Página 10. Nuevas proyecciones cosmopolitas. La influencia de las tecnologías en la literatura latinoamericana contemporánea (Ensayo), por Mariela Herrero. Post Plaza de las palabras.





Plaza de las palabras continuando con la sección Página 10, presenta un ensayo de la investigadora argentina, Mariela Herrera*, acerca de la influencia de las tecnologías en la literatura latinoamericana, interesante tema, que brinda una perspectiva sobre una corriente  actual y crucial en esos campos en que la frontera cada vez es más borrosa. Y que  va produciendo hibridaciones en la manera de escribir, leer y hacer literatura.  Ensayo bien documentado y  provocativo para el  escritor y lector acucioso


Nuevas proyecciones cosmopolitas. La influencia de las tecnologías en la literatura latinoamericana contemporáneaNew cosmopolitanism projections. The influence of technology in contemporary Latin American literature


Mariela Herrero

Resumen: Tomando como punto de partida la noción de cosmopolitismo se intenta analizar una serie de reconfiguraciones que la literatura latinoamericana contemporánea ha venido experimentando, en las últimas décadas, en sintonía con el desarrollo de las tecnologías de la proximidad (radio, cine, tv, video, web, entre otras). Interesa particularmente pensar a la literatura contemporánea en relación con el progresivo avance de la tecnologización y los consecuentes procesos de globalización y mundialización que han tenido lugar, lo que nos lleva a plantear en qué medida los intercambios y/o préstamos que se producen dan cuenta de una amalgama cultural que se regenera constantemente y alimenta renovadas formas de cosmopolitismo. Se ha demostrado que términos como estabilidad, fijeza, inmovilidad, pasividad no pueden ya, de ninguna manera, vincularse a la realidad latinoamericana; sino que por el contrario, lo que se lee es una tendencia de la ficción por intentar legitimarse al nombrar, copiar, plagiar, parodiar pero así también al absorber, a asimilar, a deglutir toda la tradición literaria (ya sea europea o latinoamericana) Se trata de observar una forma de cosmopolitismo refuncionalizado, cuyo modelo productor ya no es meramente la literatura universal en el sentido en que la entendía Borges, sino la apropiación y la puesta en uso de la creciente cultura audiovisual, mediática y tecnológica que permea las realidades sociales e individuales de los escritores
Palabras clave: Cosmopolitismo; Literatura latinoamericana; Tecnologías; Globalización.


Abstract: Taking the notion of cosmopolitanism as a starting point, this paper intends to analyze a series of reconfigurations that the Latin American contemporary literature has come to experiment, in the last decades, in tune with the development of the technologies of the proximity (radio, cinema, televisiónvídeo, web, among others). It is particularly interesting to think about contemporary literature in relation to the progressive advance of technologization and the subsequent process of globalization that has taken place, which leads us to posit in what way the exchanges and/or borrowings that occur can illustrate a cultural amalgam that regenerates itself constantly and fuels renewed forms of cosmopolitanism. It has been shown that terms such us stability, fixity, immobility, inaction can not be linked to Latin American reality anymore; but on the contrary, which is read is a tendency for fiction to try to legitimize itself by naming, copying, plagiarizing,  parodying but also by absorbing, assimilating, eating the entire literary tradition (either European or Latin American). It is about observing a form of cosmopolitanism with a different function, which production model is no longer merely the universal literature as Borges understood it, but the appropriation and the use of the increasing audio–visual, media and technological culture that permeates the social and individual realities of the writers.Keywords: Cosmopolitanism; Latin American literature; Technologies; Globalization.

El planteo de Jesús Martín Barbero (1999), según el cual el mapa cultural de América Latina ha venido sufriendo evidentes modificaciones en cuanto a, sobre todo, el modo de experimentar la pertenencia a un territorio común y de vivir la idea de identidad nacional como un todo coherente y desproblematizado, indica que aquella noción de homogeneidad cultural resulta no sólo caduca sino especialmente falsa puesto que ya desde los tiempos de la colonia se trató de esconder la densa multiculturalidad de que está hecho lo latinoamericano (301). Una multiculturalidad que hace estallar la correspondencia entre nación1 e identidad al tiempo que proyecta nuevas modalidades y formas de pensar, sentir y vivir la ciudadanía. Se trata de una "multiculturalidad que desafía nuestras nociones de cultura, de nación y de ciudad, los marcos de referencia y comprensión forjados sobre la base de identidades nítidas, de arraigos fuertes y deslindes claros" (299).

Esta reconfiguración del mapa cultural sucede al tiempo que la modernidad se ve "desbordada", según Arjun Appadurai, a causa de los crecientes movimientos migratorios y el progresivo desarrollo de las tecnologías de la comunicación. Es decir, hay una dinamización de la cultura que ya no puede entenderse como un conjunto de particularidades estáticas, definitivas y definitorias puesto que tanto los desplazamientos poblacionales que van del campo a la ciudad, como las nuevas fuerzas tecnológicas provocan un desvanecimiento de las fronteras entre posiciones,  que además de borrosas se muestran también móviles, lo que genera un traslado de sentido de las identidades culturales "etnias, razas, géneros", tanto como de posiciones ideológicas y políticas, que se confunden y encabalgan (Barbero; 1999: 301).

La cultura de fin de siglo se torna un objeto de análisis complejo, oscilante, y proyecta sus alcances transformadores a la época presente. Hay una nueva significación de mundo que viene de la mano de fenómenos también resistentes a las cristalizaciones. Cosmopolitismo2, realidad global, nuevas tecnologías (por mencionar algunas en líneas generales) nos permiten observar no sólo los desgarramientos sino también las posibilidades de conformar la propia vida y la convivencia en la mezcolanza cultural, puesto que, como señala Barbero, "esa mirada cosmopolita no tiene nada que ver con sueños o delirios de una confraternización general de los pueblos o con los de una república universal. La mirada cosmopolita ve al mundo en la vastedad de sus conflictos y la heterogeneidad de sus culturas, y es precisamente la novedad radical de esos procesos la que trata de asumir".

De lo que se trata en este trabajo es de revisar una de esas tantas posibilidades que se abren cuando ponemos en relación la literatura y el mundo. Esto es, de pensar ¿qué sucede cuando ese cosmopolitismo que conmueve las bases de la realidad nos llega segmentado a través del progreso tecnológico y los medios que de él se hacen eco? ¿Cuáles son las afectaciones que la literatura experimenta cuando la mediación tecnológica de la comunicación deja de ser meramente instrumental para espesarse, densificarse y convertirse en estructural?

Según el planteo de Appadurai (2001) "los medios dan un nuevo giro al ambiente social y cultural dentro del cual lo moderno y lo global suelen presentarse como dos caras de una misma moneda. Aunque siempre cargados de un sentido de la distancia que separa al espectador del evento, estos medios de comunicación, de todos modos, ocasionan la transformación del discurso cotidiano" (7), esto indica, por un lado, la peculiaridad de la tecnología de contribuir a la creación de nuevas formas de acción e interacción en la sociedad; pero además sugiere la idea de una desespacialización de los discursos, una reorganización de las formas de producción y de recepción que configura "un nuevo entorno o ecosistema comunicativo". Alterado así el carácter simbólico de la vida social vemos aparecer un nuevo escenario cultural en el que sobresalen nuevos modos de producción y circulación de lenguajes y nuevas escrituras que emergen por medio de la tecnicidad electrónica. Desde ese lugar parte este estudio que busca analizar de qué manera opera esta mediación tecnológica en la producción de nuevos imaginarios y fundamentalmente en el proceso escritural de las ficciones propuestas, en las que se destaca una firme experimentación con soportes, lenguajes, imágenes y disposiciones estructurales vinculadas al universo tecnológico, todo lo cual posibilita una renovación en las formas de representación y visiones de mundo.

La forma es el mensaje: Mario Levrero, Daniel Link y las tecno–escrituras
La sociedad de la comunicación es aquella, dirá Vattimo, en la que emerge el "debilitamiento de lo real" que experimenta el hombre en la constante mediación que ejercen las tecnologías, el entrecruzamiento de informaciones, interpretaciones e imágenes que producen las ciencias y los medios de comunicación. Martín Barbero (1996), por su parte, advierte que "la modernidad resulta ligada estructuralmente al proceso mediante el cual las fuentes de producción de lo culto (Iglesia, Estado, comunidad) dejan de ser o funcionar como tales para pasar a serlo las industrias culturales y los aparatos especializados" (80). En ese sentido, la problemática que surge cuando se ponen en relación la literatura, la ficción y la tecnología descansa sobre un vínculo tensional, en tanto los escritores revelan una actitud ambivalente respecto de, no sólo el desarrollo de las herramientas tecnológicas sino también de los procesos de globalización y las nuevas formas de interacción que éstas posibilitan. Esta posición compleja desde la cual se escriben muchas de las ficciones contemporáneas evidencia que los autores no sucumben al entorno tecnológico, confiando ciegamente en las promesas de futuro que el ideario técnico les propone, pero tampoco se recluyen renegando de sus potencialidades creativas. Lo que en verdad parece suceder es que las ficciones en cuestión se muestran a sí mismas como "transitando" esa tensión. Y es a partir de ese tránsito que los escritores se permiten reflexionar sobre cuáles son las posibilidades que la tecnología les ofrece para seguir pensar en una refuncionalización del concepto de literatura en la época contemporánea.

Así, la tendencia que observamos consiste en la emergencia de ciertas ficciones que tematizan cuáles son las negociaciones entre la cultura de masas y la literatura, pero, al mismo tiempo, esos cruces que transcriben una ecología mediática, nos hablan de cómo ésta determina la percepción y el estatuto de la realidad. De esta manera, es posible leer en determinados textos literarios las huellas tecnológicas que nos remiten a un sensurium de época, esto es a un conjunto de percepciones, sensibilidades y modos de sociabilidad.

La tesis central de los estudios de McLuhan (1996), que reza "el medio es el mensaje" tiene una implicancia directa para entender de qué manera las transformaciones tecnológicas han impactado en las formas de pensamiento de la sociedad3. Ya desde las nuevas formas de trazar la cartografía mundial y local o los "des–anclajes temporales y espaciales" hasta llegar a entender a estos soportes como "extensiones sensoriales de los hombres que se convierten en un coste fijo para la vida psíquica de las sociedades modernas hasta devenir materias primas"; lo que a su vez crearía el "sabor cultural único de cada sociedad" (42).

La novela luminosa (2008) y La ansiedad (novela trash) (2004), escritas por Mario Levrero y Daniel Link respectivamente, han hecho del énfasis en los paisajes culturales mediados por la tecnología un núcleo temático fundamental. Una suerte de consciencia mediática de sus autores deja ver que la incidencia del uso de la computadora y la recurrencia a Internet constituyen "más que un hábito basado en la angustia y la ansiedad producto de la constante reorganización de la experiencia social" un modelo temático y formal para la escritura que les permitirá a los narradores transcribir las interacciones entre la tecnología y las nuevas formas de vida social.

Los textos adoptan, podríamos decir, las "gramáticas" de los soportes que emplean. Es decir, el proceso metodológico que tanto Link como Levrero emplean para la construcción de sus relatos podría entenderse como una dinámica simbiótica que interrelaciona literatura y  tecnología, dando como resultado algo así como una "tecnoescritura"4 en la que ambas se refuncionalizan al intersectarse.

En el caso del uruguayo, la novela se presenta como la edificación de un mundo, un mundo que, según lo señala Reinaldo Laddaga, se organiza a partir de una vida altamente simplificada, reducida a unos pocos trazos. En ese sentido, la programación funciona como un fin en sí misma; esa abreviatura de los hechos cotidianos de los que consta el Diario de la beca, se genera a partir de la transposición que Levrero hace de los mecanismos propios de la programación.  Así, la escritura del diario intenta ser no solo un ejercicio terapéutico que le permita el "retorno a sí mismo", sino que además, el registro diario de aparentes y proliferantes sucesos menores es una manera de "programar" la propia conducta y una serie de hábitos que pretende cambiar para alcanzar por fin su "novela luminosa":

me quedé pegado a la computadora durante todos estos días. No lo puedo evitar. Hoy me siento más cerca. De todos modos, el Visual Basic es un puente hacia un rescate de mí mismo; cuando tengo necesidad de programar, es porque estoy despegándome de los jueguitos. Después de programar satisfactoriamente, la escritura me queda más accesible; tengo mejor disposición. El lenguaje de programación parece ser, según me di cuenta hace ya cierto tiempo, una transición necesaria entre un estado digamos de dependencia, hacia otro de mayor libertad mental. En la programación hay un buen margen de creatividad, no es como un juego donde uno es un instrumento pasivo, casi idiota, que se mueve insensiblemente de manera casi mecánica apenas por reflejos condicionados (Levrero; 2008: 47).

La computadora ha sustituido en él al inconsciente como campo de investigación. Entendido aquel como un disco duro que almacena inmensas cantidades de basura, imágenes borrosas, confusas, innecesarias, Levrero debe depurar las impurezas para que de esa forma sobrevengan los "hechos luminosos" con los que construirá la novela. El Diario de la beca supone esa limpieza "y en muchos momentos se da en paralelo a la eliminación de los juegos de su computadora", porque purgar a la memoria de lo prescindible es también la posibilidad de reencontrar la "inspiración ligada a sucedidos que yacen en la memoria" y que el autor debe revivir "forzosamente, para que la continuación de la novela sea una verdadera continuación y no un simulacro" (Levrero; 2008: 99): "quiero sentir, quiero ver las escenas que estoy narrando. Y para eso, Mr. Guggenheim, es necesario que, desde este diario íntimo, busque el camino de mis sentimientos reviviendo hechos más recientes, casi diría fresquitos" (Levrero; 2008: 99).

En palabras de Martín–Barbero, "con el computador estamos no ante una máquina con la que se producen objetos sino ante un nuevo tipo de tecnicidad que posibilita el procesamiento de informaciones, y cuya materia prima son abstracciones y símbolos. Lo que inaugura una nueva aleación de cerebro e información que sustituye a la tradicional relación del cuerpo con la máquina"5.

En ese sentido, lo que se pone en juego en estas  novelas es la relación del hombre con la técnica, cierta "desestabilización de la subjetividad que no conduce necesariamente ni al cataclismo ni al paraíso"6. Los medios fomentan no sólo una transformación de la identidad cultural; instrumentos como el teléfono, la radio, el cine, la tv, la computadora y la integración de parte o todos ellos como multimedia configuran nuevos tipos de individualidad, diferentes claro, al prototipo de subjetividad racional, autónoma, centrada y estable, que la modernidad había diseñado. Sin embargo, esta nueva etapa de la civilización occidental tiene como característica principal la de una pérdida del sentido de la realidad. La abolición del tiempo y el espacio que generan los medios produce, según Jameson, una transformación de lo real en imágenes y la fragmentación del tiempo en una sucesión de presentes perpetuos, todo lo cual confiere una percepción artificial de los acontecimientos y valores arbitrarios en las vidas de los individuos.

Por su parte, Martín–Barbero agrega que "las redes informáticas al transformar nuestra relación con el espacio y el lugar movilizan figuras de un saber que escapa a la razón dualista con la que estamos habituados a pensar la técnica, pues se trata de movimientos que son a la vez de integración y de exclusión, de desterritorialización y relocalización, nicho en el que interactúan y se entremezclan lógicas y temporalidades tan diversas como las que entrelazan en el hipertexto a las sonoridades del relato oral con las intertextualidades de la escritura y las intermedialidades del audiovisual"7. En ese sentido, el concepto de ciberespacio invoca toda una serie de ideas que se solapan con los conceptos de realidad virtual, simulacro e internet. Por un lado se trata de una realidad alternativa e independiente, no sujeta a metáforas o experiencias subjetivas, sino al lenguaje de la programación informática, un archivo actualizado constantemente, un territorio en expansión indefinida, un espacio para la circulación y el intercambio comercial, la materialización dinámica del espectáculo del capitalismo, un reino de información pura, una extensión de la necesidad humana de vivir en la ficción o en busca de otra realidad, un nuevo medio artístico, que afecta decisivamente el desarrollo de las tecnologías de la escritura (Ryan; 1999).

En esta línea se inscribe la novela de Daniel Link, La ansiedad. Un mosaico formado a partir de la reproducción de diálogos de chat, conversaciones en foros, mails y, de a momentos, la transcripción –e intervención– de algunos fragmentos de textos canónicos que vienen a "cortar toda esa cháchara amorosa" que es la novela trash. Es, parafraseando a su autor, la loca puesta en escena de seres puestos a hablar con ansiedad de sus anhelos y sus terrores, seres que se exhiben a sí mismos sin saber que están siendo manipulados por el vértigo de la tecnología. Pero es, asimismo, una reflexión sobre el funcionamiento de la comunicación a través de Internet y sobre la importancia de la escritura implicada en esa comunicación (a fin de cuentas, la comunicación en Internet es posible sólo si media la escritura), porque como explica Daniel Link: internet no funciona solamente como un "laboratorio de escritura" sino también como "un laboratorio ficcional" en el que los usuarios pueden adquirir identidades falsas, sustitutas, tantas veces como les parezca:
<Manu35> Che, me gustaría que escribiéramos juntos este libro, que yo titulé provisoriamente Léxico gay. Manual de supervivencia. Y es un léxico con todas las palabras que usamos nosotros, definidas. Por ejemplo: "paqui", y toda la teoría. Bah, si te divierte la idea. Me parece que llega un punto que me gustaría poner por escrito las teorías pelotudas que inventamos. Si te divierte...Aunque sea para nosotros, artículos de cien líneas, no mucho más. Como La ideología alemana, pero de putos.

<Rocco32> Mandá todo a la mierda y escribí, que es lo único que te va a dar satisfacciones verdaderas. <Manu35> Por lo menos a vos te querda eso...
<Rocco32> Chau  (Link, 2004: 49).

No obstante, lo que nos resulta imprescindible destacar es "además de la evidente exploración del universo de la comunicación electrónica" una serie de enunciados que se desprenden de este tipo de interacciones virtuales, y que constituyen un "horizonte semántico" común para sus usuarios. La repetición de estereotipos y el vocabulario 'limitado' puede ser explicado por esa red semántica que parece haber sido previamente producida. Es una red de significados compartidos que hacen más fácil la comprensión entre los usuarios y la aceptación de estos en las comunidades de las que pretenden formar parte. Así, la fuente productora de enunciados para esa red semántica resulta ser la industria cultural: tanto el discurso de las telenovelas, el cine de Hollywood, las alusiones a revistas pornográficas aparecen todo el tiempo en los chats. Este lenguaje común permite un proceso de identificación "exógeno" que va desde los usuarios hacia los modelos e iconos de la industria, y otro movimiento "endógeno" que se da entre los usuarios y consumidores de esta, permitiendo una identificación aparente o efímera, cambiante y móvil pero que a fin de cuentas es la única posible en una sociedad donde hace ya varias décadas que la cuestión de la identidad no puede ser más pensada como expresión de una única cultura homogénea.

Ahora bien, al igual que en Levrero, la estructura de la novela de Link se conforma mediante la apropiación de un formato típicamente tecnológico, lo que le imprime una organización errática y fragmentaria que se asemeja a la de La novela luminosa. Con lo cual podría decirse que la exasperación por las nuevas tecnologías ha alcanzado, incluso, a la literatura provocando una reorganización de los regímenes culturales, más específicamente de los modos de narrar y leer, en una palabra, de representar. Y esto sucede porque la relación de los seres humanos con lo real se ha modificado de tal manera en base a los efectos que la cultura ahora globalizada y tecnologizada ejerce sobre los imaginarios, tanto individuales como colectivos, y en la manera de representar esos imaginarios:

La primera vez que entré a un chat lo hice con amigos (Rocco, para ser más exacto). Era un espacio vacío para mí. Nunca entendí demasiado el chat. Pero en todo caso me pareció fascinante. Hay una novela, de uno de mis autores predilectos, que tiene episodios de chats. Se llama Amores iguales y es de David Leavitt. Yo... qué decirte. Encontraba en el chat sólo la cuota de ficción que necesitaba para seguir viviendo. Nunca representó sino una huida de la realidad. Solo una huida (Link, 2004: 174).

Tanto una como otra se proponen como novelas "experimentales" que reflexionan sobre las posibilidades y las limitaciones del lenguaje y la literatura en vínculo con ese "cosmopolitismo tecnológico y cultural", pero que además dan cuenta de ese nuevo sensorium del que hablábamos anteriormente. Como bien afirma Martín–Barbero

nacido de las dinámicas y contradicciones que introduce la industrialización en la cultura, el diseño cultural cataliza la nueva forma –ritmos, tensiones, volúmenes, pero también significados, símbolos y valores– en que nuestra sociedad articula su acción sobre los objetos, el ambiente, el mundo. Son las sensibilidades las trastornadas por la estetización de la vida cotidiana que el diseño efectúa, a la vez que es la idea misma de cultura, su autonomía, que el diseño pone en crisis. Es el campo cultural entero el que está siendo re–diseñado a partir de las nuevas relaciones entre matrices culturales y formatos industriales, entre innovación y estandarización, y por el nuevo papel que ahí juega la tecnología convertida en organizador perceptivo, dimensión constitutiva del entorno cotidiano y fuente de nuevos objetos y nuevos lenguajes8.

Hay, en efecto, una refuncionalización del concepto de cultura que se origina a partir del cruce de todos estos factores. Hemos pasado, como lo señala García Canclini (1995)de sociedades dispersas en miles de comunidades campesinas con culturas tradicionales, locales y homogéneas, en algunas regiones con fuertes raíces indígenas, poco comunicadas con el resto de cada nación, a una trama mayoritariamente urbana, donde se dispone de una oferta simbólica heterogénea, renovada por una constante interacción de lo local con redes nacionales y transnacionales de comunicación (265).

En este contexto, la experiencia urbana también se ve alterada merced a la transformación de la esfera del espacio público que acontece bajo la égida de procesos globalizadores y la influencia de las tecnologías mediáticas. La ciudad se virtualiza y en el viejo espacio urbano de la modernidad, la movilización social y ciudadana se fragmenta en procesos cada vez más difícilmente totalizables. La desarticulación de lo urbano es lo que también contribuye a poner en duda la posibilidad de construir sistemas culturales estables y de adscribir de modo nítido a determinados grupos sociales en determinados territorios. De ahí que García Canclini señale cómo la tecnología mediática posmoderna produce dos procesos combinados de "descolección" y "desterritorialización" (282).

Es una "agonía de esas colecciones" el síntoma más claro para observar cómo se desvanecen las diferencias y clasificaciones de lo culto y lo popular, lo "alto" y lo "bajo", y  de lo masivo. La cultura, tal como mencionábamos en la introducción a este trabajo, ya no puede entenderse como un conjunto de elementos y tradiciones fijo y estable. Por ello, esas "colecciones" "como da en llamarlas García Canclini" "renuevan su composición y su jerarquía con las modas, se cruzan todo el tiempo y, para colmo, cada usuario puede hacer su propia colección" (283). Esto es posible gracias a que las tecnologías de la reproducción permiten a cada persona organizar su propio repertorio en donde se combinan, entre otros factores, lo culto y lo privado.

García Canclini demuestra ser consciente de que en muchos casos, estas estrategias "descoleccionadoras"  y "desjerarquizadoras" intensifican las asimetrías entre regiones más "dependientes" respecto de otras centrales; es probable que las posibilidades de aprovechar las innovaciones tecnológicas para "adecuarlas a sus propias necesidades productivas y comunicacionales no se dé de la misma manera". Sin embargo, no es conveniente sostener una mirada reduccionista frente a este dilema; sino que en todo caso, es preciso entender cuáles son las potencialidades que la tecnología ofrece para una "hibridación creativa". Al mismo tiempo, esta nueva forma de cosmopolitismo, que apela en la mayoría de los casos al recurso de la "postproducción"9, permite rastrear nuevas formas de coexistencia, de vínculos sociales, de agrupamientos no convencionales; porque de lo que se trata es de pensar cómo se construye, en una época de dispersión10, la relación con los otros, y qué tipo de vínculos son posibles.

Los medios tecnológicos a partir de los que se estructuran las novelas que aquí analizamos, "crackean"11, desestabilizan el orden tradicional en que se clasificaban y diferenciaban tradiciones culturales. Y lo hacen a partir de un mecanismo de apropiación  e incorporación de esa cultura–mundo que 'contamina' el sistema sagrado de la literatura. En ese sentido, el paradigma de la 'hibridez' que propone García Canclini, nos resulta una estrategia de lectura particularmente interesante para leer unas ficciones que desde fines de los años sesenta en adelante, se han visto permeadas por una tradición híbrida entre la tecnología de producción y reproducción de las imágenes procedentes de los medios de comunicación de masas y el texto literario.
Alberto Fuguet: la cultura bastarda como estandarte

Existe un sector de la intelligentsia ambulante que quiere venderle al mundo no sólo un paraíso ecológico (¿el smog de Santiago?) sino una tierra de paz (¿Bogotá? ¿Lima?). Los más ortodoxos creen que lo latinoamericano es lo índígena, lo folklórico, lo izquierdista. Nuestros creadores culturales serían gente que usa poncho y ojotas. Mercedes Sosa sería latinoamericana, pero Pimpinela, no. ¿Y lo bastardo, lo híbrido? Para nosotros, el Chapulín Colorado, Ricky Martin, Selena, Julio Iglesias y las telenovelas (o culebrones) son tan latinoamericanos como el candombe o el vallenato. Hispanoamérica está lleno de material exótico para seguir bailando al son de 'El cóndor pasa' o 'Ellas bailan solas' de Sting. Temerle a la cultura bastarda es negar nuestro propio mestizaje. Latinoamérica es el Teatro Colón de Buenos Aires y el Machu Pichu, 'Siempre en domingo' y Magneto, Soda Stereo y Verónica Castro, Lucho Gatica, Gardel y Cantinflas, el Festival de Viña y el Festival de Cine de La Habana, es Puig y Cortázar, Onetti y Corín Tellado, la revista Vueltas y los tabloides sensacionalistas.

Latinoamérica es, irremediablemente, MTV latina, aquel alucinante consenso, ese flujo que coloniza nuestra conciencia a través del cable, y que se está convirtiendo en el mejor ejemplo del sueño bolivariano cumplido. Más concreto y eficaz a la hora de hablar de unión que cientos de tratados o foros internacionales. De paso, digamos que, McOndo es MTV latina, pero en papel y letras de molde.

Y seguimos: Latinoamérica es Televisa, es Maimi, son las repúblicas bananeras y Borges y el Comandante Marcos y la CNN en español y el Nafta y el Mercosur y la deuda externa y, por supuesto, Vargas Llosa.

Vender un continente rural cuando, la verdad de las cosas, es urbano (más allá que sus sobrepobladas ciudades son un caos y no funcionan) nos parece aberrante, cómodo e inmoral (Fuguet, 1996: 15–16).
Esta larga cita que, casi podríamos decir, se explica por sí sola, corresponde al manifiesto del grupo McOndo, del que "junto a Sergio Gómez", Alberto Fuguet es uno de sus creadores. El movimiento aparece en Chile a fines de los años 90 y el principal objetivo que nuclea a sus miembros es el de rechazar la idea de una literatura nacional que sólo exaltaría lo "exótico y lo variopinto de las costumbres y el paisaje local", dejando de lado la imparable internacionalización de la cultura norteamericana y la intensa red tecnológico"comunicacional que resquebraja ese sistema cultural. De esta forma, lo que los mcondistas cuestionan es esa idea parcial de lo latinoamericano que, al menos desde la literatura, se muestra profundamente edénico o paradisíaco y, por ende, desproblematizado de los intercambios culturales:

El nombre (¿marca–registrada?) McOndo es, claro, un chiste, una sátira, una talla. Nuestro McOndo es tan latinoamericano y mágico (exótico) como el Macondo real (que, a todo esto, no es real sino virtual). Nuestro país McOndo es más grande, sobrepoblado y lleno de contaminación, con autopistas, metros, tv–cable y barriadas. En McOndo hay McDonald's, computadoras Mac y condominios, amén de hoteles cinco estrellas construidos con dinero lavado y malls gigantescos (Fuguet, 1996: 15).

Latinoamérica sería, desde la perspectiva de los mcondistas, el foco centrípeto en el que confluyen todas las modas, los estilos, las tendencias, los hábitos y las costumbres mundiales o locales, puras o corruptas, arcaicas o modernas pero que, sea como sea y más tarde o más temprano, el mismo continente devuelve luego deglutidas a ese mundo que todavía lo observa extrañado.

Por tales razones consideramos pertinente atender, ya sobre el final de este trabajo, a una de las varias novelas que Alberto Fuguet ha escrito y que puede inscribirse en la línea de las novelas trabajadas anteriormente, puesto que en ella también se perfilan nuevos modos de entender la(s)  identidad(es) en relación con el mundo audiovisual.

Las películas de mi vida (2003) narra la historia de Beltrán Soler, un sismólogo que a partir de un encuentro fortuito con una desconocida, siente la necesidad de reconstruir todo su pasado. Un pasado en el que pervive, dinamitada, su historia familiar; historia marcada por desplazamientos y desencuentros tanto físicos como afectivos, pero asimismo, crónica de la reconstrucción de un país fundado sobre el horror y la violencia, sobre la mentira, la crueldad y el terror de la dictadura. Beltrán es, al igual que la mayoría de los personajes que construye Fuguet, un desterrado, pero no en el sentido político del término sino  más bien en su acepción afectiva. Su cosmopolitismo es el de la errancia y el nomadismo como modo de vida, como forma de supervivencia. De ahí que toda la novela tematice  ese "estar entre" dos o más mundos, países, familias, idiomas, realidades. Sin embargo Beltrán, que ha vivido desde muy pequeño en California, alternando intempestuosos viajes a Chile, no necesita hablar de su cosmopolitismo para hacerse un lugar entre sus iguales sino que, por el contrario prefiere callar y vivir apartado. Es así que consigue refugiarse en las historias que encuentra en el cine y la televisión, que lejos del ilustre y alternativo arte culto, le permiten sobrellevar su terrible situación familiar y, lo que sería fundamental, darle un sentido a esa memoria derrumbada.

A pesar de que la estructura de la novela emula la de un catálogo de cine, no puede entenderse tan superficialmente de esta manera12. Es por un lado, una parodia a la genealogía perenne y honorable de los Buendía; claro que en este caso el realismo, la irreverencia y el tono confesional suprimen todo dejo de encantamiento o fascinación. Pero Las películas de mi vida es también, decíamos, la reconstrucción de una memoria que ha sido sacudida por la historia y que sólo halla reparo en el proceso de identificación que la ficción, en este caso, a través de la pantalla, le ofrece a su narrador. El cine funciona como intertexto pero también como marca, como seña y sobre todo como anclaje a la realidad.

Así, con un estilo coloquial, en el que prima el bilingüismo, Fuguet organiza esta novela a partir del empalme y la superposición de soportes que remiten a la cultura global: diálogos telefónicos, mails y las sinopsis de las películas citadas, interceptadas por la vida del personaje (que, por otro lado, se corresponde con muchos datos autobiográficos del mismo Fuguet). La novela plasma, de esta manera, la atmósfera de la globalización y cómo la industria audiovisual puede incidir, a través de una multitud de medios, en la mentalidad de los individuos. Y al mismo tiempo, Las películas de mi vida propone la posibilidad de rearticular una vida, una realidad que, al resultar traumática y fragmentada, recurre a la ficción como elemento reestructurador y dador de sentido, quizás de un nuevo sentido; mientras se desliza la sospecha de que probablemente realidad y ficción no sean esferas tan distanciadas una de otra:En un par de horas parto de aquí...
Podría escribirte mucho (no he hecho otra cosa que teclear en esta vieja PowerBook sin parar) relatándote lo que me ha pasado por dentro (recordar, recordar, recordar), pero creo que basta con decirte que no pude dejar de pensar en esto de Las películas de mi vida (y que nunca he escrito tanto en mi vida) Eso es tu culpa. Como un acto reflejo, comencé a ver en mi memoria las mías. Sólo por eso te agradezco y estoy en deuda contigo.

Aquí están. Una parte de ellas, las de la primera mitad de mi infancia, al menos. Debajo de mi español, parece que hay mucho inglés. Debajo de mi adultez, sin duda que hay mucho niño (Fuguet, 2003: 60).
En ese sentido, la novela de Fuguet encuentra su punto de contacto con las otras ficciones analizadas hasta aquí. En los tres casos, los personajes–narradores de estos relatos exhiben un proceso de autorregulación de sí mismos que se da a partir de la confluencia de dos vectores: por un lado la escritura como ejercicio de reconstrucción de la propia subjetividad; pero por el otro, este reordenamiento sólo es posible merced a la disposición de una serie de instrumentos tecnológicos (la radio y  la tv, la computadora e internet y el cine) y además a un imaginario que remite a la cultura de masas, popular y que estos autores emplean para reformular el concepto tradicional de literatura. Se trata de textos que exhiben la tensión que caracteriza a los tiempos de globalización; que reflexionan acerca de los conflictos entre lo local y lo mundial a través de un obstinado trabajo de experimentación con materiales múltiples y diversos. Pero además, evidencian una creciente preeminencia de elementos iconográficos que reclaman un análisis más exhaustivo de la relación entre la literatura y la imagen. Es una marcada presencia de la cultura visual "que da cuenta del nuevo sensorium de época" y de la progresiva cosificación del mundo "real" que esto conlleva, lo que estos textos testimonian. Ya sea a través de una reconfiguración de las estructuras narrativas, ya sea mediante las reiteradas referencias icónicas, se hace posible observar esta porosidad del lenguaje visual, donde la imagen se torna una parte fundante del relato y lo que prima es la elocuencia de las mismas por sobre la historia por narrar.

"El mundo es visto como efervescencia discontinua de imágenes, el arte como fast–food", dirá García Canclini, y es que lo que importa no es el relato en sí sino el saqueamiento de imágenes provenientes de todas partes y en cualquier orden. La percepción fugaz de lo real se juega en la copia, el pirateo, la absorción desenfrenada y, sobre todo en la fisura de las tradiciones culturales. Sin embargo, ante esta "reorganización de los cambios culturales y los constantes cruces de identidades", creemos que es necesario aún atender a lo que hay de "oblicuo y diferido", es decir a los desvíos en los procesos de hibridación de la tecnología de producción y reproducción de imágenes provenientes del ámbito massmediático contemporáneo con los textos literarios.

Notas

1. Mientras en el siglo XIX muchas sociedades de América Latina vivían el proceso de consolidación de una nación homogénea o la construcción de un Estado único y todopoderoso, hace ya varias décadas que estamos presenciando sino el estallido de esa unidad nacional, por lo menos su cuestionamiento, su profunda modificación. En realidad, lo que parece estar ocurriendo es que el llamado proceso de homogeneización / globalización opera a otro nivel que parece volver obsoleta la categoría de nación. Homi Bhabba analiza el concepto de Nación y destaca que ésta "se vuelve un espacio significante liminar que está internamente marcado por los discursos de minorías, las historias heterogéneas de pueblos rivales, autoridades antagónicas y tensas localizaciones de la diferencia cultural". Se trata entonces de pensar a la nación atravesada por movimientos de dispersión, una "disemiNación", en términos de Bhabba (1994: 184).
2. Entendiendo por cosmopolitismo un punto de encuentro entre experiencias universales, de compenetraciones, o de proximidades e imbricaciones que nos obligan a repensar la relación entre el espacio geográfico y el mundo. "La mirada cosmopolita quiere decir: en un mundo de crisis globales y de peligros derivados de la civilización, pierden su obligatoriedad las viejas diferenciaciones entre dentro y fuera, nacional e internacional, nosotros y los otros, siendo preciso un nuevo realismo para poder sobrevivir" (Ulrich; 2005: 25).
3. Lo que McLuhan pretende poner de manifiesto con esta sentencia es el hecho de que cuando empleamos un medio se convocan toda una serie de patrones culturales, y  nuevas costumbres que se introducen en un contexto a partir de su uso. Es decir,  que la comprensión de un medio de comunicación o de una tecnología pasa no solamente por saber cómo se usa, el conocimiento estrictamente técnico, sino también por el entendimiento de la manera como un medio ejerce efectos y transformaciones sobre la sociedad.
 4. Este término pertenece a J. Andrew Brown. Ver: "Tecno–escritura. Literatura y tecnología en América Latina", Revista Iberoamericana, n. 221. octubre–diciembre 2007: 735–741.
5. Jesús Martín–Barbero. Culturas/Tecnicidades/Comunicación. Disponible en: http://www.oei.es/cultura2/barbero.htm Consultado: 02/01/2014.
6. Daniel Link. "Un amor de Spitz". En: La ansiedad (novela trash). Buenos Aires: El cuenco de plata, 2004: 20.
7. Op. cit. 5.
8. Op. cit. 5.
9. Nicolás Bourriaud emplea este término para explicar un procedimiento recurrente en el arte contemporáneo. Se trata de prácticas artísticas que, aunque formalmente muy heterogéneas, tienen en común el hecho de recurrir a formas ya producidas. Atestiguan una voluntad de inscribir la obra de arte en el interior de una red de signos y significaciones, en lugar de considerarla como una forma autónoma y original. Ya no se trata de hacer tabla rasa o de crear a partir de un material virgen, sino de hallar un modo de inserción en los innumerables flujos de la producción (...) La pregunta artística ya no es: ¿qué es lo nuevo que se puede hacer?, sino más bien: ¿qué se puede hacer con? Vale decir: ¿cómo producir la singularidad, cómo elaborar el sentido a partir de esa masa caótica de objetos, nombres propios y  referencias que constituyen nuestro ámbito cotidiano? (2009: 13).
10. Dispersión en el sentido en que Franco Ingrassia entiende este concepto; esto es: "traducida a un tipo de experiencia subjetiva caracterizada por el desborde, la saturación y la incertidumbre" (2013: 8) Un época en la que al desaparecer la figura del Estado como ente regulador de la vida social, los lazos se tornan más inestables y débiles, con lo cual muchas prácticas artísticas "sobre todo las que nos interesan aquí" intentan componer modos de vida o experiencias de vida colectivas alternativas; otros modos de ser y de relacionarse en entornos altamente variables.
11. Del inglés "crack", en el sentido de romper un sistema de seguridad informático o modificar su comportamiento.
12. Es necesario destacar además que el título de la novela, Las películas de mi vida, remite también al libro de Francois Truffaut "que lleva ese mismo título" y en el que el cineasta recoge una serie de críticas a las películas que según él le hicieron "amar el cine".

Bibliografía

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* Mariela Herrero

Universidad Nacional de Rosario (UNR) Argentina, Instituto de Estudios Críticos en Humanidades, Faculty Member. Licenciada en Letras por la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) Becaria doctoral de CONICET con el proyecto de investigación "Estéticas de la errancia. Literatura y arte contemporáneos como tecnologías de la proximidad en los siglos XX y XXI en Latinoamérica". Desde el año 2012, Auxiliar de Investigación en la Cátedra Literatura Argentina I.


Créditos del texto

Cuadernos del CILHA,versión On-line ISSN 1852-9615,Cuad. CILHA vol.15 no.1 Mendoza jun. 2014Centro Universitario, Parque General San Martín,(M5500WAD) Mendoza,República Argentina,cmaiz@logos.uncu.edu.ar,UNR – FONCyT, Argentina, herreromariela@gmail.com

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PÁG1NA 10. Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras. 2/2 . Post Plaza de las palabras





Plaza de las palabras, en su sección PÁG1NA  10 presenta un tercer ensayo sobre el tema Literatura y naturaleza: La montaña y las palabras.  El primero de la serie fue  del chileno Cristian De Bravo Delorme, sobre El sentido de la imaginación en Wordsworth, el segundo La novela como naturaleza muerta, del ecuatoriano Javier Vásconez. El ensayo actual y último de la serie resume una visión más de conjunto a la literatura en general (ensayo, novela y poesía), entendiendo por naturaleza un amplio espectro de posibilidades, si bien generoso en su amplitud con el ámbito de la naturaleza. Parte la aventura, desde el ascenso al Monte Ventoux, en la época medievalista de Francisco Petrarca y San Francisco de Asís con su Canto a las Criaturas, recorre algunas novelas  universales vinculadas a la naturaleza. El primer acápite Ensayo y poesía en la naturaleza, visita Walden de Henry David Thoreu, y reseña algunas poesías relacionadas al tema poético, el segundo acápite, Ciencia ficción y naturaleza, viaja al futuro de la naturaleza, el tercero dedicado a La naturaleza y la literatura latinoamericana. Emprende un paseo campestre desde la literatura prehispánica hasta atisbar diferentes obras latinoamericanas relacionadas con la naturaleza. El cuarto, Ecocritica y naturaleza, brinda una somera mirada a la ecocritica y las tendencias actuales de la literatura y la naturaleza. Cierra el  ensayo con: A manera de epilogo. Lenguaje y naturaleza: cinco  textos en busca de interrogantes, que presentan visiones diferentes sobre  las palabras, el lenguaje y la naturaleza.

Llego a preguntarme a veces si las formas superiores de la emoción estética no consistirán, simplemente, en un supremo entendimiento de lo creado. Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema”. Alejo Carpentier

La vida del árbol
invadió mi vida
comencé a sentirme árbol
y entendí su tristeza.
Empecé a llorar por mis hojas,
mis raíces,
mientras un ave
se dormía en mis ramas
esperando que el viento
dispersara sus alas.
Yo me sentía árbol
porque el árbol era mi vida
Se ha despertado el ave de mi corazón.
Leonel Lienlaf

EL SECRETO DE LOS PÁJAROS
El que quiera disfrutar del canto de los pájaros,
no necesita construir jaulas, sino sembrar árboles.
El canto de los pájaros pertenece a todos.
Nadie, nadie es su propietario.
Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961
Jorge Miguel Cocom Pech.
Escritor maya.

Mario A. Membreno Cedillo



SEGUNDA PARTE

Literatura latinoamericana y naturaleza (20)




El tema del ambientalismo en la literatura latinoamericana, ha sido abordado no tanto desde la novela de ciencia ficción, sino desde el regionalismo; por lo general afincado en la destrucción de los recursos naturales y la sobre explotación de las grandes cuencas hidrográficas, selvas vírgenes  y potenciales reservas mineras. Pero antes dedicaremos  algunos párrafos a la literatura prehispánica, la cual recoge una tradición muy mesoamericana. Pero que también rememora  todo ese pasado prehispánico de las culturas indígenas muy vinculas a la naturaleza. Y cuanto decimos literatura nos referimos a leyendas, tradiciones orales, pero también poesía escrita. Perteneces, por derecho propio,  a la naturaleza, y ninguna ideología puede reivindicar su  propiedad. Son de la naturaleza en toda su extensión: tierra, agua, fauna, clima, planetas. Por eso es esas culturas naturalistas, hay dios del maíz, dios del agua, dios de la luna, dios de la montaña. Y los animales también tienen un rango importante en el ceremonial y simbología de casi todas las culturas indígenas.

Algunos textos literarios de las culturas prehispánicas-no los únicos, pero si representativos- son: el Popol Vuh, maya (quiché), El poema de Quetzalcóatl, náhuatl. El poema de: Netzahualcóyotl: Netzahualcóyotl, el rey poeta. El libro de libros del *Chilam Balam maya. En ese contexto, la naturaleza para los pueblos indígenas y prehispánicos, no era externo a ellos, ni un complemento decorativo o ritual,  sino que había un sincretismo entre ellos y la naturaleza. Ellos no eran ajenos a la naturaleza, ellos eran parte de ella.  Pervivía una identidad fundida entre lo humano y lo natural. Aquí citamos el poema El conejo y la luna.

Tochin In Metztic-

Yohualtotomeh
inchan omanqueh:
cenca quiahuia yohualnepantla.
In ihcuac oyahqueh in tlilmixtli,
yohualtotomeh patlantinemih,
azo quittayah tochin in metztic.
Nehhuatl huel oniquimittac
in yohualtotomehihuan
tochin in metztic.

El Conejo en la Luna (21)

Los pájaros de la noche
se quedaron en su casa;
mucho llovía a la mitad de la noche.
Cuando las nubes negras se fueron,
los pájaros estuvieron revoloteando,
tal vez veían al conejo en la Luna.
Yo pude contemplar
los pájaros de la noche
y también al conejo en la Luna


Aligerando el recorrido, y dando un gran salto en el tiempo,  también otros poetas han dado destellos sobre la preocupación ambiental: Antes del surgimiento de los movimientos ecologistas contemporáneos, es posible encontrar significativos textos poéticos en que se manifiesta la preocupación por el medioambiente o en los que la naturaleza juega un rol principal como sustento de mundo. Así lo evidencian las obras de Gabriela Mistral, Ramón López Velarde, César Vallejo, Pablo Neruda, Jorge Carrera Andrade, Pablo de Rokha, Humberto Díaz Casanueva, Juvencio Valle, Efraín Barquero, Andrés Sabella, Jorge Teillier, Jorge Carrera Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Pablo Antonio Cuadra, Homero Aridjis, José Emilio Pacheco, Gioconda Belli, Roberto Juarroz, Raúl Zurita, Juan Pablo Riveros.

En el tema de ensayos también algunos autores latinoamericanos  han abordado el tema ecológico: Ernesto Sábato (1952, 2000), José María Arguedas (1975), Octavio Paz (1999), Eduardo Galeano (1971, 1983, 1994), entre muchos otros Octavio Paz a ya había advertido la irrupción de la conciencia ecológica, Tanto es así, que Octavio Paz no dudó en considerar la aparición de la conciencia ecológica como el signo más característico de los nuevos tiempos: “la gran novedad histórica de este fin de siglo –afirma– es la aparición de la conciencia ecológica”. (22)

Por otra parte Paz nos brinda una visión utópica de esa amalgama entre hombre y naturaleza:

 “Estrellas, colinas, nubes, árboles, pájaros, grillos, hombres: cada uno en su mundo, cada uno un mundo y no obstante, todos esos mundos se corresponden. Solo si renace entre nosotros el sentimiento de hermandad con la naturaleza, podremos defender a la vida. No es imposible: fraternidad es una palabra que pertenece por igual a la tradición liberal y a la socialista, a la científica y a la religiosa”. (23)

En el plano de la narrativa, salen a la luz,  Miguel Ángel Asturias, con Hombres de maíz y Leyendas de Guatemala, José María Arguedas el de Los ríos profundos, Mario de Andrade con Macunaíma, Augusto Roa Bastos el de Hijo de hombre, Juan Rulfo con su binomio El llano en llamas y  Pedro Páramo, pero también obras y pasajes de las obras de los mexicanos, jaliscienses: José Arreola y Agustín Yáñez. El colombiano Gabriel García Márquez, con el dueto La hojarasca y  Cien años de soledad, Francisco Coloane con Cabo de hornos, Rosario Castellanos con su Balun Canan, Patricio Manns con Memorial de la noche, Darío Oses con 2010: Chile en llamas. También se puede considerar, novelas o textos con un sustrato o elementos compositivos de la naturaleza: La raza cósmica, de José Vasconcelos; y Mantra, de Rodrigo Fresán.

 Y es que en algunos autores la naturaleza no solo es un paisaje, sino un acompañante de la trama narrativa. Es imposible desentenderse de la geografía o paisajismo protagonista en algunas obras como en el Llano en llamas  o Pedro Paramo de Juan Rulfo,  porque el paisaje y la naturaleza sigue a los personajes, como una sombra inclaudicable. Pero aquí  citamos un párrafo de uno de los grandes de la novelística latinoamericana,  texto-fragmento  de La Hojarasca, de Gabriel García Márquez.

“De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos; […] La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte. En menos de un año arrojó sobre el pueblo los escombros de numerosas catástrofes anteriores a ella misma, esparció en las calles su confusa carga de desperdicios. Y esos desperdicios, precipitadamente, al compás atolondrado e imprevisto de la tormenta, se iban seleccionando, individualizándose, hasta convertir lo que fue un callejón con un río en un extremo, un corral para los muertos en el otro, en un pueblo diferente y complicado, hecho con los desperdicios de los otros pueblos.
Allí vinieron, confundidos con la hojarasca humana, arrastrados por su impetuosa fuerza, los desperdicios de los almacenes, de los hospitales, de los salones de diversión, de las plantas eléctricas…” (24)

También hay una constelación de novelas que abordan la naturaleza, pero desde el criollismo o regionalismo. En donde por regla general el hombre se encuentra indefenso ante la magnitud de la naturaleza, y donde su presencia  suele presentarse con cara hosca y celosa de su territorio.  Corren como aguas tempestuosas, Doña Barbará, de Rómulo Gallegos,  Vorágine  de José Eustasio Rivera. Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes; Zurzulita del chileno Mariano Latorre, Don Goyo de Demetrio Aguilera publicada en 1933. Novela acerca de las  luchas de mujeres afro ecuatorianas. Grande sertão: veredas,   una de las principales obras de Joao Guimaraes Rosa, escrita en 1956. Describe el paisaje humano y natural del norte de Minas Gerais. Y  aquí cabe mencionar al fotógrafo ambientalista brasileño Sebastián Salgado, quien además de ser un notable fotógrafo, que ha dejado huellas del desastre ecológico, casi en casi cualquier parte del mundo, pero que también es conocido por el proyecto de reforestación que ha emprendido para rescatar una parcela del  territorio de Minas Gerais. Todas las sangres, de José María Arguedas, publicada en 1964. Trata el tema d la explotación minera y humana Mamita Yunai, del costarricense Carlos Luis Fallas en 1941. Sobre el cultivo de bananos en Centroamérica, y la degradación humana de la tierra con el usos  de pesticidas. Una novela similar escribió el novelista hondureño Ramón Amaya Amador sobre las bananeras, Prisión Verde. Raúl Zurita, centrándose, básicamente, en sus libros Canto de los ríos que se aman, y  La Vida. Otras novelas ambientalistas, pero con otra perspectiva son las del autor mexicano Homero Aridjis, La leyenda de los soles y ¿En quién piensas cuando haces el amor? Sobre una critica a los modelos de desarrollo y su impacto en la naturaleza, en ciudad de México en el hipotético año de 2027. Otra novela muy popular es El viejo que escribía novelas de amor, del chileno Luis Sepúlveda, centrada en la amazonia ecuatoriana. Del mismo autor es también Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, y finalmente la novela Única mirando al mar, del costarricense  Fernando Contreras Castro.





Pero también en algunos cuentistas latinoamericanos, encontramos, temas de la naturaleza, para citar  solo a uno: los cuentos del uruguayo Horacio Quiroga. Por lo general ambientados en lugares selváticos y rurales, en que la naturaleza esta revestida de misterio, agresividad;  con un pasaporte de su lado primitivo, a veces en conflicto con la naturaleza humana.

Finalmente, tomamos elementos, que apuntan a una ecocritica de la literatura latinoamericano, considerando la tesis de Liza Pamela Rosas-Bustos, sobre la multisensorialidad (25), es decir la capacidad de percibir la selva o naturaleza por los cinco sentidos, atendiendo a  un entramado en que habitan las costumbres y precepciones de las tradiciones orales indígenas, y de los pueblos autóctonos que  habitaron esas tierras.  Rosas-Bustos toma textos de novelas y poetas, en donde ha identificado elementos ecológicos, centrándose en la selva, entre ellas las narraciones cortas de  Francisco Coloane “Tierra del Fuego” and “Cabo de Hornos,” la novela de Rosario Castellanos Balún Canán, y la novela de Luis Sepúlveda Un viejo que leía novelas de amor. Y analiza poemas de los poetas latinoamericanos: Marosa di Giorgio, Cecilia Vicuña, and Leonel Lienlaf  (26)

Literatura centroamericana y naturaleza.

Dedicamos unos cuantos párrafos a la literatura centroamericana, por lo general poco conocida fuera de las  frontera ístmicas, pero que  tiene el potencial exuberante de las selvas tropicales y los valores ancestrales del bosque. Región con una gran potencialidad narrativa, pero que muy pocos centroamericanos han podido codearse a la altura de los grandes escritores latinoamericanos. Apenas podemos mencionar a los guatemaltecos Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel en Literatura,    Augusto Monterroso, fabulador de  la naturaleza, al escritor nicaragüense Sergio Ramírez, el salvadoreño Saluarrue.  Además, el escritor salvadoreño-hondureño  Horacio Castellanos Moya, los poetas  Roque Dalton y la costarricense Gioconda Belli, y sumado a la  necesidad de retroceder en el tiempo para tirar un as sobre la mesa, con el poeta y fundador del modernismo Rubén Darío, y su hermano menor, con su obra Tierras, mares y Cielos, del también modernista hondureño Juan Ramón Molina.

Hay otra línea de escritores mas jóvenes que también han destacado por meritos propios,  y son conocidos tanto en Centroamérica como fuera de ella, citados por el critico centroamericano, Ricardo Arias, “Horacio Castellanos Moya, Jacinta Escudos, Rafael Menjívar Ochoa, Carlos Cortés, Maurice Echeverría, Ronald Flores, Eduardo Halfon o Carol Zardetto” (27) O el mismo Arturo Arias, que además de critico de la literatura centroamericana, también es un reconocido novelista.

En general, hay varias vertientes, en que se ha movido la novelística centroamericana. Salen a relucir, la problemática de la identidad, la novela contestaría en el marco ideológico de la guerra fría. Sin embargo, hay también una corriente vigorosa  que ha ficcionalizado la historia (28), abundan los ejemplos, en el fondo es una búsqueda por rescatar pasajes históricos, y reinterpretarlos a la luz de nuevos tiempos o a veces rescatarlos como cimientos de una anhelada y buscada identidad.  Solo para mencionar algunos escritores que han escrito novelas en esa línea de base: Tatiana Lobo, José León Sánchez, Manlio Argueta, Giaconda Belli, Roberto Armijo, Julio Escoto, Sergio Ramírez, Alfonso Chase. Pero no solo la historia lejana, sino la historia del siglo XX. La novelística centroamericana, ha producido novelas contemporáneas sobre la guerra, dictaduras, hasta desembocar  en novelas urbanas y transformaciones  sociales (29). Sin embargo, a partir de los 80 y los 90, los escritores centroamericanos, dan un vuelco, no buscan los problemas de las ideologías o de los conflictos bélicos, buscan también una mayor apertura del espacio vital narrativo,  le dan una vuelta de tuerca al lenguaje,  y acometen desde nuevas percepciones la realidad.  Este tipo de literatura por lo general desemboca en los problemas humanos, las conflictividades existenciales, en una nueva geografía mental.  En que lo urbano termina absorbiendo el panorama de la prosa novelística. Hay también una incipiente, pero saludable vertiente de escritores que redescubren las culturas indígenas. “Con novelas como las de Gaspar Pedro González o Víctor Montejo, o poesía como la de Humberto Ak'abal, Maya Cu, Calixta Gabriel Xiquín o Juana Batzibal, se revoluciona la literatura centroamericana que ha estado enmarcada por el idioma castellano y una visión ladina eurocéntrica del mundo”. (30)

 Y tocando un paradigma, y precursor de las literaturas indígenas, aparece salido de la selva  un escritor que valoro en su justa dimensión las culturas autóctonas,  Miguel Ángel Asturias, con su Leyendas de Guatemala. En donde rememora la visión cósmica maya del Popol Vuh, con su característica técnica de pincelazos surrealistas y el tuétano de los huesos indigenistas,  leámoslo:    

“Más allá de los peces el mar se quedó solo. Las raíces habían asistido al entierro de los cometas en la planicie inmensa de lo que ya no tiene sangre, y estaban fatigadas y sin sueño. Imposible prever el asalto. Evitar el asalto. Cayendo las hojas y brincando los peces. Se acortó el ritmo de la respiración vegetal y se enfrió la savia al entrar en contacto con la sangre helada de los asaltantes elásticos. Un río de pájaros desembocaba en cada fruta. Los peces amanecieron en la mirada de las ramas luminosas. Las raíces seguían despiertas bajo la tierra. Las raíces. Las más viejas. Las más pequeñas. A veces encontraban en aquel mar de humus, un fragmento de estrella o una ciudad de escarabajos. Y las raíces viejas explicaban: En este aerolito llegaron del cielo las hormigas. Los gusanos pueden decirlo, no han perdido la cuenta de la oscuridad”.   Leyendas de Guatemala  (31)


Literatura centroamericana y naturaleza 

Ahora quisiéramos centrarnos en la literatura y la naturaleza, en el marco geográfico  centroamericano, parcela terrestre que  es una región rica en biodiversidad, pero también con problemas comunes de degradación ambiental. La literatura centroamericana ecológica, a primera vista  es escueta;  poco estudiada, como decía el critico Ricardo Arias, en ciertos tramos del tiempo, toda la literatura centroamericana, ha sido invisible. Pero rondan ejemplos, y todo un territorio virgen y por conquistar para la mirada ecológica. Aunque si se puede afirmar que la naturaleza no es una corriente dominante en la literatura centroamericana.  La novelística ha abordado más problemas de la violencia, el desarraigo, la identidad, el tejido histórico.

En poesía también aunque todavía tímidamente han surgido arrebatos ecológicos, citamos algunas fuentes:

“A partir de estudios como los realizados por Niall Binns en ¿Callejón sin salida? La crisis ecológica en la poesía hispanoamericana (Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004), Steven White en El mundo más que humano en la poesía de Pablo Antonio Cuadra: un estudio ecocrítico (Managua, Asociación Pablo Antonio Cuadra, 2002), Arando el aire. La ecología en la poesía y la música de Nicaragua (Managua, 400 Elefantes, 2011) o El consumo de lo que somos. Muestra de poesía ecológica hispánica contemporánea (Madrid, Amargord, 2014) y otros críticos que han ido sumando aportes al debate, se puede ir ahondando en aspectos relevantes acerca de la relación entre poesía y ecología en la literatura escrita en español, y en concreto, en la centroamericana, con especial énfasis en las aproximaciones a la relación entre humanidad y mundo físico, ambos afectados y modificados por la interacción con el otro “(32)

Valga mencionar aunque provenientes del regionalismo, en que el tópico es la explotación de los recursos naturales, tema tan recurrente en otras novelas latinoamericanas de inicio y mediados del siglo XX. La novela de Mamita Yunai del costarricense, Carlos Luis Fallas en 1941. Prisión  Verde del escritor hondureño Ramón Amaya Amador, más reciente la novela Única mirando al mar (33) del costarricense  Fernando Contreras Castro. Donde mezcla el drama humano de seres empobrecidos al lado de un basurero en Rio Azul, en las afueras de San José. Donde alternativamente se pinta el problema ecológico de los desechos sólidos y el problema humano de los desechos humanos, sin más. Ambos desechos reciclados.

Desde el ámbito de la literatura hondureña,  también es necesario explorar y revisar ese vínculo entre naturaleza y  texto, de las novelas del escritor Julio Escoto, Rey del Albor Madrugada (1993), novela de aventuras con un componente de espionaje a lo thriller, pero ambientada en un fondo histórico. Lo mismo la novela La guerra secreta de los sentidos, (2002), del filósofo y escritor Roberto Castillo, narrada sobre las bases autóctonos del pueblo lenca, tan afines al concepto de naturaleza. En esta novela, el novelista Castillo, se acerca a la tesis de multisensorialidad de  Rosas-Bustos, en que los sentidos son los instrumentos para aprehender una realidad cercana y problematizada. En Rosas-Bustos, por supuesto su acercamiento esta orientado en un primer plano a lo ecológico como núcleo central de la narración. En Roberto Castillo, el tema central es el entramado histórico de  los conflictos de la identidad. Sin embargo, los métodos son los mismos, los sentidos como método de apropiación y la oralidad reas bastidores. En esta novela habría que ubicar más que lo  ecológico, en los primeros planos, detectarlo lo ecológico en los resquicios, en las coyunturas, en los acercamientos indirectos, en los razonamientos análogos.

Ambas novelas por su ambición temática, las de Escoto y Castillo, recogen una visión integradora. Novelas que en su planteamiento y visión, aspiran a ser novelas totales, pero sobretodo que indagan en la historia y en una hipotética geografía, los puntos cardinales en que descansa la identidad o adquiere su fuerza la contra identidad nacional. (34)

Extraídos del análisis de la crítica hondureña, Helen Umaña, presentamos dos fragmentos de textos de El rey del albor Madrigada,  Ambos con elementos ecológicos, el primero como una símil, bastante simple en su enunciado, pero profundo en su reflexión,  en tanto compara la potencial vida humana con la vida de espontanea de un árbol. El segundo texto, ahonda y exhibe  las venas abiertas de una geografía sangrante,  la explotación de los grandes recursos naturales como origen de guerras, que emerge del laberinto siempre selvático y salvaje del poder político. (35)

“Pero esa es la lección que debemos aprender, Casanga, aprender que de los antepasados que dejamos en el África y de la buena condición de estas tierras está naciendo un nuevo árbol, juntura de todas las savias, unión de todo, simiente de todos... Va a cambiar nuestro color y nuestra lengua, mudaremos dioses quizás... vendrán como ya las hay castas de unos y de otros, mulatos, cuarterones, quinterones, zambos, chinos, negros puros o mezclados y entre más combinaciones se den y más número haya menos poder tendrán los amos, por lo menos los amos que vemos hoy. (p.390)”  

“En el Cap. VII se hace ver las opciones particulares que recomendamos para avalar el abastecimiento de petróleo y otras materias provenientes de Región 1 (especialmente México, Venezuela, Brasil, Colombia, Perú) y particularmente el desarrollo de las fuentes de energía de Subregión 1.3 (Centroamérica). Podemos adelantar conclusiones: EU debe proceder ipso facto a asegurarse la exclusividad de abastecimiento por parte de Región 1 y a apoderarse de los recursos aún no explotados e incluso revelados (gas, manganeso, asbesto, cromo, molibdeno) depositados en Subregión 1.3, mediante un proyecto gradual de i) expansión (financiera, política, militar, cultural) ya en proceso; pp.462-463.)”

Ahora nos remitimos, al escritor que por su oficio y amplitud, entre un puñado que le podrian competir, el que ha sido el principal intelectual de honduras del siglo XX,  Rafael Heliodoro Valle. Personaje que  desde su prosa ensayística, identifica y bosqueja los aspectos geográficos como factores condicionantes de la identidad nacional.  Y sobre este asunto de la identidad nacional tan debatido y soñado;  coexisten muchas aristas y líneas de investigación; por supuesto la mayoría tomados del contexto histórico. Pero si algo se puede decir sobre eso, es que no puede haber identidad nacional bien cimentada, si a la par no va la bendita naturaleza como elemento distintivo e integrador de esa identidad. . Algo que ya todos los poetas románticos y modernistas hondureños habían intuido. En ese seguimiento, entre otros, citamos  poetas poco conocidos fuera del ámbito domestico, dos ejemplos,  Antonio Domínguez  (36) y su Himno a la Materia  y, Alfonso Guillen Zelaya, autor, más etiquetado y estudiado por sus resabios filosóficos y  su prosa político-social combativa; que por su acercamiento fraterno a la  naturaleza. Escritor y poeta que perfectamente  podría ser considerado, por lo menos en el ámbito de la potencial pero apenas conocida literatura hondureña,  como el Poeta de la Naturaleza.  





Naturaleza y Ecocritica

No se pretende tirar a la mesa una apología sobre la influencia de  la naturaleza en la literatura.  Pero la demanda y la abundancia del tema, abrió las posibilidades para la ecocrítica. En general, para este ensayo, hemos tomado una visión amplia de la naturaleza, por supuesto con sus propios cánones, en que va incorporado el ambientalismo, considerado en la conservación y protección del medio ambiente. También se habla de ecología, entendida como la ciencia que ordena los seres y elementos de la naturaleza. La conciencia ecológica siempre ha permeado la visión y el entendimiento de la humanidad, en poco o gran medida, según las circunstancias y las épocas. Por lo general, desde la literatura,  se ha producido un encubrimiento, que en parte  y en diversos tramos del tiempo, ha desviado la atención de lo puramente ecológico. El romanticismo toma mucho de la naturaleza, pero no es el único tema del romanticismo, ni tampoco el naturalismo es un tema exclusivo del  romanticismo.  

Al surgimiento de las grandes urbes y ciudades del siglo XX, lo natural pasó a un segundo plano. Casi como algo obsoleto o decorativo, los avances en las ciencias especialmente, el psicoanálisis de Freud, en lo literario las nuevas técnicas novelísticas, especialmente de Joyce. Kafka con sus textos sobre el realismo fantástico. La teorías del estructuralismo francés, las vanguardias poética especialmente el surrealismo y el futurismo. En tiempos más recientes el mismo Borges con sus cuentos tipo ensayos. Configuran un mapa, en que la naturaleza, queda encubierta. Es a partir de los 70s del siglo XX, que la conciencia ecológica parece cobrar fuerza. Y eso empieza a germinar en la literatura en general, pero sobre todo, por una rama de la literatura muy a fin a lo ecológico: La ciencia ficción. Es a partir de ese tejido prospectivo  que se empieza a desbordar el problema puramente tecnológico, para abordar esa pareja de los problemas sociales y ecológicos; considerando la voraz industrialización, los excesos del mercado y una cultura mediática que produce consumidores y ciudadanos no vigilantes de la naturaleza.     

 “Así ha surgido la ecocrítica que explora la visión de la naturaleza en obras que manifiesten una preocupación por denunciar el deterioro medioambiental o por representar como un valor la relación del hombre con su medio natural, su lugar, su oikos. La ecocrítica o crítica ecológica procura integrar las producciones textuales a un sistema mayor que las tradicionales series literarias, culturales e históricas, desplazando la obra hacia un nuevo entorno valórico, ecocéntrico, que inserta la obra y al autor en las matrices que la/lo sustentan. Se trata, en general, de asumir una perspectiva que recupere la conexión entre la naturaleza y la cultura y que haga visible la materialidad de las interrelaciones e integraciones de los soportes y elementos que aseguran la vida básica del  planeta.      En ese enfoque, el nexo entre literatura y naturaleza representa la unión primordial del hombre con su entorno natural. Se trata de una conexión que permita conjugar el mundo exterior, mítico y sagrado de la naturaleza con la subjetividad y el mundo social”. (37)  “El término “ecocriticismo” nació en 1978 de la mano de William Rueckert en su estudio Literatura y ecología: un experimento en ecocriticismo. Como escuela crítica literaria  se afianza en los años 90 en las universidades estadounidenses, desde donde se extiende hacia el mundo anglosajón y, lentamente, al entorno hispano”. (38)

Cheryll Glotfelty define esta tendencia en su introducción a The Ecocriticism Reader, como “el estudio de las relaciones entre la literatura y el medio ambiente”, es decir, nuestro ecosistema (conjunto formado por una comunidad de organismos que interactúan entre sí)”. Un postulado de la ecocritica, es el mito del desarrollo y las tecnologías, la industrialización masiva, a costa del medio ambiente. En ese punto hay algo de razón en la ecocritica, llamar la atención sobre un problema candente, que ya esta pasando su factura  en diversas partes del mundo. Pero totalizar todo en los grandes paradigmas del desarrollo, también supone un objetivo muy materialista, es casi como decir que esos paradigmas del progreso nos van a destruir, la consecuencia es que se termina amando la naturaleza como un fin utilitario.  Se le sigue viendo solo como una cosa, un viejo mueble. La ecocritica debería también consideras el amor natural a la naturaleza. No como un fin para salvarnos, sino como una coexistencia entre todos los seres que componen ese ecosistema. En fin vía la literatura, la ecocritica se puede enriquecer en su visión y perspectivas desde un enfoque más integrador tripartita entre conocimiento, naturaleza y vida.   

Es una presión saludable que  la ecocrtitica, tal como la plantearon sus postulantes se acerque a otras ramas del conocimiento: ética, sociología, antropología, filosofía. Por supuesto es el escritor el que tiene el sartén en las manos. Porque todo se circunscribe a lo que el escribe, su visión del mundo. Pero el acercamiento a la naturaleza, como un espejo puede devolver y rescatar tradiciones y conocimientos que han sido relegadas al paso de los siglos. Detrás de la naturaleza, hay capas de conocimientos, redes de sabiduría, ejemplos amables.  Ningún escritor se va inventar el mundo de nuevo, pero puede descubrir un mundo casi con la sorpresa de Petrarca al subir al monte Ventaux, o vislumbrar la sabiduría que  halló en el hueco de la montaña,  o en la comunidad secreta de las raíces de los arboles,   Thoreu en Walden. Antigua  e  inagotable cantera de naturaleza y de la sabiduría que se puede encontrar en casi cualquier literatura indígena o autóctona, en cualquier acercamiento sensorial a la naturaleza, en casi de cualquier parte del mundo.

Finalmente, aunque sea unas breves ideas sobre las tendencias de la ecocritica, o una de su línea base de investigación. En el marco de las tendencias  de la ecocritica, siguiendo postulados de Rosa Bautista: “despuntan el paisaje presente y natural, pero también el paisaje histórico, paisaje interno y externo, etnopoesia, bioregionalismo, sensioralidad ecológica” (39). Pero también la ecocritica, que no es solo considerar novelas que en su más alto grado sean ecológicas, sino que también aspira a rescatar  textos u sustratos que e por su conexión se traduzca en analogías naturalistas de la vida humana. O que sean portadores de la simiente  ecológica. . En ese sentido también brotan una etnoecologia o una ecohistoria. O identificar una amplia línea base de investigación o temas a considerar dentro de la ecocritica. (40). Una ultima observación, no es que la novelas ecológicas o la ecocritica aspire a un mundo purista, novelas solo de la naturaleza, como las fotografías de Ansel Adams. En fin hay dos naturalezas, la naturaleza humana  y la naturaleza como tal, que incorpora el entorno geográfico con todos sus elementos. Esas dos naturalezas se funden y es difícil encontrarlas en estado puro. Sin que una o la otra se le insinué en el camino. "Y el bosque es encantador, oscuro, y profundo (…) Y aún hay mucho camino por recorrer". Y esos versos de Frost no son ecológicos, sino de ecología humana. 

Coexiste también ese binomio de literatura urbana  y de  literatura de la naturaleza. Y entre ambas no hay conflicto, porque esa dicotomía, no es más que un estado mental. Una separación para hacer más comprensible  el mundo. La ecocrtitica aspira, entre algunos de sus objetivos,  a como apunta Rosas-Bustos a una “reforestación literaria”, en el marco no solo de   lo que se  escribirá a futuro, sino en  revalorar desde una arqueología ecológica textos que tradicionalmente no se han considerado ecológicos o cuyo tema central no es ecológico. Uno puede leer  y preguntarse si en grandes novelas  norteamericanas y europeas, hay elementos ecológicos y cuál es su naturaleza. Uno se pregunta, si Tom Sawyer, o Huckleberry Finn de Mark Twain, o Los Miserables de Víctor Hugo, o novelas más modernas como  Siddhartha de Herman Hesse  o la Montaña Mágica, de Thomas Mann, tienen elementos ecológicos o si  rescatan el aliento de la naturaleza. Y en ese injerto literario, la ecocritica también aspira a producir un lector más familiarizado y amigable con la naturaleza, aspiración legitima; pero que también registra una incipiente revalorización de la  literatura ya escrita desde una  óptica naturalista, y encausar ese palpito de preocupación y sabiduría naturalista en lo que esta por escribirse.  Finalmente, sea para bien o para mal, sea para su salvación o para su destrucción. Ya sea un Ícaro vehemente  por volar con alas de cera (tecnología), hacia el sol. O Petrarca subiendo con sus músculos y aprensiones, el Ventaux; en cualquiera de sus dos vertientes; en la raíz de la creación o en sus ramas artificiales.  El árbol del bien y el mal,  la   humanidad encontrara en la naturaleza su destino final.      



A manera de epilogo. Lenguaje y naturaleza: cinco   textos en busca de  interrogantes.

Finalmente, todo empieza con palabras y termina con palabras. Ahora se aborda  un tema que ya había tocado Javier Vásconez en su ensayo La novela como naturaleza muerta. El tema del lenguaje y las palabras: el tema de la contaminación del lenguaje.

Primera interrogante:  

Texto. “El trastorno ecológico no deja de ser un trastorno lingüístico y literario más profundo. Grandes símbolos aparentemente intemporales (el mar, el río, la lluvia, el aire, la tierra o el bosque) se están contaminando y agotando, como discursos difícilmente renovables, al ritmo de la depredación planetaria” Niall Binns. “Presentación”, en Anales de Literatura Hispanoamericana (Monografías: “Acercamientos ecocríticos a la literatura hispanoamericana” (41)

Reflexión al texto
Si bien esta es una visión pesimista, hay un tono real en esa afirmación. Las palabras ahí quedan, lo que ira desapareciendo son los ríos, los arboles, la fauna. Ya hay especies desaparecidas, y otras en peligro de extinción. Es como si esas cosas que desaparecen o van desapareciendo, fuesen un lenguaje en extinción. Una vez que ya nadie habla en esa lengua, se dice que es una lengua muerta. Cuando el ultimo bisonte desapareció en las praderas norteamericanas, esa palabra también desaparición en la lengua de los siux.

Segunda interrogante:   

Texto. “En el centro de la plaza surgió un árbol de metal. En sus ramas tubulares estaban cantando pájaros autómatas, que abrían y cerraban el pico y las alas a cada trino. Flores artificiales, iluminadas por dentro, fosforecían. Turistas y niños rodeaban ese novísimo árbol de la vida. En que piensas cuando haces el amor, p48. Pensar la nación mexicana a través del Apocalipsis ecológico en dos novelas distópicas de Homero Aridjis. Miguel López Lozano (42)

Reflexión al texto
Y trasladándonos al futuro, de las  novelas o cuentos distopicos en que un personaje lee en un libro la palabra “rosa”, pero no sabe qué es, porque hace cien de años las rosas dejaron de existir. En ese sentido la clonación, la imitación siempre serán productos de segunda orden. El problema central no es solo que se reproduzcan arboles artificiales, sino que se empiece a fabricar seres artificiales.       

Tercera interrogante:

Texto.  “La diversidad de la vida hizo grandes nuestras historias y cuando aprendimos a contarla, la llamamos biodiversidad y cuando viajamos, nos dimos cuenta de que nuestra tierra era magnífica y que las historias que venían con ella, infinitas (…) la revelación del mundo las palabras convocaron cosas de toda clase, aquellas que apenas habíamos visto de soslayo, las que salieron arrastrándose de los sueños y se fueron a vivir a las montañas”.  Palabras vivas: Brigitte Baptiste (43)

Reflexión al texto
La tierra y la naturaleza tienen sus propias historias, ellas están ahí. Las palabras existen par recordamos que las cosas siempre han estado ahí. También por la palabra y el lenguaje se puede llegar a la naturaleza También el lenguaje requiere la búsqueda de una biodiversidad lingüística  y la naturaleza una bioliteratura. En ese contexto, se emerge la inquietud, se que hay dos lenguajes, a veces conflictivos, pero también , igualmente fraternos. El  lenguaje de la naturaleza y el lenguaje de la humano. La integración de esos lenguajes es una delas aspiraciones lingüísticas dela ecocritica. Valga un ejemplo muy centroamericanista, con el uso del lenguaje en los títulos de la algunas delas novelas de Julio Escoto. Y otro ejemplo más conocido, en la novela La Montaña Mágica  de Thomas Mann.  Ambos autores, recurren al mismo principio, identificar palabras del ámbito naturalista, para sus títulos novelescos, y hacer brotar y crecer una narración que describe o pinta los conflictos lanzando una secuencia  fotográfica de la condición humana. Sea en un escenario social u ontológico.  Y esto uno de los múltiples,  nudos gordianos de la lingüística, ¿cómo integrar  estéticamente, socialmente productivo, y coherentemente literario, ambos lenguajes: el lenguaje de la naturaleza y el lenguaje humano.     

Cuarta  interrogante:

Texto.  ¿De qué sirve escuchar el canto de los pájaros en las jaulas si en prisión no se expresa la alegría de vivir? Si quieres disfrutar del colorido plumaje y el canto de los pájaros, no aprisiones el lenguaje libertario de la naturaleza. El mejor atril de la música de las aves son las ramas de los árboles. No olvides que quien le pone rejas a la libertad le pone candados a su conciencia, silencia su palabra y condena para siempre su dignidad". Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961. Jorge Miguel Cocom Pech. Escritor maya. (Mérida, México) (44)

Reflexión al texto
Pero también la libertad esta en el lenguaje y en su capacidad de regenerarse. Es la  visión del mundo con otro contexto. En lo hondo de la naturaleza y del lenguaje, habita la libertad. Y ni el lenguaje ni la  naturaleza pueden sobrevivir sin libertad.

Quinta interrogante:

Texto.  "Abuelo, ¿qué son las flores? -Las flores son los ojos de las plantas como tus ojos son las flores en el jardín de tu rostro. Por esas flores, ojos con aromas, las plantas, miran, alegran, atraen y curan el alma de los hombres".
"Abuelo, ¿qué son las mariposas? –Hijas de la lluvia, son las flores ambulantes de los caminos".
"Abuelo, ¿qué son las nubes? –Las nubes son ramas de árboles cargadas de agua que gustan pasearse por los caminos del cielo. Blancas, grises o de colores, vuelan sobre el azul del infinito en busca del viento para jugar a las escondidas. ¡Ah!, si supieras ¡cómo se divierten en cubrirle la carilla amarilla al sol que sonriente las contempla!
Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961. Jorge Miguel Cocom Pech. Escritor maya. (Mérida, México) (45)

Reflexión al texto
Pero también como lo hace el autor de este texto maya, las palabras se reciclan y se presenta con otros significados, con otra semántica, es como profundizar en el lenguaje, encontrarle los significados recónditos. En el plano de la lingüística, es no es tomar al pie de la letra, “Los limites de mi lenguaje, son los limites de mi mundo “de Wittgenstein. Esto tiene que ver con el binomio cantidad y calidad. Cuando Wittgenstein habla los limites de mi lenguaje, no solo se refiere a las cantidad de palabas que uno usa o sabe, sino a la calidad de esas palabras, que pueden significar otras cosas. El escritor maya, nos brinda un ejemplo como las palabas se trasforman y vuelan como una ave, y desde el valor semántico, se deslizan por la pendiente de una montaña, hasta llegar a la fuente del rio,  y   se trasforman en agua corriendo,  así hacen el continuum, si bien de una cosa colateral, distinta a la acepción literal. La nube no es solo una nube, son ramas cargadas de agua, es decir las nubes son agua. Las mariposas no son mariposas,  sino  flores ambulantes. Las  flores no  son solo una flor, sino los ojos. Porque una palabra no es solo una cosa sino, potencialmente muchas cosas. Recuerdo a Borges, con una lista de palabras aleatorias y diferenciadas, aunque solo como enunciados. A Humberto Eco, lingüista quien brinda un diccionario de palabras, con su propia interpretación. Pero más remoto es explorar la etimología de las palabras, y son los lingüistas los que más saben de  ese enredo palabrero. En fin al  paso del tiempo muchas palabras se han  desnaturalizado y han perdido su significado  original. Sin considerar, la selva idiomática que significa las vitales y enriquecedoras, pero a veces fastidiosas traducciones: el significado de las palabras en los distintos idiomas. A todo eso se refería Wittgenstein cuando acuño su  manida y descolorida frase: “Los limites de mi lenguaje, son los limites de mi mundo”.  



Notas bibliográficas

 20. Sobre ecología y literatura latinoamericana, hay una diversidad de fuentes, ponemos las principales, que sea han utilizado. Yelenny Molina Jiménez,  La ecología en algunas novelas latinoamericanas. Problemática ambiental en el ámbito literario latinoamericano Institución: Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba Joan Martínez Alier. El hombre y su medio ambiente en la literatura latinoamericana. Lunes, 3 de agosto de 2015.  Juan Gensollen Sorados, El hombre y su medio ambiente en la literatura latinoamericana, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lunes, 3 de agosto de 2015. También, en fuentes donde el tema es la ecocritica, hay contenidos sobre las novelas latinoamericanas.
21. Poema Conejo y la luna  traducción 10 Poemas en Náhuatl Traducidos al Español    
Por Tatiana Mejía Jervis.Lifeder.com
22.Globalización, ecología y literatura. Aproximación ecocrítica a textos literarios latinoamericanos*MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ. Universidad de Concepción, Chile KIPUS Revista andina de letras, 27 1er. semestre 2010, Quito, pagina 98.Citando a Octavio Paz, Itinerario, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 155.
23. Idem.,MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ, pagina  102 Octavio Paz, “La búsqueda del presente”…, 1991
24. Idem., MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ, pagina 100.  Citando a García Márquez, La hojarasca, Barcelona, Plaza Janés, 1979, 6a. ed., p. 5.Hojarasca
25.  Selva simbólica selva simbiótica apuntes para una ecocritica latinoamericana, Liza Pamela Rosas-Bustos, Graduate Center, City University of New York. Academica e investigadora chilena. Notable  trabajo de investigación doctoral, con unas  sólidas  raíces literarias, que proyecta un horizonte abarcador y una intertextualidad ecológica enriquecedora. Citando a Rosa Bustos: “Se detectan en estos trabajos esferas que se yuxtaponen y prioridades locales que se hacen manifiestas en esta inmediatez sensorial, como por ejemplo, las construcciones culturales de los habitantes originarios de América Latina y la cosmovisión indígena o bien la oralidad, como aproximaciones desde una ruralidad. Cada uno de estos textos ofrece prioridades diferenciadas en cada territorio específico. Como resultado, esta configuración territorial desde una concreción se impone. Si la simbología hegemónica enmascaró los territorios selváticos con un vertedero de discursos que la naturaleza va, como un jardinero constante y trabajador, sensorialmente carcomiendo con el paso del tiempo, considero pertinente dar cuenta de esta reforestación literaria. Paginas 71 y 72 (:) Lo cierto es que la selva en estos relatos no es ni violenta ni real maravillosa. Sostiene una fenomenología intensa ineludible que obliga a quienes viven en ella a mantenerse interrelacionados con ella y con sus seres no humanos por medio de los sentidos
26. Idem., Ob…Cit., Liza Pamela Rosas-Bustos. A esta lista también son ejemplos de multisensorialidad,” Se reconoce una ficción multisensorial en el relato “Luvina” (1953) del mexicano Juan Rulfo, en Requiem para un campesino español (1953) del español Ramón José Sender. Es posible abordar desde una perspectiva ecocrítica el cuento “La casa inundada” (1963) del uruguayo, Felisberto Hernández (1902-1964), la novela Ilona llega con la lluvia (1996), del colombiano, Álvaro Mutis (1923-2013) y la novela Las nubes (1997) del argentino, Juan José Saer (1937-2005). Es posible asimismo abordar desde una perspectiva revisionista varios trabajos como La vorágine (1924) de José Eustasio Rivera o Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos o incluso, una más reciente El sueño del Celta (2010) de Mario Vargas Llosa en relación a cómo los silencios sensoriales evocan valores diferenciados desde una articulación predominantemente occidental. Se alude la multisensorialidad en El libro de los abrazos (1989), del uruguayo Eduardo Galeano y en varios de los cuentos del nicaragüense, Sergio Ramírez. Aparte de estas novelas que siendo analizadas desde perspectivas revisionistas que pueden proporcionar valiosas aproximaciones, se distinguen asimismo novelas recientes las cuales constituyen un campo que todavía no ha sido explorado. Están, por ejemplo las novelas El tibio recinto de la oscuridad (2000) y Única mirando al mar (2010) del costarricense, Fernando Contreras Castro. Aunque la temática sentimental subyace en las novelas juveniles, La trilogía del malamor: Hacia el fin del mundo (2011), la Raíz del mal (2013) y El árbol de la vida (2013) de José Ignacio Valenzuela, estas son abordables desde una perspectiva ecológica. Ahora bien El factor carne del escritor dominicano, Rey Emmanuel Andújar puede proporcionar un valioso aporte al ser analizada desde una perspectiva ecocrítica que aluda esta sensualidad multisensorial como también pueden proporcionarlo las novelas Intemperie, del español Jesús Carrasco y En la orilla, del español Rafael Chirbes. “Pagian 298.   
27. Arturo Arias: "La nueva novela centroamericana se transformó en una especie de campo de juegos, Diario Paranoico, 24 de abril 2008
28. Minucioso y bien documentada ensayo sobre la novela histórica y la ficción en Centroamérica, de. José Ángel Vargas Vargas, Novela centroamericana contemporáneas y ficcionalizacion de la historia Revista comunicación, enero-julio, Vol. 13, numero 001.Instituto Tecnológico de Costa Rica. Paginas 5-16
29. Idem., Obra…cit., José Ángel Vargas Vargas
30. Obra cit., Arturo Arias. 
31. Obra., Cit., MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ.  Kipus  
32. Poesía y ecología en Centroamérica: más allá del estrecho dudoso. RedISCA.
Responsable: Dra. Mª Ángeles Pérez López (Universidad de Salamanca).
33. Sobre  Única mirando el mar, ver La problemática ambiental en el ámbito literario latinoamericano Yelenny Molina Jiménez. Institución: Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba
34. Llama la atención que algunos de los títulos de las novelas de Julio Escoto, aluden e elementos provenientes de la naturaleza. Aunque la trama y fondo de sus novelas sea mas de contenido histórico o de conflicto o de identidad.  Bajo el almendro… junto al volcán, Días de ventiscas, noches de huracán, El rey del albor, madrugada. Títulos que sugieren símbolos que anticipan las coordenadas geográficas y mentales  de la narrativa de esas novelas.  Palabras claves: Árbol de los pañuelos, Almendro, volcán, ventiscas, huracán, madrugada. Donde se evidencia que en estas novelas, en alusión a sus títulos hay una línea de base naturalista, donde los elementos naturales se presentan como símbolos de las realidades sociales y humanas. Es como un espejo en que el autor, Julio Escoto, se vale de las palabras extraídas del diccionario naturalista, vocablos  con  una gran carga de contenidos sociales, para desarrollar y explicar narrativamente conflictos históricos de la naturaleza humana. Estamos en presencia, no de   novelas naturalistas en el estricto sentido purista de la naturaleza,  pero si de una incipiente maniobrabilidad literaria y dirección de rumbo de una vertiente novelística con una clara y sostenida orientación, y grafismo representativo, que perfectamente desemboca en  un sendero aún no transitado de una literatura  ecosimbolista. En que el lenguaje naturalista sirve de referente,  depositario sagrado,  y de luz sobre el sendero en penumbras.  Iluminando las implosiones sociales y existenciales que el lenguaje humano hace esfuerzos intermitentes, a veces agónicos pero también vigorosos, por manifestar. Recurso literario extremo pero autentico,  por apropiarse de un pedazo del tiempo histórico y del espacio mental, para aprehender una escenografía microhistorica,  el el océano  de la realidad  y la apariencia  del mundo.       
35. Sobre las novelas de Julio Escoto, ver Helen Umaña, El Rey Albor Madrugada en Lit Art. En ese mismo post, se encontraran reseñas de la misma autora, muy solventes y sesudas sobre las novelas de Julio Escoto. Sobre Roberto Castillo y la novela, ver los sólidos y esclarecedores ensayos:   La guerra secreta de los sentidos,   Libros clave de la narrativa hondureña (III).La guerra mortal de los sentidos Por José Antonio Funes, también ver, Ronald Nibbe  La guerra mortal de los sentidos de Roberto Castillo: Una celebración de la diversidad y la diferencia, llena de energía y esperanza.
36. Sobre la vida y obra de José Antonio Domínguez,  ver, el riguroso, bien documentado y esclarecedor  estudio de Héctor Leiva. En José Antonio Domínguez. Obra poética  escogida de sus manuscritos, (1885-1903),  Secretaria de Cultura, Artes y Deportes. Edición de Héctor Leyva, 2008.    
37. Ecocritica , pagina 101
38. El día mundial del medio ambiente y la literatura. (Monografías: “Acercamientos ecocríticos a la literatura hispanoamericana”)(14)  No. 33, 2004, p. 11El día mundial del  medio ambiente y la literatura
39.Obra …Cit., Liza Pamela Rosas-Bustos
40.Mauricio Ostria Gonzales, señala:  “Una perspectiva ecocrítica puede, por ejemplo, indagar sobre diversos ejes semánticos (no solo temáticos) que organicen los textos. Así, la presencia de la Naturaleza-madre: La tierra y sus diferentes representaciones maternales (cósmicas y espirituales); o la figura de la Naturaleza ominosa: factor de destrucción de lo humano y sus representaciones simbólicas; la Naturaleza como objeto de contemplación y descripción; la Naturaleza como proyección de la subjetividad; Naturaleza e identidad cultural; la Naturaleza como signo (anticipación y apocalipsis); Naturaleza y mito; Naturaleza y contingencia ecológica; Naturaleza: arraigo/desarraigo, migraciones y exilios, fronteras, etc. Estos ejes semánticos pueden configurar isotopías complejas, así como visiones especulares o discursos paródicos. Podrán asumir diversas formas lingüísticas, retóricas y discursivas según el contexto textual y genérico en que ocurran y tendrán, en cada caso, un sentido singular (o varios) que el lector debe construir”. Globalización, ecología y literatura. Aproximación ecocrítica a textos literarios latinoamericanos. Pagina 107.
41. citado en MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ p.101 y en El día mundial del medio ambiente y la literatura.  Niall Binns, “Presentación”, en Anales de Literatura Hispanoamericana (Monografías:“Acercamientos ecocríticos a la literatura hispanoamericana No. 33, 2004, p. 11.
42. Miguel López Lozano en  Pensar la nación mexicana a través del Apocalipsis ecológico en dos novelas distópicas de Homero Aridjis.¿En quién piensas cuando haces el amor?
43. Brigitte Baptiste. Palabras vivas sobre el hombre y la naturaleza.22 noviembre 2016
44. Jorge Miguel Cocom Pech Fragmentos de Secretos del abuelo. 1961. Escritor maya. (Mérida, México).
45. Idem., Jorge Miguel Cocom Pech

Enlaces

Globalización, ecología y literatura. Aproximación ecocrítica a textos
literarios latinoamericanos* MAURICIO OSTRIA GONZÁLEZ, Universidad de Concepción, Chile Revista Andina de letras , 27 I semestre , 2010, Quito
La problemática ambiental en el ámbito literario latinoamericano.  Yelenny Molina Jiménez. Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa, Cuba
Selva simbólica selva simbiótica apuntes para una ecocritica latinoamericana.Liza Pamela Rosas-Bustos, Dissertations, Theses, and Capstone Projects Graduate Center Graduate Center, City University of New York, 10-1-2014
El hombre y su medio ambiente en la literatura latinoamericana. Juan Gensollen Sorados  
UNMSM, Juan Lunes, 3 de Agosto de 2015.
 La ecología en algunas novelas latinoamericanas
Joan Martínez Alier. La Jornada.
Literatura indígena en nahualt.




Créditos de las ilustraciones

Río y bosque, del artista indígena Fabián Moreno. Palabras vivas. La naturaleza y el hombre.  
Mural de Chichén Itzá LITERATURA Y MUNDO MAYA
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Paisaje, Pedro Antonio Grades, pintor primitivista hondureño