Arte:Japones: katsushika hokusai

 ARTE Y ARTISTAS 
31jul10

Selfportrait at the age of eighty three
Hokusai es un pintor y grabador japonés del periodo “Edo”, época 
en la cual Japón entra a un clima  de calma que fomentó el desarrollo artístico.
Busto di Daruma, 1804

El “Periodo Edo” es una división de la historia del Japón, que se inicia
150 años antes del nacimiento de Hokusai, finalizando veinte años 
después de la muerte del artista con la restauración del 
“Gobierno Imperial” bajo las manos del último
 “Shōgun” Tokugawa.
Dèi, santi e poeti, 1804

Cortigiana in parata, 1826
Atto primo, 1806

El neoconfucianismo fue el motor intelectual del periodo, donde
 el gobierno conserva su posición autoritaria pero de una manera
 más tolerante y comprensiva hacia sus súbditos.
Ariwara no Narihira, 1810
Súbditos que disponen de tiempo para dedicarlo al entretenimiento y la cultura dan como resultado la aparicion del  
“Ukiyo-e”, que se  traduce como tarjetas o pinturas japonesas del mundo flotante. 
Su temática es amplia, se pueden ver escenas de paisajes como 
interiores tanto en un  teatro como en un dormitorio; 
se pueden ver famosos actores y luchadores de sumo 
como deliciosas cortesanas. Una temática de vida moderna, 
variada, caótica y sin censura.
The Adonis Plant (Fukujusô), 1815

En 1764 el grabador Suzuki Harunobu realiza la primera 
impresión policromática en Japón, rompiendo el clasicismo de la 
obra de Hishikawa Moronobu, pintada sólo con tinta india.
 Il fiume Tone nella provincia di Shimosa, 1833

Las masas pueden adquirir una estampa, por el abaratamiento del 
costo al ser elaborado de forma masiva, dando a los habitantes 
de las grandes ciudades como Edo (actual Tokio), Osaka o Kyoto,
 la posibilidad de comprar arte con la centésima parte de lo 
que costaría una obra original.
Beltà stante mentre si allaccia un obi, 1808
Durante estos años de transición, de un arte para pocos a un arte
 para todos, nace Hokusai. Pintor que llegaría a ser el referente 
del estilo Ukiyo-e.
Carpa, 1810
Referente de un estilo tan importante porque es el hombre que 
logra llevarlo a otro estadio, convirtiendo  estas imágenes “baratas”
 de flores, paisajes, pájaros y peces en un estilo pictórico reconocido. 
Para ello utilizó herramientas poco ortodoxas para la época como 
huevos, botellas e incluso sus propios dedos.
Averla e rondine con fragole selvatiche e begonie, 1834

Il ponte di barche a Sano, Kozuke, antica veduta, 1834

Empezó su carrera imprimiendo invitaciones para el teatro 
“Kabuki”, quizás este acercamiento temprano al mundo del teatro
 puede explicar la sensación que nos deja ver estos personajes 
 en ambientes históricos, que nos da  la  ausencia de perspectiva, 
como contemplando una escena con un telón de fondo.
Due attori di kabuki, 1805

Il ponte di Fukui nello Echizen, 1834

 Atto undicesimo, 1806
Katsushika Hokusai tuvo una larga vida, durante la cual cambió 
su estilo pictórico varias veces, adaptándose al periodo histórico 
que transcurría. Vivió en la mitad de dos siglos, el XVIII y el XIX, 
con una mirada dispuesta a valorar la pintura occidental 
(ajena y distante) lo que lo llevó a tratar la perspectiva conocida 
por él y sus contemporáneos de otra forma; separando aguas de 
ese estilo plano para adentrarse a una representación con mas 
dimensión.
Depositi di legname sul Tatekawa a Honjo, 1830

Benkei and Chinese princess, 1820

Bananeto a Chutõ, 1833

Una vez pintado todo lo que se podía pintar, este prolijo artista 
que al morir dejó más de treinta mil obras,  torna su interés en la 
pintura china como medio para ilustrar novelas. Produjo 
libros de animaciones siendo uno de los más famosos 
“Hokusai Manga”; uniendo los caracteres “informal” 
(漫 man) y “dibujo” (画ga) creó la palabra “Manga” utilizada 
hasta hoy día para designar las historietas japonesas con ese 
estilo tan particular.
Del poeta Fujiwara no Michinobu, 1835

Dame con attendente e aquilone, 1809
Del poeta Ariwara no Narihira, 1835

El valor de un pintor como Hokusai, hoy, lo da ver una
 obra contemporánea en todo su significado: “Que pertenece 
al presente”. Su apreciación no cae dentro de falsas modas
 históricas u oropeles baratos, el artista trasciende con un 
trabajo creativo, multifacético,  adelantado a su época y entorno.
Il fantasma di Kohada Koheiji, 1831

Para mí, el ver estas imágenes me lleva invariablemente a pensar 
en ese cine japonés de terror tan actual. Hay una conexión, sin duda, 
en la esencia y percepción que nos dejan estos seres tenebrosos
 pintados por Hokusai y los fotografiados por Hideo Nakata, 
dos siglos después.
Il fantasma di Oiwa, 1831

Demone della gelosia ghigante, 1831

 Diavolo en abito ecclesiastico, 1840

Por algo artistas como Toulouse-Lautrec se fascinaron con las
 estampas de este “viejo” artista, presentándolo como un referente 
a tener en cuenta en ese París de finales del siglo XIX.
Il toupet gioiello del pube, 1820

“36 Vistas al Monte Fuji” y los tres volúmenes de la obra “100 Vistas del Fuji” son consideradas lo mejor de la pintura paisajista japonesa.
El Monte Fuji visto a través de las olas


“A partir de mis seis años de edad,  tenía la costumbre de dibujar al natural. 
Me convertí en un artista, y a los cincuenta comencé a producir obras que ganaron
 cierta reputación; pero nada de lo que hacía antes de la edad de setenta era 
digno de atención. A los setenta y tres años, comencé a captar las estructuras 
de pájaros y animales, insectos y peces, y la manera como crecen las plantas. 
Si lo sigo intentando seguramente lo voy a entender aún mejor a mis ochenta 
y seis, de manera que al llegar a los noventa habré penetrado la naturaleza 
esencial de los seres vivos. A los cien podré tener una comprensión divina de ellos, 
mientras que a los ciento treinta, ciento cuarenta o más, llegaré a un estadio
 donde cada pincelada y punto que pinto tendrá vida. Que el cielo, que otorga 
una larga vida, me dé la oportunidad de demostrar que esto no es mentira. “  

Excelente biografía y una gran muestra de su obra en:
 http://www.katsushikahokusai.org/
Fuente:blog Arte & Artistas, Ver mas en https://arteyartistas.wordpress.com/2010/07/31/katsushika-hokusai
-1760-1849/

Lenguaje y escritura: literatura japonesa



4. ALGUNOS ASPECTOS DE LA LITERATURA JAPONESA
UNA TRADICIÓN LITERARIA MOLDEADA POR EL ALMA FEMENINA (KEENE, 1995)
Una de las características de la literatura japonesa que más sorprenden es -si se compara con las literaturas occidentales- que haya tantas obras maestras escritas por mujeres. Esta participación femenina ha estado sujeta a altibajos: tuvo su auge entre el siglo VII y el XII; sin embargo, lo que se escribió en esa época se considera aún hoy lo mejor de la producción literaria japonesa, y las obras principales fueron escritas por mujeres. En aquella época el idioma chino prevalecía en la corte japonesa, se esperaba que los hombres lo hablaran; sin embargo, no de las mujeres. Quienes se dedicaron a preservar y a escribir poesía en japonés, usualmente en la forma de la tanka.
Los escritos de ese grupo de mujeres moldeó la forma de la literatura japonesa en los siglos venideros. Produjo obras que aún hoy se leen con interés, en contraste con las obras escritas por los hombres en aquella época -historias de naturaleza moralista o didáctica- que ya no se leen. La melancolía de una tarde lluviosa, la preciosidad de la belleza que pronto se desvanece, las alusiones no habladas de un comentario informal, y demás características de la sensibilidad femenina en el período Heian, se convirtieron en herencia para el pueblo japonés. En todas las literaturas la diferencia entre la expresión masculina y femenina es obvia. Lo que es particularmente importante para la literatura japonesa es que la sensibilidad femenina dominó la poesía de esa época y colocó el tono para las posteriores composiciones tanto de hombres como de mujeres. Esto es verdaderamente singular e importante de tener en cuenta, sobretodo si se va a traducir la obra de una escritora japonesa.
EL ESCRITOR JAPONÉS MIRA HACIA DENTRO (RIMER, 1995)
Algunas obras de literatura ponen el énfasis en el mundo interior, psicológico y espiritual de los personajes representados. Otras se mueven hacia fuera, al poner el énfasis en la crónica de los acontecimientos externos con los cuales los personajes se involucran. El cambio del exterior hacia el interior ha sido, en líneas generales, un desarrollo medianamente reciente en las tradiciones de la prosa de ficción en Occidente. La tradición japonesa, sin embargo, parece haber comenzado a la inversa. Las primeras obras que se propusieron contar una historia le dieron un lugar de honor a las respuestas y sentimientos interiores de sus personajes o narradores respectivos. Tal combinación de acontecimientos narrados y la respuesta interior le dan a estas obras un extraordinario efecto moderno; los trasfondos exóticos y las emociones expresadas hacen que estos textos antiguos sean accesibles aún ahora.
Con semejante y formidable modelo, la narrativa japonesa continuó privilegiando los sentimientos interiores sobre los acontecimientos externos. A medida que Japón se incorporó al mundo moderno, las modernas preocupaciones sociales y políticas comenzaron a interesar a muchos escritores; entonces, la polaridad comenzó a cambiar rápidamente de posición hacia la crónica exterior. No obstante, se continúa haciendo énfasis en los sentimientos interiores de los personajes centrales. La fuerza del empuje interior en narrativa -una constante a través de los siglos- sigue conservando un lugar central en la tradición japonesa.
MEJOR SUGERIR QUE EXPLICAR (RIMER, 1995)
Aunque los japoneses comparten con otros pueblos el apego por las flores en plena flor; su amor por los brotes apenas abiertos y las flores caídas, los distingue. Parecen ser conscientes de que la luna llena -o la floración plena de un árbol-, por muy preciosa que sea, bloquea las posibilidades de la imaginación. Los comienzos sugieren lo que va a llegar, los finales sugieren lo que ha sido, así la imaginación gana un espacio para expandirse más allá de los hechos literales hasta los límites de las aptitudes del lector de un poema, del espectador en una obra de teatro Noh o del conocedor de la pintura monocroma. Los innumerables poemas de amor conservados en antologías de poesía japonesa casi nunca expresan la alegría de encontrarse con el bien amado; más bien hablan del anhelo del poeta por el encuentro, o la tristeza -más comúnmente, de ella- de darse cuenta de que la relación se terminó y no habrá un nuevo encuentro.
Un rasgo evidente de la poesía japonesa, sumamente alabado por los críticos, es su poder de sugestión. Un poema realmente bueno lo tiene que completar el lector. Por esa razón, muchos poemas japoneses nos parecen exageradamente pasivos, pues el escritor no especifica la verdad aprendida por una experiencia, ni siquiera la forma en qué lo afectó (Keene, 1980 42); si lo dice, su poema se malogra. Lo que con más frecuencia buscan los poetas japoneses es crear con unas cuantas palabras, por lo regular con unas cuantas imágenes muy precisas, el bosquejo de una obra cuyos detalles tiene que suplirlos el lector, de igual manera que en una pintura japonesa unas cuantas pinceladas tienen que sugerir todo un mundo. A ese rasgo de la sugestión se debe en parte el que la poesía japonesa no se pueda comunicar adecuadamente en ningún idioma occidental. (Reckert, 2001)
El tratar de representar grandes entidades por medio de pequeños detalles dio por resultado un realismo y una concreción de las imágenes que contrastan singularmente con la nebulosa ambigüedad del efecto total. Se comprenderá que el sugerir todo un mundo por medio de una imagen penetrante ha de estar necesariamente restringido a las formas estróficas breves, y de hecho en tales formas de expresión es en lo que se han distinguido generalmente los japoneses (Keene, 1980).
EL EMPLEO DE LA METÁFORA
Los escritores japoneses usan la metáfora de un modo que es "novedoso" para nosotros los occidentales. Estamos acostumbrados a indicar las metáforas y símiles con las palabras "como" y "tan". Los japoneses son mucho más sutiles. Por medio de la yuxtaposición (colocando dos imágenes, una al lado de la otra) el lector tiene que formar la ecuación, la comparación o la asociación en su mente. Esto suena demasiado simple, pero cuando la relación entre dos imágenes concretas no se hace explícita, uno obliga al lector a formar un cuadro o imagen en su mente y se le permite buscar por sí mismo la información significativa. Todos sabemos que aprendemos mejor cuando tenemos que resolver algo por nosotros mismos en vez de que nos digan los hechos que debemos aprender de memoria. Esto mismo surte efecto en la poesía. Cuando al lector se le brindan imágenes -y tienen que ser imágenes concretas, no las abstracciones en las que la mayor parte de la poesía occidental depende- estas imágenes en la mente suscitan emociones en un plano no intelectual del lector. (Reichhold, 2004).
EL GUSTO POR LA IRREGULARIDAD (RIMER, 1995)
Para el gusto japonés, la uniformidad es indeseable. Dejar las cosas incompletas las hace interesantes, y le da uno el sentimiento de que hay espacio suficiente para el crecimiento. Aunque sea la construcción del Palacio Imperial, siempre dejan un lugar sin terminar. Los japoneses se han inclinado no sólo a lo incompleto sino a otra variedad de irregularidad, la asimetría; tienen fuerte aversión por la simetría, a la que consideran poco sutil y embarazosamente obvia. La inexistencia de la rima en la poesía japonesa puede deberse a esta actitud (Keen, 1980; 21).
La escritura japonesa que no está específicamente bajo influencia china evita el paralelismo, y las formas estándar de verso tienen cantidades irregulares de líneas: cinco para la tanka, tres para el haiku. Esto está en contraste marcado con los cuartetos, que son formas poéticas típicas no sólo en China sino en la mayor parte del mundo. Un ideograma simétrico se considera "muerto". La escritura más admirada por el japonés tiende a ser asimétrica, y la perfección de la tipografía de los libros es admirada sólo con condescendencia. Los jardines japoneses famosos insisten en la irregularidad con una determinación equiparable a la que los jardines europeos clásicos insisten en la simetría. 
EL APRECIO POR LA FUGACIDAD
En Occidente, se busca más la permanencia que la fugacidad, y esto ha inducido a los hombres a construir monumentos de mármol inmortal. La comprensión de que aun tales monumentos se derrumban -prueba de lo implacable de las devastaciones del tiempo- ha inducido a los hombres desde la edad de los griegos a reflexionar sobre la incertidumbre de mundo. Por regla general, construimos para lo permanente, el japonés para lo transitorio; no sólo no se han contentado con la transitoriedad, sino que la han buscado con ansia. Los japoneses fueron quizá los primeros en descubrir el placer especial de lo fugaz como un elemento necesario de belleza. Lo más precioso de la vida es su incertidumbre. La debilidad de la existencia humana, un tema común en la literatura de mundo, probablemente no ha sido reconocida en ninguna otra parte como una condición necesaria de la belleza como en el Japón . El amor especial que los japoneses tienen por la flor del cerezo está seguramente también vinculado con el aprecio por la fugacidad. Los japoneses que viajaron a Europa a principios de este siglo, les sorprendió la insensibilidad de los europeos por la belleza de los cambios que ocurren en la naturaleza (Keene, 1995). 
LA "PALABRA EJE" O LOS JUEGOS DE PALABRAS (KEENE, 1980)
La función de la "palabra eje" consiste en ligar dos ideas diferentes mediante un giro o desviación de su significado propio. La "palabra eje" japonesa muestra un rasgo característico de esa lengua: la compresión de muchas ideas en un espacio reducido, por medio, generalmente, de juegos de palabras que producen una dilatación de los armónicos de las palabras. El gran número de homófonos en japonés proporciona un campo de extensión quizás único para el juego de palabras. Los juegos de palabras se usaron a veces buscando efectos cómicos, al igual que en otros idiomas, pero también se cultivaron los juegos de palabras trágicos, y aún les fue posible a los poetas mantener sin complicación y durante todo un poema dos series simultáneas de ideas diferentes, como en este ejemplo:
Kie wabinu, utsurou hito no, aki no iro ni,
mi wo kogarashi no, mori no shita tsuyu.

(Shin Kokinshu, 1250, d.c.)
Se pueden dar dos traducciones, casi del todo diferentes, de esos versos. La primera, la interpretación más personal, podría ser: "Anhelo tristemente la muerte. Mi corazón se aflige de ver cuán cansado está de mí el inconstante; soy débil como el rocío del bosque." O, si se usan otros significados para los mismos sonidos. "¡Mirad cómo se derrite ese rocío en el bosque barrido por el viento, en el que están cambiando los colores del otoño!" Ninguna de esas dos traducciones es una versión cabal, porque en la mente y en las palabras del poeta hay una constante oscilación entre las dos series de ideas. El autor se propuso que ambos sentidos se entendieran al mismo tiempo, como si hubiera trazado dos círculos concéntricos, cada uno de ellos completo pero indisolublemente vinculado al otro (Keene, 1980; 17). 
LOS TOPÓNIMOS 
Los topónimos y sus significados fascinaron de especial manera a los japoneses. Toda una especia de la literatura primitiva consiste en su mayor parte en etimologías populares de los toponímicos. La mayoría de las piezas de teatrales tienen un viaje, durante el cual el significado y las asociaciones de los nombres de los lugares recorridos están utilizados como instrumentos que comunican las emociones de los viajeros, ya sea en su camino hacia la muerte, ya hacia una unión dichosa. En japonés los topónimos mismos, por ejemplo, son tan concretos que producen imágenes de un poder sugestivo natural desconocido en Occidente, donde casi no se sabe encontrarles utilidad más allá de alusiones ostensivamente librescas. Por ejemplo; kogarashi, que significa lo mismo "el viento otoñal" que "anhelar vivamente", es el nombre de un bosque famoso, y puede ser que en ese nombre haya tenido su génesis en algún poema, a medida que el poeta fue captando las sucesivas ondas de imágenes que sus diferentes significados evocaban (Keene, 1980; 


Fuente: http://verseria.com/tawara/monografia%20contenido.htm#contenido