos contenidos  y explosiones desencadenadas, en fin, versiones diversas de una misma inquietud: la insalvable distancia entre el sueño del amor y la realidad del mismo.


    Fragmento critico, de la escritora española Patricia Muñoz Cabrera,  sobre el libro Corazón Tardío (Cuentos) del escritor Español Antonio Gala,  publicado en El Heraldo, Honduras, (1999)