Rebeca Becerra
Abril 2015
Memorial es
un poema al cual no afecta ni lo hará el paso del tiempo porque es la suma de
tiempos contenidos; el de la infancia (pasado), el de la adultez del poeta
(presente) y el futuro, probable soledad. Un texto anecdótico donde el
espacio-tiempo se complementa de manera poética.
Dice Paredes
“el manso oleaje del tiempo nos vuelve al origen”, “…el tiempo es retorno pero
noretroceso sino como avance infinito hacia el punto de partida, recorriendo la
circunferencia finita para volver al mismo punto”[1] al tiempo del origen,
donde se da la vida. El tiempo nos transporta a otro tiempo que se ha
transformado en recuerdo, evocación de vivencias. En este sentido somos tiempo
y recuerdo, pero más que esto somos prisioneros (as) del tiempo que es
evocación y del espacio que es realidad. Es este espacio-tiempo el que nos
construye, crea y nos extingue. El tiempo teje y desteje nuestra realidad.
En el poema
pasado/presente corren de forma paralela. El “volver” física o en evocaciones
lleva al poeta a la confrontación de varias realidades como por ejemplo la
vivida:
“uno
vuelve
al lugar donde dejó su vida”
Paredes es
enfático al separar el pronombre “uno” que al mismo tiempo toma la
significación de número y el verbo “vuelve” porque de antemano sabe que ese
volver tiene que hacerse solo, solamente uno vuelve, convertido en uno solo
como se fue de ese lugar, donde para Paredes dejó no parte sino su vida
completa, o la vida de ese pasado evocado. Vuelve al origen de su ser, es un
volver ontológico no una simple visita a la casa materna/paterna.
La otra, es
una realidad que no se vivió en esa sino en otra realidad (ausencia), la cual
provoca rabia:
“la rabia no es igual crece sin tregua
está fiera-en-asecho
y por dentro nos dice no es posible el perdón a estas alturas”
El perdón en
la realidad del presente es imposible, el oleaje manso del tiempo, las mismas
horas repetidas en el reloj del pueblo lo han transformado todo. Ya no queda
quien pueda perdonar la ausencia. El tiempo ha asesinado a los seres queridos y
surge una soledad universal aquí o allá, a donde vaya el poeta. El volver se
torna en desencuentro.
“y no hay madre que diga te esperábamos siempre
ni padre que nos cobre a regaños la ausencia”
El poeta ha
perdido y pagado la ausencia por vivir un tiempo en otra realidad “necesaria”.
La evocación es sumamente dolorosa, pero no más que la reflexión ante el
regreso-desencuentro, que bien define Paredes:
“esta-aquella la casa
la criatura llorando por bocado
y el patio con abuelos esperando la muerte a todas horas
uno vuelve y no hay perro que alegre su cola por nosotros
no hay quien diga siquiera es duro este lugar por qué volviste”
Confrontado,
el poeta, se encuentra perdido, ya no sabe si es esta o aquella casa o las dos
a la vez donde el ser experimenta desolación y ausencia en la presencia. Sin
embargo hay elementos en los que se reconoce aun:
“sólo antiguas preguntas y lo mismo terrible
la iglesia y sus mendigos
el espanto y sus jueces
el silencio y su estirpe faltándole el respeto a las estatuas”
Para Paredes
el tiempo en estos elementos ha quedado inmóvil, a pesar de su paso hay cosas
que no cambian, son “lo mismo terrible” dice. “Por un lado, la negación del
movimiento del tiempo puede convertirse para el poeta en un anhelo; en la otra
cara de la moneda, en una forma de burla al tiempo inexorable para mantener un
asidero existencial, pero paradójicamente, la negación de movimiento temporal
no deja intactos los planos del pasado y el futuro, sino que se inmiscuye en
ellos destruyéndolos desde la raíz, dejando un pasado irrecuperable y un
amanecer inalcanzable”[2].
En un verso
expresado entre paréntesis como una acotación que distancia los planos
temporal-espacial, Paredes reafirma que el irnos, el huir de “las mismas horas
que urgieron nuestra infancia”,el dejar la casa o el pueblo, el país
(origen-vida), no nos asegura la conquista del mundo que soñamos cuando niños o
adolescentes. Tampoco la conquista de la palabra.
“(el mundo apenas nuestro qué jodida)”.
[1] Juan
Carlos del Río en Mercedes Izquierdo Galindo 2010. Espéculo. Revista de
estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.
http://www.ucm.es/info/especulo/numero45/imtrilce.html
[2]Galindo,
Mercedes Izquierdo. El juego de la imaginación en Trilce. El tiempo, un crisol
de pérdida. Universidad de Murcia. Sf.
http://rebeca-becerra.blogspot.com/
Publicado por Rebeca Becerra en 14:53