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ORBIS&URBIS.Construcción de un liderazgo ético para la nación. Sergio A. Membreño Cedillo. Post Plaza de las palabras

  




Plaza de las palabras,
presenta un artículo publicado en Diario El País, por Sergio A. Membreño Cedillo, economista hondureño, autor académico, que ha centrado sus investigaciones, en el campo del Desarrollo de Humano, políticas públicas y análisis prospectivo. Tiene varios libros publicados y ha trabajado, principalmente con organismos internacionales. Fue el secretario técnico del Foro  por la Democracia ( PNUD), secretario técnico de la Comisión por la Verdad y la Reconciliación (Honduras), y coordinador del último Informe de Desarrollo Humano, Honduras, 2023 (PNUD) Actualmente trabaja como consultor internacional.


Construcción de un liderazgo ético para la nación 

Sergio A. Membreño Cedillo

Esta columna se titula Emunah, derivado de la palabra hebrea fe. Caminar con fe. Esa es la actitud que debemos tener como ciudadanos; no es lo mismo el optimismo que es falaz, que la esperanza basada en la fe, porque creemos que Dios sí puede trasformar una nación.

La teoría de liderazgo no es nueva y tiene aportes conceptuales, académicos y prácticos muy difundidos en la literatura sobre el liderazgo. Sin embargo, hacemos referencia al liderazgo ético porque creemos firmemente que el mismo responde a la problemática central de nuestros países en Latinoamérica y Honduras. El liderazgo ético orienta a la ciudadanía a tomar decisiones fundamentadas, tales como justicia, transparencia, confianza, honestidad, igualdad y respeto. Estos se expresan como respeto a otros, construir comunidad, servir a otros, mostrar justicia e integridad.

El liderazgo ético es una aproximación necesaria que el país requiere, porque Honduras está sumida en una corrupción profunda, pobreza históricamente elevada y una dinámica política y social basada en un caudillismo, que ha prevalecido en la historia de nuestro país, y que ha producido una captura del Estado.

La formación de líderes que prioricen la integridad, el respeto y la transparencia es esencial. Pero que a la vez inspiren a otros miembros de la sociedad a formarse como líderes transformadores. Un aspecto relevante del liderazgo ético es que, si orienta a construir comunidad, pero implica a trabajar con la gente y entenderla Valorarla como un ser humano y no usarla como parte del modelo clientelista predominante en Honduras. Por ello, la empatía es fundamental porque no hay liderazgo centrado en la persona misma sino en el prójimo, es decir, un liderazgo de servicio. Otro elemento en términos de desarrollo es la confianza. Las investigaciones del sociólogo Robert D. Putman (1995) son clásicas y muy conocidas en el desarrollo: sin confianza no hay desarrollo.

En Honduras la corrupción y la impunidad son hermanos gemelos. La corrupción sistémica y estructural existe en toda la sociedad. El caudillo alimenta la corrupción. Hay un enorme riesgo de que la corrupción pueda también perpetuarse y está es una dimensión que debe ser señalada con coherencia y preocupación.

En Honduras se ha perdido la lucha por la ética en la política, y, por lo tanto, se ha perdido la visión transformadora con una política sin ética. No hay respuesta a los problemas centrales del país. Nuevos caudillos, pero la misma visión del siglo XX y del siglo XIX, que se perpetúa en los partidos políticos. La ética se origina de una visión y de la experiencia del bien común, pero el caudillo conspira contra ese tipo de liderazgo trasformador.

En esencia, un sistema caudillista ha permeado la forma de operar de la sociedad hondureña y de su clase política. El caudillo ha dañado al país y su desarrollo. Un liderazgo transformacional es requerido en esta Honduras que emerge en el siglo XXI. El pensador cristiano Jim Wallis (1995) nos dice que es fundamental un liderazgo enraizado en valores morales. En ese contexto, requerimos en Honduras un liderazgo ético que inspire a la nación y que comprenda e incluya en su visión a los jóvenes y mujeres, a los pobres y los excluidos, a los grupos vulnerables y a los pueblos autóctonos.

El líder debe fundamentar su acción y su conducta en la ética política. En la visión griega, la política no se separa de la ética. En la visión hebrea, la integridad era el fundamento de cualquier accionar humano. El pensador y sociólogo León Strauss (1964) nos recuerda que la enseñanza política de los filósofos clásicos, a diferencia de sus enseñanzas técnicas, estaba dirigida en primer lugar, no a todos los hombres inteligentes, sino a todos los hombres íntegros. Para la sociedad hondureña del siglo XXI, el propósito de construcción de un liderazgo ético no debe ser solo retórico, sino de corazón, mente y espíritu.

Hay un desafío central en Honduras. Un destino histórico construido gradualmente entre las injusticias seculares y la pérdida de sus valores, reflejado en una extensa corrupción e impunidad. Se requiere rescatar la política del caudillo por un liderazgo transformador basado en la ética.

Mientras el país no tenga líderes con ética, muy difícilmente podemos esperar cambios trasformadores en Honduras. Por ahí deberíamos de comenzar para cambiar el país. No es un líder carismático o mesiánico. Un líder único; si no más bien, un conjunto de líderes que el país requiere. En el plano político, implica un cambio fuerte en la forma de hacer política y de entenderla. Si liderazgo ético basado en los valores es construir futuro, con visión, ética y eficiencia, entonces, ese es el liderazgo que Honduras necesita.

smembrenocedillo@gmail.com

@SergioAMembreo1

 


Orbis & Urbis: Repensar los roles del Estado en la economía. Álvaro Calix. Post Plaza de las palabras

 

 


 



 

Plaza de las palabras, en su sección Orbis&Urbis, presenta un ensayo de Álvaro Calix, escritor, investigador social y doctorado en ciencias sociales.  El ensayo en referencia es una reflexión meticulosa y esclarecedora sobre repensar el Estado en el ambito de la economia. Esto ante tantas encrucijadas y derroteros en los ambitos nacionales, regionales y globales, que van abriendo una brecha mayor en el desarrollo de los pueblos y erosionando la calidad de vida de los ciudadanos. El autor hace un recorrido en que plantea esa dicotomía entre el capitalismo  puro y extremo, y los intentos a medias de los Estados por recurrir a políticas publicas y regulaciones estatales a fin de paliar la voracidad del lucro y el individualismo. Este equilibrio entre ambos mundos no es fácil de reconciliar.  Apunta el mismo autor Hacia una mayor complementariedad entre Estado y Mercado en economías mixtas

Parte el autor de una premisa básica:  

”El debate sobre el rol del Estado ha cobrado protagonismo a partir de la crisis financiera de 2008, la emergencia climática y los efectos de la pandemia del COVID-19. La magnitud y escala de los riesgos globales no tiene precedentes en la historia universal, de la mano con los efectos disruptivos de la llamada cuarta revolución industrial.”

También el autor reconoce:

“Más allá de los rasgos específicos que debe asumir el Estado en cada ámbito de actuación, primero que nada se debe avanzar en su capacidad de cumplir los siguientes roles:

·       Garantizar un Estado de derecho que no solo se enfoque en los derechos de propiedad privada, sino también en los derechos de ciudadanía en general.

·       Promover mecanismos y procesos efectivos de deliberación y decisión democrática en distintos niveles territoriales y sectoriales.

·       Asumir como modus operandi el respeto del principio de legalidad, la maximización del bienestar social, el gobierno abierto, la transparencia y la rendición de cuentas, el servicio civil meritocrático, la visión prospectiva y la evaluación oportuna del desempeño. “

Agrega el autor algunos factores que minan la capacidad del estado para regular los mercados

·       “La información limitada de las burocracias públicas, lo que provoca ineficiencia y en especial efectos adversos no deseados.

·       Los altos costos de intervención estatal, sobre todo por la falta de un entorno competitivo que incentive la eficiencia.

·       La visión de corto plazo, motivada tanto por la propensión de los gobiernos a concentrarse en las urgencias cotidianas como por las presiones del ciclo electoral.

·       La captura del Estado por grupos de interés, lo que condiciona las políticas en su favor para obtener prebendas y un mayor poder de mercado”

 

Finalmente, aspira el autor a que haya: Estados proactivos que fijen reglas claras de juego, promueven el desarrollo de rubros virtuosos para la sociedad, fomenten la eficiencia y la equidad y que, a la vez, sean capaces de resistir la captura por parte de grupos corporativos transnacionales y nacionales.”

 

 

 

2953 palabras

 

Repensar los roles del Estado en la economía[1]

El debate sobre el rol del Estado ha cobrado protagonismo a partir de la crisis financiera de 2008, la emergencia climática y los efectos de la pandemia del COVID-19. La magnitud y escala de los riesgos globales no tiene precedentes en la historia universal, de la mano con los efectos disruptivos de la llamada cuarta revolución industrial.

La tercera década del siglo da cuenta de un proceso globalizador al ritmo de la acumulación transnacional de capital que, en su afán de eludir barreras sociales, jurídicas, políticas y ambientales que limitan su expansión, presiona por reconfigurar los Estados a su conveniencia. Esto implica facilitar su cooptación y subordinación a la lógica del crecimiento ilimitado y la mercantilización de la mayoría de las actividades societales. No obstante, las tensiones geopolíticas globales y regionales en curso, así como la conflictividad al interior de los Estados nación, plantean el reto de reestructurar la arquitectura del orden internacional para que se comprometa a reducir las asimetrías entre Estados y entre estos y el poder económico global. Dos de los principales objetivos de esta reconfiguración deberían ser: a) gestionar cooperativamente bienes públicos globales (o regionales), y b) velar para que los derechos humanos no sean sacrificados por la lógica del capital transnacional.

Es un hecho indiscutido que las capacidades de los Estados nación se han visto rezagadas ante la aceleración de los cambios multidimensionales inherentes al proceso de globalización. Esta ha derivado en un fenómeno que desterritorializa las relaciones sociales    y crea a la vez espacios propios que no coinciden con las fronteras del Estado Nación y, no menos importante, en los que dejan de funcionar los mecanismos tradicionales de regulación. Al mismo tiempo, los problemas que los Estados enfrentan para asumir los desafíos contemporáneos repercuten en forma directa sobre el desempeño de los regímenes democráticos. La tercera ola democrática que tuvo lugar entre los años setenta y los años noventa del siglo XX permitió la instauración de esta forma de gobierno en la mayor parte de países del mundo. Sin embargo, la consolidación democrática se ha visto afectada por los retos globales que exceden las capacidades nacionales. Esto ha provocado un progresivo malestar social tanto en países del sur como del norte global. Esta es una de las principales razones detrás de la emergencia de nuevos autoritarismos en diferentes países y regiones del planeta.

La dislocación de los Estados nacionales hace que estos cuenten con menores márgenes de control sobre las principales variables que determinan las dinámicas económicas y sociales. En una economía global, el desempeño de los países obedece en buena parte a los estímulos externos. Ante esta situación, las instituciones nacionales de la democracia representativa resultan ineficaces para dar respuesta a múltiples demandas propias de sociedades complejas e interconectadas. La capacidad de respuesta se ve aún más afectada por el hecho de que, sobre todo en los países menos aventajados, la democracia ha sido secuestrada por las fuerzas del mercado, así como por elites partidarias y por burocracias corruptas que yuxtaponen las relaciones clientelares a las debidas relaciones Agente-Principal. En lo que concierne a la mercantilización de la función pública, esta se expresa en  las constantes presiones para reducir un enfoque amplio del servicio público a la lógica costo-beneficio de la rentabilidad convencional.

El debilitamiento de la soberanía política de los Estados, con el fin de imponer la soberanía del capital y de los mercados, ha dañado la legitimidad de los entes públicos y ha acentuado sus falencias para responder a la crisis multidimensional. Sin embargo, durante las emergencias, cada vez más recurrentes en la actualidad, los intereses corporativos eluden responsabilidades y presionan para que sean los Estados quienes se hagan cargo de las urgencias sociales, así como del rescate de la economía. Entre tanto, la demanda de Estado por parte de la ciudadanía se sigue expandiendo. Esta situación paradójica, que enfrenta la pérdida de confianza y capacidades en contraste con la amplia demanda de Estado, requiere una vuelta de este al centro de la discusión política del desarrollo. Pero no se trata de recrear versiones pasadas de un Estado mínimo o de Estados paternalistas ineficientes, ni de Estados autoritarios al servicio de elites económicas; se trata de repensar su perfil y funciones de cara a las restricciones y oportunidades del contexto.

Más allá de los rasgos específicos que debe asumir el Estado en cada ámbito de actuación, primero que nada se debe avanzar en su capacidad de cumplir los siguientes roles:

·       Garantizar un Estado de derecho que no solo se enfoque en los derechos de propiedad privada, sino también en los derechos de ciudadanía en general.

·       Promover mecanismos y procesos efectivos de deliberación y decisión democrática en distintos niveles territoriales y sectoriales.

·       Asumir como modus operandi el respeto del principio de legalidad, la maximización del bienestar social, el gobierno abierto, la transparencia y la rendición de cuentas, el servicio civil meritocrático, la visión prospectiva y la evaluación oportuna del desempeño.

 

Hacia una mayor complementariedad entre Estado y Mercado en economías mixtas

Las diferentes experiencias de desarrollo económico, basadas en una matriz estado céntrica o en una mercado céntrica, no solo han reflejado sus carencias y sesgos, también se muestran inválidas para responder a los desafíos complejos de las economías del siglo XXI. Se requieren nuevos marcos de orientación que propicien mayor participación social en la construcción de equilibrios entre la racionalidad de Estado y la racionalidad de mercado. Lo anterior exige un quiebre epistemológico en la teoría económica, condición sine qua non para avanzar hacia una transformación social y ecológica de los procesos de producción, distribución y consumo de bienes y servicios. 

Tampoco la solución de los problemas que impiden relaciones económicas más justas y sostenibles deberían quedar al arbitrio exclusivo de la racionalidad técnica. Esta invisibiliza los conflictos y las asimetrías de poder entre actores. Se requiere también una disputa en el campo ético-político para revertir la primacía del lucro y del individualismo posesivo como categorías únicas de la economía. Se debe recuperar e incluir valores trascendentes como la solidaridad, la cooperación, la reciprocidad y el compromiso intergeneracional. El Estado debe combinar sabiamente la racionalidad política con la racionalidad técnica, subordinándolas al interés general. Asumir una oposición irreconciliable entre ambas es un desatino que atenta contra la prosperidad compartida y sostenible de las sociedades.

Desde las concepciones ortodoxas de la teoría económica en boga, se postuló que el papel del Estado en la economía debe reducirse a la mínima expresión. Esto conlleva que el aparato público se limite a garantizar los derechos de propiedad y a reducir los costos de transacción entre agentes privados. Sin embargo, en las últimas décadas a raíz de las crisis recurrentes del sistema capitalista, la economía neoclásica, en su condición de escuela dominante, ha tenido que aceptar que el desempeño de los mercados no está exento de fallas, las cuales pueden provocar distorsiones graves en la economía. Por esta razón, proponen que en algunos casos el Estado asuma corregir las deficiencias del mercado, sobre todo las que tienen que ver con los siguientes aspectos:

·       La competencia imperfecta (para enfrentar el excesivo poder de mercado de ciertas empresas,

·       La gestión de las externalidades de las actividades empresariales.

·       La provisión de bienes públicos que, por su naturaleza, serían provistas en cantidades o calidades insuficientes por el mercado de lucro.

·       La información imperfecta y/o asimétrica que dificulta la coordinación del mercado, elevando los riesgos en las decisiones de inversión y consumo de las empresas y consumidores.

Este mismo enfoque advierte que para ser efectivos en la corrección de las insuficiencias del mercado, los Estados deben evitar que los intereses partidarios, los de ciertos grupos de interés y los de las burocracias autorreferidas sesguen y corrompan las políticas económicas.

La teoría de las fallas de mercado ha permitido expandir, desde la lógica neoclásica, el papel del Estado en la economía. No obstante, desde una perspectiva holística, este enfoque se queda corto en las funciones que atañerían a los Estados para la transformación social y ecológica de las economías nacionales. Como afirma Mariana Mazzucato y otros destacados economistas como Ha-Hoon Chang, el Estado no debería participar en las relaciones económicas solo para corregir ciertas deficiencias del mercado; su espectro de actuación es mucho más amplio ya que, sobre todo, debe fomentar la equidad, el bienestar y el cambio estructural del sistema productivo. Esta actuación del Estado deberá, en todo caso, tener el cuidado de no ser tan intrusiva como para cercenar las iniciativas y los medios de vida de los individuos y grupos sociales.

·       La economía ortodoxa, tanto en lo que respecta a ciertas corrientes de  la escuela neoclásica y a tradiciones libremercadistas más radicales como la escuela austríaca, cuestionaron el enfoque de las fallas del mercado como justificación de la acción pública en la economía. Incluso durante el auge del paradigma keynesiano, desde posiciones entonces marginales, surgió el concepto de fallas de Estado para denotar que la intervención de este para resolver “problemas de eficiencia asignativa” era innecesaria y destinada al fracaso. Sostenían que los desajustes en el mercado son temporales y pueden ser resueltos por los propios agentes privados, toda vez que exista un marco definido de derechos de propiedad. Desde este campo se identificaron varios factores que torpedean la capacidad del Estado para corregir los desajustes del mercado, se destacan entre ellos:

 

·       La información limitada de las burocracias públicas, lo que provoca ineficiencia y en especial efectos adversos no deseados.

·       Los altos costos de intervención estatal, sobre todo por la falta de un entorno competitivo que incentive la eficiencia.

·       La visión de corto plazo, motivada tanto por la propensión de los gobiernos a concentrarse en las urgencias cotidianas como por las presiones del ciclo electoral.

La captura del Estado por grupos de interés, lo que condiciona las políticas en su favor para obtener prebendas y un mayor poder de mercado

 

Sin duda, estas “fallas del Estado” limitan el buen suceso de las instituciones públicas en la economía y, por ende, requieren ser consideradas en el análisis. Por lo que no se trata de imputaciones sin fundamento, pero tampoco son absolutas e irresolubles. La calidad de los Estados democráticos de derecho y de sus políticas públicas puede hacer mucho para minimizar estos sesgos. El enfoque de las fallas de Estado persigue invalidar la acción pública en la economía. Esta asunción pasa por alto que tanto el Estado como el mercado son arreglos institucionales imperfectos y no sustitutivos. La identificación de deficiencias, fallas o limitaciones no debería ser razón para negar su potencial de articulación y complementariedad. Ambas esferas son en todo caso perfectibles

Desde una perspectiva más amplia, que supere la útil pero a la vez estrecha teoría de los fallos de mercado, se podrían identificar cinco grandes dimensiones en las que se justifica la acción del Estado en la economía, a saber:

·       Contribuir a la eficiencia en la asignación de recursos escasos para la producción de bienes y servicios.

·       Procurar la estabilidad macroeconómica (atenuando los impactos de los ciclos económicos, ya sea en su fase expansiva o recesiva).

·       Promover activamente un desarrollo económico que se convierta en medio y no fin del bienestar general.

·       Promover la equidad redistributiva para reducir las brechas intolerables en la disposición de la riqueza y del bienestar, en tanto estas atentan contra la justicia y la cohesión social

·       Velar por la sostenibilidad ambiental de las actividades económicas, de modo que estas se supediten a los límites sociales y ambientales (y, con ello, proteger la biodiversidad natural y cultural, así como la reproducción de las condiciones de una vida digna para las presentes y futuras generaciones).

 

Las economías de los países en desarrollo requieren Estados proactivos para promover el desarrollo sustentable de las fuerzas productivas

El perfil de las economías en la mayoría de los países latinoamericanos calza bien como formas de capitalismo tardío y subordinado. El bienestar material de sus sociedades no se dará por una suerte de convergencia inexorable con los países más desarrollados. Desde la segunda mitad del siglo XX, tanto la teoría estructuralista de la CEPAL como la teoría de la dependencia, hicieron aportes destacados para contrarrestar los postulados de la teoría de la modernización (que describía los pasos que deberían seguir las naciones subdesarrolladas para alcanzar a los países industrializados).

En realidad, si los países más postergados no ponen en marcha una estrategia productiva que se acople a sus necesidades, tiempo y contexto, cada vez serán más rehenes de lo que se conoce como la “dependencia de la trayectoria” (Path dependency), esa misma que arrastra a nuestros países a la heterogeneidad estructural y a la inserción externa basada en la reprimarización.

Hoy, los países más aventajados, aplicando lo que Ha-Hoon Chang llama “pateando la escalera” (Kicking the ladder away), presionan al resto de países para que limiten al máximo la intervención estatal y liberalicen totalmente sus economías. Pero la verdad es que la experiencia de las potencias industriales tradicionales y de las emergentes revela que en sus inicios estas aplicaron fuertes medidas proteccionistas y, lo más importante, el Estado cumplió (y sigue cumpliendo) un rol protagónico. Su auge como potencias dista de ser un resultado espontáneo de las fuerzas del mercado. En realidad, el Estado supo coordinar las iniciativas privadas con las públicas para trazar una hoja de ruta que llevase al país a un estadio más avanzado de desarrollo productivo. Solo cuando sus sistemas productivos estuvieron fortalecidos fue que se abrieron más al comercio exterior (y que conste: no en forma total). No se trata de defender el intervencionismo estatal o el proteccionismo puro y duro, mucho menos el que tiende a promover mercados cautivos en favor de grupos corporativos ineficientes. Pero si debe reivindicarse que los Estados preserven facultades para fortalecer sus mercados internos, promuevan el empleo de calidad, coordinen con los actores privados el redireccionamiento del sistema productivo hacia la diversificación de exportaciones no primarizadas, a la vez que, en forma gradual, se abran de forma inteligente y soberana a los flujos del comercio internacional.

La lección que nos deja, por ejemplo, el despegue de los países del sudeste asiático es que el Estado no se restringió a atender fallas de mercado.  Más bien ejerció un papel activo en el diseño y aplicación de una política productiva, adecuadamente financiada, que promoviera la integración del tejido económico, así como la innovación y transferencia tecnológica para fomentar las exportaciones y aumentar la diversificación y complejidad de la producción. Esta mención no pretende inducir que las trayectorias de esos países deberían seguirse a pie juntillas en Latinoamérica. Cada país y cada región posee particularidades que deben ser consideradas en las estrategias respectivas. Eso no invalida extraer de aquellas experiencias aprendizajes que orienten las políticas productivas en nuestros países. Asimismo, las nuevas avenidas de desarrollo económico tendrían que estar alineadas con el respeto de los derechos humanos y los equilibrios biosistémicos.

Por otra parte, hay que tomar en cuenta las restricciones que han surgido en las últimas cuatro décadas, a saber, las implicaciones de formas de producción basadas en las cadenas globales de valor (CGV) y el tipo dominante de reglas internacionales de comercio e inversión. Ambos factores, estrechamente vinculados, han reducido el espacio de política nacional para una apuesta productiva más soberana. Estas restricciones no estuvieron presentes al momento de la primera ola de desarrollo industrial a fines del siglo XIX (Europa occidental y Estados Unidos) ni durante la ola de la segunda mitad del siglo XX (concentrada sobre todo en el sudeste asiático). Por tal razón, se requiere, más que nunca, que los Estados de los países menos desarrollados actúen en conjunto en las arenas globales para incidir en una redefinición de las reglas de la economía internacional.

El planeta vive hoy momentos tensos que ameritan un punto de inflexión en la manera en que se comprende y despliegan las actividades económicas. La transgresión de los límites que amenazan las distintas formas de vida obliga a trayectorias alternativas en la extracción, producción, circulación, distribución y consumo de bienes y servicios. Las escalas y ritmos de producción y consumo deben ser repensadas, por lo que se requieren enfoques alternativos sobre cómo satisfacer las necesidades humanas. La búsqueda de la innovación también tendría que buscarse en el campo social y ambiental. Asimismo, es necesario el reconocimiento de una economía plural en la que diferentes tipos de actores y racionalidades tengan cabida en la provisión de bienes y servicios. Especial mención merece el papel del Estado para proteger y desprecarizar la economía de los cuidados. Pese a la importancia de los cuidados en el sostenimiento de la economía y de la vida humana en general, estos suelen ser marginados de los enfoques y políticas dominantes.

Asimismo, el emprendimiento privado con fines de lucro tendría perfectamente cabida en un nuevo paradigma económico, pero no debería ser el canal exclusivo para la provisión de bienes y servicios. Se requiere una economía que defienda la importancia de los bienes públicos y de los bienes comunes y, no menos importante, que garantice la pluralidad de formas de organización y de propiedad, al tiempo que sea sensible a las repercusiones sociales y ambientales. Se requieren Estados abiertos que no sean meros contempladores de la iniciativa privada, sino Estados proactivos que fijen reglas claras de juego, promueven el desarrollo de rubros virtuosos para la sociedad, fomenten la eficiencia y la equidad y que, a la vez, sean capaces de resistir la captura por parte de grupos corporativos transnacionales y nacionales.



[1] Por Álvaro Cálix. Este artículo es una versión resumida del ensayo Repensar los roles del Estado en la economía: Nuevas interacciones entre mercado, Estado y sociedad civil. 2023. Publicado en diciembre de 2023 en  la Revista argentina Estado Abierto. Vol. 7 Núm. 3 (2023), pp. 35-89. El ensayo puede leerse en https://publicaciones.inap.gob.ar/index.php/EA/article/view/386/373

 

Orbis&Urbis: Les Lieux de Mémoire. Los lugares de la memoria. La memoria del futuro. Post plaza de las palabras

 


  

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Plaza de las palabras en su sección Orbis & Urbis, presenta la reproducción de una serie de artículos y ensayos relativos a Lieux de Memories, (Los lugares de la memoria), concepto acuñado por el  historiador francés Pierre Nora. En su versión en Wikipedia español, Lugar de la memoria. Les Lieux de Mémoire,  Wikipedia  versión ingles, y Lieu de mémoire, Wikipedia versión en francés. Y  un extracto de  La notion de lieu de mémoire, cuyo autor es Anne Bourgon

Acompañan estos textos una breve descripción biográfica del historiador Pierre Nora,  y además tres  textos máslieux d’oubli relacionados indirectamente con la creación y la memoria pero proyectados hacia el futuro: Un  segundo texto La invención de la tradición del historiador ingles Eric.J Hobsbawn. Y en tercer lugar, presentamos dos textos de autores mexicanos, relacionados con el modo de asociar el pasado y el futuro desde lo literario. La novelista y dramaturga Elena Garro con su novela Recuerdos del Porvenir, y  retomamos algunas frases del ensayo La invención del futuro del escritor mexicano Juan Villoro, texto que sirvió de presentación a la obra Odisea de Homero, publicado por la Universidad de Guanajuato. 


La memoria del futuro

Plaza de las palabras 

En este breve ensamblaje de varios conceptos, que giran en torno a los lugares de la memoria, concepto que sirve desde un punto de vista de rescate de lugares históricos susceptibles de formar parte de una historia o de la historia. Pero sin olvidar que este concepto lo hace desde el presente. Estamos ante hechos objetivos. No obstante el mismo concepto ha sido rebatido por algunos historiadores, quienes alegan que todo hecho pasado es susceptible de un lugar en la memoria. Por otra parte, también hacen hincapié que un concepto tal, debería tener su contrabalance, ya que así como hay Les Lieux de Mémoire (lugares de la memoria), hay también Les lieux d’oubli (lugares del olvido) Y así lo afirma el historiador  Guy Beiner, quien arguye que también hay una necesidad de ahondar en estudios históricos que identifiquen los lugares del olvido.  Es decir aquellos hechos históricos, que por las razones que sean, no se han materializado en la colectividad, o que pasaron desapercibidos, o que quizá no se les dio la debida importancia. O que quizá quedaron ocultos en las diferentes capas históricas.

Por otra parte otro concepto que embona con los lugares de la memoria, es el de la tradición. Es E.J. Hobsbawn quien crea el término "invención de la tradición", «concepto que se refiere a situaciones en las que se introduce una nueva práctica u objeto de una manera que implica una conexión con el pasado que no necesariamente es presente.» Es decir, la tradición se puede inventar o corregir y siempre lo hace desde el presente. La tradición, es un elemento capital en la continuidad histórica, y en la cultura de las civilizaciones, pero también lo es en  la literatura. Vista, no como una solo mirada al pasado, sino como un anticipo del futuro. La tradición descansa en el pasado, pero se consolidara en el futuro.

 Por supuesto, en el campo de la literatura también se produce ese tensión entre pasado y futuro, y puede haber una diferenciación y un acercamiento entre los clásicos y la tradición literaria, los cuales siempre llevaran el germen de lo futuro. Pero aquí tomamos el concepto de T.S.Eliot de la tradición como conjunto de opiniones, criticas y aceptación de una determinada obra. La obra en sí y el autor son los clásicos. Así lo establece Eliot en su ensayo La tradición y el talento individual. Y ligamos ese instrumental teórico al concepto del historiador  Hobsbawn sobre la invención de la tradición. Es desde el presente que se establece la tradición y queda pendiente de un hilo en un futuro cercano o lejano. 

Ordenando y meditando sobre estos conceptos, aún con ese contrapeso, los lugares de la memoria, los lugares del olvido, la invención de la tradición, sea histórica (J.E.Hobsbawn) o literaria (T.S Eliot),  puede ser conceptos útiles, y al mismo tiempo desbordar el marco estrictamente histórico. Y plantearse en una línea del tiempo que no solo incluye el pasado y el presente, sino que se proyecten también hacia el futuro. Y asimismo, también se abre a una plataforma o exploración desde el punto de vista de la creación. Lo imaginable futuro o imaginable pasado. Porque el concepto en sí, tiene y asimila los tres tiempos. 

Y sacamos a colación dos ejemplos latinoamericanos, el uno la novela  Los recuerdos del porvenir (1963) de Elena Garro. Novela, de  la cual afirma Natalia Rodríguez Priego en un ensayo sobre la novela de Garro: “Los recuerdos del porvenir”  de Elena Garro: Una mirada al presente y futuro de México.  En que se construye  una capa de diferentes tiempos: “el tiempo cronológico convencional pasado–presente y futuro, luego una especia de tiempos cíclicos en que estaban inmersas las culturas precolombinas, y finalmente algo del tiempo metafísico: eternidad. Todos esos tiempos conviven en esa mirada novelística de Elena Garro y su celebrada novela Los recuerdos del porvenir. Citamos su magistral inicio:


Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria

sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al

agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen

cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí

misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me

veo y me transfiguro en multitud de colores y tiempos. Estoy y

estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mí

se tenga.


Otro autor, Juan  Villoro, dice en un breve  pero lucido ensayo sobre la obra La odisea de Homero:   «Nadie es contemporáneo de su futuro». Y más adelante agrega reforzando esa idea: «La escritura no existiría sin una noción de futuro. Toda historia se dirige hacia un desenlace: algo que no ha ocurrido, ocurrirá.»Todo ello en relación a ese lugar de la memoria que es una obra como la de Homero y de los clásicos. Desde el presente estamos valorando un lugar en la memoria a través de las obras de arte, pero también estamos preparando el futuro para los lugares de la memoria del futuro. Decía el escritor Ítalo Calvino, citado por Villoro en el texto referencial ya aludido: “La memoria solo cuenta verdaderamente, ̶ para los individuos, las colectividades, las civilizaciones, ̶    si reúne la impronta del  pasado y el proyecto del  futuro.”  Concluimos esta reseña crítica con la frase de Juan Villoro: Hemos sido inventados por los clásicos, y los defendemos para que no olviden su futuro. 


1

Lugar de memoria

Español, Wikipedia 

El lugar de memoria es un concepto  histórico propuesto por el libro Les Lieux de Mémoire, publicado bajo la dirección del historiador francés Pierre Nora entre 1984 y 1992.[1] [2] El término lieu de mémoire entró en el diccionario Le Grand Robert de la lengua francesa en 1993 y pasó a ser de uso común.  


Ya en 1978, en su contribución sobre la «memoria colectiva» en la enciclopedia La  Nouvelle Histoire, Pierre Nora señalaba que «la historia se escribe ahora bajo la presión de las memorias colectivas», que buscan «compensar el desarraigo histórico de lo social y la angustia del futuro a través de la valorización de un pasado hasta ahora no vivido como tal». 


Según Pierre Nora, «un lugar de memoria en todos los sentidos de la palabra va desde el objeto más material y concreto, posiblemente ubicado geográficamente, hasta el objeto más abstracto e intelectualmente construido». Por lo tanto, puede ser un monumento, un personaje importante, un museo, archivos, así como un símbolo, un lema, un acontecimiento o una institución. También las redes sociales virtuales son empleadas como lugares de memoria [3].


«Un objeto», explica Pierre Nora, «se convierte en un lugar de memoria cuando escapa al olvido, por ejemplo con la colocación de placas conmemorativas, y cuando una comunidad lo reviste con su afecto y sus emociones». A diferencia de la genealogía, que se refiere esencialmente a la historia y a la filiación de las familias, limitándose a la historia personal o de las personas entre las que existe un vínculo, los lugares de memoria remiten a la historia colectiva. A través de ellos, podemos acercarnos a las instituciones, las comunidades y sus  organizaciones, los principales organismos estatales, las comunidades religiosas.


1. Nora, Pierre (2008). «Les lieux de mémoire, ou comment ils m'ont échappé» (https://www.lhistoire.fr/leslieux- de-m%C3%A9moire-ou-commentils-mont-%C3%A9chapp%C3%A9) . L'Histoire (en francés) (331): 32-35.

2. Leoné Puncel, Santiago (1999). «Entre la crítica y nostalgia: la problemática

Referencias de Pierre Nora (A propósito de Les lieux de mémoire)» (https://dadun.una

v.edu/bitstream/10171/9021/1/MC_2_ 16.pdf) . Memoria y Civilización (2): 339-348. «La noción de "lugar de la memoria" puede aplicarse (y, de hecho, se ha aplicado) a objetos materiales, como una bandera o un edificio (el Sagrado Corazón de Montmartre o la Torre Eiffel), pero también a objetos inmateriales, como una fórmula ("Liberté, Égalité, Fraternité"), una oposición (católicos y laicos, gaullistas y comunistas), una noción (el patrimonio), un periodo histórico (Vichy). […] Esta tipología que realiza Nora parte del presente. Lo que define a un lugar de la memoria como tal no es la importancia que pudo tener en el pasado, sino más bien la que se le ha dado desde el presente.  […] En eso consisten Les lieux de mémoire: una reescritura de la historia de Francia que define su objeto como una representación en la que una colectividad ha vivido inmersa y por la que ahora siente un apego más o menos sentimental. El proyecto de Nora es, en fin, la adecuación de la historia a este nuevo momento en el que la relación entre memoria y nación ya no es tan simple, ya no es vivida con la "sinrazón del corazón" sino sólo con las "razones de la cabeza" ».  

3. Baltar-Moreno, Adolfo (20 de diciembre de 2022). «Redes sociales digitales como lugares de memoria» (https://icono14.net/ojs/index.php/ico no14/article/view/1880) . Revista ICONO 14. Revista científica de Comunicación y Tecnologías emergentes 20 (2). ISSN 1697-8293 (h ttps://portal.issn.org/resource/issn/16 97-8293). doi:10.7195/ri14.v20i2.1880 (https://d x.doi.org/10.7195%2Fri14.v20i2.188

0) . Consultado el 31 de diciembre de 2022.



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Wikipedia English

Les Lieux de Mémoire


A lieu de mémoire (French for "site of memory") is a physical place or object which acts as container of memory.[1] They are thus a form of memorialisation. It is a term used in heritage and collective memory studies popularised by the French historian Pierre Nora in his three-volume collection Les Lieux de Mémoire (published in part in English translation as Realms of Memory).[2] 


Definition 

In Nora's words, "A lieu de mémoire is any significant entity, whether material or nonmaterial in nature, which by dint of human will or the work of time has become a symbolic element of the memorial heritage of any community (in this case, the French community)"[3] It may refer to any place, object or concept vested with historical significance in the popular collective memory, such as a monument, a museum, an event, a symbol like a flag or the French figure Marianne, even a colour vested with historical memory (the red flag of left politics, for instance). According to La Commission franco-québécoise sur les lieux de mémoire communs (French- Québécois Commission for Common Sites of Memory) a lieu de mémoire signifies the cultural landmarks, places, practices and expressions stemming from a shared past, whether material (monuments) or intangible (language and traditions).[4] Nora follow's Lefebrve's discussions of the social production of space.[5]


 As sites of memory became better known and made official by governments, they can tend to homogenize varied local memories. In Nora's words: “In the past, then, there was one national history and there were many particular memories. Today, there is one national memory, but its unity stems from a divided patrimonial demand that is constantly expanding and in search of coherence.”[6] Thus sites of memory may risk becoming "invented traditions"


David Frier, using the example of the Estádio Nacional in Lisbon, argues that sites of memory can be adaptable.[5] 


The concept has been listed in Le Grand Robert de la langue française, the authoritative French dictionary, and studied by scholars and others. There are attempts made to map sites of memory globally.[7] Quebec and France have a joint commission to identify and codify sites of memory. An International Coalition of Sites of Conscience of more than 200 museums, monuments and other institutions around the world uses the concept to group "sites, individuals, and initiatives activating the power of places of memory to engage the public in connecting past and present in order to envision and shape a more just and humane future.".[8] 


Criticism

Legg argues that Nora's notion of memory is a passive one, overriden by officially sanctioned history; but even Nora recognises the multiple different memories brought into the present. Legg also criticises Nora's over-emphasis of the nation.[5] 


Olick and Robbins have criticised the use of the term. They argue that lieu de mémoire is a redundant concept because everything can be considered to hold memory. However, Marschall responds that the term is useful because it highlights that memory is always attached to real sites.[1]


 Calling attention to the importance of "social forgetting", historian Guy Beiner has argued that "there is an evident need for major historical studies of lieux d’oubli to counterbalance the studies of lieux de mémoire."[9]


References 

1. Marschall, Sabine (January 2013). "Public holidays as lieux de mémoire : nationbuilding

and the politics of public memory in South Africa" (http://www.tandfonline.co

See also References m/doi/full/10.1080/23323256.2013.11500 039) . Anthropology Southern Africa. 36 (1–2): 11–21. doi:10.1080/23323256.2013.11500039 (https://doi.org/10.1080%2F23323256.2013.11 500039) . ISSN 2332-3256 (https://www.w

orldcat.org/issn/2332-3256) . S2CID 144772590 (https://api.semanticsch

olar.org/CorpusID:144772590) .

2. P. Nora, Realms of Memory: Rethinking the French past

3. Pierre Nora, "Preface to English Language Edition: From Lieux de memoire to Realms

of Memory", in Realms of Memory: Rethinking the French Past ed. Pierre Nora.

http://faculty.smu.edu/bwheeler/Joan_of_A rc/OLR/03_PierreNora_LieuxdeMemoire.pdf

4. Commission franco-québécoise sur les lieux de mémoire communs, "Lieux de

mémoire," http://cfqlmc.org/lieux-dememoire (French-language link) 

5. Frier, David G. (2019-03-12). "Lisbon's Estádio Nacional: An Adaptable Lieu de mémoire" (https://dx.doi.org/10.1163/1768

3084-12341731) . Lusotopie. 18 (1): 40–65. doi:10.1163/17683084-12341731 (https://doi.org/10.1163%2F17683084-1234173 1) . ISSN 1257-0273 (https://www.worldca

t.org/issn/1257-0273) . S2CID 150529423 (https://api.semanticscholar.org/CorpusID: 150529423) .

6. Nora, “The Era of Commemoration” in Realms of Memory: The Construction of the

French Past, vol. 3 

7. Mark Hatlie, Sites of Memory: Historical Markers, Memorials, Monuments, and Cemeteries, http://sites-ofmemory. de/main/location.html 

8. International Coalition of Sites of Conscience, "about us," http://www.sitesofconscience.org/aboutus/  

9. Guy Beiner, Forgetful Remembrance: Social Forgetting and Vernacular Historiography of

a Rebellion in Ulster (Oxford University Press, 2018) (https://global.oup.com/acade 

mic/product/forgetful-remembrance-97801 98749356?) , p. 29. Legg, Stephen, "Contesting and

surviving memory: space, nation, and nostalgia in Les Lieux de Mémoire," Environment and Planning D: Society and Space 23,4 (2005): 481–50. Nora, Pierre, ed. P. Realms of Memory:

Rethinking the French past (University of Chicago Press, 1998) Alcaraz, Emmanuel, Les lieux de

mémoire de la guerre d'indépendance algérienne, Thèse, Paris, Université Paris XIII, 2012.


Further reading

Legg, Stephen, "Contesting and  surviving memory: space, nation, and nostalgia in Les Lieux de Mémoire," Environment and Planning D: Society and Space 23,4 (2005): 481–50.

Nora, Pierre, ed. P. Realms of Memory: Rethinking the French past (University of Chicago Press, 1998) Alcaraz, Emmanuel, Les lieux de mémoire de la guerre d'indépendance algérienne, Thèse, Paris, Université Paris XIII, 2012. Further reading This page was last edited on 6 March 2023, at

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3


Wikipedia francais

Lieu de mémoire


Le lieu de mémoire est un concept historique mis en avant par l'ouvrage les Lieux de Mémoire[1], paru sous la direction de Pierre Nora entre 1984 et 1992. Le mot fait son entrée dans le dictionnaire Le Grand Robert de la langue française de 1993 et devient d’un usage courant.


« Les Lieux de mémoire»

Dès 1978, dans sa contribution sur la «mémoire collective» dans l'encyclopédie La Nouvelle Histoire, Pierre Nora note que « l’histoire s’écrit désormais sous la pression des mémoires collectives », qui cherchent à « compenser le déracinement historique du social et l’angoisse de l’avenir par la valorisation d’un passé qui n’était pas jusque-là vécu comme tel».


Selon Pierre Nora, « un lieu de mémoire dans tous les sens du mot va de l'objet le plus matériel et concret, éventuellement géographiquement situé, à l'objet le plus abstrait et intellectuellement construit »[2]. Il peut donc s'agir d'un monument, « Les Lieux de mémoire» d'un personnage important, d'un musée, des archives, tout autant que d'un symbole, d'une devise, d'un événement ou d'une institution. Même les réseaux sociaux sont utilisés actuellement comme lieux de mémoire virtuelle[3]. 


«Un objet », explique Pierre Nora, « devient lieu de mémoire quand il échappe à l'oubli, par exemple avec l'apposition de plaques commémoratives, et quand une collectivité le réinvestit de son affect et de ses émotions »[4]. Au contraire de la généalogie, qui investit essentiellement l'histoire et la filiation de familles, en se limitant à l'histoire personnelle ou à celle des personnes entre lesquelles existe un lien, les lieux de mémoire se réfèrent à l'histoire collective. Par leur biais, on peut aborder les institutions, les collectivités et leurs organisations, les grands corps de l'État, les communautés religieuses. 


Les volumes des Lieux de Mémoire constituent une référence essentielle pour l'histoire culturelle en France. Ils ont été traduits en anglais et publiés de façon sélective (environ un tiers des articles ont été repris) par les presses universitaires de Chicago entre 2001 et 2009, sous le titre Rethinking France. Ces problématiques seront reprises en Allemagne, en Italie, aux Pays-Bas, au Luxembourg, au Québec et en Russie. 


En 1987, alors que seule une partie des volumes a été publiée, l'historien Henry Rousso déplore l'absence « d'une definition opératoire de la mémoire collective » et demande « ce qui justifie ici

les choix « ponctuels » des divers lieux étudiés »[5].


Table des matières des « Lieux de mémoire »


(…)

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La notion de lieu de mémoire

(Extracto)

Auteur: Anne Bourgon

Extrait de l'étude "valorisation et mise en réseau des lieux de mémoire de l'internement et de la déportation en Seine-Seine-Denis", réalisée par Topographie de la mémoire (Anne Bourgon, Hermine de Saint-Albin et Thomas Fontaine).  Auteur : Anne Bourgon

L’emploi du vocable lieu de mémoire est relativement récent (1984). Jusque dans les années 80, le terme "haut lieu du souvenir" servait le plus souvent à désigner un lieu qui avait été le théâtre d’un événement particulièrement significatif de notre histoire. On doit la popularisation de la notion de lieu de mémoire à l’ouvrage en trois volumes de l’historien Pierre Nora, Les lieux de mémoire : symboles, monuments, archives, objets, personnages et lieux emblématiques. Reprenant cette approche, Le Grand Larousse donne du lieu de mémoire la définition suivante : "Unité significative, d’ordre matériel ou idéel dont la volonté des hommes ou le travail du temps a fait un élément symbolique d’une quelconque communauté" Il faut . noter que certains commentateurs de l’oeuvre de Pierre Nora considèrent cette publication de l’historien comme une tentative nostalgique de retenir la gloire passée de la Nation française à travers les lieux et les symboles qui la fondent. Pierre Nora, entendait plutôt comprendre ces demandes sociales fortes à l’égard du patrimoine (voir le succès croissant des journées du patrimoine  https://www.tourisme93.com/document.php?pagendx=155)), cherchant à "compenser le déracinement historique du social et l’angoisse de l’avenir par la valorisation d’un passé qui n’était pas jusque là vécu comme tel". Ces demandes mémorielles peuvent conduire à une "saturation de la mémoire", un "abus patrimonial", Nora évoquant l’ère de "la tyrannie de la mémoire" . 

Il s’agirait là du syndrome d’une société en crise d’identité, sans projet, où règne surtout  istantanée. Une telle "pathologie" pourrait aussi s’expliquer par le fait que nos contemporains, inquiets de la précarité existentielle de leur présent et de l’incertitude ontologique de leur futur, auraient besoin de se tourner vers le passé pour y trouver des repères, créer du vivre ensemble et tenter de retrouver une identité spécifique, affaiblie par une mondialisation de plus en plus généralisée. 

Selon Henry Rousso, l’intérêt pour les lieux de la Seconde Guerre mondiale serait de plus en plus important, et cela dans toute l’Europe, ce recours à la matérialité des lieux prenant toutefois le pas sur les usages symboliques des mémoires : "(la) patrimonialisation du crime et la constitution d’une mémoire négative : (…), où tout lieu lié à l’histoire traumatique du siècle se doit d’être conservé, comme si le souvenir ne pouvait s’incarner que dans sa dimension matérielle, patrimoniale, et non plus dans le registre symbolique ." Dans les usages "pratiques", en France, l’expression "lieux de mémoire" est souvent plus restreinte et moins étendue que ne le laisse supposer cette première approche théorique et sémantique. Elle est presque exclusivement employée pour évoquer la mémoire des conflits armés, principalement la Première et la Seconde Guerre mondiale, et plus marginalement les guerres de 1870 ou les guerres napoléoniennes. Le Petit Futé des lieux de mémoires (1ère édition en 2007, réédité en 2011 dans une version allégée) est d’ailleurs sous-titré "Champs de bataille,  cimetières militaires, musées, mémoriaux".

De même, Atout France (https://www.atout-france.fr/) (l’agence de développement touristique de la France), qui publie chaque année les données de fréquentation des sites et évènements touristiques, définit dans un glossaire les différentes catégories de lieux touristiques (culturels et non culturels) et désigne sous la classification dite MIL une catégorie de "sites à caractère militaire et lieux de mémoire". Quant à la Direction de la Mémoire du Patrimoine et des Archives (DMPA) du Secrétariat d’État aux anciens combattants, sur son site les chemins de mémoire  https://www.cheminsdememoire.gouv.fr/fr), elle définit les lieux de mémoire en ces termes : "Forteresses, fortifications, ouvrages militaires, musées et autres lieux des guerres impériales et de défenses ainsi que ceux de la Première Guerre mondiale". Mais, si le terme "lieux de mémoire" est désormais de plus en plus largement utilisé – et bien au-delà des cercles universitaires – c’est qu’il réunit dans une acception littérale l’idée de la matérialité d’un lieu (en lien avec le patrimoine) et celle moins tangible d’un passé et d’un événement qui s’y incarneraient. Il désigne un patrimoine matériel particulièrement significatif de notre histoire qui aurait aussi une charge historique, symbolique et affective forte (ce qui ejoindrait l’idée de patrimoine immatériel). En ce sens, ce type de patrimoine, qui a parfois du mal à rentrer dans les classifications habituelles de l’administration culturelle de notre pays, est assez conforme à la définition que l’International Commitee of Monument and sites (ICOMOS) a donnée en 2008 de l’esprit du lieu comme "ensemble des éléments matériels (sites, paysages, bâtiments, objets) et immatériels (mémoires, récits oraux, documents écrits, rituels, sons, odeurs…), physiques et spirituels, qui donne du sens, de la valeur, de l’émotion et du mystère au lieu."

L’acceptation courante des lieux de mémoire est principalement liée en général à un événement traumatique intervenu dans un contexte exceptionnel, le plus souvent une guerre. Le lieu possède alors le plus souvent une fonction rituelle et ontologique : celle de s’y rendre pour tenter de faire le deuil et (ou) comprendre un événement pas toujours appréhendable, pour se l’approprier et pour être capable de transmettre la mémoire à la génération suivante. La visite du lieu (comme preuve matérielle d’un événement proprement insurmontable), permet alors de réintégrer sa propre histoire personnelle et familiale dans la "grande Histoire". C’est le sens repris par cette étude. Mais on remarquera que le terme peut aussi bien être employé pour des mémoriaux, équipements muséographiques ou centres d’interprétation spécifiquement dédiés à des événements historiques, mais construits ex-nihilo (comme le Mémorial de Caen). Leur érection procede généralement d’une décision politique forte, et les collectivités territoriales impliquées sont souvent prêtes à y consacrer des moyens non négligeables. Cette dimension devra évidemment être abordée dans l’étude. Sur la  base de cette définition, et avant d’étudier la situation en Seine-Saint-Denis et les conditions d’émergence d’une mise en valeur et d’une mise en réseau de ce type de lieux dans le département, revenons sur les usages de ces lieux de mémoire et interrogeons les limites d’un concept recouvrant cette réalité discutée : "le

tourisme de mémoire (https://www.tourisme93.com/tourisme-memoire.html)".


1. Pierre NORA, « De l’archive à l’emblème », Les lieux de mémoire, Paris, Gallimard, 1993, tome 3 « Les France ».

2. Henry ROUSSO, entretien donné au journal Le Monde le 27 novembre 2001, à l’occasion des XII° entretiens du patrimoine.

 

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Dormira jamais

Les lieux d’oubli

Los lugares del olvido


Le Tata sénégalais de Chasselay, dans le Rhône -source Wikicommons.

Dans cette nécropole militaire, sont enterrés 188 tirailleurs sénégalais massacrés par la division de SS allemande « Totenkopf » en juin 1940. Le cimetière fut inauguré en août 1942, hommage inattendu dans le climat du temps.


«Il faut que le souci du détail, sans doute louable, avec lequel on rédige aujourd’hui l’histoire contemporaine porte naturellement chacun à réfléchir à ceci: comment nos descendants éloignés s’y prendront-ils pour porter le fardeau de l’histoire que nous allons leur laisser après quelques siècles? Sans doute ils apprécieront du seul point de vue de ce qui les intéresse l’histoire des temps les plus anciens, dont il pourrait que les documents aient alors depuis longtemps disparu: ils se demanderont ce que les peuples et les gouvernements ont accompli de bien ou de mal du point de vue cosmopolitique. »        

Emmanuel Kant, Idée d’une histoire universelle au point de vue cosmopolitique (1784), traduction de Jean-Michel Muglioni


Suite à l’entreprise dirigée par Pierre Nora, qui a suscité des recherches semblables en Italie, en Allemagne ou au Danemark, montrant par là à quel point elle répondait aux désirs d’une époque, l’expression « Lieux de mémoire » est devenu un « lieu commun ». De concept historique, elle s’est changée en enjeu idéologique. Pour ouvrir des perspectives nouvelles, dans la crainte que le terme ne serve tout simplement à entretenir la confusion entre Histoire et mémoire (Jacques le Goff) ou à réduire l’Histoire à une vulgate officielle néopositiviste, d’autres historiens ont introduit des concepts comme « non-lieux de mémoire » (Gérard Noiriel), ou « guerres de mémoire » (Benjamin Stora, Pascal Blanchard etc.). Depuis 2009, j’ai décidé de prolonger cette visée dialectique, en me mettant, indépendamment de toute institution, riche de ma seule formation d’historien et d’une curiosité croissante, à la recherche de « Lieux d’oubli».


Qu’est-ce qu’un « lieu d’oubli »? C’est un fragment de l’histoire d’un pays que les habitants de ce pays ne connaissent pas, ou très mal, dans leur écrasante majorité, et dont ils s’étonnent, lorsqu’on les en informe, de n’en avoir jamais entendu parler. En ce sens, l’existence d’un funiculaire entre la place de la République et l’église Saint Jean-Baptiste de Belleville à Paris, de 1891 à 1924, n’est pas un lieu d’oubli, mais peut être rangée à bon droit au rang des anecdotes érudites -dont on pourra s’émerveiller à loisir de les retrouver ou de les transmettre. Mais le massacre de plusieurs milliers d’Africains par deux officiers de la République française en 1899 en est un.


Ces lieux d’oubli doivent-ils être changés en lieux de mémoire? Tel n’est pas mon propos. J’entends bien davantage faire sentir que le concept de « mémoire » tel qu’on le véhicule aujourd’hui est assez pathogène. Comme le dit un personnage du beau roman de Cristina Ali Farah, Madre Piccola: « J’essaie de ne pas me souvenir de certaines choses, tu sais? Si nous devions nous souvenir de toute la tristesse du monde, nous ne pourrions pas survivre. » En effet, qui saurait reprocher à un peuple soucieux de son avenir de ne pas porter la « croix » de tout son passé? Loin de toute « repentance », malgré ce que voudraient nous en faire croire certains « chercheurs » aux nostalgies douteuses, il s’agit avant tout de redonner vie à une vision exploratrice de l’Histoire, traquant l’oubli comme on l’a fait récemment d’approches nouvelles -micro-histoire, histoire des sensibilités, socio-histoire etc.- qui l’ont beaucoup revivifiée.


Les Lieux de l’oubli deviendront un jour un livre. Pour l’instant, ils sont autant de prétextes à rencontres, échanges, synthèses et partages. Les titres qui suivent donnent l’état de recherches que je me fais une joie de vous faire découvrir et qui ne prétendent pas, en l’état actuel des choses, répondre d’une architecture cohérente, qui se bâtit au secret.


Voir aussi la synthèse écrite le 11/11/2013 sur le blog Insomnies de Médiapart.




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Biografía Pierre Nora

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Pierre Nora (nacido el 17 de noviembre de 1931), es un historiador francés elegido miembro de la Académie française el 7 de junio de 2001. Es conocido por su trabajo sobre la identidad y la memoria francesas. Su nombre está asociado con el estudio de la nueva historia. Es hermano del difunto Simon Nora , un antiguo profesional administrativo francés. Nacionalidad Francés, Ocupación Historiador, conocido por Miembro de la Academia Francesa.


Carrera 

From 1961 to 1963, he was a resident at the Fondation Dosne-Thiers. From 1965 to 1977 he was first assistant and then lecturer at the Institut d'Études Politiques de Paris (Paris Institute of Political Science). Since 1977 he has been the director of studies at the École des hautes études en sciences sociales (School for Advanced Studies in the Social Sciences). In 2014, Nora received the Dan David Prize for his contribution to "History and Memory."[10]


Publishing

Concurrently, Nora had pursued an important career in publishing. He joined Éditions Julliard in 1964, where he created the Archives paperback collection. In 1965 he joined Éditions Gallimard: the publishing house, which already had a good market share in literature, wanted to develop its social sciences sector. It was Pierre Nora who achieved this mission by creating two important collections, the Library of social sciences in 1966 and the Library of histories in 1970, as well as the

Témoins collection in 1967. 



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La invención de la tradición

Wikipedia

Extracto


El término "invención de la tradición", introducido por E. J. Hobsbawm, se refiere a situaciones en las que se introduce una nueva práctica u objeto de una manera que implica una conexión con el pasado que no necesariamente es presente.[3] Se puede crear y promulgar deliberadamente una tradición para el interés personal, comercial, político o interés nacional Invención de la tradición propio, como se hizo en el África colonial; o puede adoptarse rápidamente en función de un solo evento muy publicitado, en lugar de desarrollarse y extenderse orgánicamente en una población, como en el caso del vestido de novia blanco, que solo se volvió popular después de que la Reina Victoria usara un vestido blanco en su boda con Alberto de Sajonia- Coburgo.[4]


Un ejemplo de una invención de la tradición es la reconstrucción del Palacio de Westminster (ubicación del Parlamento británico) en el Estilo gótico.[3] Del mismo modo, la mayoría de las tradiciones asociadas con la monarquía del Reino Unido, vistas como profundamente arraigadas en la historia, en realidad datan del siglo XIX.[5] Otros ejemplos incluyen la invención de la tradición en África y otras posesiones coloniales por parte de las fuerzas de ocupación.[6] Al requerir legitimidad, el poder colonial a menudo inventaría una "tradición" que podrían usar para legitimar su propia posición. Por ejemplo, una determinada sucesión a un cacicazgo podría ser reconocida por una potencia colonial como tradicional para favorecer a sus propios candidatos para el puesto. A menudo, estas invenciones se basaron en alguna forma de tradición, pero fueron exageradas, distorsionadas o sesgadas hacia una interpretación particular.


Las tradiciones inventadas son un componente central de las culturas nacionales modernas, proporcionando una comunidad de experiencia y promoviendo la identidad nacional unificada propugnada por el nacionalismo.[7] Los  ejemplos comunes incluyen días festivos (particularmente aquellos exclusivos de una nación en particular), el canto de himnos nacionales y la cocina nacional tradicional (véase plato nacional). Los expatriados y las comunidades de inmigrantes pueden continuar practicando las tradiciones nacionales de su país de origen.




Referencias 

1. "Cultura y compromiso" de M. Mead (1900), México D.F. 

2. «Foro permanente de participación ciudadana» (http://www.diputados.go b.mx/documentos/CEPC110718.pdf).  

3 . Hobsbawm 1–2 (https://books.google. com/books?id=sfvnNdVY3KIC&pg=PA 1)

4. Ingraham, Chrys (2008). White Weddings: Romancing Heterosexuality in Popular Culture. New York: Taylor & Francis, Inc. pp. 60-61. ISBN 978-0-415-95194-4.

5. Langlois, S. (2001). «Traditions: Social». International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences. pp. 15829-15833. ISBN 9780080430768. doi:10.1016/B0-08-043076-7/02028-3

(https://dx.doi.org/10.1016%2FB0-08-043076-7%2F02028-3) .

6. Terence Ranger, The Invention of Tradition in Colonial Africa, in E. J.(Eric J.) Hobsbawm; T. O. (Terence O.) Ranger (31 de julio de 1992). The Invention of tradition (https://books.google.com/books?id=sfvnNdVY3KIC&pg=PA211) . Cambridge University Press. pp. 211-263. ISBN 978-0-521-43773-8.

7. Hobsbawm 7 (https://books.google.co m/books?id=sfvnNdVY3KIC&pg=PA7)1. 


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La invención del futuro

Juan Villoro

 

(Presentación a la Odisea de Homero, Universidad de Guanajuato.


“La escritura no existiría sin una noción  de futuro” 


“Hemos sido inventados por los clásicos y lo defendemos para que no olviden su futuro.” 




Créditos

Wikipedia: Lugares de la memoria, Datos de Pierre Nora, La invención de la tradición de  E. J. Hobsbawm   

Anne Bourgon y demás La notion de lieu de mémoire 

Dormira jamais. Les lieux d’oubli Los lugares del olvido 

Natalia Rodríguez Priego: Los recuerdos del porvenir”  de Elena Garro: Una mirada al presente y futuro de México. 

Juan  Villoro, presentación La odisea de Homero. Universidad de Guanajuato


Ilustraciones 

Imagen de entrada Google Imagen 

Imagen de salida, pintura del pintor metafísico italiano  Giorgio de Chirico