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Selección de poemas de Jaime Fontana. Post Plaza de las palabras




Plaza de las palabras, en  su sección Poesía hondureña, presenta al poeta Jaime Fontana,  (1922-1972). Nació en Tutule, departamento de La Paz, Honduras. Poeta, periodista, diplomático y académico. El nombre Jaime Fontana es un seudónimo (1), su verdadero nombre era Víctor Eugenio Castañeda. Fue presidente del PEN Club Internacional, Sección de Honduras, como muchos escritores hondureños, incursiono en la diplomacia: agregado cultural de Honduras en Argentina y representó al país en México, Ecuador y Perú y ante la UNESCO.

Estudio Derecho en la UNAH, durante su vida ganó varios premios y reconocimientos. Obtuvo en 1943 el primer premio en el Concurso Científico Morazánico y en 1947 como uno de los poetas fundamentales de Honduras, que la describió “entre la dulzona nostalgia y la más acérrima rabia lírica”, ganó el primer premio en la rama de poesía de la UNAH con motivo de su centenario. Su único libro de poesía, “Color naval”, escrito en 1951 y publicado en argentina en 1952, se publica una segunda edición en Tegucigalpa, Honduras, 1972.  Fue galardonado con el premio de honor de la Sociedad de Argentina de Escritores y en 1962 ganó otro premio, el "Asteriscos de Junín". Y una selección, aparecida como fascículo 3 de la serie 11 poetas hondureños (1991). En 1964 ganó el Gran Premio Rotario

Para el poeta Rigoberto Paredes, Jaime Fontana: “Logró tener un lenguaje propio en la poesía hondureña...". De él ha dicho Oscar Acosta: " Fue el inventor del color naval, que estuvo siempre presente en sus poesía que tenia sabor pinar, rutas de sal y mares totales... Continua Oscar Acosta,  sobre el Color Naval “no es una frase y si nosotros escudriñamos un poco la producción literaria hondureña posterior a Color Naval veremos alguna huella, Veremos  que algo de ese " color naval" de Jaime Fontana se trasluce en las obras de algunos autores recientes". Por su parte el historiador y escritor Mario Argueta (1993), en su libro Diccionario crítico de obras literarias hondureñas, recoge un comentario del argentino Córdova Iturburu: "Tiene Fontana... el lenguaje que se ajusta a la revelación armoniosa de su mundo, un lenguaje que es esencial y substancialmente musical… Sabe él lo que significa el espíritu de la resonancia de las palabras, de los ritmos, acento interior, inexpresable del verso.(2)

Sobre los poemas seleccionados, incluimos el poema Color naval, que da titulo a su única obra. Libro notable y peculiar; ya que aborda desde lo inédito el tema marítimo, tema por lo general poco tratado o soslayado en la poesía hondureña. La cual ha dado preferencia a la vocación  telúrica o  terrestre Especialmente la montaña,  el  pino y los ríos; y no a la vocación marítima.  A veces es necesario retroceder a Juan Ramón Molina, con su poema-prosa  En el Golfo de Fonseca, para constatar la  apropiación  del elemento marino como fuente poética. (3) No obstante Fontana no se conforma, y da un paso más;  funde el paisaje marino con el paisaje  terrestre, creando un horizonte renovador para apreciar  la naturaleza en todas sus aristas espaciales y posibilidades creativas.

En el poema   Este volver a Honduras, toca la nostalgia por el pedazo de patria  idealizado. Es un poema de ausencia,  pero no solo la patria abstracta, sino un regreso a la infancia y reconocer que el tiempo pasa.  La nostalgia cargada de tiempos y recuerdos idos, tema en que se dan la mano la felicidad y la tristeza; dice el poeta: « Todo será feliz y doloroso, será trémulo y tierno». Gesto nostálgico que ha sido también recurrente en muchos escritores hondureños que han emigrado o vivido en tierras extranjeras.

Canción marina en el pinar, un poema con un tono nerudiano,  en que funde el color verde del pinar con el color azul del mar. Elementos que Neruda fundió magistralmente en su paisaje poético. Dice el poeta: «Nuestro amor es marino, y hoy viene hasta la tierra, hasta la arisca entraña del pinar ».Pero el poeta desilusionado, al final del poema  no puede mantener ese fugaz encuentro de paisajes, (el marino y el terrestre) porque obedecen a diferente naturaleza

Y finalmente  El Marcalino (4), que consta de tres estrofas I. Retorno al primer verde II. Dialogo de verdes, III. Soledad herida, y de  los cuales publicamos solo fragmentos.


Selección de poemas por Plaza de  las palabras

Ya está en el patrimonio de los vientos
su incorregible vocación naval.
De Color Naval

¡Urgencias del paisaje marino! Los rivales
éramos tres: el mar, el sol y yo
De Canción marina en el pinar  




 COLOR NAVAL

Piloteando su sueño entre la aurora,
llegó hasta mí con intención naval
(Lactó en la nube, se educó en el viento)
y fue inmigrante de mi soledad.

Oriunda de la ausencia, precedida
por la fluvial prestancia de su voz,
se detuvo en la arena de mi espera.
y me estrechó la mano y la canción.

Antes, sin que llegara, supe de ella
como supe del aire y de la sal:
¡Ya conspiraba, suelta entre mis venas,
su presencia de alondra intemporal!

Tutora de luciérnagas y frutos,
aroma y trino en actitud visual,
tertulia de metales en la risa
y la mirada de color naval.

Y sus labios hurtando a la palabra
algún raro sabor sin estrenar
y ese sabor inédito en su canto
y el canto en plena posición solar.

Ella es así. Y anarquizó mis venas
para imponer y vertebrar mi afán.
¡Tiene el deber agrario de las lluvias;
las lluvias alimentan y se van!

Fundando golondrinas en mi sueño,
inaugurando nervios en mi voz,
estuvo en mí, fugaz. Entre la noche,
piloteando su ensueño se alejó.

¡Nadie ose atarla! Emigra hacia la ausencia.
Siempre nuevas ausencias la urgirán:
¡Ya está en el patrimonio de los vientos
su incorregible vocación naval!




ESTE VOLVER A HONDURAS

Parece que no habrá nada más tierno que este volver a Honduras:
llegar con el amor iluminado por años y distancias,
decir esta es la tierra, este es el aire y este es el rio del cuento,
recuperar las voces salpicadas de burlas familiares,
reasumir la niñez en el dormido sabor de esta naranja
y en este olor -que es casi de muchacha- de savia y de panales
que sólo dan los árboles autores de nuestro propio canto.

Porque volver a Honduras es ir de madrugada a los maizales
para espantar los pájaros bisnietos de aquellos que espantamos,
vivir en un mugido, en un relincho que viene por la noche,
los sueños, alegrías y peligros de los antiguos campos.
Parece que tendrá mucho de triste este volver a Honduras:
hallar que el calendario no era broma leyendo algunos rostros,
saber que algo no vuelve en estas naves, aunque el viajero vuelva,
y besar en la frente lo que un día besamos en la boca.
Parece que también será de lágrimas este volver a Honduras:
preguntar por hermanos, por amigos que no nos esperaron
y el horror de buscar en una tarde de cal y de cipreses unos nombres:
Julián o Federico, Carlos, Daniel o Marcos.

Parece que será feliz y trémulo nuestro volver a Honduras:
vagar por los caminos que asolearon el verso de la infancia,
llevar hasta una loma coronada de flores amarillas,
 de la mano, a los hijos que fundamos sobre lejanas playas
-más allá de las nieves absolutas, de selvas y de mares-
y decirles, al fin: esta es la cuna y este el peñón exacto,
esta es la tierra nuestra, la amorosa, la que espera a sus niños,
 aquí esparcen su calcio generoso los huesos de mis padres
y el calcio va a la hierba y hace el pino más jubiloso y alto:
así trabajan todavía quienes nos prestaron la sangre.

Todo será feliz y doloroso, será trémulo y tierno
porque volver a Honduras… me parece que es retomar el canto.



CANCIÓN MARINA EN EL PINAR
I
Te conocí en el vértice nervioso de una ola,
en la frontera móvil entre el ave y la sal,
entre el astro y el pez. Estabas sola,
centrando la ondulante soledad.
Estabas a media agua, a medio día,
a media nube, a medio caracol.
Abril andaba por la sangre. Ardía
a media primavera el corazón.

¡Qué ruda tiranía
ejercitaba el sol sobre la arena,
sobre tu piel y sobre mi ansiedad!
Contra los bravos músculos del día
-por saborear tu pubertad morena-
luchaban los instintos famélicos del mar.
Tus senos, a media alga, a media brisa,
eran proas gemelas a medio navegar;
al aire: eran las aves bebiéndose tu risa,
al agua: eran tus muslos mordidos por la sal.
Como nacen las olas, como los vendavales,
entre las olas estalló el amor.
¡Urgencias del paisaje marino! Los rivales
éramos tres: el mar, el sol y yo.
Después… hacia la tarde y hacia los cocoteros
y hacia tus labios llenos de arena y de sabor…
¡Ah las caricias anchas y densas como esteros
y la sangre en función de mar y sol!
¡Ah los besos salobres, los besos minerales,
y el amor con urgentes costumbres de alcatraz!
¡Ah el amor que se tuesta sobre los litorales
y los besos piratas, sabrosos como el mal!
II
Nuestro amor es marino, y hoy viene hasta la tierra,
hasta la arisca entraña del pinar;
hoy me hallas en la giba vegetal de mi sierra
(¡Qué lejos de aquel sol y de aquel mar!)
y los labios se buscan… Mas… espera… ¡Tu risa
ya no es como el oleaje ni como el vendaval,
ya no sabe enredarse como alga tu caricia,
ya tus besos perdieron su sabor mineral!
Aquí el amor es arroyuelo y trino,
y clorofila y miel,
y trepa a los peñascos como el pino
y tiene olor a fruto montañés.
Aquí el amor se nutre de gredas y resinas
y es hermano del lirio y del panal.
Los besos son como esas abejas inquilinas
de los robles eternos. Como orquídea y zorzal…
Pero… ese es otro amor. El tuyo es extranjero
en la sierra. No vive sin ola y caracol,
sin sus besos salobres, sus besos marineros,
sin la sangre en función de mar y sol.
Este sol es muy frío
para un amor que tiene costumbres de alcatraz.
¡El amor tuyo y mío  no puede aclimatarse en el pinar!
Te digo adiós. No vive de néctar y resinas
el amor que es oriundo del alga y de la sal.
¡Cómo quieres que viva si las aves marinas
caen muertas el día que se alejan del mar!

EL MARCALINO

Fragmentos

REGRESO AL PRIMER VERDE
I
(…)
¿Por qué no fue ese el curso de aquella mi esperanza
que no cuajo jamás?
Un ave picoteando las naranjas repletas,
va resolviendo en trinos la savia y el color;
aquí abajo, sintiéndose naufragar  en el tiempo,
Mi corazón en cantos resuelve su dolor:
He venido de allá porque la vida
con fronteras exactas me asediaba,
he venido de lejos: pretendía
embriagarme de espacio y libertad,
ver mi pupila en el azul diluida,
quitar toda la herrumbre de mi espíritu,
bañándolo en las fuentes de la primera edad;
quería festejar a mis retinas
con orgías de luz lejana,
con derroches de forma y de color;
he venido hasta aquí porque sentía
sed de paisaje, sed de clorofila,
avidez de montaña, hambre de sol...
Y estoy aquí, tendido en la hojarasca,
las hojas -allá arriba- recortan el zafir,
pero ¿qué significa la lluvia de azahares
que el follaje desata sobre mí?
¡Ah, -si no me equivoco- mi naranjal amigo
me está retribuyendo los suspiros que di!
II
DIALOGO EN  DOS VERDES
El ansia aquella estaba ya dormida,
Pero-al volver-intenta despertar,
ella es la aguja y a su influjo el disco
sonoro del paisaje empieza hablar:
¿Te acuerdas todavía
de aquel abril dorado, hace siete años ,
cuando mis troncos –fieles compañeros-
a la par de tu espiritu sangraron?
Allí escribiste los primeros versos
para el ideal de entonces, que prefirió ser nada,
y en cada espina de mi fronda oscura
hay siquiera una sílaba clavada
Yo guardo aquel amor, tu adolescencia
quedóse prisionera entre mis ramas,
yo guardo tu dolor y tus suspiros,
yo  guardo todo... menos la esperanza;
esa se fue contigo, se hizo añicos
contra la ruda arena de la vida,
surgió de nuevo entre las ruinas grises,
más rebelde, más fuerte... dejó de ser la misma...
(…)
¡Ojalá que así hubiera cuajado esa ilusión!
Ojalá - dice mi alma, volando hasta aquel día
de ayer, en que el futuro fingía florecer -.
(Ojalá -dice ahora- pero no es que lo  ansía
porque no puede ansiarse lo que no pudo ser.).
Mas el dolor que quiso ser eje de mi vida
ya no hará de mis sueños sumisa caravana,
ya logré rebelarme, y haré de cada herida
un surco en que se gesten los trigos del mañana.
III
SOLEDAD HERIDA
Han pasado siete años, y todo está como antes:
el naranjal, las aves, la eterna lejanía…

¿Ella? Está como entonces, no ha cambiado, sus ojos
siguen siendo la noche donde florece el día;
yo sé que al fin he vuelto, de nuevo puedo verla,
mas, aunque ella es como antes, el pasado no es hoy:
ella en nada ha cambiado, pero ya no es la misma,
pero ya no es la misma porque he cambiado yo.
Sé que todo concluye
y a los minutos prófugos no volveré a llamar,
todo concluye -sí- pero el paisaje
se esmera en repetirme aquella edad
y en mí siento que un átomo rebelde
se encapricha en gritar: ¡Eternidad!

Debo estar solo -sí- pero un recuerdo
abre rendijas a mi soledad.



Notas bibliográficas

1.  No hemos encontrado ninguna fuente que aclare el porqué Jaime Fontana uso ese seudónimo. Seguramente los  estudiosos de su obra y sus futuros biógrafo darán luz sobre el tema.  Sin embargo, en cuanto a la palabra Fontana,  el lingüista Francesc de B.Moll, establece el origen etimológico del latín: fons, fontânus: fuente. Por otra parte, aun considerando las diversas ramas de ese apellido familiar y otros posibles orígenes geográficos, una corriente establece  su origen en Génova.  

2. Para los datos biográficos y comentarios críticos acerca de la obra poética de Jaime Fontana, se ha recurrido a varias fuentes, entre otras, Jaime Fontana, vida y poemas, Los Apuntes de Pablito, 30 de enero 2018. Color Naval, Jaime Fontana. Una joya olvidada de la Literatura Hondureña. Edgardo Molina, 16 de enero, 2018. Jaime Fontana, EcuRed, Jaime Fontana, Lea Honduras.

3. Este desbalance entre tierra y agua, referido a lo marítimo, evidencia un carácter y tendencia más proclive a lo terrestre como tema de la poesía  hondureña. Esta característica reviste varias aristas. Ya que se vuelca sobre montañas, y el pino, y además   las  cuencas hidrográficas: ríos y lagos. Honduras es un país con más de 820 Km de costas, pero nunca ese espacio ha sido un tema dominante en la literatura hondureña. Históricamente, las ciudades portuarias no han sido un tema literario, mucho menos el mar. Al fin y al cabo, honduras cuenta con una alta concentración de población en ciudades del litoral. No es el caso, por poner un par de  ejemplo: Nicaragua, que no ha desarrollado su costa atlántica, y menos el caso de un país sin costas, como Bolivia.

Cuando el poeta Óscar Acosta habla de la «plenitud del verde», que representa al color dominante en la masa terrestre. En su antología, Alabanza de Honduras,  solo dedica dos textos al tema marítimo: uno de Juan Ramón Molina y otro de Rafael Heliodoro Valle.  Otro tema que ha limitado esa expansión hacia lo marítimo, es el  creciente desplazamiento de la temática literaria hacia lo urbano; sobre todo a partir de la década de los 70s. Históricamente, las ciudades portuarias no han sido un tema literario, mucho menos el mar. Esto se da tanto en la poesía como en la prosa. Aunque por supuesto siempre hay excepciones, una de ellas, y muy contemporánea es la obra del poeta Fabio Castillo,  El mar y los días de invierno. (2018).

Por otra parte, este curioso hecho, el abandono del mar, también se puede observar en la pintura. Dos pintores fundacionales de la pintura hondureña: Antonio Velásquez y Pablo Zelaya Sierra, y el tipo de pintores  paisajistas; ya sea provenientes del primitivismo o el impresionismo, piénsese en la escuela de Carlos Garay, son pintores exclusivamente de paisajes campestres. En la expresión artística hondureña el mar no es un tema dominante, sino marginal.

De  ahí que la obra de Jaime Fontana, Color Naval; además de su calidad y recursos poéticos,  sea una obra paradigmática y contrastante, por dirigir la mirada mental a un espacio geográfico,   muy poco explorado por escritores anteriores a él. Y que nunca y todavía  ahora;  el mar ha sido un tema sobresaliente  ni en la poesía ni en la novela. La literatura hondureña es más de  tierra adentro. En  ese sentido,  Jaime Fontana se convierte en una Fontânus, «Fuente inspiradora» para futuras generaciones de escritores y poetas. Por supuesto, mucho más se podría decir acerca de este tema, faltan muchos cabos que atar y aristas por  investigar. No obstante  lo antes dicho, estos comentarios no plantean una hipótesis; sino simplemente una  sana inquietud interrogativa.

4. Para este poema El Marcalino, seguimos las versiones y la estructura estrófica usada por el poeta Óscar Acosta, en su Alabanza de Honduras. Antología, 1975, pp.238-240. Igual para Este Volver a Honduras, pp.241-242, y para el poema Canción Marina en el pinar, pp. 201-202. Para el poema Color Naval, se ha tomado la versión del libro Color Naval  y otros poemas, publicado por la Asociación de Periodistas de Honduras. (APH)   




CREDITOS

Datos biográficos

Véase nota bibliográfica 2

Ilustraciones

Fotografía portada del libro Color Naval y otros poemas, sitio web o blog Edgardo Molina
Fotografía de otra portada del libro Color Naval   y otros poemas, sitio web o blog Edgardo Molina
Foto de Jaime Fontana y sus hermanos, De izquierda a derecha, Víctor Eugenio (Jaime Fontana), Alexis, Roberto y Héctor., foto del archivo de  Lorena Melghen Bonilla, Blog del poeta José Gonzales, post 13 de junio de 2016

Dibujo de ilustración  por Plaza de las palabras 

Selección de poema de Jacobo Cárcamo. Post Plaza de las palabras






«Lejos del verde cuenco de la Patria
afuera de su nítida naranja,(…)
y el himno horizontal de sus corrientes».
De El Emigrado
J. Cárcamo

«si en cada hombre hay un poco de árbol,»
De Pinos de Honduras
J. Cárcamo

«cuando el polvo no mancha
la invisible semántica del aire …
cuando la espuma es oración de garzas
en la erudita boca de los mares,
entonces nos ha dado la palabra 
su espíritu de orales azahares.»
De Elogio a la palabra
J. Cárcamo

Plaza de las palabras presenta una selección de poemas del Jacobo Cárcamo, poeta y periodista, fallecido relativamente joven (43 años),  y  que seguramente no le permitió plasmar una poesía más acabada y madura; no obstante sus poemas dan visos de su embrionaria y talentosa vena poética, en su obra destaca su profundo amor a México (su segunda patria), país al que llego con 26 años y vivió los restantes 17 años de su vida, y  al cual dedico entrañables poemas. Acompaña al poeta Cárcamo también una impronta contestaría, pero   sin caer en el fatalismo, ni en consuetudinario pesimismo que veces acusan los poetas. Tampoco –aunque reivindicativo en sus posiciones-  lo abruma el conato de odio social. Y siempre anidan en su poesía un meridiano aliento de esperanza Su poesía a veces parece sencilla, pero de pronto le arrebata una vigorosa pasión rítmica. Y aunque se adorna de ágiles imágenes, analogías inéditas y provocativas  metáforas, no es un lenguaje rebuscado. En  ciertos pasajes puede acusar una cierta candidez, no obstante lo rubrica su potente e insobornable autenticidad. En esta breve selección, incluimos Agua Fuerte de México y Ahuehuete, dedicados a México, luego Pinos de Honduras, donde recoge el paisaje y geografía de honduras y lo va vinculando a una serie de personajes y temas sociales, donde el poeta oficia el antropomorfismo de  la naturaleza. Aunque no estoy conforme, lacónico poema de protesta pero que señala una ruta y filosofía de vida, donde el poeta le agradece a la vida. Carbón, breve bosquejo de ideas de connotación social, poema con el tono y la mira de Cesar Vallejo. Unión, un poema bipolar de ecología social pero también de hermandad racial.  Cuando pasaste tú, que por su temática nos recuerda el To pass de los poetas románticos ingleses. Y dos poemas finales de los cuales solo incluimos unos fragmentos: Elogio a la palabra, una exploración  por la gramática de la geografía y el lenguaje, y El Emigrado, potencia y vicisitudes del emigrado del antaño que son un espejo del emigrado de hoy.      

Datos biográficos

«El  poeta Jacobo Cárcamo, nació un  28 de noviembre de 1916, en el municipio de Arenal, Yoro, ubicado a 36 kilómetros al oeste de Olanchito, y murió el  2 de agosto de 1959, en la ciudad de México,   a la edad de 43 años. (…) Los restos de JACOBO V. CARCAMO descansan en el Panteón Jardín de la ciudad de México D.F. junto al de otro gran hondureño que fue el polígrafo Rafael Heliodoro Valle. (1) (…) Para Ramón Oquelí “El de Arenal, Yoro, es insuperable en el arte de engarzar metáforas a manera de un prodigioso fuego de artificios pirotécnico. Ello constituye su inmenso atractivo y su limitación. Nos dejo también, como excepción dentro de su línea predominante, el bellísimo boceto “Carbón”. Para Jorge Guerrero: “En toda su poesía campean los elementos reclamatarios; los medios que usa para protestar los escoge de nuestra historia heroica: Cuauhtémoc, Hidalgo, Juárez, Morazán, entre otros… Algunos de sus poemas son épicos, pero la mayoría mantienen una tonalidad lirica general. La poesía de Jacobo Cárcamo es lírica, de una lírica heroica. El verso libre era el que más se adecuaba a su pasión libertaria”.
Para Manuel Salinas, “es uno de los primeros poetas hondureños que anuncian la vanguardia en el país. De acuerdo a Oscar R. Flores “la poesía de Cárcamo nunca se desprendió del todo del modernismo, que en esta época de su vida es una especie de sus trato en el que impera una poética social, épica, telúrica, panamericanista y fundamentalmente humanista. Su estilo aun podría evolucionar, y estaba evolucionando hacia la sencillez y la cotidianeidad… En la literatura hondureña, donde abundan ejemplos de melancolía y pesimismo, la obra de Cárcamo es un interesante caso de inclinación por la fe y por la esperanza. Su poesía ha demostrado superar la prueba del tiempo; quizá porque está encaminada a señalar los contrastes del hombre y los motivos para esperar y luchar por un mañana mejor”. (2)Entre sus principales obras, En vida publicó: Flores del alma (1935); Brasas azules (1938); Laurel de Anáhuac (1954); Pino y sangre (1955). En 1955 se le otorgo el premio literario Ramón Rosa.»

Selección de poemas por Plaza de las palabras

Laurel de Anáhuac, 1954

AGUA FUERTE DE MEXICO

MEXICO: El único país con una X
que es  J de emoción al pronunciarla…
mapa de la esperanza:
esclavo que te pisa se liberta,
hombre que te pronuncia se entusiasma.
Como dioses de pórfido…
como azulados cóndores de amor…
como laureles de berilo y sol,
sin pasaporte entran tus héroes
en la nimia republica de mi corazón.
Soy una hoja de tus jacarandas…
un nuevo caracol en tus arenas…
una alga en el moare (1) de tus lagunas.
Y pienso que al final de mis afanes,
ya con el alma llena de espinas de nopales,
ha de brotar sobre mi frente
el canerio  feliz de tus volcanes.
TUS AHUEHUETES: Morelos del paisaje…
altas estelas de tezontle verde…
Panchos Villas vegetales
con sus cananas de rumores
y arriscado el sombrero de follajes.
TUS JARDINES: lunados carruseles
donde da vueltas un cinturón de hombres
y un cíngulo de aromado de mujeres,
bajo el pirú (2) monumental,
ante la yerba de esmeraldas,
y al compas de la garrula banda municipal.
TUS ESTATUAS: con regular justicia distribuidas
por tu azul territorio generoso…
firmes desde los bronces y los mármoles…
las frentes levantadas y los ojos en celo…
patinadas de tanto verlas
y casi en vuelo por su sed de cielo.
TUS MUJERES: hermanas de tus flores,
poseen la redonda fragancia de los frutos…
con una voz de mandolinas leves…
bellas bajo las noches de las trenzas,
paseando el cuerpo indemne
entre chinampas de amores
y bajo de arboles solemnes.
TUS RANCHOS: son estancias generosas…
recatados palacios de tu pueblo,
enclavados en las lomas
o a la orilla del lago besado de canoas,
dónde Xóchitl vacía su leche fermentosa…
sonríe la india tras la rosa…
el árbol pasea su sombra
y se ofrenda la suave barbacoa.
TU CORRIDO: musical caballería…
avalancha de trinos y colores
en que el amor se vacía
como en un molde de magnolias liricas…
y la Revolución  se hace armonía
para que México la cante y la sonría.
TUS RUINAS: son pretéritos infolios…
cartulinas de luz de las centurias…
pétreos huipiles aborígenes
donde el indio nos da su arquitectura
con grecas de emoción y líneas puras:
Chi-Chen Itza, Uxmal, Teotihuacan
estampan su cultura sobre las rocas
en un alarde de eternidad.
MEXICO: el único país con una X
que es J de emoción al pronunciarla…
porque extiendes tus manos
con cayos de desierto y venajes de ríos
a los perseguidos, los parias y los muertos…
por tus paisajes, por tus mujeres, por tus hazañas,
ha de ser de obsidiana tu vernácula estatua…
Tu Escudo, un Calendario con el águila…
tu Bandera, ese símbolo
que hasta el viento vuelve tricolor…
todo bajo este cielo magistral…
¡y en el centro, un volcán que ya no arroja lava porque murió de amar!


AL AHUEHUETE

Ahuehuete soberbio…
viejo cartujo de una edad de gloria…
enorme ola botánica…
machete de armonía
que en el silencio puro de los bosques
partes en ritmo la melancolía.
A tus plantas llego,
a derramar sus lagrimas
–que eran amarga esencia de congoja–
el audaz Capitán:
¡y arriba se reía
tu sindicato lirico de hojas!
Esa que llama “Noche Triste”
es el día mas claro de tu vida…
en la mitología del México bravío
Tu eres Cuauhtemoc y eres Moctezuma:
erigen su silencio en el martirio
y en la prisión se mueren de amargura:
¡esfinges de bravura…
¡quetzales colosales!
Cuando el ladrón de ayer
avanzo como un viento corrosivo
Tu sin bajar la frente lo miraste
y aguardaste parado como un indio.
Paso bajo tu sombra, que enrojeció de ira…
paso sobre tus hojas que crujieron de cólera…
tus ramas se crisparon como brazos de hierro…
tu savia se hizo fuego
y tus raíces fueron víboras bajo el suelo.
Pero los Niños Héroes–
–gotas humanas de tu patriotismo
y nervios de tus hojas
y ensueño de tus flores
y tendones azules de tu mismas raíces–
gritaron tu coraje en la batalla,
se tiraron al aire en sus banderas
y desde tus cimeras,
llenas de resplandores,
rodaron hasta el suelo,
disparando todavía sus rifles superiores.
¡Oh verdoso aguafuerte del pasado…
Los Niños Héroes–
–ahuehuetes pequeños
sabinos minuciosos
que hacen de ramas brazos y se van a la Guerra–
–supieron ser tan grandes
como un ombú argentino
o como un tamarindo de mi tierra.
Pero no solo la epopeya roja…
pero no solo el huracán de pólvora
que pasa por la vida cercenando oropéndolas,
han prendido en tu alma vegetal
ese diamanterio de heroísmo
que hace de caja hoja tuya una señal.
También en este día vocinglero,
floreciente el florero
de un nuevo carnaval,
te haces confeti sobre los caminos…
ríes sin risa, así, por tu corteza
y prendes tus cantos emotivos
en los oídos de las novias
como en jazmines vivos.
Y por la noche, mientras el paisaje
duerme en el corazón de la laguna,
atraviesa la paz de tus follajes
el submarino de ámbar de la luna.
Hoy eres pebetero de alegría…
torres de risas verdes, alcándara de cielo:
canta la hija viva en el ramaje
y la otra, la humana, la del suelo.
Como si bajo el pétalo de un lirio
se escondieran todas las libélulas…
como si bajo el ala de una estrella
pusieranse a reír todas las reinas…
como si bajo un pórtico de olas
se guarecieran todos los poemas
así, bajo tu palio de esmeraldas
y entre el coloquio de las serpentinas,
pasan las mujeres mexicanas:
y el viento ya no puede con las risas,
ni los perfumes, ni las melodías.
Ahuehuete altanero,
que entre el carnavalesco fulgurar  de este día,
escondes tus rencores de guerrero…
y ante la risa de una mujer
y el ademan de un caballero,
sientes que se te endulzan las lagrimas de ayer.
La Lengua de Castilla
–que hasta en el viento penetro sus ritmos
jamás catequizo tus armonías:
tu garganta fue siempre la del indio.
¡Sí! eres en la película del sueño
una chirimía con alma de cuchillo…
una lanza que canta en lengua azteca
y una estela de azules jeroglíficos.
Y estas erguido aun,
ahuehuete guerrero…
obelisco de indios…
catedral de esmeraldas melodiosas…
erguido firmemente…
alta la verde frente el paisaje…
tensas las ramas…
el idioma puro,
y en todo el continente la elegancia
de un charro parado frente al Futuro!






Pino y Sangre, 1955

PINOS DE HONDURAS

En los mas agresivos litorales…
alli donde las cumbres horadan firmamentos…
alli donde las rocas se orilla de cenit…
donde las aves bordean astros,
y el césped y el roció
y todo un film de flores y dolores
deambulan por los senos de la nube,
allí enarbolan su virtud de los pinos.
Pinos de Honduras…
bayonetas sonoras…
pagodas de zafiros…
capitanes de cordilleras,
con uniformes de tempestades
y con relámpagos por charreteras.
si un niño es un arbusto vagabundo…
si una madres es ceiba de sangre
vuelta lluvia de luna sobre el mundo…
si en cada hombre hay un poco de árbol,
por las venas de cada hondureño
discurre un mar de pinos sin segundo.
Es sudor campesino la savia de los pinos…
arden sentencias mayas en su escamoso tronco…
es un incienso laico su resina,
y son remedos de flechas remotas
los verdes alfileres de sus hojas.
Pinos de Honduras…
teponaxtles de luz…
cuando la noche adensa sus crayones
y mete su cuchilla en las cabañas…
cuando hasta la montana se recoge
bajo un cielo de turbios pabellones,
en terrenal tapete de terrores
y entre vientos de cobre,
abre su antigua lámpara el ocote.
En el vértice cívico…
en el pináculo septembrino,
pleno el aire de himnos y la tierra de niños,
el alma esta presente como el pino.

Y así también, cuando la mano
sórdida…sanguinaria…sombría,
viola el Jazmín y decapita al trino,
entonces con el agua hasta el designio
y los poros abiertos en historia,
junto a la piel del pino escucha el indio.
El descifra botánicos infolios…
el sabe el pensamiento de los arboles
como conoce el pino la raíz de los hombres.
Pinos de Honduras…
que en veranos de ópalo
y frente a gobelinos de arco iris,
extienden por los cerros sus cameras de hojas…
erigen en la brisa castillos de fragancias
y alargan sus rumores…
¡Perfumes musicados…sinfonías de olores!
Si en la tarde plagada de revólveres,
frente al panorama gris de buitres
y ante la sombra de la bota empírica…
si cuando nos cubren capuces de exilio,
o se nos va el laurel,
o nos tajan letales destinos,
¡pudiéramos llevarnos nuestros pinos!
Si en nuestros afanes tutelares
fuéramos como el rayo
que se resuelve en lumbre
para condecorarse de pinares!
Pinos de Honduras…
con mucho de escudo y de bandera…
marsellesas cilíndricas…
verticales caminos…
pirámides de índigo…
¡Brazos verdes de indios oprimidos
que entre pinares nacen… y mueren viendo pinos!


AUNQUE NO ESTOY CONFORME...,1938

Aunque no estoy conforme,
Yo agradezco a la vida porque he vivido pobre.
Tal vez si fuera rico
Tendría el alma dura
Y sordos los oídos
Y cerrados los ojos.
Tal vez si fuera rico,
Mi verso -caracol humano-
No sería esta recia repercusión de pueblos
Enloquecidos de hambre.
¡Aunque no estoy conforme,
Yo agradezco a la vida!


CARBON,Brasas azules, 1938

Los ojos verdes de tanto ver canciones,
El cabello un ejército de negros alfileres
Que defiende el cuartel de las ideas...
Las manos como fuertes sensitivas
Que con el roce del dolor del mundo
Contraen sus diez hojas para formar dos puños;
¿Y el corazón? El corazón buscadlo
Bajo las ropas de una niña hermosa
O en el bolsillo sucio de un obrero.

UNION

En las ramas de los árboles
Se han dado un abrazo verde
Las dos riberas del río.

Árbol del negro,
Árbol del blanco,
Juntad vuestros ramajes
Por sobre el río negro de las clases.

Las dos riberas del río
En las ramas de los árboles
Se han dado un abrazo verde.


CUANDO PASASTE TÚ...

Los frondosos jardines -canéforas de índigo-
Volcaron sus canastas de perfumes.
El viento te hizo vallas de música, y los granos
De las rubias arenas paráronse a mirarte.
Mis versos como tristes golondrinas falderas
Buscaron el verano de tus carnes,
Bajo el frío rojo del deseo.

Por escrutar enigmas bajo tu enagua lírica,
El camino ese día dejo de ver al cielo.
Los dedos de la brisa pulsaron los follajes
Y hubo como una lluvia de palomas paráclitas,
¡Cuando pasaste tú!


Elogio de la palabra
(Fragmento)

Como espada golpeando en otra espada…
como árbol de rodillas ante otro árbol…
como estatua quebrada contra estatua
como rio cayendo en otro rio
o como fuego que besara llamas ,
con mis propias palabras cantare a la palabra.

La palabra. La palabra es arcoíris
con siete letras de diete colores…
si el rayo de la idea corta lluvias de verbo
el espacio se irisa de rumores.

La voz humana
el termino con alma y orillas,
con azules contornos y corazón morado,
semeja la conciencia dela tierra
emergiendo en paisaje articulado.

Con solo hablar se reza
aunque en la voz cabalgue una herejía…
si cae una dicción en nuestras mentes
en nuestra lengua-tierra va florecer un día.

Bajo el rubino cielo de la boca…
sobre el suelo movible de la lengua
y entre los dientes–albas cordilleras
nada a la voz supera.

Ni la oratoria nítida del sol,
ni la flor que abre pétalos para decir aromas…
ni la cristalizada sangre del rubí…
en el adiós dela tarde…
ni el himno de las hojas…
ni la sintaxis del pájaro
que nos lee cada día
su matinal periódico de trinos…
ni la gramática del rio
-serpentina de alegre celofanes-
ni la alegre marimba de los bosques
que tocan fuertes vientos como si fueran hombres…
ni el guijarro que grita
bajo el golpe del casco del caballo
nada como el vocablo.

Cuando la voz ajusta sus fragancias
a la curva esencial de las imágenes…
cuando el agua del verbo corre exacta
entre el horizonte de las márgenes …
cuando el polvo no mancha
la invisible semántica del aire …
cuando la espuma es oración de garzas
en la erudita boca de los mares,
entonces nos ha dado la palabra 
su espíritu de orales azahares.

Son venablos sonoros las palabras agudas
con el final acento como un nimbo…
late un ángel de luz sobre las graves y
alzan su jiba de oro las esdrújulas
en el antepenúltimo corimbo. 

Si hubiera entre los hombres
Esa dulce hermandad de las palabras,
Que avanzan hacia el raro vértice del sinónimo
Y se unen en parvadas,
forman coros de plata
para definir a sus hermanas .!
hay palabras delgadas como un hilo de sol,
turgentes como senos, altas como atalayas…
otras tiene esquinas y almenas de palacios
y algunas son abejas en panales de labios.

Hay términos ya muertos…
palabras como viejos generales sin guerra ,
herrumbrosa armadura de verbales aceros ,
cadáveres fonéticos
que resucitaran en días justicieros.

Vocablos sodomitas, híbridos, andróginos,
oscilando en antárticos y árticos de sexo,
danzando ciegamente
en un turbio ecuador de vicios negros 

Hay la palabra nueva, párvula, resurrecta
Que vuela por la vida sin bautizo académico.
  
Voces que están naciendo y que se nombran
urdiendo un soliloquio…
surgen desde las ondas,
se llaman en las frondas,
atan sus niños silabas con pañuelos de sombra
y afloran a los libros como dalias sonoras.
(…)


EL EMIGRADO
(fragmento)

Lejos del verde cuenco de la patria
afuera de su nítida naranja…
sin sus mares de arrullos especiales…
sin sus pinos-erectos Morazanes-…
huérfano de su sol
del himno horizontal de sus corrientes…
sin luz de hermanos,
sin fulgor materno,    
sin ancla de telúricos paisajes.
El emigrado acendra su coraje.

Su voz es pura y ancha…
condenatorio océano…
justiciera avalancha…
campana de hombres libres
con badajos de sangre y humanitarios timbres…
Bajo el profundo cielo,
el Emigrado es un laurel de hierro.

Sus manos son las manos de su pueblo…
su sueño es una humana procesión
por cárceles,
por tumbas,
por álgidos espacios de opresión.
Madres muertas…
niños lívidos…
ancianos de fe tensa
desembocan protestas
en su sangre concreta.
(…)    





Notas Bibliográficas 

1. Moare, palabra proveniente del francés, un tipo de tela dura que emite reflejos MOARÉ o MUARÉ El moaré es una tela aprestada por aplastamiento irregular de su grano, procedimiento que le da un aspecto a la vez brillante y mate en función de la luz. La palabra viene del francés moire [leer mware] y del adjetivo moiré [leer mwaré]: al principio correspondía a tejido hecho con pelos de cabra.
2. Pirú. de Perú, en México turbinto,  Árbol de América Meridional, de la familia de las Anacardiáceas, con tronco recto, corteza resquebrajada y ramas colgantes; hojas compuestas de hojuelas lanceoladas siempre verdes, flores pequeñas, blanquecinas, en panojas axilares, y fruto en bayas redondas de corteza rojiza y olor de pimienta. Da buena trementina y con sus bayas se hace en América una bebida muy grata.

Créditos

Enlaces


Pino y sangre

Laurel de Anahuac



Brasas azules

Poesías tomadas de  Biblioteca Virtual Antología Mínima, blog de Jorge Luis Oviedo http://bibliovirtualpoesia.blogspot.com/2011/11/jacobo-carcamo-antologia-minima.html

Textos y poemas

Blog Jacobo Cárcamo, Poesías tomadas de  Biblioteca Virtual Antología Mínima, blog de Jorge Luis Oviedo Los mejores poetas de honduras, Alabanza a Honduras, Prologo, selecciones y notas de  Óscar Acosta. Editorial Anaya, 1975 LOS PREMIOS NACIONALES DE LITERATURA RAMON ROSA, (1951-1972), selección y notas de Óscar Acosta. Dirección General de Educación Artística y Extensión Cultural, 1973

Ilustraciones

Retrato de Jacobo Cárcamo, oleo por  Mario Castillo  
Portada de libro Pinos y sangre, Google imagen
Jacobo Cárcamo, foto en blanco y negro, Google imagen