Plaza de las palabras,
inicia su nueva sección Orbis & Urbis, dedicada al espacio y
los espacios : el movimiento de lo urbano, la escultura de la fotografía, los
modos y modas de lo humano, la arquitectura de la mirada, el diseño literario, la
sociología de las calles, la filosofía
de los parques, el lenguaje de los callejones, la lectura de los
signos, los rascacielos de la de la música . Con el articulo Manual
para observar al humano en la ciudad, por Marcus Hurst. Sección espacio que no están lejano a la observación
literaria. Solo pensemos en Charles Baudelaire y Walter Benjamin como típicos flaneur
o en ese otro rasgo agregado de voyeur o diletante. Es en la ciudad donde el hombre se enfrenta con
lo cotidiano, y es en la ciudad donde el hombre sale libertador o cautivo. Al
decir de K. Kocis la ciudad es sinónimo de acontecimiento. La observación aguda, el detalle al paso, la
imaginación urbana. Contribuyen para una arquitectura de la imaginación o lo
que Kocis llamaba la arquitectónica. La ciudad
moderna que viene desde la polis griega, pasa por el enclave medieval y tiene su explosión en
las ciudades de principios del siglo XX. Es en ella donde se integra y se
rebela la naturaleza humana.
Todas las
vanguardias de inicios del siglo XX, fueron netamente urbanas. Charles Dickens retrato
Londres, James Joyce se posesiono de Dublín como modelo para sus cuentos Dublineses, y su novela Ulises. Herman Hesse nos describe
aquella leyenda urbana del Lobo estepario, Ítalo Calvino hizo una imaginería de
las ciudades invisibles. El filosofo Karel Kocis, hizo una magnifica semblanza
de la ciudad moderna con su ensayo La ciudad
y lo poético. Julio Cortázar tiene un par de cuentos que abordan el
fenómeno urbano desde lo peculiar, en su cuento Manuscrito hallado en una botella, en que el personaje especie de
voyeur que persigue visualmente a las mujeres. O su otro cuento Texto en una libreta, acerca del flujo de personas que entran y salen en sub en Buenos Aires. El también argentino, Sergio
Chejfec, en su cuento o texto, El testigo, narra un hipotética
reconstrucción de las calles de Buenos aires, con una diferencia de 6 décadas. Imaginería
que lo lleva a utilizar la guía telefónica para seguir la pista de nombres de
personas y calles. El espacio urbano como reflexión de lo humano pero también
de la mano con la ficción. Por que al fin y al cabo la gran metáfora del siglo
XXI, es la ciudad. Ciudad moderna y tecnológica, que aspira no solo a
convertirse en naturaleza, sino integrar el paisaje natural en el paisaje
humano.
Marcus Hurst
en este artículo hace una reseña del libro How
to Study Public Life del urbanista Jan Gehl, hace un recorrido moderno y genérico
por la ciudad del siglo XXI. Señala el
autor, “Trackear: Para observar el
movimiento de ciudadanos en zonas amplias se puede optar por seguir a un sujeto
de forma discreta sin que se dé cuenta, y podemos pensar en aquel personaje de
Poe, Un hombre dela multitud. Pero advierte
que “debe ser lo más neutral posible,
actuar como el que mira desde el banquillo, un ente invisible que tiene que
mantener una perspectiva global. Cualquiera que decida examinar a las personas
a desenvolverse por una ciudad rápidamente se dará cuenta de que hay que ser
metódico para conseguir información útil en la compleja y confusa vida del
espacio público”. Para él, citando a Gehl, todo descansa en “en el arte de la observación.” Un arte
que al paso del tiempo se ha perdido, se ha diluido, ante la multiplicación de ruido y
la avalancha de imágenes. Y ese torrente de información que costruye el hombre
virtual. Pero también de la fascinación y lo ilusorio. Polaridad que se tensa
entre el homo faber y el homo ludens. Pero que también presenta
otros tipos de hibridaciones el homo orbis planetario y el homo urbis agazapado. Si Beuman habla de la sociedad liquida y
Milan Kundera de la levedad del ser. No tendremos también un homo fugit.
Manual para observar al humano en la ciudad
¿Por qué importa estudiar el comportamiento del humano en la ciudad? El urbanista Jan Gehl responde a esta pregunta en su libro Studying Public Life
POR MARCUS HURST
Cuando Jan Gehl
observa a los humanos se parece a un naturalista perdido en la sabana africana.
El urbanista danés ha dedicado su vida profesional a estudiar al Homo Sapien en el hábitat urbano. Una
disciplina tan poco analizada que, según dice, “sabemos más sobre la creación
de entornos saludables para los osos panda que para el ser humano”.
En su libro, How to Study Public Life, escrito junto
a Birgitte Svarre, Gehl comparte algunos de los métodos que utiliza para
estudiar y examinar a los seres humanos en entornos urbanos.
El acechador del
espacio público “debe ser lo más neutral posible, actuar como el que mira desde
el banquillo, un ente invisible que tiene que mantener una perspectiva global.
Cualquiera que decida examinar a las personas a desenvolverse por una ciudad
rápidamente se dará cuenta de que hay que ser metódico para conseguir
información útil en la compleja y confusa vida del espacio público”.
Hacerlo está al
alcance de cualquiera pero es posible entrenar el ojo “en el arte de la
observación”, dice Gehl en el libro.
El papel y el
lápiz son las herramientas más importantes para iniciarse en esta actividad.
Sirven para anotar observaciones puntuales o medir el número de peatones en una
determinada zona. “Todo se puede contar. El número de personas que pasan por un
sitio, sus géneros, si sonríen o no, si caminan solos o en grupo, cuántos son
activos, cuántas personas hablan por el móvil. Pronto te das cuenta de que la
vida de una ciudad se mueve en ritmos de forma similar a un pulmón”.
8 HERRAMIENTAS
BÁSICAS PARA ESTUDIAR EL ESPACIO PÚBLICO
Para hacer un
análisis adecuado de la calle, el arquitecto de 77 años considera los
siguientes instrumentos como imprescindibles.
Mapear: ofrece
una manera de representar los datos recogidos en una zona determinada.
La interacción
social trazada según la cantidad de tráfico de cada una. Fuente: ¿El tráfico
mata la vida en las calles?
Trazar: los
movimientos de las personas pueden ser trazados en la zona que se está
estudiando. Proporciona información básica sobre patrones y movimientos en un
espacio determinado.
Trackear: Para
observar el movimiento de ciudadanos en zonas amplias se puede optar por seguir
a un sujeto de forma discreta sin que se dé cuenta o acordar de antemano con
alguien para hacerlo. Es posible que lleven un GPS encima para facilitar la
recopilación de los datos. Otra opción es observar desde una ventana en alto.
Buscar rastros:
La actividad humana normalmente deja restos como basura en la calle, suciedad,
marcas sobre el césped que contienen información sobre la vida en la ciudad.
“Unas huellas en la nieve pueden proporcionar pistas sobre las rutas que toma
la gente en una plaza con césped. Si hay mesas o sillas en la calle puede
significar que los residentes se sienten los suficientemente cómodos para
trasladar su salón a la calle”.
Fotografiar: Una
parte esencial del estudio de la vida en el espacio público consiste en
documentar las situaciones donde la vida urbana interactúa. “Es una forma de
humanizar los datos. Se pone el énfasis en las interacciones y las situaciones
que se producen en la calle”. Aquí Gehl recomienda el uso de vídeosTime-Lapse.
Mantener un
diario: Sirve para registrar detalles y matices sobre la interacción entre la
vida en la calle y el espacio público. Se usa para anotar observaciones en
tiempo real y las distintas actividades que realizan.
Paseos piloto: “Realizar un paseo mientras se
observa la vida que se desarrolla en ella puede ser algo rutinario, pero el
objetivo es que el observador sea capaz de notar problemas y detalles que se
puedan mejorar”, dice Gehl. En algunos paseos piloto realizados en Sydney, el
arquitecto encontró que en las rutas peor diseñadas, el peatón pasaba 52% de su
tiempo de viaje esperando en semáforos para llegar de un lugar a otro.
“La tecnología tiene un papel muy importante y lo tendrá más en el futuro. Pero la observación personal y humana sigue siendo importantísima”, defiende el danés.
¿Y ESTO PARA QUÉ SIRVE?
“¿Cómo vas a
saber dónde situar los distintos servicios en una plaza sin observar como el
humano actúa en ella?”, señala Gehl. La calle está llena de pistas para crear
ciudades más amables.
Un parque con
una presencia alta de mujeres suele indicar que es un lugar seguro. “Si se
encuentra una bajada reiterada de su presencia significa que la sensación de
seguridad está bajando”. Gehl se basa en investigaciones como la que realizó en
Bryant Park (Nueva York), donde encontró que el equilibrio óptimo era un 52%
mujeres versus 48% hombres entre la 1 y las 6 de la tarde.
Esto no es todo.
“La velocidad en la que camina un individuo cuando pasa por un lugar
determinado y el tiempo que se para en sus rincones puede proveer de
información sobre la calidad de ese espacio”.
En un estudio
realizado por Gehl en la calle Stroget en Copenhague, en enero de 1968, el
arquitecto encontró que las personas cubrían de media 100 metros en 62 segundos
con una temperatura de -8 grados. Las personas que más rápido cubrían el
trayecto lo lograban en 48 segundos, equivalente a una velocidad de 6
kilómetros por hora.
Cuando realizó
este mismo estudio en 1968 a finales de julio y con 20 grados de temperatura,
encontró que las personas tardaban una media de 85 segundos para cubrir esos
mismos 100 metros a pie. “Con un flujo casi igual en ambos días la sensación de
densidad era mucho más alta en el día caluroso”.
“Las personas
caminan más rápido durante la mañana y la tarde. Se lo toman con más calma a
mediodía. Como era de esperar se mueven más rápido entre semana que los fines
de semana”.
Estudiar estos
factores es importante para determinar la distancia que un ciudadano está
dispuesto a caminar para usar el transporte público, por ejemplo. “No es
necesario hacer una renovación muy cara para invitar a la gente a quedarse más
tiempo. Aun así, si deciden hacerlo, una invitación o un estímulo puede influir
en la percepción de si es un lugar dinámico donde merece quedarse”.
¿CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ?
Esto que parece
tan obvio es algo que muchos planificadores urbanos dejaron de hacer a partir
de los años 60. Las maquetas y los planes maestros empezaron a dictar las
decisiones en los ayuntamientos. El contacto con la calle y sus palpitaciones
se marginó y se olvidaron de lo más importante, el factor humano a pie de
calle.
Al mismo tiempo,
por primera vez el ciudadano occidental empezaba a gozar de más tiempo libre.
La semana de trabajo se acortó y se incrementaron los días de vacaciones. Hasta
entonces, gran parte del tiempo estaba dedicado al uso del espacio público para
fines productivos como ir a trabajar o desarrollar una actividad comercial con
excepción de los fines de semana. Ahora la calle empezaba a ser un lugar para
caminar sin rumbo. Un lugar para pasear, sentarse en un banco y leer el
periódico o simplemente observar a las personas que pasaban por allí.
Sin embargo,
muchos ciudadanos se encontraron con la construcción de nuevos barrios que
ignoraban completamente la posibilidad de crear ciudades adecuadas para este
cambio de hábitos.
“La
planificación urbana moderna no prestaba atención a la interconexión, el
espacio entre edificios. Se impuso el principio Radburn, que dictaba que se
tenían que crear espacios segregados para el peatón y los coches. Era
preferible que los vehículos motorizados circulasen por zonas donde no había ni
siquiera aceras. Los peatones, en cambio, tendrían espacios delimitados,
centros ajardinados para caminar separados. El problema con esta teoría, que
tenía bastante sentido en abstracto, es que en la práctica no prestaba atención
a las interconexiones, al espacio entre los edificios”.
Propuesta de
Gehl Architects para peatonalizar la calle aledaña al río Moscova en Moscú
La separación
acabó creando una segregación entre actividades. Lugares de trabajo que se
quedan desiertos por la noche, barrios dormitorios y zonas muy específicas para
hacer la compra. Los barrios acabaron desconectados entre sí.
Esta ideología
en su encarnación más extrema proponía construir un autopista por el centro de
Greenwich Village y (parte de Central Park), un barrio degradado y artístico
que a pesar de todo tenía una vida social única en la ciudad. El activismo de
Jane Jacobs, una periodista residente en la zona reconvertida en urbanista,
logró paralizar este despropósito impulsado por el temible Robert Moses.
“Para Jacobs, un
buen espacio era una conjunción de factores sociales, económicos, físicos y de
diseño. Ella objetaba a las soluciones que se aplicaban por igual en todas
partes. Cada lugar tenía sus particularidades y había que salir al a calle para
estudiarlas”.
Las experiencias
de Jacobs inspiraron a Gehl para empezar a mirar a las ciudades desde otra
perspectiva en los años 60. Pero no fue lo único que cambió su manera de ver la
arquitectura. Su mujer Ingrid Gehl, era psicóloga y le llamó la atención lo
poco que su marido tenía en cuenta las personas cuando empezó su carrera en
esta disciplina.
Gehl ha
conseguido junto a otros arquitectos empezar a recuperar la ciudad para los
peatones. Fue el artífice de la peatonalización en Times Square, es una de las
piezas claves en el desarrollo ciclista de Copenhague y ha trabajado en
proyectos en Melbourne, Londres, Chongqing, México DF y Sao Paulo.
Implantación de
espacios peatonales en Broadway (Gehl Architects) Fuente: Plataforma Urbana
“Casi todas las
ciudades tienen departamentos de tráfico con datos precisos sobre cuántos
coches circulan por las grande arterias mientras que es casi inaudito encontrar
departamentos que midan el movimiento de los peatones y el desarrollo de la
vida en la vía pública”.
Algo tan básico como
contar el flujo peatonal en determinadas zonas puede ayudar a tomar mejores
decisiones en la ordenación de ciudades. Estos datos tienen que ser recopilados
a lo largo de mucho tiempo para poder compararlos. “Un dato por sí solo no vale
para nada”, reclaman Svarre y Gehl en su libro.
Tampoco hay que
dejarse llevar solo por números crudos, argumenta el danés. “Un conocimiento
básico permite acomodar las necesidades de mujeres, niños, ancianos y
discapacitados, grupos que frecuentemente no son tenidos en cuenta”.
Como modelo está
Copenhague, que cada 10 años realiza una auditoría de la vida en el espacio
público. Cuando pensamos en esta ciudad danesa, una de las primeras cosas que
suelen venir a la cabeza es sus políticas pioneras a favor de la bici y los peatones
pero no siempre fue así.
“Cuando se
peatonalizó la calle Stroget por primera vez en 1962 hubo una oposición
importante que dijo que eso no funcionaría nunca. Decían que esto no encajaba
con el estilo de vida escandinavo y era más propio de Italia”, observó Gehl en
una entrevista con Yorokobu en 2010. Con consenso político y políticas sensatas
se ha conseguido construir una de las ciudades más sostenibles del mundo.
¿Qué significa
una ciudad vivible?
Detrás de la
disciplina que imparte Gehl está una ideología clara que propone recuperar el
espacio público para el ciudadano. Un objetivo que el danés considera resumido
a la perfección en esta frase de Ray LaHood. “Una ciudad vivible significa
poder llevar a tus hijos al colegio, ir a trabajar, visitar el médico, hacer la
compra, salir a cenar y ver una película y jugar con tus niños en el parque sin
tener que meterte en un coche”.
Es una guerra
sin belicismo en la que se recuperan las ciudades para las personas y se relega
el coche a un segundo plano. Una batalla que Gehl sigue luchando en todo el
mundo.
12 CRITERIOS
PARA CREAR UN BUEN ESPACIO PÚBLICO PARA EL PEATÓN
1) Protección
contra tráfico y accidentes
2) Protección
contra crimen y violencia (Vida en la calle, estructura social, identidad,
iluminación durante la noche)
3) Protección
contra estímulos desagradables (ruido, humo, malos olores, suciedad)
4) La opción de
caminar (espacios adecuados para hacerlo, cambios de nivel bien diseñados)
5) La
posibilidad de estar de pie (zonas de descanso, apoyos físicos para hacerlo)
6)
Infraestructura para sentarse (bancos para descansar)
7) La
posibilidad de observar (líneas de visión sin obstáculos, buena iluminación
durante la noche)
8) La posibilidad
de escuchar y hablar (ruido moderado, distancia entre los bancos)
9) Escenarios
para jugar y relajarse (jugar, bailar, música, teatro, discursos improvisados,
distintas edades y tipos de personas)
10) Servicios a
pequeña escala (señales, mapas, papeleras, buzones)
11) Diseño para
disfrutar de elementos climáticos (sol, calor, frío, ventilación, estética)
12) Diseño para
generar experiencias positivas (cualidades estéticas, plantas, flores,
animales)
Créditos
Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst
Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst
Manual para
observar al humano en la ciudad por Marcus Hurst. Revista Yorokobu. Febrero 2014
Enlace a la fuente original
Ilustraciones
Veduta di città sul mare, 1300-1348, por
Ambrogio Lorenzetti:
Foto 1 Tipical central city block
Foto 2 Social interaccion (figure 3)
Foto3 Ampliación de esquinas
Foto 4 Galen Center everyday
Foto 5 An
inaccessible riverfront
Foto 6 Implantación de espacios peatonales en Broadway (Gehl
Architects) Fuente: Plataforma
Urbana