12 ficciones breves de Franz Kafka. Ilustraciones por Franz Kafka. Post Plaza de las palabras





Plaza de las palabras es su sección Microrelatos, presenta, 12 ficciones breves de Franz Kafka.  Ilustrado  con dibujos del propio Kafka, y con algunos comentarios tanto de su vida como de su obra. Con la precaución de evitar caer en los estereotipos, y si brindar algunas pistas  claves  para explorar las posibles  y múltiples interpretaciones de  la obra de Kafka. Por lo general se conoce a Kafka por sus novelas largas: El proceso o El castillo; o  su novelas corta: Metamorfosis. Kafka tiene otros textos, no tan breves pero que no llegan a novelas cortas, como La condena, El artista del hambre, La  Muralla China o  Cárcel penitenciaria. Y un sin numero de relatos relativamente breves. Solo escribía en alemán,  aunque  también en los últimos años de su vida  tuvo una inquietud  por llegar aprender  hebreo. Su apellido Kafka, en checo, 'Kavka significaba corneja  (una especie de cuervo de plumaje negro). Como el narra en su Diarios, su nombre en hebreo era Amschel, como el del abuelo materno de su madre.   

PRIMERA PARTE




KAFKA EN UNA FICCION DIBUJADA

«No es necesario que salgas de casa. Quédate en tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera solamente. Ni siquiera esperes, quédate solo y en silencio. El mundo llegará a ti para hacerse desenmascarar; no puede dejar de hacerlo, se prosternará extático a tus pies.»
Aforismo 109, Frank Kafka. 

«Todas las cosas del mundo humano son imágenes que han despertado a la vida.»
Franz Kafka
*
Las influencias motoras  
De Kafka, diremos poco porque es harto conocido, y por lo general abundan las exegesis de sus obras (1), junto a Edgard Allan Poe y W. Shakespeare,  quizá los escritores más estudiados de todos los tiempos. Y en el caso de Kafka y Poe, también etiquetados con una camisa de fuerza: la culpa, el horror, la incomunicación, la soledad, la desesperanza. .etc. Solo agregaremos que la obra de Kafka, en un sentido general gira en torno al extremo conflicto de autoridad. Entendiendo por autoridad: Dios, padre, estado. (2) A Kafka por su contenido y la forma en que se le  aborda,  se le atribuyen y se le estudia desde múltiples corrientes de pensamiento y expresiones literarias: lo absurdo, lo existencial, el expresionismo, el realismo, el surrealismo, el simbolismo, el misticismo, y hasta como artífice de un discurso contra la modernidad y el capitalismo. Los métodos para llegar a él, se desdoblan en múltiples combinaciones;  que van, entre otros,   desde el estructuralismo, el sicoanálisis, lo onírico y el estudio de diversas formas de espiritualidad.  Pero desde una praxis literaria  lo abordan desde  un Realismo fantástico (3).

Fantástico, en tanto cualquier de sus textos al leerlo, uno esta dentro de un mundo eminentemente fantástico, cuajado de imposibilidades,  realista porque al profundizar en los sustratos de lo leído, uno percibe corrientes de una realidad, que era parte del contexto cultural de la época, y una vasta geografía moderna que empezaba a asomar. De tal forma, que la imaginación artística también se alimenta de porciones de la realidad.  De sus influencias, oficiales se cita a Schopenhauer, Pascal,  Flaubert, Goethe, Dickens, Grillparsen, Kierkegaard, Whitman. (4).

Kafka, las influencias integradoras 
Las influencias  de Kafka, además de autores en los autores específicos, también hay que buscarlas en otras fuentes. Resulta aleccionador, lo que narra Max Brod, sobre el impacto que tuvo en Kafka, el  asistir a una representación de teatro yiddish. Y el posible grado de  influencia que particularmente ese tipo de teatro,  tuvo en el desarrollo de su modelo de escribir: contenido y estilo. Kafka se emociono con ese tipo de melodramas que hasta organizo  una representación publica. Tampoco se puede soslayar, el acercamiento que tuvo Kafka al misticismo judío. (5) Tal y como lo afirma Gerson  Scholem: «Aunque inconsciente de sí mismo, los escritos de Kafka son una representación secular de la concepción cabalística del mundo». (6) Y eso también habría que agregar los relatos polacos provenientes de Hasidismo, Martin Buber.  Y también una serie de escritores judíos, que si bien no eran relevantes en el panorama europeo de la época, si fueron conocidos y leídos por Kafka. Entre ellos, Mendele Moscher Sfurim y sus relatos alegóricos de animales. (Ese  animalario, y también insectívoro que con tanta frecuencia aparece en los relatos de  Kafka). Sumado a algunos autores alemanes contemporáneos de Kafka, que van desde  E.T.Hoffmann; verbigracia, los relatos de Heinrich von Kleist, o Franz Grillparzer que le sirvieron  para su cuento La condena. (7) Pero también anotan sus biógrafos que Kafka tenía el libro Jacob von Gunten de Robert  Walser,  como libro de cabecera. «De esas reminiscencias, se cree que se nutrió para su magistral cuento, y uno de los primeros: La condena. Walser “veía la "salvación" precisamente en la autodenigración: hacerse pequeño, diminuto, hasta desaparecer, evadiendo así la fuerza de la autoridad (8)

Al continuar tras los rastros de sus influencias, y como complemento  a lo anterior,  Kafka fue un buen lector. En su adolescencia, leyó a Friedrich Nietzsche y a Charles Darwin.  También descubre a Thomas Mann, Herman Hesse y  León Tolstoi, y hasta lee obras de los hermanos Grimm.  Suma las lecturas de Bakunin y Marx.  Gran lector de la corrientes políticas de su tiempo, ávido lector de filosofía, incluyendo  el libro del Tao. En sus postreros años,  inicia el aprendizaje del hebreo con Dora Diamant profesora hebreo y yiddish. A resultas lee a Scheler, Maimónides y a Buber. También se nutre de otra corriente de influencia notable, y es su experiencia en el trabajo de oficina de una agencia aseguradora. Al respecto, comenta Max Brod, que Kafka se sirvió  de esa  vivencia burocrática,  monótona y despersonalizada,  para alimentar los contenidos de tramos y pasajes de sus novelas El proceso y El castillo

De buena cuenta una imaginación realista, o como diría Walter H. Pater: una «imaginación razonada». De dichas novelas, se ha dicho que el lenguaje de Kafka,  era objetivo, y sacado de lo cotidiano y de la simpleza, y que en ramales un lector podría llegar a creer que las novelas eran de corte policiaco. Ernesto Sábato en El escritor y sus fantasmas, hace una interesante  observación cuando dice  que Kafka se valió de simples palabras, para crear un universo en torno a ellas: Proceso, Castillo, Metamorfosis. También hay grandes ideas abstractas y simbólicas en sus novelas. Es notoria que las ubicaciones geográficas siempre son indeterminadas. Llama la atención que nunca hace referencia su país natal. Y que en sus novelas y en sus personajes nunca haya volcado explícitamente lo judío. Paradójicamente, en uno de los pasajes más conocidos de El proceso, capitulo IX, En el de La catedral, y el texto conocido como  Ante la ley, ocurre en una catedral, y Joseph K. es iluminado acerca de la ley y la justica, no por un Rabí, sino por un sacerdote. ¿Por qué Kafka en su obra nunca exterioriza su país y  a su condición de judío?




Kafka, el humano tras bastidores
Adicionalmente, un par de comentarios breves, exclusivamente  sobre la humanidad de Kafka, autor estigmatizado pero también endiosado; en tanto era hombre, con sus virtudes cotidianas y por supuesto con sus conflictos insalvables. Kafka creía que el mundo era un gran teatro y quienes lo habitaban, eran  los personajes de ese teatro. Una vez cuando se le pregunto a Kafka si existía la esperanza: «El sonrió. 'Oh, bastante esperanza, infinita esperanza, sólo que no para nosotros.» Pero al contrario de lo que se podría pensar, Kafka, no era un hombre recluido en un cuarto, al estilo de Frederick Holderlin, o raro como Philip Lovecraft. Kafka era un hombre interesado en lo que ocurría a su alrededor, preocupado por los sucesos políticos y sociales. Llego a incursionar en el anarquismo y el sionismo,  asistía a paros obreros, organizaba veladas teatrales y se reunía en los cafés con los amigos a conversar de literatura.

De cuerpo escuálido, media 1.80, y pesaba 54 kilos, y aquejado de enfermedades, apostó por una vida naturalista, para la cual se hacia del tiempo necesario para practicar natación, gimnasia, remaba, trabajaba y solía darse  baños de  sol,  desnudo en el patio  de su casa. Y hasta llego a ser vegetariano.  Tampoco era un misógino, tuvo no escasas  relaciones amorosas, y hasta no pocos biógrafos  le atribuyen un hijo, con Greta Bloch,  hijo que murió a los 7 años, y al cual nunca conoció.  Ella fue su gran musa novelada: fue la señorita Bürstner de El Proceso, la Frida de El Castillo. (9) Su correspondencia epistolar da cuenta de que tuvo y mantuvo muchas  relaciones, y muchas veces llego a enamorarse. En una de sus cartas a Milena Jansen, afirma: «No sé cómo abarcar toda esta dicha en palabras, ojos, manos y este corazón. No sé cómo abarcar la felicidad de tenerte aquí, la alegría de que me pertenezcas. No solo te amo a ti. Es más lo que amo: amo la existencia que tú me otorgas.» (10) Si bien, además hay que anotar que ninguna de esas relaciones fructifico. Sobretodo por la ambivalencia de Kafka, entre la literatura y  llevar una vida normal y familiar. Y salvo con su ultimo amor: Dora  Diamant, en cuya biografía por Keith Diamant,  decía de Dora Diamant, al referirse a Kafka, que entre ellos: «Todo se hacia con risas». (11) Y es que ella fue la única mujer, con la que  presumiblemente, Kafka compartió: techo, mesa y cama.


Kafka, y sus relampagueantes dibujos
Finalmente, en sus  Diarios, que  al igual que otros de sus trabajos,  eventualmente, solía ilustrarlos  con sus propios dibujos, o había cultivado el arte de dibujar mientras escribía.  Philip Hartigan, crítico de arte comenta sobre los dibujos de Kafka. (12)

«Rápido, movimientos mínimos que trasportaban la típica desesperación de su ficción. Dice Hartigan del arte de Kafka. “Yo fui impresionado por como estos simples gestos, esos zigzag repentinos de la muñeca, contenían una marcada economía expresiva, que aun el mas experimentado artista, podría aprender algo de ellos.»  (13)   

«En su libro Conversaciones con  Kafka, Gustav Janouch, narra lo que sucedió, cuando él, encontró  a Kafka a medio garabatear:   Kafka inmediatamente  rompió los dibujos, en pequeñas piezas antes de que alguien los hubiera visto. Después de que  sucedió eso un par de veces, Kafka, cedió y me dejo ver su trabajo. Janouch, estaba asombrado. «Usted, realmente, no necesita esconder esto de mí. » Él se quejo. «Son  bosquejos completamente inofensivos.» (14)
«Kafka, meneo su cabeza,  lentamente, de un lado a otro.- ¡Oh, No! Ellos no son inofensivos como parecen. Estos dibujos son la continuación de una  antigua, y bien fundada  pasión.   Eso es por lo que trate de esconderlos de usted...No es cosa del papel. La pasión esta en mi. Siempre he querido ser capaz de dibujar. Quiero ver, y capturar  rápido lo que he visto. Esa es mi pasión.» (15)  
Los dibujos de Kafka, según su amigo y artista Fritz Feigl eran de naturaleza expresionista, o cercanos a un realismo figurativo según Max Brod. Y aquí relacionamos esa inquietud por el dibujo, con el hecho que cuando Kafka, era  alumno de la carrera de Derecho se matriculo en cursos de dibujo. Vocación in res media,  que lo llevo  a ser un devoto admirador de la arte japonés, especialmente los grabados, y de los pintores Ingres y  Van Gogh. En 1922, Kafka le decía a Gustav Janouch: «Mis dibujos no son imágenes, sino una
escritura privada.»  Solía llamarlos mis  «acertijos»   o «pintarrajos».  Y continuaba expresando lo que representaban para él. «No son dibujos para mostrar a nadie. Tan solo son jeroglíficos muy personales y, por tanto, ilegibles. (…)». Dibujos que Kafka era proclive a desvalorar, pero lo mismo hizo con sus escritos. Continuaba y decía: «Mis figuras carecen de las proporciones espaciales adecuadas. No tienen un verdadero horizonte.» Y finalizaba diciendo: «Todas las cosas del mundo humano son imágenes que han despertado a la vida.»  Pero sumado al antecedente de los dibujos. Igualmente hay que señalar que, Kafka compartía al igual que los místicos, ese recurso de pensar en imágenes. Recursos y prácticas, que le facilitarían, aunque sea embrionariamente, configurar  una ars visual. Sin embargo, esta vocación latente de pensar en imágenes hay que ligarla a su obra, especialmente como algunos críticos y estudiosos de  Kafka, (16) quienes la han  relacionado a sus famosos aforismos, y por ende al reino exuberante y desértico de lo místico.

El Deus absconditus de Kafka
Personaje a veces acusado  de agnóstico o distante de lo trascendental. Sin embargo, al final de su vida se intereso  por aspectos de la religiosidad, especialmente el misticismo judío. Llego a estudiar el Talmud, y fue un lector ocasional de la Biblia. Soñaba con ir a Jerusalén. Werner Hoffmann en su exegesis de los aforismos de Kafka, relata que Kafka, en una de sus crisis, le confiesa a Felice Bauer, uno se sus amores;  las siguientes reveladoras palabras: «lo que me ha estorbado es el sentimiento imaginario de que en la soledad total existe para mí un deber superior». (17) Esta declaración reconoce algo interno, una fuerza superior que reside en su ser interno, y que se impone a  manera de deber la necesidad de no dejar que se extinga, buscarla. A final de cuentas a costa de su libertad y de la integración con el mundo. En soledad total, vislumbraba esos destellos, ese resplandor convertido en palabras, ese impulso interno que quiere salir y sacar algo a flote, aún contra las fuerzas externas que se le oponían. Y que oscilaban en el movimiento por integrar el mundo interno con el mundo externo.
En su aforismo 32, Kafka escribe, «Las cornejas afirman que una sola corneja puede destruir el cielo. No hay duda al respecto; pero esto no prueba nada contra el cielo, pues cielo significa, precisamente, imposibilidad de cornejas.» (18) Recordemos que Kafka en checo significa cornejo. En este aforismo Kafka, asume explícitamente, la imposibilidad que una corneja puede llegar al cielo. Ese cielo le esta vedado a las cornejas. De ahí que Kafka, conscientemente o inconscientemente, busco ese resplandor de los místicos, lo sagrado. No Él,  sino Ello: lo sagrado, el resplandor  en su   mundo interno. 

A pesar de sus creencias, no es un hombre que cree en un Dios trascedente o un Dios revelado.  La espiritualidad de Kafka estaba más cimentada en su mundo interno. Reconocer que había algo en su ser superior, que era indestructible.  Pero dentro de lo secular, esa fuerza que habitaba en Kafka, es lo que los místicos han llamado Deus Absconditus. Kafka no buscaba el cielo ni a un Deus creator, sino al.  «Dios que descansa en la profundidad de su propio ser.» Werner Hoffmann, advierte que tanto en la mística como en el cristianismo hay un Dios activo y manifiesto, y un Dios oculto y latente. (19)

Kafka, el equilibrista
Una escena más, en el cuento Un artista del trapecio, Kafka se vale de esa alegoría para describir un mundo al cual no se puede  llegar. El artista del trapecio, no se ve reconocido, esa altura solo significa su aislamiento. Pero también esa metafísica por buscar lo alto. Al igual que el artista del cuento Un  artista del hambre, ambos personajes son ignorados, y no pueden integrarse a una  sociedad que no solo los rechaza sino que no los entiende. La búsqueda de Kafka oscila como un péndulo entre ese mundo celestial y el mundo terrenal que lo rodeaba. En el  aforismo de apertura de sus Aforismos, Kafka se refiere a una cuerda en el piso.  Las alturas en el cuento Un artista del trapecio, se puede equiparar a una cuerda sobre el piso. Kafka no puede ascender porque ese Dios de las alturas es inaccesible, tampoco puede caer porque la cuerda esta a ras de piso. Solo le queda caminar por la cuerda y no tropezar. Ese acto de caminar sobre una cuerda de piso, puede parecer poco común y raro. Pero así es la obra de Kafka.
Por supuesto Kafka pudo haber caminado despacio o corrido sobre esa cuerda; o avanzar dando brincos, o  sencillamente renunciar  a caminar sobre la cuerda, pero no lo hizo porque todavía tenia la esperanza que de esa forma encontraría algo…o se le revelaría algo. Así son sus personajes, aunque caen con frecuencia en lo absurdo y van al aniquilamiento, no renuncian. Esa fina cuerda en la tenue y brumosa línea gris en que Kafka se movía, espacio reducido y en el que es difícil maniobrar.  Es ese espacio de caminar sobre una cuerda en el suelo, con el oficio de un equilibrista. Kafka levanto su universo textual. Pero los dos espacios, cielo y tierra, Dios y humanidad, le estaban vedados. O él creía que le eran indiferentes  e inaccesibles.  O nunca supo integrarse a ellos. Kafka se estremeció entre ambos, siempre al  límite de la frontera…

Y esa aspiración de Kafka por las alturas, en El artista del trapecio, y esa cuerda apenas tendida en el suelo de equilibrista en los Aforismos, (Aforismo 1) nos recuerda la imposibilidad de los cornejos de volar en el cielo. (Aforismo 32).

 En el Segundo Fausto de Goethe, se lee:

«Un genio, desnudo y sin alas, fauno sin bestialidad, brinca sobre el suelo; pero el suelo, que reacciona, lo lanza en el aire, y al segundo, al tercer salto toca la alta bóveda. La madre le grita angustiada: “Puedes saltar, saltar aun, todo lo que quieras, pero cuidado con volar: el libre vuelo te esta prohibido. » (20)

Dos observaciones finales. Kafka artista del lenguaje.




Observación 1. Pese a sus múltiples intereses, por el misticismo judío, el teatro yiddish, sus lecturas variopintas, y su carrera de leyes. Fundamentalmente, Kafka era un artista, y específicamente su mundo natural era la literatura. Por eso afirmaba: «No soy más que literatura y no puedo ni quiero ser otra cosa.» Sin embargo, hay que poner en su debido contexto esta afirmación, en tanto el escribir y la literatura, era mas un sostén de su mundo interior, escribía por necesidad. Y finalmente una ultima observación, a veces soslayada, pero que es parte de ese mundo contradictorio en que vivía Kafka.  Cuenta el mismo Kafka, que a veces acostumbraba enseñarles a sus amigos, sus escritos seminales o ya terminados, y al leerlos   sus amigos, se reían. Y resulta paradójica esa declaración, porque dada la naturaleza de los escritos de Kafka;  uno pensaría, que sus amigos se escandalizarían o sentirían horror. Y es que en la prosa de Kafka, a la par de lo absurdo, se hilvana simultáneamente  una veta de humor. Por supuesto uno podría pensar que su humor,  a veces  se mueve entre el humor negro o  grotesco. Y que ese humor como la  sombra negra de un cornejo le perseguía y se repetía incansablemente a lo largo de su obra. Entre el dolor y la risa, para Kafka, «La literatura es siempre una expedición a la verdad.»  

Observación 2. A pesar de ser un escritor y buen lector, Kafka no era un académico ni crítico o teórico de  literatura. Si se sabe que externo opiniones sobre el lenguaje. Algunas muy reveladoras, tales como «Cada palabra mira primero en todas direcciones antes de dejarse escribir por mí.» Es como si las palabras estuvieran revoloteando en el aire. Y no es él quien las  elige, sino las palabras a él. Luego, Kafka declara: «El acto de escribir es mas profundo que la muerte… nadie  puede arrancarme de mi escritorio por la noche.»  Esta otra que abre su costumbre de  ser un escritor de la noche  porque así  estaba más cerca de lo onírico. Sin embargo, aunque se puede encontrar alusiones y algunas reflexiones sobre el lenguaje y, sobre todo sobre el oficio de escribir en sus diarios y cartas.  Como él declara a Felice Bauer, su adhesión a la escritura;  por la que se sentía atrapado: «encadenado con ataduras invisibles, a una invisible literatura…» (21)  Kafka consideraba que el acto de escribir era «como la mas productiva tendencia de su ser.» (22) Un «abrirse a la desmesura»  (23).  Toda la operación mental y disciplina, búsqueda extenuante, no apuntaba a una  estética del lenguaje, ni siquiera a una teoría sobre el oficio de escribir, sino, como lo apuntaba Blanchelot (24),  a una estética de su propia salvación.   Buscar el equilibro entre su mundo interno y externo.  Y esa estética de redención, tenía su correspondencia natural con el aislamiento y la soledad. De ahí que Kafka, a pesar de sus amores, siempre prefirió la literatura a concretar una relación duradera y definitiva con alguna mujer. En otro de sus escritos llego a manifestar que su escribir «es un asalto a la frontera», el limite «a la ultima frontera terrenal.» (25) Sin embargo, ésta declaración hay que leerla a la luz del  misticismo judío.   

Dos reflexiones al borde de la frontera. El otro Kafka

El Kafka que nadie leyó

Primera reflexión, se ha estereotipado a Kafka, como un escritor fatalista y huérfano de esperanza. Recordemos su frase: « Hay esperanza pero no para nosotros.» Toda su obra esta plagado de esa desesperanza y de auto humillación,  sin encontrar ese sentido protector del mundo que le rodea. Sin embargo, seria injusto no contrabalancear estas ideas. No porque no sean ciertas, sino porque en toda la obra y vida  de Kafka rebosa de ambigüedades y ambivalencias.  Como afirma Gustavo D. Perednika, señalando a  la obra total de Kafka: «No se trata solamente de que el texto se presta a múltiples interpretaciones, sino que los intersticios que deja no permiten en ningún caso una única interpretación. Siempre insinúan mensajes ocultos. Siempre son elásticos, versátiles, multifacéticos.» (26) Hay también otro Kafka, si bien no positivo en el estricto término de la palabra, si luchador. Busco su salvación, su estar saludable en el mundo. Y lo mismo se puede decir de sus personajes en sus grandes novelas. No eran hombres totalmente derrotados, hasta el último minuto intentan cambiar o interpretar su destino. Kafka autor  lo busca en la espiritualidad del misticismo judío. Que lo haya logrado o no, es incierto. Pero que lo intento si. Uno se pregunta como un hombre como Kafka, llego a su final, sin autoliquidarse. Con toda esa carga de  angustia y de dudas sobre su corazón  y su mente.  Muere de muerte natural, apretado por  una tuberculosis; que como un puño cerrado  le oprimía tanto la laringe que se  le dificultaba hablar y comer. Pero no muere con un disparo en la sien de su propia mano. Y ese gesto, —para un hombre tan angustiado—,  de luchar hasta lo último de su vida,  es un verdadero milagro. Arguye Max Brod: «Kafka ha sido, de todos los creyentes, el menos iluso; y de entre todos aquellos que ven el mundo sin ilusiones, el creyente más inquebrantable.» (27)

El poema imaginado que Kafka nunca escribió

Una segunda reflexión, concierne a su obra, y es el hecho de que Kafka fue un escritor de novelas y cuentos, pero nunca incursiono en la poesía. No hay un solo papel que indique algo sobre poesía, a no ser algo vago o muy general. Siempre como una fuerza que era parte de sus materiales narrativos. A no ser alusiones en sus diarios o cartas, o en sus escritos perdidos, (que los hay). Tampoco se encuentran indicaciones a que haya escrito aunque sea por entretenimiento: una sola poesía. Entendemos que era un hombre de prosa. Pero algunos han querido ver un lirismo en su prosa. En algunos pasajes se menciona lo poético, pero como visión imaginativa, siempre referida a su prosa. Por ejemplo la poesía que se advierte en alguno de sus aforismos, en que irrumpen imágenes poéticas. Pero que carecen, como es lógico de cadencia y ritmo. Ya que sí anidan visones poéticas, no son propiamente poesías.  El mismo Kafka lo registraba: « De nuevo fue la fuerza de mis sueños, que irradian ya en la vigilia antes de dormirme, y me impiden luego dormir. La conciencia de mis capacidades poéticas, es inapreciable(28)  Es decir Kafka reconocía que los materiales que cosechaba de sus sueños, tenia una filiación poética. Pero nunca la volcó a un formato rigurosamente poético.

Su prosa a veces podría irradiar poesía, tal como este ejemplo, entre sueño y poesía:

¿Quién anda bajo as arboles junto al muelle?
¿Quién no esta perdido?
¿Quién puede salvarse?
¿Sobre la tumba de quién crece el pasto?
Han llegado sueños, han llegado subiendo el rio aguas arriba. Por una escalera suben el muelle. Uno se queda parado, conversa con  ellos, ellos saben muchas cosas, solo ignoran de donde vienen. Está bien tibia esta tarde otoñal. Ellos se vuelven al rio y levantan los brazos. ¿Por que levantáis los brazos en lugar de abrazarnos con ellos? (29)

Y esta prosa poética, nos recuerda aquella imagen final de la muerte de Joseph K, cuando ya sobre la pila acostado,  desde una ventana, alguien que asoma le observa agitando los brazos. Y Josep K  se pregunta que le querrá decir aquel personaje de ultima hora.

Extracto, El proceso, Capítulo X, El fin.

«Como si de repente apareciese una luz., se abrieron de par en par una persianas de una ventana; un hombre –—muy enjuto y débil a esa distancia y altura–— se inclino violentamente hacia afuera y extendió sus brazos hacia adelante ¿Quien era?  ¿Alguien conocido?  ¿Un alma bondadosa?... » (30)   
 
Kafka como  escritor tuvo que estar  dotado de una enorme sensibilidad, solo así podría explicarla capacidad de  haber sacado a flote, desde sus mundo interno, esas visiones casi proféticas,  y exteriorizarla en sus escritos. ¿Cómo se le escapo no hacer una poesía? (31). Imaginemos a un Kafka poeta, ciertamente no sabríamos qué tipo de poesía hubiese  llegado a  escribir. Y si lo hubiera hecho, si el cultivo de ese arte, hubiera debilitado su vigorosa e imaginativa prosa. Pensemos en ese acierto cuentistico y diletante del Pierre Menard, autor del Quijote de J.L.Borges. En que Menard vuelve a escribir El quijote de la mancha. En la misma pieza Borges señala también que Joyce o Celine  podría haber escrito  La imitación de Cristo de Thomas de Kempis.
En esa trasposición, y cambios de autores. Aunque con ciertas licencias, como ejercicio imaginativo,  demos un paso más, siguiendo ese mapa mental propuesto por Borges. Pero trastocando los géneros, no de novela a novela, sino de novela  a poesía.  Si a Kafka se le hubiese dado la oportunidad de escribir un solo y único poema, considerando lo que ahora sabemos de él y la naturaleza de su obra escrita. ¿Qué tipo de poema podría haber escrito? Partamos del hecho de que  gozaba de  todas las facultades y recursos para hacerlo: por su manera de percibir el mundo, la sensibilidad de un poeta romántico. Los modelos de las alegorías y parábolas que hospedan una visión siempre poética. La afición al detalle  lingüístico en la selección de las palabras. Lo lirico que a veces irrumpe súbitamente en su prosa, la intuición visual que se armaba en su mente. Visiones tan permeable a las metáforas,  los símbolos y las paradojas. Su visión surrealista de tramos completos de la existencia. Su capacidad de trasportar lo onírico como material poético. Sus amores, sostenidos in situ y epistolarmente.  
 Dice Gaston Bachelard sobre el poema imaginado o soñado  « No se acaba nunca de soñar el poema,  no se acaba nunca de pensarlo. Y a veces viene un gran verso, un verso cargado de tal dolor o de tal pensamiento que el lector— el lector solitario—  murmura: y ese día no será leído más.» (32)

¿Por que Kafka nunca escribió un poema? Ahora   imaginémoslo, escribiendo un poema que resumiese metafóricamente su obra prosística,  y una vez imaginado el poema: leámoslo  en voz alta.  

SEGUNDA PARTE





Sobre la selección de ficciones Breves

12 ficciones  breves, sobre las cuales diremos unas cuantas palabras, más que todo a manera indicativa. Si  algo hizo Kafka es no caer en los clichés, y resabios establecidos. Sus cuentos, más cercanos al relato, no tienen en rigor, presentación desarrollo y desenlace. Muchos pueden leerse como parábolas, quizá interpretare como alegorías. Siempre va al grano desde el principio, desconfiaba, como Cortázar de los preámbulos. A veces sus historias están contadas desde in media res. Iniciamos con este aforismo  16, La jaula persiguió al pájaro, que usamos como epígrafe. Pero que ya de por si mini ficción, retrata una buena parte del universo de Kafka, y  por supuesto puede almacenar múltiples interpretaciones.  EL DESEO DE SER PIEL ROJA, breve ficción en donde ya asoma el mundo absurdo y a veces hasta surrealista de Kafka. La aspiración de ser algo para después terminar con un resultado que niega la primera aspiración. Walter Benjamin se vale de la imagen de un hipódromo  como espacio cerrado para tratar de interpretar el cuento. Pero también se puede interpretar desde el eje de integración y desintegración  LOS ÁRBOLES, Kafka era un habitante de la ciudad, más que del campo, no obstante  a veces  enclava sus narraciones en un ámbito rural y de pequeños poblados. Aquí hay un relato con cierto acento filosófico, tiene raíces con el misticismo judío. El árbol de la vida  y el árbol del conocimiento. LA METAMORFOSIS, relato  extraído  de la novela homónima, porque es un buen ejemplo del inicio de una novela, y porque este extracto, es una mini ficción que  subsiste por su autonomía y calidad. LA ALDEA MÁS CERCANA. Una remembranza del abuelo, si bien  no sabemos si verdaderamente era del abuelo. Ni una vida basta para iniciar. En el fondo es la inmovilidad como acción dominante. Hay un deseo de…pero nada se mueve. «No hay arribo ni partida/ no hay adiós ni reencuentro.» decía Kafka a los quince años. En ese breve cuento algunos críticos han anotado  una influencia del libro del Tao. EL PUENTE. En este cuento  a fin a las metamorfosis que se suceden abruptamente en la obra de Kafka, el mismo se ha convertido en un puente. Narrado en primera persona. La alegoría puede orientarse a que esta entre dos mundos, el espiritual y el físico, lo celestial y lo humano, él es el puente y debe buscar la integración de ambos mundos, en su propio ser. Sin embargo, el cuento es fatalista, o simboliza la imposibilidad de integrar ambos mundos. Marthe Robert señala que: "No es por gusto, sino por necesidad por lo que Kafka se representa sin cesar su partición mediante personajes divididos o desdoblados. (33)  LA PARTIDA. Cuento que bien se pudo llamar  El viaje. Como todos los viajes de Kafka se enuncia la meta pero nunca se llega a nada.  




EL PASAJERO. Cuento en que Kafka  igual que lo hacia también Poe, exhibe su meticulosidad por el detalle, y que hace reflexionar al autor. EL ESCUDO DE LA CIUDAD, una parábola sobre la torre de Babel, la centralización ante la pluralidad. La integración ante la desintegración de la ciudad  y la  inusual costumbre que los propios cantos y leyendas de la ciudad anuncian la destrucción futura de la ciudad, y uno de los pocos textos en que hace alusión indirecta a su ciudad natal, Praga.  EL SILENCIO DE LAS SIRENAS, variante del conocido episodio de Ulises en La Odisea de Homero. Las sirenas no atrapan  solo  por su  canto, Kafka modifica el episodio original, y le asigna una función simbólica al silencio.  Sin embargo, en el misticismo judío el silencio es la voz de Dios. El relato —como casi todas las obras de Kafka— puede tener varias interpretaciones.  (34)   UN MENSAJE IMPERIAL, un tema muy Kafkiano, y también de Borges, el laberinto, pero también un asomo a ese absurdo que habita en mucha de las prosa de Kafka;  combinado con un enunciado que no se cumple. En fin no hay gran diferencia en un mensajero que se le da una orden y no puede cumplirla por las imposibilidades y lo  intricado del camino, y un campesino  que ante las ley  nunca puede traspasar la puerta, o el  agrimensor K que nunca puede entrar al castillo o un acusado, Joseph K. que nunca sabe de qué se le  acusa.  LA VERDAD SOBRE SANCHO PANZA, una versión en sentido inverso, aquí Sancho Panza es el verdadero autor, y el Quijote un personaje secundario. Esa interpretación de Kafka, nos recuerda el Pierre Menard, el autor del quijote, y su tesis central que el lector es el autor. ANTE LA LEY, quizá la pieza breve más conocida de Kafka, y que se hizo muy popular porque Borges la incluyo en su popular  Antología de la literatura fantástica. En el  texto, Ante la ley, en que los exegetas han encontrado indicios del misticismo judío. Texto que hemos extraído del Capitulo IX, La Catedral,  de la novela El proceso.    


Selecciones ficciones  breves  por  Plaza de las palabras

La jaula persiguió al pájaro,
 Aforismo 32
Kafka

8

EL DESEO DE SER PIEL ROJA
Ah, si uno pudiera ser un piel roja, siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas, porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas, porque no hacen falta las riendas, sin apenas ver ante sí que el campo es una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo.

LOS ÁRBOLES
En verdad somos como troncos de árboles en la nieve. En apariencia sólo apoyados en la superficie, y factibles de ser desplazados con un pequeño empujón. No, es imposible, estamos firmemente unidos a la tierra. Pero cuidado, también esto es pura apariencia.

LA METAMORFOSIS
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre  abombado, pardusco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
« ¿Qué me ha ocurrido?», pensó.

LA ALDEA MÁS CERCANA
(1916)
Mi abuelo solía decir:
–La vida es increíblemente breve. Ahora, al recordarla, me aparece tan concienzuda que, por ejemplo, casi no comprendo cómo un joven puede tomar la decisión de ir cabalgando hasta el pueblo mas cercano, sin temer –y descontando por supuesto la mala suerte– que aún el lapso de una vida normal y feliz no alcance ni para comenzar semejante viaje.

EL PUENTE
Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro, las manos, aferradas; en el cieno quebradizo clavé los dientes, afirmándome. Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis costados. En la profundidad rumoreaba el helado arroyo de las truchas. Ningún turista se animaba hasta estas alturas intransitables, el puente no figuraba aún en ningún mapa. Así yo yacía y esperaba; debía esperar. Todo puente que se haya  construido alguna vez, puede dejar de ser puente sin derrumbarse. Fue una vez hacia el atardecer –no sé si el primero y el milésimo–, mis pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en redondo; hacia ese atardecer de verano, cuando el arroyo murmuraba oscuramente, escuché el paso de un hombre. A mí, a mí. Estírate puente, ponte en estado, viga sin barandales, sostén al que te ha sido confiado. Nivela imperceptiblemente la inseguridad de su paso; si se tambalea, date a conocer y, como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme. Llegó y me golpeteó con la punta metálica de su bastón, luego alzó con ella los faldones de mi casaca y los acomodó sobre mí. La punta del bastón hurgó entre mis cabellos enmarañados y la mantuvo un largo rato ahí, mientras miraba probablemente con ojos salvajes a su alrededor. Fue entonces –yo soñaba tras él sobre montañas y valles– que saltó, cayendo con ambos pies en mitad de mi cuerpo. Me estremecí en medio de un salvaje dolor, ignorante de lo que pasaba. ¿Quién era? ¿Un niño? ¿Un sueño? ¿Un salteador de caminos? ¿Un suicida? ¿Un tentador? ¿Un destructor? Me volví para poder verlo. ¡El puente se da vuelta! No había terminado de volverme, cuando ya me precipitaba, me precipitaba y ya estaba desgarrado y ensartado en los puntiagudos guijarros que siempre me habían mirado tan apaciblemente desde el agua veloz.

LA PARTIDA
Ordené que trajeran mi caballo del establo. El criado no me entendió, así que fui yo mismo. Ensillé el caballo y lo monté. A la distancia oí el sonido de una trompeta y pregunté el mozo su significado. El no sabía nada; no había oído sonido alguno. En el portón me detuvo y preguntó:
– ¿Hacia dónde cabalga, señor?
–No lo sé –respondí–, sólo quiero partir, sólo partir, nada más que partir de aquí. Sólo
así lograré llegar a mi meta.
–¿Entonces conoce usted la meta? –
preguntó él.
–Sí –contesté–. Ya te lo he dicho. Partir,
ésa es mi meta.
–¿No lleva provisiones?–preguntó.
–No me son necesarias –respondí–, el viaje es tan largo que moriré de hambre si no consigo aumentos por el camino. No hay provisión que pueda salvarme. Por suerte es un viaje realmente interminable.
9

EL PASAJERO
Me encuentro en la plataforma de un tranvía, completamente en ayunas de mi posición en este mundo, en esta ciudad, en mi familia. Ni siquiera casualmente sabría indicar qué derechos me asisten y me justifican, en cualquier sentido que se quiera. Ni siquiera puedo justificar por qué estoy en esta plataforma, me cojo de esta correa, me dejo llevar por este tranvía. Las personas esquivan el tranvía, o siguen su camino, o contemplan los escaparates: nadie me exige esa justificación, pero eso no importa. El tranvía se acerca a una parada; una joven se acerca a la puerta, dispuesta a bajar. Me parece tan definida como si la hubiera tocado. Esta viste de negro, los pliegues de su falda están casi inmovibles, la blusa ceñida y tiene un cuello fino de encaje blanco, su mano izquierda se apoya de plano sobre el tabique, el paraguas de su mano derecha descansa sobre el segundo peldaño. Su rostro es moreno, la nariz, levemente contraída a los lados, tiene punta redondeada y ancha. Su cabellera es abundante, oscura y se advierte algún vello en su sien derecha. Su diminuta oreja es breve y compacta, pero como estoy cerca puedo ver todo el pabellón de la oreja derecha, y la sombra que produce en su rostro. En ese momento me pregunté: "¿Cómo es posible que no esté asombrada de sí misma, que sus labios estén cerrados y no digan nada por el estilo?"

EL ESCUDO DE LA CIUDAD
Al comienzo no faltó el orden en las disposiciones para construir la Torre de Babel; hubo un orden excesivo, quizá. Se pensó demasiado en guías, intérpretes, alojamientos para obreros y vías de comunicación, como si se dispusiera de siglos. En aquel tiempo la opinión general era que no se debía construir con demasiada lentitud; un poco más y hubieran renunciado a todo, incluso a echar los cimientos. La gente razonaba de esta manera: lo esencial de la empresa es el pensamiento de construir una torre que llegue al cielo. Lo  demás es secundario. Ese pensamiento, una vez comprendida su grandeza, es inolvidable: mientras haya hombres en la tierra, habrá también el fuerte deseo de terminar la Torre. En consecuencia, no debe preocuparnos el porvenir. Al contrario: el saber de los hombres adelanta, la arquitectura ha progresado y seguirá progresando; dentro de cien años el trabajo para el que hoy  precisamos un año se hará quizás en pocos meses, y más resistente, mejor. Entonces, ¿a qué agotarnos ahora? Eso tendría sentido si valiera la esperanza de que la Torre quedara terminada en el tiempo de una generación. Esa esperanza-era imposible. Lo probable era que la nueva generación, con sus conocimientos superiores, condenara el trabajo de la generación precedente y derribase todo lo construido, para recomenzar. Semejantes pensamientos paralizaron las energías, y se pensó menos en construir la Torre que en construir una ciudad para los obreros. Cada nacionalidad quería el mejor barrio, y esto dio lugar a discusiones que terminaban en peleas sangrientas. Esas peleas no tenían fin;
algunos dirigentes opinaban que demoraría muchísimo la construcción de la Torre y otros que convenía aguardar que se restableciera la paz. Pero no sólo en pelear pasaban el tiempo; en las treguas embellecían la ciudad, lo que provocaba nuevas envidias y nuevas peleas. Así pasó el tiempo de la primera generación, pero ninguna de las siguientes fue distinta; sólo aumentó la capacidad técnica y con ella el ansia de guerra. Aunque la segunda o tercera generación reconoció la insensatez de una torre que llegara hasta el cielo, ya estaban demasiado comprometidos para abandonar los trabajos y la ciudad. En todas las leyendas y cantos de esa ciudad está el anhelado vaticinio de un día en el que cinco golpes sucesivos de un puño gigantesco aniquilarán la ciudad. Por esa causa existe un puño en el escudo de armas.

EL SILENCIO DE LA SIRENAS
Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba: Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no
pensó en eso, si bien quizás alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con inocente alegría. Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equiparse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas. En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción. Ulises, (para expresarlo de alguna manera), no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo mas acerca de ellas. Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises. Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían parecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó. La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero  interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo


LA VERDAD SOBRE SANCHO PANZA
Con el correr del tiempo, Sancho Panza, que por otra parte, jamás se vanaglorió de ello, consiguió mediante la composición de una gran cantidad de cuentos de caballeros andantes y de bandoleros, escritos durante los atardeceres y las noches, separar a tal punto de sí a su demonio, a quien luego llamó don Quijote, que éste se lanzó inconteniblemente a las más pocas aventuras; sin embargo, y por falta de un objeto preestablecido, que justamente hubiera debido ser Sancho Panza, hombre libre, siguió de manera imperturbable, tal vez en razón de un cierto sentido del compromiso, a don Quijote en sus andanzas, y obtuvo con ello un grande y útil solaz hasta su muerte.



UN MENSAJE IMPERIAL
(1917)
El Emperador –así dicen– te ha enviado a ti, el solitario, el más miserable de sus súbditos, la sombra que ha huido a la más distante lejanía, microscópica ante el sol imperial; justamente a ti, el Emperador te ha enviado un mensaje desde su lecho de muerte. Hizo arrodillar al mensajero junto a su cama y le susurró el mensaje al oído; tan importante le parecía, que se lo hizo repetir. Asintiendo con la cabeza, corroboró la exactitud de la repetición. Y ante la muchedumbre reunida para contemplar su muerte –todas las paredes que interceptaban la vista habían sido derribadas, y sobre la amplia y alta curva de la gran escalinata formaban un círculo los grandes del Imperio– , ante todos, ordenó al mensajero que partiera. El mensajero partió en el acto; un hombre robusto e incansable; extendiendo primero un brazo, luego el otro, se abre paso a través de la multitud; cuando encuentra un obstáculo, se señala sobre el pecho el signo del sol; adelanta mucho más fácilmente que ningún otro. Pero la multitud es muy grande; sus alojamientos son infinitos. Si ante él se abriera el campo libre, cómo volaría, qué pronto oirías el glorioso sonido de sus puños contra tu puerta. Pero, en cambio, qué vanos son sus esfuerzos; todavía está abriéndose paso a través de las cámaras del palacio central; no acabará de atravesarlas nunca; y si terminara, no habría adelantado mucho; todavía tendría que esforzarse para descender las escaleras; y si lo consiguiera, no habría adelantado mucho; tendría que cruzar los patios; y después de los patios el segundo palacio circundante; y nuevamente las escaleras y los patios; y nuevamente un palacio; y así durante miles de años; y cuando finalmente atravesara la última puerta –pero esto nunca, nunca podría suceder–, todavía le faltaría cruzar la capital, el centro del mundo, donde su escoria se amontona prodigiosamente. Nadie podría abrirse paso a través de ella, y menos aún con el mensaje de un muerto. Pero tú te sientas junto a tu ventana, y te lo imaginas, cuando cae la noche.

ANTE LA LEY
(1914)
Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde.
–Es posible –dice el guardián–, pero ahora, no. Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: –Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo –hasta lo más valioso– en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: –Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. –¿Qué quieres saber ahora? –pregunta el guardián–. Eres insaciable. –Todos buscan la Ley –dice el hombre–.¿Y cómo es que en todos los años que llevo  aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras.  –Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.






Bibliografía

Libros (texto duro)

Kafka, Franz.  Obras completas de Franz Kafka, www.TodoEbook..net, 2924 p.
Kafka, Franz, La muralla china, cuentos relatos y otros escritos, Biblioteca Kafka,
Alianza Editorial, 2003, 296p.
Kafka, Franz, El proceso, fin. Libros del Musicante, Traducción Jorge Zamborsky, p.221, 1976  
 Flores, Ángel, Expliquémonos a Kafka. (Ensayos de varios autores)  Compilación de exegesis y prologo  por Ángel Flores. Editorial siglo XXI, 3era edición, 1998, 211 p.
Lesser, Simon O. La fuente de culpa y el sentido de culpa en Kafka. (El proceso de Kafka),  Compilación de ensayos de Heindrik M.Ruitenbeek, en Psicoanálisis y literatura. Fondo de la Cultura Económica, 1975, 453p.

Hoffmann, Werner. Los aforismos de Kafka. Breviarios Fondo de la Cultura Económica, 2001, 165p.
 Rodríguez Monegal, Emir. Borges Hacia una interpretación El lector como escritor (41-91), Borges y la nouvelle  critique (95-121), en Borges Hacia una interpretación. Ediciones Guadarrama, Madrid, 1976.125p.
 Bachelard,Gaston  El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación del movimiento.  Breviarios Fondo de la Cultura Económica, 2002, p. 310 


Ensayos académicos

FERNANDO CONTRERAS VÁSQUEZTENTATIVA DE LOS ENIGMAS (WALTER BENJAMIN HABLA DE KAFKA)  Ciencias Sociales 100: 103-111, 2003 (II), (PDF)
JUAN ESTEBAN PIZARRO BETANCUR, WALTER BENJAMIN Y SU INTERPRETACIÓN DE FRANZ KAFKA. (PDF).
ESTHER COHEN, Walter Benjamin y Franz Kafka: dos pepenadores en busca del mesianismo profano, Esther Cohen, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM. Acta poética  vol.28 no.1-2 México abr. /nov. 2007, sitio  web.
LILIAN ELPHICK L. Lo grotesco y lo absurdo en tres cuentos de Kafka. Letras de Chile / La Insignia. Cultura.  Chile, diciembre del 2006.
ROXANA RODRÍGUEZ ORTIZ, El realismo fantástico de Franz Kafka, Barcelona 2003. Blog wordpress
PEREDNIK, GUSTAVO D. La judeidad de Kafka, Catoblepas, Revista critica del presente. Número 16 • junio 2003 • página 5, sitio web

Blog y páginas web

MAITE JIMÉNEZ, CON KAFKA CALLAN LAS SIRENAS,  Grand Tour, sitio  web
Jonathan, Crow. The Art of Franz Kafka: Drawings from 1907-1917, Open Culture, February 2014.Sitio web.
WINSTON MANRIQUE SABOGAL, Los dibujos de Franz Kafka. Escritos Críticos JORGE MAJFUD. 04/07/2011

Notas bibliográficas

1. «Observa Ernst Pawel, en su biografía de Kafka (La pesadilla de la razón, 1984), que   la literatura que trata sobre Kafka y su obra ya había producido quince mil títulos en los principales idiomas.» Citado por Gustavo D. Perednik,  en La judeidad de Kafka, D., Catoblepas, sitio web.
2. El conflicto primario y desencadenante  es la relación Padre-hijo, al no resolverlo Kafka busca una salida metafísica o espiritual, eso lo pone en el estrado de Dios-creyente. El tercer conflicto Estado-súbdito, lo asimila Kafka  del emergente estado de la modernidad: burocracia, despersonalización   y estado policiaco. En esa triada de líneas maestras, se desarrolla la mayor parte de la obra de Kafka.  
3. Rodríguez, Ortiz Roxana. El realismo fantástico de Franz Kafka, Barcelona 2003. Blog wordpress  
4. Borges enumera y explica los  precursores de Kafka. Desde Zenón, Kierkegaard, Browning, Han Yu, León Bloy, Dunsany. Dice Borges, en Kafka y sus precursores, de su obra Otras Inquisiciones (1947): «El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro.» Y quisiéramos referirnos a esos precursores y a esa tesis borgiana, aunque solo sea a primera vista.  Una materia son las influencias literarias y otra los precursores. Los  escritores que influyen, obviamente del pasado, lo hacen porque algo de sus escritos modelo alguna parte de los escritos de Kafka. Pero cuando hablamos de precursores, solo se esta identificando un autor, una obra o una parte de un texto que precedió en orden y en parentesco a una obra del presente. Cuando Borges habla del precursor Zenón, citándolo  «El primero es la paradoja de Zenón contra el movimiento. Un móvil que está en A (declara. Aristóteles) no podrá alcanzar el punto B, porque antes deberá recorrer la mitad del camino entré los dos, y antes, la mitad de la mitad, y antes, la mitad de la mitad, y así hasta lo infinito; la forma de este ilustre problema es, exactamente, la de El Castillo, y el móvil y la flecha y Aquiles son los primeros personajes kafkianos de la literatura.»  Ese contenido, por supuesto, que cabe en algunos de los relatos y temas propuestos por  Kafka. Y lo mismo se puede decir de los demás textos que Borges ha identificado como precursores de la obra de Kafka. Y aquí cabe un alto, ignoramos cuales son los criterios de Borges para seleccionar los ejemplos de sus precursores. Y llama la atención más que esos ejemplos, las omisiones. La más a la vista es la de no haber incluido a Ovidio, el poeta latino. Con su obra Metamorfosis. Nos preguntamos, si Kafka leyó a Ovidio. Y si lo leyó hasta que grado la Metamorfosis de Ovidio influyo en la Metamorfosis de Kafka. Pero también  nos preguntamos; ¿por qué Borges, de vastísima cultura, seguro conocedor de Ovidio; no incluyo la Metamorfosis de  Ovidio como uno de los textos precursores de Kafka?  
Pero, sumariamente podemos preguntarnos, si verdaderamente, esa relación es real en términos ya no de parentesco textual; y si  aunque sea, en su más mínima expresión, esos textos precursores, hayan representado algo para comprender mejor la obra de Kafka, o que por lo menos hubiese tenido un mínimo de influencia en la obra del autor checo. Es decir, que posibilidad  real hay de que Kafka, haya leído a esos autores, y si los leyó, que haya leído los ejemplos específicos que cita Borges. Ya que más que escritores precursores, son textos precursores. Porque no es toda la obra de esos escritores la que esta en juicio. Pero aún suponiendo que las haya leído. ¿Cómo determinar qué tanto estas obras alimentaron el  mapa mental de Kafka?  La tesis de Borges, es interesante, pero es exclusiva solo para el lector que ha leído a Kafka o esos autores con su pieza específica. Kafka sale indemne de esa relación. Porque Kafka y sus obras seguirían existiendo, sin mas ni menos, aunque esos escritores nunca hubiesen existido.
El punto final, es que Borges, prescinde del autor, porque va dirigido más al lector, y especialmente al crítico. Finalmente, para cerrar el círculo, con los precursores de Kafka, por supuesto que la tesis de Borges, además de interesante, es lucida y valiosa. Y así lo entendieron  los integrantes de la escuela crítica francesa. (Genette, Barthes, Callois,  Blanchot, Macherey, y hasta Foucault), pensadores y autores que dedicaron sesudos y creativos estudios y exegesis sobre  la obra de Borges. Escritos en donde todo apuntaba a la supremacía del lector sobre el autor, y que el  lector es en parte autor de la obra leída.  Un modelo de crítica que gano terreno desde mediados del siglo XX, y que aún goza de  plena vigencia en la actualidad. Sobre la crítica francesa y Borges, véase  Rodríguez Monegal, Emir. El lector como escritor (41-91), Borges y la nouvelle  critique (95-121), en Borges Hacia una interpretación. Ediciones Guadarrama, Madrid, 1976.
5. Tanto Gershom Scholem, como Walter Benjamin lo interpretan desde esas corrientes.  Scholem, mantiene la tesis de que el mundo de Kafka era una revelación. «Según la interpretación religiosa de Scholem: El mundo de Kafka es el mundo de la Revelación, claro que en la perspectiva en la que se dirige de nuevo a su propia Nada. […] La imposibilidad de realización de lo revelado es el punto en el que coinciden de la forma más exacta una teología rectamente entendida […] y aquello que da la clave para entender el mundo de Kafka. […] Y el problema […] no es su ausencia en un mundo preanimista, sino su imposibilidad de realización.»  Mientras que Benjamin, sostiene que Kafka habitaba dos mundos, el del misticismo  y el del hombre angustiado del mundo moderno. Afirma que  «La obra de Kafka es una elipse, cuyos focos, muy alejados entre sí, están determinados, por un lado, por la experiencia mística (que es, sobre todo, la experiencia de la tradición), y por otro, por la experiencia del hombre moderno de la gran ciudad.»  Véase, Soto, Adrian en  Misticismo y política en Kafka. Correspondencia entre Walter Benjamin y Gershom Scholem,  
6.  Perednik, Gustavo D., ob., cit.,
7. Expliquémonos a Kafka. (Ensayos)  Compilación de exegesis y prologo  por Ángel Flores. Editorial siglo XXI, 3era edición, 1998, introducción. p.16
8. Esther Cohen, Walter Benjamin y Franz Kafka: dos pepenadores en busca del mesianismo profano, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM. Acta poética, vol.28 no.1-2 México abr. /nov. 2007, pagina web. Este sentido de la pequeñez y partir de los despojos, harapientos, traperos, que Cohen advierte en Kafka, trasladado a ser un recogedor de lo descartable y lo más insignificante. Es un acierto cierto emparejarlo con  Benjamin también. Solo recordemos que para Benjamin, Ángel de la historia, iba a rehacer la historia partir de los escombros de la propia historia. Cuando Kafka, se vale de  lo mas insignificante de los hombres, de los despojos, esta también anunciando un mundo de marginalidad y de exclusión. Solo pensemos en los relatos El artista del hambre o El artista del trapecio.   
9. Perednik, Gustavo D. Perednik., ob. cit. Ver también, Expliquémonos a Kafka. (Ensayos)  Compilación de exegesis y prologo  por Ángel Flores. Editorial Siglo XXI, 7-22p.
10. Alicia Migdal  Kafka: Amo la existencia que tú me otorgas. Algún día en alguna parte. Pareceres varios del mundo de el arte y la literatura, sitio web.
11. Dora Diamant , la vida sin Kafka, por Keith Diamant. Reseña El Cultural.Publicado 4th August 2009 por Andrés Capelán, en Visiones.  
12. Los dibujos de Kafka y ese pensar  en imágenes que se le atribuye,   son elementos que se integran, ambos de naturaleza distinta, pero que unificados permiten tener una brevísima y sumaria Ars visual, visión de conjunto que operaba en la mente de Kafka. Los dibujos, para ilustrar su diario, cartas, cuentos. No sabemos hasta que punto se valía constantemente de este hábito al escribir. Pero como él dice, había una correspondencia entre ambos: el texto y los dibujos.  Seguramente en esas imágenes embrionarias, pasaban por su mente  variantes diferentes. Y volaban con rapidez, su pensamiento era siempre más rápido que su ejecución pictórica. Lo de pensar en imágenes es en referencia a sus aforismos, de marcada religiosidad  y en el contexto del misticismo judío.  (Véase nota bibliográfica 15)
13. “Quick, minimal movements that convey the typical despairing mood of his fiction” says Hartigan of Kafka’s art. “I am struck by how these simple gestures, these zigzags of the wrist, contain an economy of mark making that even the most experienced artist can learn something from.” The Art of Franz Kafka: Drawings from 1907-1917, Open Culture. (La traducción del ingles al español es de Plaza de las palabras)
14. “In his book Conversations with Kafka, Gustav Janouch describes what happened when he came upon Kafka in mid-doodle: the writer immediately ripped the drawing into little pieces rather than have it be seen by anyone. After this happened a couple times, Kafka relented and let him see his work. Janouch was astonished. “You really didn’t need to hide them from me,” he complained. “They’re perfectly harmless sketches.” The Art of Franz Kafka: Drawings from 1907-1917, Open Culture. (La traducción del ingles al  español es de Plaza de las palabras)
15. “Kafka slowly wagged his head to and fro – ‘Oh no! They are not as harmless as they look. These drawing are the remains of an old, deep-rooted passion. That’s why I tried to hide them from you…. It’s not on the paper. The passion is in me. I always wanted to be able to draw. I wanted to see, and to hold fast to what was seen. That was my passion. The Art of Franz Kafka: Drawings from 1907-1917, Open Culture.  (La traducción del ingles al español es de Plaza de las palabras)
16. Hoffmann, Werner,  Los aforismos de Kafka. Breviarios Fondo de la Cultura Económica, 2001, p. 143 p.
17. Hoffmann, W. Ibíd.,  p. 87
18. Hoffmann, W. Ibíd.,  p. 31.
19. Hoffmann, W. Ibíd.,  p. 128.
20. Bachelard, Gaston.  El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación del movimiento.  Breviarios Fondo de la cultura Económica, 2002,  p.83 
21. Hoffmann, W. ob., cit., p.89.
22. Hoffmann, W. Ibíd., p. 103.
23. Hoffmann, W. Ibíd.,  p.103.
24. Lilian Elphick L, Lo grotesco y lo absurdo en tres cuentos de Kafka. Lilian Elphick L. Letras de Chile / La Insignia. Cultura.  Chile, diciembre del 2006.
25. Hoffmann, W. ob. cit., 121 p.
26. Perednik,Gustavo D. ob., cit., sitio web
27.Perednik, Gustavo D.  Ibíd., sitio web
28. Hoffmann, W. ob. cit., p.101.
29. Preparativos  para una boda en el campo, (225) citado por Werner Hoffmann, p. 115
30. Kafka, Franz. El proceso, capitulo X, El fin. Libros del Musicante, Traducción Jorge Zamborsky, p.221, 1976
31. Trascribimos una declaración integra de María Kodama, viuda de Borges, en una entrevista a Radio Checoslovaquia en el marco del Simposio Kafka-Borges, celebrado en Praga. Declara Kodama: «Una mañana nos despertamos en Estados Unidos y él me dijo que iba a dictarme un poema, al que le puso un título en alemán, Ein Traum, que quiere decir un sueño. Es un poema muy breve donde el protagonista es Kafka. Borges siempre corregía, vivía corrigiendo. Ese poema me llamó la atención porque al cabo de dos reediciones no lo había corregido. Entonces yo le pregunté: ‘Pero Borges, qué extraño. Corrige todo y eso no’. Y él me dijo: ‘Ah, no puedo, porque ese poema no es mío, ese poema me lo dictó Kafka en un sueño, no es mío, es de Kafka, entonces yo no lo puedo tocar’. Y es el único poema en toda su obra que jamás fue corregido». Czech Radio, sitio  web.
32. Bachelard, Gaston. ob., cit., p. 310 
33. Elphick L., Lilian,ob.cit.,
34. Véase la nota bibliográfica 24


Enlaces

Obras completas de Franz Kafka, www, www.TodoEbook..net,

The art of Franz Kafka: Drawings from 1907-1917 Open Culture, 2014

http://www.openculture.com/2014/02/the-art-of-franz-kafka-drawings-from-1907-1917.html






Créditos de las ilustraciones

Collage con base a fotos de Kafka, Google Imágenes
Escritorio con hombre sentado, dibujo por F.Kafka
El corredor, 1907, dibujo por F.Kafka. Open Culture
Tres corredores, 1912-1913, dibujo por F.Kafka. Open Culture
Hombre de negro camina, Franz Kafka.
El pensador, 1913, dibujo por F.Kafka, Open Culture
Cerca con hombre, dibujo por F.Kafka
Jinete y caballo, 1917,  dibujo por F.Kafka. Con todos ustedes, el dibujante Franz kafka
4 jul. 2011.
 Los que pasan corriendo, 1908, dibujo por F.Kafka Con todos ustedes, el dibujante Franz Kafka, 4 jul. 2011.
El esgrimista, 1917, dibujo por F.Kafka. Open Culture
Firma de Franz Kafka, Google Imagen

Franz Kafka a los 5 años, foto, 1888, Wikipedia