Cuento:Sonata antes del fin por Alvaro Calix


 Álvaro Cálix
           
 La ventana del cafetín lucía empañada por la llovizna. El coro de voces de los parroquianos se le desoía cada vez más, a intervalos que iban en paralelo con sus ganas de pasar inadvertido; y no había ya cuartilla que no hubiese leído en el periódico que pidió prestado en la barra. Por la calle iban y venían rostros cabizbajos, evadiendo mirar al cielo, sorprendidos por la lluvia. Sorbió un poco del café, sin azúcar, enfriado por las dilatadas pausas que él tomaba entre trago y trago. Nadie parecía  identificarlo;  tampoco él reconocía a nadie. Lo único que le sugería un aire familiar era la copia de un Chagall -“La caída de Ícaro”-, que seguía colgado junto a la puerta. Como solía pasarle antes, hundió la mirada en el óleo, pleno de éxtasis ante el desplome del  alado, en medio de la expectación de la multitud.
También le resultaba extraño el corre y corre de las calles , nada que ver con el ritmo perezozo de dos lustros atrás, cuando tuvo que marcharse. Advirtió que ya no estaba, al frente del cafetín, el pequeño hotel en el que solía hospedarse cuando venía a esta ciudad. Habían demolido la casa antigua para construir una sucursal bancaria. Recordó que más de alguna vez el dueño del hospedaje, amigo de tertulias, le permitió usar el sótano para reunirse con otros disidentes.
          Se preguntó, con una inquietud morbosa, qué estaba haciendo a esa hora, apenas una semana atrás… “Regresando al pabellón”, se dijo, imaginando la custodia de los gendarmes, después de la jornada en la granja.  Aunque no podía explicárselo, extrañaba aún la rutina del encierro, la vida fuera de las rejas se le revelaba como un rayo deslumbrante. Rehacer su vida no iba a ser un bocado fácil, atando cabos de aquí a allá, afanado en juntar las piezas enmohecidas de un rompecabezas.
          Si bien no parecía afligido, tampoco se le veía contento; asumía impávido lo que se le figuraba como un viaje, un viaje a la tiniebla de los días idos. En rigor, estaba ahí para cumplir con la visita que le prometió a Alicia, en la carta que envió semanas antes de quedar libre.
          ¿Llegaría ella?... no quería entrar en el laberinto de las probabilidades. ¿Le habrán llegado las cartas?, ¿viviría todavía en el barrio de las Camelias?... o al menos: ¿estaría aún con vida…? Entendía que flotaban en el aire muchos  presupuestos de los que pendía la consumación de la cita.
          Volvió a observar tras la ventana. La lluvia amainaba, la gente volvía al trajín de las calles. Agradeció el gesto del mesero de limpiar los cristales. Tres niños pequeños se le aparecieron en la acera de enfrente, donde antes estaba el hotel. Al punto distinguió a una dama junto a los chicos, acompañada por un hombre mayor. Ella volteó hacia el Café.
          Él se acercó a la ventana, limpió sus lentes y aguzó la mirada. No sintió nada, es decir, ninguna de las sensaciones que por tanto tiempo imaginó que sentiría si la volviese a ver. Y a pesar de desconocer –no tenía por qué ni cómo saberlo- lo de los hijos y el marido, cayó en la cuenta de que era algo a todas luces normal.
          Retornó a su mesa, una vez que la escena se esfumó. Terminó su café. Pagó la cuenta y salió sin olvidar el ramo de crisantemos que traía por si acaso. Alcanzó la Plaza Mayor, se entretuvo en la fuente y buscó después la vieja avenida ribeteada de acacias. Se dirigía al margen norte de la ciudad, a la terminal de autobuses.
          Compró el boleto de regreso, aunque tendría que esperar casi una hora antes de la salida. Afuera, en la esquina de una de las calles de acceso a la terminal, un hombre, con talante extranjero, ejecutaba viejos tangos al son de un acordeón. Se sumó al puñado de personas que hicieron rueda al músico, consciente de que con esa distracción alejaba la idea, tenue, pero no por ello inocua, de querer deambular por la ciudad a ver si por casualidad se topaba con ella. El cielo se despejaba de a poco, pronto oscurecería.
          Una mano le palmeó la espalda. Agitado, se volvió.
—¡Caramba, hombre!, te dábamos por muerto —le dijo alguien  a quien no identificó de momento, pese a que el sujeto lo miraba con notable familiaridad— ¡Soy Marcos!, excompañero de viejas luchas… Estúpidas luchas, ¿no?
     No contestó, se sintió fulminado. Hubiera querido decirle traidor. Tenía la certeza de que él fue uno de sus delatores.
—Lo que perdimos por dárnolas de revolcionarios insistió el hombre—. Yo tuve que sentar cabeza. Me salí del bando, monté un negocio y… veme ahora… ni la sombra de aquel tonto mozalbete... Soy “Don Marcos”, inversionista en bienes raíces y distribuidor de licores importados… A tus órdenes…
—Ya veo.
—Y a tí… ¿qué te pasó…? Ésos del Partido no amagan… Sé que te cogió la Guardia… pensé que te habían volado el seso…
—Casi…
—Ahora que lo pienso… escuche la otra vez que iban a dar amnistía a unos presos… ¿Tú estabas en la colada?...
—Tal vez…                                                   
—¿Qué piensas hacer ahora?...
—Ya veremos.
—Bueno… me alegro de saludarte —Marcos apresuró la despedida. Avanzó un par de pasos, distanciándose, pero al recordar algo, se dio vuelta, y con un tono más alto de voz, apuntilló—: ¡Ah!..., supongo que ya te habrás enterado… sí, ella se casó con un funcionario municipal… No la sé ver, pero créeme, está bien… no le falta nada…
          Lo vio alejarse sonriente, a pasos saltarines, con expresión campante, enfundado en un gabán negro y columpiando un diminuto maletín. Hubiera querido mostrarle un poco más de enfado, pero su corazón ya no estaba para esas muecas.
            “Qué extraña es la libertad”, pensó, “ligera y desinhibida”, pero sospechaba que muy fugaz, tan pronto como se la llenaba de rutina.
          Subió al autobús, desperezado, aún con el eco de los tangos grabado en sus oídos. Tomó su asiento, en primera fila; descorrió la cortina para llevarse la última impresión de aquella ciudad, a la que de ahora en adelante no tendría ningún motivo para regresar.
          Una jovencita subió al autobús, se sentó por un momento en el asiento de atrás, sin que lo advirtiera el exconvicto. Con disimulo, deslizó junto a él una pequeña caja de cartón lacrada. La muchacha salió tan pronto como pudo cumplir el encargo. Él, con el mentón apoyado en la mano, miraba hacia la ventanilla, pero al voltear sin motivo, descubrió el paquete a su lado. Con asombró vio su nombre, precedido por un “Gracias” en letra grande y huraña. Sin aspavientos abrió la caja. Algo así como una docena de cartas, las cartas que él había envíado durante los diez últimos años. En su asombro, no tuvo tiempo de averiguar quién se las había puesto en el asiento. Al echar un vistazo a su alrededor no encontró pistas, y no intentó más. Volviendo los ojos a las cartas, vio que todas había sido abiertas. Pero Alicia jamás contestó ninguna.
          El autobús comenzó a salir de la terminal. Pocos pasajeros viajaban esa tarde; el asiento contiguo iba vacío, incidente que no le disgustó en absoluto, más bien levantó el descansa brazos para sentirse a sus anchas. Apoyó la cabeza en el vidrio, y como una última postal, la miró a ella parada en el andén, sin compañía, agitando la mano para decir adiós. Él hizo lo mismo, sin sobresaltos, tratando de borrar hasta el más leve asomo de reproche. El bus se alejó.
          Llegaría cerca de la media noche, por lo que supuso que tendría tiempo para darle vueltas a los incidentes de la tarde. Para evitarse alguna molestia, decidió de antemano renunciar a la posibilidad de releer las cartas que de tiempo en tiempo había escrito. “No valía la pena”, masculló.
          Ya en camino, abrió la ventana, y con presteza lanzó el ramo de crisantemos a la campiña que bordeaba la carretera. Cerró los ojos, y vio las llamas de las naves elevarse al cielo de Zafiro.


Del libro de cuentos La plaza de los poetas, Álvaro Cálix (Escritor Hondureño).  Ilustración Plaza de las palabras 


Tres poetas románticos ingleses: Keats,Byron y Wordsworth. Post Plaza de las palabras


El romanticismo  tiene su apogeo en el siglo XIX especialmente en Alemania  e Inglaterra. Se caracteriza por un rechazo al clasicismo o neoclasicismo, y favorece la subjetividad del individuo, afecto por la naturaleza, la relación del hombre y su mundo, una mayor libertad de expresión. In contrast to the eighteen ideal of comfomity, the romantic period places a new emphasis of individualism” (…). Center  on the individual  and his experience(1) Un individualismo basado en el persona y que le abre las puertas a la imaginación romántica. De ahí que la “expresión of the imagination”, (2)  o la imaginación romántica,  desempeña un papel clave en el romanticismo (3)
En Inglaterra el periodo romántico tiene dos etapas la primera con los poetas Coleridge y William Wordsworth, algunos incluyen también a Willian Blake. En este  primer periodo destaca la obra  Baladas Liricas de Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge  en que sin ser un manifiesto,  se establecen algunos de los postulados la poesía romántica. El segundo periodo lo forman entre otros los poetas P.B.Shelly, George Gordon más conocido como Lord Byron y John Keats. En ambos periodos se teorizo mucho sobre el arte de la poesía.

Wordsworth centra su enfoque en el postulado  “la poesía es el desbordamiento espontaneo de sentimientos poderosos; que toma su origen de la emoción recordada en tranquilidad”. Y Shelly en uno de su poemas escribe:
Skylark was not a bird/but a blithe spirit. (4)

 Shelly  tambien escribe su ensayo A Defense of poetry,  “What  lack is imaginaive  awarenees that will simulate  us to put our knowledge into action ,and it is this that poetry must create(5) Para Shelly  los poetas son “Hierophants (6),Unapprehended inspirations, the mirror  of the gigantic shadows which futurity  cast upon the present (…) Poets are the unacknowledge legislator  of the world(7).

Por demás esto de ver un espíritu en las cosas , también es plasmado en las poesía de Keats, cuando introduce la música de lo invisible , reino más allá de lo material visto y oído, el reino del espíritu: “Pero en Keats, este contraste se magnificaba y llegaba a desnudar parte de la realidad, casi tocando ese mundo sobrenatural presentido pero no visible: «Son dulces las melodías que oímos, y aún más dulces / las que nunca escuchamos, seguid, pues, tocando,/ suaves caramillos, las más apreciadas/ por el espíritu, no las que oímos, sino las inaudibles». Así se expresaba keats en una de sus famosas odas, con gran certeza de estar tocando algo rotundamente sólido, aunque no lo viera, habitaba en él ese anhelo, de que tras los límites visibles hay canciones más dulces o palabras más brillantes que brillante, susurraba  un deseo casi platónico por las formas, «pues hay una armonía invisible e inaudible» y citando a Plotino  «la música sensible es creada por una música previa a lo sensible»”(8 ) Pero para un enfoque totalizador sobre su estética poética, la  poesía se resume en los versos finales que tantas interpretaciones ha causado entre los críticos y académicos  (9),  de su poema  “A una urna griega” :

‘Beauty is truth, truth beauty’--that is all / Ye know on earth, and all ye need to know”. (10), (11)

Para Keats los poetas deben tener  “negative capability”, que no es más que “la capacidad de olvidarse de si mismo y sumergirse en las situaciones y las cosas para hacerlas poemas”. (12) Una especie de Poeta Camaleón. “Who inmerse himself  in the personality  of others  and loses  his own identidy  in theirs “(13)   Beside the literatura of introspection  stands literature, equally rich, of imaginative penetratión into other minds”. (14) Shelly también en  A Defense of Poetry :

“A man to be greatly, must imagine intensely and comprehensively; he must put himself in the place of another and of many others; the pain and pleasures of his species must become his own”. (15)   En resumen los poetas románticos ingleses aún con su diferencias de estilo y circunstancia personales, desarrollaron muchos puntos en común no solo en la temática sino en los modos de ejercer la operatividad  poética.  
 Para este post de Plaza de las palabras se eligió a tres poetas: Wordsworth, Byron y Keats, de su amplio catálogo de poesías se seleccionaron tres poemas representativos del romanticismo ingles. Ode on a Grecian Urn (Oda a una  urna griega) de Keats, donde asoman algunas de sus ideas estéticas, los dos poemas restantes de Byron y Wordsworth: CLXXIII. "She walks in beauty, like the night" (Ella camina en belleza como la noche) y “She was a phantom of delight” (Ella era un fantasma de placer). Estos dos últimos poemas se usa el To pass (Ella pasa), eco poderoso pero inadvertido de la poesía Dolce Stil  Nuovo  italiano del siglo XIII. (16)


John Keats, 1795 – 1821


Ode on a Grecian Urn
I
Thou still unravish’d bride of quietness,
Thou foster-child of Silence and slow Time,
Sylvan historian, who canst thus express
A flowery tale more sweetly than our rhyme:
What leaf-fringed legend haunts about thy shape
Of deities or mortals, or of both,
In Tempe or the dales of Arcady?
What men or gods are these? what maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
What pipes and timbrels? What wild ecstasy?



II
Heard melodies are sweet, but those unheard
Are sweeter; therefore, ye soft pipes, play on;
Not to the sensual ear, but, more endear’d,
Pipe to the spirit ditties of no tone:
Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
Thy song, nor ever can those trees be bare;
Bold lover, never, never canst thou kiss,
Though winning near the goal--yet, do not grieve;
She cannot fade, though thou hast not thy bliss,
For ever wilt thou love and she be fair!



III
Ah, happy, happy boughs! that cannot shed
Your leaves, nor ever bid the Spring adieu;
And, happy melodist, unwearied,
For ever piping songs for ever new;

More happy love! more happy, happy love!
For ever warm and still to be enjoy’d,
For ever panting, and for ever young;
All breathing human passion far above,
That leaves a heart high-sorrowful and cloy’d,
A burning forehead, and a parching tongue.


IV
Who are these coming to the sacrifice?
To what green altar, O mysterious priest,
Lead’st thou that heifer lowing at the skies,
And all her silken flanks with garlands drest?
What little town by river or sea shore,
Or mountain-built with peaceful citadel,
Is emptied of this folk, this pious morn?
And, little town, thy streets for evermore
Will silent be; and not a soul to tell
Why thou art desolate, can e’er return.


V
O Attic shape! Fair attitude! with brede
Of marble men and maidens overwrought,
With forest branches and the trodden weed;
Thou, silent form, dost tease us out of thought
As doth eternity: Cold pastoral!
When old age shall this generation waste,
Thou shalt remain, in midst of other woe
Than ours, a friend to man, to whom thou say’st,
‘Beauty is truth, truth beauty’--that is all
Ye know on earth, and all ye need to know.

Lamia, Isabella, la víspera de santa Inés y otros poemas (1820). (1819)
A una urna griega

Tú, todavía virgen esposa de la calma, criatura nutrida de silencio y de tiempo, narradora del bosque que nos cuentas una florida historia más suave que estos versos. En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda de dioses o mortales, o de ambos quizá, que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia? (17) ¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes? ¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir? ¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?
II
Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas; sonad por eso, tiernas zampoñas, no para los sentidos, sino más exquisitas, tocad para el espíritu canciones silenciosas. Bello doncel, debajo de los árboles tu canto ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse. Osado amante, nunca, nunca podrás besarla aunque casi la alcances, mas no te desesperes: marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia, ¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

III
 ¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes que no despedirán jamás la primavera! Y tú, dichoso músico, que infatigable modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más  dichoso! Por siempre ardiente y jamás saciado, anhelante por siempre y para siempre joven; cuán superior a la pasión del hombre que en pena deja el corazón hastiado, la garganta y la frente abrasadas de ardores.

IV
¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden? ¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante, llevas esa ternera que hacia los cielos muge, los suaves flancos cubiertos de guirnaldas? ¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar, alzada en la montaña su clama ciudadela vacía está de gentes esta sacra mañana? Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas tus calles quedarán, y ni un alma que sepa por qué estás desolado podrá nunca volver.

V
¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe de hombres y de doncellas cincelada, con ramas de floresta y pisoteadas hierbas! ¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral! Cuando a nuestra generación destruya el tiempo tú permanecerás, entre penas distintas de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo: «La belleza es verdad y la verdad belleza»... Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta.






 
George Gordon Byron, 1788 - 1824

CLXXIII. "She walks in beauty, like the night"
I.
She walks in beauty, like the night
Of cloudless climes and starry skies;
And all that’s best of dark and bright
Meet in her aspect and her eyes:
Thus mellowed to that tender light
Which heaven to gaudy day denies.
II.
One shade the more, one ray the less,
Had half impaired the nameless grace
Which waves in every raven tress,
Or softly lightens o’er her face;
Where thoughts serenely sweet express
How pure, how dear their dwelling place.


III.
And on that cheek, and o’er that brow,
So soft, so calm, yet eloquent,
The smiles that win, the tints that glow,
But tell of days in goodness spent,
A mind at peace with all below,
A heart whose love is innocent!
(June 12, 1814). De Melodías Hebreas

CLXXIII. "Ella camina en belleza ,como la noche"
I
Ella camina en la belleza, como la noche
De climas sin nubes y cielos estrellados,
Y lo mejor de lo oscuro y lo brillante
Convergen en sus rasgos y en sus ojos
Así, suavizados bajo la tierna luz
Que el cielo al llamativo día niega.
II
Una sombra más, un rayo de luz menos,
Mermada a medias la gracia sin nombre
Que ondea en cada trenza azabache
Alumbra con tenue luz su rostro,
Donde los pensamientos con serena dulzura expresan
lo pura y querida que resulta su morada.

III
Y sobre esa mejilla y ese ceño
Tan suave, calmo y elocuente,
Sonrisas que arrebatan, tonos que relucen,
Mas hablan de días transcurridos en bondad,
Una mente en paz con las bajas pasiones,
Un corazón cuyo amor es inocente.



 
William Wordsworth (1770-1850)


She was a phantom of delight

I
She was a phantom of delight
When first she gleamed upon my sight;
A lovely Apparition, sent
To be a moment's ornament;
Her eyes as stars of Twilight fair;
Like Twilight's, too, her dusky hair;
But all things else about her drawn
From May-time and the cheerful Dawn;
A dancing Shape, an Image gay,
To haunt, to startle, and way-lay.


II
I saw her upon a nearer view,
A Spirit, yet a Woman too!
Her household motions light and free,
And steps of virgin liberty;
A countenance in which did meet
Sweet records, promises as sweet;
A Creature not too bright or good
For human nature's daily food;
For transient sorrows, simple wiles,
Praise, blame, love, kisses, tears and smiles.


III
And now I see with eye serene
The very pulse of the machine;
A Being breathing thoughtful breath,
A Traveler between life and death;
The reason firm, the temperate will,
Endurance, foresight, strength, and skill;
A perfect Woman, nobly planned,
To warm, to comfort, and command;
And yet a Spirit still, and bright,
With something of angelic light.
(1804)

Ella era un fantasma de placer

I
Ella era un fantasma de placer
Cuando  por primera vez  la vi
resplandeciendo ante mí ,
una encantadora visión  enviada
para ser un adorno del instante.
Sus ojos eran estrellas de  hermosa aurora
como crepúsculo su oscuro pelo.
Pero sobretodo su presencia:
la primavera y el  gozoso amanecer.
Una forma danzante, una imagen alegre
para perseguir, inquietar  y abordar.

II
La contemple  desde  más cerca:
era un espíritu ¡Pero también una mujer!
Sus  movimientos de hogar: sutiles y libres;
eran pasos de incólume libertad .
Un semblante que convocaba
dulces recuerdos, y promesas  melodiosas;
Una criatura no muy brillante ni buena
para el alimento cotidiano del alma.
Pasajeras congojas, escuetos engaños.
Elogios, culpas, amor, besos, lágrimas y sonrisas.

III
Y ahora veo con ojos serenos
el idéntico pulso de la maquina,
un ser respirando un  aliento maduro,
una mensajera entre la vida y la muerte
La razón firme, la voluntad templada.
Abnegación, previsión, fortaleza y destreza.
Una mujer perfecta,
noblemente planeada para la calidez,
para sosegar y  dominio.
Y aún así un espíritu tranquilo  y luminoso
con asomo de luz angelical.




Notas
(1) British Literature Blake to Present Day. p3
(2)Idem, p324
(3)Sobre la imaginación poética, ver Sentido de la imaginación en William Wordsworth Cristián De Bravo Delorme ; Ideas y Valores 2013, LXII (153) John Keats: La imaginación poética Mario A.Membreño Cedillo, La Imaginación En El Romanticismo Inglés,Ramon Banegas,  
(4) La alondra no es un pájaro /sino un  alegre espíritu, versos iniciales de su poema A una Alondra, Citado en la introducción de Julian Symoms  Major British Poets, pagina XVI.
(5) British Literature Blake to Present Day. 8p
(6)Hierofantes, especie de sacerdotes que explicaban o interpretaban los misterios Según wikipedia Un hierofante o gerofante (del griego ἱεροφάντης, 'el que hace aparecer lo sagrado' ) es un rango dentro de los sacerdotes de la antigua religión griega, concretamente el sumo sacerdote del culto de Eleusis en el Ática así como los de otros cultos mistéricos Wikipedia .
(7) Ibid, British Literature Blake to Present Day. p324
“Hierofantes, inspiraciones no capturadas, el espejo de gigantes sombras las cuales la futuridad lanza al presente  (…) Los poetas son los desconocidos legisladores del mundo.
(8) En el ensayo John Keat : la imaginación poética
(9) T.S.Elliot  entre ellos
(10) La belleza es verdad y la verdad belleza /y eso es todo lo que en la tierra /necesitamos saber
(11) Donde para en una meditación estética para Keats la belleza es el arte y la verdad es la realidad. En palabras de A.B Valero citado en la introducción por Juan V. Martínez Luciano, en John Keats Poemas Escogidos p32.
(12)  Idem, John Keats Poemas escogidos, p10
(13) Quien se sumerge a si mismo en la personalidad de otros y pierde su propia identidad en ellos, British Literature, 10p
(14)Idem , 10p.  “Además  de la literatura de introspección, hay la literatura, igualmente rica, de penetración  imaginativa en otras mentes”.   
(15) “Un hombre para ser grande, debe imaginar intensamente,  y comprensivamente; el debe ponerse en el lugar de otro  y de muchos otros; el dolor y los placeres  de su especie, deben llegar a ser propios .p8  British Literature  
 (16) Que  remite a poetas como Guido Cavalcanti , Guido Guinezelle Cina de Pistoya, y  el mismo Dante Alighieri, si bien este estilo de poesía se centra en la idealización del el amor y la mujer. Ese matiz de To pass era usado por los poetas italianos de ese siglo.  De Calavanti : “Quien es esta que llega, que todo hombre la mira” De Pistoya “Una gentil, placentera  jovencita, adornada viene de angelical virtud” Dante “Tan gentil , tan honesta en su pasar” Las traducciones de los poemas completos al español son de Antología de la literatura italiana desde el origen a nuestros días  de G. Marone, Buenos Aires 1952.. Mientras que el de Dante es de Damaso Alonso Gredos, Madrid 1950 Citados en Dante Alighieri. La Vida Nueva, Editorial Porrúa, introducción página XVIII, 1999. 
(17)Valle en la antigua Grecia, habitado por pastores que eran hábiles en la música y las armas.

Bibliografía y Créditos
Bibliografía
British Literature Blake to Present Day.  Tomo II Editado por   Hazelton Spencer y otros. D.C.Heath and Company, Boston,1952   
The Mentor Books of Major British Poets. The William Blake a Thomas . Edited by Oscar Willians.  New American library, New York.1963  
John Keats Poemas Escogidos. Juan V. Martínez Luciano, Pedro Nicolás Paya , y Miguel Teruel Pozas Cátedra Letras Universales España, 1997 
John Keats:  La imaginación poética. M.A.Membreño Cedillo (Ensayo)  
Para poemas completos en ingles

Sobre Shelly A defense of poetry

http://www.bartleby.com/27/23.html

 

Para poemas completos en español

Sobre Shelly En defensa de la poesía

http://librosgratispdf.net/filologa/24379-defensa-de-la-poesia-percy-bysshe-shelley.html


Traducciones
Traducción del poema de Keats  www.alejandriadigital.com
Traducción del poema de Byron. Campo de maniobra Ella camina en belleza  Traducción de Ricardo José Gómez Tovar, España George Gordon, sexto lord de Byron (Dover, Inglaterra, 1788-Missolonghi, Grecia, 1824) , The Golden Treasury,  1875, Francis T. Palgrave, ed.
Traducción de poema de Wordworth. Plaza de las palabras
Ver otra traducción de los mismos poemas
 Wordworth
 Keats
Lord Byron
Fotografías

 Portrait  of John Keats  by Willian Hilton National Portrait Gallery London http://www.famousauthors.org/john-keats
Imagno/Hulton Archive/Getty Images