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Lecturas: Edmund Husserl: conocimiento y estado de gracia

 



Plaza de las palabras en su sección Lecturas, reproduce un ensayo Edmund Husserl: conocimiento y estado de gracia, lucido ensayo, escrito por Rafael Narbona,  acerca del filosofo Edmund Husserl. En que el autor analiza la relación entre el conocimiento del mundo, de la verdad, de la naturaleza, de la vida misma;  y el estado de gracia, como un instrumento en que aflora la subjetividad del mundo, estado permanente de lucidez metafísica. En  relación a la filosofía de Husserl, que como es sabido descansa en buena parte en la búsqueda y sustento de una fenomenología del espíritu, en su caso la intuición como método del conocimiento del ánima del mundo. No obstante, según Norbona esa búsqueda de Husserl se quedo a la puerta, en el umbral. Y citando a  Heidegger, que fue alumno de Husserl, señala que esa búsqueda intuitiva por las verdades del mundo, el logos, las esencia o llámense los universales; probablemente este mas cerca de los poetas o  pintores o artistas. Misma que no se puede reducir a conceptos ni a sistemas. Y lo compara a un estado de gracia, una iluminación, un destello.    

1220 palabras 

Edmund Husserl: conocimiento y estado de gracia


Claves de la fenomenología del filósofo que propuso regresar a Platón y nos mostró las miserias del empirismo

Rafael Narbona

¿Cuál es el tema principal de la filosofía? ¿La pregunta por el ser? ¿La búsqueda de una certeza indubitable? ¿La creación de un método de conocimiento? Pienso que todas estas cuestiones nacen de un mismo impulso: el anhelo de la verdad. El ser humano no se conforma con estar en el mundo y sobrevivir. Quiere comprender, saber, averiguar qué son las cosas y si hay algo más allá, si lo real se agota en las apariencias o hay una esencia oculta, si habitamos una totalidad con sentido o una nebulosa surgida por azar y abocada a la entropía. Para estar seguros de algo, necesitamos un criterio de verdad, una certeza incuestionable, una evidencia que disuelva las dudas y nos permita avanzar hacia un conocimiento veraz.

Descartes resolvió este problema mediante su famoso cogito. Puedo dudar de todo, menos de que dudo y esa certeza nos proporciona un criterio de verdad. El cogito —«pienso, luego soy»— no es una evidencia empírica, sino apodíctica. Su validez se basa en la claridad y la distinción con que lo percibimos. Se ha dicho que con este razonamiento, Descartes elaboró una interpretación del universo de carácter materialista. Para él, la realidad se reduciría a materia o res extensa. Este juicio no es exacto, pues Descartes recurre a Dios para garantizar la validez del cogito. Nuestra mente podría funcionar de forma defectuosa y conducirnos una y otra vez al error.

Solo un Dios omnipotente y absolutamente bueno puede librarnos de esa  posibilidad. Se ha dicho que el Dios de Descartes es un ardid retórico para justificar la veracidad de nuestro conocimiento, pero no parece probable. El autor del Discurso del método no es un frío pragmatista, sino un filósofo con una ambición semejante a la de Platón y Aristóteles. Busca la alétheia, el camino recto hacia la verdad. 

En sus Meditaciones cartesianas, Edmund Husserl se plantea el mismo objetivo que Descartes: hallar una certeza indubitable para superar el escepticismo y el relativismo. Quiere fundamentar el saber, determinar con nitidez qué es verdadero y qué es falso. No cree que el conocimiento sea simplemente la forma en que nuestra especie procesa la información proporcionada por los sentidos, sino una aproximación objetiva a la verdad. Husserl pretende hacer ciencia y por ciencia entiende las leyes de la razón, no las evidencias empíricas. No necesitamos la experiencia para comprender ciertas verdades autoevidentes. Que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta es una verdad universal, no una convención establecida por el hombre. Las leyes lógicas y matemáticas no son tautologías o convenciones formales. Enuncian certezas incuestionables, apodícticas.

El arte, la poesía, la música y la filosofía carecen de utilidad desde el punto de vista de la razón instrumental, pero responden a la necesidad más honda del ser humano

En su búsqueda de la verdad, Husserl no se restringe al ámbito de los lenguajes formales, sino que aspira a crear una metodología aplicable a todas las formas de experiencia. Con ese objeto, plantea una fenomenología basada en «regresar a las cosas mismas». No será posible sin suspender los prejuicios (epojé) que condicionan nuestras percepciones, extendiendo un velo que oculta o difumina la verdad. Entre esos prejuicios se halla ese yo al que Descartes atribuye una concepción clara y distinta de su propio existir y de su actividad cognoscitiva. Debemos aplicar la epojé a ese yo empírico y buscar la perspectiva del yo trascendental, que es común en todos y que se corresponde con la facultad abstracta de conocer. El siguiente paso será desarrollar una intuición que nos permita captar el eidos. 

La fenomenología de Husserl constituye un regreso a la filosofía platónica, pues postula una intuición intelectual de los universales, que –a su entender- no son abstracciones, sino esencias. La intuición intelectual es el grado más alto de conocimiento, según Platón, y, en cierto sentido, representa una experiencia mística, pues es la vía de acceso definitiva a la verdadera realidad. La intuición eidética es de aplicación universal. Puede emplearse para describir el eidos de la religión, la arquitectura, el amor, el Estado o el color rojo. Sin embargo, Husserl no proporciona un criterio para validar la intuición eidética y apenas ofrece ejemplos. A veces, habla como si se tratara de una experiencia incomunicable, lo cual contrasta con su anhelo de rigor.

La epojé presupone la posibilidad de recuperar la inocencia perceptiva de un recién nacido, es decir, una impresión adánica aún no contaminada por la tradición, lo cual parece irrealizable. Hans-Georg Gadamer considera que la tradición no es un lastre, sino un requisito para la comprensión. Las ideas de hoy son los prejuicios de mañana. Podemos revisar los prejuicios, corregirlos o incluso suprimirlos, pero siempre deben ser nuestro punto de partida. Sin una idea previa de Dios o el arte, no podríamos explorar su significado. 

Discípulo de Husserl, Heidegger advirtió que la intuición eidética no podía realizarse mediante conceptos. Dado que se trataba de una experiencia, el arte o la poesía parecían vehículos más apropiados. Los poemas de Rilke, Hölderlin o Stefan George, o el par de zuecos de una campesina pintado por Van Gogh, son auténticas revelaciones, no simples elaboraciones estéticas. Al  reflexionar sobre cómo pintar la montaña de Sainte-Victorie, a la que dedicó once óleos y numerosas acuarelas, Cézanne escribió: «El arte, creo yo, nos coloca en estado de gracia».

Husserl, demasiado obsesionado con transformar la fenomenología en una ciencia, no advirtió que la intuición de esencias nunca podrá ser el fruto de un método lógico, sino una iluminación, un «estado de gracia». El arte, la poesía, la música y la filosofía carecen de utilidad desde el punto de vista de la razón instrumental, pero responden a la necesidad más honda del ser humano: comprender, desentrañar, hallar un sentido. 

¿Qué nos enseñan los óleos y acuarelas de Cézanne sobre la montaña de Sainte-Victorie? Que en la naturaleza hay orden, formas geométricas, equilibrio y contrastes, colores que se conciertan o se repudian, armonía y belleza. El universo no es solo azar y necesidad, materia sometida a  distintas fuerzas, sino creatividad inagotable, espíritu que se objetiva, idea que cristaliza en formas sucesivas, vida que se renueva sin cesar. La perspectiva de Cézanne no coincide con la de Husserl, pues su pintura intenta reproducir el fenómeno de la visión humana, no la esencia oculta de las cosas, pero lo cierto es que las obras artísticas trascienden las intenciones de sus autores y adquieren un significado propio. 

Husserl nos mostró las miserias del empirismo, que solo es capaz de describir los estados sucesivos del mundo, sin hallar su sentido o logos, pero su fenomenología trascendental se quedó en el umbral de una intuición que no llega a plasmarse o que lo hace de manera difusa e incierta. Su fracaso evidencia la impotencia de los conceptos para comprender la realidad en toda su profundidad. Los poetas y los pintores emplean otro lenguaje y eso permite que sus intuiciones sean más atinadas. La mirada de Cézanne no es solo la mirada de un artista, sino la del ser humano ante el misterio de la vida, luchando por atisbar el fondo último del cosmos. Como escribió Heidegger, los poetas siempre moran cerca de la verdad.


Edmund Husserl


Filósofo alemán, fundador de la  fenomenología trascendental Edmund Gustav Albrecht Husserl (Prossnitz, 8 de abril de 1859-Friburgo, 27 de abril de 1938) fue un filósofo y matemático alemán,[1] discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf, fundador de la fenomenología trascendental y, a través de ella, del movimiento fenomenológico, uno de los movimientos filosóficos más influyentes del siglo xx. Entre sus primeros seguidores en Gotinga se encuentran Adolf Reinach, Johannes Daubert, Moritz Geiger, Dietrich von Hildebrand, Theodor Adorno, Hedwig Conrad-Martius, Alexandre Koyré, Jean Hering, Roman Ingarden, y Edith Stein. Tuvo también influencia en Max Scheler, Martin Heidegger, Jean-Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty, Alfred Schütz, Paul Ricoeur, Emmanuel Levinas, Jan Patočka, José Ortega y Gasset, Gustavo Bueno, Michel Henry, Antonio Millán- Puelles, José Gaos, Eduardo Nicol y, con posterioridad, principalmente a través de Merleau-Ponty, el influjo husserliano llegaría hasta Jacques Lacan y Jacques Derrida. A través de Scheler e Ingarden influye también en la filosofía de Karol Wojtyła, futuro Juan Pablo II. El interés de Hermann Weyl en la lógica intuicionista y en la impredicabilidad, por ejemplo, parece provenir del contacto con Husserl.



Rafael Narbona 


Rafael Narbona (Madrid, 1963) es profesor de filosofía, escritor y crítico literario. Ha publicado en Quimera, Cuadernos Hispanoamericanos y Claves de Razón Práctica.  Desde 2000 escribe reseñas de libros en El Cultural, suplemento del diario El Mundo, donde también mantiene, en su versión digital, el blog “Entre clásicos”. Colabora igualmente con Revista de Libros desde 2003, donde escribe el blog “Viaje a Siracusa”, en el que analiza el fenómeno de los totalitarismos. Y desde 2014 publica una columna semanal en El Imparcial. Igualmente en su página web mantiene un blog muy activo donde, además de escribir sobre literatura analiza temas políticos y sociales sin condescendencia con lo políticamente correcto. Es por eso que suele sufrir ataques desde la extrema derecha y la extrema izquierda. No le sorprenden, pero no logra superar que, agotado el abanico de agravios “políticos”, aparezca el “argumento” de la enfermedad: “¿Pero has tomado tus pastillas hoy?” o “Lógico que digas eso siendo bipolar”. Se define como parte de una izquierda humanista, no violenta, y abraza causas como la defensa de los animales y, en general, de cualquier grupo o sector vulnerable.


Créditos


Rafael Norbona,  2022 El León de El Español Publicaciones S.A. Entreclásicos, 6 diciembre, 2022


Lecturas: Ensayo Arqueólogo de mitos futuristas

 



Plaza de las palabras, en su sección Lecturas, reproduce una reseña crítica sobre el libro de Matias Carnevale** a cerca del filósofo y escritor italiano, especialista en ciencia ficción,  y  radicado en Argentina,  Pablo Cappana*, cuyo giro principal es la ciencia ficción. Reseña critica tomada de Revista Ñ.Clarin . Luis Diego Fernandez 


Exploraciones. Ensayos en torno a Pablo Capanna,Matías Carnevale,Editorial UNQ,274 págs.

Un volumen compila trece ensayos dedicados al filósofo Pablo Capanna, pionero aquí de la crítica literaria especializada en la ciencia ficción. 


Gran parte de la obra de Pablo Capanna explora

 temas y autores de la ciencia ficción.


Exploraciones. Ensayos en torno a Pablo Capanna (Editorial Universidad Nacional de Quilmes) es una antología realizada por Matías Carnevale, licenciado en lengua inglesa por la Universidad Nacional de San Martín, que compila trece ensayos de escritores e investigadores sobre la obra del filósofo nacido en Italia (Florencia, 1939) y nacionalizado argentino que fuera pionero en lengua castellana de la crítica literaria especializada en el género de ciencia ficción.



Luis Diego Fernández

Ι Clarín.com Revista Ñ Ideas Ι

01/09/2022 

1104 palabras 


Arqueólogo de mitos futuristas


Autor del clásico El sentido de la ciencia ficción (1966), vuelto a publicarse bajo el título El mundo de la ciencia ficción en 1992 y más tarde ampliado y reeditado en 2007 como Ciencia ficción. Utopía y mercado, Capanna también dedicó estudios monográficos únicos a verdaderos orfebres del género como J.G. Ballard, Philip K. Dick, Cordwainer Smith, así como al cineasta ruso Andréi Tarkovski.

Bajo la guía de Marcial Souto, fue pluma presente y señera en revistas inaugurales del análisis de la ciencia ficción como La revista de Ciencia Ficción y Fantasía (1976-1977), el Suplemento de Humor y Ciencia Ficción (1979) y El Péndulo (1979-1991), el filósofo construyó una visión propia sobre el género al cual leía, de acuerdo al análisis de los diversos artículos que configuran el compilado, como una “máquina de producir mitos”, tal como explicita Paul Noguerol en su contribución.


Construir mundos

Por su parte, según dice Pablo de Santis en unos de los textos más sobresalientes de la antología, los autores que interesaban a Capanna “tienen un rasgo común: son constructores de mundos”. Eso incluye a narradores de los cuales también se ocupó el crítico que exceden el marco normativo de la ciencia ficción, tales como Ernst Jünger, C.S. Lewis o J.R.R. Tolkien, verdaderos “arquitectos de mundos”, según De Santis, que se ubicaban completamente a contramano del canon de la carrera de Letras. Resulta un elemento vertebrador de ciertos artículos la sensibilidad espiritual que cruzó la ensayística de Capanna, producto de su fe católica, de igual modo que una postura equidistante respecto del cientificismo extremo y el relativismo.

En la obra del filósofo no hay positivismo ni tecnocracia pero tampoco cae en la tentación idealista y mucho menos recala en la cercanía con el posestructuralismo; la mirada de Capanna se posiciona haciendo equilibrio entre las humanidades y la ciencia. 

En este sentido, en el trabajo de Pedro Perucca, otro de los puntos altos de la antología, se analiza con detalle la historia de la obsesión entre Capanna y Cordwainer Smith, del cual produjo el único libro en castellano sobre la obra del escritor de ciencia ficción estadounidense.


Pablo Capanna fue filósofo, docente y ensayista, 

se radicó en la Argentina a los diez años. 

Gran parte de su obra explora temas

 y autores de la ciencia ficción. 


Según caracteriza Perucca, este “metejón” con el narrador “encuentra explicación tanto en la rareza de los temas abordados, como en unos bellos y extraños textos inspirados por la literatura tradicional china”.

De igual modo, es de ayuda para dimensionar la perspectiva de Capanna el dejar en evidencia, tal como lo hace Perucca, las tensiones del marco teórico del filósofo con el marxismo y la posmodernidad; cultor de la claridad en la escritura, sin embargo, no parecía exigirle lo mismo a su admirado Hegel; de igual forma, el silencio o el poco interés respecto de las cuestiones de género, el feminismo y la diversidad sexual en la materia narrativa que analizaba constituye un cierto hueco que, sin embargo, no hace mella en la construcción de un pensamiento por demás lúcido, coherente y destacable, tal como señalan la mayoría de los trabajos compilados.

La obra de Pablo Capanna, como subraya Luis Pestarini en el artículo de Paul Noguerol, “es el complemento perfecto de las ediciones de Minotauro, iniciadas en 1955”.

Efectivamente, su figura junto a otros nombres fundamentales del campo de la edición y la crítica, como Marcial Souto y Paco Porrúa, formaron un conjunto imprescindible y realizaron un trabajo monumental al poner a disposición del lector no solo la ciencia ficción sino una selección sofisticada de esta tradición, así como un marco crítico que permita decodificar los conceptos y problemas de los principales autores.

Como señala Matías Carnevale en la introducción a la antología, Pablo Capanna resulta una anomalía en el panorama local en tanto él mismo se reconoce como un “investigador  independiente” desde cuyo lugar docente en la Universidad Tecnológica Nacional ha construido una obra ineludible que admite el adjetivo capanniano, vale decir, una forma de pensar que ya tiene un estilo propio. 


*Pablo Cappane 

Profesor de filosofía en la U.B.A., director de cátedra en la Universidad Tecnológica Nacional (F.R.B.A.), escritor y periodista.


Fue subdirector de la revista Criterio, de cuyo consejo de redacción formó parte entre 1971 y el 2001. Ha sido columnista de las revistas El Péndulo y Minotauro y colaborador de varios diarios de Buenos Aires y Montevideo. Desde 1998 escribe en el suplemento "Futuro" de Página 12. En 1967 publicó El sentido de la ciencia ficción, el primer ensayo sobre el tema escrito en español. Siguieron La Tecnarquía (Barcelona, 1973); El Señor de la tarde. Conjeturas en torno de Cordwainer Smith (Buenos Aires, 1984); Idios Kosmos. Claves para Philip K.Dick (Buenos Aires, 1992, 1995); El mundo de la ciencia ficción (Buenos Aires, 1992); J.G.Ballard. El tiempo desolado (Buenos Aires, 1993); El mito de la Nueva Era (Buenos Aires, 1993) y Excursos. Grandes Relatos de ficción (1999). En sus libros y artículos se ha interesado por el pensamiento utópico, el mito, la cultura, la ciencia y la religión en la era tecnológica. (Datos biográficos tomados de CCCB).


**Matías Carnevale (Tandil, 1980) es licenciado en lengua inglesa, con orientación en cine y literatura, por la Universidad Nacional de San Martín (Argentina). Además de publicar artículos en medios como Leedor.com, Axxon, Lindes (Argentina) y Penumbria (México), ha traducido al español Autogeddon, de Heathcote Williams, publicado por Editorial El Pasquín (2016). Pablo Capanna y el lado utópico del Cyberpunk . (Datos biográficos tomados de Revista Colofón PDF).



Lecturas: Qué es ser realmente original, según Nietzsche




 Plaza de las palabras en su sección Lecturas, presenta un artículo sobre como entendía el filósofo Nietzsche la originalidad, texto publicado en Cultura Inquieta. Decía el filósofo:  "Original no es que alguien sea el primero en ver algo nuevo, sino aquel que ve como nuevo lo que es viejo, algo visto y pasado de largo por todos, eso es lo que distingue a las mentes verdaderamente originales"


471 palabras 

Cultura Inquieta

Pensamiento


Paradójicamente, la sociedad y los medios de comunicación nos imponen ser únicos y exclusivos en un momento en el que la globalización y el  borreguismo dictan casi todos nuestros movimientos, en un momento en el que ser original es solo una moda más.

Para Nietzsche, la originalidad es una mirada crítica, una capacidad de ir más allá de la tradición y la moral. Gracias a Pijama Surf. Friedrich Nietzsche, el filósofo del martillo que planteó la transvaloración de todos los valores y quien se opuso fervientemente a la mentalidad de rebaño, parece ser una de las personas más calificadas para hablar de la originalidad.

En su texto de 1879, Opiniones mixtas y máximas ensaya el arte por el cual sería considerado uno de los grandes prosistas de la lengua alemana: la escritura aforística ("un buen aforismo es demasiado duro para el colmillo del tiempo y no es consumido por los milenios"). En él, Nietzsche hace una memorable definición de la originalidad:

"Original no es que alguien sea el primero en ver algo nuevo, sino aquel que ve como nuevo lo que es viejo, algo visto y pasado de largo por todos, eso es lo que distingue a las mentes verdaderamente originales. El primer descubridor es ordinariamente una criatura harto común, desprovista de espíritu y adicta a la fantasía.

Para Nietzsche la originalidad no tiene que ver con crear cosas supuestamente nuevas o con percibir las esencias originales, los arquetipos, como pasaba con Schopenhauer, para quien ser original era la potestad del artista y la marca del genio. Hay que decir, sin embargo, que Nietzsche tiene diferentes fases y no es del todo consistente con sus opiniones, lo cual él mismo ve como una virtud. Si bien ambos pensadores comparten la noción de que el genio es el que se acerca a ver las cosas en sí y no su representación, para Nietzsche las cosas en sí, no son una esencia eterna.

La originalidad en Nietzsche es más una mirada crítica, una capacidad de ir más allá de la tradición y la moral, de deshacerse de los pensamientos fosilizados de los tiempos y ver las cosas sin el bagaje de los siglos. Es también obviamente la mirada fresca, la mirada que podríamos llamar adánica. 

Hoy en día (en parte por la influencia de Nietzsche), se cree que lo original es la expresión individual, decir lo que nadie ha dicho, o simplemente romper con lo establecido. Pero lo que aquí está diciendo el filósofo es más interesante: ser original es una forma de mirar, la cual requiere cierta atención, cierta pulcritud de pensamiento.

En todo caso, ser original no tiene que ver con ser diferente, tiene que ver con notar las cosas más cerca de lo que son en sí mismas, o bajo una perspectiva que no ha sido gastada por la habituación.


Créditos

Qué es ser realmente original,  según Nietzsche, Cultura Inquieta,  9 agosto 2022





Lecturas: Las lecturas que construyeron autores por Luis Urios

 


Plaza de las palabras en su sección Lecturas, presenta el artículo de Luis Urios,  entrevistando a cinco autores, que brindan sus claves de lecturas y los autores favoritos  que contribuyeron a su formación como escritores. Uno a uno: Rafa Lahuerta, Àngels Gregori, Elia Barceló, Santiago Posteguillo y Begoña Tena. 



Las lecturas que construyeron autores

Luis Urios

Rafa Lahuerta, Àngels Gregori, Elia Barceló, Santiago Posteguillo y Begoña Tena comparten sus lecturas clave.

VALÈNCIA. Dicen que en cierta medida todos los libros son autobiográficos. Las novedades literarias se alimentan irremediablemente de lo ya escrito y, por ende, los autores beben  directamente de lo que han leído. García Márquez decía que detrás de cada cuento que se escriba hay diez mil años de literatura. Blasco Ibáñez amaba a Victor Hugo; Bukowski heredó en gran medida el estilo de Hemingway, que a su vez se vio influenciado por Dostoievski. El escritor ruso llevaba las pasiones de sus personajes al extremo fijándose en Shakespeare, quien leyó desde joven a Virgilio. 

Cada escritor entremezcla sus referencias con su propia vivencia y da cuerpo a algo nuevo que formará parte de un legado que otros recogerán y volverán a transformar. La literatura es cíclica y se alimenta de sí misma. Es interesante ver qué opinan al respecto los autores valencianos, quienes, afortunadamente, también beben de infinidad de maestros, pues al fin y al cabo eso es lo que son los referentes: potenciales instructores de quienes engrosan hoy en día la sección de novedades de las librerías. 


Culturplaza selecciona a cinco autores de nuestros días para que cuenten qué libro les marcó, cuál les costó más leer, qué escritor leen con más gusto, de dónde viene su tendencia a usar un estilo u otro. Elia Barceló, Santiago Posteguillo, Àngels Gregori, Rafa Lahuerta y Begoña Tena recuerdan a sus referentes. 


Elia Barceló y la evolución de los personajes 

La alicantina Elia Barceló recibió en 2020 el Premio Nacional de  Literatura Infantil y Juvenil por su novela El efecto Frankentein, una obra de la que el jurado destacó la construcción y evolución que crea en el interior de sus personajes. Responde a las preguntas de Culturplaza mientras observa su biblioteca personal. Para ella, algo indispensable en una buena novela es que los personajes sean  poliédricos y convincentes. Si hay alguien que consiga ese objetivo es, según ella, “Daphne du Maurier, especialmente en su novela Rebeca”. También destaca a Patricia Highsmith, a Stephen King e incapaz de separar la literatura de la música, a David Bowie y a Leonard Cohen. 

Uno de sus referentes por excelencia, añade, es Julio Cortázar: “Es un escritor que siempre debería estar en las escuelas y universidades. Te ayuda a ver las cosas con otros ojos”. También destaca “lo mucho que le enseñó Torrente Ballester en la forma de construir y narrar una historia”, y reconoce que, como escritora, aprende de cualquier cosa.  Incluso de lo malo. “Una mala novela te hace ver las enormes diferencias que hay con la buena literatura”.

Como escritora de narrativa juvenil, Barceló bebe de autores como H. G. Wells, Julio Verne, Carabanhoe o Bradbury; y cuenta que cuando era joven la literatura juvenil “prácticamente no se había inventado”. En su lugar, los niños leían novelas de adultos. “Me molesta que a veces la literatura juvenil se dirija a su público como si los jóvenes fueran adultos tontos. La única diferencia entre un joven y un adulto es que el primero tiene menos experiencia, pero no son tontos. De hecho, en muchas ocasiones los jóvenes tienen más inteligencia, tienen la mente más fresca. Los adultos, a veces, nos fosilizamos”, reconoce. 

La escritora es una amante de las distopías. De hecho, asevera que el libro que más le ha marcado es 1984, de George Orwell: “Lo leí con dieciséis años y fue un mazazo, algo impresionante para mí. Aunque sepa exactamente como acaba, me sigue sorprendiendo cada vez que lo leo. Creo que tiene el mejor final que he leído nunca. Sirve para la vida. Una vez lo lees te pasas el resto de tu existencia poniendo de tu parte para no llegar al punto del protagonista”.


Rafa Lahuerta: ciudad y metaliteratura

Rafa Lahuerta acaba de ganar el Premio Lletraferit de Novel·la por Noruega, obra que narra la historia de Albert Sanchis Bermell, un criado que trabaja junto al Mercado Central, cuya historia se extiende en la capital del Túria desde los años 80 hasta principios de siglo. Su manera de hacer literatura tiene dos claves: el tratamiento de la ciudad y la metaliteratura, es decir, la reflexión  sobre la naturaleza y la forma de la propia obra literaria. En este sentido, Lahuerta cuenta que entre sus referencias destaca la figura del novelista Enrique Vila-Matas: “En este género, Vila-Matas es de alguna forma un resumen perfecto.

Dispara en muchas direcciones, hace referencia a muchos autores. Es toda una guía”. Se decanta por su libro Bartleby y compañía y explica que su manera de concebir la escritura hoy en día “nace de ese libro. Me hizo variar el orden de mis lecturas”. Lahuerta dibuja la ciudad de València buscando crear una suerte de memoria de la ciudad. Probablemente eso venga, explica, de “su propia enfermedad, de estar pendiente todo el tiempo de València porque no ha tenido una vida demasiado nómada”. Eso sí, si alguien le ha condicionado en este sentido, ese es Juan Marsé y el tratamiento que hacía en la Barcelona de la posguerra: “Cuando me hice lector, buscaba esos componentes en mi ciudad por puro delirio chovinista. Quería leer novelas sobre València, y como no las encontraba, empecé a construir mi propia imagen literaria de la ciudad”. 

El escritor no tiene que pensar demasiado para dar con el libro que más le ha marcado: El extranjero, de Albert Camus. Lo leyó antes de cumplir la veintena y, confiesa, ni siquiera sabe del todo los motivos por los que le cautivó tanto. Le da un par de vueltas y llega a una conclusión: “Creo que es por la sencillez aparente, que oculta una fuerza subterránea que te atrapa de forma muy poderosa y te hace sentir muchas cosas”. También se decanta por Juan Marsé y El embrujo de Shangai, una novela que le conmovió por su capacidad de “construir personajes y hacerlos encontrarse con la derrota”. El libro de Marsé tiene un final al que Lahuerta hace referencia en Noruega. 

Como autor infravalorado escoge a Sándor Márai y su libro El último encuentro. Esta y El extranjero son dos novelas que lee cada tres o cuatro años: “Me lo tomo como una especie de reto, para ver si mantienen las tensiones y las virtudes que en su día me noquearon. Por ahora, las mantienen”. Esto es algo que no le ocurre con autores como Blasco Ibáñez, indica, a quien leyó mucho de joven. Ahora, como dice, “no está para esas cosas”. La razón es que, según él, “hoy en día, cuando quieres contar algo muy narrativo de manera muy descriptiva, solo acabas cansando al lector”. Resalta que es tan solo su opinión, pero que “el cine y las series han sustituido la narración canónica que antes tenía sentido porque el lector tenía que imaginar mucho. Ahora, la novela tiene que tener otro ritmo para que el lector conecte. No quiero decir que los grandes narradores clásicos no tengan interés, de hecho son fundamentales, pero tengo la sensación de que la literatura actual no puede seguir en esa mirada decimonónica”. La alternativa, prosigue, está en plumas como la de Emanuele Carrère, un escritor que “sin tantas descripciones en cuanto a paisajes y entornos consigue una carga de profundidad muy interesante. Un escritor, con cada frase, tiene que ser como un cuchillo. Hoy en día hay una exigencia superior por parte del lenguaje. Tiene que romper. Carrère, en ese sentido, incita. Es adictivo”.


Àngels Gregori: “el de poesía es el más fiel de todos los lectores”

Al igual que Rafa Lahuerta, la poetisa Àngels Gregori -autora de obras como New York, Navokov & Bicicletes o Quan érem divendres- siente especial debilidad por ver cómo el autor se relaciona con la ciudad. Su poeta de referencia es, sin duda, Elizabeth Bishop; y le encanta la poesía norteamericana que escribe Billy Collins. De este autor recomienda el poemario Siete elefantes de pie bajo la lluvia. En lengua catalana se decanta por Marta Pessarrodona, Salvador Espriu o Gabriel Ferrater; y en castellano por Luis García Montero, Jaime Gil de Biedma o Francisco Brines. ¿El libro que más veces ha leído? El guardián entre el centeno. 

Su gusto por la ciudad le viene de la obra de Marta Pessarodona, poetisa sobre la que versó su tesis doctoral: “En su poesía hay muchos desplazamientos. Me gusta ver la relación del poeta con la ciudad, un vínculo muy conflictivo desde el siglo XIX, cuando Bodelaire escribió Las flores del mal”. Habla de la épica del viajero, de aquel “que se enfrenta a ciudades para cuestionar su contexto y su entorno”. Como libro complejo en cuanto a los conceptos y pasiones que desarrolla, Gregori destaca Moralidades, de Jaime Gil de Biedma; y como aquel con una calidad estética superior, escoge Norte y sur, de Elizabeth Bishop. 

Sobre el cliché en torno a la 'inaccesibilidad' de la poesía para un público principiante, Gregori apunta que “el problema es que le tenemos más miedo a la poesía del que deberíamos, pero que, pese a ello, una vez entra, el lector de poesía es el más fiel de todos los lectores”. Incide en que el sistema educativo comete un grave error iniciando a los estudiantes con la poesía de autores como Ausiàs March o Charles Baudelaire: “La poesía que se nos enseña en las escuelas se debería revisitar. Si yo hubiera empezado con poetas como Marc Granell, en vez de con Ausiàs March, mi relación con la poesía habría sido diferente, probablemente más temprana. No existe una progresión. En bachillerato te ponen a estudiar a poetas densos, y además parece que la poesía se enseñe tan solo a través de exámenes de métrica, lo cual también es un error. Debería ser una enseñanza mucho más libre”. 


Santiago Posteguillo y la novela histórica

Santiago Posteguillo recibió el Premio Planeta en 2018 por Yo, Julia, novela que narra la historia del ascenso social de su protagonista en el Imperio Romano del siglo II, en un mundo gobernado por hombres. Recientemente ha lanzado la secuela Y Julia retó a los dioses. Su pasión por la novela histórica le viene de lejos. Habla de referentes en el género como José Luis Corral, José Calvo Poyato o Juan Eslava Galán, según él “precursores de la novela histórica en España a finales de los años 80”. Recomienda especialmente El Cid de Corral o Sangre en la calle del turco de Calvo Poyato.  

Preguntado por los libros que le han marcado, Posteguillo escoge tres títulos en tres etapas distintas (o como el dice, “explosiones”) a lo largo de su vida: “La primera explosión fue de entretenimiento con El señor de los anillos cuando era adolescente, la segunda fue de fascinación con El Quijote un poco más adelante, y la tercera de no poder dejar de leer con Cien años de soledad. Son libros muy distintos que generaron en mí un enorme impacto”.

Los libros que más veces ha leído en su vida son El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde; La gata sobre el tejado de cinc caliente, de Tennessee Williams (y aquí hace un inciso: “el término  caliente’ lo eliminó la censura franquista, igual que la trama de homosexualidad  en la película que hizo Hollywood en los 60”); y Rebelión en la granja, de George Orwell, libro que combinado con 1984 “muestra -según él- una realidad cada vez más parecida a lo que está pasando en nuestro país en cuanto a recorte de libertades, fruto de una mala gestión de la pandemia”.

Por otro lado, Posteguillo siente especial cariño por autores “enormes” como Jane Austen; las hermanas Brontë; Walter Scott, “quien reinicia el relato histórico con sus novelas sobre la Escocia medieval” o Benito Pérez Galdós “por la maestría con que recrea el siglo XIX”. Acerca del libro que más le ha costado leer coincide con Rafa Lahuerta: “Ulises, de James Joyce, merece estar en el canon literario porque es un experimento narrativo grandioso. Sin embargo, es incomprensible para quien no domine el inglés ni controle la realidad histórica de la Irlanda del siglo XX”.


Begoña Tena y el texto teatral

La dramaturga Begoña Tena es escritora de obras teatrales como Tórtola o Si yo tuviera un pueblo. En sus textos busca encontrar el vínculo entre la escritura y la música en directo. Entre sus referencias principales destaca a Paco Zarzoso, dramaturgo con quien se formó en escritura dramática en cursos y talleres; y a Lluïsa Cunillé. Y si hay algún autor que le haya marcado, ese es Edgar Allan Poe y sus cuentos: “Fue la influencia clave para que empezara a escribir cuando era pequeña”. A nivel teatral, destaca La puerta estrecha de la compañía La Zaranda y After Sun de Rodrigo García. 

Tena tiene muy claro cuál es el libro que más veces ha leído: “Las joyas de la serpiente, de Pilar Pedraza. Me parece una gran narradora. Es sumamente culta y a la vez muy fantástica. Mezcla los géneros”. También nombra otros autores como el poeta San Juan de la Cruz o la obra poética al completo de Fernando Pessoa. Como autores sobre los que deposita un especial cariño escoge a los dramaturgos Eusebio Calonge y Patricia Pardo. 


Sobre el oficio de escribir 

Cualquier escritor desconocido se enfrenta a un sistema editorial muy precario al que es sumamente difícil de acceder. Por este motivo, los autores consultados por Culturplaza para este reportaje aceptan una última pregunta: un consejo sobre cómo enfrentarse a las dificultades del mundo de la literatura.


-Elia Barceló:

“Le aconsejaría que aguante, que si de verdad la escritura no es tan solo un capricho pasajero y es algo necesario que hace que esa persona se pase horas en blanco pensando en algo que quiere escribir, lea mucho - tanto bueno como malo-, escriba todo lo que pueda y aguante. Nos han hecho mucho daño las películas en las que cualquier chaval escribe una novelita de 150 páginas y se monta en el dólar. Eso no ocurre. Hay que escribir una novela lo mejor que se pueda,  terminarla, corregirla, darle lo mejor de uno mismo. Para nadar tienes que mojarte. Tienes que amar tu lengua por encima de todo, pues es tu único instrumento”.

-Rafa Lahuerta:

“En realidad no puedo aconsejarle nada porque yo tampoco soy un escritor que forme parte del 'stablishment'. Soy un tipo al que le han publicado dos libros por pura suerte y porque tiene amigos. Lo único que le diría es que intente escribir de la mejor manera posible; y que si no publica, no pasa nada, su vida no va a cambiar. En mi caso, de no ser porque unos amigos montaron una editorial, nunca hubiera publicado. Sin embargo, seguiría escribiendo. Tengo miles de hojas escritas, pero publicar nunca ha sido mi prioridad. Creo que una persona que tenga como prioridad que le publiquen se equivoca. Acabará perdiendo la energía”.

-Àngels Gregori:

 “Le diría que en un mundo tan efímero, en el que una noticia lo es todo un día y al siguiente no es nada, la poesía te permite seguir tu propio ritmo. Cuando somos jóvenes tenemos mucha prisa, a mí me ocurría. Pensaba que si en dos semanas no escribía un poema ya no era poeta. Tienes mucha prisa en publicar y, en poesía, la prisa nunca es una virtud. Dos de los poetas más influyentes de nuestra cultura -Gil de Diezma y Ferratersolo tienen tres libros de poesía. ¡Y marcaron generaciones! Recomiento calma”.

-Santiago Posteguillo:

“Es muy complicado acceder a publicar. Mi primera recomendación es que se forme. Tienes que leer mucho, crear una técnica literaria propia. Un músico va a un conservatorio, un actor a una academia de interpretación… Ocurre lo mismo con la escritura. Hay muchos talleres de literatura creativa, por ejemplo. Son complementos muy útiles. En segundo lugar, recomiendo buscar una profesión alternativa. No habrá más de veinte personas en este país que vivan cómodamente de los libros que venden. Por último, recomiendo la persistencia en intentar publicar. Y advierto del segundo desencanto: la decepción que sientes cuando por fin te publican y no vendes más de 1.000 o 2.000 ejemplares”.

-Begoña Tena:

“Le diría que escribir tiene que ser un acto de libertad. Tiene que nacer desde el deseo y la necesidad. Le diría que siga su instinto, que lo precario a veces se puede utilizar como algo positivo, pues la escritura solo te necesita a ti mismo y al amor que deposites sobre ella”.

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Lecturas que construyeron autores

Créditos

Luis Urias, las lecturas que construyeron autores,  Valencia,  CULTURPLAZA, 3 MARZO 2021, PDF