Desde 1969 vive al pie de la Sierra Nevada en el Estado de California, en una pequeña granja, en contacto directo con la naturaleza. Gary Snyder -parte del mítico grupo de los beatniks- es considerado el poeta de la naturaleza y la defensa de una relación equilibrada con el medio ambiente, una de sus grandes luchas. Alción publica ahora una Selección poética de Snyder.
Por Esteban Moore
20 de marzo de 2022
En el paisaje agreste de la cuenca del río Yuba, al pie de la Sierra Nevada, en el estado de California, vive desde 1969 en una pequeña granja el poeta, traductor y ensayista Gary Snyder. Allí desarrolló la mayor parte de su obra. Nació en 1930 en la ciudad de San Francisco. Sus padres, debido a la crisis económica producida por la Gran Depresión, debieron trasladarse a King’s County en el estado de Washington, donde trabajaron en una granja. Allí Snyder vivió en una comunidad rural donde la presencia de la naturaleza, el paisaje de la costa oeste norteamericana, eran una experiencia cotidiana. En 1942, luego del divorcio de sus padres, se mudó con su madre a Portland, en el estado de Oregon, donde ella ejerció el periodismo en un diario regional y él fue contratado como cadete. En esta ciudad adhirió a una asociación local interesada en la defensa del hábitat natural, con cuyos miembros realizó excursiones a los bosques y montañas de la región, lo que le permitió observar el paisaje circundante desde otra perspectiva. La vida al aire libre se convertiría en una de sus actividades preferidas.
Luego de finalizar sus estudios secundarios se inscribió en la universidad Reed en Portland, estado de Oregon, donde conoció a los poetas Philip Whalen y Lew Welch. En sus años universitarios se interesó por las culturas nativas del noroeste. Realizó una investigación sobre sus costumbres y creencias, particularmente las de los habitantes de la reserva indígena de Warm Springs, en la zona central de Oregon, que presentó como su tesis final: Las dimensiones de un mito. Se graduó con un título en Literatura y antropología. En ese periodo de su vida, durante las vacaciones de verano, trabajó como obrero en aserraderos, fue vigía de incendios para el Servicio Forestal, y marino mercante, empleo al que recurriría ocasionalmente cuando su situación financiera lo requería mientras vivió en Japón. Posteriormente, su interés por la antropología lo llevó a inscribirse en la Facultad de Antropología de la Universidad de Indiana. Sin embargo, al cabo del primer semestre abandonó estos estudios, decisión en la que tuvo vital importancia su lectura de la obra de D. T. Zuzuki.
Atraído por el clima cultural de la ciudad de San Francisco y con la intención de sumergirse en la creación poética, se dirigió allí, instalándose en la casa de Philip Whalen, quien también tenía una gran inclinación hacia el budismo zen.
En San Francisco conoce a los poetas que protagonizaron el Renacimiento Poético de San Francisco: Kenneth Rexroth, William Everson, Jack Spicer, Robin Blaser, Michael McClure, Lawrence Ferlinghetti, Madeleine Gleason, Helen Adam, Philip Lamantia y Lew Welch, entre otros.
En esta ciudad, considerada el portal a Oriente de los Estados Unidos de América y llamada por Karl Shapiro “el último refugio de los bohemios”, se desarrollaba una intensa, frenética y diversa actividad cultural que galvanizó lo que posteriormente sería bautizado como el Renacimiento Poético de San Francisco, cuyos protagonistas abrirían nuevos caminos en lo concerniente a la creación poética, que incorporaría definitivamente el ritmo y la dicción del habla coloquial que ya nunca se ausentaría del discurso poético: “la propia voz de la vida como la escuchó/ Walt Whitman”.
En octubre de 1955 Allen Ginsberg organiza una lectura de poesía en la Galería de Arte Six, sin prever las consecuencias que esta habría de tener en el futuro cercano. Según Gary Snyder, en esa ocasión se produce “un punto de inflexión en la poesía norteamericana”.
La noche del 7 leyeron sus textos Michael McClure, Gary Snyder, Philip Whalen, Philip Lamantis y Allen Ginsberg, mientras que Kenneth Rexroth se ocupó de coordinar la mesa y actuar como maestro de ceremonias. Entre el público estaban Ferlinghetti y Kerouac. En esa ocasión Ginsberg leyó “Aullido”, cantó sus versos, los gimió, y en el final de su lectura parecía estar al borde del llanto. Con “Aullido”, no solo comienza un momento en la literatura norteamericana sino un nuevo estilo de composición. Al respecto, Ginsberg declara que él sigue el modelo de Kerouac –el Kerouac poeta- y que su objetivo es calcar en la página los pensamientos de la mente y sus sonidos. Esta actitud según él debe ser
entendida como la “escritura de la mente”.
Durante su estadía en San Francisco, Snyder conoció a Allen Ginsberg, quien le presentó a los poetas que conformarían el núcleo del universo beat. Snyder a su vez lo introduciría en el mundo espiritual del budismo. Entre sus nuevas amistades es importante la de Jack Kerouac, con quien realiza una excursión en octubre de 1955 al Parque Nacional Yosemite, en la Sierra Nevada de California, con el plan de escalar distintas montañas, entre ellas el Monte Metterhorn, cuyo pico alcanza los 3700 metros de altura. Allí acamparon durante varios días, que dedicaron también a ejercitarse físicamente, meditar, beber y discutir distintos aspectos del budismo. Kerouac registrará esta experiencia en su novela Los vagabundos del Dharma (1958) dedicada al poeta chino Han Shan. En ella Jack Kerouac y Gary Snyder, personificados en la ficción como Ray Smith y Japhy Ryder, revivirán las largas conversaciones sostenidas alrededor de la fogata de su campamento en la montaña, en las que manifestaban sus diferencias respecto de su entendimiento de la tradición budista. Luego de esta experiencia, Snyder le dijo que ya era tiempo de que escribiera un Sutra a la manera de los discursos budistas. Kerouac lo hizo rápidamente y luego revisó el texto, expresando que, en este caso en particular, al tratarse de una escritura religiosa, él no tenía el derecho a la espontaneidad que caracteriza su obra. La amistad entre ellos y Ginsberg quedó documentada en un extenso intercambio epistolar en el que intercambiarían sus lecturas, encuentros y desencuentros referidos a sus poéticas personales, manifestando su interés en la búsqueda de nuevas técnicas enunciativas uno de cuyos objetivos era rescatar la vivacidad, la espontaneidad y el vigor del habla coloquial, "nuestra lengua vernácula", como la definía Ginsberg.
Entre los proyectos de Snyder se encontraba en primer lugar el de viajar al sudeste asiático. Para ello, a modo de preparación, se inscribió en el Departamento de Culturas y Lenguas Asiáticas de la Universidad de California en Berkeley, donde tomó clases de Chino y Literatura Clásica China. También comenzó allí, junto a Ch'en Shih Hsiang, sus traducciones del poeta de finales de la dinastía Tang, Han Shan, un poeta mendicante y ermitaño cuyo nombre significa Montaña Fría, adoptado probablemente porque se retiró de la sociedad y vivió austeramente en chozas y cuevas en la zona de la Montaña fría en la
cordillera de Tiantiai al sur de Shangai.
En 1956, obtiene una beca del First Zen Institute of America y parte hacia Japón donde residiría durante casi doce años. Se instaló en Kyoto en las inmediaciones del Templo Daitoku-ji (Templo de la Gran Virtud) donde asistía periódicamente a practicar el Zazen y profundizar sus conocimientos del budismo. Viviendo en Japón también visitó Indonesia y la India donde se encontró con Allen Ginsberg. En lo concerniente a la traducción virtió al inglés textos del poeta de vanguardia japonés Miyazawa Kenji (1896-1933) y pulió sus versiones de Han Shan (ca siglo 8), quien fue en la opinión de Sam Hamill, otro de sus traductores, un poeta que "se expresó de manera coloquial y desarrolló un estilo directo que no excluía la ofensa ni la sátira".
Snyder, así como los poetas Ezra Pound, Kenneth Rexroth y más tarde Sam Hamill, se acercaron a las culturas del Oriente. Lo suyo no fue un capricho ni una fascinación ante un importante universo poético relativamente desconocido en su país, mucho menos lo consideraron un simple instrumento en la construcción de sus propias poéticas. Entendieron que con ello contribuirían a ensanchar la mente y los alcances del pensamiento occidental. ellos parecen coincidir en la consigna de que el poema debe funcionar como tal en su lengua adoptiva, acto que comprende que "los escritores son reescritos cuando su obra pasa de una tradición literaria a otra", según Theo Herman. Entre estos poetas debemos señalar que Snyder y Hamill tienen una ventaja comparativa respecto de otros traductores, pues profundizaron sus conocimientos del Zen y de las lenguas china y japonesa viviendo en Japón.
La traducción, nos dice Snyder, funcionó "como una práctica para instruir mi propio yo". A través de los años continuó traduciendo poetas chinos, incluyendo los textos más extensos de Po Chü-i, entre ellos, "El lamento de la mujer que ejecuta el laúd" y una selección de poemas de la dinastía Tang que permanecen inéditos. Considera que una traducción verdaderamente competente requiere un esfuerzo de la imaginación casi tan intensa como la composición del original. Asimismo sostiene que el traductor que desea penetrar el territorio creativo del otro debe forzosamente penetrar imaginativamente su mente y su mundo. Ese introducirse en esa otra realidad desde el punto de vista de un practicante del budismo Zen, influenciará profundamente su propia escritura. En este sentido reitera su idea de que el poeta debe extraer energía creativa de tradiciones arcaicas. Propone "una ruptura con la civilización como la concebimos actualmente." Para él, "una civilización es finalmente nuestro enemigo. El orden de esta sociedad en la que hemos vivido durante los últimos 4000 años ya no nos es de utilidad. La civilización judeo- capitalista- cristiana- marxista, particularmente, nuestra civilización occidental, de la cual el marxismo es solo una pequeña parte, ha perdido el rumbo".
Kenneth Rexroth cree que "Snyder es incuestionablemente el principal ideólogo y crítico que ha producido la contracultura, pero no lo es 'discursivamente', sino como un poeta cuyos valores son expuestos en la experiencia fáctica del poema y su mediación con hechos concretos. La cultura muerta es desafiada no por juicios retóricos sino por ocurrencias de difícil asimilación".
En las últimas décadas Snyder se ha convertido en un reconocido vocero de la defensa del medio ambiente y de las culturas conscientes de la preservación del hábitat natural y de la tierra. Su vida austera en un medio natural y rural no tiene relación con la de aquellos que desde el medio urbano proponen mensajes lábiles y nunca han plantado un árbol. Él no adhiere simplemente al discurso de "regresemos a la naturaleza", sino que vive austeramente en su granja rodeado por ella. Desde los años 70 ha compartido su sensibilidad ecológica con el poeta y ensayista Wendell Berry, que también ha vivido gran parte de su vida en una granja. Dos hombres con una formación diversa, ambos con inclinaciones religiosas: Snyder un budista practicante, y Berry un cristiano confeso, quienes desde puntos de vista y opiniones distintas, residiendo en regiones muy alejadas la una de la otra, California y Kentucky, se han comprometido con el medio ambiente y con una cultura que atienda al cuidado del hábitat natural, preocupaciones e ideas personales de las que da cuenta una extensa correspondencia.
Desde cánones diferentes, estos dos poetas afirman que para lograr su cometido, vivir en una relación más equilibrada con la naturaleza, es necesario desarrollar una nueva ética, una nueva estética y un nuevo estilo de vida.
La poesía, el budismo Zen, la práctica diaria del Zazen, han influenciado el pensamiento ecológico de Snyder y viceversa, transformándolo en uno de los más destacados poetas de su país, y que tiene asimismo proyección internacional.
Quizás su mayor mérito es haber desarrollado un estilo original, reconocible, que ha absorbido, se ha apropiado, de tradiciones poéticas de otras culturas que renuevan su mirada sobre la propia. En este proceso, respecto de la poesía norteamericana, debe destacarse su interés en las poéticas de Ezra Pound y William Carlos Williams, poetas a los que admira por su oído y la manera en la que transcriben en la página la flexibilidad y musicalidad de la lengua.
El crítico Charles Altieri señala que a partir de los años 60, su poesía, juzgada "en términos estéticos, según las normas de la precisión, el juego imaginativo, nos brinda momentos de una profunda resonancia, una perspectiva renovada de temas metafísicos, volviéndolos relevantes y convincentes".
Créditos
Poesía y naturaleza en Gary Snyder por Esteban Moore. Pagina 12, 23 marzo 2022.
Enlace
Poesía y naturaleza en Gary Snyder