En
este post Plaza de las palabras, continuando con la relación entre música y
escritores, publica la segunda parte (2/3).La primera parte (1/3), fue dedicada
al escritor James Joyce: The sound of
the music. En esta oportunidad Plaza de las palabras publica un post
que incluye a tres grandes escritores europeos del siglo XX: Thomas Mann,
Marcel Proust y Herman Hesse, todos con un oficio potente como escritores y una
visión reveladora de la música. Las ilustraciones son del Pintor Paul Klee (1)
Mario A. Membreno Cedillo
Thomas Mann: la sinfonía de las palabras
(1875-1955)
A
las catorce años, el joven Thomas Mann, asistió a la representación de una
opera de Wagner, “Lohengrin”,
que lo cautivo y desencadeno su pasión por la música en general y por la
obra de Wagner en particular. Thomas Mann, escritor alemán, nacionalizado norteamericano
en 1944; y como una pléyade de grandes artistas y escritores alemanes, huyó de la
Alemania nazi. Se le había otorgado el premio nobel de literatura en 1929, por
su novela Buddenbrook (1901). Novela que narra tres generaciones de una acomodada
familia alemana, basada en la propia historia familiar de la familia Mann, y en
que la música desempeña en ciertos tramos un papel significativo. Decía el
mismo Mann refiriéndose a esa novela “Realmente, no es difícil advertir un hálito
del espíritu que anima El anillo de los Nibelungos en mis Buddenbrook, en esa
procesión épica de generaciones unidas y entrelazadas gracias a un conjunto de
motivos centrales”. Escrita cuando tenia 25 años, caso excepcional, pero que
delata la precocidad y talento del joven Mann. A pesar de ser mas conocido por su monumental
obra “La montaña Mágica”, (1924), “La Muerte en Venecia” (1913), y “Doctor Fausto”
(1947). Mann un escritor polifacético en el reino de la escritura. Escribe
novelas, ensayos y cuentos. Trabajó en diversas
revistas literarias y periódicos. Escribió una autobiografía. “Retrato de mi
vida” (1930). Thomas Mann como la
mayoría de los grandes escritores de principios de siglo era un apasionado de la
música, especialmente de Richard Wagner, pero durante el trascurso de su vida
se relaciono con grandes músicos de su tiempo, entre otros con Stravinski, Hindemith,
Schonberg, Bartok. Strauss, Mahler, quien le sirvió de modelo para su novela
corta La muerte en Venecia. Al pensar en Wagner se refería a él, como “Dios nórdico”,
“era el reino del conocimiento
subliminal”. Wagner seria una pieza capital en trasunto de la obra de Thomas
Mann. A pesar de que Mann nunca compartió la idea wagneriana de la obra de arte
total. Para Mann no era necesario agregar diferentes géneros para crear una
obra de arte. Su discurso narrativo aborda los problemas de la Alemania y la Europa
de su tiempo. Pero tenía un interés particular por la creación artística y su
relación con la vida; el espíritu, la
enfermedad, la muerte. En lo personal,
el se consideraba “a medias músico”
“No soy un hombre visual, sino
un músico desplazado a la literatura” (2).
“De un musicar
literario”. Sobre sus teorías literarias, llego afirmar: “La música siempre ha ejercido un influjo
notable sobre el estilo de mi obra. (…) Desde siempre la novela ha sido para mi
una sinfonía, una obra de contrapunto, un entramado de temas, en el que las
ideas desempeñan el papel de motivos musicales” Y esto es valido para toda
su obra, pero ninguna de ellas la música desempeña un papel tan visible y
orgánico como en su novela “Doktor Faustus”.
Fausto
Doctor
Fausto (1947), basada en el mito fáustico de las obras de e Marlowe y Goethe.
En esta novela el personaje principal, es Adrian Leverkühn, quien abandona sus
estudios y decide cambiar los libros de teología por
las armas de la música. Obsesión que lo
lleva a la culminación apoteósica de su obra. Adrian Leverkühn compone una obra
rica y variada que abarca géneros tan distintos como la música de cámara, los
conciertos para orquesta y las sonatas y que al igual que el compositor de
Proust con su sonata para piano y violín, Leverkhun, compone su obra maestra Apocalipsis Cum Figuris, inspirada en una
de las pinturas de Alberto Durero, pintor y grabadista, del siglo XV, y
cumbre del renacimiento alemán. Adrian Leverkühn quien lo venera, tiene uno de sus grabados sobre
su piano. La obra de Fausto esta basada
en tramos de las vidas de Nietzsche, y de los músicos Wagner, Beethoven, y Schoenberg.
Mann quien escribió esta novela ya siendo ciudadano norteamericano, en su
estancia en EE.UU, y quien llamaba a su obra “Mi Parsifal”. Aquí señalaremos
que la afición por la música no era al estilo de James Joyce, quien si tenia un
entrenamiento musical. Mann no tenía la destreza musical de un profesional,
pero en su familia todos tocaban algún instrumento musical. En Fausto se dice que
hay personajes imaginarios y reales. Uno de ellos es el filósofo y musicólogo Teodoro Adorno quién es
una especie de lector cómplice que le aporta ideas sobre la música y le
acompaña en el desarrollo de toda la obra como una especie de mefistófeles
musical. El otro es el mismo Schoenberg,
el creador de la música dodecafónica, la
cual utiliza Thomas Mann en el personaje Adrian Leverkühn para su obra. La
novela además de tener un ambiente musical ya que es la de un compositor
musical que durante toda la obra va desarrollando sus ideas musicales, y al
igual que el Fausto de Goethe, hace un pacto con el diablo para lograr su
propósito. Paralelo a los contenidos musicales
va armándose una alegoría a la decadencia del espíritu y el caos de la
Alemania de ese tiempo. Pero es una
novela que plantea profundas reflexiones sobre el arte, literatura música, lenguaje,
religión y filosofía. Y el estado actual
del espíritu europeo de la época. Entramado visual de música y sustrato mítico.
Recuerda en ciertos pasajes ese recorrido ya hollado por Stephen Dedalus. El retrato
de una artista adolescente de Joyce, ambos personajes en búsqueda de la liberación por el arte. El uno como poeta
y el otro como músico. Pero en Fausto su personaje principal cae en la
tentación, reproducción del mito del paraíso perdido. Aquí Presentamos dos
pasajes de la obra (3)
“En todo caso para alcanzar aquel fin, mas que el
sentimentalismo se requería la ironía, la burla; estas saneaban el ambiente,
apedreaban el romanticismo, se insurgian contra el pathos y lo profético,
contra la embriaguez de los sones librescos, y se ligaban con lo objetivo y
elemental; dicho de otro modo, era menester descubrir de nuevo la música, en
cuanto organización de tiempo. ¡Espinoso comienzo! Porque en ese caso se corría
el riesgo de caer en un falso primitivismo, y por lo tanto en un nuevo romanticismo
a mantenerse en las altas cimas del espíritu, reducir los resultados mas
quintaesenciados del desarrollo musical europeo a una forma en apariencia
natural y accesible a todos; dominarla empleándola sin ideas preconcebidas como libre material constructivo, y dejar adivinar
la tradición trasformada de manera que llegara a ser lo contrario del
epigonismo, hacer que el oficio, por perfeccionado que sea, resulte
absolutamente invisible, y que desaparezcan los artificios del contrapunto y
dela instrumentación; fundirlos para crear una impresión de sencillez , no
ingenua, sino elevada en las alas de la intelectualidad, tal parecía ser la
obra, la aspiración del arte”. Doctor Fausto, Capitulo XXXI, .392pp.
“Tempranamente había empezado a luchar con la música y
sus santas dificultades, como Jacob con el ángel; y el exigía de sus
estudiantes, el mismo esfuerzo. Durante
años enteros, ellos debían iniciarse en el oficio sagrado, en los momentos
fundamentales de la armonía y la escritura rigurosa antes que les fuese permito
cantar un lied; y aquella pedagogía musical no tenería nada, que ver con una
amiguita querida. Tiene uno un espíritu
sencillo, pueril; pero la música es para uno la revelación misteriosa
del sumo conocimiento, un culto divino; y el oficio del profesor de música un
sacerdocio…”Doctor Fausto, XXXVII, .495pp.
Marcel Proust: En busca del tiempo de la música
(1875-1922)
Marcel
Proust, muere a la edad de 51 años, miembro de una prominente familia parisina,
su primera novela fue “Los placeres y los días”, (1897). Proust de constitución débil y con una asma crónica, se
ve forzado a permanecer cerca de 15 años
en una habitación, tiempo que aprovecha para volcar sus recuerdos y su e imaginería artesanal, en su novela cumbre “A
la búsqueda del tiempo perdido”, (A la
recherche du temps perdu), obra en 7
partes, que escribió entre 1913-1927. Proust al igual que Mann tenía una fuerte
fascinación por la obra musical de Wagner. Y como Heinrich Heine antes que él, como
una especie de paseante solía asistir a operas y conciertos parisinos, y cuando ya no podía salir, organizaba veladas
musicales en su casa. Sus músicos preferidos eran Rameau, Mozart.
Ravel, Debussy, Saint-Saëns,
Massenet. Pero sus músicos de cabecera eran Beethoven y Wagner, por que
representaban la renovación musical, el intento de producir un nuevo lenguaje
musical, la universalidad. Proust propiamente no era músico y no tocaba ningún instrumento
musical, pero había aprendido a leer partituras. De Wagner decía Proust: “cuanto más humano lo encuentro y el más
hermoso artificio de la imaginación no
es en su caso sino el lenguaje simbólico
y emocionante de las verdades morales” (4)
Jean Jacques Nattiez, establece una relación entre el Parsifal de Wagner y la
obra de Proust (5) Proust hombre
perceptivo, meticuloso analista de la conducta humana, le llego por la osmosis musical,
la necesidad de articular un lenguaje escritural en que la música podía ser su cómplice
de aventura. Pero también tuvo influencia de los filósofos Schopenhauer y
Bergson.
A la búsqueda del tiempo perdido
“A
la búsqueda del tiempo perdido”, es una
extensa novela en siete volúmenes. En que la música desempeña un paisaje determinante,
al igual que en el Fausto de Mann, aquí también hay un personaje que es compositor
musical, Vinteuil, pero este se mueve entre lo anodino y lo genial, el personaje principal es Charles Swann. En la
novela lo musical no es solo es un paisaje auditivo o escenario de
contemplación, sino el tejido
esclarecedor que la música brinda para el desarrollo del plan narrativo. Y como
catalizador audaz y revulsivo en
momentos cumbres de la novela.
Hay
dos escenas o interrelaciones que vale la pena destacar, cuando Swann escucha la sonata para piano y violín
de Vinteuil, “Breve frase” específicamente un andante recurrente, que Proust atribuyó
a Saint Sens, pero que también se atribuye a Cesar Franck, esa frase musical
atrapa a Swann, y le produce un gran impacto emocional, una impresión telúrica,
que lo hace reflexionar en el dilema del arte o la vida. La sonata o el
recuerdo de la sonata aparecen más adelante en varios pasajes de la novela. En
la perspectiva de J.J.Nattiez, “La Sonata
había conducido a Swann al fracaso, pues estaba asimilada a su enamoramiento de
Odette, como también al amor del Narrador de Albertina” (6). En estos pasajes la música desempeña un papel iniciático,
impresiones que en el narrador, se refuerzan después con el Septeto de Ventuil. Esa
impresión musical desemboca en una armonía reveladora, en realidad no es el
amor que se pierde ni es el amor lo que se recupera. Lo que se recupera es el
sentido de la vida, y un pasado que adquiere significación por medio del
recuerdo y la música. Es un tiempo
redimido que fracasa en Swann y redime el tiempo del narrador.
Y
es estas escenas en que la música despierta recuerdos poderosos o produce sensaciones penetrantes, resulta un paralelismo con aquella escena en “The Death”, el cuento de Joyce en que
Gretel al oír una canción “The Lass Augherim”, le recuerda un amor lejano
que tuvo en su juventud, Michel Furet, que le cantaba esa canción, y que murió de amor por ella. Aquí en Proust es un paso más adelante la
música no actúa como un simple recuerdo, una evocación tardía, se vislumbra un poder de trasformación. Produce algo nuevo, se
recupera algo intacto y original. Esta
materia le sirve para que Swann y el narrador, reflexionen sobre la superioridad
de la música la cual deviene con una fuerza sobrenatural. Pero como parte de esas reflexiones también
se dan cuenta que la música traducida a conceptos e ideas pierde algo de su
valor virginal, de su portento iniciático, de su naturaleza primigenia. “delante de si tenia esa cosa que ya no es
música pura, que es dibujo, arquitectura, pensamiento” La música pasada al
reino de las ideas pierde su fuego. Y esto nos recuerda a Walter Benjamin, y su
concepto del “aura” (7), en que a la reproducción del arte, éste deja de ser
único y termina perdiendo su valor, su misterioso encanto. Al lado de esas escenas pervive el concepto de
memoria voluntaria y memoria involuntaria que se desarrolla en la novela. Conceptos que Proust uso prestados del filosofo
Bergson. Y que también actúan como instrumentos para penetrar en ese recóndito arcano
laberintico de la memoria y el pasado. Mecanismos que también parecen tener una
similitud funcional con el concepto de tiempo de Walter Benjamín, el Tiempo-ahora.
Para Proust y Benjamin el presente y el pasado se funden en una relación
reveladora. En el caso de Benjamin para redimir
a los oprimidos, para salvar los pedazos de la historia; y para Proust recuperar el tiempo perdido. Aquí
algunos pasajes claves de la novela. (8)
“El año antes había oído en una reunión una
obra para piano y violín. Primeramente sólo saboreó la calidad material de los
sonidos segregados por los instrumentos. Le gustó ya mucho ver cómo de pronto,
por bajo la línea del violín, delgada, resistente, densa y directriz, se
elevaba, como en líquido tumulto, la masa de la parte del piano, multiforme,
indivisa, plana y entrecortada, igual que la parda agitación de las olas,
hechizada y bemolada por la luz de la luna. Pero en un momento dado, sin poder
distinguir claramente un contorno, ni dar un nombre a lo que le agradaba,
seducido de golpe, quiso coger una frase o una armonía .no sabía exactamente lo
que era., que al pasar le ensanchó el alma, lo mismo que algunos perfumes de
rosa que rondan por la húmeda atmósfera de la noche tienen la virtud de
dilatarnos la nariz. Quizá por no saber música le fue posible sentir una
impresión tan confusa, una impresión de esas que acaso son las únicas puramente
musicales, concentradas, absolutamente originales e irreductibles a otro orden
cualquiera de impresiones. Y una de estas impresiones del instante es, por
decirlo así, sine materia.” A la búsqueda del tiempo
perdido, Segunda parte, Un amor de
Swann, paginas 175-176 Librodot.Com.
(…)
“Y así, apenas expiró la
deliciosa sensación de Swann, su memoria le ofreció, acto continuo, una
trascripción sumaria y provisional de la frase, pero en la que tuvo los ojos
clavados mientras que seguía desarrollándose la música, de tal modo, que cuando
aquella impresión retornó ya no era inaprensible. Se representaba su extensión,
los grupos simétricos, su grafía y su valor expresivo; y lo que tenía ante los
ojos no era ya música pura: era dibujo, arquitectura, pensamiento, todo lo que
hace posible que nos acordemos de la música. Aquella vez distinguió claramente
una frase que se elevó unos momentos por encima de las ondas sonoras. Y en
seguida la frase esa le brindó voluptuosidades especiales, que nunca se le
ocurrieron hacia antes de haberla oído, que sólo ella podía inspirarle, y sintió
hacia ella un amor nuevo”. A la búsqueda del tiempo perdido Segunda
parte, Un amor de Swann, Librodot.Com pagina
176.
(…)
“Cuando, después de la
reunión de los Verdurin, hizo que le tocaran esa frase, quiso averiguar, porque
lo circunvenía, lo rodeaba, al modo de un perfume o de una caricia, y se dio
cuenta de que la poca distancia entre las cinco notas que la componían y la
vuelta constante de dos de ellas eran origen de aquella impresión de dulzura
encogida y temblorosa; pero, en realidad, sabia que estaba razonando, no sobre
la frase misma, sino sobre sencillos valores, que, para mayor comodidad de la
inteligencia ponía en lugar de esa entidad misteriosa, que ya percibió, antes
de conocer a los Verdurin, en aquella reunión donde oyó la sonata por vez primera”. A la búsqueda del tiempo
perdido Segunda parte, Un amor de Swann, pagina 294 Librodot.com
(…)
“La frase con que acaba de
terminar el andante era de una ternura a la que yo me entregué por entero;
antes del movimiento siguiente hubo un momento de descanso en el que los
ejecutantes dejaron sus instrumentos y los oyentes intercambiaron impresiones.
Un duque, para demostrar que era entendido, dijo: «Es muy difícil tocar el
violín». Algunas personas más agradables hablaron un momento conmigo. Pero ¿qué
eran sus palabras, que, como toda palabra humana exterior, me dejaban tan
indiferente, al lado de la celestial frase musical con la que yo acababa de
hablar? Yo era verdaderamente como un ángel que, arrojado de las delicias del
paraíso, cae en la más insignificante realidad. Y así como algunos seres son
los últimos testigos de una forma de vida que la naturaleza ha abandonado, me
preguntaba si no sería la música el ejemplo único de lo que hubiera podido ser
la comunicación de las almas de no haberse inventado el lenguaje, la formación
de las palabras, el análisis de las ideas. La música es como una posibilidad
que no se ha realizado; la humanidad ha tomado otros caminos, el del lenguaje
hablado y escrito. Pero este retorno a lo no analizado era tan fascinante que,
al salir de tal paraíso, el contacto de los seres más o menos inteligentes me
parecía de una insignificancia extraordinaria. De los seres podía haberme
acordado durante la música, mezclarlos con ella; o más bien había unido a ella
el recuerdo de una sola persona, de Albertina. Y la frase que terminaba en
andante me parecía tan sublime que pensaba cuán lamentable era que Albertina no
supiera, y, de saberlo, no lo comprendiera, qué honor era para ella estar
incorporada a algo tan grande que nos unía y cuya patética voz parecía haber
tomado ella. Pero una vez interrumpida la música, los seres que allí estaban
parecían muy insignificantes”. La prisionera, volumen V, traducción C .Berger Alianza Editorial, pagina
147-148-
Herman Hesse: el juego de la música del Magister Ludi.
(1877-1962)
A
Herman Hesse le gustaba la pintura y la practico, pero su verdadera vocación
era escribir. Escritor alemán
naturalizado suizo, ganador del Premio novel de literatura (1946). Escribió
novelas, cuentos, poesía, y ensayos políticos. Hesse no era músico, pero la
música y la pintura fueron dos vertientes que hallaron acomodo en su visión del
mundo y en su campo narrativo. En música, Hesse era antiwageriano, su música
era la clásica, sus compositores favoritos eran Juan Sebastián Bach y Mozart, su opera predilecta era la Flauta
mágica. Hesse Se dio a conocer con dos novelas que suscitaron amplia recepción
en la juventud norteamericana. “El lobo estepario” (1927), en que el loco de
Harry Haller, un hombre solitario y melancólico, que vivía en un sórdido
cuarto, que experimentaba con achis y cocaína; y que lo mismo se le aparecía el
espíritu de Goethe que el espíritu de
Mozart. “Siddhartha” (1922), una
alegoría por la búsqueda de la realización espiritual, influenciada por las
ideas orientales. Además escribió, entre muchas otras, Damián (1919), una rara novela,
que narra el crecimiento espiritual y trasformación de una adolescente,
mientras que en su telón de fondo se proyectan las sombras de la segunda guerra
mundial. Gertrudis (1910), novela cuyos personajes principales son un músico,
una mujer y un cantante de opera. Y otra novela no tan popular pero que vino a ser
la coronación de sus visiones y saberes. “El Juego de los abalorios” (1943) La cual le valió el premio nobel de literatura.
El juego de los abalorios
Una
obra idealista, futurista, enigmática, hasta su situación geográfica, Castalia,
que se presume que es suiza, su ambientación temporal es un lejano futuro. Que
la sitúa en el siglo XXII, Pero cuyos modos
y fachada son el marco medievalista y
monástico. Hesse mismo, en su correspondencia, se encargo de afirmar que no era
una utopía, y que como Castalia, habían existido diferentes lugares, en el transcurso
del tiempo. En el Medioevo, en la Italia meridional, en China. Las ideas
orientales estuvieron gran influencia en su visión del mundo. En el juego de
los abalorios se dan la mano cristianismo y orientalismo. Para Hesse el tiempo el pasado presente y futuro, se funden en una especie de banda musical. En esta novela la música desempeña un papel determinante.
Una exploración de sueño eterno de la paz y liberación del hombre por medio de
la filosofía, la matemática y la música. Aspiraba Hesse en esta novela al saber
sensible y a perfilar el ideal cultural del mundo. Su personaje principal es
Joseph Knecht, quien llega como estudiante a esta Escuela del Aprendizaje de los
saberes, y va ascendiendo en el dominio del juego, que nunca se llega a saber con
precisión en que consistía. Apenas atisbos, ejercicios, calistenias. Pero que tenía
una ejercitación sinérgica, como a partir de una poesía, convertirla en música,
y elaborar una reflexión filosófica. O a
partir de una cantata elaborar un poema. Un juego de combinaciones, improvisación,
creatividad. Pero como todo juego con sus propias reglas. Otro de los
personajes principales, era el Pater Jacobus, que viene a ser una personificación
del historiador suizo Jacobo Burckhardt,
autor de “Reflexiones sobre la historia universal” y de “La
cultura del Renacimiento en Italia”, autor
al que Hesse reverenciaba. Aquí dos pasajes de la obra El Juego de los abalorios,
de su primera parte, llamada Vocación. (9)
“¡Llegaría,
pues a Berolfingen el mismo gran maestro, el Magister Musicae en persona! Había
en el mundo una sola personalidad que tal vez hubiera sido más legendaria y
misteriosa para el niño Josef: el maestro del juego de abalorios. Un enorme y
angustioso respeto hacia el anunciado Magister Musicae le invadió; se
representaba a este hombre ora como un rey, ora como un hechicero, ora como uno
de los doce apóstoles o uno de los fabulosos grandes artistas de las épocas
clásicas, alguien como Miguel Praetorius, Claudio Monteverdi, Juan Jacobo
Froherzer o Juan Sebastián Bach y, tan pronto se alegraba profundamente por el
instante en que aparecía ese astro, como también lo temía. El hecho de que uno
de los semidioses y arcángeles, uno de los misteriosos y todopoderosos regentes
del mundo espiritual, aparecería allí personalmente en la pequeña ciudad y en
la escuela de latín y que él lo vería, que el maestro quizá le hablaría, le
examinaría, le censuraría o le alabaría, era algo muy grande, una suerte de
milagro, un raro fenómeno celeste; porque también, como afirmaban los docentes,
ocurría por primera vez desde muchas décadas que un Magister Musicae en persona
visitara la ciudad y la escuelita. El niño imaginó el hecho inminente de muchas
maneras; ante todo pensó en una gran fiesta pública y en un recibimiento como había
visto una vez al tomar posesión de su cargo el nuevo burgomaestre, con banda de
música y las calles embanderadas, quizá también con fuegos artificiales; hasta
los camaradas de Knecht pensaban y esperaban lo mismo. Su anticipada alegría
era disminuida solamente por la idea de que él estaría quizá muy cerca del
grande hombre y no podría ufanarse ciertamente ante él, gran conocedor, con su
música y sus respuestas.” El juego de los abalorio Capitulo I. La Vocación,
traducción de Arístides Gregori, 38pp.
“Hay muchas clases y formas
de la vocación, pero el germen nuclear y el sentido son siempre idénticos: por
la vocación el alma es despertada, transformada o sublimizada de tal manera que
en lugar de los ensueños y las intuiciones de dentro surge de repente un
llamado de fuera, un trozo de realidad, y se apodera del espíritu. Y aquí el
trozo de realidad había sido la figura del Magister: el Magister
Musicae conocido sólo como lejana y venerable personalidad de semidiós,
como arcángel del más alto de los cielos, había aparecido corporalmente, había
ostentado ojos azules omniscientes, se había sentado en el taburete ante el
piano de estudio, le había enseñado casi
sin palabras lo que es la verdadera música, lo había bendecido y, luego, había
vuelto a desaparecer”. El juego de los abalorios, Capitulo La Vocación, traducción de Arístides Gregori 44pp.
Epílogo musical
Pero
en Hesse la música tenía un horizonte dorado, que iba más allá de una simple
musicalización, o destreza combinatoria de un juego. Reflexionaba sobre los
alcances y límites de la música y el lenguaje y la memoria. . En su
correspondencia con Carlo Isemberg,
anotaba Hesse: “Voy a instalar en la casa
un piano alquilado y te voy a rogar el favor de que hablemos a veces sobre
música. No quiero oír nada especial, sino avanzar así sea de un paso, en el
problema de saber si es posible reproducir por medios intelectuales o poéticos
a la música o su recuerdo. Así por ejemplo, ¿hasta que punto es posible
analizar con palabras la música clásica?
” (10)
Y en la anterior reflexión de Hesse, tenemos
reunidos alrededor del piano a Thomas Mann, y Marcel Proust, quienes también
tenían ese tipo de preocupaciones y habían intentado responder desde sus
novelas, y por diferentes caminos a esa
inquietud vigorizante, que era el ejercicio intelectual de llevar la palabra y
la música a sus últimos extremos, algo que también hizo James Joyce en su
Ulises. Que fructífera hubiera sido una conversación de tales proporciones.
Thomas Mann conocía y mantenía correspondencia con Hesse y había leído su
novela “El juego de los abalorios” y había comunicado a Hesse sus avances sobre
el “Doctor Fausto”. Mientras Proust,
como el músico Ventuil, tocaba su sonata para piano y violín. Y en este encuentro de grandes escritores
alrededor de un piano. Podemos establecer aunque sea un esbozo sobre sus ideas
musicales en relación a sus novelas. Para Mann el “Doctor Fausto”, es un mundo de
ideas hilvanadas por un compositor, que adquiere una impronta propia al ser
inspirado por una visión apocalíptica y demoniaca. Es pues la novela de Mann y
la composición Apocalipsis cum figurim
una Teología Musical Apocalíptica.
En Proust, su novela, la música solo aparece cuando hay que aparecer, desde ese
espacio de tiempo presente evocando hacia el pasado, en que la música como
puente sirve para el continuum de la
primera impresión sensible, una andadura
hacia la revelación personal, la recuperación del propio yo, la recuperación
del arte y la belleza, todo hilvanado en la recuperación de un Tiempo Musical. En Hesse llama la
atención que más que mirar hacia un futuro hipotético en que esta situada la
novela, es una idealización del pasado
medievalista, es pues una utopía regresiva, pero con todo Utopía Musical. Todos ellos, Mann, Proust y Hesse, vía la música y las palabras intentan en sus novelas atrapar
sensiblemente impresiones del Alma del
Mundo.
Notas bibliográficas
1. Paul Klee, (1879-1940) pintor suizo, de
padres músicos, Klee a los 7 años ya era un diestro violinista e incluso llego
a integrar un quinteto, pero decidió dejar el violín por la paleta de los
colores. Durante toda subida tuvo esa
amorosa relación entre música y pintura. Fue en sus inicios surrealista, paso
por el expresionismo, y termino en el arte Abstracto. 2. Rosa
Montero Así suena Thomas Mann, Suplemento Babelia, Diario El País, Madrid
25 septiembre 2010. 3. Los pasajes de Doctor Fausto
de Thomas Mann, son de la versión Plaza y Janes, traducción de J.Farran y Mayoral, versión Primera edición 1982. 4. Teo Sanz, El imaginario musical de Marcel
Proust. 5. El semiólogo musical J.J.Nattiez establece una relación
entre Parsifal y ciertos tramos de la novela de Proust especialmente en el
personaje de Charles Swann. La música y "En busca del tiempo perdido"
de Marcel Proust Revista Ñ, Diario EL Clarín, Estos paralelismos son frecuentes
en escritores que tenían a Wagner como su músico principal. También Nattiez,
estudia la influencia de los cuartetos de Beethoven en la obra de Proust. Por
su parte Timothy Martin estudioso de la
obra de Wagner y su influencia en James Joyce señala un paralelismo entre el
personaje Sigisfredo de Wagner y Stephen Dedalus. Tal adicción tenia también
Mann, con Wagner al que se refería al escribir su obra Fausto, como “Mi Parsifal”.
Así y cosa valida y nada extraño que estos grandes escritores hayan sacado
rasgos y gestos de músicos reales o imaginarios y construido acercamientos a
prototipos de sus héroes musicales. 6.Idem… La música y
"En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust Revista Ñ, El Clarin. 7. Walter Benjamin. “La obra de arte en la época de la reproductibilidad
técnica” (1936) 8. Para los
pasajes de la novela “A la búsqueda del tiempo perdido” de Marcel Proust,
hay dos fuentes, las correspondientes a Camino de Swann, Son de la obra completa
de “A la búsqueda del tiempo perdido”, versión digital Librodot.com 1893
pp. La segunda fuente para volumen V. La Perdida de Alianza Editorial, con
traducción de C.Berger.274 pp.9. El
extracto del pasaje de “El Juego de los abalorios”, es tomado de versión
digital. Traducción de Arístides Gregori,
Lectulandia.com. Editor Zorindar.10
Eco. Homenaje a Hermann Hesse (Revista), Número 195, Enero 1978.
Créditos
Bibliografía
Créditos de las ilustraciones y fotos (en orden de aparición)
Polifonía, (1940) Paul Klee
Foto Thomas Mann, Golo Mann
/Mare N.101
Sonido antiguo abstracto en negro, (1925) Paul
Klee
Foto M. Proust Marcel Proust || bookfans.net
El músico, (1937), Paul Klee, colección Felix Klee
Foto Hermann
Hesse. Martin Hesse Berna, Suiza. Hermann Hesse a pictorial Biography,
199pp.1979
Nueva armonía, (1936), Paul
Klee, oleo sobre tela, Museo Guggenheim, New York
Camino principal y caminos
secundarios (1929), Paul Klee, Museo Ludwig, Colonia, Alemania.
Ad Parnassum, (1932), Paul
Klee, oleo sobre lienzo, Kunstmuseum Berna, Suiza.
Libros
Doctor Fausto. Plaza
y Janes. Traducción J.Farran y Mayoral.1982,
622pp.
En búsqueda del
tiempo perdido. Volumen 7. El tiempo recuperado, traducción Consuelo Berges,
Biblioteca Proust. Alianza editorial., 2004, 221pp.
En búsqueda del
tiempo perdido. Volumen 5. La pérdida,
traducción Consuelo Berges, Biblioteca Proust. Alianza editorial, 274pp.
Eco. Homenaje a
Hermann Hesse (Revista), Número 195, Enero 1978.
Hermann Hesse a
pictorial Biography, Triad Panther. 1979, 238pp.
Pinguin Companion to Book Classical Music, Paul Griffiths, 2004,865pp.
Las obras
maestras de la música instrumental J.J Soleil, G.Lelong, Ediciones del Prado,
1992, 251pp.
Web
A la búsqueda del tiempo
perdido, obra completa.Virtual.Librodot.com
El juego de los abalorios, obra virtual Traducción
de1 Arístides Gregori.Lectulandia.com
Web/blog consultados
La música y “En busca del tiempo
perdido de Marcel Proust. Suma de Palabras, Blog Carmen Rosa Gómez. Tomado de Revista Ñ, 29 noviembre 2011. Acerca de la investigación
proustiana del semiólogo musical Jean-Jacques Nattiez.
Teo Sanz, El imaginario musical de Marcel Proust.21
marzo 2009
El alma musical
de Thomas Mann, Susana Gaviña, ABC cultural. El País.24 noviembre 2014
Thomas Mann: el problema del
artista frente a la vida (de Los Buddenbrook al Dr. Fausto) Margo Glantz. Biblioteca
Virtual Cervantes
Rosa Montero, Así suena Thomas
Mann, El País, sábado 25 de septiembre de 2010 Suplemento Babelia
Luz en el abismo: el Doktor Faustus
de Thomas Mann
Ni principio ni fin. Luis Castellví
Ni principio ni fin. Luis Castellví
Wikipedia, varias entradas.
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