PLAZA DE LAS PALABRAS en el marco de la celebración del octavo año de creación, presenta en su sección ENTREVISTAS, una conversación sobre la literatura y el cuento. ENTREVISTA realizada a MARIO A. MEMBREÑO CEDILLO* POR ÁLVARO CÁLIX. **
ENTREVISTA
OCTUBRE 2021
4146 Palabras
1. Usted ha publicado cuentos y artículos sobre crítica literaria, ¿con qué género se siente más a gusto y se identifica más?
De entrada advierto al lector que no soy crítico literario. Y que todos los comentarios en esta entrevista son exclusivamente como lector y de gozar de la sana e incierta afición por escribir ficción. Si he incursionado tibiamente en la crítica literaria, pero más por necesidad que por vocación o por aspirar a ser crítico. Las necesidades del blog Plaza de las palabras me han orillado a incursionar en ese campo tan complejo y delicado. Pero al contestar la pregunta, hay dos posibles respuestas: si es de gustos adoptó el cuento porque está más estrechamente vinculado con el poder de creación. Sin embargo, desde una teoría del conocimiento. La crítica literaria siempre ha sido, es y será un complemento válido y beneficioso para el arte de narrar.
2. Respecto de su aprecio por los clásicos, una vez usted me mencionó, años atrás, una frase que se le atribuye originalmente a Isaac Newton: “estar subido en hombros de gigantes”, ¿cuáles son esos principales gigantes de la literatura que han orientado su andar en este oficio?
Es una frase que en un sentido muy general se refiere al hecho de la tradición y las influencias. Si bien originalmente fue pensando en la ciencia, también es un axioma válido para la literatura. Es la trasmisión del conocimiento y también el reconocimiento que nadie nace escritor por generación espontánea, el conocimiento siempre es un aprendizaje sobre lo que crearon otros que estaban antes que nosotros. Nadie puede negar la tradición, T.S.Eliot nos habla de ello.
Para mi hay tres niveles de influencias; la primera influencia es la lectora, comprometida con el gusto por la lectura. El placer del texto a lo Roland Barthes. En esa tendencia podría citar a escritores seminales y que leí por puro placer: Hesse, Camus, Borges, Poe, Chandler, Rulfo, Kafka, Dostoievski, y hasta Sartre. En poesía, unos cuantos: en español José Santos Chocano, Pablo Neruda, en ingles John Keats y Walt Whitman. La segunda influencia es la formativa, los profesores que uno ha tenido en el Colegió o universidad. En ese contexto me beneficié de un puñado de muy buenos profesores, tanto en el campo literario como académico o intelectual. Entre otros en la UNAH: Matilde Asensio de Cruz (QDDG) de origen español, Julio Escoto hondureño, Marcina Márquez de origen mexicano, Ramón Oqueli (QDDG), hondureño y en Chile, Claudio Collados profesor de la Academia Diplomática Andrés Bello de Chile.
La tercera es la influencia instrumental, más relacionada directamente con mis cuentos, ya sea: el lenguaje, la temática, la técnica o el estilo. Ahí citaría a Cortázar y a Kipling, y en menor medida a Hemingway; aunque diría que la influencia de ellos ha sido más de visión, que de estilo. Sin embargo, estoy consciente que en algunos de mis primeros cuentos se puede adivinar cierta influencia de Cortázar. Vale la pena acotar que antes de escribir ficción cultivé el ensayo y los artículos periodísticos en el Diario El Heraldo, en una sección muy gustada: Página 10. Luego en mi vida profesional, por razones de trabajo, pase al ensayo académico y técnico. En ese campo y género tengo varios libros como autor y también en coautoría.
Agrego también un gusto por leer poesía, y algo he aprendido de tanto merodearla. De tal suerte que al escribir literariamente tuve que enderezar mi forma de escribir. No sé si lo logré plenamente. En todo caso creo que soy un híbrido entre la prosa argumental propia del ensayo y la academia y la prosa ficcional propia de la literatura. Sin embargo, creo que soy un autor moldeado más por la academia que por la literatura, pero me gusta más la literatura que la academia. Ambos campos se han visto beneficiados por una saludable sinergia y una amable complicidad.
3. Se dice que detrás de un cuentista hay una teoría personal sobre el cuento, también sabemos que los géneros no se mantienen puros y que con el tiempo sufren mutaciones que van cambiando hasta cierto punto el canon literario. ¿Cómo define usted el cuento y cuáles son los parámetros o rasgos principales que lo deben caracterizar para que este mantenga su identidad y eficacia narrativa?
Sobre cuentos y teorías del cuento se ha escrito bastante desde los tiempos de Poe. Quiroga nos legó un buen decálogo; y Cortázar también cargaba en su mochila un cuerpo teórico para explicar sus cuentos y teorías literarias. Más actuales son las teorías del cuento de Ricardo Piglia. Aun así, no creo que haya una receta universal válida para todos. Y si la hay no durará mucho en pie. Mis cuentos no obedecen a una teoría en particular, la mayoría de mis cuentos los inicie espontáneamente o intuitivamente. De algunos ni siquiera sé cómo se me ocurrieron o de dónde salieron las ideas germinales, ni cómo acabaron siendo cuentos. Inicialmente no fechaba mis relatos, así que todo queda en un pasado remoto y borroso. Tampoco escribo por arrebato o inspiración.
Sin perjuicio de lo que antes he dicho, existen criterios básicos que siempre mantengo en mente. Para el escritor tiene que ser interesante lo que escribe. Debe escribir más orientándose a conectar lo local con las ideas universales. Debe haber misterio, debe haber una epifanía, debe haber algo que no sabíamos o que si lo sabíamos no lo entendíamos tan bien. Por otra parte, el escritor Piglia, nos dice que un cuento “es un relato con otro relato secreto adentro”. Luego nos habla de las “dos historias simultáneas” que se van tejiendo en el relato.
Estas ideas de Piglia nos hacen recordar la teoría del iceberg de Hemingway o el dato escondido de Vargas Llosa. Coinciden todas las teorías anteriores en un hecho fundamental: el ocultamiento. No obstante, así como no se puede contar todo, tampoco se puede explicar todo. Asimismo, ese ocultamiento, no nos debe necesariamente llevar pensar que en todo cuento tiene que haber algo por descubrir. Pero si es imprescindible que en el cuento haya algo con lo cual el lector se identifique o algo que le conmueva, o bien algo que le haga reflexionar sobre algún pedazo hermoso o maltrecho de la vida. Adicionalmente, el cuerpo narrativo debe estar imbricado de tal forma que la forma de narrar siempre sea inteligente y persuasiva. para mi el proceso mental de escribir es fundamentalmente un acto de inteligencia.
En cuanto al estilo, siempre estará más ligado a la manera en que se cuenta una historia. La división del trabajo entre lo qué se cuenta y cómo se cuenta se ha inclinado últimamente hacia el “cómo”, sobre todo porque los autores modernos en su afán rupturista han querido hacer una reflexión desde el lenguaje. Esto supone una dicotomía entre lo que es la forma pura de la ficción -que es la tradicional- y la erosión de ésta a costa de construir la ficción a partir del lenguaje. En ese contexto, tanto la introspección personal como el rincón autobiográfico es un recurso muy utilizado. Para finalizar, el estilo está muy imbricado con la manera personal de percibir el mundo y el fenómeno literario. Piglia una vez dijo que Proust, Joyce y Faulkner, no escribían con ese estilo por estilo, sino que ellos escribían así porque ellos eran así.
4. Por lo que he visto, usted se identifica más con los cuentistas clásicos del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, pero igual le quiero preguntar ¿qué escritores y obras en Latinoamérica y el mundo le han llamado la atención por su calidad en las últimas décadas del siglo pasado y primeras del siglo XXI?
Más que citar nombres de personajes relevantes ya leídos o que me atrevería a recomendar, citaría algunos escritores que a mi me gustaría leer más. A Paul Auster, Juan Villoro, Jorge Volpi, Cristina Peri Rossi. Úrsula K. Le Guin. El novelista G. Sebald y el fenómeno literario de Roberto Bolaños. Debo decir que descubrí tarde al crítico George Steiner y sus aportes de literatura comparada, como también descubrí tarde al polifacético Ricardo Piglia, novelista cuentista, crítico y ensayista, singular por sus ejercicios mentales para allanar fronteras entre géneros literarios. Y de Honduras me gustaría leer más del escritor Marcos Carias, que me parece ha sido uno de los escritores más completos: ensayo, historia, novela y cuento. Sin embargo de ninguno de los autores anteriores conozco sus obras, en realidad solo tengo indicios de su talante y de sus enormes talentos literarios.
Una última observación, de Piglia, por su manera de relacionar el ensayo con la ficción, me gustaría leerlo más y profundizar en su obra. Hace poco leí algo de él, decía que Paul Valery había afirmado que El discurso del método de Descartes, se podía leer como si fuese una novela y que esa había sido la primera novela del mundo. Luego decía Piglia, que los estudios psicológicos de Freud también podrían tener la pauta de una novela. Entiendo ese borrar de fronteras entre géneros, y ese tipo de procesos mentales tanto en la escritura como en la lectura, y comparto esos ejemplos de Valery y Piglia, porque hace décadas leí Los hijos de Sánchez, obra sociológica de Oscar Lewis, y lo hice leyéndola como si fuese una novela.
5. Sé que ha leído cientos de relatos, pero le pediría que me mencionara algunos, por diversas razones, están en su pódium personal.
Creo que podría hacer una antología, y siempre sería injusto con muchos autores. Aun así quizá apostaría por cuentos de Kipling o Cortázar. De Kipling El jardinero o They o Los constructores de puentes, solo para citar tres. De Cortázar podría citar un puñado de cuentos que me gustan. Pero me quedó con uno de sus primeros relatos La casa Tomada, y también con ese otro cuento, simetría gótica de la imaginación que es La noche bocarriba, y no dejaría de mencionar su cuento de madurez narrativa El perseguidor.
De Borges, uno que quizá sorprenda: Emma Zunz, por su acoplamiento de la plasticidad humana y la trama narrativa. Es una situación no solo probable sino narrativamente convincente. De los escritores mexicanos me gusta esa narrativa casi cinematográfica de En la playa de Salvador Elizondo. También ese magistral cuento quizá kafkiano de Juan José Arreola: El Guardagujas Y de postre La cena, por esa prosa nítida y movible contra reloj que plasma Alfonso Reyes. Por otra parte, me hicieron reflexionar los cuentos El ángel caído de Cristina Peri Rossi y El peatón de Ray Bradbury.
Hace mucho tiempo me conmovió por su desolación futurística El verdadero amor de Isaac Asimov. Me gustan los cuentos de J.D. Salinger, mi preferido es Para Esmé, con amor y sordidez. De Chever me gusta El nadador, por lo increíble de la situación planteada y la agilidad argumental del discurso. ¿Algo ha pasado? Cuento de Dino Buzzati, por el manejo del contexto sin llegar a un punto focal concreto, metafísicamente es la nada en el todo. Por su realismo existencial, me gustó Bienvenido, Bob de J.C. Onetti. La tercera orilla de Joao Guimarães Rosa por su impronta naturalista siempre al acecho y su sugerente imaginación abstracta.
Fiesta en el jardín de K. Mansfield, por la viveza de los personajes y lo contrastante de la escenografía humana, y me gustaron un par de relatos de Virginia Woolf: los provocativos: La marca en la pared y La casa encantada, precursor de la Casa tomada de Cortázar. Hay dos más del realismo naturalista norteamericano que siempre me han fascinado, Enciende una hoguera de Jack London y El hotel azul de Stephen Crane, ambos cuentos magistralmente narrados, el primero con su bien ensamblada mancuerna entre el realismo visual y la palabra en acción; el segundo una muestra ejemplar de la técnica impresionista.
De una gran cuentista Flannery O’Connor, me quedo con Un hombre bueno es difícil de encontrar, por su conducción magistral entre el suspenso psicológico y la solvencia narrativa. De Isak Denisen me decanto por uno de sus cuentos no tan citados, pero de gran calidez humana, y que recuerda al Corazón sencillo de Flaubert, y anticipa a Los Buenos Servicios de Cortázar. Me refiero a El festín de Babbette. Cuento llevado exitosamente al cine, una de las películas favoritas del actual Papa Francisco. Y finalmente Quizá uno de los cuentos que más me ha impactado fue Los muertos de James Joyce, con aquella escena memorable de Greta al pie del descanso en la escalinata cuando escucha una tonada que le recuerda a un joven que murió de amor por ella y un final para fin del mundo. De otros grandes cuentistas, tales como Maupassant, Poe, Chejov Kafka, Faulkner o Rulfo no citó ningún cuento porque toda su obra es muy pareja y todos sus cuentos son materia obligada de todo escritor.
Y de los cuentistas hondureños disfrute de los cuentos de El Arca de Óscar Acosta; y siempre he valorado la cuentística novedosa por su temática en Una bajada al cielo y otros cuentos de Roberto Castillo, y El cuento de la guerra por el experimentalismo de forma y lenguaje de Eduardo Bähr y La balada del herido pájaro por la destreza narrativa y el oficio siempre meticuloso en el uso del lenguaje de Julio Escoto.
De los cuentos hondureños que he leído y que me han gustado, aunque sigo en deuda porque me faltan toneladas por leer. Mencionaré unos cuantos, por su sugerente proyección La amenaza invisible de Arturo Martínez Galindo; por el intento de medir la oscuridad Ella y la noche de Mimí Díaz Lozano; por el retrato convincente de los personajes Día de Bodas de Marco Carias. Por su inventiva y construcción de escenas La primera historia del fotógrafo loco de Julio Escoto. Por su combinación de un tema borgiano salpicado con el lenguaje barroco de Alejo Carpentier, Codicia de Leticia Oyuela. Por su fluidez y convicción lingüística, Los héroes de la fiebre de Eduardo Bähr. La dignidad de los escombros de Jorge Medina García, por su doble retrato hablado de una situación social y de una escena móvil rematada con un final narrativamente acertado. Por su inventiva simbólica La última aventura del pájaro travieso de Jorge Luis Oviedo. Por crear una versión nueva del tema clásico de Pigmalión Proyecto Amante de Rebeca Becerra. Y El Puerto azul de Álvaro Calix, por sus pinceladas impresionistas. Finalmente, por su temática desde un fluido y convincente narrador en segunda persona, Memoria de esculturas de José Antonio Funes Torres.
Ahora bien, si tuviera que elegir solamente tres cuentos de todos los tiempos de la cuentística hondureña, tanto porque me han gustado o por la sobriedad de su escritura, seleccionaría por su economía verbal y final descarnado e imprevisto La mejor limosna de Froylán Turcios; y por su simbolismo cotidiano y acierto de lenguaje, a la par de la mejor prosa narrativa de Alfonso Reyes, La calle prohibida de Pompeyo del Valle, y finalmente por su convicción narrativa y fluidez sugerente de tráfico entre la ficción y la realidad, Cuando se llevaron la noche de María Eugenia Ramos.
6. ¿Cómo describiría usted la evolución del cuento hondureño?, es decir, principales autores, etapas, temáticas y estilos… Y, en particular, ¿coincide o discreparía con quienes sostienen que el cuento hondureño se quedó rezagado respecto al desempeño de la poesía nacional durante finales del siglo XX y primeras décadas del XXI?
De la primera parte de la pregunta, quizá más adelante escriba un mini ensayo para el blog para plasmar unas cuantas ideas sobre la cuentística hondureña. Por ahora mis conocimientos sobre la temática son algo limitados porque de la actual generación de cuentistas conozco muy poco. En cuanto a la segunda parte de la pregunta es indudable que hay un rezago de la prosa narrativa respecto a la poesía. Pero ese rezago ha existido siempre. Hay una creencia general que todos tenemos algo de poetas. Pero nadie diría que todos tenemos algo de cuentistas y menos de novelistas. En general, ese rezago entre la poesía y la prosa se ha nutrido mucho de las percepciones. Por ejemplo, la palabra “cuento” ha sido muy maltratada y a veces hasta vulgarizada. Dicen por ahí que nadie se cree ese “cuento”. Muchos de los primeros cuentistas también oficiaron la poesía. El cartel de “El poeta” tiene buena aceptación, a casi nadie se le dice “El cuentista”, pero sí suena bien “El novelista”. Así muchos críticos coinciden que el cuento nunca tendrá la popularidad casi democrática de que goza la poesía, ni mucho menos portará el elegante prestigio de la novela.
Consecuentemente, el cuento, en un sentido muy general, ha tendido a considerarse como un paso intermedio más que un fin. Una escritora que desde su propia habitación entendió bien eso, y tenía muy claro lo que estaba haciendo fue Virginia Woolf, siempre concibió sus relatos como una especie de entrenamiento o un ensayo para depurar personajes o experimentar micro técnicas literarias. Sus relatos fueron para ella lo que Susan Dick llamó «piezas de aprendizaje», para luego brincar a la novela. No obstante hay una fuerte tradición a favor del cuento en el mundo anglosajón y en Hispanoamérica, la ha habido y la sigue habiendo sobre todo en Argentina y Uruguay. Hay algo que coyunturalmente favorece el cuento y es la pandemia. Y que los lectores cada vez más, quieren leer relatos o narraciones más cortas. Lo anterior combinado con iniciativas novedosas de editoriales independientes, son factores que pueden contribuir a potenciar el cuento.
7. Usted ha publicado un libro de cuentos, pero sabemos que tiene varias obras inéditas, ¿piensa usted publicarlas?
Sí y no. Me explico… Por supuesto que me gustaría publicar mis obras, porque hasta el momento soy autor de un solo libro de cuentos, pero tal hecho tampoco me apena. Rulfo solo publicó un libro de cuentos. Sobre publicar mis obras inéditas, a veces no tengo ni el tiempo ni los medios para hacerlo. De hacerlo sería satisfactorio para mí y contribuiría aunque sea un poquito al acervo del cuento hondureño.
Sin embargo, la publicación de mis obras no es algo que me obsesione. La literatura, sea como lectura o como escritura, para mí es como jugar ajedrez o quizá como escuchar música clásica. La literatura no tiene porqué imponer un altar sacrificial o exigir un culto especial. Ernest Hemingway se suicidó aun habiendo ganado el premio nobel de literatura. Hay cosas más importantes en la vida que la literatura. Es un mito creer que la literatura salva. Y por lo tanto, el que se ha metido a ella creyendo eso, mejor que se dedique a otra cosa. Lo que ciertamente si ha hecho la literatura es enterrar a muchos. Y los ejemplos abundan. Ni la literatura ni el arte salvaran al mundo, pero sí pienso que ambos ayudan a una mayor y mejor comprensión de la humanidad y el cosmos. Pienso que el arte y la literatura son una gran vía para el aprendizaje y la reflexión. Y también ha servido y seguirá sirviendo como una gran vía de denuncia de situaciones injustas o reivindicativas. Los ejemplos sobran, aquí no más a la vuelta se tiene el caso del escritor nicaragüense Sergio Ramírez.
En cuanto a mis obras inéditas tengo dos proyectos a mano: Alfonsina, miniaturas y otros textos, que reúne un cuento experimental, sumado a una serie de minificciones y otros textos no tan extensos; y Cuentos Iluminados, que reúne siete cuentos con temática hondureña: lencas, garífunas, pescadores, migrantes, el Mitch, Olancho. Ambos libros están en etapa de revisión final, pero sinceramente no sé cuándo los publicaré.
8. ¿Cuál es el cuento de su autoría que usted considera destaca sobre el resto de su obra?
La Provenza en la pampa es uno de los cuentos que más me gusta y uno de los mejor logrados, es un cuento en que se produce un desdoblamiento tanto de los personajes como del espacio geográfico entre la Provenza, Francia y la pampa argentina. Y está incluido en mi único libro de cuentos publicados La orientación de la mirada (2012). Sobre Honduras tengo dos cuentos que mencionaría y que ya han sido publicados en medios virtuales: Las casas eran blancas y de madera, y El Último Lenca, aunque ambos cuentos con el tiempo han sufrido modificaciones en relación a sus versiones originales. Son relatos con temática garífuna y lenca respectivamente.
Desde el cuento experimental siempre me ha gustado Alfonsina o la cosa más extraña, relato que se desarrolla en un totalmente ficcional parque O’Higgins en Santiago de Chile. Y La playa, un texto experimental que se ambienta en el pacífico mexicano y que fácilmente podría leerse como un cuento. Creo que una de las versiones la publique en el blog. Tengo otro cuento que me ha gustado pero es inédito, El águila bicéfala, narración intrincada sobre la migración, puesto en escena aquí en Tegucigalpa y que termina en Nueva York, y que forma parte de Cuentos Iluminados.
Y por último, también citaría dos cuentos más, ambos inéditos e incluidos en Cuentos Profanos, me refiero al cuento La transfiguración una especie de ficción universal sobre un naufragio, una isla terrorífica y una experiencia onírica de un chico que termina en un final feliz en el Yankee Stadium de Nueva York, y cuyo final es «el juego estaba en el noveno inning y Babe Ruth iba al bate». Y el otro, un cuento muy extenso con casi nueve mil palabras, Campo de orquídeas, narración que se vuelca sobre la vida misteriosa y alucinante de un poeta que escribe una extrañísima poesía, y la de un ex sacerdote jesuita que es crítico literario y detective aficionado, y que por la extrañeza del caso decide seguirle la pista literaria al poeta. Este es uno de los cuentos que más me gustan por su inventiva y la voz convincente del narrador.
9. También usted tiene un gran aprecio por la pintura, la poesía y la crítica literaria, ¿de qué manera estas expresiones han enriquecido su formación y perspectiva de escritor (en especial para cultivar el relato)? Por cierto… me parece que la novela no es uno de sus géneros favoritos, ¿estoy equivocado en esta apreciación?
Siempre he tratado de comprender el arte desde una visión de conjunto. Por supuesto, todo escritor se enriquece con el cultivo o apreciación de la pintura o de la fotografía, como también se beneficia del abordaje de los diversos géneros literarios. Siempre será saludable intentar conjugar diferentes disciplinas artísticas o ejercitarse en diferentes géneros literarios. Sorprendentemente Hemingway estudió a Cézanne; en sentido contrario, un pintor como Joan Miró, que además era muy amigo de Hemingway, decía que en su obra pictórica no había distinción entre la poesía y la pintura.
No hay duda que Hemingway aprendió mucho de cómo escribir, al mirar y estudiar pinturas. En una relación más afín, el mismo consejo le dio el gran fotógrafo mexicano Alejandro Álvarez Bravo a su alumna Graciela Iturbide, que para tomar fotografías estudiará la pintura. A mí, la pintura siempre me ha gustado, crecí viendo pintar a mi madre que era una apasionada de la pintura. Soy un gran aficionado de la pintura y la fotografía.
10. Finalmente, ¿qué ha significado para usted la creación del Blog La Plaza de las Palabras?, ¿cómo evalúa la aceptación que ha tenido el mismo en el mundo literario hondureño y también fuera del país?
El antecedente fue una revista digital Guaraluna, era gratuita y la enviaba por email a los amigos y escritores. Hay que decirlo, esa iniciativa no tuvo mucho eco, y solo se hicieron dos ediciones. Con el tiempo pensé en un blog, no quise hacerlo de manera individual como se estila en nuestro medio, así que invité al escritor Álvaro Calix, con el que además de unirnos una buena amistad, compartimos la afición por la literatura, especialmente la cuentística. Y entre los dos le pusimos Plaza de las palabras. La primera opción fue La Estación de las palabras, pero ya había un blog con ese nombre, probamos un par de opciones más, y al final nos quedamos con Plaza de las palabras.
Finalmente, creo que Plaza de las palabras se ha caracterizado por hacer una imbricación entre la literatura universal y la literatura hondureña. Una combinación entre el poder de la palabra y el poder de la imagen. Como consecuencia ha contribuido a fortalecer una visión más integral y amigable entre el arte y las letras, y a intentar un balance más comprensible de la literatura hondureña con la literatura mundial. El blog, en la medida de lo posible, ha respaldado las obras de los autores nacionales o extranjeros con comentarios y valoraciones críticas. Igualmente el blog ha contribuido al acercamiento de los lectores a notables escritores de la literatura hondureña, latinoamericana y mundial. Y en menor medida el blog también, ha servido como un medio para dar a conocer la cuentística y poemas de Álvaro Calix y mis ficciones.
*MARIO A. MEMBREÑO CEDILLO.
Escritor hondureño. En el campo de las ciencias sociales e investigación tiene varios libros publicados. Mientras que en el campo de la literatura ha publicado un libro de cuentos, La orientación de la mirada, 2013, y tiene varios más inéditos. Es cofundador del blog Plaza de las palabras y coordinador del mismo desde su creación en el 2013. Actualmente reside en Tegucigalpa, Honduras.
**ÁLVARO CÁLIX
Escritor y poeta hondureño. Doctor en Ciencias Sociales. Ha publicado dos libros de cuentos La plaza de los poetas, 2006, Ariana y la burbuja, 2014 y uno de poesía: Poemas vueltos, 2020. Cuenta con varias publicaciones y ensayos, publicados en el área de investigación social en diversas revistas y medios virtuales. Ha ganado varios premios en el campo de la cuentística. Cofundador del blog Plaza de las palabras y colaborador permanente del mismo, actualmente reside en Quito, Ecuador.