En esta ocasión Plaza de las palabras, presenta una selección
de tres poetas hondureños, todos miembros de la generación del 50. El primer
poeta seleccionado es Nelson Merren,
quien vivió buena parte de su vida en Nueva York. Publicó dos libros de poesía “Calendario Negro” (1968), “Color Exilio”
(1970) y “Mundo de cubos”, obra póstuma (2007). Su poesía es existencial, con
un tono pesimista sobre la vida. Quizá una de sus características, es que
escribió una poesía, sencilla, sin rebuscamientos, trasparente. Según Helen
Umaña, en su obra critica sobre la poesía hondureña, “La Palabra Iluminada”,
Merren fue un poeta de “ruptura”, y “es
uno de los primeros poetas hondureños en los que se incorpora el pastiche. La
práctica de la intertextualidad con intención sarcásticamente demoledora.” (1)
El segundo poeta seleccionado es Antonio José Rivas, un poeta que ha sido catalogado como hermético. Su principal obra es “La mitad de mi silencio” (1964). "Premio nacional de literatura Ramón Rosa". El "Premio Nacional Poeta metafísico", "Calavera de plata de Barcelona" en 1967, "Premio de Hispanidad de Barcelona" en 1968. En vida publicó un solo libro de poesía: “La Mitad de mi silencio” (1964). Dejó dos libros inéditos, que se publicaron de forma póstuma: “El agua de la víspera” (1996) y “El interior de la sangre” (2002).
El tercer poeta es José Luis Quesada, poeta, cuentista, y pintor, tiene una obra más vasta. Ha sido acreedor de varios premios y reconocimientos nacionales e internacionales; su obra entre otras, incluye, “Porque no espero nunca más volver”. San José, Costa Rica. 1974 “Cuaderno de testimonios”. Tegucigalpa, Honduras. 1981 “La vida como una guerra”. San José, Costa Rica. 1982 “Sombra del blanco día”. Tegucigalpa, Honduras. 1987 “La memoria posible” [Antología Personal] Tegucigalpa, Honduras. 1986 Recientemente publico otro libro de poesía, “El mar a destiempo” (2016). Su poesía es más elaborada y pulcra. Refleja un horizonte más amplio en cuanto a la temática. Su poesía, como el mismo lo afirma, es de un estilo entre “lirismo combinado con lo coloquial”, da suma importancia a la voz y tono en la poesía. “hay una enunciación, una voz, un tono” “y esa enunciación hala el contenido” (2) Cabe destacar que poetas como Nelson Merren y José Luis Quesada, son poetas que han sintonizado con las actuales generaciones de poetas jóvenes. Y que los dos formaron parte del grupo de poetas La voz convocada.
Nelson Merren
(1931-2007)
Los poemas
seleccionados para Nelson Merren son “Pasando”,
seguido de “Equinoccio”, y el tercero “Invocación”
En el primero de manera muy elemental describe, amparándose en trazos de la ciudad
de Nueva York, en lo que parece un recorrido visual, el deambular por las calles, su estado existencial; que ha
estado marcado por su sabor a exilio. Sin embargo no parece ser un poema
nostálgico por un retorno, sino un exilio permanente, sin regreso. Más que a la
condición geográfica es un exilio del alma. En Equinoccio, continúa como una especie de observador pero ahora amparado bajo el manto
de la noche, y aquí es necesario puntualizar que hay una similitud en varios
poemas de Merren, País Nocturno, Mundo de cubos, Pasando, Equinoccio; todos
poemas que se desarrollan en gran proporción por la noche, poemas nocturnos; y
también que todos responde a la
perspectiva de un flâneur, un
paseante solitario que recuerda el cuento de Poe “El hombre de las multitudes”.
Pero que también es oportuno contextuarlo en sus poemas neoyorkinos, en el
antecedente de “Poeta en Nueva York”, de Federico García Lorca, quien residió
en entre 1929 y 1939 en dicha ciudad, aunque el libro fue publicado hasta en
1940.
Y es que hay
varios vasos comunicantes entre Merren y García Lorca, así como también hay
distancias y diferencias. Ambos son extranjeros y ven con ojos sorprendidos, el
ámbito neoyorkino, ambos plantean sus poemas desde un el recorrido de un paseante,
ambos parecen tener una afinidad con la muerte. Pero con diferentes grados de
intensidad. Pero hay diferencias, en García Lorca hay una pasión con altibajos,
en Merren hay un desapasionamiento, hasta sus gritos parecen ecos lejanos.. Los poemas de García Lorca, marcan de cerca
la mirada, en Merren, su lejanía es casi impersonal. Sin embargo , ambos ven en el paisaje urbano imágenes que como un espejo revelan fogonazos de su ser. La mirada de García Lorca
es más visible. Ambos en diferente grado traslucen la
deshumanización de la era industrial, un dejo de anti capitalismo. Pero en García
Lorca, también a su manera y cargando su pesimismo, poetiza colateralmente el vigor del alma americana. Para Gracia Lorca, los neoyorkinos
le han dado la espalda a la naturaleza. Pero piensa como Whitman “Nueva York: humana y heroica”. A García Lorca
le duele la opresión de los negros y marginados, en Merren su visión se teje en
una telaraña de escepticismo o
nihilismo.
Los poemas de Merren
busca más lo abstracto o genérico de las realidades, en García Lorca, hay poemas a una niña, a un niño, al
rey de Harlem, a una vaca. Finalmente, desde un uso del lenguaje, la imagen
literaria, en García Lorca, es vigorosa e inédita. En Merren, hay una sencillez
en su lenguaje poético, pero sobre todo; que no busca la imagen novedosa, ni va
a la caza del asombro. La poesía de García Lorca, se vale en algunos de sus
poemas del verso largo de Whitman y del surrealismo, la de Merren del verso
corto y lacónico, casi sin respirar. La
poesía de Merren no es para deslumbrar, pero dentro de su lenguaje, logra los
mismos resultados. Es una poesía en que el poeta esconde su presencia, y apuesta su poesía a
que deambule sola por las calles, que trasgrede la noche, que edifica una
visión desde una mirada espontanea y de primera intención. En Mundo
de cubos, Merren dice “La noche se
escurrió entre los cañones/y subió como una marea. /Del lado de Times Square/el
cielo tiene un resplandor de cataclismo/rojizo, apocalíptico./Ondulantes
multitudes pasean/bajo las brillantes marquesinas/muchachas con calcetines
poetas barbudos judíos con fríos espejuelos/hombres de negocio, turistas,
marineros./Muros y cubos, sólidas moles/concreto y ventanas./Pequeños cubos
dentro de los cubos/de un color de ratón corriendo/con su florero y su lámpara
de cama./Un hombre en camiseta fuma/y el humo va a dar a un nervioso/anuncio de
neón que no conoce la paz (…)”.
Por su parte García
Lorca en su poema Aurora, dice “La aurora de Nueva York tiene/cuatro
columnas de cieno/y un huracán de negras palomas/que chapotean las aguas
podridas/La aurora de nueva york gime/ por las inmensa escaleras/buscando entre
las aristas/nardos de angustia dibujados/ (…)”. En su poema Ciudad sin sueño (Nocturno del Brooklyn
Bridge) “No duerme nadie por el
cielo. Nadie. Nadie/No duerme nadie. /Las criaturas de la luna huelen y rondan
sus cabañas. / Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan/y
el que huye con el corazón roto encontrara por las esquinas/el increíble
cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros (…)”.
En Equinoccio, metáforas sacadas de un
paisaje marítimo, en este poema Merren parece hacer un recorrido imaginario y reflejar
estados del alma, de acuerdo a lo que su imaginación poética va encontrando.
Pero parada en seco, nos advierte categóricamente “pues no
he venido a tañer campanas/ ni a apagar
la lámpara de la mesa del miedo”, es decir no viene como héroe ni como avatar.
No asume ningún riego más la de esquivar su propia sombra; y trasmutar poéticamente
lo que su recorrido nocturno le va presentando; como si fuera una secuencia cinematográfica de imágenes marinas: animal marino,
poeta enmascarado en el imaginario de la noche, poeta noctambulo. Resulta
emblemático que a Merren se le conoce como el “Lobo estepario” de la poesía
hondureña. No parece preocuparle su integración a un grupo, a una tendencia
poética, a una calle, a una casa. Su lenguaje trasparente lo delata como un poeta por encima de las cosas y las
banderías, pero con todo un poeta que
sufre y que está marcado por una “obsesión por los retos de la muerte”, y a
quien hay que leer desde un a perspectiva de “ocultamiento y desocultamiento” (3). Pero que en su poema Invocación, aspira a encontrar, “una
desnuda imagen de alegría”, aunque sea “desde
un vórtice de espejos”.
Pasando
Bajo altos edificios
en las aceras
en la algarabía de tomates y
repollos
de los mercados
en los elevadores y tranvías
cruzando puentes
contestando a gritos
discutiendo a gritos
llorando a gritos
sintiendo en la garganta y
en los sesos
el aguardiente de una cólera
terrible,
leyendo diarios o revistas
en consultorios pintados de
blanco,
por todos lados, a donde
vaya
aquí, allá, siempre he
tenido,
tengo en los ojos ante mí
ese color de cuernos negros,
tengo en la boca, siempre
ese sabor a exilio.
De Color de exilio (1970)
Equinoccio
La noche avanza desde la
bahía
desvaneciendo plumas y
bronces
la noche viene como un
animal marino
y se hunde bajo la quilla de
las goletas
veloz con altos muros de
calma
la noche que tiene ajedreces azules.
El agua viaja hasta las
rocas acorazadas
el cielo no va a ningún
lado.
Pienso siempre estoy aquí
formando arriba polígonos a
mí enojo
pues no he venido a teñir
campañas
ni a apagar la lámpara en la
mesa del miedo.
Amé sí a veces la fuerza el
misterio
de un rostro barbudo
un perfil de muchacha
todo eso es una pequeña
moneda.
Seguiré en esta noche de
cáscaras doradas
hasta el último signo
hasta las llaves calientes.
Así también la vieron los grandes espinazos.
Tiempo, atroz piedra fija
sin memoria de tiempo
y el agua negra quieta
ignorada lo inmenso.
Solo una arista de ruido queda sobre las aguas.
Invocación
Mi noche es un jadeo que se
alarga
como la voz de un naufrago,
y una estrella me sorbe las
retinas
cegadas de ceniza.
Un cielo turbio me promete
un cielo
de sombra sumergida
y un roció de cálida
salmuera
me rodea los ojos.
Quiero mirar un ramo de
azucenas
pero mis ojos fallan,
y siempre que hablo se
despeña un aura
De pétalos amargos.
Quiero borrar las sombras
apretadas
con mis manos de piedra
y mirar desde un vórtice de
espejos
una desnuda imagen de alegría.
Antonio José Rivas
(1925-1995)
El poeta es Antonio
José Rivas, es considerado por la crítica como un poeta hermético. El titulo de su único libro
publicado en vida es “La mitad de mi silencio”, esto nos remite a dos posibles
fuentes: una local, cuyo antecedente sea el poema de “El quinto silencio” de
Alfonso Guillen Zelaya, un ensayista y poeta, como tal casi olvidado, salvo por
su poema Lo Esencial; y el otro a una
fuente referencial más que cronológica, es “hay un
silencio antes dela palabra: y otro después de la palabra, que es querer decir lo único que no
se puede decir”, de Octavio Paz.
Aquí lo que se teje es que el silencio que
anuncia Rivas es solo una mitad, porque la otra parte es un silencio que
es incomunicable. Lo vigoroso en Rivas es su propia conciencia del hecho. Este
axioma por supuesto puede tener muchas aristas, pero es frecuente encontrar
poetas o filósofos del lenguaje que nos advierten de la imposibilidad de que el
lenguaje pueda describir la realidad total. Siempre hay algo más allá de las
palabras, que no nos es dado aprehender. Esta imposibilidad de la palabra más
que un decir, es un callar, lo que no se puede decir. Esta desconfianza en el
lenguaje, como si la palabra per se
ya no fuera capaz de decirnos algo más allá de su propio significante. En este entredicho
entre palabra y silencio, el poeta queda a merced de la confusión o de la
angustia, a veces del entendimiento.
En nuestra época, la desconfianza hacia el lenguaje se
hace más esencial en la posibilidad de que haya realidades para las cuales no existan
palabras. Pero también de que el poeta
no puede actuar como un Dios, siempre habrá algo que esta más allá de la capacidad
del poeta. Bachelard ofrece otra pista
cuando habla de la imagen literaria. Citando
a Keats A una urna griega, “Las melodías que se oyen son dulces/pero
las que no oímos son mas dulces aún; / así, tiernos caramillos, tocad siempre,
/no para el oído sensual, /sino, aún más seductores, /modulad para el espíritu,
cantos silenciosos…” Es decir hay una realidad más allá que no nos es dada,
solo podemos sugerirla, intuir destellos pero nunca abrazarla totalmente. Bachelard
nos dice que “hay poetas silenciosos,
silenciarios, poetas que en definitiva hacen callar primero un universo
demasiado ruidoso, (…) para él la poesía
es verdaderamente el primer fenómeno del silencio. Deja, vivo, bajo las
imágenes, el silencio que atiende. Construye el poema bajo el tiempo
silencioso, sobre un tiempo al que nada martillea, que nada urge, al que nada
ordena, sobre un tiempo dispuesto a todas las espiritualidades…, el tiempo de nuestra
libertad”. (4)
Y aquí sobre esa espiritualidad, sacamos unas
reflexiones de Paz Sobre el haiku, en que afirma que estos son en el fondo
ejercicios espirituales. Y decimos esto porque, si bien no todos los poemas
pueden ser entendidos en ese sentido, en los haiku, se pasa de la palabra al
silencio, de la quietud a la irrupción, de la enunciación a la intensidad. Pero en los poemas herméticos por su propia
naturaleza; por ese gesto de silencio y de invisibilidad, por tocar la
otredad; y estar en un plano
inaprensible, convierten al poeta al
elaborar el poema en un ejercicio
espiritual; pero también son un ejercicio espiritual para el lector. Y
si en los poemas herméticos cabe, leerlos e interpretarlos como ejercicios
espirituales; siempre estará latente, la
otredad.
Pero también para Bachelard, “Hay imágenes literarias que nos envuelven en reflexiones indefinidas,
silenciosas. Se advierte entonces; que un silencio de profundidad se incorpora
a la imagen misma. Es preciso comprender que el principio del silencio en
poesía, es un pensamiento oculto, un pensamiento secreto. En cuanto un
pensamiento hábil para esconderse bajo sus imágenes, acecha en la sombra a un
lector (…) La lectura empieza, la lectura soñadora. Buscando un pensamiento
oculto bajo los sedimentos expresivos se desarrolla la geología del silencio”
(5)
Pero estas son
cosas/ cuyo nombre no es sonido ni silencio
O.de Milosz (6)
En esa perspectiva, Cioran: «Nos interesamos cada vez más [...] no en lo que el autor ha dicho sino
en lo que hubiera querido decir, no en sus actos, sino en sus proyectos, menos
en su obra real que en su obra ideada. Sin embargo, en palabras de George Steiner, « [...]
parece, en virtud de la perspicacia de Wittgenstein, no tanto un muro como una
ventana» (7) .
En Ribas esto es un hecho, se le tilda de hermético. Y
posiblemente así sea, aún con eso de clasificar a los poetas por corrientes o
movimientos. Si los poetas metafísicos ingleses son tan difíciles de ubicar, y
que T.S.Elliot en su ensayo “Poetas
metafísicos”, advertía la dificultad de
definir este termino, y menos que
poetas lo hacen y cuáles de sus poemas se podrían considerar metafísicos (8) Ya que no todos los poemas pueden
ser de una sola pieza metafísicos o herméticos.
En ese tenor, hay que considerar aunque sea como
contexto al poeta polaco Czeslaw Milosz, premio nobel 1981, quien declaraba “soy un poeta hermético, metafísico y
religioso”. Decía “Dar caza a la volatilidad del mundo” En su poema Despertar, aquí un fragmento: “¿Por que me has sonreído en la gastada
luz,/y por qué y cómo me has reconocido,/extraña muchachita de arcangélicos
párpados,/de reidores, azulados, suspirantes párpados,/hiedra de noche estival
sobre la luna de las piedras?/¿Y por qué y cómo, no habiendo jamás
entrevisto/ni mi rostro ni mi duelo, ni la miseria/de los días, me has
reconocido tan de pronto,/cálida, musical, brumosa, pálida, amada?/¿Por quién
morir en la noche inmensa de tus/párpados?/Sin embargo, el día llueve sobre el
vacío/absoluto./¿Qué palabras, qué músicas terriblemente caducas/se estremecen
en mí con tu presencia irreal,/sombría paloma de los días lejanos, tibia,
bella?/¿Qué músicas en eso se estremecen durante el/sueño?/¿Bajo cuáles frondas
de soledumbre antiquísima,/en qué silencio, en qué melodía o en qué/voz de niño
enfermo volver a encontrarte,/oh bella,/oh casta, oh música escuchada en el
sueño?/Sin embargo, el día llueve sobre el vacío/absoluto”. Pero los poetas
herméticos sea en el tiempo que escriban siempre serán poetas para poetas.
El poema seleccionado de Antonio José Rivas, es “Dispersión de los rostros”, en que el
poeta Rivas juega con la idea de una búsqueda que puede ser de identidad o de
origen. Y que en esa búsqueda encuentra el rostro en el rostro de un
desconocido. “buscar el otro de uno en
los recodos/del tiempo: pese a fieros
acomodos/se halla siempre en el de algún desconocido”. No se sabe si lo
dice como lamento o como feliz hallazgo. La idea no es nueva porque es una
preocupación que ha rondado la cabeza de otros poetas. Ya el poeta simbolista W.B.Yeats,
en su poema “Antes de que el mundo fuera hecho”, escribía “Busco el rostro que tuve antes de que el mundo fuera hecho” (9) Un zarpazo del tiempo y una
multitud de rostros pablan el mundo, la diferencia que uno tiene acceso a esa
multitud de rostros, pero también nuestro rostro forma parte de esa multitud de
rostros. También hay en este poema en forma explicita el concepto del tiempo.
Un tiempo que nos cambia cada hora, porque como fino reloj va cincelando un
rostro cambiante. Nadie bebe dos veces agua en el mismo rio. Recuperar ese
rostro, recuperar ese momento, “es la suma de todas las tristezas”.
Hay otro aporte peculiar en ese poema de Rivas: la
noción implícita de múltiples rostros. Si consideramos que el poema es de 1964;
y aunque en ese tiempo ya había una vigorosa partida de medios de comunicación;
no habían llegado a la explosión
exponencial de la actualidad, donde la imagen o el rostro se multiplican, en
redes cibernéticas y artefactos; los
rostros dispersos, en que seguramente a veces nos vemos en el rostro de otro.
Dispersión de los rostros
Cada hora, tiene, si, un rostro perdido.
El tuyo. El mío. El de
Anabel. O el de todos
Juntos. Y muchos más de
tantos modos
de ser. O de no ser. O de
haber sido,
que resulta, en verdad,
comprometido
buscar el otro de uno en
los recodos
del tiempo: pese a fieros
acomodos
se halla siempre en el de algún desconocido.
Recuperarlo, entonces, es la
suma
de todas las tristezas. Es la bruma
de verse en rostro antiguo-desde ahora-,
incorporando a tantos años
menos.
Repitiendo murallas y
venenos.
Repitiendo la muerte, aunque a otra hora.
José Luis Quesada
(1947- )
De José Luis Quesada, hay tres poemas, el primero “El fuego”, donde el poeta en sus versos
finales, se lamenta “Donde esta
aquel antiguo deslumbramiento”, y
ese lamento parece esa búsqueda también
dada en Rivas por lo pasado, por lo que fuimos o quizá por una época pasada que
no sabemos si es inmediata o muy remota. Ese estado de mundo primitivo en que
se fue por única vez original. Pero
también hay una exclamación en donde está aquel
deslumbramiento, aquella sorpresa, aquel asombro. Y es que la vida
moderna, no nos da tiempo de meditar; todo pasa tan rápido, que ya no hay
espacio para el asombro decía el filósofo Karel Kocis. Aquella capacidad que
era la materia prima de los filósofos: el asombro. Entonces si ya no hay
asombro, deslumbramiento; y en que la razón parece perdida, desfocalizada,
incapaz de allanar las verdades esenciales; entonces la poesía vuela; y como señalaba el poeta León Leiva Gallardo, “La razón miente más que la poesía”(10), por lo que en lugar de la razón, le toca “al león azul de la poesía, salir a cazar estrellas”.
El segundo poema es “El cuarto”, en el que desde
el primer verso nos anuncia “Me gusta
este cuarto porque nada contiene diferente a mi” y unos versos más
adelante, nos dice “Durante muchos años
lo forje para mirarme en el rostro de él”, transposición de un cuarto
a su propia imagen, una especie de espejo donde habitan los recuerdos y las
cosas. Y donde solo él se ve porque no quiere perder la memoria de las cosas ni
su identidad. Es un rostro construido de la memoria posible. Siempre a la mano,
no necesita más cosas solo la memoria que lo perpetué. El tercer poema aunque
solo un corto fragmento, en el que se retoma
el tema de las mascaras y el rostro, aquí es un tema de amor. El poeta
Quesada, en el capitulo II, dice , “Su sombra se parece a mi rostro”, luego en la parte final Capitulo XXIII, comienza con una cita a W.B.Yeats, del poema “Las Mascaras” ,
aquí el estado de las cosas es otro, las mascaras como ocultamiento, en el
amor uno es lo que parece y otro el ser
real que hay detrás de esa mascara, pero al final en el poema de Yeats, el amor
da igual porque, “Que importa en tanto
exista/ El fuego en ti y en mi” (11) En el poeta Quesada “Su sombra se parece a mi rostro”, mucho mas
adelante y ya al final dice :“Era fiel esta mascara/Los
huecos de sus ojos a veces se llenaban de ternura”.
El Fuego
La poesía, león azulado,
sale a cazar estrellas.
El cielo duerme, cubierto de cadenas,
cierra los ojos para morir.
Las estrellas no aluzan el lindero,
por donde el leñador regresaba al hogar.
El lago ya no ofrece el alimento de los astros,
la chispeante leche del firmamento.
¿Dónde está aquel antiguo deslumbramiento?
¿No hay fuego ya en el pecho de los hombres?
sale a cazar estrellas.
El cielo duerme, cubierto de cadenas,
cierra los ojos para morir.
Las estrellas no aluzan el lindero,
por donde el leñador regresaba al hogar.
El lago ya no ofrece el alimento de los astros,
la chispeante leche del firmamento.
¿Dónde está aquel antiguo deslumbramiento?
¿No hay fuego ya en el pecho de los hombres?
El Cuarto
Me gusta este cuarto porque nada contiene
diferente de mí.
Podría ser mejor, pero así lo hice;
durante años lo forjé como un rostro
para mirarme en él.
Amor, no perfección, encontraréis aquí.
Las cosas que lo habitan
poseen la confianza de la naturaleza.
No son muchas o pocas,
existen solamente.
Austeridad y paz me ganaron también,
quizás para que no me distraiga
del resplandor de mis sentidos:
los sentidos en selva de objetos
se fruncen y se nublan.
El uso es la humanidad de las cosas.
Por el uso se vuelven una segunda piel.
Lo que se colecciona por vanidad
o se junta en exceso
vida no tiene, yace muerto,
como perla en el puño del
avaro.
La mañana del cuarto debe ser clara,
con los objetos necesarios,
a modo de que no se interpongan
entre el sol y nosotros.
Fragmentos
II
Su sombra se parece a mi rostro.
Su carne, no la mía, es mi carne.
Quisiera imaginarme como fui.
Recrear un episodio de la infancia
o de la juventud,
igual que antes, cuando la memoria
me acompañaba sin desconfianza.
Los recuerdos, ahora, ella los domina.
Son el paraíso donde trabajo por nada todo el día
o merodeo sin nacer.
Son la poza prohibida.
La luna que corta las manos con su hoja de afeitar.
Quiero olvidar y recordarme
antes de ella, en mí.
XXIII
La máscara fue lo que atrajo tu mente
y luego puso tu pecho a palpitar,
no lo que hay tras ella.
W. B. Yeats
Amé una máscara, y tal vez debí amarla hasta el final.
Tal como era, me quiso ¿Podía acaso tolerar otra
forma?
Era fiel esta máscara.
Los huecos de sus ojos a
veces se llenaban de ternura.
Sombra del blanco día (1987)
Bibliografía
Poemas (selección) Antonio José Rivas No.4, AMDC.
Honduras
William B.Yeats, Antología poética. Selecciones
Austral Espasa –Calpe, Introduccion, seleccion y traduccion de E.Caracciolo Trejo. 1984.
Gastón Bachelard, El aire y los sueños. Brevarios,
FCE.2002.
Federico García Lorca, Antología poética. Losada Dirección
y selección de Ernesto Sábato, 1998
WEB
CONSIDERACIONES
EN TORNO AL SILENCIO Y LA PALABRA Rosa M.A. Mateu Serra (PDF)
EL
POEMA COMO EJERCICIO ESPIRITUAL OCTAVIO PAZ Y EL HAIKÚ (PDF)
Notas bibliográficas
1. Citada en Calendario Negro, Gustavo Campos, 23 de
noviembre de 2008. LitArt
2. La poesía es una forma de matar el tiempo.
Entrevista a José Luis Quesada, Diario La Prensa., 15 agosto 2013.
3. Nelson Merren,
(ensayo) Segisfredo Infante, discurso
de incorporación a la Academia Hondureña
de la lengua. 14 de septiembre de 2010
4. Gastón Bachelard, El aire y los sueños. Brevarios,
FCE, 2002, 304pp.
5. Ídem, pp309
6. Ídem, 312pp
7. CONSIDERACIONES EN TORNO AL SILENCIOY LA PALABRA, Rosa
M.A. Mateu Serra
8. Poetas
metafísicos, un término acuñado por Samuel Johnson, que aglutino a un grupo de poetas ingleses que incluyo entre
otros, a Donne, Marvall, Cowley. Cuya poesía abordaba los temas del tiempo,
Dios, la muerte y el amor. Por lo general fueron marginados por mucho
tiempo hasta que el critico y poeta
T.S.Elliot reivindicó este tipo de poesía.
9. Del poema “Antes que el mundo fuera hecho”,
W.B.Yeats, Selección de poemas, Austral Espasa Calpe, 1984,202pp.
10. Poesía: Deriva 21 julio, 2015 León Leiva Gallardo: “la razón miente más que la poesía” por Salvador Madrid, Blog Deriva.
11. Idem,W.B.Yeats, Selección de poemas, Austral Espasa Calpe, 1984,202pp. poema Mascaras, 62pp.
11. Idem,W.B.Yeats, Selección de poemas, Austral Espasa Calpe, 1984,202pp. poema Mascaras, 62pp.
Poesías
Antonio José, Rivas. Poemas selectos .AMDC, WEB Antología
Mundial de poesías, Torre Trunca, Poetas
de Grado Cero, Nelson Merren Antología Mínima.
Traducciones
Cita dePoemas de W.B.Yeats "Antes de que el mundo fuera hecho", "Las mascaras" , por E.Caracciolo Trejo. Poema Despertar de Czeslaw Milosz, por Lyzandro Z. D. Galtier
Traducciones
Cita dePoemas de W.B.Yeats "Antes de que el mundo fuera hecho", "Las mascaras" , por E.Caracciolo Trejo. Poema Despertar de Czeslaw Milosz, por Lyzandro Z. D. Galtier
Crédito de las ilustraciones por orden de aparición
Poetas reseñados Nelson Merren, Torre Trunca. Antonio José
Rivas, pintura de Mario Castillo, colección UNAH. José Luis Quesada, Diario El
heraldo.
Nueva York, Google imagen
Las fuerzas de una calle, 1911, Umberto Boccione, pintor
futurista italiano
El enigma dela hora, 1911, Giorgio de Chirico, pintor metafísico italiano
Visiones simultaneas, 1911, Umberto Boccione, pintor
futurista italiano
Noche estrellada, Vincent Van Gogh,1889. pintor impresiones
holandés
Los misterios del horizonte, 1955, René Magritte, pintor
surrealista belga