Plaza de las
palabras en su sección 1 +1 poemas claves presenta Azul de Rubén Darío. Libro fundamental que da inicio al modernismo
hispanoamericano. Si bien hay tres etapas definidas del modernismo, en la
secuencia de Rubén Darío. Misma que irrumpe con Azul (1888), continua con Prosas
Profanas y otros poemas (1896). Y
termina con Cantos de Vida y Esperanza.
(1905). Al el mismo Darío, caracteriza sus libros, Azul como un inicio de la primavera, Prosas Profanas como la primavera plena
y Cantos de vida y Esperanza como el
otoño de su poesía. Y preferimos apostar por su primer libro, más
difícil resultaría elegir una sola poesía como emblema de este movimiento
literario que tantas repercusiones tuvo en el ámbito de las letras hispanas.
Un patronímico en la forja de un poeta
Félix Rubén García Sarmiento, poeta nicaragüense conocido como Rubén Darío, el Darío es un patronímico
que toma de su padre. Nace Rubén Darío en Metapa, ahora Ciudad Darío, el 18 de
enero de 1867–muere en León, 6 de febrero de 1916), fue un poeta, periodista y
diplomático nicaragüense, es considerado el máximo representante del modernismo
literario en lengua española. Es llamado «príncipe de las letras castellanas».
Escritor precoz en su autobiografía La vida de Rubén Darío, escrita por el mismo. (1913) Se describe
como «algo niño prodigio. A los tres años sabía
leer; según se me ha contado.» Sus primeras artículos periodísticos, los
hace a los 14 años tomando
como modelo al escritor ecuatoriano Juan Montalvo. Antes de los veinte años ya había publicado
varios libros de poemas, pero es hasta Azul
escrito a los veintiún años que su carrera empieza a tomar vuelo.
Desde
su inicios se matricula con el espíritu musical: «"De la musique avant toute chose". Para él, como para todos
los modernistas, la poesía era, ante todo, música.» (1) De esta elección deriva la importancia que le otorga al ritmo y
a la métrica: una renovada banda de sonoridad. Darío fue un innovador. Rescatando
viejas formulas poéticas, y usando nuevas métricas como los versos
alejandrinos: «Darío fue un Mozart de la poesía. Tomás Navarro Tomás,
el más consumado experto en versificación española, nos ofrece las siguientes
estadísticas tras hacer un estudio de la obra poética de Darío: 37 diferentes
metros y 136 tipos de estrofas. Algunos metros y formas rítmicas del poeta
fueron de su propia invención.»
(2)
No obstante ser el creador del modernismo, no se puede soslayar, que ya había un horizonte modernistas en ciernes, que habían tomado o improvisado elementos del modernismo: como el peruano José Santos Chocano, el cubano José Martí, y los mexicanos Salvador Díaz Mirón y Manuel Gutiérrez Nájera por citar algunos. Empero es Rubén Darío el que le da el vigor definitivo a este movimiento literario y estético, que inicia su asombrosa carrera con su libro Azul (1888). Digámoslo de otra manera, divisa una ola y se sube en la cresta de la ola y parecería dirigirla, si una ola se puede dirigir. Pero esa ola no solo es el modernismo, tal y como se entiende en Hispanoamérica. (3) Desde sus influencias viene del romanticismo, especialmente de Víctor Hugo, agréguensele los poetas parnasianos. A su vez las influencias de Darío en la poesía se trasladan y penetran toda la poética hispana, desde poetas de toda laya y modernos como O. Paz y Neruda; y en su momento hasta poetas de la generación española del 98: Antonio Machado, Ramón del Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez.
«El poeta Octavio Paz, en textos dedicados a Darío y
al Modernismo, subrayó el carácter fundacional y rupturista de la estética
modernista, para él inscrita en la misma tradición de la modernidad que el
Romanticismo y el Surrealismo » (4)
De
su libro Azul, escrito en Chile, su
impacto inicial fue escaso. Y recibió duras críticas especialmente por su
afrancesamiento. Pero el novelista y
critico español Juan Valera le dedica elogiosos comentarios y el libro vuelve a
la vida. Dice Juan Valera:
«Y Ud. no imita a ninguno: ni es Ud. romántico, ni
naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo
ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro, y ha
sacado de ello una rara quinta esencia.
» (5)
En
cuanto al titulo del libro, Azul. Lo
toma de un epígrafe de Víctor Hugo, poeta muy admirado por Darío, que dice así:
"L'art c'est l'azur". En una
nota a la segunda edición del libro, de 1890, el autor explica que esta cita
del poeta francés motivó el título. Sin embargo, años después, en Historia de
mis libros (1913), negó esta relación. Según explica en esta obra, el azul era
para él "el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y
homérico, color oceánico y firmamental".» (6)
Rubén Darío según Octavio Paz
Octavio Paz sobre
el modernismo y la influencia valorativa de Rubén Darío y el poeta Juan Ramón
Jiménez, afirma:
Rubén Darío y Juan
Ramón Jiménez: « dos poetas que devolvieron
la vida a una poesía que estaba sufriendo una decadente caída hacia la
monotonía modernista. Si la función del modernismo americano consistió en
recordarle a España su perdida universalidad, fertilizando su casticismo
romántico y naturalista, la obra de Darío –y después la de Juan Ramón– posee un
sentido semejante: devolverle a la poesía su movimiento y su vivacidad, su
espíritu, petrificado en esa deslumbrante parálisis en que culmina el
modernismo (Paz 1988c: 352).»
(…)
«Tal
fue la importancia del nicaragüense para Octavio Paz, que según él la poesía moderna comienza a través de sus versos.
Criticado por su afrancesamiento por unos; y por su europeísmo por otros, Rubén
Darío demostró que el casticismo español no era más que el romanticismo y
naturalismo francés convertidos en una costumbre; y la necesidad imperante de
América en utilizar a Europa como línea de salida desde la que partir para
lograr rencontrarse a sí misma. El “casticismo español” no era más que el
romanticismo y naturalismo franceses convertidos en hábito, en “costumbrismo”.
Los críticos americanos de Darío, por su parte, parecían ignorar que nuestro
continente es una creación de Europa, en un sentido literal. Esto es, que
América, si se quiere encontrar a sí misma, debe partir de Europa, porque sólo
la cultura europea posee formas capaces de resistir, sin romperse, todos los
ingredientes nativos (Paz 1988c: 352-353).»
(…)
«Para
Rubén Darío el espíritu europeo no es grande tan sólo por aquello que ha
conseguido, por todo cuanto ha logrado aunar, sino también por esa capacidad
autocrítica que le ha ido permitiendo separar, alejar y, en ocasiones, olvidar,
lo vivo y lo muerto, poseyendo sus formas y destruyéndolas hasta tal punto, que
el propio hombre se liberase del peso de los siglos que tras él caminaban. Por
este motivo, para Octavio Paz el poeta nicaragüense no sólo es el inventor del
modernismo, “sino, por encima de todo, el padre de la poesía moderna en
español” (Paz 1988c: 353). Se convierte así en el corazón de la poesía; ese del
cual emanará la sangre poética que inspirará a sus sucesores en el tiempo. Una poesía viva, total, donde
quepa tanto la tradición como la novedad de ese futuro hecho profecía en unos
cantos de vida y esperanza que nutran de espíritu nuestro ánimo.. » (7)
Darío poeta trashumante en permanente
movimiento
«El
modernismo…devolverle a la poesía
su movimiento y su vivacidad, su espíritu»
Octavio
Paz
Finalmente, sin acabar con el
tema porque sobre Rubén Darío se ha escrito hasta la saciedad. En el modernismo
el color azul y el cisne blanco eran el símbolo del movimiento. Y hacemos
hincapié en el movimiento por el carácter viajante de Darío. Es muy típico de
su época en que poetas y escritores ensancharon su visión y experiencia en
viajes, especialmente algunos fueron diplomáticos, tal es el caso de Darío,
quien fue un poeta nómada y diplomático en varias países.
Su
infancia trascurre en León, pero sigue a su madre a San Marcos de Colon en
honduras (8) donde pasa una temporada y luego vuelve a
León. Fue corresponsal del La Nación en 1886 Santiago de Chile y Valparaíso, y
en Madrid Sus andanzas, lo llevan a
Perú, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica. La Habana, y a su
regreso, se traslada a Panamá y de allí a Nueva York y París, Diplomático en
Argentina como cónsul honorífico de Colombia. Cónsul en Francia lo que facilitó
sus viajes por la Europa continental. Participo en la Tercera Conferencia Panamericana en Río de
Janeiro. De regreso en América (Nueva York, Panamá y Nicaragua). Viajes México, Brasil, Uruguay, Argentina, Mallorca,
la ciudad del Sena, Barcelona, Nueva York, Guatemala y Nicaragua, donde
fallecerá prematuramente en la ciudad de su infancia, León, el 6 de febrero de
1916, a los cuarenta y nueve años de edad. (9)
Este itinerario geográfico lo llevaría a
construir también una geografía imaginaria, abrevia en los poetas del siglo de
oro español, especialmente en Campoamor y Gustavo Adolfo Bécquer y los parnasianos franceses, siembra el
cultismo latino, incursiona en la mitología griega, aprovecha el imaginario féerico. Rubén Darío fue un viajero
incansable e impenitente. Un poeta siempre en movimiento no solo geográfico,
sino mental.
De ahí su afán de búsqueda experimental en el amplio
reino de la versificación. No solo fue poeta, incursiona también en la
autobiografía, crítica literaria, libros de viajes, ensayo, cuentos y deja inacabada una novela. Sin duda cosmopolita
al traje de la época qué le toco vivir y la vorágine de la primera década del
siglo XX, de velocidad y ruido, mitad siglo XIX despidiéndose con su mano
izquierda y mitad siglo XX saludando con
su mano derecha al nuevo siglo. Darío
fue un hombre de mundo, que pasa de lo profano a lo místico, del patio domestico
al exotismo. Del canto de las hadas y los pájaros al canto del espíritu y del
alma. Del mundo sentimental y e intimo al mundo sensible. Del silencio de la
piedras a la música de la naturaleza. Del amor idílico al amor
erótico, del azul siempre cándido del cielo
al gris sobrio de la reflexión.
Viaje interminable de un poeta, viajero como El Quijote de la Mancha, porque todo viaje es siempre una búsqueda, un
encuentro; y quizá siempre un regreso. Toda ida es siempre un retorno, y todo retorno
un punto de partida nuevo para iniciar
una nueva ida. Después de brindar la buena pelea, siempre en búsqueda del
retorno a Ítaca. A Bizancio hubiese
dicho el viejo poeta Yeats. Rubén Darío saluda y se despide como dijese Pedro Salinas, como un poeta y «hombre
de varias patrias» (9); y trastocado todos los umbrales para volverlos
a rehacer, con más brillo y más sonoros, y revestidos de una serena profundidad, siempre
ahítos de una inmediatez esplendida.
Selección de poemas de Azul por Plaza de las palabras
Hemos seleccionado de AZUL, siete poemas: Autumnal,
A un poeta, Anagke, Caupolicán, Venus,
Walt Whitman, J.J Palma.
Dice
al águila: « ¡Vuela!»; « ¡Boga!», al marino,
y
«¡Trabaja!», al robusto trabajador.
¡Así
va ese poeta por su camino,
Con
su soberbio rostro de emperador!
A Walt Whitman
O,
rítmica y sonora, la flauta de cristal.
A J.J Palma
AUTUMNAL
Eros, vita, lumen
En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas!
¡Ah el polvo de oro que en el aire
flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y húmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!
*
En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía;
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga la niebla,
lo que sueñan las niñas.
*
Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
–Quiero en el alma mía
tener la inspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: ¡Ven! con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino idioma de esperanza.
¡Oh, sed del ideal!
*
Sobre la cima
de un monte, a media noche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan.
Exclamé: –¡Más!...
*
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: –¡Más!... Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: –¡Y bien!... ¡Las flores!
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil, y las volúbilis
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: –¡Más!...
*
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda,
y el alma de las liras.
Y lo rasgó. Y allí todo era aurora.
En el fondo se vía
un bello rostro de mujer.
*
¡Oh, nunca
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
¿Más ? dijo el hada. Y yo tenía
entonces,
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se
posó mi cabeza pensativa...
A UN POETA
Nada más triste que un titán
que llora,
Hombre-montaña encadenado a
un lirio,
Que gime, fuerte, que
pujante, implora:
Víctima propia en su fatal
martirio.
Hércules loco que a los pies
de Onfalia
La clava deja y el luchar
rehúsa,
Héroe que calza femenil
sandalia,
Vate que olvida la vibrante
musa.
¡Quien desquijara los
robustos leones,
Hilando esclavo con la débil
rueca;
Sin labor, sin empuje, sin
acciones
Puños de fierro y áspera
muñeca!
No es tal poeta para hollar
alfombras
Por donde triunfan femeniles
danzas:
Que vibre rayos para herir
las sombras,
Que escriba versos que
parezcan lanzas.
Relampagueando la soberbia
estrofa,
Su surco deje de esplendente
lumbre;
y el pantano de escándalo y
de mofa
Que no lo vea el águila en
su cumbre.
Bravo soldado con su casco
de oro
Lance el dardo que quema y
que desgarra,
Que embista rudo como
embiste el toro,
Que clave firme, como el
león, la garra.
Cante valiente y al cantar
trabaje,
Que ofrezca robles si se
juzga monte;
Que su idea, en el mal rompa
y desgaje
Como en la selva virgen el
bisonte.
Que lo diga la inspirada
boca
Suene en el pueblo con la
palabra extraña;
Ruido de oleaje al azotar la
roca,
Voz de la caverna y soplo de
la montaña
Deje Sansón de Dálila el
regazo:
Dálila engaña y corta los
cabellos.
No pierda el fuerte el rayo
de su brazo
Por ser esclavo de unos ojos
bellos.
ANAGKE
Y dijo la paloma:
Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,
en el árbol en flor, junto a la poma
llena de miel, junto al retoño suave
y húmedo por las gotas del rocío,
tengo mi hogar. Y vuelo,
con mis anhelos de ave,
del amado árbol mío
hasta el bosque lejano,
cuando el himno jocundo
del despertar de Oriente,
sale el alba desnuda, y muestra al mundo
el pudor de la luz sobre su frente.
Mi ala es blanca y sedosa;
la luz la dora y baña
y céfiro la peina.
Son mis pies como pétalos de rosa.
Yo soy la dulce reina
que arrulla a su palomo en la montaña.
En el fondo del bosque pintoresco
está el alerce en que formé mi nido;
y tengo allí, bajo el follaje fresco,
un polluelo sin par, recién nacido.
Soy la promesa alada,
el juramento vivo;
soy quien lleva el recuerdo de la amada
para el enamorado pensativo.129
Yo soy la mensajera
de los tristes y ardientes soñadores,
que va a revolotear diciendo amores
junto a una perfumada cabellera.
Soy el lirio del viento.
Bajo el azul del hondo firmamento
muestro de mi tesoro bello y rico
las preseas y galas:
el arrullo en el pico
la caricia en las alas.
Yo despierto a los pájaros parleros
y entonan sus melódicos cantares;
me poso en los floridos limoneros
y derramo lluvia de azahares.
Yo soy toda inocente, toda pura.
Yo me esponjo en las ansias del deseo,
y me estremezco en la íntima ternura
de un roce, de un rumor, de un aleteo.
¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque a
Flora
das la lluvia y el sol siempre
encendido:
porque, siendo el palacio de la Aurora,
también eres el techo de mi nido.
¡Oh inmenso azul! Yo adoro
tus celajes risueños,
y esa niebla sutil de polvo de oro
donde van los perfumes y los sueños.
Amo los velos tenues, vagarosos,
de las flotantes brumas,
donde tiendo a los aires cariñosos
el sedeño abanico de mis plumas.
¡Soy feliz! Porque es mía la floresta,
donde el misterio de los nidos se halla;
porque el alba es mi fiesta
y el amor mi ejercicio y mi batalla.
Feliz porque de dulce ansias llena,
calentar mis polluelos es mi orgullo;
porque en las selvas vírgenes resuena
la música celeste de mi arrullo.
Porque no hay una rosa que no me ame,
ni pájaro gentil que no me escuche,
ni garrido cantor que no me llame!...
–¿Sí? dijo entonces un gavilán infame,
Y con furor se la metió en el buche.
*
Entonces el buen Dios allá en su trono,
(mientras Satán, para distraer su encono
aplaudía a aquel pájaro zahareño),
se puso a meditar. Arrugó el ceño,
y pensó, al recordar sus vastos planes,
y recorrer sus puntos y sus comas,
Que cuando creó palomas
No
debía haber creado gavilanes.
CAUPOLICÁN
a Henrique Hernández Miyares
Es algo formidable que vio la vieja
raza:
Robusto tronco de árbol al hombro de un
campeón
Salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
Blandiera el brazo de Hércules, o el
brazo de Sansón.
Por casco sus cabellos, su pecho por
coraza
Pudiera tal guerrero, de Arauco en la
región,
Lancero de los bosques, Nemrod que todo
lo caza,
Desjarretar un toro, o estrangular un
león.
Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz
del día,
Le vio la tarde pálida, le vio la noche
fría,
Y siempre el tronco de árbol a cuestras
del titán.
«¡El Toqui, el Toqui!» clama la
conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo:
«Basta.»
E irguióse la alta frente del gran
Caupolicán.
VENUS
En la tranquila noche, mis
nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud bajé al
fresco y callado jardín.
En el oscuro cielo Venus
bella temblando lucía,
Como incrustado en ébano un
dorado y divino jazmín.
A mi alma enamorada, una
reina oriental parecía,
Que esperaba a su amante,
bajo el techo de su camarín;
O que, llevada en hombros,
la profunda extensión recorría,
Triunfante y luminosa,
recostada sobre su palanquín.
«¡Oh reina rubia! –díjele–
mi alma quiere dejar su crisálida,
Y volar hacia ti, y tus
labios de fuego besar,
Y flotar en el nimbo que
derrama en tu frente luz pálida,
Y en siderales éxtasis no
dejarte un momento de amar.»
El aire de la noche
refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con
triste mirar
III. WALT
WHITMAN
En su país de hierro vive el
gran viejo,
Bello como un patriarca,
sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica
de su entrecejo
Algo que impera y vence con
noble encanto.
Su alma del infinito parece
espejo;
Son sus cansados hombros
dignos del manto;
Y con arpa labrada de un
roble añejo,
Como un profeta nuevo canta
su canto.
Sacerdote que alienta soplo
divino
Anuncia, en el futuro,
tiempo mejor.
Dice al águila: «¡Vuela!»;
«¡Boga!», al marino,
y «¡Trabaja!», al robusto
trabajador.
¡Así va ese poeta por su
camino,
Con su soberbio rostro de emperador!
IV. J. J. PALMA
Ya de un corintio templo
cincela una metopa,
Ya de un morisco alcázar el
capitel sutil,
Ya como Benvenuto, del oro
de una copa
Forma un joyel artístico,
prodigio del buril.
Pinta las dulces Gracias, o
la desnuda Europa,
En el pulido borde de un
vaso de marfil,
O a Diana, diosa virgen de
desceñida ropa,
Con aire cinegético, o en
grupo pastoril.
La musa que al poeta sus
cánticos inspira
No lleva la vibrante
trompeta de metal,
Ni es la bacante loca que
canta y que delira,
en el amor fogosa, y en el
placer triunfal:
Ella al cantor ofrece la
septicorde lira,
O, rítmica y sonora, la flauta de
cristal.
Créditos
Notas bibliográficas
1. Wikipedia, Entrada Azul.
2. Roberto
González Echevarría. El maestro del modernismo, Letras libres, 30 septiembre 2006
3.
Cabe la
distinción entre el modernismo, entendido en un sentido amplio y de las
vanguardias europeas, y del modernismo como corriente exclusiva del ámbito literario
en Hispanoamérica. El primero es una corriente que se debate entre las fuerzas
centrifugas y centrípeta, de diversas
artes y pronunciadas influencias, desde la poesía, la pintura, escultura,
teatro, música; que desemboca y contribuye
a modelar la mente moderna, y rebasa las fronteras europeas. El segundo se
fortalece fundamentalmente en la literatura y tiene su mayor impacto en
Hispanoamérica. Pero prende muy poco en la cultura eurocentrista europea y en
la mente anglosajona. Y uno tiene el legítimo derecho de preguntarse por qué.
En fin, no se puede acusar al modernismo hispanoamericano, de ser un movimiento
ajeno a las corrientes europeas, o de estar anclado en los resabios del
criollismo, regionalismo o de no haber superado el naturalismo. Si bien con su
propio talente, y su castizo acento, el modernismo hispanoamericano se nutre de
dos de las corrientes claves de la cultura occidental: de griegos y de latinos.
Sin obviar dos referentes importantes como la poesía de los parnasianos
franceses y la poesía del Siglo de oro Español. Hace bien Octavio Paz, al
comparar el modernismo hispanoamericano con corrientes tan válidas como el romanticismo
y el surrealismo.
En fin el modernismo hispanoamericano, iba montado en
la misma y gran ola de los grandes cambios de fin e inicio de siglo en que se
sustentaron todas las vanguardias europeas y que fraguaron la mente moderna del
siglo XX: la ruptura con el romanticismo, el abandono de canones decimonónico y
la aventura de la exploración experimental estética, la caída del reino de lo sacro,
la irrupción de la velocidad y el ruido, los avances de la técnica y la
ciencia, la apertura al inconsciente y el sicoanálisis, las grandes rupturas
lingüísticas, el surgimiento de las masas, la organización de los grandes
medios de comunicación, las sustitución embrionaria de la palabra por la
imagen. Si bien poco entendido y asimilado en la mente europea y anglosajona,
el modernismo literario es el primero y único movimiento artístico y estético
de Hispanoamérica. Seria necesario adelantar el rollo de la película para llegar
al famoso, mediático y heterogéneo boom latinoamericano,
para volver a referenciar la literatura en lengua castellana, y su aceptación
en el canon universal. (Dentro de ese movimiento se puede señalar otro
corriente muy latinoamericana, esa confluencia de lo real maravilloso de Alejo
Carpentier y el realismo mágico de
Gabriel García Márquez). Y surge la pregunta si en este escenario de la globalización, de la
pretendida democratización virtual, del derrumbamiento de fronteras, esta en ciernes
una tercera oleada de grandes escritores hispanoamericanos. O pensando globalmente,
si estamos o es posible una nueva gestación tardía de las vanguardias que
irrumpieron a inicios de siglo XX; o será
que en este mundo cada vez más fragmentado, de culto al individuo, y avasallado; ya no hay ismo ni movimiento estético colectivo
que se sostenga en dos pies. Por supuesto, mucho se podría decir sobre este tema,
en todo caso queda planteado como una inquietud extravagante.
4. Octavio Paz, "El caracol y la sirena", en Rubén Darío,
Antología, 1999 p. 27.
5. Las cartas se publicaron en el diario los días 22 y
29 de octubre de 1888. En el Diario El Imparcial de Madrid, Entrada Azul en Wikipedia
6. « En una
nota a la segunda edición del libro, de 1890, el autor explica que esta cita
del poeta francés motivó el título. Sin embargo, años después, en Historia de
mis libros (1913), negó esta relación. Según explica en esta obra, el azul era
para él "el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y
homérico, color oceánico y firmamental»
Entrada Rubén Darío, Wikipedia
7.
Moya Ávila, Francisco. Párrafos
de OCTAVIO PAZ Y SU LAUREL:
LECTOR DE RUBÉN DARÍO Y JUAN RAMÓN JIMÉNEZ OCTAVIO PAZ AND HIS LAUREL. READER OF RUBÉN DARÍO AND JUAN RAMÓN
JIMÉNEZ, Francisco Moya Ávila,
Universidad de Sevilla (PDF) Laurel: Antología
de la poesía moderna en
lengua española/ Prólogo de Xavier Villaurrutia; epílogo de Octavio Paz. México
DF: Trillas, 1988
8.
Lo vincula a Honduras dos hechos más, su primera
esposa era hondureña, hija de un reconocido periodista y orador hondureño:
Álvaro Contreras Membreño, y además se le ha considerado alma gemela del gran poeta modernista, Juan Ramón
Molina.
9. Juan Carlos Abril, La noción
de viaje en Rubén Darío, Cuadernos Hispanoamericanos, junio 1 2017
10. Ídem. Pedro
Salinas citado por Juan Carlos Abril,
Obras de Rubén Darío
Azul
Prosas profanas y otros poemas
Biblioteca Virtual Universal
Cantos de Vida y Esperanza
Ilustraciones
Rubén Darío en uniforme de
embajador, detalle de pintura. Tomado de "Rubén Darío”. Autor: Julia Máxima Uriarte. Para: Caracteristicas.co. Última
edición: 8 de noviembre de 2019. Disponible en: https://www.caracteristicas.co/ruben-dario/.
Rubén Darío, foto, Nueva
York, 1915
Dibujo, Plaza de las
palabras