ORBIS&URBIS.Construcción de un liderazgo ético para la nación. Sergio A. Membreño Cedillo. Post Plaza de las palabras

  




Plaza de las palabras,
presenta un artículo publicado en Diario El País, por Sergio A. Membreño Cedillo, economista hondureño, autor académico, que ha centrado sus investigaciones, en el campo del Desarrollo de Humano, políticas públicas y análisis prospectivo. Tiene varios libros publicados y ha trabajado, principalmente con organismos internacionales. Fue el secretario técnico del Foro  por la Democracia ( PNUD), secretario técnico de la Comisión por la Verdad y la Reconciliación (Honduras), y coordinador del último Informe de Desarrollo Humano, Honduras, 2023 (PNUD) Actualmente trabaja como consultor internacional.


Construcción de un liderazgo ético para la nación 

Sergio A. Membreño Cedillo

Esta columna se titula Emunah, derivado de la palabra hebrea fe. Caminar con fe. Esa es la actitud que debemos tener como ciudadanos; no es lo mismo el optimismo que es falaz, que la esperanza basada en la fe, porque creemos que Dios sí puede trasformar una nación.

La teoría de liderazgo no es nueva y tiene aportes conceptuales, académicos y prácticos muy difundidos en la literatura sobre el liderazgo. Sin embargo, hacemos referencia al liderazgo ético porque creemos firmemente que el mismo responde a la problemática central de nuestros países en Latinoamérica y Honduras. El liderazgo ético orienta a la ciudadanía a tomar decisiones fundamentadas, tales como justicia, transparencia, confianza, honestidad, igualdad y respeto. Estos se expresan como respeto a otros, construir comunidad, servir a otros, mostrar justicia e integridad.

El liderazgo ético es una aproximación necesaria que el país requiere, porque Honduras está sumida en una corrupción profunda, pobreza históricamente elevada y una dinámica política y social basada en un caudillismo, que ha prevalecido en la historia de nuestro país, y que ha producido una captura del Estado.

La formación de líderes que prioricen la integridad, el respeto y la transparencia es esencial. Pero que a la vez inspiren a otros miembros de la sociedad a formarse como líderes transformadores. Un aspecto relevante del liderazgo ético es que, si orienta a construir comunidad, pero implica a trabajar con la gente y entenderla Valorarla como un ser humano y no usarla como parte del modelo clientelista predominante en Honduras. Por ello, la empatía es fundamental porque no hay liderazgo centrado en la persona misma sino en el prójimo, es decir, un liderazgo de servicio. Otro elemento en términos de desarrollo es la confianza. Las investigaciones del sociólogo Robert D. Putman (1995) son clásicas y muy conocidas en el desarrollo: sin confianza no hay desarrollo.

En Honduras la corrupción y la impunidad son hermanos gemelos. La corrupción sistémica y estructural existe en toda la sociedad. El caudillo alimenta la corrupción. Hay un enorme riesgo de que la corrupción pueda también perpetuarse y está es una dimensión que debe ser señalada con coherencia y preocupación.

En Honduras se ha perdido la lucha por la ética en la política, y, por lo tanto, se ha perdido la visión transformadora con una política sin ética. No hay respuesta a los problemas centrales del país. Nuevos caudillos, pero la misma visión del siglo XX y del siglo XIX, que se perpetúa en los partidos políticos. La ética se origina de una visión y de la experiencia del bien común, pero el caudillo conspira contra ese tipo de liderazgo trasformador.

En esencia, un sistema caudillista ha permeado la forma de operar de la sociedad hondureña y de su clase política. El caudillo ha dañado al país y su desarrollo. Un liderazgo transformacional es requerido en esta Honduras que emerge en el siglo XXI. El pensador cristiano Jim Wallis (1995) nos dice que es fundamental un liderazgo enraizado en valores morales. En ese contexto, requerimos en Honduras un liderazgo ético que inspire a la nación y que comprenda e incluya en su visión a los jóvenes y mujeres, a los pobres y los excluidos, a los grupos vulnerables y a los pueblos autóctonos.

El líder debe fundamentar su acción y su conducta en la ética política. En la visión griega, la política no se separa de la ética. En la visión hebrea, la integridad era el fundamento de cualquier accionar humano. El pensador y sociólogo León Strauss (1964) nos recuerda que la enseñanza política de los filósofos clásicos, a diferencia de sus enseñanzas técnicas, estaba dirigida en primer lugar, no a todos los hombres inteligentes, sino a todos los hombres íntegros. Para la sociedad hondureña del siglo XXI, el propósito de construcción de un liderazgo ético no debe ser solo retórico, sino de corazón, mente y espíritu.

Hay un desafío central en Honduras. Un destino histórico construido gradualmente entre las injusticias seculares y la pérdida de sus valores, reflejado en una extensa corrupción e impunidad. Se requiere rescatar la política del caudillo por un liderazgo transformador basado en la ética.

Mientras el país no tenga líderes con ética, muy difícilmente podemos esperar cambios trasformadores en Honduras. Por ahí deberíamos de comenzar para cambiar el país. No es un líder carismático o mesiánico. Un líder único; si no más bien, un conjunto de líderes que el país requiere. En el plano político, implica un cambio fuerte en la forma de hacer política y de entenderla. Si liderazgo ético basado en los valores es construir futuro, con visión, ética y eficiencia, entonces, ese es el liderazgo que Honduras necesita.

smembrenocedillo@gmail.com

@SergioAMembreo1

 


La historia trashumante del señor Habber. Por Mario A. Membreño Cedillo. Cuento experimental. Post Plaza de las palabras

 


Plaza de las palabras presenta un cuento experimental La historia trashumante del señor Habber por Mario A. Membreño Cedillo, de su libro Trashumancias y otros textos, que contiene 5 cuentos. El Cuento seleccionado, es hilvanado con base a retazos de un Diario que consigna frases y comentarios del personaje principal, el musico Matthias Habber. Protagonista, que al terminar la II Guerra Mundial, tiene que abandonar su vida cómoda y acomodada, y huye de Alemania a EE. UU. Situación que le hace cambiar su estilo de vida y su nombre. Musico afecto al periodo renacentista italiano del siglo XV y XVI, y cantante, además melómano, aficionado a la música clásica, especialmente de los grandes compositores alemanes y austriacos, y quien que termina tocando Jazz en un night club de Nueva York. La historia se intercala con retazos de la vida del musico austrohúngaro del siglo XIX Frank Liszt y su discografía musical : Annes de Pelerinage, (Años de Peregrinaje) narrativa musical sobre sus viajes a Suiza e Italia.  El cuento en primera persona registra frases y testimonios de Matthias Habber, sacados de un diario inacabado que se entreteje en un tiempo indeterminado que va desde la juventud a la adultez, e intercalados con pasajes narradas en tercera persona omnisciente por un narrador anónimo.

3363 palabras

La historia trashumante del señor Habber

 

I

Fragmentos de un Diario inacabado, disperso y lacónico

Inicio de un diario con forro de cuerina roja con el año de inicio de 1915, y que únicamente conserva unas cuantas anotaciones, la mayoría sin fecha.

«Mi nombre era Matthías Habber. Y mi apellido tiene vocación ecuménica. De niño simplemente me llamaban Matthias. No recuerdo cuándo fue la primera vez que oí el sonido junto de Matthias Habber, pero poco a poco me fui acostumbrando aquel nombre que ahora me era tan familiar como un saludo de manos y tan lejano como una estrella.» Ese es el inicio del Diario.

«No sé porque en lo personal me agrada mi nombre, que por supuesto, no es Wolfang ni William. Pero amo mi nombre como amo los campos que parecen trigales y las casas que parecen castillos». Había escrito en un viejo cuaderno escolar. No había fecha ni nada más que esa frase. Nota insertada en el Diario, en el papel original del cuaderno escolar.

«Realmente, nunca he sabido a ciencia cierta de dónde era originario ese apellido, quizás del sur de Alemania o de Austria. Quizá de algún pueblito pintoresco que se desliza somnoliento en la falda de una colina, como hay tantos pintorescos pueblitos que se deslizan tibiamente en la falda de una colina y colindan con la frontera austriaca.» Se leía en uno de los cuadernos de apunte de su juventud. La nota fue pegada en el Diario.

«No recuerdo en qué año descubrí a Goethe, pero su apellido al igual que el mío me parece musical. Siempre he pensado que cada nombre detenta una fuerza recóndita, en algunos nombres más que en otros. En los nombres se esconde el misterio. Nadie se imagina a Goethe con un nombre que no sea Goethe, ni a la señora Barlach tocando al piano a alguien más que no fuera Franz Liszt: Années de Pèlerinage, suite para piano, S160, Première Année: Suisse Álbum de un viajero, 6 Vallée de O'Bermann, 1835. (Lento assai - Più lento - Recitativo - Più mosso - Presto - Lento): 14 min 27 s

«Lo simpático fue que Goethe no conoció a la señora Barlach y que la señora Barlach no conoció a Liszt» Texto encontrado entre papeles y viejas fotografías en blanco y negro. Y que no era parte original del Diario

«Yo cantaba, aunque en realidad no era un canto, sino una práctica de canto. A ella (la Maria y no la señora Barlach) le encantaba oírme practicar el canto. Para mí era la hora más árida, pero me gustaba que María estuviera ahí sentada como una madona renacentista y fingir que mi voz le gustaba. Siempre tan callada, con sus manos sobre las rodillas y su mirada perdida en las nubes. Al terminar la clase ella se levantaba, y hacía una pequeña reverencia de geisha y se marchaba sin decir palabras. Pero su salida era como si hubiese dicho todas las palabras del universo y una más. Eso sucedía los jueves, los santos y humildes jueves, entonces yo salía a la ventana y me encantaba ver como María se perdía, poco a poco en aquellos campos de trigos, aunque todos sabían que no eran un campo de trigo. En realidad, únicamente la veía perderse como el viento entre la esquina de una alta edificación de granito rosado». Fragmento del Diario, probablemente de la década de los 40s

«Lo sé, los nombres son como la piel, a veces se vuelven una simple costra. No se pueden cambiar. Pero son otros tiempos, todo cambia. A veces hasta los nombres. De pronto, cambiaré de lugar, seguiré otras pistas, identificaré otras notas melodiosas, y huiré sereno y potente como la música. Necesitaré otro escenario, aún hoy no sé exactamente cómo se dieron las cosas. Pero tuve que dejar los castillos y los trigales y a mi madona renacentista de manos de porcelana. Para ese entonces mi canto no era tan bueno como debería serlo, pero mis manos habían aprendido algunas escaramuzas de piano.» Una nota de papel (hoja de papel nueva), insertada en el Diario. Quizá la última nota antes del viaje a América

II

Gestación de la vida trashumante

Entonces, después de los puntos suspensivos entre paréntesis (…). De cuando en cuando el señor Habber salía presuroso sin que hubiera necesidad de ir presurosamente. Porque de tarde en tarde Maria, (en alemán), solía visitar la vieja casa Habber. Esa casa pintada con el color de las nubes y que se elevaba como un castillo, pero que no era un castillo porque solamente era una casa. La casa del señor Habber se levantaba como un castillo en la perdurable explanada, que nadie sabía por qué la llamaban explanada de Helsingor.  Pero todos sabían que solo era una casa, quizá una villa. Decían que tenía parte de la arquitectura italiana y de la arquitectura suiza. Para todos era una especie de castillo medieval. Lo expresaban convencidos sin dudarlo un solo instante, entonces decían: «El castillo del señor Habber». Aunque todos pensaran que aquello no era un castillo, sino una casa. Porque hay una gran diferencia entre una casa, una villa y un castillo. Pero ¿Cómo se podría tener una idea de una casa suiza, ser una villa italiana y pensar en un castillo medieval? El castillo tenía un dueño, su nombre era Matthias Habber.

Al oído atento las glosas sobre su nombre, la minuciosidad exegética de antiguos medievalistas y los ponderados recuerdos de sus ancestros. Desde canciones de campo hasta opiniones doctorales. Entonces, Matthias Habber recordó una noche decembrina hosca y nubosa, alguna vez haber visto un escudo de armas y una página amarilla con la etimología de las palabras de su apellido. Pero no se fatigó ni le dedicó más cavilaciones porque sospechaba que en el fondo aquella inquietud era banal. Luego escuchó un rumor que frecuentemente oía en los pueblos pintorescos y las casas señoriales. Nunca supo cómo había llegado a saberlo, que un zapatero oriundo de la región había dicho algo siniestro y maravilloso, sobre el origen de la familia Habber. Pero ¿qué puede saber un zapatero de castillos y de la familia Habber? Si la botánica es una ciencia, un astrónomo nunca podrá opinar del crecimiento de los insectos cuando estudia el parto de una estrella.

Lo de Matthias era una costumbre, quizá una derivación del Mateo de los evangelistas.  Etimológicamente del hebreo, Matthias significa “don de Yahveh”, “don de Dios” o “regalo de Dios” (del hebreo “mattath/ מַמַ תָּתָּ ת” = don/regalo + “yah/ יָיָה” = se refiriere al nombre hebreo de Dios, es decir Yahveh). Pronunciación regalo de dios o bendición de dios. Esto lo había averiguado en un diccionario de etimologías. Lo había apuntado a mano, pero nunca lo puso en su Diario. Los evangelistas nos recuerdan que Mateo fue el sustituto de judas Iscariote. Pero todo aquello eran únicamente etimologías. Él desdeñaba tanta opinión docta. Todos los nombres son; al fin y al cabo, una costumbre inmemorial, como lo son la Muralla China fabricada con Legos o la galaxia Andrómeda disfrazada de una suculenta salchicha. Pero eso que el apellido Habber era originario de un clínico y quirúrgico pueblito alemán colindando con la frontera austriaca, era solo una noción geográfica.

Entonces, al trasgredir su acostumbrado mutismo, a veces a Matthias Habber se le oía decir, casi como si lo declarase a un público selecto: 

«En lo personal me satisface ni nombre. En cuanto a mi apellido no me satisface esa opinión, prefiero seguir pensando que ese apellido puede ser parte de cualquier parte de la tierra. Y no verlo atrapado en un punto geográfico». Lo decía en voz alta, lo decía convincentemente mientras caminaba por el amplio salón lleno de muebles intactos y sobrios; y luego después de un rato agregaba, casi hablando consigo mismo: «Pero, ahora a quien le podrá importar eso.” Alemania había perdido la guerra.

III

De lo inútil de los nombres

Había recordado que alguna vez lo había anotado, en un papel que yacía con viejas fotografías sin nombre ni fecha, y sepultado de indemnes y mudas cartas que nunca envió, y que solo tenía una dirección en Frankfurt: «En fin los nombres son siempre intrascendentes, aunque haya gente que piensa lo contrario», se escuchaba decir a Matthias Habber, con una voz nítida. «Y de buena fuente se sabe que en una librería de Hamburgo existe una obra monumental acerca de la importancia de los nombres de las personas. Pero que jamás nadie le dio importancia al libro. Quizá se podría hacer otro tratado con igual número de argumentos que demuestran lo inútil de los nombres.» Esa declaración sin fecha existe en una grabación sonora con la voz del Matthias Habber, aunque no es parte del Diario.

Pero a la hora del canto Maria (en alemán) y no Merie en francés ni Mary en inglés. Llegaba puntualmente. Llegaba puntualmente porque a ella le gustaban también los campos que parecían trigales y las casas que parecían castillos, y le gustaba como tocaba la señora Barlach a Liszt. Aunque la señora Barlach nunca había conocido a Liszt. Y Liszt lejano en el tiempo, andaba por Suiza e Italia con la otra María. Pero no la señora Barlach ni la Maria en alemán de los trigales. Arrivederci Maria.

IV

La iniciación del nombre

«Cada cosa en su lugar», murmuraba frecuentemente el señor Habber. «El pasado debe ser demolido totalmente.» En la cabeza no había espacio para tanto recuerdo. Los recuerdos son como el paso sigiloso de las nubes, uno nunca sabe adónde van o dónde se quedan. Siempre emerge una franja borrosa que va almacenado todo. Y recordó aquella frase que tan a menudo le indicaba su madre: cada instante es la eternidad. Y Matthias también recordó que jamás recordó cuándo fue la primera vez que en la escuela le dijeron: Matthias Habber. (Algo había escrito alguna vez en un papel que solamente Dios sabía en dónde estaba). Pero, si se recordaba que ese día en la escuela se había sentido confuso y cuando escuchó su nombre, pensó que era el de otro de sus condiscípulos. Aquel hecho lo dejo perplejo pero expectante.  Y al llegar a la casa creyó que se le abría un nuevo mundo, lleno de pureza y luminosidad.  Las cortinas blancas, los muebles de nogal, y la imagen de una mujer colgada a su memoria. Un retrato en una pared labrada: hermosa y solemne, con su cara de madona renacentista perdiéndose en un horizonte amarillo. Era el orden del universo que entraba por una ventana. Era la claridad del mundo que despertaba los sueños irredentos. Él pensaba que el mundo tenía que ser hermoso y definitivo.

Todo era puntual, diáfanamente puntual. No la puntualidad matemática de un reloj suizo ni el bostezo consuetudinario y cálido del sol al mediodía, sino la puntualidad del orden y la limpieza y la luminosidad.  Era algo ligeramente diferente a la puntualidad de un toquido en la puerta, cuando sabemos que quien va a tocar la puerta, ha venido de un campo de amarillos. Y toca la puerta de un castillo que todos sabemos que no es un castillo. Y toda la escena se arma, separados solamente por una puerta. Hay alguien detrás de la puerta dispuesto abrir la puerta porque sabe perfectamente bien quien tocará a la puerta. Y del otro lado habrá alguien más que tocará a la puerta porque sabe perfectamente bien quien la abrirá. Y eso es lo que cimenta la claridad del mundo. 

V

Una madona en los trigales

Y entre el toquido en la puerta y el acto de abrirla, se colaban las voces de coro de la escuela que llegaba desde lejos, pero se oían solo a medio metro. Simultáneamente un leve rumor musical recorría el campo, pero no era un campo cualquiera, era un campo cuajado del verde de las montañas y del amarillo de los trigales, pero verdaderamente no había trigales solo parecían trigales. Lo realmente importante no eran los campos que parecen trigales, ni el amarillo que pinta los campos de los trigales. Lo esencial es que seguramente dentro de muy poco la señora Barlach tocará el piano: en el fondo una peregrinación musical por Suiza e Italia.

            Era la hora de la   limpieza y de la exactitud, y de la música. El reloj azul y las horas plateadas eran solo recuerdos desde una ventana de un edificio alto, que no era una casa y tampoco era un castillo. El cual evocaba por horas aquel campo. No el de los trigales amarillo, porque desde la ventana no había trigales amarillos, sino el color de una pradera verde como el paño verde de una mesa de billar. Y vaya a saber cómo alrededor de aquella mesa de billar se arremolinaba la gente, y vista de cerca la mesa parecía una pradera verde. Y fácilmente uno pensaría que detrás de la pradera verde, latía un campo amarillo de trigales, por el que pasaba exclusivamente caminado una madona renacentista.  

Y en tanto, que el viento azotaba los trigales, la señora Barlach seguía tocando el piano en aquel castillo, y Maria en alemán, siempre Maria en alemán, tan impecable como una madona renacentista con sus manos sobre las rodillas que parecían dos palomas dormidas. Solamente dormidas porque las palomas no sueñan ni las manos tampoco. Pero al irse, parecía que se levantaban dos palomas como si acabaran de despertar de un sueño. En medio de un campo de trigales, desde donde se veía al fondo, un castillo en que seguramente la señora Barlach acababa de tocar a Liszt. Y ahí en ese castillo, Maria en alemán, con su mirada coqueteaba al señor Habber y la señora Barlach disimulaba no ver nada porque ella estaba perdida, únicamente, en los ojos musicales y tiernos y fantásticos de Liszt: Années de Pèlerinage, Italia, suite para piano, S161, Deuxième Année: Italie Après une Lecture de Dante: Fantasia Quasi Sonata ("Tras una lectura de Dante: Fantasía.) (Andante maestoso - Presto agitato assai - Tempo I (Andante) - Recitativo - Adagio - Allegro moderato - Più mosso - Tempo rubato e molto ritenuto - Andante - Più mosso - Allegro - Allegro vivace - Presto - Andante): 16:59 (“Années de pelegrinare — Wikipedia”)

VI

El cambio de mudada

Y de nota musical a nota musical, repentinamente una línea se abrió en el mar con sus estelas de espuma, y el canto perseguidor infinito, poemas sinfónicos de arduo y paciente trabajo, con su solemne leitmotiv.  Y aquel público que entraba en un lugar que no alcanzaba a ser lugar, porque no era una casa ni era un castillo. Ni tampoco un edificio, pero el cual se desparramaba con sus colores púrpuras y rayos luminosos, como un telón se abre en un teatro de Broadway. Y ahí parado, vertical y multitudinario, New York con sus grises avenidas y sus edificios espectaculares. Pero Matthias no puede ser Matthias aquí, tampoco puede ser el señor Habber. Era imprescindible cambiar los nombres. Él se resiste como la línea Maginot, o una sórdida trinchera en Marne o como el Peñón de Gibraltar a ser reducido a nada por los lengüetazos de mar. Y luce tan extraño en su nueva mudada como un árbol con su pescuezo gótico en el desierto de Kalahari. Pero al final cede y deja su nombre y recala su apellido, sus campos de trigales, su castillo de memoria y su amada madona renacentista.

Pero que contento que se puso en aquel salón de baile el señor Habber, al anuncio del espectáculo, y las luces que flotaban como mil rayos de Thor. Y una conglomeración de la música total de Wagner, y una pintura de Turner levemente iluminada en que las formas se pierden y encienden tibiamente la tormenta del hombre moderno.  El señor Habber se divierte, pero ya dijimos que él ya no es el señor Habber. Él solo es parte de la diversión, porque ve en aquellas rubias de ojos azules campos amarillos, que no son trigales, pero parecen trigales. Ve las manos que se mueve como palomas o las palomas que se posan en la saliente de las rodillas como dos quietas manos que ya no tocan a Liszt, rodeadas del silencioso amarillo de los trigales que se encumbra como matas de cabellos amarillos. Entonces seguramente la señora Barlach por algún otro lado, muy lejos estará a punto de tocar el piano, estará pensando en Liszt:  Années de Pèlerinage, suite para piano S161, Années de Pèlerinage, Italia, Deuxième Année 4. Sonetto 47 del Petrarca (Preludio con moto - Semper mosso con íntimo sentimento): 5 min 17 s

VII

El cambio de nombres

New York, New York, pero he ahí que aquel salón no es un castillo pintado con el blanco de las nubes. Solo es un salón de paredes grises y más grises. Pero ¿dónde está Maria con su inmovilidad de madona renacentista? Y de estar aquí ya no sería Maria en alemán, sino Mary porque ahí así son las cosas. Y Matthías que ya no se llama Matthias porque aquí hay que llamarse con otro nombre. Ahora no es oriundo de un pueblecito que se desliza por una pendiente de una colina en la frontera austriaco-alemana. Es New York que se alza como corona de luces y de cristal que secuestran el inadvertido y huyente cielo.  Él ex señor Habber ahora es uruguayo o cubano. Vaya a saber qué nombre lleva ahora, pero seguro de que el nombre que lleva es el de un uruguayo o el de un cubano. Le divierte tocar en aquel Night Club que no es un castillo ni una casa. Toca allí no porque toque bien, sino porque la gente cree que toca tan bien, tal y como tocaba la señora Barlach a Liszt. Pero ahora ha habido un trueque: jazz y blues. Porque aquí ya no se puede tocar a Liszt y aquí no está la señora Barlach para tocar Années de Pèlerinage, suite para piano, S162 Les Jeux d'Eaux à la Villa d'Este (Las fuentes de Villa de Este) Troisième Année 4. Juegos de agua en Villa d'Este (Allegretto): 7 min 44 s 

VIII

La otredad

Y al terminar de tocar, Matthias que ya no se llama Matthias, sino que lleva el nombre de un uruguayo o de un cubano. Quizá se llame Pablo o se llame Alberto.  Se asoma a la salida y, desde una ventana ve irse a una esbelta rubia flanqueada, no por el amarillo de los trigales sino por el amarillo de las luces que iluminan el horizonte vertical de ciudad. La ve irse con una cabellera luminosa irradiando destellos amarillos, con sus manos cremosas, su paso delicado, y su mirada lejana. Pero ella no se amedrenta, y camina, quizá en busca de alguien que se podría llamar John o Dante o quizá Petrarca, tal y como caminaría una madona renacentista entre un campo de trigales que cortan el frente de un castillo en que la señora Barlach siempre estará tocando a Liszt: Années de Pèlerinage, suite para piano, Deuxième Année: Italie 2. Aux Cyprès de la Villa d'Este I: Thrénodie (A los cipreses de la Villa de Este I: Treno) 3. En los cipreses de Villa d'Este (2) Thrénodie (Andante, non troppo lento): 10 min 55 s

IX

El campo de las luces

Y la urbe se cierra en una larga y festiva noche, solo iluminada por las luces de las calles y los faros de los autos, y las manos de un pianista hacen increíbles acrobacias en las indefensas y sonoras teclas del piano, y él ahí siempre con la memoria colgada de su madona florentina que ya no está aquí, y que seguramente camina por los dorados trigales en busca de un castillo para tocar la puerta.

X

La música del alma

Y antes de tocar la puerta ya escucha a la señora Barlach que al piano toca a Liszt: Années de Pèlerinage, Troisième Année suite para piano, S162, 7, Sursum corda Levantad los corazones.  (Erhebet eure Herzen) (Andante maestoso, non troppo lento): 4 min 15 s 4. Les Jeux d'Eaux à la Villa d'Este (Las fuentes de Villa de Este) Troisième Année4. Juegos de agua en Villa d'Este (Allegretto): 7 min 44 s.

Créditos

De Trashumancias

Ilustración

Plaza de las palabras

 

30 fotos de Yuscarán. La geometría de las piedras y las nubes. Mario A. Membreño Cedillo. Post Plaza de las palabras

 


 

cuadrado

 

    Plaza de las palabras  en su sección Imágenes y fotografía, presenta 30 fotos de Yuscarán. La geometría de las piedras y las nubes. Fotografías  tomadas por Mario A.Membreño Cedillo en Yuscarán cabecera municipal del Departamento de El Paraíso, pueblito mítico y como suspendido en el tiempo,  enclavado a la ladera del  cerro  de Montserrat, esta a 69 km de Tegucigalpa. Pueblo de raigambre minera fundado en 1760, con arquitectura colonial, de calles estrechas y empadradas, rodeado también de una Reserva Biológica. Cuenta apena con 20000 habitantes. Aún subsisten más de 200 casa de la época colonial. Su nombre etimológico proviene de lenguas mexicas y se traduce como El lugar de la casa de flores. 

 

    La selección de las fotografías tomadas, sigue unos lineamientos. Sus objetivos primarios: piedras, casas y nubes.  Conjuntada por un lazo común, las líneas geométricas que juegan una ilación en una buena parte de las fotografías aquí seleccionadas, desde el trazo de una calle, el alargamiento de una acera, un alambre eléctrico que rompe el cielo. Un balcón que parece flotar. Se combinan los  planos horizontal o vertical según la disposición arquitectónica de las casas. O la verticalidad de los postes de luz o de los postes de los corredores. Pero sobre todo recogen estas fotografías, cada una un sugerente misterio. Y que eventualmente incluye el paisaje humano. Fotografías   en que la luz siempre es protagonista, pero a veces se combina con un contraste oscuro de un negro bravo y rotundo. Imágenes en que el silencio habla, las piedras hablan, las nubes hablan,  todas unidas por la geometría de las líneas, las formas  y los sólidos. Cada fotografía cuenta su propia historia y se abre a la mirada de la sorpresa.

 

Alambre al cielo



Franjas 



Mujeres dando la espalda

Verticales


 

Portón abierto

 

 

Balcón aéreo

 

Columnas

  

Tertulia

  

Miradas

 

 

Luz, sombras y concreto


 Muralla

 

Tres cúpulas


Escaleras

 

Baranda

 

Jinete

 

 
Bicicleta

 

Piedras y sombras

 

 

Tres postes


Mirador

 

Triangulo

 

4 Puertas  cerradas

 

 

Intervalos

 

El camino  de  la luz

 

 

Sincronía

 

A la espera

 

Punto de fuga

 

Techo del mundo 

Orbis & Urbis: Repensar los roles del Estado en la economía. Álvaro Calix. Post Plaza de las palabras

 

 


 



 

Plaza de las palabras, en su sección Orbis&Urbis, presenta un ensayo de Álvaro Calix, escritor, investigador social y doctorado en ciencias sociales.  El ensayo en referencia es una reflexión meticulosa y esclarecedora sobre repensar el Estado en el ambito de la economia. Esto ante tantas encrucijadas y derroteros en los ambitos nacionales, regionales y globales, que van abriendo una brecha mayor en el desarrollo de los pueblos y erosionando la calidad de vida de los ciudadanos. El autor hace un recorrido en que plantea esa dicotomía entre el capitalismo  puro y extremo, y los intentos a medias de los Estados por recurrir a políticas publicas y regulaciones estatales a fin de paliar la voracidad del lucro y el individualismo. Este equilibrio entre ambos mundos no es fácil de reconciliar.  Apunta el mismo autor Hacia una mayor complementariedad entre Estado y Mercado en economías mixtas

Parte el autor de una premisa básica:  

”El debate sobre el rol del Estado ha cobrado protagonismo a partir de la crisis financiera de 2008, la emergencia climática y los efectos de la pandemia del COVID-19. La magnitud y escala de los riesgos globales no tiene precedentes en la historia universal, de la mano con los efectos disruptivos de la llamada cuarta revolución industrial.”

También el autor reconoce:

“Más allá de los rasgos específicos que debe asumir el Estado en cada ámbito de actuación, primero que nada se debe avanzar en su capacidad de cumplir los siguientes roles:

·       Garantizar un Estado de derecho que no solo se enfoque en los derechos de propiedad privada, sino también en los derechos de ciudadanía en general.

·       Promover mecanismos y procesos efectivos de deliberación y decisión democrática en distintos niveles territoriales y sectoriales.

·       Asumir como modus operandi el respeto del principio de legalidad, la maximización del bienestar social, el gobierno abierto, la transparencia y la rendición de cuentas, el servicio civil meritocrático, la visión prospectiva y la evaluación oportuna del desempeño. “

Agrega el autor algunos factores que minan la capacidad del estado para regular los mercados

·       “La información limitada de las burocracias públicas, lo que provoca ineficiencia y en especial efectos adversos no deseados.

·       Los altos costos de intervención estatal, sobre todo por la falta de un entorno competitivo que incentive la eficiencia.

·       La visión de corto plazo, motivada tanto por la propensión de los gobiernos a concentrarse en las urgencias cotidianas como por las presiones del ciclo electoral.

·       La captura del Estado por grupos de interés, lo que condiciona las políticas en su favor para obtener prebendas y un mayor poder de mercado”

 

Finalmente, aspira el autor a que haya: Estados proactivos que fijen reglas claras de juego, promueven el desarrollo de rubros virtuosos para la sociedad, fomenten la eficiencia y la equidad y que, a la vez, sean capaces de resistir la captura por parte de grupos corporativos transnacionales y nacionales.”

 

 

 

2953 palabras

 

Repensar los roles del Estado en la economía[1]

El debate sobre el rol del Estado ha cobrado protagonismo a partir de la crisis financiera de 2008, la emergencia climática y los efectos de la pandemia del COVID-19. La magnitud y escala de los riesgos globales no tiene precedentes en la historia universal, de la mano con los efectos disruptivos de la llamada cuarta revolución industrial.

La tercera década del siglo da cuenta de un proceso globalizador al ritmo de la acumulación transnacional de capital que, en su afán de eludir barreras sociales, jurídicas, políticas y ambientales que limitan su expansión, presiona por reconfigurar los Estados a su conveniencia. Esto implica facilitar su cooptación y subordinación a la lógica del crecimiento ilimitado y la mercantilización de la mayoría de las actividades societales. No obstante, las tensiones geopolíticas globales y regionales en curso, así como la conflictividad al interior de los Estados nación, plantean el reto de reestructurar la arquitectura del orden internacional para que se comprometa a reducir las asimetrías entre Estados y entre estos y el poder económico global. Dos de los principales objetivos de esta reconfiguración deberían ser: a) gestionar cooperativamente bienes públicos globales (o regionales), y b) velar para que los derechos humanos no sean sacrificados por la lógica del capital transnacional.

Es un hecho indiscutido que las capacidades de los Estados nación se han visto rezagadas ante la aceleración de los cambios multidimensionales inherentes al proceso de globalización. Esta ha derivado en un fenómeno que desterritorializa las relaciones sociales    y crea a la vez espacios propios que no coinciden con las fronteras del Estado Nación y, no menos importante, en los que dejan de funcionar los mecanismos tradicionales de regulación. Al mismo tiempo, los problemas que los Estados enfrentan para asumir los desafíos contemporáneos repercuten en forma directa sobre el desempeño de los regímenes democráticos. La tercera ola democrática que tuvo lugar entre los años setenta y los años noventa del siglo XX permitió la instauración de esta forma de gobierno en la mayor parte de países del mundo. Sin embargo, la consolidación democrática se ha visto afectada por los retos globales que exceden las capacidades nacionales. Esto ha provocado un progresivo malestar social tanto en países del sur como del norte global. Esta es una de las principales razones detrás de la emergencia de nuevos autoritarismos en diferentes países y regiones del planeta.

La dislocación de los Estados nacionales hace que estos cuenten con menores márgenes de control sobre las principales variables que determinan las dinámicas económicas y sociales. En una economía global, el desempeño de los países obedece en buena parte a los estímulos externos. Ante esta situación, las instituciones nacionales de la democracia representativa resultan ineficaces para dar respuesta a múltiples demandas propias de sociedades complejas e interconectadas. La capacidad de respuesta se ve aún más afectada por el hecho de que, sobre todo en los países menos aventajados, la democracia ha sido secuestrada por las fuerzas del mercado, así como por elites partidarias y por burocracias corruptas que yuxtaponen las relaciones clientelares a las debidas relaciones Agente-Principal. En lo que concierne a la mercantilización de la función pública, esta se expresa en  las constantes presiones para reducir un enfoque amplio del servicio público a la lógica costo-beneficio de la rentabilidad convencional.

El debilitamiento de la soberanía política de los Estados, con el fin de imponer la soberanía del capital y de los mercados, ha dañado la legitimidad de los entes públicos y ha acentuado sus falencias para responder a la crisis multidimensional. Sin embargo, durante las emergencias, cada vez más recurrentes en la actualidad, los intereses corporativos eluden responsabilidades y presionan para que sean los Estados quienes se hagan cargo de las urgencias sociales, así como del rescate de la economía. Entre tanto, la demanda de Estado por parte de la ciudadanía se sigue expandiendo. Esta situación paradójica, que enfrenta la pérdida de confianza y capacidades en contraste con la amplia demanda de Estado, requiere una vuelta de este al centro de la discusión política del desarrollo. Pero no se trata de recrear versiones pasadas de un Estado mínimo o de Estados paternalistas ineficientes, ni de Estados autoritarios al servicio de elites económicas; se trata de repensar su perfil y funciones de cara a las restricciones y oportunidades del contexto.

Más allá de los rasgos específicos que debe asumir el Estado en cada ámbito de actuación, primero que nada se debe avanzar en su capacidad de cumplir los siguientes roles:

·       Garantizar un Estado de derecho que no solo se enfoque en los derechos de propiedad privada, sino también en los derechos de ciudadanía en general.

·       Promover mecanismos y procesos efectivos de deliberación y decisión democrática en distintos niveles territoriales y sectoriales.

·       Asumir como modus operandi el respeto del principio de legalidad, la maximización del bienestar social, el gobierno abierto, la transparencia y la rendición de cuentas, el servicio civil meritocrático, la visión prospectiva y la evaluación oportuna del desempeño.

 

Hacia una mayor complementariedad entre Estado y Mercado en economías mixtas

Las diferentes experiencias de desarrollo económico, basadas en una matriz estado céntrica o en una mercado céntrica, no solo han reflejado sus carencias y sesgos, también se muestran inválidas para responder a los desafíos complejos de las economías del siglo XXI. Se requieren nuevos marcos de orientación que propicien mayor participación social en la construcción de equilibrios entre la racionalidad de Estado y la racionalidad de mercado. Lo anterior exige un quiebre epistemológico en la teoría económica, condición sine qua non para avanzar hacia una transformación social y ecológica de los procesos de producción, distribución y consumo de bienes y servicios. 

Tampoco la solución de los problemas que impiden relaciones económicas más justas y sostenibles deberían quedar al arbitrio exclusivo de la racionalidad técnica. Esta invisibiliza los conflictos y las asimetrías de poder entre actores. Se requiere también una disputa en el campo ético-político para revertir la primacía del lucro y del individualismo posesivo como categorías únicas de la economía. Se debe recuperar e incluir valores trascendentes como la solidaridad, la cooperación, la reciprocidad y el compromiso intergeneracional. El Estado debe combinar sabiamente la racionalidad política con la racionalidad técnica, subordinándolas al interés general. Asumir una oposición irreconciliable entre ambas es un desatino que atenta contra la prosperidad compartida y sostenible de las sociedades.

Desde las concepciones ortodoxas de la teoría económica en boga, se postuló que el papel del Estado en la economía debe reducirse a la mínima expresión. Esto conlleva que el aparato público se limite a garantizar los derechos de propiedad y a reducir los costos de transacción entre agentes privados. Sin embargo, en las últimas décadas a raíz de las crisis recurrentes del sistema capitalista, la economía neoclásica, en su condición de escuela dominante, ha tenido que aceptar que el desempeño de los mercados no está exento de fallas, las cuales pueden provocar distorsiones graves en la economía. Por esta razón, proponen que en algunos casos el Estado asuma corregir las deficiencias del mercado, sobre todo las que tienen que ver con los siguientes aspectos:

·       La competencia imperfecta (para enfrentar el excesivo poder de mercado de ciertas empresas,

·       La gestión de las externalidades de las actividades empresariales.

·       La provisión de bienes públicos que, por su naturaleza, serían provistas en cantidades o calidades insuficientes por el mercado de lucro.

·       La información imperfecta y/o asimétrica que dificulta la coordinación del mercado, elevando los riesgos en las decisiones de inversión y consumo de las empresas y consumidores.

Este mismo enfoque advierte que para ser efectivos en la corrección de las insuficiencias del mercado, los Estados deben evitar que los intereses partidarios, los de ciertos grupos de interés y los de las burocracias autorreferidas sesguen y corrompan las políticas económicas.

La teoría de las fallas de mercado ha permitido expandir, desde la lógica neoclásica, el papel del Estado en la economía. No obstante, desde una perspectiva holística, este enfoque se queda corto en las funciones que atañerían a los Estados para la transformación social y ecológica de las economías nacionales. Como afirma Mariana Mazzucato y otros destacados economistas como Ha-Hoon Chang, el Estado no debería participar en las relaciones económicas solo para corregir ciertas deficiencias del mercado; su espectro de actuación es mucho más amplio ya que, sobre todo, debe fomentar la equidad, el bienestar y el cambio estructural del sistema productivo. Esta actuación del Estado deberá, en todo caso, tener el cuidado de no ser tan intrusiva como para cercenar las iniciativas y los medios de vida de los individuos y grupos sociales.

·       La economía ortodoxa, tanto en lo que respecta a ciertas corrientes de  la escuela neoclásica y a tradiciones libremercadistas más radicales como la escuela austríaca, cuestionaron el enfoque de las fallas del mercado como justificación de la acción pública en la economía. Incluso durante el auge del paradigma keynesiano, desde posiciones entonces marginales, surgió el concepto de fallas de Estado para denotar que la intervención de este para resolver “problemas de eficiencia asignativa” era innecesaria y destinada al fracaso. Sostenían que los desajustes en el mercado son temporales y pueden ser resueltos por los propios agentes privados, toda vez que exista un marco definido de derechos de propiedad. Desde este campo se identificaron varios factores que torpedean la capacidad del Estado para corregir los desajustes del mercado, se destacan entre ellos:

 

·       La información limitada de las burocracias públicas, lo que provoca ineficiencia y en especial efectos adversos no deseados.

·       Los altos costos de intervención estatal, sobre todo por la falta de un entorno competitivo que incentive la eficiencia.

·       La visión de corto plazo, motivada tanto por la propensión de los gobiernos a concentrarse en las urgencias cotidianas como por las presiones del ciclo electoral.

La captura del Estado por grupos de interés, lo que condiciona las políticas en su favor para obtener prebendas y un mayor poder de mercado

 

Sin duda, estas “fallas del Estado” limitan el buen suceso de las instituciones públicas en la economía y, por ende, requieren ser consideradas en el análisis. Por lo que no se trata de imputaciones sin fundamento, pero tampoco son absolutas e irresolubles. La calidad de los Estados democráticos de derecho y de sus políticas públicas puede hacer mucho para minimizar estos sesgos. El enfoque de las fallas de Estado persigue invalidar la acción pública en la economía. Esta asunción pasa por alto que tanto el Estado como el mercado son arreglos institucionales imperfectos y no sustitutivos. La identificación de deficiencias, fallas o limitaciones no debería ser razón para negar su potencial de articulación y complementariedad. Ambas esferas son en todo caso perfectibles

Desde una perspectiva más amplia, que supere la útil pero a la vez estrecha teoría de los fallos de mercado, se podrían identificar cinco grandes dimensiones en las que se justifica la acción del Estado en la economía, a saber:

·       Contribuir a la eficiencia en la asignación de recursos escasos para la producción de bienes y servicios.

·       Procurar la estabilidad macroeconómica (atenuando los impactos de los ciclos económicos, ya sea en su fase expansiva o recesiva).

·       Promover activamente un desarrollo económico que se convierta en medio y no fin del bienestar general.

·       Promover la equidad redistributiva para reducir las brechas intolerables en la disposición de la riqueza y del bienestar, en tanto estas atentan contra la justicia y la cohesión social

·       Velar por la sostenibilidad ambiental de las actividades económicas, de modo que estas se supediten a los límites sociales y ambientales (y, con ello, proteger la biodiversidad natural y cultural, así como la reproducción de las condiciones de una vida digna para las presentes y futuras generaciones).

 

Las economías de los países en desarrollo requieren Estados proactivos para promover el desarrollo sustentable de las fuerzas productivas

El perfil de las economías en la mayoría de los países latinoamericanos calza bien como formas de capitalismo tardío y subordinado. El bienestar material de sus sociedades no se dará por una suerte de convergencia inexorable con los países más desarrollados. Desde la segunda mitad del siglo XX, tanto la teoría estructuralista de la CEPAL como la teoría de la dependencia, hicieron aportes destacados para contrarrestar los postulados de la teoría de la modernización (que describía los pasos que deberían seguir las naciones subdesarrolladas para alcanzar a los países industrializados).

En realidad, si los países más postergados no ponen en marcha una estrategia productiva que se acople a sus necesidades, tiempo y contexto, cada vez serán más rehenes de lo que se conoce como la “dependencia de la trayectoria” (Path dependency), esa misma que arrastra a nuestros países a la heterogeneidad estructural y a la inserción externa basada en la reprimarización.

Hoy, los países más aventajados, aplicando lo que Ha-Hoon Chang llama “pateando la escalera” (Kicking the ladder away), presionan al resto de países para que limiten al máximo la intervención estatal y liberalicen totalmente sus economías. Pero la verdad es que la experiencia de las potencias industriales tradicionales y de las emergentes revela que en sus inicios estas aplicaron fuertes medidas proteccionistas y, lo más importante, el Estado cumplió (y sigue cumpliendo) un rol protagónico. Su auge como potencias dista de ser un resultado espontáneo de las fuerzas del mercado. En realidad, el Estado supo coordinar las iniciativas privadas con las públicas para trazar una hoja de ruta que llevase al país a un estadio más avanzado de desarrollo productivo. Solo cuando sus sistemas productivos estuvieron fortalecidos fue que se abrieron más al comercio exterior (y que conste: no en forma total). No se trata de defender el intervencionismo estatal o el proteccionismo puro y duro, mucho menos el que tiende a promover mercados cautivos en favor de grupos corporativos ineficientes. Pero si debe reivindicarse que los Estados preserven facultades para fortalecer sus mercados internos, promuevan el empleo de calidad, coordinen con los actores privados el redireccionamiento del sistema productivo hacia la diversificación de exportaciones no primarizadas, a la vez que, en forma gradual, se abran de forma inteligente y soberana a los flujos del comercio internacional.

La lección que nos deja, por ejemplo, el despegue de los países del sudeste asiático es que el Estado no se restringió a atender fallas de mercado.  Más bien ejerció un papel activo en el diseño y aplicación de una política productiva, adecuadamente financiada, que promoviera la integración del tejido económico, así como la innovación y transferencia tecnológica para fomentar las exportaciones y aumentar la diversificación y complejidad de la producción. Esta mención no pretende inducir que las trayectorias de esos países deberían seguirse a pie juntillas en Latinoamérica. Cada país y cada región posee particularidades que deben ser consideradas en las estrategias respectivas. Eso no invalida extraer de aquellas experiencias aprendizajes que orienten las políticas productivas en nuestros países. Asimismo, las nuevas avenidas de desarrollo económico tendrían que estar alineadas con el respeto de los derechos humanos y los equilibrios biosistémicos.

Por otra parte, hay que tomar en cuenta las restricciones que han surgido en las últimas cuatro décadas, a saber, las implicaciones de formas de producción basadas en las cadenas globales de valor (CGV) y el tipo dominante de reglas internacionales de comercio e inversión. Ambos factores, estrechamente vinculados, han reducido el espacio de política nacional para una apuesta productiva más soberana. Estas restricciones no estuvieron presentes al momento de la primera ola de desarrollo industrial a fines del siglo XIX (Europa occidental y Estados Unidos) ni durante la ola de la segunda mitad del siglo XX (concentrada sobre todo en el sudeste asiático). Por tal razón, se requiere, más que nunca, que los Estados de los países menos desarrollados actúen en conjunto en las arenas globales para incidir en una redefinición de las reglas de la economía internacional.

El planeta vive hoy momentos tensos que ameritan un punto de inflexión en la manera en que se comprende y despliegan las actividades económicas. La transgresión de los límites que amenazan las distintas formas de vida obliga a trayectorias alternativas en la extracción, producción, circulación, distribución y consumo de bienes y servicios. Las escalas y ritmos de producción y consumo deben ser repensadas, por lo que se requieren enfoques alternativos sobre cómo satisfacer las necesidades humanas. La búsqueda de la innovación también tendría que buscarse en el campo social y ambiental. Asimismo, es necesario el reconocimiento de una economía plural en la que diferentes tipos de actores y racionalidades tengan cabida en la provisión de bienes y servicios. Especial mención merece el papel del Estado para proteger y desprecarizar la economía de los cuidados. Pese a la importancia de los cuidados en el sostenimiento de la economía y de la vida humana en general, estos suelen ser marginados de los enfoques y políticas dominantes.

Asimismo, el emprendimiento privado con fines de lucro tendría perfectamente cabida en un nuevo paradigma económico, pero no debería ser el canal exclusivo para la provisión de bienes y servicios. Se requiere una economía que defienda la importancia de los bienes públicos y de los bienes comunes y, no menos importante, que garantice la pluralidad de formas de organización y de propiedad, al tiempo que sea sensible a las repercusiones sociales y ambientales. Se requieren Estados abiertos que no sean meros contempladores de la iniciativa privada, sino Estados proactivos que fijen reglas claras de juego, promueven el desarrollo de rubros virtuosos para la sociedad, fomenten la eficiencia y la equidad y que, a la vez, sean capaces de resistir la captura por parte de grupos corporativos transnacionales y nacionales.



[1] Por Álvaro Cálix. Este artículo es una versión resumida del ensayo Repensar los roles del Estado en la economía: Nuevas interacciones entre mercado, Estado y sociedad civil. 2023. Publicado en diciembre de 2023 en  la Revista argentina Estado Abierto. Vol. 7 Núm. 3 (2023), pp. 35-89. El ensayo puede leerse en https://publicaciones.inap.gob.ar/index.php/EA/article/view/386/373