Páginas

1+1 POEMAS CLAVES: MI ÚLTIMA DUQUESA DE ROBERT BROWNING. VERSION BILINGÜE. POST PLAZA DE LAS PALABRAS.




Plaza de las palabras continúa con su sección  1+1 POEMAS CLAVES, y presenta el poema Mi Última duquesa, del poeta ingles, Robert Browning (1812-1889), poeta, dramaturgo y  crítico literario. Casado con la poeta inglesa Elizabeth Barret. Robert Browning se formo  desde su niñez en la biblioteca de su padre, en  donde adquirió un gusto por la historia, el arte  y la poesía. Aprendizaje que lo llevo a desdoblar una basta cultura ecléctica. Admirador devoto del poeta romántico ingles Percy B. Shelly. Él es un poeta atípico porque no solo fue un gran poeta, sino porque aporto nuevos perspectivas a la poesía victoriana de su época; hecho que hizo afirmar a Horacio Pater, que Browning era el primer poeta moderno ingles por la forma en que llego a enfocar su poesía. Si bien ya había  antecedente del monologo dramático en los poemas del también victoriano  Tennyson.  Aún así es Browning quien lleva a su culminación y maestría el monologo dramático. Un punto que a veces escapa en   su evolución, es que Browning era también dramaturgo, y había desarrollado una gran introspección y análisis de los personajes. También había estudiado a Shakespeare y las introspecciones sicológicas del poeta metafísico John Donne. Si bien, Browning  con sus obras teatrales nunca llego a tener mucho éxito. Si, se valió del recurso dramático del teatro para armar sus monólogos. Tuvo influencias futuras en poetas como William B.Yates,  Robert Frost, y  T.S.Eliot, con su famoso Correlato Objetivo;  y además en Ezra Pound  Si bien, Browning ha sido acusado de que  a veces sus  poemas son oscuros y difíciles de comprender. También lo mismo se ha dicho de otros poetas más modernos como T.S.Eliot y  W.A.Auden o el mismo Ezra Pound.
 
Los dos grandes aportes de  Robert Browning a la cultura universal literaria, son los famosos Monólogos dramáticos, plasmados en: Men and Women (1859) y Dramatis Personae (1864), cuyos poemas más reconocidos son: “My Last Duchess”, "Andrea del Sarto" y "Fra Lippo Lippi", ambientados en el renacimiento italiano de  donde Browning saco su inspiración para varios de sus monólogos dramáticos. Un segundo aporte siempre dentro de su monólogos dramáticos fue su largo poema en verso blanco inglés The Ring and the Book, (1868).  Obra polifónica, sostenida  por diversos personajes que dan su parecer y revelan su participación sobre  un complejo caso de asesinato en la Roma de la década de 1690.  Este tipo de técnica fue innovadora para su tiempo, más si considera que se desplego  en  el ámbito de la poesía.  Técnica que después utilizaría en prosa, escritores de la talla de Marcel Schwob, Jerzy Andrzejewski y el japonés  Akutagawa.   


 

Monologo dramático

El monólogo dramático cómo genero poético El monólogo dramático cuenta con procedimientos enunciativos y temáticos que lo singularizan. Proponemos nuestra propia definición: es un poema en el que, en primera persona, un hablante emite un discurso frente  un interlocutor presente, ausente o imaginario, ante el que revela progresivamente su personalidad (revelación determinada por este interlocutor, ante el que ofrece una ‘fachada social’) y sus propósitos en ciertas circunstancias espaciales y temporales, más o menos aludidas. Además, esta dimensión enunciativa le permite al autor incentivar en el lector efectos pragmáticos: este yo ficcional o histórico desarrolla una serie de reflexiones –desde su personal punto de vista- sobre la coyuntura existencial crítica que vive y el lector oscila, al escuchar el discurso del hablante, entre la identificación y el distanciamiento crítico o juicio moral. Como puede verse, esta definición incorpora, sobre todo, criterios pragmáticos (enunciativos). Esta definición es una síntesis de los aportes de los teóricos de este género. Se sintetiza en esta definición el conjunto de aportes –presentados a continuación- de los teóricos que se han ocupado de este género. (1)

El poema La ultima duquesa, es una miniatura ejemplar, como la mayoría de los poemas de Browning  en sus monólogos dramáticos, esta escrito a medias rex, es decir, no hay una explicación previa. El lector ya esta sumergido en el hecho dramático, y esa circunstancia es parte de la característica del monologo dramático, que se diferencia del soliloquio tipo Shakespeare. El poema es narrado en primera persona por Alfonso II d`Este, Duque de Módena y Ferrara, y  el tema es acerca de  Lucrezia di Cósimo de Médici,  su esposa de diecisiete años, a quien se cree que el mismo Conde de Ferrara enveneno. Al inicio del poema, el conde está frente al retrato de su última  esposa y se dirige a ella como si estuviera viva. Menciona a un tal Fra Pandolf,  pintor imaginario que presumiblemente pinto ese retrato. Sin embargo no hay un interlocutor a quien se dirige, salvo a un hipotético lector u oyente, o su futuro consuegro o así mismo. El retrato, hipotéticamente,  en que se inspiro el poeta Browning es el de Lucrecia Medici, pintado por Bronzino, y que incluimos al inicio del poema.

 





MY LAST DUCHESS

(Version original en ingles)

Robert Browning

That’s my last Duchess painted on the wall,
Looking as if she were alive. I call
That piece a wonder, now: Frà Pandolf’s hands
Worked busily a day, and there she stands.
Will ‘t please you sit and look at her? I said
‘Frà Pandolf’ by design, for never read
Strangers like you that pictured countenance,
The depth and passion of its earnest glance,
But to myself they turned (since none puts by
The curtain I have drawn for you, but I)
And seemed as they would ask me, if they durst,
How such a glance came there; so, not the first
Are you to turn and ask thus. Sir, ‘t was not
Her husband’s presence only, called that spot
Of joy into the Duchess’ cheek: perhaps
Frà Pandolf chanced to say, ‘Her mantle laps
Over my lady’s wrist too much,' or ‘Paint
Must never hope to reproduce the faint
Half-flush that dies along her throat:' such stuff
Was courtesy, she thought, and cause enough
For calling up that spot of joy. She had
A heart -- how shall I say? -- too soon made glad,
Too easily impressed; she liked whate’er
She looked on, and her looks went everywhere.
Sir, ‘t was all one! My favour at her breast,
The dropping of the daylight in the West,
The bough of cherries some officious fool
Broke in the orchard for her, the white mule
She rode with round the terrace -- all and each
Would draw from her alike the approving speech,
Or blush, at least. She thanked men, -- good! but thanked
Somehow -- I know not how -- as if she ranked
My gift of a nine-hundred-years-old name
With anybody’s gift. Who’d stoop to blame
This sort of trifling? Even had you skill
In speech -- (which I have not) -- to make your will
Quite clear to such an one, and say, ‘Just this
Or that in you disgusts me; here you miss,
Or there exceed the mark’ -- and if she let
Herself be lessoned so, nor plainly set
Her wits to yours, forsooth, and made excuse,
-- E’en then would be some stooping; and I choose
Never to stoop. Oh, sir, she smiled, no doubt,
Whene’er I passed her; but who passed without
Much the same smile? This grew; I gave commands;
Then all smiles stopped together. There she stands
As if alive. Will ‘t please you rise? We’ll meet
The company below then. I repeat,

2
The Count your master’s known munificence
Is ample warrant that no just pretence
Of mine for dowry will be disallowed;
Though his fair daughter’s self, as I avowed
At starting, is my object. Nay, we’ll go
Together down, sir. Notice Neptune, though,
Taming a sea-horse, thought a rarity,
Which Claus of Innsbruck cast in bronze for me!

MI ÚLTIMA DUQUESA

(Versión traducida en español)

 Robert Browning

FERRARA

He ahí mi última duquesa pintada en la pared,
que mira como si estuviera viva. Es lo que llamo
toda una maravilla, fíjese: las manos del Pandolfo
un día entero trabajaron con ahínco. Y ahí está.
¿Podría, por favor, sentarse y contemplarla? Dije
a posta Fra Pandolfo, pues no ven jamás
extraños como usted ese semblante así plasmado,
la hondura y la pasión de su mirar ferviente,
sino que a mí tienden sus ojos (ya que nadie aparta
esa cortina que he corrido para vos que no sea yo)
y preguntarme a mí parecen, si a ello osaran,
cómo esos ojos fueron a parar ahí; así que no el primero
sois vos que a mí se vuelve y lo pregunta. Pues, señor, no fue
sólo presencia de su esposo lo que alzó esa luz
de júbilo a la piel de sus mejillas: fue quizás
ventura del Pandolfo si decía, “El manto cae
sobre la mano demasiado, mi señora”, o bien “Pintar
no debe nunca hacerse en la ambición de reflejar el leve
rubor que baja hasta morir en la garganta”: eso
era cortés, pensaba ella, y condición que puede
bien concitar ese fulgor de júbilo. Tenía un corazón
ella, ¿cómo diré?, muy fácil de alegrar,
o demasiado impresionable; le placía cualquier cosa
en la que su mirada se posara, y su mirada iba por todas partes.
¡Todo era uno aquí, señor! Mi dádiva en su pecho,
la declinante luz del día por poniente,
la rama de cerezas que algún loco intempestivo
quebró en el huerto para ella, aquella mula blanca
en la que daba vueltas a la finca, todos
sacaban de ella por igual señal de aprobación,
o, al menos, un rubor. Daba las gracias a los hombres,
de alguna forma, no sé cómo, igual que si rimara
el don de novecientos años de mi nombradía
con otro de cualquiera. ¿Y cómo rebajarse a amonestarle
algo de tal trivialidad? Incluso con destreza
en el hablar, algo que yo no tengo, hacerle ver
lo que uno deseaba, así, decirle, “Es sólo
esto o lo otro lo que en ti me desagrada; aquí no llegas,
y allí te pasas de la raya", si dejara
que se la aleccionase así y jamás pusiera
su ingenio al mismo rango que el de uno, y se excusara;
incluso ya sería aquello rebajarse y yo prefiero
no rebajarme nunca. Sí, señor, me sonreía, sin ninguna duda,
cuando pasaba por su lado; aunque, ¿quién por allí pasaba sin
una sonrisa parecida? Fue la cosa a más, di órdenes;
luego cesó toda sonrisa. Ahí la tiene
igual que si estuviera viva. ¿Se levanta, por favor? Iremos
con los demás que están abajo. Y le repito,
la conocida liberalidad del Conde, su señor,
es plena garantía de que no habrá justa pretensión
mía de dote que él no vaya a consentir;
bien que su hija y su persona, como confesé
de entrada, sea mi objeto. Es hora de bajar
los dos juntos, señor. Vea, no obstante, ese Neptuno
domando un caballito de mar, una rareza,
que Claus de Innsbruck ha forjado en bronce para mí.


Nota bibliográfica

1. Véase para una perspectiva  académicamente más detallada del monologo dramático   a Dorde Cuvardic García*El monólogo dramático en el discurso poético RESUM EN Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica XL (1): 167-182, 2016 / EISSN: 2215-2636 Dramatic monologue in poetic discourse

Créditos

Versiones y traducción.
UT PICTURA POESIS. Blog elaborado por Santiago Elso Torralba: santielso2@yahoo.es y poesía-pintura.blogspot.com

Enlaces a la obra de Robert Browning

El monólogo dramático en el discurso poético
Dramatic monologue in poetic discourse
Dorde Cuvardic García. Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica XL (1): 167-182, 2016 / EISSN:2215-2636 Dramatic monologue in poetic discourse.





Ilustraciones

"El amor entre las ruinas". Pintura sobre uno de los poemas
de la colección Men and Women. Pintura por  Burne Jones, pintor ingles 
Retrato de Robert Browning, 1865.Wikipedia.  
Retrato de Lucrezia de Medici por el pintor renacentista Agnolo Bronzino