Plaza de las
palabras, continúa con su sección Página 10, dedicada al ensayo
literario, en esta ocasión presentamos 24 Comentarios a Una lectura bien hecha, del crítico literario, especialista en
literatura comparada, George Steiner (1929), de nacionalidad
francesa y estadunidense. La entrada está dividida en dos partes. La primera
parte, (y primer post) incluye el
ensayo integro por George Steiner: Una
lectura bien hecha, ya
presentado y la segunda parte, que es la que ahora
presentamos: 24 Comentarios y sobre el ensayo: Una lectura
bien hecha de George Steiner, elaborado por
Plaza de las palabras.
Segunda parte
Mario A.Membreno Cedillo
24 Comentarios sobre el ensayo: Una lectura bien hecha de George
Steiner. Por Plaza de las palabras.
«in interiore
homine habitat Verita».
San
Agustín
1
Parte George Steiner de dos ejemplos, sobre la
lectura del libro La Voluntad y la representación
del mundo del filósofo alemán Arthur
Schopenhauer. El primer lector es un cabo de la primera guerra mundial,
quien lleva en su mochila un ejemplar de dicha obra. El cabo es Adolf Hitler,
el segundo lector es el novelista alemán Thomas Mann. Ambos lectores hacen una
lectura del referido libro. Steiner se pregunta quién hizo una mejor lectura
del libro. Y no se atreve a señalar que una lectura sea mejor que la otra.
Tampoco afirma que fueron buenas o malas lecturas. El punto es que el cabo Hitler a partir de su lectura de
Schopenhauer, se apropio del sentido de la voluntad de representación del mundo
y la convirtió en una ideología nefasta para la humanidad. Mientras que Thomas Mann,
hizo énfasis en su lectura de Schopenhauer, amparado en los sustratos budistas
que apuntan a la desintegración de la individualidad en busca del nirvana,
desterrar lo pasajero y lo ilusorio: «velo
de Maya». Elementos que también flotan como islotes irredentos en ese mar
profundo y polémico que es la obra de Schopenhauer.
Los dos a su manera encontraron una salida a la
representación el mundo. El uno como un guerrero y político con fines funestos,
y el otro como un hombre creador y novelista que llego a ganar el Premio Nobel
de literatura. La moraleja, si es que ésta
es una moraleja, es que no importa que libro se lea o que tipo de lector enfrente
una lectura. Sino lo que el lector
hipotético de este libro hará con ese material. Y aquí nos viene a la memoria
una anécdota del escultor norteamericano Henry Moore, quien decía que con una piedra Caín mato a Abel, pero con la misma
piedra pudo hacer una obra de arte: pensemos
en Rodin o Fidias. Ninguna lectura puede a
priori catalogarse de buena o mala. Porque las palabas o el lenguaje o las
ideas nos son en si, buenas o malas.
El libro o el texto leído como un
espejo, solo reflejara la correspondencia de lo que dentro del lector ya moraba.
En ese sentido, la lectura de un libro no siempre será un sorpréndete descubrimiento,
sino el feliz termino de un iluminado reencuentro. Octavio Paz refiriéndose a la poesía, decía acertadamente: «Una
poesía es única. Al leer algo de una, se lee algo de todas las poesías. El
lector siempre busca algo. Y no es insólito
que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro». Similar idea maneja Ralph Waldo Emerson, cuando afirma que
los mejores libros «nos impresionan con
la convicción de que la naturaleza que los escribió es la misma que los lee».
2
Afirma Steiner, quien cita a Schopenhauer, Kirkegaard
y Heidegger:
«El querer
tiene un «sonido».
Es, para Schopenhauer,
después de Kierkegaard,
el de la
música. La cosmología
actual dice haber
descubierto los ecos
del big-bang, las
radiaciones de fondo que se propagan hacia el infinito desde el instante
de la creación de nuestro universo. Y
Schopenhauer anticipa exactamente
esa constatación: después
de que este
universo se apague,
la música seguirá produciendo el «ruido del ser».
Suponemos que
Steiner acepta ese «ruido del ser» de Schopenhauer. Y el lenguaje, —tema que ocupo intensamente a Heidegger—; y el tiempo como parte de ese ser. Si la música es
un lenguaje de ahí ese ruido del ser. Ya
sea Kepler o la NASA, o los pitagóricos que ya habían anunciado con siglos de anticipación la
relación matemática entre la música y los cuerpos celestes. (1) Afirma
Schopenhauer, citado por Steiner que después que se apague el universo «subsistiría
la música». Pero
en esa frase, «ruido del ser» “de Schopenhauer por demás misteriosa, caben
muchas posibilidades. Tampoco sabemos si en esa noche en que el universo se
apague habrá luz o si quedara algo del cosmos. ¿Sera acaso ese apagarse del
universo, «abismo» o Abgrund, en el sentido de un abismo
mítico o un desplome del abismo del yo? ¿O será una metáfora? (2)
Y ante esa oscuridad, la muerte del ser. De ahí que Milan Kundera, también
citando a Heidegger nos recuerda en El arte de la novela, «el olvido del ser». No será que esa noche en que se llagara apagar el universo y
solo quedara el ruido del ser, es una consecuencia de ese «olvido del ser». Pero también ese «olvido del ser», esa noche sin luz, puede ser una metáfora. Dice María
Zambrano: «La noche estrellada puede ser muy hermosa, con una sola estrella»;
y añade: «no le importa a la estrella si
alguien la está mirando o no, como no le
importa al río, al agua, al fuego, si uno se va a quemar o si se está
acercando, eso es cosa de uno mismo».Y ante ese ocultamiento del cosmos,
ese abismo sin luz: la degradación del ser. (3)
3
Pero volvamos al ruido. Si por ruido entendemos algo
que no es música o si por el contario ese ruido es música. Y aquí podemos
entender diferente interpretaciones. Una primera La música no tiene dueño, pues
los que van a ella no la poseen nunca. Han sido por ella primero poseídos,
después iniciados. emerge contra todo el
sentido de lo que se pueda pensar: música buena y música mala. Solo pensemos en
esa categoría del análisis musical entre música Apolínea y música Dionisiaca.
La primera aspira a un mundo ordenado y luminoso, la segunda, un mundo caótico
o desenfrenado. Algunos críticos musicales, hablan de una cultura órfica, (Orfeo),
la cultura de la flauta contra la cultura de la lira. La cultura musical de la
flauta hace referencia a un discursó falso, es en buen romance el poder de encantamiento de la música. La
cultura de la lira a una música celestial. Ya San Agustín, en sus Confesiones, advertía de una música
peligrosa y una música provechosa. Quizá resulte incomodo al lector pensar en
esa dicotomía, pero así como hay un lenguaje malsano y seductor, pensemos en el
lenguaje de los sofistas denunciados por Platón. También hay un lenguaje
musical sofistico. Pensemos en Ulises, el de La Ilíada, que ante el canto de
las sirenas, decide atarse al mástil del barco para no sucumbir al canto de
sirenas. En la música el poder de encantamiento vinculado a lo nefasto también
existe. Declara Steiner, refiriéndose a Thomas Mann: «Él y Hitler situarán en la música (y no solamente la de Wagner, el schopenhaueriano) el hogar de otro
modo inaccesible del misterio del ser y del destino». Solo recordemos la
novela de El Doctor Fausto de Thomas
Mann. En que el personaje principal, un músico, Adrián Leverkühn hace un pacto secreto con las tinieblas para
producir una obra musical. Aquí lo fáustico se acerca al arte, pero también es
una aproximación a los poderes oscuros que anuncian el abismo. Un tema
recurrente y premonitorio en otro gran novelista alemán, Herman Hesse, con su
novela Damián (1919), en que atisba
ese mundo por venir: «para nacer hay que destruir al mundo».Y Steiner dice: «Aniquilar es devolver a la vida la lógica y
la dignidad del trans, es decir, de lo
inhumano».
4
A continuación Steiner, aborda el instrumental que
el lector debe tener en cuenta para
hacer una buena lectura. Parte de la materia prima: Las palabras y en consonancia la
frase que es la que da el sentido. Destaca Steiner la necesidad del léxico, es decir el dominio de las palabras.
Para Steiner «Amar la literatura es ser
amante de léxicos».El léxico es el ángel
de Jacob, una lucha cuerpo a cuerpo con
las palabras. Lucha de trincheras y no librado desde el Cuartel General, donde solo se dan órdenes. Considerar a las palabras en su sentido histórico,
cada palabra también carga una historia.
Da un paso más y habla también de la gramática, y habla de la sintaxis como «la nervadura
del sentido». Hasta aquí estamos en esencia
ante una cultura general específica: el dominio del lenguaje. Más adelante
agregara el sentido común y la hermenéutica del texto como instrumentos
del lector. (Nos referiremos a ellas más adelante). Si lo entendemos bien nos está
dando su propio trívium: gramática, sentido común, hermenéutica del texto. En la escolástica el trívium era la gramática, la
lógica y la retorica. Es obvio que el
léxico y la gramática, son instrumentos fundamentales del dominio de una determinada
lengua, y por lo tanto una vasta y amplia compresión del lenguaje facilita una buena lectura. Pero agrega
un par de elementos más que danzan al son del pentagrama del lenguaje. En la
poesía, el conocimiento de la métrica,
el ritmo, la cadencia. Elementos también vinculados a la música. Y también señala dos lenguas,
alma mater de la civilización occidental: el latín y el griego. Abren las puertas también a otros idiomas. No
es por casualidad que muchos de los grandes escritores y críticos del siglo XX,
hayan sido poliglotas. Steiner mismo es depositario natural de tres lenguas maternas: alemán, francés e
ingles. Y traductor en seis lenguas, sumados el latín, griego e italiano. Y eso aplica también al lector poliglota. Y
quizá por esa referencia a los idiomas, Steiner mismo se calificaba de ser extraterritorial.
5
Agrega un elemento más, la memorización de poemas. Un recuerdo de los rapsodas griegos, los de
padres de la iglesia leyendo las sagradas escrituras en voz alta, o los trovadores medievalista. Para Steiner «La posibilidad misma de una buena
lectura se vincula con la de la memorización». Y aquí lo que entra
en juego es el dueto de la palabra oral y la palabra escrita. La una es un
contar o cantar, la otra es un libro. Y ambas están cubiertas por un decir, un
acontecimiento de la vida. Pero sobre todo la primera esta estrechamente
vinculada a la memoria. Y al hablar de memoria los escolásticos creían que al
recitar en voz alta los versículos de la sagrada escritura, se penetraba más en
el correcto sentido de lo que expresaban las escrituras o el texto, paso previo
a la memorización. Esa memorización que es un intento por mantener a la vista una
enseñanza, pero también es en manera presente un eco del pasado. Un retorno al
origen. De ahí que un místico judío Gherson Sholen, también citado por
Steiner, dice «El ala esta pronta al vuelo,/Vuelvo voluntariamente atrás,/Pues si me
quedase tiempo para vivir, /Tendría poca fortuna.» A ese «atrás», solo se vuelve por la memoria.
Es el eterno retorno a la tradición pero también a lo fundacional del mundo.
W.B.Yeats había declarado en los versos de uno de sus poemas, que quería
conocer el rostro que tuvo antes de que el mundo fuera mundo. Pero eso seria
sostener una memoria infinita. Sin embargo, la, memoria —recurso al que Steiner
le otorga suma importancia— es el puente para el retorno. Además también había una enseñanza memorística, hija
legitima de la educación escolástica. Sin embargo, algunos de estos métodos, poco a poco han caído en desuso. Pero por supuesto
que ellos tenían sus bondades y cumplían una particular función orgánica y social
en el engranaje y formación de la cosa literaria.
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En el trívium
de Steiner, también introduce otro elemento clave, pero ya no tan concreto,
sino abstracto. Steiner ´postula el sentido,
y el sentido común como elementos de una buena lectura. Y aquí aparece un
pensar, de cuál «sentido» o «sentido
común», está hablando Steiner. Pero
tomándole la palabra, en una primera mirada interpretativa el «sentido», es un corrector de lo que se ha
leído. O una ultima línea esperanzadora en que el lector convierte las mil
posibilidades referenciadas del texto en una coordenada sensata y amable y
comprensible. Y sobre este tópico viene al caso, una lectura de los cuentos de
Poe. Magníficos cuentos, entretenidos, llenos de aventuras y suspenso. Pero eso
es solo es en una primera lectura. Una segunda lectura ya no con la inocencia
del lector joven e intrépido, sino una lectura filtrada por la aguda mirada
sicoanalítica de María Bonaparte, esa princesa del sicoanálisis, y alumna de
Freud. La perspectiva cambia totalmente de cuentos de aventura a trasformase
casi como por arte de magia, en un panorama sombrío y decadente. ¿Y cuál
lectura es mejor? La de un joven que lee a Poe como entretenimiento, que busca
el suspenso, que es un feligrés devoto de la aventura y del misterio. O la de
un lector que como María Bonaparte a cada paso va encontrado en cada palabra o
frase, símbolos patéticos del sótano
nauseabundo de la psiquis humana. No podemos decir que una lectura es
mejor que la otra. O que ambas son malas o buenas. Y ante esa situación que nos
dirá el «sentido» o el «sentido común», postulado por Steiner. Sin
embargo Steiner compara la deconstrucción con el sicoanálisis, corrientes que
desnaturalizan la tradición y el texto. Como
a su manera el sicoanálisis, Steiner
afirma que «la desconstrucción es un
intento de asesinato desmistificador del
patriarcado finalmente teológico
u ontoteológico del
texto» Y qué decir de los infinitos cuentos
infantiles que hay, y que en nuestra niñez leímos o nos los contaron. ¿Cuál
será mejor lectura, la de un niño que
sueña con hadas, príncipes, y que anhela ser héroe. O la lectura contaminada
del sicoanálisis metiendo su nariz
en la inocencia infantil de un cuento? (4)
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El mismo Steiner, advierte, la imposibilidad de encontrar
en el lector moderno, ese cúmulo de conocimientos, si bien no llevados a la exageración;
si casi desaparecidos como principios rectores del buen lector. Aunque a veces
pueda parecer desmedido, menciona a Flaubert, y sobre él aconseja Steiner, familiarizarse
con el francés en que Flaubert escribía.
Pocos son los lectores, y hasta estudiosos y críticos empedernidos, que podrían
emprender una lectura en los lenguajes originales de época en que fueron escritas las obras. Y eso ha
abierto la puerta a los puristas del lenguaje, que niegan que una traducción
pueda ser bien hecha y los que creen que la traducción si brinda una
posibilidad de enriquecimiento al texto.
Pero a propósito de Flaubert, nos viene a la mente una referencia a un párrafo
de su muy poco conocida novela histórica sobre Cartago, Salambo. Hay una frase en la
novela en que hace la descripción de un
muro de piedras azules. Saint Beuve, gran critico francés de la época de
Flaubert, le hace la observación que no puede haber en el mundo natural un muro
con ese color de piedras. Flaubert argumenta
para demostrar que si puede haber un muro de piedras azules. Estas
extravagancias se le pueden permitir a Flaubert, que de por si era un escritor
obsesivo con el manejo del lenguaje y buscaba a todo precio la correspondencia
entre la objetividad de lo que escribía y el mundo observable. Los pintores del
renacimiento y los pintores flamencos también se inventaron colores en sus
pinturas que no existían en la
naturaleza. Pero el muro de piedras azules de Flaubert se podía ver a la luz de
la luna.
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Los lectores actuales además disponen de internet, biblioteca del mundo en que casi cualquier consulta se puede
realizar: buscar una frase, un latinismo, el significado de una palabra
inusual o rara. O profundizar en algún tópico. Pero si
cabe la aproximación, porque la preocupación de Steiner por una buena lectura es legitima. Y quizá
cabe, recordar a Barthes, a quien Steiner menciona de paso. En consecuencia hay
que recapitular, primero: el tipo de lector que Steiner tiene en mente, porque puede haber varias clases de lectores;
y aquí tomamos de Barthes: la diferencia
entre el placer del texto y el goce del texto. Porque esa dicotomía de
placeres, invoca dos clases de lectores: el
lector que lee por leer. Como una especie de entretenimiento. Pero hay
otra clase de lector, que es lector especialista, el critico de la cultura o de
la literatura, ese apunta más al goce del texto. Y ahí si es valido en toda su
plenitud, conocer en profundidad un tópico. En ese entendido es necesario
conocer las figuras retoricas si hablamos de prosa o el ritmo, métrica cadencia si hablamos de
poesía. Pero estamos ante especialistas
o estudiosos que leen porque van a escribir sobre lo que han leído. En ese tipo
de lector las exigencias y el rigor, en
el acto siempre imponderable de lectura, por supuesto siempre serán mayores. Si
bien Steiner no lo dice directamente, si entre líneas, esta tomando partido por
una forma clasicista de ver la literatura.
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Si podemos señalar que Steiner parece acercarse más
a una visión clásica y de defensa de la tradición literaria. En ese contexto, el
clasicismo contra la vanguardia, tradición purista contra un postmodernismo desbocado. Y entre las
encrucijadas de esa polémica sacamos a colación un pasaje ilustrativo de la
polémica entre dos grande poetas del siglo XX. Robert Frost y T. S.Eliot. Es
conocido el enorme celo que guardaba
Frost por la composición poética, siguiendo los dictados del clasicismo y de los
formatos poéticos tradicionales. Y su aversión al llamado verso libre o verso blanco defendido
por T.S.Eliot. Para Frost eso del verso libre era una especie de chapucería poética.
Decía él y ponía el ejemplo que hacer poesía con versos libres era como jugar
ping pong sin tener una red en la mesa. Pero T.S.Eliot, no se quedo atrás y le
contesto a Frost, diciéndole que el hacia su poesía sin red, pero que al
hacerla se imaginaba una red más alta que la que tenia una mesa estándar de ping
pong. Es decir que su poesía en verso libre era de altísima calidad. Respuesta
ocurrente, y no diremos que una tipo de poesía sea mejor que la otra. Pero, ¿cuál será una mejor poesía THE ROAD NOT TAKEN o de THE
WALL de Frost o THE LOVE SONG OF
J.ALFRED PRUFROCK o THE HOLLOW MEN de T.S.Eliot? Y es al lector a quien
toca sacar sus propias conclusiones.
10
Termina Steiner brindando ejemplos de buenas
lecturas, que aquí no citaremos, pero si de paso mencionaremos una sola: las
lecturas que lleva a cabo Walter Benjamín sobre la obra de Franz Kafka.
Steiner, seguramente, aunque no lo dice, se refiere al texto «Franz
Kafka. En el décimo aniversario de su muerte», escrito por Benjamin en
1934. En dicho texto Benjamin estudia la obra de Kafka en los temas más
recurrentes de su obra: culpa, angustia, el sentido devorador de la
organización de las sociedades modernas. Parte Benjamin del estudio desde la
prehistoria de las palabras y las grandes representaciones mitológicas y alegóricas.
Sumado a las semejanzas identificadas en
fuentes provenientes de la tradición talmúdica y de otras culturas antiguas.
Apela el estudio al recurso tan usado
por Kafka de las parábolas. El texto es
muy en el fondo una exploración de la arqueología de las fuentes siempre
presentes en los sustratos de la historia y en
la liviandad escurridiza de los
tiempos. Una observación muy puntual es
que dichos ejemplos son muy particulares del universo mental de Steiner,
y quizá con un marcado eurocentrismo, con acento francés y trasfondo talmúdico.
Pero por supuesto, como afirma el propio
Steiner, el lector y el autor siempre serán selectivos. No es culpa de Steiner,
también Harold Bloom (1930), en su
ensayo Por qué leer y para qué,
deposita sus paradigmas solamente en
autores netamente anglosajones: Bacon, Emerson, Johnson. Ambos críticos, Bloom
y Steiner son producto de un único contexto:
de una confluencia multicultural de vigorosas
comunidades intelectuales y ricas tradiciones culturales; y también son parte del mundo académico,
competitivo y riguroso de las grandes universidades norteamericanas e inglesas.
11
Mas adelante agrega Steiner otros elementos claves
de una buena lectura. La hermenéutica
de la lectura, es decir la comprensión o interpretación del texto. Aunque
no tenemos claro si es una hermenéutica más cercana a la ontológica del
Heidegger o a la un enfoque lingüístico de Gadamer o Ricour. Pero para ello el
lector se vale de los contextos en que la obra fue escrita, con toda su
ramificación de posibilidades. Desde el estilo narrativo, la época, la sicología y atmosfera del escritor, sus
posibles influencias. También se apoya en la extratextualidad,
otros textos que ayuden a comprender mejor lo que se ha leído. Steiner defiende
la extratextualidad del texto. Y agrega que «la
posibilidad ontológica del discurso ya son extratextuales». Por eso para Steiner la negación de la
extratextualidad «Es sintomática de
la
trivialización, del nihilismo
bizantino que quisieran
reaccionar a la
barbarie de nuestro
siglo».Menciona en esa ráfaga de ideas el concepto de deconstrucción y el de postmodernidad, que para Steiner es la «negación del sentido». Lo que busca Steiner más que en una buena lectura es una posibilidad de una
ética en el texto. Pero también, porque va implícito: una ética del autor y una
ética del lector. Y eso nos lleva a preguntarnos ¿si un texto puede ser o no
ético? O más adelante, ¿si el lenguaje puede ser ético o no? . ¿Puede
una obra de arte gozar de una ética o no? Para Steiner esa ética es una «apuesta
sobre el sentido»,
en palabras de Steiner «a una
resurrección de las artes
de la memoria», recuperar la tradición a la
que el posmodernismo y la deconstrucción le han dado la espalda.
12
Para Steiner el texto es comunicante, porque esa es la
naturaleza primordial de todo texto. No encerrarse en si mismo, no volverse ininteligible.
Si bien señala Steiner, las excepciones cuando se habla de lenguaje o temas
esotéricos, pero en general el lenguaje es para trasmitir una idea o visión del
mundo percibido. Cita a Wittgenstein en el sentido que conocer una palabra es hacer que el otro la comprenda. Abjura Steiner
de los lenguajes u obras literarias que se vuelven un
laberinto. O de aquellas corrientes que niegan la extratextualidad del
texto. Y que asumen que fuera del texto, no hay nada con sentido objetivo, o que
el texto muere en el propio texto. Steiner
opera una crítica a la deconstrucción, teoría que abarca varias disciplinas, arte,
música, lingüística y hasta la filosofía; pero Steiner habla fundamentalmente de la interpretación de textos literarios.
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Aunque Steiner no niega la validez de la deconstrucción
como elemento de formación o de construcción. Sin embargo, Steiner mantiene una
idea que todo texto es o debe ser trasparente o comunicable. Una lectura bien
hecha «viene precisamente del
mundo extratextual y hacia ese mundo se dirige ese texto si quiere
comunicar, si quiere ser otra cosa que
enigma o sinsentido».La idea postulada por Steiner y que ataca la noción de los deconstructivistas que toda lectura es falsa porque no se
establece en el texto «.la correspondencia
entre la palabra y la cosa». Y ese
tópico, habría que hacer la observación sobre la comprensión del texto. Si, aceptando
que la función principal del texto es la comunicación. Y no hay duda de ello. Pero, soslaya Steiner que en
toda comunicación, además del texto penden en esa relación indisoluble, quien escribe ese texto y quien va a leer ese
texto. Y tanto autor como lector, están marcados por el límite. Lo que cumple
en pleno la comunicación del texto, está en manos del lector y su capacidad para
comprender ese texto. Y aquí el autor aunque basado en otros textos siempre agregara
algo nuevo. Vale la observación de
Ortega y Gasset en La desnaturalización
del arte (1925), señala: que autor «(auctor
en latín significaba que uno agrega algo nuevo a lo leído. Algo que antes no
estaba)».
14
Y aquí introducimos una observación de Borges sobre
la naturaleza inagotable del texto. De Otras
inquisiciones (1952), en que Borges le da la razón a Steiner, por lo menos
en que la palabra final la tiene el lector. «La
literatura no es agotable, por la suficiente y simple razón de que un solo
libro no lo es. El libro no es un ente incomunicado: es una relación, es un eje
de innumerables relaciones. Una literatura difiere de otra, ulterior o
anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída: si me fuera
otorgado leer cualquier página actual —ésta, por ejemplo— como la leerán el año
dos mil, yo sabría como será la literatura el año dos mil. Con el
texto anterior Borges al igual que Wittgenstein le pasa al lector, la carga de la interpretación del texto
plagado de múltiples relaciones. E igualmente,
aunque el lenguaje sea lo más claro posible y cumpla con su significado y
significante, el autor del texto también esta condicionado por un limite. En la
misma literatura abundan los ejemplos,
además de los textos esotéricos para estar a tono con Steiner, por ejemplo la
obra El misterio de las catedrales de
Fulcanelli, solo lo podrán entender quienes andan en esas cuitas. Pero además, agregaríamos los poetas herméticos,
el mismo simbolismo como movimiento literario, y por que no, el mismo
surrealismo. En esas corrientes literarias abundan los textos que no son de
fácil interpretación. Textos que no se dejan leer con facilidad. Como aquel
personaje de Poe que no se dejaba leer, «Er
lasst sich nicht lessen» en el
conocido relato: Un hombre de la
multitud. También existen textos que por su propia impronta, comportan
situaciones de dudas o ambigüedades. Solo recordemos, la dificultad que supuso para críticos de la estatura de T.S.Eliot y Harold
Bloom, entre otros, los versos finales del
poema A una urna griega de Keats. Y no
estamos hablando de escritores o poetas que querían escribir difícil, mi mucho
menos que quisiesen escribir bajo la sombra de la ambigüedad. Sino que en el amplio
mundo de las posibilidades del lenguaje, el lado camaleónico de las palabras, siempre
encuentra resquicios en donde la palabra; así como algunas veces se exhibe, otras veces se esconde.
15
Un escritor ingles, a los 22 años escribió un
fascinante estudio sobre el lenguaje literario, que tuvo un éxito inmediato en
la alta literatura y crítica inglesa. Las Siete
ambigüedades (Seven Types of Ambiguity),
publicado en 1930, de William Empson, (1906-1984), obra en donde abundan los
ejemplos de textos ambiguos: desde Chaucer hasta T.S.Elliot. Empson quien tenía
enorme talento para las matemáticas, pero que dejo los números por las
palabras. Y ¿qué lenguaje será mejor, el de las palabras o el de los números? Sobre
la nomenclatura de las ambigüedades,
analizando la poesía inglesa construyo un pionero aparato crítico. Que dio
muchas luces a la crítica inglesa y a los poetas de su época. De ahí que el
postulado de un lenguaje entendible y comunicante para todos, es genuina, pero
solo como ideal. Pero también los límites del autor y los límites del lector para
la ejecución e interpretación del texto, son igualmente legítimos. El que se
salva es el lenguaje en si. ¿Es neutral el texto? Un punto de partida seria Barthes, y su breve obra La escritura de grado cero, (1953) donde postula un lenguaje que describe el mundo pero no justifica el mundo. Una escritura neutra, pensemos en Camus; y todavía más en Alain Robbe Grillet, con su objetivismo llevado al extremo. Serán los lingüistas y los filósofos del lenguaje, quienes podrían
contestar a esa pregunta. O poniéndolo
de otra manera aunque sea un tópico,
y sobre esa palabra, tópico, dice María Moliner en su diccionario, es una «sentencia, opinión, etc., que la gente
repite mucho». Porque esto del lenguaje comunicante se ha convertido en un tópico. ¿Puede el lenguaje en su naturaleza
comunicante abarcar todas las realidades del mundo y del ser? O dicho de otra
forma, ¿puede el texto en todo momento
ser comunicante? Por lo que todo texto en si, no siempre resultara totalmente
comprensible para todos. Si subraya Steiner que el lector solo al final, después
de las relecturas, (las benditas
relecturas) se le revelara en la «hora
mesiánica» parte
de lo que el texto dice.
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En Steiner el propósito parece dirigirse hacia una
literatura abierta, un texto que crezca y se ramifique en sus múltiples
exigencias. Su inquietud es fundada,
pero por otra parte el concepto de deconstrucción niega esa posibilidad. Porque
el texto siempre será cambiante, según las palabras mutan en el tiempo, en el
contexto y hasta cruzan fronteras del
idioma original a otros idiomas, y sin
visa a mano. Y a esa línea aquí
agregamos una nueva vertiente, las traducciones Pensemos en poetas como Osip
Mandelstam, Joseph Brodsky, Robert Frost, partidarios que abominaban de la
traducción. En contrario, poetas más amigables con la traducción como Pound y Robert Lowel. También recordemos, la
agria polémica entre Harold Bloom y Nabokov sobre las
traducciones hechas por Nabokov del ruso al ingles de las obras de Pushkin. (5)
Por lo que no puede haber un texto totalmente objetivo, y que sea valido globalmente.
De ahí porque la deconstrucción niega el poder benefactor de la critica. Quizá ambas posiciones podrían
parecer extremas. Y quizá corresponda la lector hacer sus propios juicios.
Steiner parece más preocupado en mantener la libertad del lector como fuerza
motora acompañado de una riquísima tradición, no solo escrita sino también oral, que
lo respalda. Mientras que los deconstructivistas perecen más obsesionados en la
imposibilidad, a sangre y fuego, que el texto no es objetivamente legible desde
el texto mismo. Para los deconstructivistas la obra literaria no puede aspirar
a la totalidad ni a un sentido univoco. Ni reducirse a un concepto o idea. Y a
veces parece que el mismo Steiner se vuelve ambiguo con eso de la
deconstrucción, valga una aclaración, y es que Steiner no está contra la deconstrucción
como método, la cual el mismo resalta fundada en tradiciones antiguas. Sino que está
en contra de que el texto muera en el propio texto. Es decir, Steiner, como ya
lo señalamos, cree en la capacidad
comunicante del texto y en la intertextualidad del texto. Un factor que los deconstructivistas
niegan. La deconstrucción niega la capacidad referencial del
texto. La obra literaria jamás alcanzara el buen sentido. Sin embargo Steiner
no niega que la deconstrucción tiene una amplia base histórica y de uso por el
judaísmo. Es el riquísimo e inagotable manantial del «comentario sobre el comentario», posibilidad que enriquece el
texto.
17
Pero Steiner le atribuye ese buen «sentido» al lector.
León Bloy, citado por Borges, escribió: «La.
Historia es un inmenso texto litúrgico, donde las iotas y los puntos no
valen menos que los versículos o
capítulos íntegros, pero la importancia de unos y de otros es indeterminable y
está profundamente escondida" (L'Ame de Napoleón, 1912) ». Finalmente
dice Steiner : «La
desconstrucción tiene como matrices a la historia, al contexto, a la
extratextualidad seminal del
judaísmo moderno, no
sólo en la
persona de su
jefe de fila,
sino también en los Estados
Unidos, esfera superior de su brillo más evidente. La
desconstrucción es la rebeldía edipiana de ese judaísmo contra casi tres milenios de autoridad (auctoritas) casi
sagrada, casi totémica (Freud está en el juego, por supuesto) de la palabra
y del verbo. » .Pero también agregaríamos que también
ha habido una deconstrucción del arte y de la música. Solo pensemos en lo que
postula y advierte Ortega y Gasset en su esclarecedora obra La desnaturalización del arte. (1925) Y en música pensemos en Schoenberg o
Debussy.
18
Wittgenstein, en la Proposición 5.6 de su obra Tractatus Logico-Philosophicus Ludwing, señalo que «los límites de mi lenguaje significan los
límites de mi mundo» («Die Grenzen meiner
Sprache bedeuten die Grenzen meiner Welt»). Para evitar esa bifurcación de lo
que puede o no decir el texto, pasa la responsabilidad
de la comprensión al sujeto Pero aún en esa manida e inocente frase, algunos
autores han visto un solipsismo. El problema es definir lo que entiende
Wittgenstein por «mi lenguaje» y «mi
mundo». Hay una conocido dicho: cada
cabeza es un mundo. Pero, ¿cuál es «mi
lenguaje» y cuál es «mi mundo»?.Para
Wittgenstein «mi mundo» son los hechos no las cosas. Sin embargo, ese lenguaje
completamente transparente, que se da en la mayoría de los casos, sobretodo de la
comunicación cotidiana entre seres humanos, pero que soportaría enormes dificultades
en las disciplinas especializadas como la filosofía, la sociología, la ciencia política,
y hasta en la lingüística o la historia. Solo baste un par de ejemplos, una palabra
como «sustancia» en la filosofía,
abre el abanico a decenas de
posibilidades de interpretación, o del uso que de ella hacen los diferentes
filósofos en sus sistemas filosóficos. O
ese binomio de palabras tan desconcertante que viene desde los presocráticos: « apariencia»
y «realidad». O esa otra palabra
tan usada, la «hermenéutica», ¿será la de Dilthey, Heidegger, Dilthey, Gadame,
o Ricour? Porque esos problemas del mundo y del lenguaje, también proyectan su
sombra sobre la literatura en general, y sobre el texto en particular, por un
factor elemental: la subjetividad humana
de la interpretación. En parte le debemos vía Nietzsche: «Todo es interpretación». Y a Heidegger convertir su hermenéutica en la
capacidad humana de interpretar la realidad. Pero siempre habrá algo que el
lenguaje no puede abarcar, por eso, Borges en su ensayo El culto del libro,
apoyándose en Carlyle, afirma «estampó que la historia universal es una Escritura
Sagrada que desciframos y escribimos inciertamente, y en la que también nos
escriben».
19
Pero en ese tópico del lenguaje, no pensamos, o difícilmente se nos ocurriría
pensar en un lenguaje de la naturaleza. Bacon, citado por Borges, «reivindico un abecedarium naturae o serie de las letras con que se
escribe el texto universal». Por eso no debería extrañarnos que al decir la
palabra planetas, nos los imaginamos
irreverentes flotantes y misteriosos perdidos en la bóveda celeste, a veces dando
vueltas en si como un trompo tirado por un niño, y otras veces solo orbitando ese sol que tantas noches de insomnio
y angustia le deparo a Galileo. Pero no se nos ocurriría pensar que los planetas también tienen un
lenguaje, como lo tiene las matemáticas y la física. También ahora ya hay un lenguaje
programático (computacional) con su propio código fuente. Y Walter Benjamín, un gran lector del mundo, a quien Steiner cita como ejemplo de buena
lectura, era conocido como un atento
observador del mundo; dicho de otro modo:
Benjamin era un buen lector del mundo, leía el texto del mundo. Él solía pasear por las calles, pero ese paseo a lo Sherlock Holmes lo hacia
Benjamin por las avenidas abiertas y los callejones cerrados de los hechos sociales. Pero las noticias
corren también por el universo, dice el salmista «Dies diei effundit verbum, /et nox nocti tradit notitiam. /Non est
verbum et non sunt sermons, /quorum voxnon percipiatur:/in omnem terram exit
sonus eorum, /et usque ad fines orbis
eloquia eorum,».
20
El arte, la prensa, la política, la irrupción de la
técnica y la tecnología; o una obra de
arte incomprendida y visionaria, una
manifestación cualquiera de obreros o estudiantes, eran palabras y signos en la mente semiótica de
Benjamin Por lo general estamos muy matriculados
en la lectura de los diarios y los noticieros televisivos, pero muy distantes
en la lectura del otro. Y aquí nos referimos al otro real, no al otro ensimismado pero talentoso de
Rimbaud. Así el otro adquiere un halo de contingencia, porque un problema como el holocausto tiene
su propia lectura, antes durante y después del mismo. Sin embargo en este apartado del holocausto,
tema infame tratado por Steiner, hemos de insertar un par de comentarios y es
el hecho que la música desempeño en los centros de exterminios de judíos. La
música fue un auxiliar y colaborador en adormecer y facilitar el
condicionamiento y pasividad de los victimas del exterminio. (6)
De ahí esos avisos que ciertos autores, filósofos y estudiosos de la música advertían
en el carácter bipolar de la música. Pero también preguntarnos por qué ciertas
regiones geográficas o razas o en determinados periodos de tiempo, se producen
determinado tipo de genios y si estos corresponden a determinados moldes de pensamiento universal.
(7)
21
Pero en este tema del holocausto, Steiner afirma: «El Holocausto, acontecimiento absoluto de
la historia, fechado históricamente, esa
quemadura entera en que toda la historia se abrasó, en que el movimiento
del Sentido se abismó (...) En la
intensidad mortal, el silencio huidizo del grito innumerable». «Silencio»,
«grito», el «Sentido» que se abisma, que
desaparece en el abismo. ¿Es acaso ese universo que se apaga, o es la
muerte del Ser, el olvido del Ser de Heidegger que nos recordaba Kundera? ¿O el
ocultamiento del ser de María Zambrano? Y
Steiner, apoyado en Maurice Blanchot responde a su manera : «Sólo gracias a
una «apuesta sobre
el sentido», a
una resurrección de las
artes de la
memoria, a una
tensión constante hacia
el entendimiento, sólo
gracias a la
escucha del decir
de libertad humana
que murmura o
proclama, que susurra o canta todo poema válido, sabríamos retirar del
abismo, de la cenizas vivas de la
quemadura entera, el
sentido que queda
en nuestra condición». (8)
22
Y en ese continnun de holocaustos más moderno y
de actualidad, hay decenas de
holocaustos en los tiempos que corren, solo para citar dos holocaustos
modernos, y a veces ni tan modernos: la pobreza y la inmigración. Porque también
el mundo y la vida tiene sus signos y su
lenguaje. Y también la historia y las artes y el cosmos. Hay también un gran libro, El Libro de la Vida está escrito en todos los lugares: en la mirada de
una escultura de Ghiberti, el atardecer en
un cuadro de Turner, o el amanecer en un cuadro de Millet. O en el rostro marchito
de un anciano o en la risa cándida de un niño. O hasta en el bien andar de una
mujer por una calle que nos advertía Ortega y Gasset, citando unos versos de
Dorotea de Lope de Vega, en su estudio sobre el pintor Velásquez (1947).
Y hasta en la fachada de una montaña. O
en la inscripción milenaria en una piedra. O el movimiento de un planeta. O en
el sonido del trueno o de una sonata. El mar también tiene su lenguaje, y los
arboles y los pájaros de Messiaen y de Pablo Ucello, el ruiseñor de Keats, las mariposas de Nabokov, El zoológico de cristal de Ibsen. Y todo eso qué
nos dice: son signos y donde hay signos, enseñan los semióticos, que hay también una lectura.
23
Y a propósito de buenas lecturas, hasta en el
balompié los comentaristas deportivos hablan de una lectura del partido. Los científicos
sociales de una lectura de la realidad. Los economistas de una lectura de las
cifras, los políticos de una lectura de las tendencias, los lingüistas de una
lectura de los significados, los semióticos
de una lectura de los signos, los poetas
de una lectura de poesía. El cúmulo de todos esos lenguajes, y de todas esas
lecturas forman el gran lenguaje del cosmos y del universo, y al paso del
tiempo va escribiéndose el Gran Libro de la Vida. Walter Benjamin
lo olfateo. (No el gran libro que contiene a todos los libros escrito por un «caballero
omnisciente» de Valery y Emerson y Borges). También
Mallarmé, llego a declarar: la existencia de un Libro Absoluto, la
de una Escritura Sagrada. Para Mallarme citado por Borges «El mundo existe para
llegar a un libro». Pero no entendemos un libro impreso, sino otra clase de
libro, quizás impreso en el Alma del Mundo.
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¿Pero quién ha escrito y escribe ese libro? No
importa quién. ¿Y en qué lenguaje está escrito ese libro? Tampoco importa. Pero
ese libro, el Libro del Mundo de la Vida es el único libro que hay que intentar
leer. Y ese lenguaje el único que hay que intentar aprender. Será cada lector,
el siempre cada vez más vulnerable lector, quien siempre será el portador del fuego, pero
también será el depositario de la herida.
El fuego quema y también el conocimiento. Y es Ese
lector, ya sea refugiado permanente en
su iluminación o encadenado a sus limitaciones: imperfecto y finito; quien
desde su subjetividad, (ese torrente al
que los románticos ingleses le abrieron la puerta de par en par. Y que no se
quedaron como Kafka, ante las puertas de Ante
la ley. Por eso posiblemente estén más cerca los románticos ingleses, para
bien o para mal, en sus virtudes y excesos,
a encarnar la voluntad como representación del mundo de Schopenhauer; que el siempre
incomprendido Kafka. Símbolo eterno del mundo paralizante y parabólico de la
culpa del pecado original).
Es el propio lector quien tendrá que descubrir, si
al final no de los tiempos (9), pensemos musicalmente, o de su tempo, si de ese gran y único Libro de la Vida, hizo o no, una buena o mala lectura.
Notas
bibliográficas
1. Una noche, cualquier noche, bajo el silencio
aplastante de los siglos y la mirada musical del cosmos, Kepler escribió: «El
movimiento celeste no es otra cosa que una continua canción para varias voces,
para ser percibida por el intelecto, no por el oído; una música que, a través
de sus discordantes tensiones, a través de sus síncopas y cadencias, progresa
hacia cierta predesignada cadencia para seis voces, y mientras tanto deja sus
marcas en el inmensurable flujo del tiempo.» Siglos después pero en un eco
dela la misma noche, «el satélite TRACE (Transition Region and
Coronal Explorer) de la NASA descubrió que la atmósfera del sol emite realmente
sonidos ultrasónicos e interpreta un melodía formada por ondas que son unas 300
veces mas graves que los tonos que pueda captar el oído humano. Además, una de
las más recientes teorías físicas, la teoría de cuerdas, describe a las
partículas elementales no como corpúsculos, sino como vibraciones de minúsculas
cuerdas, consideradas entidades geométricas de una dimensión. Sus vibraciones
se fundan en simetrías matemáticas particulares.»
2. Y «después
que este
universo se apague
». Decimos metáfora, porque es otra
manera de decirlo y de entenderlo. Pero primeramente estableceremos una
diferencia entre Las palabras, cosmos y universo. Ya que usualmente se usan como sinónimos, aunque hay un
grado de diferencia. En un sentido muy general, universo es lo que conocemos,
todo lo que habita y contiene el mundo o el espacio conocido, y el cosmos es el
resto, todo lo desconocido. La noción
de universo lleva implícita las
ideas, los sentimientos, la historia, y
la humanidad. Y por supuesto
lo que se conoce del espacio. En la variable tiempo el universo seria el pasado
y el presente; el cosmos, el futuro. El
cosmos es un término mayor y más amplio que el
universo. Por eso decimos la frase tan común, « agote todo el universo
de posibilidades», porque estamos actuando sobre lo que ya sabemos. Pero no
podríamos decir «agote todo el cosmos de posibilidades», porque ahí estamos ante la incertidumbre de que no
conocemos ese espacio tiempo, por lo tanto no podemos conocer todas las
posibilidades. Y eso no significa que en un futuro cercano o lejano, lleguemos
a conocer más de ese cosmos. Por eso Carl
Sagan eligió la palabra Cosmos para titulo de uno de sus libros. Y no
universo, lo ya conocido. Sino Cosmos, lo por descubrir. Sin embargo, ese
«apagarse el universo », no necesariamente en un cataclismo sideral, una
destrucción de los cuerpos celestes y de la vida o existencia. Pero si en un
estado en que lo humano como tal ya no existe. Puede haber vida pero lo humano
del ser ha desaparecido. Es decir, lo que se apaga es la condición de lo
humano. Será ese apagarse del universo,
un tiempo de oscuridad y de tinieblas. Pero aún en esa oscuridad seguirá el «ruido del ser ». ¿Y qué será ese
ruido del ser, acaso el canto ilusorio de las sirenas o el discurso persuasivo
de los sofistas? ¿O será la Bestia triumphans de Kocis o
monstrorum artifex (Plinio, XXVIII, 2)?
3. María
Zambrano dice: «Antes de que la luz se haga premonición, antes de que surja el guía,
es la noche un denso anfiteatro donde el eco confunde las palabras, las
invierte y entrecruza, las despoja de sus auténticos y musicales significados y
éstos, no devueltos a las cosas, sombrean errabundos las gradas, convertidos en
fantasmas inútiles y torpes. Y van formando las palabras nocturnas
inextricables tramas donde los hombres navegan creyendo hallar el rumbo de
continentes futuros. Proyecto de un orden que a otro orden escapara, creación
tangible, concatenación simbólica de signos engarzados al ritmo de una lógica
que a otra lógica tal vez supliera».
4.
No dudamos que el sicoanálisis como instrumento interpretativo, sea de gran
ayuda para develar otras perspectivas acerca de las motivaciones consientes o
inconscientes del autor para escribir de
una determinada manera. O que bajo ciertas circunstancias ese tipo de
análisis enriquezca al texto. O que a veces arroje luces sobre lo que
verdaderamente el texto suplicante trata de decir. Pero parecería una exageración
convertir toda la literatura mundial en una gesta sicoanalítica. O tomar el
sicoanálisis como la medida de todos los textos. Donde toda la belleza y primavera del mundo
pasa ipso facto a ser una sombra al
borde de un horror traumático y aberrante. Algo hermoso habrá en la literatura
para que tanta gente y lectores de todos los tiempos, hayan depositado su fe en ella. Steiner lo dice, lo que busca el lector es
esperanza .Y por supuesto que la literatura todavía se lo puede dar.
Agregaríamos, también, el arte.
5.
Ahora nos referimos a la complejidad en la hermenéutica del texto. Y lo hacemos
apuntando al complejo campo de las traducciones. Y tomamos de referencia algunas
observaciones y ejemplos de W.K.C.Guthrie,
sobre Los Filósofos griegos de Tales a
Aristóteles, y cuando uno piensa en palabras significativas como virtud,
música, filosofía, justicia. Advierte Guthrie, que hay que pensar en los supuestos ocultos en que se basaban los
griegos al usar esas palabras. Las palabras tienen su historia y su
ocultamiento. Han sufrido un cambio con el correr del tiempo. Una palabra como virtud, su significado era muy diferente
para los griegos de lo que es hoy para el hombre moderno. La palabra griega
para virtud era arete. En la mente griega no hay una solo clase de
virtud, sino que muchas clases de virtud. Casa profesión o actividad tiene su
propia virtud, o su propio arete. El guerrero o el artista tenias diferentes virtudes, estos supuestos
eran comunes en la mente griega. Pero ahora nos resultarían cambiantes. Para
los griegos la virtud era la eficacia. Era
hacer bien el trabajo que corresponde a cada profesión u oficio. Y esto
significaba también tener el conocimiento para ejecutar bien esa actividad
oficio o profesión.
6.
Pero en lo referente al holocausto, un musicólogo judío Vladimir Jankelevitch,
en el primer capitulo Ética y
Metafísica de la música, de La
musique et inefable, citando a Platón, afirma que la música “Penetra
en el interior del alma””y se apodera de ella de la forma más genérica”. También afirma Jankelevitch que la música no es una
razón ni un argumento, sino un
encantamiento. Pascal Quignard,
musicólogo francés lo explica también en su ensayo El odio de la música, y refiere que Jankelevitch se negó
rotundamente a escuchar música alemana o interpretarla. Sobre todo por que
sirvió como instrumento de muerte en los campos de concentración. Se refería sobre todo a la música de Schubert,
Brahms y por supuesto Wagner. Pero en general muchos compositores alemanes se
escuchaban en dichos campos de exterminio y no era por entretenimiento o gusto
musical. Sin embargo, la afirmación de Jankelevitch podría resultar extrema. Y aquí volvemos al
ejemplo de Steiner sobre Schopenhauer y la lectura que Hitler y Thomas Mann
hicieron de la obra del filósofo alemán. No es la música o el texto, lo que
infringe la vulnerabilidad una obra musical o literaria, sino la apropiación y
uso que de ella hace el lector o el oyente.
7.
En su novela El Doctor Fausto, cap.
XIV, Thomas Mann hace decir a uno de
los personajes que solo hay dos
momentos: la profundidad y la forma.
Afirmaba que los rusos tienen la profundidad, y los occidentales, refiriéndose
a Europa tienen la forma. Y que de esos pueblos, solo los alemanes tienen la
forma y la profundidad. De ahí esa legión de grandes músicos, matemáticos,
físicos, filósofos y literatos. Por supuesto es una afirmación altanera y polémica,
y puede ser bastante debatible. Dando un paso más, y llevando a un término más
amplio y universal los modelos del pensamiento.
El critico ingles Matthew Arnold, decía en un breve
ensayo El hebraísmo y el helenismo,
que solo había dos niveles de pensamiento en la cultura occidental, el de los griegos y el de los hebreos. El pensamiento griego se caracterizaba por su
espontaneidad, su naturalidad, su flexibilidad, mientras que el pensamiento hebreo
se caracterizada por su pesadez, su estructuración, su rigurosidad de
conciencia. Solo pensemos en Kafka, Freud y el mismo Steiner, quien a pesar de
su versatilidad, no logra librarse
totalmente de esa pesadez y rigurosidad
de conciencia. Podríamos aventurarnos a
decir que el pensamiento griego busca lo externo, y el pensamiento hebraico lo
interno. El uno es un pensamiento extrovertido orientado a hacia el paganismo y
sensualidad del mundo y el otro un pensamiento introvertido fiel a los libros y
tradiciones sagradas y talmúdicas. Una variante mas la da Carlyle, al afirmar
que solo había dos tipos de pensamiento: los aristotélicos y los platónicos.
Muchos autores coinciden en que Gershom Scholem (1897-1982), poeta,
filólogo y especialista en el misticismo
judío, — a quien Steiner cita— es el prototipo del
intelectual judío moderno. ¿Y quién podría ser un modelo de pensamiento
del helenismo? Quizá James Joyce o Thomas Mann o T.S.Eliot. Sin embargo en esa
dicotomía de pensamientos, entre una orientación en el pensar, Matthew
Arnold, no concibe estos modelos como
antagonistas; sino «las dos fuerzas naturales del
hombre, hebraísmo y helenismo, no estarán separadas ni serán rivales, sino que
conformarán una fuerza unida de recto pensar y fuerte obrar orientada hacia la
perfección».
8. A diferencia cuando Steiner recomendaba la
memorización de poemas, al hablar de las
Artes de la memoria, aborda otro
tipo de memoria. Ya no se trata de una simple memorización de un texto sino más
que todo es la memorización de un
evento, de una actitud. La memoria de
una manera de ser. Ilán Stavans, en su
prologo Memoria y Literatura, antología, Cuentistas judíos, (1994), apoyándose en los estudios críticos de
Yosef Hayim Yerushalmi, profesor de Historia Judía en la universidad de
Columbia, en Zakhor Jewish Memory and Jewish History (1982). Describe y
brinda algunas aproximaciones a ese raro
y emblemático tejido de Las artes de la
memoria. En un sentido general, Yerushalmi señala que es un proceso
para preservar la memoria colectiva, en
este caso se habla del pueblo judío. «Recordar
y ser recordado». «Una manera en que
el judío promueve su lealtad a sus antepasados». Lo hacen, y lo
religioso no se puede excluir,
considerando sus dos libros sagrados, el pentateuco o Torah y el Talmud.
Es el acto es el de «leer y repetir la lectura periódicamente ». Esa memoria
colectiva, no es el inconsciente colectivo, que planteaba Carl G. Jung, sino
que hay diferencias. El inconsciente
colectivo es innato, natural, y pertenece a todos los pueblos, la humanidad
toda. Mientras que la memoria colectiva
es « adquirida y artificial», es el esfuerzo y tenacidad en el tiempo, el arte
mental producto de la interacción social
entre familias y comunidades de un determinado pueblo. Donde «recordar es participar: es leer acompañado
del acto de discutir e interpretar las escenas invocadas en el texto».
La palabra Zakhor, es recordar. Se recuerda
para no olvidar, para que la cosa recordada no muera. Para Yerushalmi, la memoria es mneme, en la medida que
lo que se recuerda «es ancestral e inolvidable, no son escenas propias sino ajenas, las
inventa, por eso recordar es recrear».
Sin embargo ese memoria, ese recordar no es individual, ni son los recuerdos
personales. Por eso Ilán Stavans afirma:
«El
recuerdo no es un regreso al pasado sino la adaptación de un evento pretérito a las circunstancias del presente; es reorganizar y darle un nuevo
significado a lo perdido». Paralelamente a esas
Artes de la memoria, se produce varias tensiones, un conflicto
entre historia y memoria,.porque ese
arte de la memoria no se refiere a lo histórico, ni a la historia como ciencia. Sino que es
«recordar un tiempo arcaico,
inmortal y mítico, y no uno histórico». En ese entendido, Yerishalmi,
establece que una cosa es la memoria judía y otra la historia judía. Así se
establece una diferencia entre la historia como pasado y la memoria como
recuerdo. Es ese postulado las Artes de
la memoria: «El interés, se deduce,
no es revivir el pasado sino dotarlo de significado; no es preservar un hecho
importante tal cual ocurrió sino inyectarlo
de un valor simbólico que lo haga valiosos».
Adicionalmente, esa memoria colectiva, en esas artes de la memoria, se plantea también la tensión entre mito e
historia, y esa tensión tiene sus consecuencias. Porque hace una
diferenciación entre el mito y la historia.
El Mito apunta «a un pasado
fabuloso pero significativo».Solo
pensemos en Kafka. Mientras que la
Historia es la «recreación de hechos y épocas mesurables». Esto lleva a
Stavans a comparar la concepción de la historia para los griegos y para los
judíos. Si bien coinciden en que están orientadas a recordar para no ser
olvidados. Sin embargo sus procesos y selección de contenidos son diametralmente opuestas. Para los judíos
al prevalecer el mito, se descartar la objetividad, solo importa el
significado. Esto desencadena «una
interpretación ad infinitum de textos y
leyendas». Mientras que para los
griegos la historia aspira a «la verdad,
elimina todo significado aleatoria y
artificial, recrea el pasado tal y como se vivió »
Recapitulando entre memoria
colectiva y memoria histórica.
La memoria colectiva de los judíos esta más cerca de una epistemología, apunta a lo cualitativo. Mientras que la historia
como tal, esta basada más en la historiografía
y en lo cuantitativo. Dicho de otro modo: Las Artes de la memoria, es el
proceso por recuperar la historia de lo
espiritual. Mientras que el concepto historicista, es describir y recordar lo
humano: acción y hechos y épocas. Aún el
estructuralismo histórico esta determinado por medidas o variables
cuantificables. Finalmente, ese proceso
de las Artes de la memoria, puede
ser visto como un ejercicio espiritual, que se va reinventando en sus múltiples
combinaciones e interpretaciones, sin perder sus raíces y permeándose al mundo
moderno. En consecuencia, es también valido como un modelo de pensar. Steiner no
lo dice, pero ese es un recurso muy particular por razones históricas y
espirituales del pueblo judío. Sobretodo por estar amparado en las vicisitudes y sobresaltos milenarios que
ha padecido el pueblo judío. Pero también se apoya en recursos literarios como
la parábola, la alegoría, el mito. Solo pensemos en Kafka, Freud o Walter
Benjamin. Pero ese método o recurso dialectico o especulativo o exegético, de interpretación sobre interpretación,
tampoco es patrimonio exclusivo de los judíos. De una u otra manera otros
pueblos o comunidades o sociedades en
determinadas circunstancias históricas y temporales lo han aplicado o lo
podrían llegar a aplicar. Un ejemplo, aunque muy particular, y atado a sus propia casuística, contextos y
formalidades son los jesuitas, con los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio de Loyola. Obra que patentiza también
otro modelo de pensar.
9.
Pero basté un ejemplo a la manera de
Steiner, todos hemos oído el tema de obertura del película 2001: Odisea del espacio, del cineasta norteamericano Stanley
Kubrick, Banda musical basada en el
poema sinfónico Así Hablaba Zaratustra
del compositor alemán Richard Strauss (No Johan Strauss el del vals Danubio Azul),
homónima de la obra del filosofo Federico Nietzsche. En donde Strauss en el
primer movimiento, El Amanecer,
presenta la llegada del superhombre, apoteósica entrada musical, un despertar
de la humanidad. No hay quien no quede impresionado con tal despertar
musical. En sentido contrario, siguiendo
la desembocadura de ese superhombre, otro compositor Oliver Messiaen, hebreo y católico,
nos presenta su obra, Cuarteto
para el final de los tiempos. Compuesta en un campo de concentración nazi, obra en nueve movimientos, en el tercer
movimiento llamado Abîme des oiseauxI.
(“Abismo de pájaros)”, es un solo
para clarinete. El abismo puede significar lo triste y terrible de la vida. Los pájaros representan ese deseo humano por
la luz y por la inmortalidad. Por atrapar lo fugaz del tiempo y la alegría del
mundo. Y ¿cuál será mejor obra musical,
el poema sinfónico Así hablaba
Zaratustra de Richard Strauss o El
Cuarteto para final de los tiempos de Oliver Messiaen?
Créditos
Los comentarios de este post se han hecho con base a
la versión traducida al español Una
lectura bien hecha (Georges Steiner).pdf (330k) José Javier Ruiz
Serradilla, 3 abr. 2012.
Crédito
de las ilustraciones
Biblioteca
de la Universidad Humboldt, foto, Berlín
Ulises y las sirenas, pintura, Herbert
Draper
Un niño, un profesor, un bolígrafo y un
libro pueden cambiar el mundo, foto,
Malala Yousafzai
Muchacha leyendo, pintura por Isadore Weiner
Vaso de Sosibios. Dibujo de John Keats, The Keats-Shelley Memorial
House, Roma,1819
Relatividad , 1939, grabado M.C. Escher
El rostro humano de las noticias, ilustrador
suizo Stephan Schmitz
Sistema planetario, Google imagen
Pájaro de metal, escultura, Matt Wilson