Lenguaje y escritura: LITERATURA 101: UNIDAD DE EFECTO, CON EDGAR ALLAN POE

LITERATURA 101: UNIDAD DE EFECTO, CON EDGAR ALLAN POE
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Empecemos esta nueva sección del blog, Literatura 101, donde exploraremos puntos más finos del oficio de escribir, diferentes técnicas y herramientas que es necesario dominar a la hora de emprender una narración.
Empezaremos las clases, si puedo llamarlo así, teniendo como maestro invitado al señor Edgar Allan Poe. Quien no conozca al distinguido señor Poe, le doy permiso para que se ausente del aula, se acerque a una librería y consiga algunos de sus libros. En su defecto, con la lectura del El Corazón Delator, El gato negro y El cuervo, tienen permitido continuar esta clase. Porque de lo contrario no la entenderían. Así como los ensayosFilosofía de la Composición y Hawthorne.
Hoy hablaremos de la Unidad de Efecto. Pero para llegar allí, primero tenemos que entender qué es el arte: un algo creado por el hombre que trata de expresar una idea y una emoción a su espectador.
Con el concepto claro, continuemos. (Vean este video de Dayo para más información sobre el arte y si quieren se pasan por mi ensayo sobre la literatura).
La unidad de efecto no es otra cosa que dirigir todos los esfuerzos de creación del escritor para crear un efecto al lector con tu obra. Esfuerzos que se pueden dividir en dos fases: pre y post producción, si queremos usar la jerga cinematográfica.
Preproducción
Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención establecida.
Como explica el señor Poe, antes de iniciar una obra hay que planificar tanto la premisa, como el tema, el tono, la historia y hasta la forma de narrar que vamos a emplear a lo largo de la historia.
Todo empieza con una idea o una emoción que le nace al escritor comunicar y es en torno a este esqueleto es en el que se va armando el cuerpo de la obra.
Así que antes de poner la primera letra recomiendo que te sientes lo más cómodo posible, uses las neuronas y te preguntes: ¿qué quiero decirle a mis lectores, qué tengo para decir?
Y antes de decir más… no te preocupes, siempre tenemos algo que comunicar a nuestro prójimo, solo tienes que dejar hablar a tu verdadero yo: el inconciente, la musa las voces que te susurran que los mates a todos…
Postproducción
Ahora, cuando terminamos de escribir, casi sin preocuparnos por la puntuación, la ortografía o la lógica. No, no he perdido la razón: el acto de escribir debe ser impulsivo, desfachatado, desenfadado, donde las palabras se agolpan en la punta de los dedos hasta que duele la mano de usar la pluma o el teclado.
El punto es que una vez terminado el primer borrado de la obra pasamos a la parte más dura del trabajo de parto como escritor: corregir.
Si escribiste en una hojita (lo cual recomiendo) cuál era tu intención a la hora de empezar la obra será mejor que lo tengas en a mano: a continuación tenemos que leer y releer el borrador y empezar a quitar palabras, mover oraciones, fusionarlas o borrar párrafos enteros de raíz. Sin contemplaciones y a sangre fría.
No, no estoy loco. ¿Entonces cuál es el propósito de que recomiende mutilar a tu hijo recién nacido? Muy fácil: despojarle de todas las taras que opacan el efecto que deseamos crear en nuestro lector, las rebabas que vuelven artificial aquel ser viviente que habita en tu imaginación y que trata de migrar al papel.
Por mucho que nos enamoremos de una frase o un suceso en nuestro escrito si no aporta nada a la narración hay que descartarlo: Todos nuestros esfuerzos deben apuntar a sumergir al lector en la atmósfera (miedo, amor, pasión, venganza) en la que se ven envueltos los personajes y su mundo.
Una cifra a considerar: si haces un buen trabajo de corrección que no te extrañe si has reducido la extensión del texto en una cuarta parte.
¿Cómo saber si ya está listo? Nunca lo sabrás a ciencia cierta, pero te puedes guiar por dos indicios: cuando le quitas una palabra a una oración y esta pierda su significado, o que le des a leer el borrador a un amigo y que en algún momento no se dé cuenta que está leyendo.
Solo entonces podemos decir que hemos ganado y tendremos un relato excepcional.
A mi modo de ver, la primera de todas las consideraciones debe ser la de un efecto que se pretende causar. Teniendo siempre a la vista la originalidad (porque se traiciona a sí mismo quien se atreve a prescindir de un medio de interés tan evidente), yo me digo, ante todo: entre los innumerables efectos o impresiones que es capaz de recibir el corazón, la inteligencia o, hablando en términos más generales, el alma, ¿cuál será el único que yo deba elegir en el caso presente?
Y eso es todo banda.
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Fuente: https://literaturaparatarados.wordpress.com/