J. Enrique Cardona Chiapas: hay un reflejo vital entre poesía y poeta
Entrevista por Salvador Madrid (Escritor, poeta, gestor cultural y critico literario Hondureño)
El poeta J. Enrique
Cardona Chapas. Fuente de foto (no hay fuente en el original)
J.
Enrique Cardona Chiapas:
hay
un reflejo vital entre poesía y poeta
La poesía de Cardona Chapas indaga la
trascendencia humana ante el silencio, el hastío, la imposibilidad y la muerte.
Ese otro que va por la ciudad no es
un fantasma para el poeta, y si lo es, sin duda arrebatado a sido, salvado o
simplemente nombrado del modo más humano en el poema. Esa sería la imagen para
acercarnos a la poesía del poeta J. Enrique Cardona Chapas en su primer libro
“Los dobles espejos” (1995), un libro que traza una mirada lejana sobre los
días bajos entre la guerra fría y la quejumbre del hastío de cierta deriva
ideológica de la década de mil novecientos noventa. Una poesía transparente,
descriptiva, pero honda, y ese su acierto esencial: el ritual íntimo entre la
realidad y quien la nombra, una furia agazapada, una ternura cuya vocación se
contiene entre el pánico de los días difíciles. En cierto modo esta poesía es
silencio y testimonio del silencio “sólo
existe el vacío enorme/ de un tiempo ahogado en cenizas/ y el deseo/ de
abandonar esta ciudad por otra ciudad/ como una ausencia en otra ausencia.”.
Y Cardona Chapas
es de ese modo, silencioso; así ha trazado su mapa personal en estos últimos veinte
años, buen lector de literatura y filosofía, esas son sus mayores inquietudes,
sus saltos mortales de Homero a Hördelin a Pond a Kavafis a Broch, la
insistencia en los retazos que tenemos de sus apreciaciones sobre Edilberto
Cardona Búlnes; ha hecho su trabajo reseñando en artículos sus apreciaciones de
un modo honesto como un lector que a nadie quiere iluminar, sino más bien
encontrar entre el azar esas otras preguntas que alumbren su silencio.
Su segundo libro
“La ruta del hastío” (2006) es la vuelta a encontrarse con aquel camino de sus
primeros poemas o de sus primeras inquietudes y temas; sólo que es una poesía
aún más personal, absorta en si misma pero no como acto literario, sino
revelando en ese tono conversacional y reflexivo de sus poemas breves, un mundo
más complejo aún, porque no sólo retratan estados mentales o emociones, sino
que se aferran a la reflexión; en cierto modo materializan experiencias o
instantes que no se evocan con inmediatez, sino que han sido sopesados en la
duermevela de la conciencia; es así que la poesía de Cardona Chapas, está lejos
de la acumulación de reflejos primarios de la realidad como materia prima del
texto o como sorpresa, es más bien otra cosa: la suma de indagaciones y
reflexiones sobre qué cosas o qué instantes pueden ser trascendentes para el
hombre, y la trascendencia aquí no quiere leerse como eternidad, sino como
juicio vital para encontrar más allá de la apariencia aquello que podemos
salvar o que puede salvarnos para otra vez creer aunque al final seamos apenas
unos seres que alimentamos el corazón para darlo de carnada a la muerte. En su
poema sobre Hamlet, Cardona Chapas lo dice mejor, con desdén y humor: “una
seria calavera/ con una seria sonrisa eterna” y luego en un verso aislado,
redefine el lugar exacto, la geografía espiritual donde hemos sido convocados:
“junto al insepulto cadáver de la felicidad”.
Les dejo fragmentos de una entrevista
con el poeta J. Enrique Cardona Chapas y una muestra de su poesía.
¿Cuáles serían los momentos
emblemáticos de su primera cercanía a la poesía?
Es difícil. No puedo decir en qué
momento tuve claro el hecho de escribir poesía, pero si puedo decir que cuando
empecé a leer poesía con una conciencia clara en los albores de la
adolescencia, lo hice con una emoción que ahora me siento incapaz de concebir.
Cernuda, Guillén, Eliot, Stevens, Kavafis, Ungaretti, Montale, Pavese, Pound,
Jiménez, Neruda, Vallejo, Paz, Jaime Sabines, y muchos más, eran las puertas de
un cielo onírico, estético, difícil de sintetizar.
¿Qué poetas hondureños son
importantes para usted, ya que de algún modo motivaron sus inquietudes?
Guardo mucho agradecimiento con
varios poetas hondureños, en distintos momentos, porque me ayudaron a descubrir
una vocación poética y una vocación intelectual, y aunque ahora, muchos de
ellos naveguen personalmente por rumbos distintos, es imprescindible mencionar
para mí, a Livio Ramírez Lozano, José Luís Quesada, Rigoberto Paredes, José
Adán Castelar, Galel Cárdenas, Nelson Echenique y David Díaz Acosta,
y en un proceso de amistad, desde la poesía a un conocimiento más amplio en el
saber humano, a Segisfredo Infante. Como bien lo fue Ramón Oquelí que no fue
poeta, pero en su biblioteca era común la buena poesía contemporánea y su
sabiduría poética era igualmente asombrosa ya que era uno de sus placeres
constantes.
“Los Dobles Espejos” es su
primer libro. No encontramos en él un centro definido ¿A qué se debe?
“Los Dobles Espejos” es como el
primer pecado de todo escritor joven que se atreve a dar luz sus primeros
intentos literarios, sin que se tenga claro muchos aspectos poéticos y ni
siquiera una posición intelectual frente a la existencia. De ahí que pueda
resultar tan diverso sin una especie de centro discursivo, tal vez
de emociones dispares. Aunque de hecho la pluralidad en un contexto intelectual
más amplio es vital para no repetirse.
Pienso que el libro se construyó como
la suma de una producción dispuesta al azar, y en distintos tiempos; esa imagen
se determina a primera vista, aunque tal detalle le da riqueza al libro.
Puede decirse que es un reciclaje
poético de la adolescencia en un espacio de cinco o seis años (tenía veintidós
cuando se publicó). La aparente distancia temporal son los avances en el
conocimiento o en la forma de escribir poesía, con ciertos intereses enfocados
hacia la realidad circundante, muy por encima del ensueño o la pura cursilería
estética, que se viene dejando atrás de cada poema o página.
Creo que su libro “Los Dobles Espejos” es
heredero directo de las poéticas hondureñas de los setentas y ochentas, aunque
evoluciona en su manera de enunciación.
Si se fija uno quienes son los
primeros poetas que lo orientan no es tan fácil sacudírselos. Desde los libros
que te prestan a la opinión de cada uno sobre lo que es la poesía y cómo y qué
tema debe escribirse. Los poetas que he mencionado eran los únicos por los
cuales se podía tener acceso a la buena poesía, pero una poesía acorde a sus
intereses poéticos. Más allá de estos préstamos de libros, las librerías
nuestras no han sido de mucha ayuda para los intelectuales con afanes más
serios, o con el deseo de conocer otras poéticas. De igual manera no soy tan
ordenado, ni lo era para solicitar libros al exterior como lo hacen otros
intelectuales hondureños para estar al día con lo que sucede en el mundo de la
literatura. Mi conocimiento como que va más lento. De ahí que no haya otra
herencia poéticas más que esa.
Nos habla de su producción literaria
inédita
Pozo vacío con ideas que solo
revolotean, versos aislados que no son llevados al papel. Más prosa que verso,
más artículo que poesía y en un proceso de reordenamiento de intereses
intelectuales es lo que me mantiene sin obras inéditas y más con hojas volantes.
¿Cuánta atención debe mostrar el
poeta respecto a la técnica?
La técnica es vital ya que le permite
al poeta evitar el facilismo, el cual se confunde muchas veces con la sencillez
o la espontaneidad poética.
Es posible que por venir de una
poesía como círculo cerrado me sienta más a gusto con cierta técnica de
lenguaje y expresión precisa. Pero depende de igual manera de las formas en que
se encierre la expresión poética para obtener una mejor atención de cualquier
lector, que no sea la mera experimentación sin las reglas precisas para
violentar ciertas normas. De hecho el crítico Francés Jean Cohen dice que el
lenguaje poético es un anti código del lenguaje normal, depende solamente del
escritor romper esos códigos a través de sus técnicas personales.
¿La experiencia de vida del poeta y
la poesía conviven en franca armonía?
Desde luego, hay un reflejo vital
entre poesía y poeta. El poeta escribe lo que siente, o escribe lo que
aparentemente el mundo necesita. O se involucra en los viejos y nuevos temas de
la humanidad para sentar su propia visión personal. Lástima grande
resulta que el poeta en el mundo actual vaya perdiendo su halo de misticismo,
de misterio o de gurú y a la par surjan otros dioses peligrosos para el ser
humano.
¿Con qué poetas siente cercanía
generacional?
Con Fabricio Estrada, Salvador
Madrid, Heber Sorto, Elisa Logan, Nelson Echenique, Rebeca Becerra, Rodión
Amadeus, Yovani Rodríguez, Gustavo Campos, y además con otros cercanos a mi
generación entre poetas y prosistas como José D. López Lazo, Leonel Alvarado,
José Antonio Fúnes, Nery Alexis Gaitan, y David Díaz Acosta.
¿Qué piensa de las
relaciones generacionales en Honduras?
No las veo tan claras más allá de las
amistades personales.
¿Hay alguna especie de compromiso
entre el escritor y sus lectores?
Debe haberlo en el sentido de la
calidad, de la producción y de la madurez para resaltar los intereses humanos,
fuera de todo didactismo y de la autoayuda.
Hemos leído algunos trabajos suyos
sobre la obra de Cardona Búlnes, es de los pocos escritores que constantemente
hacen memoria de tan emblemático poeta…
El ensayo sobre Cardona Búlnes es un
primer intento auspiciado por la intuición. Una calca a una obra que insinúa
muchos ángulos para el estudio erudito y para la crítica literaria. Quizás en
el futuro con mejores armas intelectuales y el acceso a la obra inédita se
perfeccionen esos intentos y recordatorios. Pero me interesa la poesía
hondureña escrita desde los sesenta del siglo pasado a la época actual para
escribir un ensayo panorámico, como también aquellos poetas que por el mero
goce estético nos preceden en la historia literaria como Molina, Domínguez,
Cárcamo, Fontana, Paz.
POEMAS
DE J. ENRIQUE CARDONA CHAPAS
LA CIUDAD QUE HABITAS
Miras la ciudad
al borde del paraíso
es una sombra deslumbrante en
tus ojos.
Llevas su máscara.
Conoces las madrigueras de los
lobos,
el harem donde remojan su
corazón de ternura
y la hora exacta del
escándalo.
La limpidez de los
escaparates,
la calma engañosa de los
parques públicos
y el insomnio de las estatuas.
Los días no tienen fin ni
comienzo
sólo existe el vacío enorme
de un tiempo ahogado en
cenizas
y el deseo
de abandonar esta ciudad por
otra ciudad
como una ausencia en otra
ausencia.
HASTÍO
Los huesos del alma
triturados.
La vida sin su espejo
y el mundo visto sin
espectador
semeja otra vez el vacío
cuyo oro no me sirve
mientras acuno la morbidez del
perezoso,
del cadáver falto de ternura
buscando erguirse como una
exhalación,
con su frío desdén
y esta manera de respirar
y morir con los ojos abiertos.
III
El joven príncipe Hamlet
ve que el destino es un bufón,
una seria calavera
con una seria sonrisa eterna.
Inventa la locura
para burlar los designios
y saborear la venganza
si es que la venganza
se puede saborear.
El juego de dados:
el azar nos es coraza
y el veneno, frío, espeso,
inevitable,
entraña en la sangre
y su muerta memoria,
no escuchará al fin las honras
y las glorias
del príncipe extraño.
OTOÑO
Se desprenden hojas secas de
tu cuerpo.
Basta ponerse debajo para
clamar
tu asfixia.
Entonces amo tu desnudez
esa transparencia única tras
la cortina
que adopta formas deleitosas.
Algo estalla como un mar
furioso
dentro de tu vestido falso.
Advierto perfumes que conducen
con ojos ciegos a ese monte
vertiginoso.
Eres tú, mía
abierta
para ahogarme en esa morada
lejos de las bestias.
AYER EN LA TARDE
En los huecos de los barrancos
escuchaba risas llantos
confusiones
y vi las serpientes
encantadas.
Las dulces mesas fueron de
pájaros alegres
y me preguntaba por qué borran
las imágenes
sudadas en las vidrieras.
Gritaba mi nombre en lo alto y
no había eco.
Recordé una niña que iba
sonriendo por las calles
y al ver mi rostro sus ojos se
volvieron tristes.
Ayer en la tarde en un canto
decía:
¿Qué estoy haciendo aquí?
POEMA PARA RECORDAR UN DÍA
Amaneció.
Un fantasma ronda cerca como
un ángel.
Los perros llenaron la
oscuridad de lamentos
después de husmear los
demonios.
A través de un cristal
polvoso,
miro el mundo donde nací
una mañana de cometas fugaces.
Entro al umbral de una mansión
donde no hay habitantes
sino candelabros de un fuego
íntimo y desaparecido.
Escucho las campanas
mientras, muere la tarde
en vertiginosos instantes
y se hunde el sol
y se borran las cosas queridas
las cosas que por su nombre
llevan mi rostro.
LOS VAGABUNDOS
En esta hora
ardiendo en la punta del día
los vagabundos duermen en el
centro de la ciudad.
Bajo la mirada impasible de
los transeúntes
se desperezan como serpientes
y huyen hacia otros lugares
en busca de los caminos no
andados
para luego desaparecer
en las fauces de la noche.
Publicado por Salvador Madrid
Fuente:El Blog del poeta Salvador Madrid , ver http://salvador-madrid.blogspot.com/search/label/J.%20Enrique%20Cardona%20Chiapas%20%22hay%20un%20reflejo%20vital%20entre%20poes%C3%ADa%20y%20poeta%22