Next Door*, un cuento de Alvaro Calix** Cuento ganador del I Certamen Literario Internacional Coquimbo 2016. Honduras



Suena el timbre, no es en mi apartamento, supongo que son los nuevos vecinos. Dos timbrazos cortos, espaciados; luego un par bastante largos. Por fin alguien abre la puerta, escucho ruido de tacones altos, sí, tacones altos entrando al apartamento, pasos cortos, presurosos. La puerta se cierra de golpe. Pasan de las doce de la noche, será mejor que me vaya a la cama, mañana podría ser un día ajetreado en la librería, mientras duren las rebajas en los textos de mercadeo y finanzas. Además, el tráfico sigue siendo un nudo por las reparaciones en el Puente Catarina. Quizás no va a ser una noche tranquila, los gritos desde la pieza de al lado comienzan a escalar, no alcanzo a entender que se están diciendo los tortolitos. La vajilla  se despedaza en el piso que imagino ha de ser de cerámica, como el mío. ¡Ya paren, por favor!
Me voy al dormitorio. Da lo mismo, la pared comunica directo con la sala del apartamento contiguo.  En la pared se estrellan a saber qué bólidos, quizá zapatos, bolsos, qué sé yo. El primer acto fue sin duda estridente, digno de una tragicomedia barata de las que pasan en el teatro de la esquina. Ya es hora de que no vuelva a poner mis pasos en ese entablado de medio pelo, por cómo están las cosas no vale andar tirando los pesos. Parece que la riña acabó, aprovecho para lavarme los dientes y ponerme la ropa de dormir que guardo en la funda de la almohada. No hay suerte, quién me manda a ser porfiado, vuelvo a escuchar un portazo que rebota en mis tímpanos, enseguida patadas y forcejeos para abrir la puerta de lo que supongo es el dormitorio de los simpáticos vecinos. La mujer se encerró en la habitación, presumo;su compañero quiere entrar a como dé lugar. Aunque podría ser al revés, cómo saberlo. De nuevo el palabreo, con ese tonillo tan coloquial que sisean los que vienen del oriente de este país; sigo sin entender de qué va la cosa.
Las voces se apagan y dan paso al llanto de la mujer, mejor cambio la palabra, bramidos. Cualquiera diría que la están quemando a las brasas. Al final la puerta cede a las embestidas, o será que la persona que está adentro la abrió a su riesgo. Los sentidos nos traicionan e hilamos lo que la mente quiere o puede completar, en este caso el resultado es el mismo: la puerta se abrió. Trazos cortos de silencio se mezclan cada tanto con gritos esporádicos, un ritmo moderado que no deja de ser tenso. Vuelve la marejada.Los objetos siguen chocando en la pared, esa que por desgracia linda con mi habitación. Adivino también el cristal de algún armario hecho astillas. Si al menos pudiese mudarme a un condominio No kids no Pets, pero este es el más barato que pude encontrar y aun así me jala medio salario, sin contar el pago de los servicios públicos. La guerra no da tregua, a ese paso van a derribar el tabique. Qué dirán los otros vecinos… Nadie va a decir nada, hasta donde sé en este piso, además de nosotros, solo vive la viejita del 508, la que se levanta antes de las siete para ir a caminar al parque del otro lado de la estación de buses. Es un parque pequeño, con el pasto alto; tiene un sendero al contorno que los visitantes aprovechan para trotar o caminar. También lo usan para sacar a pasear a los perros, pero alguna gente no limpia las heces y una vez, mejor dicho, la única ocasión que visité el parque me traje un recuerdo en la planta de los zapatos. A veces veo a la señora desde la ventana de mi cuarto, hay que ver como se afana en cuidar la figura, será que piensa vivir otro siglo. Lamento ser tan sangrón, en verdad debería reconocer el tesón de la septuagenaria, es probable que su corazón esté mejor que el mío, si juzgo por el cansancio que experimento cuando me animo a subir las gradas que dan a este quinto piso del condominio.
Quisiera pensar que es una rencilla ocasional,de esas que nublan de repente los días claros y que, pese al ventarrón, no pasan de ser chubascos. Si uno cavilase llega a la conclusión de que las discusiones son buenas de vez en cuando; quizás, aunque suene contradictorio,  me gustaría tener al lado una persona con quien disputar algún argumento o punto de vista sobre asuntos cotidianos. ¡Por Dios! no puedo dormir y la mujer lleva la peor parte.De cualquier modo, juzgo inoportuno salir y plantarme así como así a su puerta y decirles que dejen de fastidiar.  Dejo el dormitorio y voy a sentarme en la silla frente a la mesita del teléfono, es una mesita simpática, de cedro, casi nueva que me encontré en el mercado de pulgas. Ignoro cuál es el número de ellos. Pienso que es mejor llamar a la gendarmería del edificio, busco el número en la libretita marrón junto al aparato. Le doy vueltas a la cosa, al parecer no tengo otra opción. ¿Qué pasa?...marco y marco y nadie contesta, será que se volvió a dormir el centinela, cómo no va a despertarse con los timbrazos. Al otro lado, el llanto se reanuda. Ni modo, últimorecurso,telefonear a la policía;si se toma en cuenta que soy extranjero, no me conviene andar llamándola, es cierto, pero quién dudará de que este es un caso de fuerza mayor.
Tal como temí me pidieron el número y mi nombre, no sé mentir; además ellos saben desde que teléfono uno llama para poner la denuncia. Les repito la dirección: Condominio Tarqui, apartamento 504, Avenida Sucre y Nariño. Y está seguro de que no es un mal entendido de su parte, preguntaron al otro lado de la línea. Me quité el teléfono de los oídos y lo dirigí hacia la pared vecina, qué más evidencia, señor policía. Vuelvo a la cama, esta vez me pongo tapones en los oídos, fue una buena idea comprarlos el año pasado cuando vivía más al norte, en aquella manzana poblada de discotecas y bares que no cejaban en alborotar la paz de las noches. Hasta que tuve que mudarme. Bueno, de aquí en más el asunto queda en manos de la autoridad, ojalá que venga. Confieso que no es fácil conciliar el sueño;aunque se han espaciado los gritos, es cierto, encendieron la tele con el volumen al tope. Una película en la que para variar sobran los tiroteos. Aun así bostezo y caigo en un letargo que ajusta para descansar, aunque no logre dormir. Las balaceras tornaron a carcajadas y luego a presentaciones musicales, pero ya con un volumen que juzgo prudente. Esta vez el timbre suena en mi apartamento, eso creo. A tientas enciendo la luz de la lámpara de noche y me acomodo el pantalón de emergencias, busco la boina y camino hacia la entrada para ver quién vive. Me cuido de no destrabar la cadena de seguridad; el inspector se identifica cuando le pregunto su nombre. Su voz chillona, como la de los viejos discos rayados, casi me arranca una carcajada; muerdo los labios para contenerme. Abro y le digo que pase; prefiere quedarse afuera. Usted nos llamó para denunciar una riña en el edificio Sí, fui yo, en el departamento 504, como se los dije. ¿Seguro que no lo soñó?, mi compañero y yo estuvimos con la pareja y no vimos indicios de que hubiesen peleado o algo por el estilo, por cierto… ¿suele usted poner denuncias a la policía?, me imagino que usted vive solo. No… quiero decir, sí vivo solo, pero no acostumbro denunciar… de hecho es la primera vez. ¿De dónde es usted?, digo por el acento. Señor oficial, si quiere voy por mi pasaporte y mi permiso de trabajo; y le aseguro que esos dos se estaban dando en la madre, yo me preocupé por la mujer, no paraba de llorar. Bueno, amigo, nos tenemos que ir, cerciórese antes de poner una denuncia, no nos damos abasto y hoy parece ser un martes caliente, quién sabe por qué, seguro por el festival, no es cierto.
Durante la jornada en la librería, no dejé de bostezar cada tanto; la noche de ayer me pasó un poco la factura. Varias veces a lo largo del día pensé que la mujer del 504 a estas alturas habría colmado su valija y la imaginaba sola en el andén de la terminal esperando su bus de provincia. Para qué negarlo, también yo a veces me veo con la maleta parado en la estación tomando ese autobús que me devuelva al país de cuna, pero ya la vida está hecha y mejor prefiero sentarme en la banca y recordar el litoral, como dice la canción. También especulé si, por el contrario, ella se atrevió a denunciar al marido, hay que tener valor para hacerlo, aun en estos tiempos. Por momentos perdía de vista la línea divisoria entre mis ganas de dormir a pierna suelta y la sana preocupación por la suerte de la dama. Los dos intereses, creo, no se contraponen.
Qué alivio siento al poner el último cerrojo en la librería. Mi jefe tuvo hoy la cortesía de ofrecerme jalón. De paso a su casa, apenas tiene que desviarse unas cuadras para acercarme, el problema son las filas del tráfico en horas pico. Mi jefe es en realidad un buen jefe. A veces se compadece de este pobre empleado y se toma alguna deferencia conmigo; aunque lo que necesito es un aumento, si se me permite decir. Durante el viaje en el auto, él casi no me ha dirigido la palabra, no es que éste molesto o algo así. Deben ser esas deudas con el banco. Me bajo de su carro y camino medio kilómetro, más o menos. Las ciudades son cada vez más puros mercados, y escondidito en un palmo su centro histórico donde se ufana la gente de unas cuántas joyas de la corona. El resto es patético, calles abarrotadas de autos, gente enlatada en autobuses de regreso a casa y mercado, más mercado, puro mercado.
Llego a las siete y media al edificio de apartamentos, recién ha oscurecido. En el vestíbulo del edificio me quedo platicando un rato con Jonás, el guardia de turno;por cierto le pregunto si ayer tenían descompuesto el teléfono. Dice que no.Pronto la plática se desliza hacia el anuncio de la reparación de la cisterna de agua que van a hacer la semana que viene. El guardia me entrega la notificación y firmo en la ficha de control. Sugiere que tenga lista para el próximo jueves alguna cubeta en la que recaudar agua. No tengo cubetas y tendré que pensar en cómo hacerme de una, espero que no toque comprarla, para gastos estoy hasta la coronilla. Una pareja entra al edificio y sin saludar al guardia pasa directo a los elevadores;van abrazados,son una melcocha. Le pregunto a Jonás si se trata de nuevos inquilinos. Sí, responde, sus vecinos del 504. Volteo de prisa la mirada al ascensor, todavía están esperando que baje la cabina. ¿No los conoce todavía?, se sorprende el guardia. Sin dejar de verlos, le respondo a Jonás, usted sabe cómo es la vida en estos edificios, uno apenas media palabra con los vecinos. Los dos visten jean azules, de esos que tienen la apariencia de pantalones viejos sin serlo; lo parecen por los lamparones que les ponen en el diseño. Para una persona un poco aedada como yo, esas modas resultan temerarias. Noto que la mujer es medio morocha, más bien bajita y con una cabellera algo grande para su porte; esta vez no anda tacones, ahora calza tenis rojos, tendré que decir muy sucios, salpicados en el fango de a saber qué arrabal. El muchacho es apenas una pulgada más alto que la mujer, cara lampiña, con una camiseta ajustada sobre un cuerpo que deja entreverla afición por los gimnasios. ¿A qué se dedicará? Sus tenis, blancos con punta azul, distan de verse tan asquerosos como los de la joven. Son unas criaturas, no entiendo porque la gente se apresura a amarrarse, será que piensan que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina.A propósito de fin del mundo, cuánta gente hizo pucheros la semana pasada porqué ganó ese tal Trump… Tampoco la otra era buena ficha, y esa sí que era gatillo alegre. Ojalá la moneda se hubiese quedado en el aire. Como sea, no es mi problema, ni lo uno ni lo otro. Me despido del guardia.Antes de irme al apartamento, pienso que es buena idea pasar por la panadería que está justo al frente del edificio. Con el día que he tenido, apenas probé bocado.
Compro una hogaza de pan campesino, servirá para la cena y, con suerte, para el desayuno. Todavía está calientito, de la horneada de la tarde. No pierdo oportunidad y me quedo un rato en la panadería para tomarme un café con leche en una de las mesas acomodadas junto a la ventana, hoy están vacías. Desde aquí puedo ver todavía la costra parduzca del edificio de apartamentos, pide ya que le den una mano de pintura, aunque sea para eso les debería alcanzar la alícuota. En este local a veces encuentro a un señor, ya mayor él, que me saluda cuando quiere y, si anda de buenas,le da por contar sus aventuras de cuando vivió más de veinte años en Estados Unidos, en Baltimore para ser más preciso.En esa misma ciudad yo me la pase casi un año, hace ya un buen tiempo. Él anciano habla hasta por los codos, a mí se me da escuchar. Suelo pensar que me habla de una ciudad distinta a la que yo conocí, por poco me dice que las calles están pavimentadas con oro. Las ciudades se ven distintas según el punto cardinal donde uno esté. Baltimore es un caso muy especial. Pero esta vez toca beberme solo el café, mirando el penoso tráfico de la noche. Se la pasa uno bien aquí, es un lugar barato y el piso siempre está limpio. Lo mejor es que me queda a un paso. El dueño de la panadería me hace señas porque ya va a cerrar. Pago el café con el importe exacto. Al entrar al condominio, le digo buenas noches al guardia que releva a Jonás; no le sé el nombre, tengo que confesar;si lleva diez días es mucho. Siempre enfundado en su gorro pasamontañas, ocupa el lugar de Hilario que se fue así de repente, de un día para otro,  a ver si se le daba entrar a los Estados Unidos, porque a España no volvía ni loco, le escuche decir una vez. Sospecho que ahora muchos estarán asustados con ese  muro que “planean” construir en la frontera gringa. Pero a mí eso me da risa, no se dan cuenta que el muro hace tiempo está en pie. Quién quita y mañana sean ellos los que tengan que cruzar ríos, desiertos y saltar muros para refugiarse en el sur.
Por suerte, no tengo que esperar demasiado tiempo el ascensor. Ceno con el pedazo de pan y un poco de crema, repito otra tacita de café, esta vez sin leche ni azúcar. Como me gustaría ahorita acompañarlo con un par de rosquillas de Sabanagrande, sentir la fusión del queso con el maíz y deshacerlas en el café. Qué cosas se me ocurren, pronto será más fácil que las imprima en 3D que mandarlas a traer a mi país. Aunque estoy molido, pienso que es buena idea leer un rato la novela pendiente, un largo monólogo de un escritor que se apellida Chefjec. No es una novela de las que venden en mi librería ¡qué más quisiera yo!, me la trajo un amigo al que se le da viajar por el continente y no escatima a la hora de frecuentar las estanterías raras. Los ojos se me cierran y creo que voy a dormirme, aquí en el sofá, con la cortina corrida, mirando la ciudad y sus brotes de luces; o quizás me trasmute al parque del sur de Brasil de la novela entre mis manos. Ya me levantaré más tarde para cepillarme los dientes.
Al principio pensé que estaba soñando, acaso el policía de anoche tendría razón, pero compruebo lo contrario, que son reales, si es que eso puede ser dicho, los palabras fuera de tono y la renovada artillería en el cuarto de al lado. Esta vez no he escuchado tacones ni timbrazos. Bueno, admito que me dormí, por lo tanto no sé con certeza si esos dos incidentes se repitieron o no, el caso es que otra vez tengo que tragarme el bochinche. Es  la una de la mañana, no se mide la gente. Debo decir al menos que la pelea de esta noche entrevé menos revoluciones que la de ayer, igual uno no deja de alarmarse. Dudo si hoy debo también llamar a la policía, o quizás solo al guardia de turno de la planta baja. No lo tengo claro,tal vez esos muchachos necesitan sentarse con alguien que se las baraje, que les haga ver que nada, o casi nada, merece que perdamos los estribos. Total, la esferita gira queramos o no.Si yo supiese qué decirles, seguro lo haría, pero qué puede decirles un hombre encerrado entre las paredes de su apartamento y las de una librería venida a menos. Soy el menos indicado. Ahora que si no tuviera otro remedio, al menos les diría que se lo pensasen, que a ese ritmo van a detonar su guerra mundial y nada será capaz de reconciliarlos, que se la tomen con calma y vayan al parque a respirar el aire estival, que caminen por esas calles a media luz de la ciudad vieja y, solo después de ver la luna, se vayan luego a casa mirando las cosas con otra tonalidad. Pero quién soy yo para decirles nada. Además, la verdad, no debería importarme lo que ellos hagan, solo pido que por favor me dejen dormir. Buena falta me hace. En esos pensamientos me encuentra el sueño otra vez y no puedo evitar las ganas de cerrar los ojos. Mañana será otro día, eso dicen.
La cereza en el pastel, faltaba más, de nuevo les da por encender la televisión. Ahora son unos desaforados comentaristas de un canal latino en los Estados Unidos, no logran todavía reponerse del mazazo. ¡Madre mía!, sí son las cuatro de la mañana. Sospecho que hoy no podré librarme de las jaquecas que vienen tras una mala noche; pocos saben lo mucho que me cuesta ir a los velorios. Tampoco quiero tomar las pastillas que me recetó el último doctor que visite en el hospital. Estoy harto de las pastillas y de los jarabes. ¡Un momento!, sospecho que lo que me ha despertado no es la tele sino el ruido de sirenas allá afuera, qué lata da la gente con sus líos. Aunque no fuese en las zonas que están en boga,  con un poco más de billete alcanzaría para mudarme a sitios más distinguidos, así no cenase más que pan con crema. Pero a cómo va la librería pedir un aumento está en mandarín. Ruego que tampoco se trate de un incendio, porque huele a quemado, aunque el olor podría venir de las zacateras de los cerros aledaños. No hay verano en que no ardan, prenderles fuego parece ser deporte nacional. Dicen los más veteranos que el clima de estas sierras ya no es lo que era antes. Hasta la neblina se ha vuelto perezosa y se hace rogar para bajar a la meseta. Ojalá no sea un incendio. Sin encender la luz me asomo a la ventana, noto que hay una patrulla y una ambulancia enfrente del edificio. También escucho ruido en el pasillo, frente a mi apartamento. Si al menos en el condominio las puertas tuvieran mirillas para ver quién merodea o toca el timbre. Vestido aún con la ropa de ayerme levanto medio zonzo, busco la salida para abrir la puerta sin quitar la cadena de seguridad. Distingo un par de policías, no son los mismos de la otra noche. En seguida escucho el jaleo de radio-comunicadores, con sus pitidos entrecortados. Quién me manda de curioso, uno de los policías toca la puerta y me ordena salir. Vuelvo por mis sandalias y salgo al pasillo, el policía ya no está parado enfrente; me acerco ala baranda y de reojo noto la puerta entreabierta en casa de los vecinos del 504. Las luces están encendidas, hay varias personas adentro: policías, un par de enfermeros, y sentada en el sofá la septuagenaria del cuarto de enfrente. Avanzo unos pasos y desde el umbral de la puerta veo a la mujer de cabellera enorme, con una bata rosa, sentada en el piso contra la pared. Sus piernas están arqueadas, cabeza gacha, con las manos tapándose la cara. Sale el policía y me empieza a preguntar lo obvio. Solo puedo decirle que tuve un día pesado en el trabajo y me dormí como un tronco. Usted fue él que llamó ayer a la estación, verdad. Sí, fui yo. ¿Por qué no volvió a telefonear anoche?... Debió hacerlo. No… oficial, es que…usted sabe,antenoche sus compañeros vinieron de puro gusto y… la verdad,ayer no escuché nada que se diga sospechoso, así que me dormí. Tendrá que acompañarnos a la comisaría.  Está bien, si usted lo ordena.
Les pido autorización para ir a medio asearme y buscar una mudada limpia. Cinco minutos, no más, responde el otro oficial sin verme a la cara.  Entro a mi pieza, pienso en hablarle al dueño de la librería, al final decido que mejor no, es muy temprano; aunque no dispongo de saldo en el teléfono móvil, supongo que será fácil conseguir una llamada desde la comisaría. Me alisto tan pronto como pueden durar los cinco minutos, salgo de nuevo. Ojalá no tomen fotografías. Le pongo seguro a la puerta y vamos a ver qué pasa. Por el pasillo sacan el cuerpo en camilla, envuelto en una sábana blanca. Es increíble cómo ganó Trump.



* Cuento ganador del  I Certamen Literario Internacional Coquimbo 2016, (rama de cuento), Revista Coquimbo, Honduras. 
** Alvaro Calix, escritor hondureño. 

Ilustración del post, Plaza de las palabras. 














Tres poetas rusos : Mandelsthan, Mayakovsky, Brodsky. Post de Plaza de las palabras






 Plaza de las palabras presenta una selección de poemas de tres poetas rusos: Mandelsthan, Mayakovsky, Brodsky. En un sentido muy amplio la poesía rusa ha tenido varias etapas, su denominado Edad de oro, siglo XIX, con poetas como Alexandr Pushkin y Mijail Lermontov, y en prosa Dostoyesky y Tolstoi. Le sigue la Edad de plata, que comienza a crecer en los finales del siglo XIX, y que se incuba o bifurca en varias corrientes, el simbolismo es una,  está representado por poetas como  Andréi Bely, Zinaida Guippius, Aleksandr Blok. El acmeismo, una reacción contra el simbolismo, aspiraba a una poesía más universal,  encabezado Anna Ajmátova, Nikolái Gumiliov, Ósip Mandelshtam. Además de poetas que no encajaban totalmente con las corrientes dominantes, tales como los poetas Serguéi  Esenin, orientado a una poesía campesina y folclórica. Marina Tsvetáyeva. Y finalmente el futurismo, encabezado por Vladimir Mayakovsky, caracterizado por la rebelión contra las normas tradicionales de la poesía, aspiraba a una nueva poesía, la experimentación formal. Los avances de la maquinas. Influenciado por el futurismo italiano de Marinetti. De los tres poetas seleccionados, dos perteneces a la Edad de plata: Mandelsthan y Mayakovsky, y Brodsky, pertenecía a  la generación contemporánea, pero nacido todavía en lo que era la Unión Soviética. Cada poeta con su estilo, los tres sumados a Pushkin, Block, Pasternak y Ajmátova, conforman la capilla superior de la poesía rusa. En definitiva, Mandelsthan es el poeta del inicio y poeta civilizador de la poesía, fue el poeta ciudadano, siempre fiel hasta la muerte.  Mayakovski es la especie de niño travieso o terrible de la poesía rusa. Y Brodsky, el más moderno y a su vez el más antiguo, es el punto de reunión  concreto de dos culturas, dos tradiciones.         
                             La voz

Ósip Mandelshtam


(1891-1938)


Paso por varia etapas y su poesía es una especie de fusión del simbolismo y del acmeseismo. En 1934 fue arrestado por su poema “Epigrama contra Stalin”:
 “Vivimos sin sentir el país a nuestros pies, /nuestras palabras no se escuchan a diez pasos. /La más breve de las pláticas/gravita, quejosa, al montañés del Kremlin... (1)
Sus principales obras Poesía: La piedra, 1913 Tristia, 1922 Cuadernos de Moscú, 1930. Cuadernos de Vorónezh, 1935-37. Y en prosa: El sello egipcio [cuento] El rumor del tiempo. La cuarta prosa, Viaje a Armenia, De la poesía, Coloquio sobre Dante.
La poeta Ana Ajmátova, quien conoció a Mandelsthan y fue su amiga, da una precisa semblanza del poeta “Mandelstam era un magnífico conversador: no se escuchaba y se respondía a “sí mismo, como hacen ahora casi todos. En la conversación se mostraba educado, ingenioso y hablaba de temas infinitamente diversos. Nunca le oí repetirse o echar mano de temas trillados. Osip Emilievich Mandelstham tenía una capacidad extraordinaria para aprender lenguas. Recitaba de memoria en italiano páginas enteras de la Divina Comedia. (2) Igualmente el poeta Brodsky comenta: “Sólo unos pocos escogidos han sido capaces de cultivar la universalidad y la rusidad tan a manos llenas, compatriotas como Joseph Brodsky definen a Mandelsthm como el poeta más grande que ha dado la tierra rusa. Mandelstham es el poeta de la civilización; La cultura y la creación artística constituyen el pilar fundamental de su obra. “En cierta ocasión, al serle preguntado que definiera el acmeísmo -movimiento literario al que pertenecía- respondió: "nostalgia de una cultura mundial".”(3) Se ha descripto a Mandelstham, sin embargo, "como un chamán poseído por una visión". Él mismo escribió: "Intercambiando señales con el planeta Marte (no fantaseando, por supuesto) es una tarea digna de un poeta lírico."] (4)


No escuché los cuentos de Ossián
Ni probé el antiguo vino:
¿Por qué se me aparece el claro del bosque?
¿Y la sangrante luna de Escocia?
Y el contrapunto del arpa y el cuervo
Me suena en el silencio maldito.
Con el viento agitando las bufandas
¡Pendones de guerreros fulguran con la luna!
He recibido una bendita herencia:
Los sueños errantes de extraños cantores.
El parentesco y la aburrida vecindad
Nosotros despreciamos libremente.
Y puede suceder: más de un tesoro
Saltando a los nietos, pase a los bisnietos
Y de nuevo el escaldo componga esa canción extraña
Y la interprete como si fuera propia.



De Cuadernos de Vorónezh, (1935-37).

Segundo Cuaderno

Como Rembrandt, mártir del claroscuro...

Como Rembrandt, mártir del claroscuro,
yo me sumergí en un tiempo que hace enmudecer.
A mi áspera costilla encendida
no la protegen ni estos guardianes
ni este soldado dormido bajo la tempestad.
¿Me perdonarás, hermano espléndido,
maestro y padre de la oscuridad verdinegra?
Pero el ojo de la pluma del halcón
y los ardientes joyeros de medianoche en el harén
agitan no para bien, agitan sin bien
a una conmovida generación de pieles de penumbra.

Jirones de redondas bahías, grava y azul...

Jirones de redondas bahías, grava y azul,
y una lenta vela que se prolonga en una nube—
Cuando comenzaba a apreciaros me han separado
de vosotros:
Más larga que la fuga de un órgano es la amarga hierba
de los mares —los falsos cabellos— y huele a mentira
una férrea ternura embriaga la cabeza
y la herrumbre corroe la suave pendiente de la
orilla...
¿Por qué habéis puesto bajo mi cabeza otra arena?
Vosotros, guturales Urales, regiones del Volga
de anchos hombros,
o este territorio uniforme, todos vosotros sois
mis derechos.
Y aún debo inspirarlos con mi pecho.

Canto con la garganta mojada y el alma seca...

Canto con la garganta mojada y el alma seca,
la mirada húmeda, limpia la conciencia.
¿Es bueno este vino? ¿Están bien estos odres?
¿Es buena la agitación en la sangre de Cólquida?
El pecho, sin lengua, calladamente es oprimido,
yo no canto, canta mi aliento.
El oído enfundado en un verdugo y la cabeza sorda,
el canto desinteresado es su propio elogio...
Consuelo para los amigos y brea para los enemigos:
El canto de un solo ojo, ensombrecido por el musgo.
El don de la voz de un cazador
que a caballo por las cumbres, con libre y
abierto aliento, canta,
Preocupado sólo por llevar al altar
a las doncellas, con honradez
y enojo, sin pecado.






Armado con la vista de puntiagudas avispas...


Armado con la vista de puntiagudas avispas
que succionan el eje terrestre, el eje terrestre,
huelo todo lo que me es dado ver
y hago memoria en vano...
No dibujo, no canto
y no llevo el arco de una voz negra:
Sólo absorbo la vida y me gusta
envidiar a las avispas, fuertes, astutas.
O, si evitando el sueño y la muerte,
el aguijón del aire y el calor del verano,
pudieran obligarme asentir
el eje terrestre, el eje terrestre...







1914

Insomnio, Homero, tensas velas.
Leí a mitad la lista de las naves:
Tal, larga cría, el tren de grullas
Que un día se alzaron sobre la Hélade.
Cual parcela de grulla en extrañas fronteras,
Divina espuma sobre la cabeza de los zares.
¿A dónde navegan si no fuera por Helena,
Para qué quieren una sola Troya, esposos aqueos?
El mar y Homero: todo lo mueve el amor.
¿A quién escucharé? Homero está callado,
Elocuente el mar negro rumorea
Y con pesado estruendo avanza hacia mi cabecera.





Vladímir Vladímirovich Mayakovski


(1893–1930)


Poeta, dramaturgo, guionista, actor. Iniciador del futurismo ruso, que proponía: “ Declaremos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva; la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras…, un automóvil rugiente, que parece correr sobre una estela de metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia”. (5)Y cuyo  manifiesto fue “La bofetada al   publico” (1912) Las obras más destacadas Yo mismo, colección de versos, 1913,  ¡Vea Ud.!, 1913. Vladímir Mayakovski, 1914, La Nube en Pantalones, 1915 La Flauta Vertebral, 1915, Guerra y paz, 1917, Hombre, 1918, Misterio bufo, 1918, 150 000 000, 1920 Amo, 1922, Acerca de Esto, 1922  ¡Bien!', 1927.
Su poema “La nube en pantalones”, escrito a los 22 años, es el primer adelanto de su irreverencia poética, pero también de su actitud vanguardista, quería romper todos los moldes de la literatura y poesía rusa. En un breve manifiesto, Bofetada al gusto del publico, decía: “A quien lee lo nuevo, lo primigenio, lo imprevisto. Solo nosotros somos el rostro del tiempo. El cuerno del tiempo resuena  en nuestro arte verbal. El pasado es angosto. La academia y Puskhyn son más incompresibles que los jeroglíficos. Hay que echar a Puskhyn, Dostoievski y Tolstoi de la nave de nuestro tiempo. Quien  no olvide el  primer amor no conocerá nunca el último (6)
Sobre como se le ocurrió escribir el poema “La nube en pantalones”, lo narra en un ensayo “Como hacer versos”, decía “En el tren, de regreso  de Saratov a Moscú, para ofrecer la prueba de la honestidad de mis intenciones a una ocasional compañera de viaje, le dije que era “una nube en pantalones” Al decir esto pensé que la expresión  podría servirme para un verso y que quizá habría sido repetida y desgastada en vano. (…) Dos años más tarde la nube en pantalones me sirvió para titular un poema entero. (7)
“Durante dos días estuve meditando sobre las palabras más tiernas que un ser solitario dirige a su único amor ¿Cómo intentar  amar y proteger a su mujer. La tercera noche me fui a la cama con dolor de cabeza y sin haber decidido nada. Durante la noche llego la expresión:
Tu cuerpo / Custodiaré y amare /como un soldado derrotado por la guerra / Inútil,  solo /custodia su única pierna. De la nube con pantalones, 1915 (8)
Sobre el poema mismo hay que señalar que esta construida en 4 partes, con base a similitudes, un recurso, muy utilizado por Mayakovsky, y en el que hace referencia en su Ensayo: “Como hacer versos”, estudio, análisis y modo de escribir versos y poesía, pero en esta obra también es un estudio de algunos poetas rusos, entre ellos el más analizado,  Esenin. Hay que decir que en este poema irreverente, acusado a veces de un culteranismo, quizá para su tiempo pero no para un lector moderno. Sin embargo, de los poemas de Mayakovsky se escucharan ecos en  la generación beat norteamericana.  En fin, el poeta ruso es un vanguardista,  es la hermandad de la vanguardia, y típico de todas las vanguardias de inicio del siglo XX. La novedad con Mayakovsky es que él  se subió en la nube de la revolución, verdaderamente fue el gran poeta de la revolución rusa. Un rebelde con causa, un chico malo de la tradición rusa y un vociferante innovador para su tiempo poético. Y que pensaba que “El arte no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo con el que golpearlo”.   


La pasión de Mayakovski
¿Escuchan?
¿Oyen el relincho de los caballos?
¿Oyen?
¿Oyen las bocinas de los automóviles?
Son los ciudadanos,
que van de compras en el reinado de la
/abundancia.
Hay un desborde de gente,
y yo voy perdido entre la multitud,
afligido y sollozante,
trato de mantener los frenos.
Pero me prendo de faldas y polleras.
¿Qué es eso?
¿Eres tú?
mientes fingiéndote una santulona.
Siento mi ojo enrojecido,
como un farol rosado de una casa pública.
-¿Para qué te hago falta?
¡Espera!
Yo conozco alegrías más dulces.
Bajas con orgullo el bosque de tus pestañas.
¡Espera!
Te fuiste...
Allá, por encima de las cabezas está Él.
Le brilla el cráneo.
Tiene la calvicie lustrosa.
Brilla con resplandor.
En el dedo meñique,
lleva en la última falange
un brillante sobre el dedo velludo.
Son tres pelos.
Ella se acercó,
se inclinó sobre su mano,
besándola con los labios,
murmurando:
"A un pelito lo llamaron "La flautita",
a otro le decían "La nubecita",
y al tercero con resplandor increíble,
le bautizaron con otro nombre,
recién inventado por mí."






Pasada la  una de la mañana. (9)

Pasada la una de la mañana. Debes haberte ido a la cama.
La Vía Láctea derrama un río de plata a través de la noche.
No tengo apuro; con relampagueantes telegramas
No tengo motivos para despertarte o preocuparte.
Y, como dicen, el incidente está cerrado.
El bote del amor se ha estrellado contra la amoladora diaria.
Ahora vos y yo somos renunciantes. Para qué molestarse
en saldar penas mutuas, dolores y heridas.
Mirá qué quietud se establece sobre el mundo.
La noche envuelve el cielo en tributo de las estrellas.
En horas como éstas, uno se alza para arengar
Las épocas, la historia, y la creación toda.


 


La nube en pantalones (Fragmento) (10)


A vuestros pensamientos que sueñan


sobre sus sesos reblandecidos
como un gordo lacayo sobre un sofá grasiento
quiero irritarlos
con un jirón sangriento de mi corazón,
me burlaré hasta hartarme, mordaz y atrevido.
¡No tengo en el alma ni una sola cana
ni tampoco hay en ella ternura senil!
Ensordeciendo al mundo
con el poder de mi voz avanzo hermoso,
con mis veintidós años de existencia.
¡Los delicados
tocan el amor con tiernos violines!
Pero el rudo se sirve de timbales.
Prueben, como yo,
a darse vuelta como un guante
y ser todo labios.
Salga a aprender
desde su sala de batista
la ceremoniosa funcionaria de liga angelical.
Y también la que hojea en silencio sus labios
como una cocinera un libro de recetas.
Si lo desean
comeré carne hasta ponerme rabioso
-y, como el cielo, mudaré de tonos-; si lo desean
seré impecablemente tierno.
No un hombre,
¡sino una nube en pantalones!
No creo que exista una Niza florida.
Por mi conducto otra vez serán loados
todos los hombres que yacen como un hospital
y todas las mujeres gastadas como un refrán.




I

¿Tal vez creen que la malaria me hace delirar?
Esto ocurrió,
ocurrió en Odessa.
<<Vendré a las cuatro>>, dijo María.
Dieron las ocho.
Las nueve.
Las diez.
Y la noche
escapó de la ventana
al horror nocturno,
sombrío,
decembrino.
A mi decrépita espalda carcajean y relinchan
los candelabros.
Nadie podría reconocerme ahora:
esta mole musculosa
gime,
se retuerce.
¿Qué querrá esta mole?
Pues esta mole es mucho lo que quiere.
Porque para uno mismo no importa
ser de bronce
o tener un corazón de hierro frío.
Pero por la noche uno quiere
esconder su tañido
en algo blando,
femenino.
Y aquí me tienen
enorme,
doblado en la ventana
fundiendo con mi frente el hielo del cristal.
¿Habrá amor o no habrá amor?
¿Cómo sera?
¿Grande o pequeño?
¿Pero cómo un cuerpo así tendría uno grande?
Deberá ser pequeño,
un amorcito dócil.
Que saltará, asustado, al claxon de los autos
y amará las campanillas de los tranvías tirados por caballos.
Metiendo todavía más
mi rostro
en el rostro picado de la lluvia
espero
salpicado por la estruendosa pleamar citadina.

La medianoche, apuntándome con un cuchillo,
me alcanzó,
me apuñaló.
(Te lo tienes merecido)
Y cayeron las doce
como la cabeza de un condenado cae del cadalso.
En los cristales gotitas grises
se fundían en una
mueca inmensa
como si aullaran las quimeras
del Notre-Dame de París.
¡Maldita!
¿No te basta con esto?
Pronto los gritos lastimarán mi boca.
Y oigo esto:
silenciosamente,
como baja un enfermo de su cama,
salta un nervio.
Primero
camina un poco
y luego
comienza a correr
nervioso,
con paso firme.
Y ahora este y otros dos más
se lanzan a un zapateo desesperado.
Se desprende el enlucido en el piso de abajo.
Nervios
grandes y
pequeños,
muchos ahora,
galopan enloquecidos
hasta que
a ellos mismos les fallan las piernas.
La noche se extiende como limo en mi cuarto
y en ese limo se hunden mis ojos ya pesados.
De pronto la puerta comienza a rechinar
como si al hotel
le castañearan los dientes.
Entraste tú,
rotunda como un  «ahí tienen»,
torturando la gamuza de tus guantes
dijiste:
«¿Sabe usted?
Me caso.»
¿Qué tiene? Cásese.
No importa.
Resistiré.
¿No ve usted lo tranquilo que estoy?
Como el puso
de un difunto.
¿Recuerda?
Usted decía:
«Jack London,
dinero,
amor, pasión»,
pero yo sólo veía esto:
¡Usted es una Gioconda
que alguien debe robar!

Y así ocurrió.
Otra vez enamorado, entraré al juego,
iluminando con fuego la curva de mis cejas.
Pero ¿qué tiene de extraño?
¡Hasta en una casa consumida por el fuego
a veces viven los vagabundos!

¿Se burla de mí?
«Posee menos esmeraldas de locura
que kopeks un indigente.>>
¡Pero no olvide
que Pompeya pereció
cuando irritó al Vesubio!

¡Ey!
Señores
amantes
de los sacrílego,
del crimen,
¿han visto lo
más terrible!
¿Mi rostro
cuando
estoy
del todo calmo?

Y ya siento que
mi  «yo»
me queda estrecho.
Que alguien pugna por salir de mí.

¡Hola!
¿Quién habla?
¿Mamá?
Vuestro hijo está bellamente enfermo.
¡Mamá!
¡Sufre un incendio de su corazón!
Dígale a sus hermanas, a Liuda y a Olia,
que ya no tiene adónde ir.
Cada palabra suya
hasta la broma
que regurgita de su boca requemada,
se lanza afuera como una prostituta desnuda
de un prostíbulo en llamas.

¡La gente husmea
y les huele a quemado!
Trajeron a ciertos tipos.
¡Relucientes!
¡Con cascos!
¡¿Pero adónde van con esas botas?!
Háganle saber a los bomberos
que a un corazón ardiente se sube con caricias.
Déjenme, mejor yo mismo
achicaré mis ojos llorosos con barriles.
Permítanme apoyarme en la costilla.
¡Voy a saltar! ¡Voy a saltar! ¡Voy a saltar!
Y sólo caen los bomberos.
¡No es posible dejar de un salto el corazón!

En el rostro quemado,
de entre las grietas de mis labios,
un beso abrazado quiere alzarse.

¡Mamá!
¡No puedo ya cantar!
En la pequeña iglesia de mi corazón se quema el coro.

Figurillas quemadas de palabras y números
abandonan mi cráneo
como niños un edificio en llamas.
Así el miedo,
queriendo agarrarse del cielo,
elevaba
sus ardientes manos en el Lusitania.
Ante las gentes temblorosas
en la paz de sus casas
un resplandor de mil ojos se desgajaba del muelle.
¡Un último grito:
tú al menos
clama a los siglos que me abraso!


Joseph Brodsky



                                                                (1940-1996)
                                                          

Joseph Brodsky ; poeta ruso, nació en San Petersburgo y murió en New York. Se  hizo ciudadano americano en 1977. Obtuvo el Premio Nobel en 1987. Como traductor,  tradujo varias de sus obras al ingles (11), también incursiono en teatro.  Tuvo influencia de los poetas clásicos, los poetas metafísicos ingleses y los poetas modernos polacos, además de escritores como W.A.Auden, T.S.Elliot, Henry Melville,  y Robert Frost, (12) este último por el que llego a tener  una alta consideración. Brodsky fue un poeta de dos culturas, la rusa y la lengua inglesa. Pero también conservo lo mejor de la tradición rusa, especialmente las influencias de la generación de plata,  y de los poetas metafísicos ingleses. Brodsky tTenia su propia concepción de la poesía: “El poeta prolonga la existencia de la lengua, es una suprema operación lingüística fuera del lenguaje” y que “La poesía no es un arte, ni una rama de arte, es siempre algo más”.
Sus principales obras  incluidas traducciones al inglés y al español.  Poesía 1967: Elegía para John Donne y otros poemas, 1968: Velka elegie, 1972: Traducciones al español:  Joseph Brodsky/ La canción del péndulo (Less than one). traducción de Esteban Riambau Saurí, Juan Gabriel López Guix y Marco-Aurelio Galmarini. - Barcelona: Versal, 1988. - 251 p.; 23 cm. -(Biblioteca del corondel). Joseph Brodsky/ Etcétera (So forth). traducción de Alejandro Valero. - Madrid: Cátedra, 1998. - 149 p.; 21 cm. – (Poesía)Joseph Brodsky/ Marca de agua (Watermark). Traducción de Horacio Vázquez Rial. Joseph Brodsky/ Del dolor y la razón (On grief and reason). Ensayos. Trad. De Antoni Martí García, Ancora y Delfín, 1998.Joseph Brodsky/ No vendrá el diluvio tras nosotros (Antología Poética). Traducción, selección y prólogo de Ricardo San Vicente. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, España. 2001.  Joseph Brodsky/ Poemas de Navidad (Nativity Poems). Traducción de Svetlana Maliavina y Juan José Herera de la Muela. Editorial Visor, España. 2006..Joseph Brodsky/ Y así por el estilo (So Forth). Traducción de José Luis Rivas. Universidad Veracruzana, México, 2009.

A Eugenio

                                 En cualquier elemento el hombre
es tirano, prisionero o traidor…A. Pushkin

Yo estuve en México, escalé las pirámides
impecables moles geométricas
desparramadas por el istmo de Tehuantepec.
Quiero creer que las hicieron visitantes del cosmos
pues estas obras suelen edificarlas los esclavos
y el istm0 está cubierto de hongos pétreos.

Los ídolos de arcilla son tan fáciles
de falsificar que propician rumores.
Bajorrelieves varios, con cuerpos de serpientes
y el alfabeto indescifrable de una lengua
que ignoró siempre la conjunción o.
¿Qué contarían si empezaran a hablar?

Nada. En el mejor de los casos, las victorias
sobre tribus vecinas y cabezas partidas.
Que la sangre del hombre vertida en el altar
del Dios del Sol le fortalece un músculo.
Que el sacrificio nocturno de ocho jóvenes fuertes
garantiza el alba con mayor seguridad que un despertador.

De cualquier modo es preferible la sífilis o las fauces
mortíferas de aquellos unicornios de Cortés, al sacrificio.
Si te toca en suerte alimentar con tus ojos a los cuervos
es preferible que el asesino sea asesino y no un astrónomo.
En general, sin esos españoles es muy poco probable
que hubiesen llegado a tener la certeza
de que alguna cosa les había pasado.

Es aburrido vivir, querido Eugenio. Dondequiera que vas
la estupidez y la crueldad te siguen.
Me da pereza encerrar eso en versos.
Como dijo el poeta: «En cualquier elemento…».
¡Qué lejos vio desde sus marismas natales!
Yo agregaría: en cualquier latitud.



El explorador polar

Todos los perros devorados. En el diario
no queda una hoja en blanco. La foto de la esposa
se cubre de palabras a modo de rosario,
clavado en su mejilla el lunar de una fecha dudosa.
Le sigue la foto de la hermana. Tampoco la respeta:
¡se trata de la latitud alcanzada! Y, cada vez
más negra, por la cadera trepa la gangrena
como la media de una corista de varietés.







CARTAS DE LA DINASTIA MING

I

Pronto habrán sido trece años desde que el ruiseñor
revoloteó fuera de su jaula y desapareció. Y, al caer la noche,
el Emperador lava su medicina con la sangre
de otro sastre, entonces, apoyado en almohadas de seda,
                                                   [enciende un pájaro enjoyado
que lo arrulla con su nivelado, idéntico canto.
En esta suerte de aniversario, de números primos, errado,
que celebramos en estos días en nuestra "Tierra-bajo-Cielo".
El espejo especial que alisa las arrugas aún
cuesta más caro cada año. Nuestro pequeño jardín está atra-
                                                                    [gantado de yuyos.
El cielo, también, está punzado de chapiteles como alfileres
                                                                    [en las escápulas
de alguien tan enfermo que su espalda es todo lo que nos es-
                                                                      [tá permitido ver
y cuandoquiera que hablo de astronomía
al hijo del Emperador, empieza a bromear...
Esta carta a vos, Amada, de tu Pato Salvaje
es pincelada en perfumado papel de arroz que me ha dado la
                                                                              [Emperatriz.
Ultimamente no hay arroz pero el flujo de papel de arroz es
                                                                            [interminable.

II

"Los caminos de mil li de largo comienzan con el primer
                                                                           [paso", según
reza el proverbio. Lástima que el camino a casa no
depende de ese mismo paso. Excede diez veces
los mil li, especialmente contando de ceros.
Mil li, dos mil li-
mil significa "Tú nunca has de ver

tu lugar natal." Y la carencia de significación, como una plaga,
salta de las palabras a los números, especialmente a los ceros.

El viento nos sopla hacia el oeste como las amarillas cizañas
de vaina seca, allí donde el Muro se hace torre.
Contra él la figura del hombre es fea y rígida como un jero-
                                                               [glífico atemorizante,
como cualquier escritura ilegible que uno observa.
Este tironeo en una sola dirección me ha hecho
algo elongado, como la cabeza de un caballo,
y todo lo que el cuerpo debería ser es gastado por su sombra
susurrando a través de las marchitas briznas del centeno sil-
                                                                                     [vestre.


 

Notas bibliográficas

1 José Manuel Prieto, Sobre un poema de Osip Mandelsthan, 31 mayo 2009. Letras Libres No. 125  
2. Poco antes de su muerte le pidió a Nadia (Nadiezhda Mandelstham) que le enseñara inglés, una lengua que desconocía por completo. Hablaba de poesía de manera espléndida y subjetiva, y a veces se  mostraba sorprendentemente injusto, por ejemplo con Blok. "Estoy seguro de que no ha leído ni una sola línea mía".  De Pasternak decía: "He pensado tanto en él que hasta me he cansado" de Marina: "Soy anti- Tsvietáieva Con la música se sentía como en su propia casa, tenía una relación muy especial con ella. Recuerdos sobre Mandelstam. Prólogo de Anna Ajmátova (pdf)
3. FRANCISCO MARTINEZ, RUSIA, poeta de la civilización. Russia beyond the Headlines 5 de octubre de 2011
4. 20 poetas  rusos. Blog Idiomas Olvidados. 2 Febrero 2013  
5. V Adriana Santa Cruz, ladimir Maïakovski: el futurismo ruso.  Leedor, julio 19, 2016
6.Maiakosky, poesía y revolución. Ediciones Península, Barcelona, 1974. 55pp.
7. Idem, 55-56pp.
8. Idem, 56pp.
9. Después de su muerte, un  fragmento de este poema se le encontró en el bolsillo de su pantalón.
10. Una excelente explicación de este poema, pasó a paso y verso a verso se encuentra en el EDUARDO J. FARIAS ALDERETE. Blog GATOPISTOLATAX   MAIAKOVSKI. NUBE EN PANTALONES
11. Acerca del problema que representa la traducción del ruso  al ingles o español, y la perdida de calidad en relación al original, véase Así por el estilo, de Joseph Brodsky. Valeria Luiselli, Letras Libres. Numero 134, febrero 2010.
12. Sobre la influencia de l poeta Robert Frost en Brodsky , vea  el excelente estudio , La influencia poética de Robert Frost sobre Joseph Brodsky,Antonio Martínez Illán. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid. El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero46/brodsky.html

Crédito de traducciones y blogs

Traducciones de los poemas de Mandelsthan, poemas Ossian  y 1914,  poeta Víctor Toledo Círculo de poesía, Revista de Literatura Digital.  La rosa de la nieve. Muestra de poesía rusa, 25 dic. 2012. El resto de poemas son de Edición Digital Ossip Mandelsthan No. 54. Cuadernos de Voronezh  
Traducciones de los poemas de Vladimir Mayakosky, La nube en pantalones. Blog:¡Manel xochitl, manel cuicatl! Poema La pasión de Maiakosky Escritos Desde La Oscuridad Revista literaria. Pasada la una de la mañana. [Del inglés, George Reavey].En 20 poemas rusos, del Blog Idiomas Olvidados.   
Traducciones de poemas de Joseph Brodsky A Eugenio y el Explorador polar,   De “No vendrá el diluvio tras nosotros” (Antología 1960-1996) Versión de Ricardo San Vicente. La Horda, Cinco poemas de Joseph Brodsky.  Dinastia Ming Del inglés, versión de Derek Walcott].

Créditos de Ilustraciones por orden de aparición

Foto  de Osip Mandelsthan, Mendelstan , un poeta civilizador.Russia beyond the headlines.  
Foto de Vladimir Mayakosky, http://atlasdepoesia.blogcindario.com/2006/10/00167-vladimir-mayakovski.html
Foto de Joseph Brodsky, de La Horda  Cinco poemas de Joseph Brodsky

Todas las ilustraciones son del pintor ruso Wassili Kandisky

Credito : www.wassilykandinsky.net/

Moscu/La plaza Roja, 1916
La desconocida voz, 1916
Composición VIII, 1923
La gran puerta de Kiev, 1928
            El ángel del último juicio,  1911
Cielo azul, 1940
Hacia arriba,1929  
Composición II, 1910
Estructura alegre, 1926  
San Jorge y el dragón, 1927