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Libros esenciales del siglo XX. Una novela de Graham Greene: El poder y la gloria. Post Plaza de las palabras.




Plaza de las palabras presenta el post, Una novela de Graham Greene: El poder y la gloria (1940) de su sección Libros esenciales del siglo XX,  en esta ocasión presentamos una novela de Graham  Greene (1904-1991), uno de los escritores más emblemáticos  del siglo XX. Escritor, novelista, ensayista, critico, guionista, incursiono en la autobiografía, teatro y libros para niños. Escritor prolifero con 54 títulos de los cuales, 24 son novelísticos. La mayoría  de los críticos y lectores  coinciden en que El Poder y la gloria, es su mejor novela y la más representativa de su obra. Escritor converso al catolicismo a la edad de 26 años, sin embargo, no todas sus novelas mantienen un tema católico. Greene como un típico escritor ingles, fue un novelista que cimento su fama en esa corriente del escritores viajeros anglosajones, que lo llevaría a diversos puntos geográficos del mundo. Escritores tales como Stevenson, Defoe, Lawrance, Conrad, Burgess, Graves, Bowles (norteamericano), Durrel.

Las novelas de Greene  tienen una particularidad, y es que según la filosofía narrativa de Grenee había que entretener al lector, de ahí su estilo, ligero y el abordaje de temas que pertenecen a la saga de aventuras, son recurrentes sus temas de espionaje, policiacos, políticos, y hasta amorosos. Pero esa orientación de entretener tiene también un lado práctico, el autor vuelca sus ideas motoras sobre la existencia del hombre: la condición humana particularmente. Retrata problemas, que más que pertenecer al orden de la religión, abordan puntos neurálgicos de la condición humana: la angustia, la culpa, el pecado, la traición, la amistad, el amor.

Por algún lado de uno de sus libros autobiográficos, Una especie de vida, Graham Greeene llego afirmar que si tuviese que elegir un epitafio para todas las novelas que había escrito, tomaría los versos del poema Apología del obispo Blougram, un poema de Robert Browning:


«Nuestro interés está en el lado peligroso de las cosas/
el ladrón honesto, el asesino afectuoso/
el ateo supersticioso...».


Y esta declaración embona en buena parte, con la filosofía narrativa y los caracteres y personajes de muchas de sus novelas. Sus personajes siempre están en peligro: espías traidores,  políticos ambiciosos, curas pecadores, policías fanáticos. En ese paisaje Greene se siente cómodo. Como tantos otros escritores católicos, no tomo un partido visceral a favor del catolicismo, sus personajes por lo general bien delineados, a veces son una especie de antihéroes. Si bien en esa línea de novelistas católicos como Leon Bloy, G.K. Chesterton, Evelyn Waugh,  C.S.Lewis, Francois Mauriac,  George Bernanos, Julian Green  o Paul Claudel. No se va por la novela panfletaria ni  doctrinal. Tiene la suficiente soltura para atraer al lector, y presentar diferentes ángulos de los  problemas existenciales del hombre moderno.

La vida misma de Greene  no fue la de un santo;  si bien no fue alcohólico, si fue mujeriego. No obstante su catolicismo le dio las herramientas para explorar el alma humana, y presentar visiones de ese viaje a la oscuridad del  corazón. Pero debe su éxito, ya que fue un escritor exitoso en vida, al escribir novelas en que el lector no sale huyendo de sus páginas. Llegó a vender 24 millones de copias de sus libros. El mismo manifestaba que sus novelas eran “novelas de  entretenimiento”, pero que también escribía  “novelas serias”. Siempre supo balancear sus temas con la intriga, una especie de suspenso narrativo. Y esto lo logra hasta en sus novelas más serias  Alguna vez se le menciono para el nobel de literatura, premio que nunca le concedieron. No obstante. esa plasticidad, lo acerco al cine, muchas de sus novelas fueron llevadas a la gran pantalla. Entre ellas El poder y la gloria, adaptada al cine por John Ford, con Henry Fonda como sacerdote. También la CBS, en 1961 llevo a cabo otra versión, con Lauren Oliver como el sacerdote y George C. Scott como el teniente.

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El poder y la gloria fue publicada en 1940, dos años antes Greene había hecho un viaje a México, de ese viaje salieron dos libros, Un camino sin ley, que le sirvió de ejercicio anticipativo, para preparar su novela. El poder y la gloria. Green en ese viaje visito el estado mexicano de Tabasco, región geográfica donde trascurre la novela. Situada cronológicamente en la década de los 20s. Es la época del presidente Plutarco Elías Calles,  quien desde su visión secular, desencadeno  las persecuciones religiosas, sobretodo contra la iglesia y los sacerdotes. La llamada guerra de los cristeros, creyentes que morían al grito de Viva Cristo Rey. En esa selva secular, a los que sacerdotes se les perdonaba, únicamente si abandonaban el sacerdocio y se casaban, y los  que se negaban eran fusilados. El persona principal de El poder y la gloria es  un cura sin nombre en la novela,  con una rosario de debilidades entre las cuales destaca su alcoholismo, por lo que se le conocía como El pater whisky;  además de eso, era un sacerdote con un gran carga de culpa, producto de una relación pecaminosa con una mujer, con la cual tuvo una hija. A eso habría que agregar, una cobardía intermitente que a veces emergía, acompañado de un egoísmo ocasional.

Y al contrario de lo que se podría pensar, Greene,  presenta un sacerdote  notable por su condición de pecador, por estar envuelto en la oscuridad. Ese drama existencial abate y aflige al sacerdote, y le va condicionado la vida entre la temporalidad de su huida y la intemporalidad del reino celestial;  contrastes pictóricos y patéticos que son  narrados a lo largo de toda la novela. La suya es una persecución, y quien lo persigue más que la autoridad o la policía, es su propio pecado.  Su perseguidor terrenal, es el teniente y quien ya ha fusilado a varios curas. Pero tiene otro perseguidor más implacable: un perseguidor espiritual, su conciencia.  Dios también lo persigue. Pero el teniente no es un tipo diabólico,  es un tipo integro, no bebe ni es mujeriego, y es fiel a su causa: combatir a la iglesia y a los sacerdotes en nombre de una justicia terrenal. Tarea que el teniente ha llegado a tomar  con la severidad de un dogma cristiano. Y para lo que habría que hacer lo que fuere. En ese marco la novela se desenvuelve con precisión y maestría narrativa.

Si bien, para el lector moderno del siglo XXI, al considerar  que la novela fue escrita hace casi 80 años, puede parecerle, una novela lenta o fastidiosa. Sin embargo, una de las maestrías de Greene es que aún en sus novelas más serias, presenta una trama de intrigas, y esa tensión siempre saludable  entre la reflexión y el suspenso. El hecho más notable, desde la acción  de la novela, es la persecución determinista que emprende el teniente contra el cura. Esa columna vertebral y elástica, puede ser leída como una intriga en progreso.  En fin, una persecución perfectamente podría ser un tema policiaco. Aunque aquí la ambigüedad, entre quien es el malo y quien es el bueno, es una moneda lanzada al aire.  Por otra parte, la línea del carácter del mestizo, por su juego doble es un tema de espionaje. La personalidad implacable del teniente, encasilla en la personalidad de un duro jefe de un cartel de mafiosos. La historia del cura es la de un renegado resignado: un antihéroe.  De ahí que la novela sea razonablemente leída a pesar de toda su iconografía sacramental. Y por supuesto, Dios también es un personaje, que desde las alturas de vez en cuando atisba.  
     
Y ahora cabe mencionar, algunas de las técnicas que usaba Green, la primera el contraste de los personajes, no es el simple contraste maniqueo. Green explota al extremo la  confrontación, pero sutilmente no elige personajes puros. El sacerdote virtuoso o el policía satánico, sino que por medio de la ambigüedades, va colocando pasajes de las personajes, que se desarrollan en esa zona gris en que están la mayoría de las personas. Green es un  hábil narrador, y a pesar de que el tema tratado es solemne y a veces pesado, sabe mantener en la narración una tensión equilibrada, entre la acción y el carácter maleable de los personajes.   Trama en que van chocando los puntos de vista de los personajes. El mismo sacerdote a pesar de estar muy consiente de que su estado es pecaminoso, no abandona su misión, y va cumpliendo en su pavorosa huida con todos sus deberes como sacerdote. Avanza  por poblados y aldeas, entre sombras y sobresaltos, dando improvisadamente la buena nueva: va ofreciendo  misas, impartiendo bendiciones, recibiendo confesiones, celebrando bautismos y comuniones.

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La novela escrita a  mediados del  siglo XX, pocos años antes de la segunda guerra mundial. Retrata el drama de la fe del hombre moderno. Un drama que todavía persiste  como una mancha grasosa en  la piel metálica de la posmodernidad. Un drama que todavía no alcanza ni la fe del  hombre en el hombre. Y en el que los personajes son tan actuales que encarna prototipos de los personajes de la posmodernidad. Las novelas de Greene siempre serán vigentes, porque están fundamentadas en arquetipos universales, situados en puntos geográficos determinados y conocidos. La novela está ambientada en los paramos pantanosos de la desolación humana y la exuberante elocuencia  de las selvas del sur de México. Geografía mexica que ya había atraído otros novelistas  de lengua inglesa:   Bajo el volcán (1947) de Malcon Lowry y La Serpiente emplumada de D.H.Lawrence (1926). El nombre El poder y la gloria, lo toma prestado Greene  de la frase, usualmente añadida al final del Padre Nuestro: Por que tuyo es el reino, tuyo es el poder y tuya es la  gloria.

Los mismos hechos se su persecución, hacen al cura, personaje principal,  reflexionar sobre las verdades del cristianismo y las realidades de la existencia humana. No se considera ni de cerca un mártir, por ser el último sacerdote en el Estado, ni por la persecución despiadada de las autoridades. Pero si simboliza la vulnerabilidad de la iglesia, y lo frágil de la condición humana del  sacerdocio. Esa representación del mundo entre la idealización de las ideologías, pero también de las religiones, y su encajadura en un mundo real y batiente.  En que la realidad exige la investidura impecable de su validez y la estatura correcta de su coherencia. Así como el teniente, el otro personaje principal, en su afán de perseguidor, simboliza el celo de  Paulo de Tarso en su papel de perseguidor. Pero también todas las ideologías de cualquier tipo que intentan bajar el mundo celestial al mundo  terreno. El cura sin proponérselo o quizá buscando eso,  termina siendo desde su condición pecaminosa, un mal cura con una vida aleccionadora para sus feligreses por la gracia de Dios.

Otro personaje clave es  el  “Mestizo”, quien va a traicionar al sacerdote, pero que en todo momento se mantiene en la disposición mental de apurar al sacerdote a que se mantenga en la línea de su vocación, y explota finamente ese aspecto benevolente del cura; quien  lo acepta a sabiendas que el mestizo lo va traicionar para cobrar la recompensa por su entrega. El mestizo desempeña un papel de nuevo judas. Pero Green lo presenta no como un hombre malo, sino como un hombre circunstancial de doble moral.  Todos los personajes son convincentes. En definitiva, el sacerdote representa la débil y vulnerable condición humana, el mestizo la ambición material. Y el policía la encarnación  de la idealización de las  utopías seculares. De ahí porque Greene  llegó a convertirse  en un escritor popular. Giran sus personajes en un limbo de circunstancias, en que arrastran sus propias debilidades aquí en la tierra. En definitiva, el sacerdote representa la débil y vulnerable condición humana, el mestizo la ambición material. El teniente el dogma de la idealización de las  utopías seculares. Paradójicamente ambos, el cura y el mestizo,  actúan realísticamente. Sin embargo, el teniente, es el único  idealista de la novela. 

La novela narrada en tercera persona omnisciente, en que el narrador apenas  permite intrusiones, y descarga casi todo el peso de la narración en el cura. Esta dividida en cuatro capítulos. Los tres primeros divididos, a su vez en 4 subcapítulos. El último capítulo no tiene subcapítulos y es bastante breve. Comienza el primero  con un a escena en que aparece un dentista ingles de apellido Tench, en esta ocasión el cura, que huye está a punto de tomar un barco y alejarse de la zona peligrosa. Pero ante la inesperada visita de un niño que viene por ayuda porque su madre esta moribunda, el cura  pierde la oportunidad de tomar el barco y se encamina con el niño a visitar a la mujer moribunda.

“Un chico preguntaba desde el umbral por un doctor. Llevaba un sombrero enorme y los ojos pardos y estúpidos. Detrás de el dos mulos resoplaban y piafaban sobre la calle calcinada. Mr.Tench explico que el no era doctor, sino dentista. Mirando alrededor vio al forastero agachado en la mecedora. Con la vista fija, expresando ruego, suplica…El chico dijo que había un doctor  nuevo en la ciudad; el antiguo tenía calentura y no quería salir. La enferma era su madre”. p.20

Esclarecedor  que está sea una de las primeras escenas de la novela, porque retrata dos cosas claves, que se mantendrán fijamente a lo largo de la novela. La primera que el sacerdote a pesar de su estado de pecado, no rehúye su sagrado deber de sacerdote, y la segunda el abandono de la posibilidad de huir, esa característica se reiterara innumerables veces en el trascurso de la novela. El abandono es un tema central, y toma su parte más importante como si  esa palabra “abandono”, se hubiese caído de la mente de Dios.  


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El Dios de Greene  en esta novela es un Deus absdconde. Un Dios  que ha abandonado una geografía del planeta, y un tiempo que al dejar de repicar  las campanas de la iglesia: se extinguió. Dios solo se mantiene en el recuerdo o en la inocencia de la fe de los pobladores. Pero estos s no han abandonado totalmente a Dios.  Y no le rehúyen, entre escondidos y atemorizados,  mantienen la fuego de su fe, aún ante el peligro de la muerte. Y aquí  aparece otra cara de la novela, el tema de la desesperación. Un tema tan humano, como la angustia. Pero esta desesperación;  que se da en ambos sentidos, la del teniente por capturar al cura, y la desesperación del cura, más que por huir;  la se saberse pecador y poco digno de la gracia de Dios. Sumado a la desesperación de los pobladores, por ponerse en peligro al recibir al cura en sus casas y aldeas.

Si en pocas palabras resumiéramos esta novela, diríamos que es la huida hacia la muerte de un cura para salvar su alma. Uno huye de la muerte, pero el cura no le huye a la muerte, sino que va vacilantemente  a su encuentro. Una sola palabra: expiación. Un manera de expiar su pecado, pero sabedor que al final los caminos de Dios son muchos.  Se ha etiquetado a Greene de ser  un novelista católico, idea que siempre le fastidio, y quien siempre aseguro  de que él era un católico que escribía novelas, pero no un novelista católico. De sus numerosas novelas, solo a  cuatro se les considera  novelas que frecuentan un  tema católico, además de la aquí reseñada, El fin de la aventura, El corazón del asunto, y Un caso acabado. Por ahí anda a pie también la idea de que Greene era un existencialista, tipo Camus. Pero la diferencia es que Greene, presenta aunque en lo intrincado de la existencia humana, la posibilidad de salvación. Si bien no una salvación tipo express, sino una salvación que solo puede ser viable por la ascesis.  Sin embargo esa salvación, no es dogmatica. Greene parece acercarse a un explorador de la moral del hombre, un diletante práctico de la condición humana, un voyeur de los límites de resistencia del  alma.


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Desde la exploración de la condición humana Greene es un novelista muy cercano a  otros escritores y novelistas, quienes también han escrito sobre la culpa,  pero desde diferentes ángulos. Greene  explora el sentido de culpa que en El Poder y la gloria, agobia al sacerdote. Tema que ya ha sido estudiado secularmente, también por Dostoievski en Crimen y castigo, o en una novela tan cercana a la condición oscura del corazón humano como El corazón de las tiniebla de Conrad. Pero aún con disimilitudes y atmosferas diferentes, ambas novelas abordan un mismo problema, ya sea un cura pecador, un aventurero enajenado como Kurtz de El corazón de las tinieblas, o el  insensato  Rodion Ralkasnikov de Crimen y Castigo,  quien decide cometer el  asesinato de una anciana usurera para proteger a la sociedad.  En El poder y la gloria, no hay esa extenuante trasformación que se da en Ralskanikov, ni alucinante atmosfera que brota de todas partes  del rio congo y de   Kurtz de El Corazón de las  tinieblas. Y un par de ejemplos más  con un contenido de sustrato  católico la una, y la otra desde el más puro secularismo de la  culpa.

La primera de uno de los maestros de la novela moderna, Retrato de un artista adolescente de Joyce. El parangón, en tanto el personaje de Joyce Stephen Dedalus es un joven adoctrinado por los jesuitas, novela con rasgos autobiográficos, en que el personaje es un posible alter ego del autor. En esta novela el personaje principal termina renunciando a la religión y busca la salvación por medio del arte. En Greene el cura, en parte también ha rechazado la posibilidad de salvación por la religión, muy consciente de su  fracaso, escudriña la salvación, en lo único que le queda. El último as del  naipe,   la expiación del pecado como forma de arte salvífico: la muerte. La segunda, más cercana a un paralelismo al cura de El poder y la gloria, es la del  sacerdote de la novela San Manuel Bueno, Mártir, (1931) de Miguel Unamuno. Pensador y escritor muy en el radio de influencia del existencialista cristiano Sören Kierkegaard.  

Muy brevemente solo algunas cuantas consideraciones. La primera el personaje, es también un sacerdote. La segunda, que ambas novelas se sustentan en una  trilogía de personajes principales. Una más que si bien el San Manuel Bueno, es un sacerdote ejemplar, pero oculta al igual que el cura de Greene,  un secreto.  En el sacerdote de Greene, esconde haber tenido una hija. En el sacerdote de Unamuno, a pesar de su inmaculada devoción y abnegación: no  cree en la vida eterna. Son dos personajes con dos sombras de angustia culposas diferentes. El cura de Greene, está roído por el pecado de la carne, el segundo por la falta de fe en el dogma cristiano de la resurrección de Cristo.  Es un cristianismo sin Cristo. Quizá lo que haya en ambos sacerdotes, es esa angustia mayor que produce, saberse terriblemente pecador el uno, y terriblemente finito el otro.  Solo Dios es perfecto y eterno, y ante esas dos demoledoras realidades, el hombre sucumbe.     


El otro ejemplo es de un autor estudiado hasta la saciedad, Kafka: el sentido de culpa.   Especialmente en su novela El proceso, y esa parábola breve pero de consecuencias tremendísimas, llena de significado: Ante la ley. En este par de ejemplos, los personajes, están condenados, en contra de las apariencias,  no por una fuerza externa ni por una ley externa, sino por un principio de la voluntad propia. Los personajes de Kafka nunca se atreven a dar el paso final que los redimiría o salvaría. A diferencia del personaje de Greene, el cura pecador,  aún en sus últimos pensamientos, busca dar los pasos finales, aunque   a veces inseguros, por encontrar su redención. En los personajes de Kafka,  nunca hay esa posibilidad. No es el mundo quien los condena, ellos son los que se condenan, son nihilistas empedernidos  hasta en su propia salvación.  Esto es típico en Kafka, y esa maquina  condenatoria y trituradora del alma, cuyo vórtice es el sentido de culpa;  también se produce en otras de sus novelas. Producto de un espíritu pesimista casi tan totalitario, como las realidades del mundo sórdido que trataba de anunciar y denunciar. De ahí que en alguno de sus textos, Kafka se atrevió a lanzar, ésta frase lapidaria y escalofriante, que anticipa el horror cósmico de Lovecraft: “Hay esperanza, pero no para nosotros”.  





Frases seleccionadas de El poder y la gloria.

20 Frases que convocan a la reflexión existencial y jalan la imaginación literaria.

“Siempre había sido un hombre solo a la hora cero”. p.38

“Comprendió que se hallaba en las garras del terrible pecado: la desesperación”.p.58

“Un condenado que ponía a Dios en la boca de los demás hombres resulta un extraño servidor del diablo”. p.73

“Las palabras están hechas para describir lo que conocemos por nuestros sentidos. Decimos “luz” pero solo pensamos en el sol: amor…”p.83

“¡El hombre es tan limitado! No tiene siquiera la habilidad de inventarse un vicio nuevo: los animales saben tanto como él. p.113

“—Oh no lo sé… toda la esperanza del mundo disipándose.
— ¡Hombre! usted es poeta”. p.131

“El odio no es más que un fracaso de la imaginación”. p.151

“Todas las voces poco a poco se convirtieron en caras”. p.153

“Durante su inocencia no sintió amor por nadie, ahora  su corrupción le había enseñado...”. p.159

“La esperanza es un instinto que tan solo el racionamiento humano puede matar.Una animal jamás desespera”. p.162

“Sus sueños estuvieron llenos de alegres absurdidades”. p.180

“La memoria era como una mano que tiraba del  caso y se lo exponía”. p. 189

Un hombre virtuoso puede casi dejar de creer en el infierno, pero él lo lleva consigo. A veces de noche soñaba con ello. Domine non sum dignusDomine non sum dignus. El mal corría por sus venas como el paludismo”. p.197
Mis Lehr se perdió de vista tan misteriosamente como un sueño”. p.198

“El sufrimiento es también un delito”. p. 217

“Oh no sabe usted como se desliza el tiempo”. p.218

“El orgullo es lo que hizo caer a los ángeles. Es el peor de los pecados”. p.219

“Ese amor de Dios es suficiente para aterrorizarnos”. p.223

“El temor puede fatigar más que una cabalgadura monótona y larga”. p.230

Extractos seleccionados de El poder y la gloria.

El amor es libertad

 “No se puede dominar lo que se ama; uno lo ve dirigirse temerariamente hacia el puente roto, el riel cortado, el horror de los sesenta años futuros…” p.43

El misterio

“Pero en el  centro de su propia fe permanecía siempre la convicción misteriosa de que estamos hechos a imagen de Dios: Dios era el padre, pero también la policía, el criminal el cura, el maniaco, y el juez. Algunas veces la imagen de Dios colgaba de una horca, o adaptaba raras actitudes ante las balas en el patio de una cárcel o se retorcía como un camello durante el acto sexual. Sentabas en el confesionario y escuchaba las ingenuidades complicadas y sucias que la imagen de Dios había imaginado. Y ahora esta imagen se bamboleaba, arriba y abajo, sobre el lomo de la mula con los dientes amarillos clavados en el labio inferior; y la misma imagen había cometido un día su acto de rebelión con María, en la cabaña, entre las ratas. A veces debe ser un consuelo para el soldado, el que sean iguales las atrocidades cometidas por ambas partes: nadie jamás era el único”.       p.117

Una reflexión sobre el tiempo

“Era casi seguro, pensaba, que una bala le atravesaría el corazón: en un piquete habría siquiera  un tirador diestro. La vida se iría en una “fracción de segundo” (esa era la frase), pero durante la noche se había dado cuenta de que el tiempo depende de los relojes y del transito de la luz. No había relojes y la luz no cambiaba. En realidad no sabia nadie cuan largo tiempo  podría ser un segundo de dolor. Puede durar por un purgatorio… o por una eternidad”. p.153 

Una reflexión sobre el amor

“Es asombrosa la sensación de inocencia que acompaña al pecado; tan solo el hombre rígido y escrupuloso y el santo se ven libres de ella. Aquellas gentes salían del establo limpias. El era el único, el único que no se había arrepentido, confesado o salido absuelto. Deseaba decir al hombre aquel: “El amor no es malo, pero ha de ser dichoso y visible. Tan solo es malo cuando es oculto y desgraciado…” p.193   
El orgullo
“El orgullo hizo caer a los ángeles. Se sentía como alguien que, por haber llegado unos segundos más tarde, había perdido la oportunidad de encontrarse con la Felicidad. Ahora sabía que al final sólo importaba una cosa: Ser un Santo”.  p.234

El sentido trágico de la vida

“Había albergado en su casa a un héroe. Y era el último. Ya no había más curas, ya no había más héroes. Escuchó por rencor el ruido de unas botas que se acercaban por la calle. La vida vulgar de todos los días volvía a rodearlo. Descendió al alféizar de la ventana y cogió la bujía: Zapata, Villa, Madero, y todos los demás, estaban muertos, y eran las personas como ese hombre que pasaba quienes las mataban. Se sintió defraudado…” p.245







Fragmentos sobre los personajes 

Personajes principales. Hay tres personajes claves en la novela el cura, el teniente y el mestizo. Los tres tienen en común que no tienen nombre, representan categorías genéricas no individualizadas. El teniente que tampoco tiene nombre es un perseguidor implacable del cura y combate a la iglesia. En su vida personal es austero, no bebe  y tampoco es mujeriego. Idealiza su tarea, y lo hace pensando en instaurar un nuevo orden que alivie el sufrimiento de los pobres. El mismo tuvo una infancia desdichada. Y quiere transformar al mundo. Aquí algunos extractos de la novela:

El teniente

Es inesperado como Greene se acerca y delinea el  perfil carácter del Teniente. Lo acerca a un místico, a un sacerdote, a un carácter teologal y a una pasión secreta: el teniente era un sacerdote secular cuyo fin era la destrucción de un mundo que él no toleraba.  

“Lo bueno de la vida le había sido deparado demasiado temprano; el respeto de sus contemporáneos, un medio seguro de susbsistencia, la manida frase religiosa de la boca… Un odio natural, como de perro a perro se agitó en las entrañas del teniente.  El teniente se sentó sobre la cama. Le enfurecía que todavía hubiera gente en el Estado que creyera en un Dios Misericordioso. Hay místicos que dicen haber conocido directamente a Dios… Él también era un místico, y lo que había conocido era un vacío, una certeza completa de la existencia de un mundo que se moría y se enfriaba, un mundo de seres humanos que descendían de los animales, sin objeto alguno. Él sabía… En total, habían fusilado unos cinco curas; dos o tres se habían escapado; el obispo estaba a salvo en la ciudad de México y uno se había sometido a la ley del gobernador, que ordenaba el matrimonio a los curas…” p.29

“El teniente caminaba hacia su casa  a través de la ciudad con todos los postigos cerrados Toda su vida trascurrió allí: El sindicato de Obreros y Campesinos fue antes escuela. El había ayudado a borrar ese recuerdo desdichado. La ciudad entera estaba cambiada: el campo de deportes, de cemento, sobre el altozano próximo al cementerio, donde los columpios de hierro se alzaban como patíbulos  a la luz de la luna, ocupaba el antiguo emplazamiento de la catedral. Las nuevas generaciones tendrían nuevos recuerdos: nada volvería a ser como era. Había algo sacerdotal en su andar decidido y vigilante; un teólogo reparando los errores del pasado para volverlos a destruir. p.29

“Acóstose en mangas de camisa y calzones sobre la cama y apago la vela. El calor se aposentaba en el cuarto como un enemigo. Pero el creía contra el testimonio de sus sentimientos, en la vacuidad fría de los espacios etéreos. Sonaba una radio en alguna parte: música de la ciudad de México,  o quizá de Londres o Nueva York.se filtraba en aquel Estado oscuro y despreciado. Ello le parecía una flaqueza: aquella era su tierra y si pudiese la habría llenado de muros de acero hasta desarraigar de ella todo cuanto le recordase la miseria de que estuvo rodeada su niñez. Necesitaba destruirlo todo…quedar solo, sin recuerdos de ningún genero”. p.30

“…allí permaneció sin cobijo, mirando alrededor, mientras la lluvia caía sobre su pulcro uniforme. Su aspecto era el de un hombre con una idea fija, como si estuviera bajo la influencia de una pasión secreta que rompiera la rutina de su vida”. p.139

El mestizo

El mestizo, es un intermediario entre el cura y el teniente, tampoco tiene nombre. Juega a ambos lados, es astuto y convincente, sabe explotar sicológicamente las debilidades del cura, y más que un campesino o mestizo, parecería un tipo con una educación superior o una inteligencia certera. Pero lo delata su única motivación: quiere la recompensa que se da por entregar al cura. Es un arquetipo de Judas. Sin embargo, el cura a sabiendas de lo que quiere el mestizo, llaga a simpatizar con el mestizo;  aunque nunca se confía del todo ante él. Aquí un par de extractos del mestizo:  

 “—Oh no me tenga miedo! —-repitió el mestizo con precaución —. Yo no le traicionare. Soy cristiano. Tan solo pensé que una oración…seria buena…” p.106

“Estaba resuelto a no dormir; aquel hombre tenía un plan; incluso la conciencia ceso de reprocharle  su falta de caridad. Lo veía. Estaba en presencia de judas. Apoyo la cabeza contra la pared y entrecerró los ojos; recordaba la semana santa de antaño, cuando un monigote representando a judas era ahorcado en el campanario y los muchachos hacían un repiquiteo  de latas y matracas mientras bamboleaba  sobre la puerta. Los miembros de la congregación, viejos y serios, a veces oponían objeciones: era blasfematorio, decían, convertir al traidor a Nuestro Señor en aquel mamarracho; pero el no decía nada  y dejaba continuar la costumbre. Le parecía cosa buena que el mayor traidor del mundo constituyera un motivo de befa. Por otra parte, resultaba demasiado fácil el idealizarlo como a un hombre que había luchado con Dios, un Prometeo, una victima noble de una guerra sin esperanza.” p.106-107


El cura

El cura es el personaje principal, es un cura pecador, alcohólico y que tiene una hija, fruto del pecado. Es débil y cobarde, trata de huir de la persecución religiosa, pero va cambiando su camino. En ciertos momentos desea ser atrapado para que todo termine. Aún en esa carrera, va cumpliendo con sus deberes de sacerdote. Y va reflexionando sobre las  verdades del cristianismo y las verdades de la existencia. Pareciera que aun con sus dudas ya ciertos con sus avances y retrocesos, por simplicidad administrativa, ha decidido poner su camino en los caminos imprevisibles de Dios. Distingue un  trecho gris entre ambos mundos, y en el se siente cómodo porque lo obliga a que sea Dios el que decida.   Aquí unos extractos de la novela sobre el cura:

 “El cura se apeo gateando y empezó a reír. Se sentía feliz. Es una de las revelaciones extrañas en tal clase de vida; un hombre, a pesar de padecerla, tiene momentos de alborozo: siempre halla comparaciones con tiempos peores. Hasta en la miseria y el peligro el péndulo oscila”. p. 71

“¿Su deber era entonces la huida? Varias veces intento escapar, pero siempre se lo habían estorbado…Ahora quisieran ellos que se fuera. Nadie le detendría diciéndole que había una mujer enferma o un hombre moribundo. Ahora la enfermedad era él”. p.77

“Demostraba una vanidad inmensa; era incapaz de imaginar un mundo en el cual no era más que un detalle vulgar; un mundo lleno de perfidia, violencia, lujuria en el cual su ignominia fuera en conjunto insignificante ¡Cuán a menudo  había el sacerdote escuchado la misma confesión! El hombre es tan limitado, ni siquiera tiene el ingenio de inventar un vicio nuevo… Por este mundo había muerto Cristo; más ignominia uno ve y oye en torno, más gloria hay en su muerte; es demasiado fácil morir por lo hermoso y lo bueno; sólo Dios puede morir por lo que es ruin y corrupto…”p.113

El cura en la cárcel

Dos veces estuvo el cura en la cárcel, la primera lo han apresado por llevar alcohol, que estaba prohibido. Lo detienen y confina en una celda atiborrada de presos. En esta detención se hace pasar por otra persona, sin que se sepa que él es cura, aunque el mismo después lo revele. La segunda en su aprisionamiento final. Aquí unos ejemplos de su primera prisión:

“Entre furtivos movimientos surgieron de nuevo los suspiros apagados. Se dio cuenta, con horror, que continuaba el placer incluso en aquellas tinieblas atestadas. Otra vez adelanto un pie y empezó a caminar de lado, pulgada tras pulgada, desde la verja. Detrás de las voces humanas destacaban permanentemente otro ruido, como de un pequeño motor eléctrico graduado a un cierto “tempo”. Llenaba los silencios con más fuerza que la respiración humana. Eran los mosquitos”.  p. 141 

“—Mucha belleza. Los santos hablan de la belleza del sufrimiento. Bueno, ni usted  ni yo somos santos. Para nosotros el sufrimiento es feo tan solo. El hedor, el amontonamiento y el dolor. Aquello, en aquel rincón, es hermoso para ellos. Se necesita aprender mucho para ver las cosas con los ojos de santo. Un santo tiene un gesto sutil para la belleza y puede despreciar a los paladares ignorantes como los de esos. Pero nosotros carecemos de facultades.
—Es un pecado mortal.  
—No lo sabemos. Acaso. Pero yo soy un mal cura, ya lo ve usted. Yo sé, por experiencia, cuanta belleza llevo satán consigo al infierno en su caída. Nadie dijo jamás que los ángeles caídos fueran los feos. Oh no; eran precisamente tan agiles, hermosos y brillantes…”
p. 150    

Conversación entre el teniente y cura

Estas conversaciones son claves, ya que están los dos protagonistas principales, frente a frente, a pesar de sus enormes diferencias, no salen como grandes enemigos, sino con un halo de benevolencia reciproca. No es la típica binomio de victima y victimario, o torturados y torturado. Cada uno asume su rol sobriamente.

“—-Estamos de acuerdo en una —-repuso porción de cosas el cura esparciendo los naipes con indolencia —-.También nosotros tenemos hechos que no tratamos de alterar: que todo el mundo es desdichado tanto si uno es rico como si es pobre , a menos que sea un santo, los cuales no abundan. No vale la pena preocuparse por un poco de dolor aquí abajo. Hay una creencia que usted y yo compartimos: que la de que en cien años habremos muertos todos”. p.217

“—-Pero ¿por que se quedó usted?
—-En otro tiempo yo mismo me lo preguntaba -contestó él—-. El hecho es que al hombre no se le presentan súbitamente dos caminos a seguir: uno bueno y otro malo. Uno se va comprometiendo poco a poco”.  p. 218

“—Acaso lo sea. Nunca tuve rectitud de ideas Nosotros hemos dicho siempre que el pobre es bienaventurado y que el rico hallara dificultad para entrar en el cielo. ¿Por qué deberíamos hacerlo difícil también para el pobre? Oh ya se que se nos ha dicho que hay que dar al pobre  para que no tenga hambre; el hambre puede hacer al ser humano tanto daño como el mismo dinero. Pero ¿Por qué habríamos de dar poder al pobre?” p. 222


Padre José

El padre José es otro personaje de la novela, viejo y gordo, que abjuro de la fe y se caso. Los niños en la ciudad, cuando le veían, se burlaban de él. En una escena de l capitulo final, en la ciudad capital del Estado,  el cura recurre al Padre José para confesarse,  pero el Padre José no lo recibe. Ni tampoco asiste cuando el teniente se lo pide. Este personaje tiene una presencia itinerante en la novela. Y quizá juega un dualismo entre el cura personaje principal y Padre José. Ambos representan fallidas representaciones del sacerdocio. Aquí un extracto:   

“Las vocecitas desvergonzadas llenaban el patio y él sonreía humilde, iniciaba leves ademanes pidiendo silencio; pero no quedaba respeto para él en ninguna parte:   ni en su hogar, ni en su ciudad, ni en el abandonado planeta”. p.36

El joven Juan

“El joven Juan —leía la madre— se distinguió desde sus primeros años por su humildad y su fe. Otros niños eran brutales y vengativos; pero el joven Juan seguía el precepto de Nuestro Señor, y presentaba la otra mejilla…” p.31

Niños

En la novela, los niños juegan una representación importante. Green se vale de ellos  para exteriorizar un tipo especial de inocencia, pero también, desde su candor caracterizar y reforzar el carácter de los personajes principales. En ese marco los principales personajes niños son Brígida, la hija del cura de 7 años. Coral Fellows, hija de un matrimonio ingles, de trece años. Ambas niñas, son perspicaces y hasta con cierto grado de adultez, para su corta edad. Recuerdan aquellos precoces niños de la familia Glass, que aparecen en algunos de los cuentos y novelas de J.D.Salinger. Uno de ellos particularmente, Esme, niña de 13 años, en un cuento llamado Para Esme con amor y sordidez.  En algunos de los cuentos de Salinger se generan esos encuentros verbales entre adultos y niños talentosos. Como todos los niños de Salinger, los niños de la familia Glass, quienes de chicos participaban en programas radiales y televisivos  para niños superdotados. Los niños en Salinger cuestionan el mundo de los adultos, pero están muy conscientes del mundo que los rodea, son del mundo. Los niños de Greene, hacen casi lo mismo, cuestionan a los adultos y la autoridad. Pero estos últimos lo hacen más inconscientes del mundo que les rodea. Lo hacen desde una atmosfera más opresiva y reducida. En Greene los niños representan puntos simbólicos y de encuentros, pero también de epifanías.  

Pero además de estos dos personajes infantiles, hay a lo largo de la novela otros niños, que desempeñan roles simbólicos. Valga mencionar, el niño muerto que le toca enterrar al  cura, el niño que se acerca al teniente, los niños que se burlan del Padre José.  Y sobre todo El joven Juan. Éste no es un personaje como tal, sino que es una línea biográfica, que como parte de una lectura devocional, una madre lee a sus hijos: dos niñas y un niño. Lecturas que aparecen paralelamente en cursivas a la narración capitular de la novela. Y en que  El joven Juan representa una vida santa y de  mártir. El niño que en capitulo final tiene un sueño premonitorio sobre la resurrección de Cristo, y luego en la ultima escena de la novela,  al toquido en la puerta, él la va abrir, dando paso a la continuidad del misterio inacabable de la fe y de la historia.   

La niña Brígida, hija del cura  (7 años)

“La niña permanecía de pie, mirándole con sutileza y  menosprecio. Sus padres no pusieron ninguna amor en concebirla .Tan solo el temor, la desesperación, media botella de aguardiente, y la sensación de soledad le habían conducido a él a un acto que le horrorizaba.; y el resultado fue aquel impotente amor inquieto y vergonzoso…” p.78

“— ¿Por qué no? ¿Por que no quiere decirlo? (…)
— ¿Por qué había de decirlo?
—A Dios le place.
— ¿Cómo lo sabe usted?”  p.79

“Ella rompió a reír de nuevo con malicie. Aquel cuerpecito de siete años era como el de una enana: encubría una madures repugnante”. p.81.

La niña Coral Fellows  (13 años)

“Pero no se movió: quien entro fue la niña.
Permaneció en el umbral observándolos con aspecto de responsabilidad inmensa. Ante su mirada seria uno se convertía en un muchacho del cual no se puede uno fiar y en un espectro que se disiparía pronto en un soplo: un fragmento de aire aterrorizado. Era muy joven de unos trece años y a esa edad no se tiene miedo de muchas cosas: vejez y muerte, mordeduras de serpientes, fiebre, ratas o mal olor. La vida no la había atacado aun: su aire inexpugnable era falso”. p.40

“La ironía era su única defensa, pero nadie la comprendía; no comprendían nada que no fuera claro, como un alfabeto o una cuenta simple o una fecha histórica…”p.41

“Coral tenia respuesta para todo; el ya se había acostumbrado a ello. Nunca hablaba sin reflexionar; pero a veces las contestaciones que tenía dispuestas le parecían a él de una ferocidad… estaban basadas en la única vida que podía recordar: aquella. El pantano y los buitres; ningún chiquillo por parte alguna, (…)  Se dice que los hijos unen a los padres, y   el sentía  ciertamente una resistencia enorme en  confiarse solo a  la niña aquella cuyas contestaciones podían arrastrarlo a cualquier parte. Sintió a través del mosquitero la mano de su esposa que le buscaba en secreto: ellos dos eran adultos, se sentían unidos, y la niña era una extranjera instalada en la casa. Dijo él, ruidosamente. :
— Nos estas asustando.
—No creo  arguyo la niña con cautela — que tú vayas a asustarte.” p.41

“La niña era tan inflexible como el teniente: menuda, negruzca y desplazada entre los platanares. Su candor no hacia concesiones a nadie, el futuro lleno de compromisos, ansiedades y bochornos, permanecía del lado de fuera; la puerta que un día lo dejaría entrar estaba cerrada”. p.43  

“…la palabra “juego” carecía de todo sentido: el conjunto de su vida era adulto. En uno de los primeros libros de lectura de Henry Beckley vio una ilustración con una tertulia de muñecas tocando el té; para ella era tan incompresible como una ceremonia desconocida: no le encontraba ningún sentido”. p. 64   

El sueño del niño
“Pero se durmió muy pronto, soñó que el cura fusilado por la mañana estaba de nuevo en su casa vestido con la ropa que su padre dejara: tendido, rígido, preparado para el entierro. El estaba sentado junto a la cama y su madre leía en un libro muy largo la representación del cura en su papel de Nerón ante el obispo. A los pies de la madre había una cesta de pescado el cual sangraba, envuelto en un pañuelo. El estaba muy aburrido y cansado y alguien martillaba en el pasillo poniendo clavos en un ataúd. De pronto el cura muerto le hizo un guiño, una fluctuación evidente del parpado, ni más ni menos que eso”.      
p. 246




Créditos

Versión original

Frases y textos  de la novela de El poder y la gloria, de Graham Greene, Colección Obras maestras de la Literatura Contemporánea 5. Traducción de Guillermo Villalonga, Seix Barral, Barcelona, España, 247p.1983         

Ilustraciones

Foto calle contigua Parque Central, Semana Santa en Tegucigalpa. Procesión 2012 © Plaza de las palabras.
Foto atrio de la Catedral de Tegucigalpa. Procesión 2012 © Plaza de las palabras.
Foto portones cerrados de la catedral de Tegucigalpa. Procesión 2012. © Plaza de las palabras.     

Foto calle contigua al Parque Central Tegucigalpa. Procesión 2012. © Plaza de las palabras.