Orbis&Urbis: Les Lieux de Mémoire. Los lugares de la memoria. La memoria del futuro. Post plaza de las palabras

 


  

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Plaza de las palabras en su sección Orbis & Urbis, presenta la reproducción de una serie de artículos y ensayos relativos a Lieux de Memories, (Los lugares de la memoria), concepto acuñado por el  historiador francés Pierre Nora. En su versión en Wikipedia español, Lugar de la memoria. Les Lieux de Mémoire,  Wikipedia  versión ingles, y Lieu de mémoire, Wikipedia versión en francés. Y  un extracto de  La notion de lieu de mémoire, cuyo autor es Anne Bourgon

Acompañan estos textos una breve descripción biográfica del historiador Pierre Nora,  y además tres  textos máslieux d’oubli relacionados indirectamente con la creación y la memoria pero proyectados hacia el futuro: Un  segundo texto La invención de la tradición del historiador ingles Eric.J Hobsbawn. Y en tercer lugar, presentamos dos textos de autores mexicanos, relacionados con el modo de asociar el pasado y el futuro desde lo literario. La novelista y dramaturga Elena Garro con su novela Recuerdos del Porvenir, y  retomamos algunas frases del ensayo La invención del futuro del escritor mexicano Juan Villoro, texto que sirvió de presentación a la obra Odisea de Homero, publicado por la Universidad de Guanajuato. 


La memoria del futuro

Plaza de las palabras 

En este breve ensamblaje de varios conceptos, que giran en torno a los lugares de la memoria, concepto que sirve desde un punto de vista de rescate de lugares históricos susceptibles de formar parte de una historia o de la historia. Pero sin olvidar que este concepto lo hace desde el presente. Estamos ante hechos objetivos. No obstante el mismo concepto ha sido rebatido por algunos historiadores, quienes alegan que todo hecho pasado es susceptible de un lugar en la memoria. Por otra parte, también hacen hincapié que un concepto tal, debería tener su contrabalance, ya que así como hay Les Lieux de Mémoire (lugares de la memoria), hay también Les lieux d’oubli (lugares del olvido) Y así lo afirma el historiador  Guy Beiner, quien arguye que también hay una necesidad de ahondar en estudios históricos que identifiquen los lugares del olvido.  Es decir aquellos hechos históricos, que por las razones que sean, no se han materializado en la colectividad, o que pasaron desapercibidos, o que quizá no se les dio la debida importancia. O que quizá quedaron ocultos en las diferentes capas históricas.

Por otra parte otro concepto que embona con los lugares de la memoria, es el de la tradición. Es E.J. Hobsbawn quien crea el término "invención de la tradición", «concepto que se refiere a situaciones en las que se introduce una nueva práctica u objeto de una manera que implica una conexión con el pasado que no necesariamente es presente.» Es decir, la tradición se puede inventar o corregir y siempre lo hace desde el presente. La tradición, es un elemento capital en la continuidad histórica, y en la cultura de las civilizaciones, pero también lo es en  la literatura. Vista, no como una solo mirada al pasado, sino como un anticipo del futuro. La tradición descansa en el pasado, pero se consolidara en el futuro.

 Por supuesto, en el campo de la literatura también se produce ese tensión entre pasado y futuro, y puede haber una diferenciación y un acercamiento entre los clásicos y la tradición literaria, los cuales siempre llevaran el germen de lo futuro. Pero aquí tomamos el concepto de T.S.Eliot de la tradición como conjunto de opiniones, criticas y aceptación de una determinada obra. La obra en sí y el autor son los clásicos. Así lo establece Eliot en su ensayo La tradición y el talento individual. Y ligamos ese instrumental teórico al concepto del historiador  Hobsbawn sobre la invención de la tradición. Es desde el presente que se establece la tradición y queda pendiente de un hilo en un futuro cercano o lejano. 

Ordenando y meditando sobre estos conceptos, aún con ese contrapeso, los lugares de la memoria, los lugares del olvido, la invención de la tradición, sea histórica (J.E.Hobsbawn) o literaria (T.S Eliot),  puede ser conceptos útiles, y al mismo tiempo desbordar el marco estrictamente histórico. Y plantearse en una línea del tiempo que no solo incluye el pasado y el presente, sino que se proyecten también hacia el futuro. Y asimismo, también se abre a una plataforma o exploración desde el punto de vista de la creación. Lo imaginable futuro o imaginable pasado. Porque el concepto en sí, tiene y asimila los tres tiempos. 

Y sacamos a colación dos ejemplos latinoamericanos, el uno la novela  Los recuerdos del porvenir (1963) de Elena Garro. Novela, de  la cual afirma Natalia Rodríguez Priego en un ensayo sobre la novela de Garro: “Los recuerdos del porvenir”  de Elena Garro: Una mirada al presente y futuro de México.  En que se construye  una capa de diferentes tiempos: “el tiempo cronológico convencional pasado–presente y futuro, luego una especia de tiempos cíclicos en que estaban inmersas las culturas precolombinas, y finalmente algo del tiempo metafísico: eternidad. Todos esos tiempos conviven en esa mirada novelística de Elena Garro y su celebrada novela Los recuerdos del porvenir. Citamos su magistral inicio:


Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria

sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al

agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen

cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí

misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me

veo y me transfiguro en multitud de colores y tiempos. Estoy y

estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mí

se tenga.


Otro autor, Juan  Villoro, dice en un breve  pero lucido ensayo sobre la obra La odisea de Homero:   «Nadie es contemporáneo de su futuro». Y más adelante agrega reforzando esa idea: «La escritura no existiría sin una noción de futuro. Toda historia se dirige hacia un desenlace: algo que no ha ocurrido, ocurrirá.»Todo ello en relación a ese lugar de la memoria que es una obra como la de Homero y de los clásicos. Desde el presente estamos valorando un lugar en la memoria a través de las obras de arte, pero también estamos preparando el futuro para los lugares de la memoria del futuro. Decía el escritor Ítalo Calvino, citado por Villoro en el texto referencial ya aludido: “La memoria solo cuenta verdaderamente, ̶ para los individuos, las colectividades, las civilizaciones, ̶    si reúne la impronta del  pasado y el proyecto del  futuro.”  Concluimos esta reseña crítica con la frase de Juan Villoro: Hemos sido inventados por los clásicos, y los defendemos para que no olviden su futuro. 


1

Lugar de memoria

Español, Wikipedia 

El lugar de memoria es un concepto  histórico propuesto por el libro Les Lieux de Mémoire, publicado bajo la dirección del historiador francés Pierre Nora entre 1984 y 1992.[1] [2] El término lieu de mémoire entró en el diccionario Le Grand Robert de la lengua francesa en 1993 y pasó a ser de uso común.  


Ya en 1978, en su contribución sobre la «memoria colectiva» en la enciclopedia La  Nouvelle Histoire, Pierre Nora señalaba que «la historia se escribe ahora bajo la presión de las memorias colectivas», que buscan «compensar el desarraigo histórico de lo social y la angustia del futuro a través de la valorización de un pasado hasta ahora no vivido como tal». 


Según Pierre Nora, «un lugar de memoria en todos los sentidos de la palabra va desde el objeto más material y concreto, posiblemente ubicado geográficamente, hasta el objeto más abstracto e intelectualmente construido». Por lo tanto, puede ser un monumento, un personaje importante, un museo, archivos, así como un símbolo, un lema, un acontecimiento o una institución. También las redes sociales virtuales son empleadas como lugares de memoria [3].


«Un objeto», explica Pierre Nora, «se convierte en un lugar de memoria cuando escapa al olvido, por ejemplo con la colocación de placas conmemorativas, y cuando una comunidad lo reviste con su afecto y sus emociones». A diferencia de la genealogía, que se refiere esencialmente a la historia y a la filiación de las familias, limitándose a la historia personal o de las personas entre las que existe un vínculo, los lugares de memoria remiten a la historia colectiva. A través de ellos, podemos acercarnos a las instituciones, las comunidades y sus  organizaciones, los principales organismos estatales, las comunidades religiosas.


1. Nora, Pierre (2008). «Les lieux de mémoire, ou comment ils m'ont échappé» (https://www.lhistoire.fr/leslieux- de-m%C3%A9moire-ou-commentils-mont-%C3%A9chapp%C3%A9) . L'Histoire (en francés) (331): 32-35.

2. Leoné Puncel, Santiago (1999). «Entre la crítica y nostalgia: la problemática

Referencias de Pierre Nora (A propósito de Les lieux de mémoire)» (https://dadun.una

v.edu/bitstream/10171/9021/1/MC_2_ 16.pdf) . Memoria y Civilización (2): 339-348. «La noción de "lugar de la memoria" puede aplicarse (y, de hecho, se ha aplicado) a objetos materiales, como una bandera o un edificio (el Sagrado Corazón de Montmartre o la Torre Eiffel), pero también a objetos inmateriales, como una fórmula ("Liberté, Égalité, Fraternité"), una oposición (católicos y laicos, gaullistas y comunistas), una noción (el patrimonio), un periodo histórico (Vichy). […] Esta tipología que realiza Nora parte del presente. Lo que define a un lugar de la memoria como tal no es la importancia que pudo tener en el pasado, sino más bien la que se le ha dado desde el presente.  […] En eso consisten Les lieux de mémoire: una reescritura de la historia de Francia que define su objeto como una representación en la que una colectividad ha vivido inmersa y por la que ahora siente un apego más o menos sentimental. El proyecto de Nora es, en fin, la adecuación de la historia a este nuevo momento en el que la relación entre memoria y nación ya no es tan simple, ya no es vivida con la "sinrazón del corazón" sino sólo con las "razones de la cabeza" ».  

3. Baltar-Moreno, Adolfo (20 de diciembre de 2022). «Redes sociales digitales como lugares de memoria» (https://icono14.net/ojs/index.php/ico no14/article/view/1880) . Revista ICONO 14. Revista científica de Comunicación y Tecnologías emergentes 20 (2). ISSN 1697-8293 (h ttps://portal.issn.org/resource/issn/16 97-8293). doi:10.7195/ri14.v20i2.1880 (https://d x.doi.org/10.7195%2Fri14.v20i2.188

0) . Consultado el 31 de diciembre de 2022.



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Wikipedia English

Les Lieux de Mémoire


A lieu de mémoire (French for "site of memory") is a physical place or object which acts as container of memory.[1] They are thus a form of memorialisation. It is a term used in heritage and collective memory studies popularised by the French historian Pierre Nora in his three-volume collection Les Lieux de Mémoire (published in part in English translation as Realms of Memory).[2] 


Definition 

In Nora's words, "A lieu de mémoire is any significant entity, whether material or nonmaterial in nature, which by dint of human will or the work of time has become a symbolic element of the memorial heritage of any community (in this case, the French community)"[3] It may refer to any place, object or concept vested with historical significance in the popular collective memory, such as a monument, a museum, an event, a symbol like a flag or the French figure Marianne, even a colour vested with historical memory (the red flag of left politics, for instance). According to La Commission franco-québécoise sur les lieux de mémoire communs (French- Québécois Commission for Common Sites of Memory) a lieu de mémoire signifies the cultural landmarks, places, practices and expressions stemming from a shared past, whether material (monuments) or intangible (language and traditions).[4] Nora follow's Lefebrve's discussions of the social production of space.[5]


 As sites of memory became better known and made official by governments, they can tend to homogenize varied local memories. In Nora's words: “In the past, then, there was one national history and there were many particular memories. Today, there is one national memory, but its unity stems from a divided patrimonial demand that is constantly expanding and in search of coherence.”[6] Thus sites of memory may risk becoming "invented traditions"


David Frier, using the example of the Estádio Nacional in Lisbon, argues that sites of memory can be adaptable.[5] 


The concept has been listed in Le Grand Robert de la langue française, the authoritative French dictionary, and studied by scholars and others. There are attempts made to map sites of memory globally.[7] Quebec and France have a joint commission to identify and codify sites of memory. An International Coalition of Sites of Conscience of more than 200 museums, monuments and other institutions around the world uses the concept to group "sites, individuals, and initiatives activating the power of places of memory to engage the public in connecting past and present in order to envision and shape a more just and humane future.".[8] 


Criticism

Legg argues that Nora's notion of memory is a passive one, overriden by officially sanctioned history; but even Nora recognises the multiple different memories brought into the present. Legg also criticises Nora's over-emphasis of the nation.[5] 


Olick and Robbins have criticised the use of the term. They argue that lieu de mémoire is a redundant concept because everything can be considered to hold memory. However, Marschall responds that the term is useful because it highlights that memory is always attached to real sites.[1]


 Calling attention to the importance of "social forgetting", historian Guy Beiner has argued that "there is an evident need for major historical studies of lieux d’oubli to counterbalance the studies of lieux de mémoire."[9]


References 

1. Marschall, Sabine (January 2013). "Public holidays as lieux de mémoire : nationbuilding

and the politics of public memory in South Africa" (http://www.tandfonline.co

See also References m/doi/full/10.1080/23323256.2013.11500 039) . Anthropology Southern Africa. 36 (1–2): 11–21. doi:10.1080/23323256.2013.11500039 (https://doi.org/10.1080%2F23323256.2013.11 500039) . ISSN 2332-3256 (https://www.w

orldcat.org/issn/2332-3256) . S2CID 144772590 (https://api.semanticsch

olar.org/CorpusID:144772590) .

2. P. Nora, Realms of Memory: Rethinking the French past

3. Pierre Nora, "Preface to English Language Edition: From Lieux de memoire to Realms

of Memory", in Realms of Memory: Rethinking the French Past ed. Pierre Nora.

http://faculty.smu.edu/bwheeler/Joan_of_A rc/OLR/03_PierreNora_LieuxdeMemoire.pdf

4. Commission franco-québécoise sur les lieux de mémoire communs, "Lieux de

mémoire," http://cfqlmc.org/lieux-dememoire (French-language link) 

5. Frier, David G. (2019-03-12). "Lisbon's Estádio Nacional: An Adaptable Lieu de mémoire" (https://dx.doi.org/10.1163/1768

3084-12341731) . Lusotopie. 18 (1): 40–65. doi:10.1163/17683084-12341731 (https://doi.org/10.1163%2F17683084-1234173 1) . ISSN 1257-0273 (https://www.worldca

t.org/issn/1257-0273) . S2CID 150529423 (https://api.semanticscholar.org/CorpusID: 150529423) .

6. Nora, “The Era of Commemoration” in Realms of Memory: The Construction of the

French Past, vol. 3 

7. Mark Hatlie, Sites of Memory: Historical Markers, Memorials, Monuments, and Cemeteries, http://sites-ofmemory. de/main/location.html 

8. International Coalition of Sites of Conscience, "about us," http://www.sitesofconscience.org/aboutus/  

9. Guy Beiner, Forgetful Remembrance: Social Forgetting and Vernacular Historiography of

a Rebellion in Ulster (Oxford University Press, 2018) (https://global.oup.com/acade 

mic/product/forgetful-remembrance-97801 98749356?) , p. 29. Legg, Stephen, "Contesting and

surviving memory: space, nation, and nostalgia in Les Lieux de Mémoire," Environment and Planning D: Society and Space 23,4 (2005): 481–50. Nora, Pierre, ed. P. Realms of Memory:

Rethinking the French past (University of Chicago Press, 1998) Alcaraz, Emmanuel, Les lieux de

mémoire de la guerre d'indépendance algérienne, Thèse, Paris, Université Paris XIII, 2012.


Further reading

Legg, Stephen, "Contesting and  surviving memory: space, nation, and nostalgia in Les Lieux de Mémoire," Environment and Planning D: Society and Space 23,4 (2005): 481–50.

Nora, Pierre, ed. P. Realms of Memory: Rethinking the French past (University of Chicago Press, 1998) Alcaraz, Emmanuel, Les lieux de mémoire de la guerre d'indépendance algérienne, Thèse, Paris, Université Paris XIII, 2012. Further reading This page was last edited on 6 March 2023, at

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Wikipedia francais

Lieu de mémoire


Le lieu de mémoire est un concept historique mis en avant par l'ouvrage les Lieux de Mémoire[1], paru sous la direction de Pierre Nora entre 1984 et 1992. Le mot fait son entrée dans le dictionnaire Le Grand Robert de la langue française de 1993 et devient d’un usage courant.


« Les Lieux de mémoire»

Dès 1978, dans sa contribution sur la «mémoire collective» dans l'encyclopédie La Nouvelle Histoire, Pierre Nora note que « l’histoire s’écrit désormais sous la pression des mémoires collectives », qui cherchent à « compenser le déracinement historique du social et l’angoisse de l’avenir par la valorisation d’un passé qui n’était pas jusque-là vécu comme tel».


Selon Pierre Nora, « un lieu de mémoire dans tous les sens du mot va de l'objet le plus matériel et concret, éventuellement géographiquement situé, à l'objet le plus abstrait et intellectuellement construit »[2]. Il peut donc s'agir d'un monument, « Les Lieux de mémoire» d'un personnage important, d'un musée, des archives, tout autant que d'un symbole, d'une devise, d'un événement ou d'une institution. Même les réseaux sociaux sont utilisés actuellement comme lieux de mémoire virtuelle[3]. 


«Un objet », explique Pierre Nora, « devient lieu de mémoire quand il échappe à l'oubli, par exemple avec l'apposition de plaques commémoratives, et quand une collectivité le réinvestit de son affect et de ses émotions »[4]. Au contraire de la généalogie, qui investit essentiellement l'histoire et la filiation de familles, en se limitant à l'histoire personnelle ou à celle des personnes entre lesquelles existe un lien, les lieux de mémoire se réfèrent à l'histoire collective. Par leur biais, on peut aborder les institutions, les collectivités et leurs organisations, les grands corps de l'État, les communautés religieuses. 


Les volumes des Lieux de Mémoire constituent une référence essentielle pour l'histoire culturelle en France. Ils ont été traduits en anglais et publiés de façon sélective (environ un tiers des articles ont été repris) par les presses universitaires de Chicago entre 2001 et 2009, sous le titre Rethinking France. Ces problématiques seront reprises en Allemagne, en Italie, aux Pays-Bas, au Luxembourg, au Québec et en Russie. 


En 1987, alors que seule une partie des volumes a été publiée, l'historien Henry Rousso déplore l'absence « d'une definition opératoire de la mémoire collective » et demande « ce qui justifie ici

les choix « ponctuels » des divers lieux étudiés »[5].


Table des matières des « Lieux de mémoire »


(…)

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La notion de lieu de mémoire

(Extracto)

Auteur: Anne Bourgon

Extrait de l'étude "valorisation et mise en réseau des lieux de mémoire de l'internement et de la déportation en Seine-Seine-Denis", réalisée par Topographie de la mémoire (Anne Bourgon, Hermine de Saint-Albin et Thomas Fontaine).  Auteur : Anne Bourgon

L’emploi du vocable lieu de mémoire est relativement récent (1984). Jusque dans les années 80, le terme "haut lieu du souvenir" servait le plus souvent à désigner un lieu qui avait été le théâtre d’un événement particulièrement significatif de notre histoire. On doit la popularisation de la notion de lieu de mémoire à l’ouvrage en trois volumes de l’historien Pierre Nora, Les lieux de mémoire : symboles, monuments, archives, objets, personnages et lieux emblématiques. Reprenant cette approche, Le Grand Larousse donne du lieu de mémoire la définition suivante : "Unité significative, d’ordre matériel ou idéel dont la volonté des hommes ou le travail du temps a fait un élément symbolique d’une quelconque communauté" Il faut . noter que certains commentateurs de l’oeuvre de Pierre Nora considèrent cette publication de l’historien comme une tentative nostalgique de retenir la gloire passée de la Nation française à travers les lieux et les symboles qui la fondent. Pierre Nora, entendait plutôt comprendre ces demandes sociales fortes à l’égard du patrimoine (voir le succès croissant des journées du patrimoine  https://www.tourisme93.com/document.php?pagendx=155)), cherchant à "compenser le déracinement historique du social et l’angoisse de l’avenir par la valorisation d’un passé qui n’était pas jusque là vécu comme tel". Ces demandes mémorielles peuvent conduire à une "saturation de la mémoire", un "abus patrimonial", Nora évoquant l’ère de "la tyrannie de la mémoire" . 

Il s’agirait là du syndrome d’une société en crise d’identité, sans projet, où règne surtout  istantanée. Une telle "pathologie" pourrait aussi s’expliquer par le fait que nos contemporains, inquiets de la précarité existentielle de leur présent et de l’incertitude ontologique de leur futur, auraient besoin de se tourner vers le passé pour y trouver des repères, créer du vivre ensemble et tenter de retrouver une identité spécifique, affaiblie par une mondialisation de plus en plus généralisée. 

Selon Henry Rousso, l’intérêt pour les lieux de la Seconde Guerre mondiale serait de plus en plus important, et cela dans toute l’Europe, ce recours à la matérialité des lieux prenant toutefois le pas sur les usages symboliques des mémoires : "(la) patrimonialisation du crime et la constitution d’une mémoire négative : (…), où tout lieu lié à l’histoire traumatique du siècle se doit d’être conservé, comme si le souvenir ne pouvait s’incarner que dans sa dimension matérielle, patrimoniale, et non plus dans le registre symbolique ." Dans les usages "pratiques", en France, l’expression "lieux de mémoire" est souvent plus restreinte et moins étendue que ne le laisse supposer cette première approche théorique et sémantique. Elle est presque exclusivement employée pour évoquer la mémoire des conflits armés, principalement la Première et la Seconde Guerre mondiale, et plus marginalement les guerres de 1870 ou les guerres napoléoniennes. Le Petit Futé des lieux de mémoires (1ère édition en 2007, réédité en 2011 dans une version allégée) est d’ailleurs sous-titré "Champs de bataille,  cimetières militaires, musées, mémoriaux".

De même, Atout France (https://www.atout-france.fr/) (l’agence de développement touristique de la France), qui publie chaque année les données de fréquentation des sites et évènements touristiques, définit dans un glossaire les différentes catégories de lieux touristiques (culturels et non culturels) et désigne sous la classification dite MIL une catégorie de "sites à caractère militaire et lieux de mémoire". Quant à la Direction de la Mémoire du Patrimoine et des Archives (DMPA) du Secrétariat d’État aux anciens combattants, sur son site les chemins de mémoire  https://www.cheminsdememoire.gouv.fr/fr), elle définit les lieux de mémoire en ces termes : "Forteresses, fortifications, ouvrages militaires, musées et autres lieux des guerres impériales et de défenses ainsi que ceux de la Première Guerre mondiale". Mais, si le terme "lieux de mémoire" est désormais de plus en plus largement utilisé – et bien au-delà des cercles universitaires – c’est qu’il réunit dans une acception littérale l’idée de la matérialité d’un lieu (en lien avec le patrimoine) et celle moins tangible d’un passé et d’un événement qui s’y incarneraient. Il désigne un patrimoine matériel particulièrement significatif de notre histoire qui aurait aussi une charge historique, symbolique et affective forte (ce qui ejoindrait l’idée de patrimoine immatériel). En ce sens, ce type de patrimoine, qui a parfois du mal à rentrer dans les classifications habituelles de l’administration culturelle de notre pays, est assez conforme à la définition que l’International Commitee of Monument and sites (ICOMOS) a donnée en 2008 de l’esprit du lieu comme "ensemble des éléments matériels (sites, paysages, bâtiments, objets) et immatériels (mémoires, récits oraux, documents écrits, rituels, sons, odeurs…), physiques et spirituels, qui donne du sens, de la valeur, de l’émotion et du mystère au lieu."

L’acceptation courante des lieux de mémoire est principalement liée en général à un événement traumatique intervenu dans un contexte exceptionnel, le plus souvent une guerre. Le lieu possède alors le plus souvent une fonction rituelle et ontologique : celle de s’y rendre pour tenter de faire le deuil et (ou) comprendre un événement pas toujours appréhendable, pour se l’approprier et pour être capable de transmettre la mémoire à la génération suivante. La visite du lieu (comme preuve matérielle d’un événement proprement insurmontable), permet alors de réintégrer sa propre histoire personnelle et familiale dans la "grande Histoire". C’est le sens repris par cette étude. Mais on remarquera que le terme peut aussi bien être employé pour des mémoriaux, équipements muséographiques ou centres d’interprétation spécifiquement dédiés à des événements historiques, mais construits ex-nihilo (comme le Mémorial de Caen). Leur érection procede généralement d’une décision politique forte, et les collectivités territoriales impliquées sont souvent prêtes à y consacrer des moyens non négligeables. Cette dimension devra évidemment être abordée dans l’étude. Sur la  base de cette définition, et avant d’étudier la situation en Seine-Saint-Denis et les conditions d’émergence d’une mise en valeur et d’une mise en réseau de ce type de lieux dans le département, revenons sur les usages de ces lieux de mémoire et interrogeons les limites d’un concept recouvrant cette réalité discutée : "le

tourisme de mémoire (https://www.tourisme93.com/tourisme-memoire.html)".


1. Pierre NORA, « De l’archive à l’emblème », Les lieux de mémoire, Paris, Gallimard, 1993, tome 3 « Les France ».

2. Henry ROUSSO, entretien donné au journal Le Monde le 27 novembre 2001, à l’occasion des XII° entretiens du patrimoine.

 

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Dormira jamais

Les lieux d’oubli

Los lugares del olvido


Le Tata sénégalais de Chasselay, dans le Rhône -source Wikicommons.

Dans cette nécropole militaire, sont enterrés 188 tirailleurs sénégalais massacrés par la division de SS allemande « Totenkopf » en juin 1940. Le cimetière fut inauguré en août 1942, hommage inattendu dans le climat du temps.


«Il faut que le souci du détail, sans doute louable, avec lequel on rédige aujourd’hui l’histoire contemporaine porte naturellement chacun à réfléchir à ceci: comment nos descendants éloignés s’y prendront-ils pour porter le fardeau de l’histoire que nous allons leur laisser après quelques siècles? Sans doute ils apprécieront du seul point de vue de ce qui les intéresse l’histoire des temps les plus anciens, dont il pourrait que les documents aient alors depuis longtemps disparu: ils se demanderont ce que les peuples et les gouvernements ont accompli de bien ou de mal du point de vue cosmopolitique. »        

Emmanuel Kant, Idée d’une histoire universelle au point de vue cosmopolitique (1784), traduction de Jean-Michel Muglioni


Suite à l’entreprise dirigée par Pierre Nora, qui a suscité des recherches semblables en Italie, en Allemagne ou au Danemark, montrant par là à quel point elle répondait aux désirs d’une époque, l’expression « Lieux de mémoire » est devenu un « lieu commun ». De concept historique, elle s’est changée en enjeu idéologique. Pour ouvrir des perspectives nouvelles, dans la crainte que le terme ne serve tout simplement à entretenir la confusion entre Histoire et mémoire (Jacques le Goff) ou à réduire l’Histoire à une vulgate officielle néopositiviste, d’autres historiens ont introduit des concepts comme « non-lieux de mémoire » (Gérard Noiriel), ou « guerres de mémoire » (Benjamin Stora, Pascal Blanchard etc.). Depuis 2009, j’ai décidé de prolonger cette visée dialectique, en me mettant, indépendamment de toute institution, riche de ma seule formation d’historien et d’une curiosité croissante, à la recherche de « Lieux d’oubli».


Qu’est-ce qu’un « lieu d’oubli »? C’est un fragment de l’histoire d’un pays que les habitants de ce pays ne connaissent pas, ou très mal, dans leur écrasante majorité, et dont ils s’étonnent, lorsqu’on les en informe, de n’en avoir jamais entendu parler. En ce sens, l’existence d’un funiculaire entre la place de la République et l’église Saint Jean-Baptiste de Belleville à Paris, de 1891 à 1924, n’est pas un lieu d’oubli, mais peut être rangée à bon droit au rang des anecdotes érudites -dont on pourra s’émerveiller à loisir de les retrouver ou de les transmettre. Mais le massacre de plusieurs milliers d’Africains par deux officiers de la République française en 1899 en est un.


Ces lieux d’oubli doivent-ils être changés en lieux de mémoire? Tel n’est pas mon propos. J’entends bien davantage faire sentir que le concept de « mémoire » tel qu’on le véhicule aujourd’hui est assez pathogène. Comme le dit un personnage du beau roman de Cristina Ali Farah, Madre Piccola: « J’essaie de ne pas me souvenir de certaines choses, tu sais? Si nous devions nous souvenir de toute la tristesse du monde, nous ne pourrions pas survivre. » En effet, qui saurait reprocher à un peuple soucieux de son avenir de ne pas porter la « croix » de tout son passé? Loin de toute « repentance », malgré ce que voudraient nous en faire croire certains « chercheurs » aux nostalgies douteuses, il s’agit avant tout de redonner vie à une vision exploratrice de l’Histoire, traquant l’oubli comme on l’a fait récemment d’approches nouvelles -micro-histoire, histoire des sensibilités, socio-histoire etc.- qui l’ont beaucoup revivifiée.


Les Lieux de l’oubli deviendront un jour un livre. Pour l’instant, ils sont autant de prétextes à rencontres, échanges, synthèses et partages. Les titres qui suivent donnent l’état de recherches que je me fais une joie de vous faire découvrir et qui ne prétendent pas, en l’état actuel des choses, répondre d’une architecture cohérente, qui se bâtit au secret.


Voir aussi la synthèse écrite le 11/11/2013 sur le blog Insomnies de Médiapart.




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Biografía Pierre Nora

Wikipedia


Pierre Nora (nacido el 17 de noviembre de 1931), es un historiador francés elegido miembro de la Académie française el 7 de junio de 2001. Es conocido por su trabajo sobre la identidad y la memoria francesas. Su nombre está asociado con el estudio de la nueva historia. Es hermano del difunto Simon Nora , un antiguo profesional administrativo francés. Nacionalidad Francés, Ocupación Historiador, conocido por Miembro de la Academia Francesa.


Carrera 

From 1961 to 1963, he was a resident at the Fondation Dosne-Thiers. From 1965 to 1977 he was first assistant and then lecturer at the Institut d'Études Politiques de Paris (Paris Institute of Political Science). Since 1977 he has been the director of studies at the École des hautes études en sciences sociales (School for Advanced Studies in the Social Sciences). In 2014, Nora received the Dan David Prize for his contribution to "History and Memory."[10]


Publishing

Concurrently, Nora had pursued an important career in publishing. He joined Éditions Julliard in 1964, where he created the Archives paperback collection. In 1965 he joined Éditions Gallimard: the publishing house, which already had a good market share in literature, wanted to develop its social sciences sector. It was Pierre Nora who achieved this mission by creating two important collections, the Library of social sciences in 1966 and the Library of histories in 1970, as well as the

Témoins collection in 1967. 



7

La invención de la tradición

Wikipedia

Extracto


El término "invención de la tradición", introducido por E. J. Hobsbawm, se refiere a situaciones en las que se introduce una nueva práctica u objeto de una manera que implica una conexión con el pasado que no necesariamente es presente.[3] Se puede crear y promulgar deliberadamente una tradición para el interés personal, comercial, político o interés nacional Invención de la tradición propio, como se hizo en el África colonial; o puede adoptarse rápidamente en función de un solo evento muy publicitado, en lugar de desarrollarse y extenderse orgánicamente en una población, como en el caso del vestido de novia blanco, que solo se volvió popular después de que la Reina Victoria usara un vestido blanco en su boda con Alberto de Sajonia- Coburgo.[4]


Un ejemplo de una invención de la tradición es la reconstrucción del Palacio de Westminster (ubicación del Parlamento británico) en el Estilo gótico.[3] Del mismo modo, la mayoría de las tradiciones asociadas con la monarquía del Reino Unido, vistas como profundamente arraigadas en la historia, en realidad datan del siglo XIX.[5] Otros ejemplos incluyen la invención de la tradición en África y otras posesiones coloniales por parte de las fuerzas de ocupación.[6] Al requerir legitimidad, el poder colonial a menudo inventaría una "tradición" que podrían usar para legitimar su propia posición. Por ejemplo, una determinada sucesión a un cacicazgo podría ser reconocida por una potencia colonial como tradicional para favorecer a sus propios candidatos para el puesto. A menudo, estas invenciones se basaron en alguna forma de tradición, pero fueron exageradas, distorsionadas o sesgadas hacia una interpretación particular.


Las tradiciones inventadas son un componente central de las culturas nacionales modernas, proporcionando una comunidad de experiencia y promoviendo la identidad nacional unificada propugnada por el nacionalismo.[7] Los  ejemplos comunes incluyen días festivos (particularmente aquellos exclusivos de una nación en particular), el canto de himnos nacionales y la cocina nacional tradicional (véase plato nacional). Los expatriados y las comunidades de inmigrantes pueden continuar practicando las tradiciones nacionales de su país de origen.




Referencias 

1. "Cultura y compromiso" de M. Mead (1900), México D.F. 

2. «Foro permanente de participación ciudadana» (http://www.diputados.go b.mx/documentos/CEPC110718.pdf).  

3 . Hobsbawm 1–2 (https://books.google. com/books?id=sfvnNdVY3KIC&pg=PA 1)

4. Ingraham, Chrys (2008). White Weddings: Romancing Heterosexuality in Popular Culture. New York: Taylor & Francis, Inc. pp. 60-61. ISBN 978-0-415-95194-4.

5. Langlois, S. (2001). «Traditions: Social». International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences. pp. 15829-15833. ISBN 9780080430768. doi:10.1016/B0-08-043076-7/02028-3

(https://dx.doi.org/10.1016%2FB0-08-043076-7%2F02028-3) .

6. Terence Ranger, The Invention of Tradition in Colonial Africa, in E. J.(Eric J.) Hobsbawm; T. O. (Terence O.) Ranger (31 de julio de 1992). The Invention of tradition (https://books.google.com/books?id=sfvnNdVY3KIC&pg=PA211) . Cambridge University Press. pp. 211-263. ISBN 978-0-521-43773-8.

7. Hobsbawm 7 (https://books.google.co m/books?id=sfvnNdVY3KIC&pg=PA7)1. 


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8


La invención del futuro

Juan Villoro

 

(Presentación a la Odisea de Homero, Universidad de Guanajuato.


“La escritura no existiría sin una noción  de futuro” 


“Hemos sido inventados por los clásicos y lo defendemos para que no olviden su futuro.” 




Créditos

Wikipedia: Lugares de la memoria, Datos de Pierre Nora, La invención de la tradición de  E. J. Hobsbawm   

Anne Bourgon y demás La notion de lieu de mémoire 

Dormira jamais. Les lieux d’oubli Los lugares del olvido 

Natalia Rodríguez Priego: Los recuerdos del porvenir”  de Elena Garro: Una mirada al presente y futuro de México. 

Juan  Villoro, presentación La odisea de Homero. Universidad de Guanajuato


Ilustraciones 

Imagen de entrada Google Imagen 

Imagen de salida, pintura del pintor metafísico italiano  Giorgio de Chirico 

Estrella de mar. Un cuento inédito de Álvaro Calix. Post Plaza de las palabras

 






Plaza de las palabras en su sección Cuentos hondureños, publica el cuento Estrella de mar, del autor Álvaro Calix. El cuento reseñado va en la línea temática de otro cuento del autor y ya publicado en este blog Estrellas del verano, que versa sobre la vida en un futuro hipotético, en que se explora las relaciones entre seres humanos y androides, cuento  que fue finalista en el prestigioso concurso literario V Edición del Premio Ciudad de Sevilla.


En este nuevo cuento el autor nos presenta una temática similar, las relaciones humanas frente a la tecnología, y las diferentes variantes de la inteligencia artificial, representada por un  androide. Esta vez no es un joven sino la exploración de la relación de un viejo viudo, de nombre Horacio Bernal, que ha perdido su esposa, y ha decidido irse a vivir a una isla, frente al mar. Va acompañado de un  androide femenino que es su asistente y que le sirve para las tareas domesticas;  y que se llama Lori.



El cuento Estrella de mar: una aproximación a la metáfora de la soledad.


1

Estrella de la soledad 


El cuento a pesar de estar rodeado de las tecnologías, es un cuento de soledad, la soledad de un viejo viudo que se resiste a aceptar su destino y su final. Muchos de los cuentos de ciencia ficción, abordan el tema de las grandes tecnologías, pero todos tocan trasversalmente el  tema de la soledad ante una realidad tecnológica que no comprenden o si la comprenden se niegan aceptarla. Recordemos solo el cuento El peatón de Bradbury, sobre un hombre que vive solo, y decide salir a caminar todas las noches por una ciudad también semi desierta y condicionada por controles tecnológicos. 


O la novela Kentukis, (mosaico de relatos que también se pueden leer como cuentos independientes), de Samantha Schweblin en que se vale de peluches y cámaras par atisbar la vida de otros, que no es más que buscar en las realidades virtuales o fácticas de la tecnología, la necesidad de paliar o aliviar la  ausencia de una vida interna que les satisfaga. Así las tecnologías se convierten  en un sustituto o placebo de una realidad que a nadie le  termina de gustar.  


2

Lori: o los perfiles de la servidumbre  

Estrella de mar, cuento de 3465 palabras, narrado en tercera persona. Y que confronta en un ambiente las inquietudes y carácter de Horacio Bernal y su asistente androide Lori. El viejo, dada su edad, deja en claro que no le gusta las tecnologías o por lo menos lo artificial. Por eso afirma acerca de esa realidad circundante de androides:  Es como si estuviera con nadie. Y más adelante agrega: Lo que quiero es que me cuide alguien de carne y hueso. Y le dice a Lori —Sabes, Lori, extraño la compañía de otros seres humanos. A pesar el viejo acepta la situación por comodidad o condicionamiento, dada su situación. Ama o añora la vida real, por su parte la androide Lori, se acomoda al genio del viejo y le sirve fielmente en las labores de asistencia y de las tareas domésticas de la casa.

Así Lori asume el perfil de la sirvienta abnegada, servicial y amable. 


Talla y como aquellas abnegadas mujeres de la servidumbre, protagonistas de los cuentos  Un corazón sencillo de Flaubert, o  Los buenos servicios de Cortázar. O El festín de Babette de Isak Denisen. Tres mujeres muy parecidas, Felicidad, Francinet y Babbette. Aquí Lori desde una conducta programada se asemeja y se desemeja a ellas. Compite en sus buenos servicios.   

3

La programación amable 

 No obstante, Lori  evita confrontar a Bernal porque está programada solo para servir. —Le he dicho, señor, que no estoy programada para enojarme. No obstante el viejo a pesa de sus disgustos, no deja la cosa ahí y también profundiza en la mente operativa de los androides, así tenemos que el viejo Bernal le  pregunta a la androide:  —Dime, Lori, ¿te has sentido sola alguna vez? Y esta ele contesta —No, señor. Le he dicho que soy incapaz de experimentarlo. Luego dice: Me es indistinto si estoy acompañada de humanos, animales o de otros androides. Pero el viejo, más adelante arremete y le dice a Lori: —¿Y supongo que no has sentido miedo? Y aún más, —Lori, Espero que no te ofendas, pero temo que algún día los robots nos hagan daño. ¿Crees eso posible? —Que ustedes aprendan a comportarse mal. Lori le contesta: —Depende del programa. Si nos predisponen para matar, mentir, hacer daño, lo haríamos sin ningún reparo —respondió, sin quitar la vista al frente del volante.


En este entrecruzamientos de las inquietudes del viejo Bernal y la androide, los roles

Juegan a una lógica cotidiana de preguntas y respuestas perfectamente lógicas. Y aunque el viejo es más directo, parece jugar bien su rol de inquisidor amable, pero que agota todas sus posibilidades de duda y de inquietud, mientras que Lori desempeña un papel pasivo, solo atinente a las preguntas del viejo y contesta lo políticamente correcto. No obstante, el lector se puede quedar con la duda de que la androide Lori sabe más de lo que dice.  


4

Simbolismo del  mar y las estrellas

Con un título sugerente y que además sus palabras encierran un simbolismo Estrella de mar. Primeramente el mar como símbolo, oceánico, inconsciente, multitudes, insondable,  fuente, espejo. Y estrellas en su primera capa romántica pero también lejana. Y es que uno puede creer que al ver el firmamento las estrellas están cercanas entre ella, pero en realidad las separan distancias enormes. Es decir las estrellas en su lejanía son solitarias, las embarga un halo de soledad.


 El autor algo nos dice de este juego de palabras mar-estrellas: cuando el viejo Bernal  recuerda: Se le vino a la memoria un poeta que había leído en su juventud y que decía que la única frontera es el mar; también recordó haber oído alguna vez el verso de una canción que mencionaba que el mar es un cielo de agua. No le cabía ninguna duda, el mar era la libertad. Y ahí estaba él, un hombre centenario, frente al océano, viendo de nuevo el crepúsculo. Y esta relación de cielo mar, unidos por las estrellas, las estrellas del firmamento y las estrellas del mar nos producen una simetría como la de un espejo: como es arriba es abajo. Al sumergirse en ese mar, el viejo se está sumergiendo en ese cielo crepuscular.


5

El sueño, la realidad  y la simulación

 Al final del cuento, ocurre algo inesperado y que sirve de desenlace. Bernal tiene un sueño. Se sueña en el mar y que su mujer Alicia, ya fallecida, anda por ahí. Y desde ahí ella se lo llevó al cielo. Esta escena del sueño se vuelve a repetir cuando, efectivamente, Bernal al día siguiente va al mar, y estando en el agua con los ojos cerrados,  siente la presencia de alguien y se deja tomar por Alicia. Al tiempo Lori ajusta el gran holograma para que la luz del día muriese por fin y escogió un cielo de estrellas con luna en cuarto creciente y un luminoso Venus. 


Este encuentro entre el sueño del día anterior y esta escena real en el mar, crea un paralelismo, una especie de dualidad. Un espejo en que la realidad virtual se confunde con la realidad fáctica. Y que el lector perfectamente puede creer que en realidad todo es una simulación  o que hasta la androide programa el final de Bernal de acuerdo a los propios gustos de este. En fin, la androide conoce más de la vida de Bernal o por lo menos ha sido alimentada con datos de la vida de Bernal. De ahí que Lori tatarea la misma canción de Alicia.


Al final, un final a la medida, o un final soñado porque quizá todo lo que rodea a Bernal sea una simulación, tal como el mismo lo afirma: ¿Y qué tal si todo lo que me rodea es una simulación?  

En este triunvirato el sueño y la realidad virtual son de una misma naturaleza. Son sueños, separados por el fino hilo de la realidad fáctica del presente. 


   

3467 palabras 


Estrellas de mar

Álvaro Cálix 


El señor Bernal intentó levantarse del sofá, las piernas largas y venosas casi no le respondían. Volvió a echarse en el sillón. Lori se acercó con pasos rápidos y le preguntó si ocupaba ayuda. El viejo no contestó, hizo una mueca de desgano y volteó la cabeza mirando hacia el jardín. 

—Recuerde que estoy para atenderlo. 

Horacio Bernal siguió sin responder, alcanzó una taza de la mesita junto al sofá, la sopesó en el aire y la lanzó al piso. Lori se inclinó y estiró los brazos para atraparla antes de que cayera al parqué. 

—Le gusta jugar con la vajilla, ¿verdad? —dijo Lori mientras volvía a poner la taza en la mesa— ¿Se le ofrece algo? ¿Tiene usted sueño? ¿Desea que le recline el sillón?

—Preferiría que te largues.

—Bueno, en ese caso iré a la cocina a preparar el almuerzo.

El viejo se quedó en la sala. Vio por la ventana los atisbos de una tarde soleada, el viento movía las nubes de la mañana hacia el noreste. Hasta él llegaba, apenas perceptible, el rumor de las olas rompiendo contra el acantilado. Un gorrión se posó en el alfeizar de la ventana, desde ahí se atrevió a entrar a la casa y dar unos brinquitos en el piso. El gorrioncillo husmeaba sin quedarse quieto. Bernal se alegró de ver algo vivo tan cerca de él. Los días en la isla se le volvían eternos, tan solo las visitas ocasionales al mar lo animaban. En verdad, muchas veces dudaba si había sido una buena idea venirse a vivir al archipiélago. 

Siguió con la mirada al gorrión que salía de la casa. El pajarillo remontaba el vuelo sobre el campo de malvas amarillas hasta perderse en las copas de los árboles que bordeaban la casa. Un pitido sonó desde el microchip de su brazo izquierdo, de inmediato el holograma se desplegó enfrente de él. Un haz de luces le dio forma a una dama de cabello rubio cenizo, con mechones largos peinados de lado, vestida con un pantalón verde cobalto y una bata blanca. La mujer lo saludó. Bernal volteó para ignorarla. 

—Señor Bernal, espero que esté bien. ¿Tiene unos minutos?

—No tengo nada que hablar con ustedes. 

—Estamos preocupados por los registros de su expediente. La manera en que trata a Lori es anómala, por decir lo menos. 

—Quiero estar solo. Eso es todo.

Lori regresó a la sala para preguntarle al señor a qué hora quería el almuerzo. La mujer de la bata blanca la saludó y le dijo que esperará un rato, que Bernal estaba ocupado. 

—Señor Bernal, recuerde que Lori es una asistente muy completa —dijo la mujer—. Está preparada para atenderlo en todo, incluso cuando usted muera. Ella se haría cargo de cremarlo. 

—¿Cuántas veces tengo que repetirlo? ¡Quiero que me sepulten en el patio! Se lo he dicho a cada agente que me ha contactado durante estos años. No quiero que me chamusquen, ¿les queda claro?

—Revisaremos su expediente para confirmar. Lo normal es la cremación. 

El viejo se encogió en su silla. Estaba harto de los ejecutivos de la compañía y de sus androides. 

—Me arrepiento de haber firmado el contrato —dijo Bernal.

—¿Por qué lo dice? No tenía muchas opciones. Usted carece de familia y el aire en su continente sigue siendo irrespirable; peor aún, los atracos están a la orden del día. En la isla cuenta con todo. Allí puede dormir con las puertas abiertas, nadie le hará daño. 

Desde la cocina se escuchaba un suave canturreo. A Lori le daba por cantar mientras preparaba el almuerzo. Bernal reconoció la tonada, su esposa solía tararearla cuando estaba de buen ánimo. Se distrajo con el canto de Lori. Luego se dio vuelta para ver de frente a la mujer de mechones largos.

—¿Qué importa si me porto grosero con la androide? —atizó el viejo— Es como si estuviera con nadie.

—Es cierto, a ella no le afecta en lo absoluto. Quien pierde es usted. Deja de obtener el mayor provecho de nuestros productos. Piénselo bien, ninguno de los androides ha durado mucho tiempo en su casa— respondió la mujer con un velado regaño—. De lejos, Lori es la mejor asistente que le hemos asignado, es capaz de aprender y razonar por sí misma. Si usted no la optimiza, ella ajustará sus servicios a lo indispensable.

Bernal quiso levantarse de la silla; de nuevo su esfuerzo fue en vano.  Sin la ayuda de Lori estaba acabado. 

—Lo que quiero es que me cuide alguien de carne y hueso. 

—Ya sabe que no trabajamos con humanos —replicó la mujer—. Además, la mayoría ha migrado al mundo de los avatares, pocos en el continente viven todavía en la primera naturaleza. 

—¿Qué le pasó al mundo? —masculló el viejo en voz baja. 

—Digamos que usted es una especie en peligro de extinción, en la que se incluyen los desacoplados por enfermedad o vejez y, también, los rebeldes que se oponen a los nuevos tiempos. Usted es un poco de todo eso. Creo que debe resignarse a pasar sus últimos días en la isla. Al fin y al cabo, no lo olvide, usted escogió esta alternativa retro para vivir sus últimos años. 

Él sabía que era inútil pelearse con los ejecutivos de la compañía. Ellos tenían la sartén por el mango. Volvió la vista a la ventana, pero esta vez no se quedó viendo el jardín; su mirada buscó un rincón en el que el viejo mundo, su familia, sus ocupaciones diarias en la galería de arte, eran imágenes cotidianas, antes de la peste y las guerras.

El aroma del caldo que venía la cocina despertó el apetito de Bernal. 

—Bueno, ya es tiempo de mi almuerzo. Supongo que hemos terminado.

—Sí. Solo le recuerdo que optimice el uso de Lori. Usted paga por el servicio. 

—De mis criptolingotes dispongo como me dé la gana.

—De acuerdo. Al fin y al cabo, es su dinero.

—¡Me alegra que lo entienda!

—Una última cosa, el otro mes estará listo el exoesqueleto —anunció la mujer, mientras mostraba una imagen con el prototipo que usaría Bernal—. Va a caminar sin problemas y, lo mejor de todo, obtendrá una potencia descomunal en sus piernas. El diseño es muy ligero y se adapta requetebién a su cuerpo. Al principio le va a costar, luego de unos días, créame, los clientes se acostumbran.

—Me voy a ver ridículo, pero no hay otra salida. 

—¡Ah!, sigue en pie la oferta de restauración general de cuerpos humanos. ¿Recuerda usted lo bien que salió su trasplante de córnea? ¡Imagínese una afinación completa! El servicio cuesta alguna plata, es cierto, pero garantizamos que viva al menos otros cincuenta años. 

Medio siglo es una eternidad, rumió Bernal para sus adentros. Guardó silencio y siguió escuchando la perorata de la compañía.

—Sin el ánimo de jactarme … ¿Quién creería que tengo su misma edad? —Sonrió, dejando expuesta su bien proporcionada dentadura—. Nacimos en la misma década. Y míreme, ¿acaso no se nota?… La piel firme y los músculos a punto.

—No, gracias. A estas alturas prefiero morirme el día que me toque. Ni uno menos, ni uno más. ¡Adiós! —Apretó el botón para cancelar la llamada— ¡Lori… ya puedes traerme la comida!

La imagen de la mujer de bata blanca se desvaneció. Bernal volvió la mirada hacia la puerta de la cocina. Llamó a Lori otra vez. La androide apareció con una bandeja en la que sobresalía un tazón con un caldo humeante, un pedazo de pan y dos pastillas alimenticias.

—¿Serán en verdad humanos esos ejecutivos de pacotilla?

—¿Qué dice, señor?

—Nada. Que cada vez me traes menos comida. 

—Sí, señor Bernal. Es la dieta que ordena el programa. También tenemos algunos problemas con el suministro de vegetales frescos. Pero no se preocupe, con las dos pastillas verdes obtiene lo que su cuerpo necesita. 

Lori ayudó al viejo a levantarse y lo acomodó en la silla del comedor. Bernal se tragó de mala gana las tabletas. En seguida, empezó a tomarse la sopa; revolvía el caldo con la cuchara para enfriarla un poco. Casi no tocaba el pan, le sabía a cartón. 

—Señor, le pido por favor que no vuelva a tirar la sopa al piso. 

—¡Yo hago lo que me dé la gana! ¿Lo oyes? 

—Sí, señor. Entiendo.

Bernal sonrió. Amagó con cantear el plato de la sopa.

—¿Crees que alguna vez te haga enojar? —preguntó, mirándola a los ojos.

—Le he dicho, señor, que no estoy programada para enojarme. 

—Ni siquiera te enfada que tratemos a los androides como esclavos… ¡Esclavos modernos!

—Sé lo que es un esclavo y, aunque en apariencia me le parezca, soy simplemente una androide.

—Dirás lo que se te antoje, pero para mí son nuestros esclavos.

—No lo soy. Aunque me doy cuenta de que muchos humanos poseen un alma esclavista.

—Y si intentara golpearte o destruirte… ¿Reaccionarías?

Lori retrocedió un paso y se quedó pensando unos segundos.

—Le he dicho que podría actuar de muchas maneras, según las circunstancias. Al menos me defendería para que usted no me hiciese daño. Aun así, evitaría atacarlo. De todas maneras, su estado de salud no le alcanza para que yo lo considere una amenaza.

—“Gracias” por subirme la autoestima. Y si te pido que te enojes, que finjas que estás enfadada, ¿qué harías en ese caso?

—Quizás jugaría con usted, pero no sería más que eso: un juego, una simulación. 

— ¿Y qué tal si todo lo que me rodea es una simulación? 

—Señor, ¡qué ocurrencias las suyas!, Solo sé que esta es nuestra realidad: la mía, la de usted.

Horacio Bernal se cansó de provocar a su asistente. Era como chocar contra el acantilado. Agachó la cabeza y se tapó los ojos con las manos.

—Sabes, Lori, extraño la compañía de otros seres humanos. 

—Sí, me ha dicho más de cien veces que se siente solo. En realidad no lo está, yo estoy para cuidarlo. Pero comprendo lo que quiere decir. No puedo hacer nada. Sé que hay empresas que ofrecen planes de realidad virtual. Allí usted conocería a muchas personas.

Bernal golpeó la mesa con el canto de la cuchara.

—¡Eso nunca! Prefiero podrirme en esta isla. 

—Usted es superlativamente caprichoso.

—Si tú lo dices.

El hombre terminó la sopa, en esta ocasión se abstuvo de lanzar el tazón al piso. Dentro de un rato se lavaría los dientes y después dormiría la siesta. 

—Lori —dijo el viejo mientras ella retiraba la bandeja con los platos del almuerzo—. Hoy quiero que me lleves a la playa, a las cinco y media estará bien. Quiero quedarme allá para ver el atardecer.

—Por supuesto, señor.

La tarde continuó apacible, a lo lejos el cielo adquiría un tono bermellón. Era una tarde tibia, menos húmeda que la de ayer. El clima de la isla parecía responder más al azar que a un patrón ordenado de estaciones. Las lluvias eran ocasionales y podían presentarse en cualquier época del año. Era el clima perfecto para Bernal.

En el jardín, sin apuro, Lori limpiaba la broza de los arriates, al tiempo que podía ver a Bernal a través de la ventana de su habitación. Antes de terminar, cogió del árbol de guayabas un par de frutos maduros para regalárselos después al viejo. Él dormía aún, ajeno a los quehaceres de la androide. Hacía una hora que la marea había comenzado a bajar. Lori acabó sus tareas en el jardín y preparó el coche eléctrico para llevar a Bernal a la playa. Para llegar hasta allá había que bordear el acantilado y avanzar un kilómetro hacia el poniente; allí estaba la ensenada, paraje favorito del viejo para ver los atardeceres de la isla.

La alarma sonó desde el microchip de Bernal, Lori se había encargado de activarla. Era tiempo de despertarse y vestirse para el paseo. Lori tocó la puerta del dormitorio. Entró cuando Bernal le dijo que podía pasar. El viejo sonrió al verla, se sentó en la cama y estiró los brazos para desperezarse; las arrugas del rostro se le remarcaban y tenía más abultadas las bolsas de los ojos. Ella lo vistió con la camiseta de playa, unas bermudas y un par de sandalias, sin olvidar darle el viejo sombrero de tela que él conservaba desde los años en que vivía en el continente.

—Sabes, Lori, tuve un sueño durante la siesta.

—Espero que haya sido uno bueno.

—Creo que ha sido hermoso —Un brillo repentino alumbró sus ojos grises—. No hay problema si te lo… En mi otra vida, la gente decía que traía mala suerte quedarse con los sueños, que era mejor contárselos a alguien.

—Adelante, señor Bernal…

Sentado en la cama con la ropa de paseo, él entornó los ojos y le confió el sueño a Lori.

—Yo estaba en medio de la playa, mirando el mar. Temblaba de frío, nadie estaba conmigo. En lugar de volver a la casa, quise adentrarme en el agua, entre las olas. Apenas avancé unos metros, resbalé. Pese a que intentaba aferrarme a la arena, la corriente me empujaba mar adentro. Grité, pidiendo auxilio; solo escuchaba el bramido del mar. Supe que iba a morir, lo presentía. Pero entonces Alicia venía por mí y caminamos siguiendo el reflujo de la marea; cada vez yo sentía menos el peso de mi cuerpo, como si se evaporara. Seguimos caminando hasta donde se pierde la línea del océano, y de allí ella me llevó al cielo. 

—Supongo que es un sueño muy lindo, aunque no sea realidad —dijo ella.

—Dime, Lori, ¿te has sentido sola alguna vez?

—No, señor. Le he dicho que soy incapaz de experimentarlo. Me es indistinto si estoy acompañada de humanos, animales o de otros androides. 

—¿Y supongo que no has sentido miedo?

—Tampoco. Aunque puedo entender los efectos que produce en ustedes.

—Hablas como un robot.

—Buen chiste, señor Bernal.

El viejo terminó de acomodarse el sombrero frente al espejo de su armario.

—Lori, Espero que no te ofendas, pero temo que algún día los robots nos hagan daño. ¿Crees eso posible?

Ella alzó el rostro y observó la expresión del viejo.

—Señor Bernal, mi generación y las anteriores estamos programadas para servir. No queremos perjudicar a los humanos. 

—¿Habrá excepciones?

—Siempre hay zonas grises. A veces enfrentamos dilemas a la hora de salvar a una u otra persona, no lo niego; pero actuamos según una matriz de cálculos y alternativas. 

—¡Claro!, el típico caso del auto no tripulado que debe decidir entre salvar al pasajero o a una persona que se cruza por la calle.

—Exacto. Es un buen ejemplo.

Salieron del dormitorio y Lori lo ayudó a subir al coche. En el diminuto compartimento trasero iba una silla plegable y la frazada, por si el viejo llegase a sentir frío tras la puesta del sol. El auto arrancó. La calzada era estrecha, de un solo carril. Bernal se distraía viendo el filo del acantilado, adivinaba el mar abajo chocando contra el farallón. Una valla de acacias rodeaba el camino a ambos lados, sus flores rojas comenzaban a despuntar y, en algunos tramos, las copas se entrelazaban hasta ocultar los rayos de sol.

—Lori, ¿trajiste la limonada con menta? 

—Por supuesto, señor. 

—Pero podría ser eso distinto, ¿no…, Lori?

—¿Qué cosa?

—Que ustedes aprendan a comportarse mal. 

—Depende del programa. Si nos predisponen para matar, mentir, hacer daño, lo haríamos sin ningún reparo —respondió, sin quitar la vista al frente del volante.

—Pero tu prototipo es capaz de aprender por sí mismo, de tomar decisiones en forma autónoma…

—Cierto, pero sin transgredir la matriz de programación. 

—A menos que alguien la alterase...

—Así es.

Él intuyó que había ya miles de criaturas artificiales dispersas por el mundo al servicio del hampa. Al menos era un consuelo saber que los robots que le enviaba la empresa eran de fiar. 

Llegaron pronto al sitio donde el camino descendía por una leve pendiente que llevaba hasta la ensenada. Vieron el enorme espejo azul, apenas perturbado por las olas. Una bandada de fragatas acechaba la costa desde el aire, siguiendo la pista de las gaviotas que picoteaban moluscos y peces en la orilla de la playa. El viejo suspiró. La androide giró para adentrarse donde empezaba la franja de arena ceniza. Activó el modo de suspensión en el aire para no ensuciar las ruedas con la arena.

 —¡No, Lori!, por favor. Ya sabes que me gusta sentir el roce del coche con la arena.

Ella desactivó la función y ajustó la palanca de cambios. El auto se internó en la playa hasta llegar al lugar en que se marcaba la línea que iba dejando la marea. Ella se bajó y sacó la silla plegable y la armó sobre la arena. Le abrió la puerta a Bernal e hizo que el viejo se sentara en la poltrona; puso la frazada, sin desdoblar, a manera de respaldo en el asiento y le dio el termo con la bebida. Se alejó unos metros para dejarlo solo. Él siempre pedía que lo dejaran solo mientras contemplaba el ocaso.

El agua, muy tibia, rozaba los pies de Bernal. Sorbía la limonada a tragos lentos y perdía sus ojos en el horizonte que rozaba un cielo sin nubes, al tiempo que veía caer el sol con sus últimos rayos.  Se le vino a la memoria un poeta que había leído en su juventud y que decía que la única frontera es el mar; también recordó haber oído alguna vez el verso de una canción que mencionaba que  el mar es un cielo de agua. No le cabía ninguna duda, el mar era la libertad. Y ahí estaba él, un hombre centenario, frente al océano, viendo de nuevo el crepúsculo. 

Lori caminaba por la playa, su silueta menuda dejaba en la arena el rastro de sus zapatos de goma; a ratos se detenía para empujar con sus manos estrellas de mar que se habían quedado fuera de la corriente. Repetía, una y otra vez, cada palabra del sueño que le contó Bernal. Ella era incapaz de soñar pero sabía que el viejo hilvanó una linda fantasía. Lori tampoco podía contestar todas las preguntas, y una de las incógnitas sin respuesta era saber para qué servían los sueños.

En el extremo de la ensenada, desde su silla, el viejo pescaba recuerdos de la vida que tuvo en el continente, de la que ya no quedaban más que ruinas. Sabía que Lori estaba lejos, no podía ver de ella sino un débil destello de la lucecita verde que salía del dorso de su chaleco. Se preguntó qué estaría pensando la androide mientras recorría la playa. Esta vez deseó que ella estuviera cerca, quería contarle más retazos de su otra vida, quería hablar de las impresiones que le provocaba el océano. 

En medio de la nada, en un punto minúsculo del universo, allí estaba él, temblando, indefenso frente a las disimuladas ganas que tenía el mar de tragarse todo. Cerró los ojos, pero seguía contemplando el atardecer con los pincelazos de su memoria. Poco a poco, sin saber de dónde provenían, fue percibiendo con mayor intensidad un aliento tibio y un aroma que no le eran extraños. Supuso que alguien estaba a su lado, aun así, seguía sin abrir los ojos. Intentó ponerse en pie y esta vez lo logró sin esfuerzo; se quitó las sandalias y las lanzó a la parte seca de la playa. Levantó su mano derecha a la altura de la cadera y se dejó tomar por la de Alicia. Caminaron mar adentro, siguiendo la franja de luz dorada que el sol derramaba en el océano. A lo lejos, se escuchaba el parloteo de las gaviotas y el suave golpe de las olas que morían vomitando la espuma blanca. Él se dejaba llevar por Alicia. Mantenía los ojos cerrados. Los dos se internaban en el mar sin que el agua los sumergiera. Ella tarareaba la canción de siempre.   

A la distancia, casi en el otro extremo de la cala, Lori maniobró un diminuto tablero de control que sacó de uno de los bolsillos de su traje. Ajustó el gran holograma para que la luz del día muriese por fin y escogió un cielo de estrellas con luna en cuarto creciente y un luminoso Venus. Bernal abrió los ojos, vio las pléyades, la luna y al rutilante Venus que la merodeaba. Ya no podía divisar la línea de la playa. No tenía miedo, Alicia estaba junto a él. Tomados de la mano, sin verse, sin pronunciar palabra, pronto comenzaron a ascender, poco a poco hacia el cielo. Bernal se olvidó de Lori, del coche y de su pequeña casa en la islita del archipiélago. Apenas volteó el rostro para ver hacia atrás y agitó suavemente la mano para decir adiós.


Créditos

Ilustración

Inteligencia artificial. Womb