1 + 1. POEMAS CLAVES: EL BARCO EBRIO de ARTHUR RIMBAUD. VERSIÓN BILINGUE. POST PLAZA DE LAS PALABRAS

Plaza de las palabras inicia una nueva sección, 1+1. Poemas Claves, Un perfil y un poema. Sección que incluirá  una selección de los  poetas más representativos de todos los tiempos, y  uno de sus poemas clave para entender un movimiento literario o la obra poética del poeta seleccionado. Cuando el poema no haya sido escrito originalmente en español, se presentara una versión bilingüe del poema. En esta ocasión iniciamos la sección presentando al poeta Arthur Rimbaud,  poeta simbolista, precursor del surrealismo y el verso libre, uno de los fundadores  de la estética moderna, y su conocido  poema El barco Ebrio, 1871     





! Soñaba la pradera donde los oleajes/
pubescentes de oro, inician desde el suelo/
su calmo revoltijo, y emprenden el vuelo!
Los poetas de siete años.
Rimbaud

Si deseo el agua de Europa, es solo el charco
negro y frio donde, en el crepúsculo embalsamado
un niño agachado lleno de tristeza, suelta
un frágil barco, como mariposa de mayo.
Le Bateau ivre,
Arthur Rimbau




Arthur Rimbaud (1854-1891)


Poeta francés, precoz y genial. Uno de sus profesores escolares, sentencio que podría ser un genio del bien o del mal. Posiciones extremas, dejémoslo en una posición intermedia, fronteriza, como fue su vida. Con virtudes y vicios, y veámoslo, como un joven rebelde que ante las durezas de la vida, quiso saltarse el muro y ganarle la partida de dados a la realidad. Marcado por una pronunciada rebeldía en su vida familiar y social. Gesto intimo que también irrumpió en su estilo iconoclasta y subversivo del lenguaje. Caso excepcional, del arribo de un poeta o un escritor, y su posterior desaparición y renuncia a la vida literaria  para convertirse en un traficante de marfil y armas en áfrica. Había en el un ímpetu que iba más allá de la simple irreverencia, sus escasos años de poeta dan cuenta de una semblanza casi anidada en el sustrato de un antiguo rio: un  arrebato místico por aprehender la realidad detrás de las apariencias.  Esa realidad tras bastidores era para él lo objetivo, mientras que la realidad de las apariencias era la subjetiva. Decía que el poeta debía ser un vidente, y ese vidente debía disponer de todos los sentidos desarreglados para su realización poética. No subvierte la realidad, sino el lenguaje mismo. Su prosa y su poesía son tumultuosas. En su poesía irrumpen metáforas implacables, su audacia-para su época- era  atrevida. Para un lector moderno sus metáforas pueden ahora parecer convencionales, ya no tan conmovedoras, pero en la larga y a veces extenuante carrera del surrealismo y el simbolismo, cargando a sus espaldas las inesperadas  mutaciones del lenguaje y las palabras;   ya es casi poco lo que sorprende o conmueve.  

Pero si imaginamos ese lenguaje que intentaba apropiarse del mundo, arrojado por un adolescente que en el lejano 1872,  escribió el poema El barco Ebrio. Valoremos  más el peso desorbitado y tembloroso de sus palabras. Aún de un genio díscolo, había en sus desorbitaciones lingüísticas un intento temerario de armar una ars poética, coherente y que amenazaba a cada paso descubrir o revelar un mundo desconocido: “La alucinación de las palabras”, decía en Alquimia del Verbo, de su poema Desvaríos II. Su acercamiento originario registró  algunos de las bases precursoras, no solo del surrealismo, sino también del  simbolismo, y del  verso libre.   En esa vehemencia poética plasmo su audaz tesis de  Yo es otro. Con cuyo solo enunciado  anticipa una tesis de otredad de Octavio Paz.  Pero que además de referir a la aceptación de otro  o el semejante, también encierra otra posibilidad. Tesis sostenida en Carta de un vidente, que son dos piezas epistolares  dirigidas, una a Georges Izambard, el ex profesor de Rimbaud en Charleville, la otra al  poeta Paul Demeny ambas fechadas en mayo de 1791, la primera se erige como el primer manifiesto de la poesía moderna. En que Rimbaud escupe una dura critica a la poesía de su tiempo, y establece la necesidad de una  nueva gnosis poética. Al poeta no le basta ser un simple artista, tiene que ser además  un vidente. Su mirada no debe estar anclada en el barco azul y de porcelana  de los parnasianos, sino en hundirse en el abismo profundo de lo desconocido. Dice Rimbaud, “alcanzar lo desconocido por el desarreglo de todos los sentidos”. Y en esa proclama establece los instrumentos del combate, y resuena  a Nietzsche, un nihilista activo: derribarlo todo.  Pero también anuncia su viaje tenebroso a los infiernos de Dante. Como poeta simbolista, Rimbaud reaccionaba contra el naturalismo y el realismo, movimientos que ya habían naufragado y que ya no abarcaban toda la realidad. El simbolismo se presentaba como otra arma, no para   desarmar la realidad, sino establecer un puente artístico: unir ese mundo sensible con el mundo espiritual. El viaje del “El Barco Ebrio”, es un viaje iniciático, una búsqueda de nuevas fronteras, descubrir nuevos territorio, colonizar la imaginación. Viaje exploratorio, que a manera de una plegaria desoladora y temeraria;  en que se amalgaman, lo mismo lo onírico que lo trascendental, lo  real y lo fantástico, la experiencia de Rimbaud y sus saberes del mundo. Poema que refleja  la incapacidad de encontrar un resquicio de paz, un umbral de entrada al lenguaje total. La salvación por el lenguaje, crónica de un viaje dionisiaco y de un naufragio anunciado. 
  
Pero precisamente esa era la fuerza que lo movía. La peregrinación de Rimbaud es salvífica, en tanto emprende el viaje. Va como Prometeo en búsqueda del fuego, para ofrendárselo a la humanidad. En su obra navega Rimbaud en un rio de turbulentas aguas, acorazado en una gama de recursos  literarios: rimas, musicalidad, elipsis,  verso libre, yuxtaposición entre símbolos e imágenes. El uso acertado y deslumbrante de metáforas, la innovación de las   la sinestesia. Distorsión atrevida del común significado y sintaxis de las palabras,  alternancia de complejos ritmos, pluralización de los sustantivos, el uso sostenible de los colores,  un acercamiento intuitivo al inconsciente, sobresalto de las alucinaciones, la fabricación ensamblada de imágenes visuales, el tambaleante sueño infinito, la camarería enérgica con los sentidos, y su estimulación externa. Pero sobre todo hay en su visión poética  la vocación y convicción momentánea, de que estaba por descubrir un nuevo mundo. Exhortaba en Iluminaciones, en el poema Adiós, aquel grito de guerra literario “Hay que ser absolutamente moderno”. De ahí sus tanteos experimentales: alcanzó a popularizar la sinestesia, en su famoso poema, Las Vocales (1871).

Rimbaud tuvo influencias en numerosos escritores, poetas y músicos. También anticipa alguna de las facetas de escritores como Stevenson, Huxley, Burrought  o Ginsberg. Pero tampoco fue totalmente novedoso en eso. Ya Baudelaire había experimentado con agentes externos, y un viejo conocido de ambos, que tanta influencia tuvo en Baudelaire y los poetas simbolistas, Edgard Allan Poe, navegaba en un rio de alcohol. Ya otro poeta, Federico García Lorca, con pincelazos surrealistas, usaría  ese rio revuelto en una metáfora “rio de aceite”, en uno de sus poemas de Poeta en Nueva York. Lo de Rimbaud es relevante porque se vuelca a ello en forma sistemática. No es un adolescente a medias tintas. Una vez vislumbrado el camino, lo enfrenta con la  ferocidad de todo vanguardista, y con el vigor que solo trafica a ciegas la juventud. “Vigor ¡Oh futuro!” Rimbaud fue un escritor que dejaba como un barco ebrio una estela de desconcierto, la semilla de una rebelión en estado puro, libero al lenguaje de su inocencia,  un agitador profesional de la palabra. Paul Claudel lo cataloga de un  místico en estado salvaje, y Verlaine lo incluyo en su famosa antología de poetas malditos. Rimbaud le dio carta de ciudadanía a lo salvaje y alucinante del lenguaje, y posibilito como agitador, la subversión poética de la realidad. Tuvo que venir André Bretón a ponerle  al surrealismo el formato definitivo y respirable.

Rimbaud aspiraba en su vida, como en su trasmutación a las palabras, a una vida total. Su extrema sensibilidad lo llevo a explorar en la “profunda y eterna herida”, engendrada por la vida. Su poema El barco Ebrio, fue enviado  en 1871 a Paul Verlaine. El poema en veinticinco estrofas y cien versos, poema de arte mayor, escrito en versos alejandrinos; describe el viaje de un barco a la deriva, y sin tripulantes, más que su capitán, viaje interminable por regiones mentales, horizontes fantasmagórico e islas siderales. En un rio anónimo, en que lo mismo se revuelca  las aguas agitadas que emergen las aguas tranquilas. Y Rimbaud, protagonista en primera persona, funde su personalidad de poeta narrador, con el sujeto poético del capitán del barco, y personaliza al barco mismo. Aquí Rimbaud se desdobla es el protagonista y el pasajero, es el héroe y el antihéroe, es el salvador y la víctima. Es el redentor pero también el sacrificado. Un tema que en su sustrato es romántico, y  que recuerda, aunque sea por un paralelismo,  un  extenso poema de Coleridge,  poeta y adicto al opio. En que narra el fantástico y largo viaje de un marinero, en una mar lleno de turbulencias. Donde el barco y su tripulación se encuentran con la muerte  y la muerte en vida. En un trueque con el destino,  el marinero se salva, a condición de seguir contando indefinidamente la historia. Extenso poema  La balada del antiguo marinero de Coleridge. En El barco ebrio no hay salvación a la vista, ni hay costa amigable. “Las albas son desoladoras/Toda luna es atroz y todo sol amargo”. Versos lapidarios que evocan aquella sentencia del poeta Rilke, “Todo ángel es terrible”. En su viaje a los abismos, Rimbaud apuesta por un trueque. Apuesta al final por la vida y abandona la vida de artista. En el poema Adiós, se excusa: “ahora debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos. una bella gloria de artista y de narrador me ha sido arrebatada. Me han devuelto a la tierra, con un deber a buscar y una realizad rugosa a abrazar,”. Solo le queda desembarcar de la aventura, y despojarse de su visión artística.

 Pero  Rimbaud lleva al más puro simbolismo, en otros contextos y por otros medios. Y sale al paso, evitando otra leyenda  de aquel barco fantasma,  que no pudo volver a puerto, condenado a vagar eternamente por los océanos del mundo de El Holandés errante, que luego Wagner musicalizo y convirtió en opera. Y cuyo personaje solo puede redimirse por el amor a una mujer leal. En El Barco Ebrio la única redención es la del sueño del artista. Ser leal a su vocación de creador, hasta donde sea posible. En el Holandés Errante, también llamada El barco fantasma, viene de otro mito popular el de El judío errante, condenado a vagar eternamente.  Lo que nos acerca a los mitos fáusticos. Porque en ese deseo viajero también hay algo de fáustico. Y Rimbaud navega indefinidamente por ese mar en búsqueda de algo que no encontrara: una tierra a la medida de sus ideales artísticos.  Y que solo es emprendido por ese deseo de arrebato casi absoluto, “absolutamente moderno”, pero también absolutamente entregado a la causa. La aspiración wagneriana y romántica de la música total. En la Alquimia del verbo del poema  Desvaríos II, dice, “Me convertí en una opera fabulosa” de los “sentidos desarreglados.

Pero Rimbaud, multitud:    barco, capitán, artista. Dice,   “Y yo, barco perdido en la maraña de las algas” Mas adelante agrega: “! Oh, que mi quilla estalle!, !Oh, que me hunda en el mar!”, Entre otros tramos: “He embestido”, “He visto”,” yo que corría”,” yo que temblaba”,” mi timón y mi ancla”, “Y he visto algunas veces, lo que el hombre creyó ver”. ¿Qué será eso que Rimbaud vio, que los hombres solo creyeron ver? Lleno de un lenguaje novedoso, rupturista para su época, se ampara en las metáforas y las sinestesias. Aquí algunos ejemplos:

 penínsulas desamarradas, un ahogado pensativo, ganado histérico, pies luminosos, océanos asmáticos, cielos delirantes, lúnulas eléctricas, cielos embalsamados.

Pero en ese mismo poema Rimbaud, también juega con los colores, y brinda un exuberante espectro cromático, veámoslo:

pieles rojas, cipos coloreados, agua verde,  manchas azules, devorando azul verde, azul en delirios, rojeces amargas, coágulos violeta, noche verde, despertar amarillo y azul de fósforos, negras fragancias,  glaucos rebaños, amarillas ventosas, ojos rubios, cielo rojizo, hipocampos negros, inmovilidades azules, charco negro .mocos de azur.

En ese recorrido marítimo el barco siempre está a punto de zozobrar ante la desasosiego del  capitán. El barco navega como la vida en una ambivalencia de contraposiciones, entre dolor y espejismos. Pero sobre todo de terrible soledad. El “místico horror” de Rimbaud. Es un horror metafísico. El horror de no encontrar  lo que busca: nada, solo vacio y desengaño.  En su barco no hay pasajeros ni tripulantes, el navega solo con su alma. Por deshabitados ríos, divisando  islas abandonadas, y enrumbado  hacia un mar baldío. Todo el viaje del barco ebrio, es una alegoría de la vida misma, y de ese arisco  y a veces errático e inconquistable horizonte de la vida mental. En ese panorama alegórico, rio y mar, el rio va a la mar,  y el poema abunda en alusiones marinas y de costas:

chapoteos de las mareas”, “ por las olas baile”,” ojo de los faros”,” me bañe en el poema del mar”,” a los ojos del mar”, “asaltar las olas los firmes arrecifes”,” océanos asmáticos”, “olas de nácar”, “oscuros golfos”, “en las olas esos peces de oro”, “el mar cuyo sollozo”,” Casi una isla”,” cielos ultramarinos”, “archipiélagos siderales”,” Islas, !Oh olas!”.

Rimbaud, en su obra aspiraba  a luchar contra un orden establecido, realidad rugosa  en que su juventud rebelde no cabía, porque aguardaba  encontrar una nueva vida, y se zambulle a nadar en ese mar laberintico que como un péndulo oscila  entre la destrucción y creación del lenguaje. Pero Rimbaud  no fue un revolucionario,  ni tampoco un insurrecto, en todo caso cabe tenerlo como un rebelde, a veces con causa y otras sin causa. Pero ese debate solo era en  su mundo  mental, no como una apropiación del mundo real. Si algo vislumbra  en esa lucha demoledora y titánica, es divisar un resquicio para su vida de paz y sosiego. En uno de los últimos versos del poema sentencia: “Si deseo el agua de Europa, es solo el charco/negro y frio donde, en el crepúsculo embalsamado/un niño agachado lleno de tristeza, suelta/un frágil barco, como mariposa de mayo”. Versos que nos recuerdan aquel poema famoso de Pablo Neruda, Farewell. Y aquí el poeta rebelde lo único que anhela, es encontrar una paz de niño. Y esa niñez se mantiene a flote en el las aguas turbulentas, y asoma en su cara siempre la mirada de un niño. El niño poeta, y que en su poema Infancia, de Iluminaciones, apuntaba: “Podría ser el niño abandonado en la escollera que partió para alta mar, el pequeño criado siguiendo la avenida, cuya frente toca e cielo” En  el poema El barco ebrio, aparecen destellos de esa infancia, a la que en varios tramos vuelve:  

más sordo que el cerebro de un niño”, Mas dulce que a los niños las manzanas acedas”, Hubiese querido ensenar a los niños”.

El niño poeta, Rimbaud renuncia a la rebeldía, y abandona su carrera literaria, quizá a la espera de mejores tiempos. Y lo hace a tiempo, en fin era un niño genio. Se aleja de la nube de ruidos, y emprende otro tipo de travesía, ya no en un rio impasible,  ni en un barco ebrio. Sino buscando un sosiego que la poesía y su vida turbulenta, ya no le aseguraba. Jamás regresaría a esa patria poética, que no le garantizaba más que zozobra. Abandona sus ideales; su ímpetu salvaje a cambio de una cabeza de  playa de la bienhechora vida. Por algún lado, J.L.Borges, afirmo refiriéndose a Edgard Allan Poe, que una vez leído era a veces difícil volverlo a leerlo.  A pesar de que el mismo Borges, tenia a Poe entre sus relecturas. Es como si ese discurso se hubiera agotado. Borges no apreciaba el talento de Rimbaud, a quien no consideraba un poeta visionario como si lo fueron Blake o Swedenborg, pero Borges si reconocía a Rimbaud como un artista experimental. Para Borges Víctor Hugo y Paul Verlaine eran los poetas de Francia. Como para Rimbaud lo era Baudelaire y Verlaine. Borges  salvaba de su poesía, precisamente, el poema  El barco ebrio. Lo que Borges no considero fue el proceso, sentencio en base a los resultados. Condenado por no  haber logrado sus propósitos artísticos. Pero ese proceso e intento de descender a los infiernos también tiene su carisma poético, a su manera Rimbaud emulo a Dante. El viaje  de Dante es solo alegórico, el viaje de Rimbaud es real.  Y en la gesta de esa experiencia de vida, gesta ese proceso mental y subversivo que impulso  en parte el camino de la poesía moderna. Pecador absoluto para justificar su descenso al averno. Ser “gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito y el sabio supremo”.  Lo milagroso,  y sobre eso habría que escribir otra historia, es haber salido con vida de ese infierno, y su regreso a la vida, a la par  de su conversión casi ascética al catolicismo. Pero Borges tenia razón con Poe, quizá leer a Rimabud y alguno de lo poetas malditos, deje esa misma sensación. Una vez leídos, es difícil volver a ellos. Aún desde la relectura, hay algo empalagoso en sus escritos y a veces suenan a  piezas de antología de un antiguo museo: un olor finisecular y salado, proveniente de  antiguas y profundas corrientes  marinas. En que chocan entre claroscuros, behemots y  Maelstrons. Pero al fin, en su poema Mala Sangre, de Una temporada en el infierno, dice “El canto razonable de los ángeles se eleva del navío salvado”

Sin embargo, el legado de Rimbaud, va más allá de las simples primeras lecturas y su olor a fin de siglo.  Si uno al leerlo no supiera su edad pensaría en un adulto de vasta experiencia y atrevimiento. Pese a su ya sabida precocidad,  iniciada escribiendo poemas en latín, avanzo en el conocimiento de varios idiomas, ruso, árabe, griego; y hasta se dio el tiempo de incursionar en el piano. Pero aún en el entendido de una alta inteligencia poética, hay detrás de la obra de Rimbaud, un cúmulo de conocimientos que difícilmente un joven  de esa edad podría acumular. Su madurez poética es más sorprendente que su genio poético. Don, el de la madurez poética  que tampoco se explica por su genialidad, porque es más el resultado de un proceso almacenado que otorga exclusivamente el tiempo y la experiencia curtida de la vida.  Pero ¿Cuál seria la experiencia de vida de un adolescente  que a los diecinueve años ya había escrito todo lo que había que escribir? Uno puede leer al azar poemas o textos en prosa, y advierte, que son escritos que responden al reposo mental y a la reflexión sostenible en casi toda su obra.  Pero el joven Rimbaud, en su vida social y familiar era precisamente lo contrario: inmaduro emocionalmente e impulsivo. Es un hecho que quizá requiera un estudio más profundo y quirúrgico. Rimbaud  solo escribió desde los 15 a los 19 años. Su legado se disperso sin nombre y apellido en los vuelcos imprevisibles del surrealismo y los recovecos oscuros del simbolismo. Veta tan potente que fue intuida desde la mente de un niño perturbador y poético, y que en cada frontera asoma  siempre un signo reconocible. La frescura de su imaginería tuvo y tiene seguidores,  y siempre que uno se encuentra, un quiebre inesperado del lenguaje, un asalto poético a mano armada a la realidad;   por ahí anda el poeta Rimbaud.  Su figura que como una especie de capitán Ahab, no a la caza de la ballena blanca, y a veces ni de la poesía misma, sino a la caza onírica de un pedazo irredento de su propia  vida. Al redescubrimiento de una mirada que no habíamos visto, porque ella era la que nos miraba: la de un niño que hace un barquito de papel y lo lanza a agua, a la espera que nunca se hunda. O quizá como un naufrago, arroje al agua una botella con un mensaje a la espera que esa botella como un barco inclaudicable y definitivo, entre olas y olas, arribe a una costa fosforescente y sonriente y la recoja una sirena o un  pescador de soñadora frente y  “pies luminosos”.

Es el deseo del poeta por atrapar la realidad,  pero sea una botella con un mensaje,  el Titanic o un barco de papel, siempre habrá una recóndita esperanza en la tempestad de la vida. Quizá Rimbaud no logro todo lo que anhelaba, crear un nuevo lenguaje poético per se, pero se aproximo a él.  Lo diviso en el horizonte, aunque no pudo como si lo hicieron Caleb o Josué, llegar a la tierra  prometida. En uno de sus poemas, el  Adiós,  en tono admonitorio proclama:procuré inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas”. Poeta vidente que  en uno de sus poemas, creyó ser un mago o un ángel, y quizá en cierto momento lo fue. En el mismo poema El Adiós afirma: “a mí! a mí, que me soñé mago o ángel…». Y quizá como el  ángel de la historia de Walter Benjamin, quien quiso de los pedazos de historia  armar otra historia reivindicativa de los oprimidos. Rimbaud ángel con los pedazos del lenguaje, quiso articular un nuevo lenguaje poético para los vencidos. Y al contrario del ángel de Benjamin, ante la imposibilidad de ver hacia adelante y de alcanzar una tierra irredenta y redimirla, Rimbaud una vez abandonado la visión poética solo vio hacia adelante y nunca volvió a ver atrás. Porque se dio cuenta que el lenguaje y la poesía eran insuficientes para salvarlo.

El poema El barco ebrio, fue incluido en la recopilación “Poesías” que fue editado en 1895 acompañado de un prologo de Paul Verlaine, bajo el titulo original de Poésies Complètes. En vida solo publico “Una temporada en el infierno” (1873), uno de los primeros libros simbolistas modernos. El resto de su obra las publico Verlaine y otros en ausencia de Rimbaud, a quien creían muerto. Poesías (1863-1869). Cartas del vidente (1871), en que expone sus especulaciones  literarias. Iluminaciones (1874), obra en que incursiona en el verso libre, pero también exhibe su hermetismo.  Cartas completas (1870-1891).

Rimbaud muere en el puerto mediterráneo de Marsalia, conocida como Marsella ciudad fundada por lo griegos, frente al mar mediterráneo. Había nacido hace 37 años en  Charleville-Mézière,  fundada en 1606, en las Ardenas, Francia, emplazado en lo que había sido una antigua fortificación romana, en una de las riveras del rio Mosa. En esa ciudad escribió El Barco Ebrio. Entre el lugar de  nacimiento y el lugar de muerte, entre lo real y lo alucinante, se bate una sola historia.  Ciudades creadas por dos culturas: la romana y la griega. Viaje real desde Charleville a Marsella. Dos símbolos: rio y mar. Viaje imaginario  desde el rio Mosa al mar mediterráneo.  Y quizá esa tesis de Yo es otro, no sea más que un desdoblamiento del mismo Rimbaud. No un viaje para encontrar a otro ni esa otredad que creía en que a cada ser varías vidas le son debidas. Sino  un viaje para buscar su propia identidad. Solo y su alma, ese fue el único y verdadero viaje de Rimbaud, lo demás es el  Yo ficción, que otros  llaman literatura.        

Si deseo el agua de Europa, es solo el charco/negro y frío donde, en el crepúsculo embalsamado/un niño agachado lleno de tristeza, suelta/un frágil barco, como mariposa de mayo. Bañado por vuestras languideces, no puedo !oh olas!/arrancar su estela a los portadores de algodones,/ni traspasar el orgullo de las banderas y los gallardetes,/ni nadar bajo los ojos horribles de los pontones.Rimbaud 

 “Nuestras vidas son los ríos/que van a dar en la mar/que es el morir…”de  Jorge Manrique (S: XV).






Le Bateau ivre

Comme je descendais des Fleuves impassibles,
Je ne me sentis plus guidé par les haleurs :
Des Peaux-Rouges criards les avaient pris pourcibles
Les ayant cloués nus aux poteaux de couleurs.


J'étais insoucieux de tous les équipages,
Porteur de blés flamands ou de cotons anglais.
Quand avec mes haleurs ont fini ces tapages
Les Fleuves m'ont laissé descendre où je voulais.


Dans les clapotements furieux des marées
Moi l'autre hiver plus sourd que les cerveaux d'enfants,
Je courus ! Et les Péninsules démarrées
N'ont pas subi tohu-bohus plus triomphants.



La tempête a béni mes éveils maritimes.
Plus léger qu'un bouchon j'ai dansé sur les flots
Qu'on appelle rouleurs éternels de victimes,
Dix nuits, sans regretter l'oeil niais des falots !




Plus douce qu'aux enfants la chair des pommes sures,
L'eau verte pénétra ma coque de sapin
Et des taches de vins bleus et des vomissures
Me lava, dispersant gouvernail et grappin


Et dès lors, je me suis baigné dans le Poème
De la Mer, infusé d'astres, et lactescent,
Dévorant les azurs verts ; où, flottaison blême
Et ravie, un noyé pensif parfois descend ;




Où, teignant tout à coup les bleuités, délires
Et rythmes lents sous les rutilements du jour,
Plus fortes que l'alcool, plus vastes que nos lyres,
Fermentent les rousseurs amères de l'amour !


Je sais les cieux crevant en éclairs, et les trombes
Et les ressacs et les courants : Je sais le soir,
L'aube exaltée ainsi qu'un peuple de colombes,
Et j'ai vu quelque fois ce que l'homme a cru voir !



J'ai vu le soleil bas, taché d'horreurs mystiques,
Illuminant de longs figements violets,
Pareils à des acteurs de drames très-antiques
Les flots roulant au loin leurs frissons de volets !



J'ai rêvé la nuit verte aux neiges éblouies,
Baiser montant aux yeux des mers avec lenteurs,
La circulation des sèves inouïes,
Et l'éveil jaune et bleu des phosphores chanteurs !


J'ai suivi, des mois pleins, pareille aux vacheries
Hystériques, la houle à l'assaut des récifs,
Sans songer que les pieds lumineux des Maries
Pussent forcer le mufle aux Océans poussifs !


J'ai heurté, savez-vous, d'incroyables Florides
Mêlant aux fleurs des yeux de panthères à peaux
D'hommes ! Des arcs-en-ciel tendus comme des brides
Sous l'horizon des mers, à de glauques troupeaux !

J'ai vu fermenter les marais énormes, nasses
Où pourrit dans les joncs tout un Léviathan !
Des écroulement d'eau au milieu des bonaces,
Et les lointains vers les gouffres cataractant !


Glaciers, soleils d'argent, flots nacreux, cieux de braises !
Échouages hideux au fond des golfes bruns
Où les serpents géants dévorés de punaises
Choient, des arbres tordus, avec de noirs parfums !


J'aurais voulu montrer aux enfants ces dorades
Du flot bleu, ces poissons d'or, ces poissons chantants.
- Des écumes de fleurs ont bercé mes dérades
Et d'ineffables vents m'ont ailé par instants.


Parfois, martyr lassé des pôles et des zones,
La mer dont le sanglot faisait mon roulis doux
Montait vers moi ses fleurs d'ombre aux ventouses jaunes
Et je restais, ainsi qu'une femme à genoux...



Presque île, balottant sur mes bords les querelles
Et les fientes d'oiseaux clabaudeurs aux yeux blonds
Et je voguais, lorsqu'à travers mes liens frêles
Des noyés descendaient dormir, à reculons !


Or moi, bateau perdu sous les cheveux des anses,
Jeté par l'ouragan dans l'éther sans oiseau,
Moi dont les Monitors et les voiliers des Hanses
N'auraient pas repêché la carcasse ivre d'eau ;


Libre, fumant, monté de brumes violettes,
Moi qui trouais le ciel rougeoyant comme un mur
Qui porte, confiture exquise aux bons poètes,
Des lichens de soleil et des morves d'azur,



Qui courais, taché de lunules électriques,
Planche folle, escorté des hippocampes noirs,
Quand les juillets faisaient crouler à coups de triques
Les cieux ultramarins aux ardents entonnoirs ;



Moi qui tremblais, sentant geindre à cinquante lieues
Le rut des Béhémots et les Maelstroms épais,
Fileur éternel des immobilités bleues,
Je regrette l'Europe aux anciens parapets!




J'ai vu des archipels sidéraux ! et des îles
Dont les cieux délirants sont ouverts au vogueur :
- Est-ce en ces nuits sans fond que tu dors et t'exiles,
Million d'oiseaux d'or, ô future Vigueur ? -


Mais, vrai, j'ai trop pleuré ! Les Aubes sont navrantes.
Toute lune est atroce et tout soleil amer :
L'âcre amour m'a gonflé de torpeurs enivrantes.
Ô que ma quille éclate ! Ô que j'aille à la mer !


Si je désire une eau d'Europe, c'est la flache
Noire et froide où vers le crépuscule embaumé
Un enfant accroupi plein de tristesses, lâche
Un bateau frêle comme un papillon de mai.


Je ne puis plus, baigné de vos langueurs, ô lames,
Enlever leur sillage aux porteurs de cotons,
Ni traverser l'orgueil des drapeaux et des flammes,
Ni nager sous les yeux horribles des pontons.
El barco ebrio

En tanto descendía por impasibles ríos,
deje de sentirme guiado por los remolcadores:
pieles rojas vocingleros, para hacer puntería,
les clavaron desnudos en cipos coloreados.

  
No me importaban nada todas las dotaciones,
lleven trigo flamenco o algodón ingles:
cuando con los sirgueros se acabo el alboroto,
los ríos me dejaron a gusto descender.




Por los furiosos chapoteos de las mareas,
el otro invierno, más sordo que el cerebro de un niño,
! Corrí! Y las penínsulas desamarradas
Jamás han soportado juicio más triunfal.



La tempestad bendijo mis marinos desvelos.
Mas ligero que un corcho por las olas baile,
y las llaman eternas arrolladoras de victimas.
! Diez días sin nostalgia del ojo de los faros!



Más dulce que a los niños las manzanas acedas
penetro el agua verde en mi casco de abeto
y las manchas azules de vino y vomitonas
me lavo, dispersando mi timón y mi ancla.

  
Desde este momento, me bañe en el poema
del mar; lactescente, infundido de estrellas,
devorando azul verde, en el que flota a veces
pálido y satisfecho un ahogado pensativo.


!Transformando de pronto el azul en delirios
y ritmos lentos bajo la rutilación del día
mas fuertes que el alcohol, mas que las liras amplias,
fermentando las rojeces amargas del amor!




Sé de cielos que estallan en rayos; se de trombas,
resacas y corrientes: !sé de la noche y del alba
exaltada al igual que un pueblo de palomas,
y he visto algunas veces, lo que el hombre creyó ver!



!He visto en el ocaso, manchado de horror místico,
el sol iluminando coágulos violeta,
igual que los actores de los dramas antiguos,
las olas rodar lejos con temblor de muare!
!



Soné la noche verde de nieves deslumbrantes,
besos que suben lentos a los ojos del mar,
las savias inauditas correr, y el despertar
amarillo y azul de fósforos cantores!



!Seguí durante meses, como un ganado histérico,
viendo asaltar las olas los firmes arrecifes
sin pensar que los pies luminosos de las Marias
pudiesen bridar el morro de los océanos asmáticos!


!He embestido, sabéis, increíbles Floridas,
ojos de pantera con piel humana, mezclando
a las flores! !Arcos iris tendidos como riendas
bajo el horizonte marino, a glaucos rebaños!


He visto fermentar los enormes pantanos,
trampas en cuyos juncos se pudre un Leviatán;
derrumbarse las aguas en medio de bonanzas
en abismos lejanos cayendo en catarata.





Glaciares, soles de plata, olas de nácar, cielos de brasa,
zabordas odiosas al fin de oscuros golfos,
de arboles torcidos caen entre negras fragancias.




Hubiese querido ensenar a los niños, en las olas
esos peces de oro, esos peces cantores.
—Las floridas espumas han mecido mis fugas
y el inefable viento me ha prestado sus alas.



Mártir cansado a veces de polos y de zonas,
el mar cuyo sollozo mi balanceo amaina,
me alzo su flor de sombra de amarillas ventosas;
pero yo seguía, como mujer, de rodillas...




Casi una isla, de mi borda quitaba las querellas
y los excrementos de pájaros cantores de ojos rubios
y bogaba en tanto que por mi endeble cordaje
descendían los ahogados a dormir, reculando.


Y yo, barco perdido en la maraña de las algas,
lanzado por el huracán contra el éter sin pájaros,
y a quien los monitores y veleros del Hansa
no hubiesen salvado el armazón, embriagado de agua;


libre, humeante, montado de brumas violetas,
yo, que agujereaba el cielo rojizo como un muro
que lleva, exquisita confitura para los poetas,
líquenes de sol y mocos de azur;


yo que corría, manchado de lúnulas  eléctricas,
tabla loca, escoltada por hipocampos negros,
cuando los julios hacían desplomar a bastonazos
los cielos ultramarinos de ardientes tolvas;


yo que temblaba oyendo gemir a cincuenta leguas,
el celo de los behemots y los Maelstrons espesos,
hilandero eterno de inmovilidades azules,
siento nostalgia de la Europa de viejos parapetos.



He visto los archipiélagos siderales! Islas en las que los cielos delirantes están abiertos al viajero:
—.Es en estas noches sin fondo que tu duermes y te destierras,
millón de pájaros de oro, oh futuro vigor?


! Pero, de verdad, llore demasiado! Las albas  son desoladoras.
Toda luna es atroz y todo sol amargo:
El acre amor me ha hinchado de torpes embriagueces.
! Oh, que mi quilla estalle!!Oh, que me hunda en el mar!


Si deseo el agua de Europa, es solo el charco
negro y frío donde, en el crepúsculo embalsamado
un niño agachado lleno de tristeza, suelta
un frágil barco, como mariposa de mayo.



Bañado por vuestras languideces, no puedo !oh olas!
arrancar su estela a los portadores de algodones,
ni traspasar el orgullo de las banderas y los gallardetes,
ni nadar bajo los ojos horribles de los pontones



Página 10. Nuevas proyecciones cosmopolitas. La influencia de las tecnologías en la literatura latinoamericana contemporánea (Ensayo), por Mariela Herrero. Post Plaza de las palabras.





Plaza de las palabras continuando con la sección Página 10, presenta un ensayo de la investigadora argentina, Mariela Herrera*, acerca de la influencia de las tecnologías en la literatura latinoamericana, interesante tema, que brinda una perspectiva sobre una corriente  actual y crucial en esos campos en que la frontera cada vez es más borrosa. Y que  va produciendo hibridaciones en la manera de escribir, leer y hacer literatura.  Ensayo bien documentado y  provocativo para el  escritor y lector acucioso


Nuevas proyecciones cosmopolitas. La influencia de las tecnologías en la literatura latinoamericana contemporáneaNew cosmopolitanism projections. The influence of technology in contemporary Latin American literature


Mariela Herrero

Resumen: Tomando como punto de partida la noción de cosmopolitismo se intenta analizar una serie de reconfiguraciones que la literatura latinoamericana contemporánea ha venido experimentando, en las últimas décadas, en sintonía con el desarrollo de las tecnologías de la proximidad (radio, cine, tv, video, web, entre otras). Interesa particularmente pensar a la literatura contemporánea en relación con el progresivo avance de la tecnologización y los consecuentes procesos de globalización y mundialización que han tenido lugar, lo que nos lleva a plantear en qué medida los intercambios y/o préstamos que se producen dan cuenta de una amalgama cultural que se regenera constantemente y alimenta renovadas formas de cosmopolitismo. Se ha demostrado que términos como estabilidad, fijeza, inmovilidad, pasividad no pueden ya, de ninguna manera, vincularse a la realidad latinoamericana; sino que por el contrario, lo que se lee es una tendencia de la ficción por intentar legitimarse al nombrar, copiar, plagiar, parodiar pero así también al absorber, a asimilar, a deglutir toda la tradición literaria (ya sea europea o latinoamericana) Se trata de observar una forma de cosmopolitismo refuncionalizado, cuyo modelo productor ya no es meramente la literatura universal en el sentido en que la entendía Borges, sino la apropiación y la puesta en uso de la creciente cultura audiovisual, mediática y tecnológica que permea las realidades sociales e individuales de los escritores
Palabras clave: Cosmopolitismo; Literatura latinoamericana; Tecnologías; Globalización.


Abstract: Taking the notion of cosmopolitanism as a starting point, this paper intends to analyze a series of reconfigurations that the Latin American contemporary literature has come to experiment, in the last decades, in tune with the development of the technologies of the proximity (radio, cinema, televisiónvídeo, web, among others). It is particularly interesting to think about contemporary literature in relation to the progressive advance of technologization and the subsequent process of globalization that has taken place, which leads us to posit in what way the exchanges and/or borrowings that occur can illustrate a cultural amalgam that regenerates itself constantly and fuels renewed forms of cosmopolitanism. It has been shown that terms such us stability, fixity, immobility, inaction can not be linked to Latin American reality anymore; but on the contrary, which is read is a tendency for fiction to try to legitimize itself by naming, copying, plagiarizing,  parodying but also by absorbing, assimilating, eating the entire literary tradition (either European or Latin American). It is about observing a form of cosmopolitanism with a different function, which production model is no longer merely the universal literature as Borges understood it, but the appropriation and the use of the increasing audio–visual, media and technological culture that permeates the social and individual realities of the writers.Keywords: Cosmopolitanism; Latin American literature; Technologies; Globalization.

El planteo de Jesús Martín Barbero (1999), según el cual el mapa cultural de América Latina ha venido sufriendo evidentes modificaciones en cuanto a, sobre todo, el modo de experimentar la pertenencia a un territorio común y de vivir la idea de identidad nacional como un todo coherente y desproblematizado, indica que aquella noción de homogeneidad cultural resulta no sólo caduca sino especialmente falsa puesto que ya desde los tiempos de la colonia se trató de esconder la densa multiculturalidad de que está hecho lo latinoamericano (301). Una multiculturalidad que hace estallar la correspondencia entre nación1 e identidad al tiempo que proyecta nuevas modalidades y formas de pensar, sentir y vivir la ciudadanía. Se trata de una "multiculturalidad que desafía nuestras nociones de cultura, de nación y de ciudad, los marcos de referencia y comprensión forjados sobre la base de identidades nítidas, de arraigos fuertes y deslindes claros" (299).

Esta reconfiguración del mapa cultural sucede al tiempo que la modernidad se ve "desbordada", según Arjun Appadurai, a causa de los crecientes movimientos migratorios y el progresivo desarrollo de las tecnologías de la comunicación. Es decir, hay una dinamización de la cultura que ya no puede entenderse como un conjunto de particularidades estáticas, definitivas y definitorias puesto que tanto los desplazamientos poblacionales que van del campo a la ciudad, como las nuevas fuerzas tecnológicas provocan un desvanecimiento de las fronteras entre posiciones,  que además de borrosas se muestran también móviles, lo que genera un traslado de sentido de las identidades culturales "etnias, razas, géneros", tanto como de posiciones ideológicas y políticas, que se confunden y encabalgan (Barbero; 1999: 301).

La cultura de fin de siglo se torna un objeto de análisis complejo, oscilante, y proyecta sus alcances transformadores a la época presente. Hay una nueva significación de mundo que viene de la mano de fenómenos también resistentes a las cristalizaciones. Cosmopolitismo2, realidad global, nuevas tecnologías (por mencionar algunas en líneas generales) nos permiten observar no sólo los desgarramientos sino también las posibilidades de conformar la propia vida y la convivencia en la mezcolanza cultural, puesto que, como señala Barbero, "esa mirada cosmopolita no tiene nada que ver con sueños o delirios de una confraternización general de los pueblos o con los de una república universal. La mirada cosmopolita ve al mundo en la vastedad de sus conflictos y la heterogeneidad de sus culturas, y es precisamente la novedad radical de esos procesos la que trata de asumir".

De lo que se trata en este trabajo es de revisar una de esas tantas posibilidades que se abren cuando ponemos en relación la literatura y el mundo. Esto es, de pensar ¿qué sucede cuando ese cosmopolitismo que conmueve las bases de la realidad nos llega segmentado a través del progreso tecnológico y los medios que de él se hacen eco? ¿Cuáles son las afectaciones que la literatura experimenta cuando la mediación tecnológica de la comunicación deja de ser meramente instrumental para espesarse, densificarse y convertirse en estructural?

Según el planteo de Appadurai (2001) "los medios dan un nuevo giro al ambiente social y cultural dentro del cual lo moderno y lo global suelen presentarse como dos caras de una misma moneda. Aunque siempre cargados de un sentido de la distancia que separa al espectador del evento, estos medios de comunicación, de todos modos, ocasionan la transformación del discurso cotidiano" (7), esto indica, por un lado, la peculiaridad de la tecnología de contribuir a la creación de nuevas formas de acción e interacción en la sociedad; pero además sugiere la idea de una desespacialización de los discursos, una reorganización de las formas de producción y de recepción que configura "un nuevo entorno o ecosistema comunicativo". Alterado así el carácter simbólico de la vida social vemos aparecer un nuevo escenario cultural en el que sobresalen nuevos modos de producción y circulación de lenguajes y nuevas escrituras que emergen por medio de la tecnicidad electrónica. Desde ese lugar parte este estudio que busca analizar de qué manera opera esta mediación tecnológica en la producción de nuevos imaginarios y fundamentalmente en el proceso escritural de las ficciones propuestas, en las que se destaca una firme experimentación con soportes, lenguajes, imágenes y disposiciones estructurales vinculadas al universo tecnológico, todo lo cual posibilita una renovación en las formas de representación y visiones de mundo.

La forma es el mensaje: Mario Levrero, Daniel Link y las tecno–escrituras
La sociedad de la comunicación es aquella, dirá Vattimo, en la que emerge el "debilitamiento de lo real" que experimenta el hombre en la constante mediación que ejercen las tecnologías, el entrecruzamiento de informaciones, interpretaciones e imágenes que producen las ciencias y los medios de comunicación. Martín Barbero (1996), por su parte, advierte que "la modernidad resulta ligada estructuralmente al proceso mediante el cual las fuentes de producción de lo culto (Iglesia, Estado, comunidad) dejan de ser o funcionar como tales para pasar a serlo las industrias culturales y los aparatos especializados" (80). En ese sentido, la problemática que surge cuando se ponen en relación la literatura, la ficción y la tecnología descansa sobre un vínculo tensional, en tanto los escritores revelan una actitud ambivalente respecto de, no sólo el desarrollo de las herramientas tecnológicas sino también de los procesos de globalización y las nuevas formas de interacción que éstas posibilitan. Esta posición compleja desde la cual se escriben muchas de las ficciones contemporáneas evidencia que los autores no sucumben al entorno tecnológico, confiando ciegamente en las promesas de futuro que el ideario técnico les propone, pero tampoco se recluyen renegando de sus potencialidades creativas. Lo que en verdad parece suceder es que las ficciones en cuestión se muestran a sí mismas como "transitando" esa tensión. Y es a partir de ese tránsito que los escritores se permiten reflexionar sobre cuáles son las posibilidades que la tecnología les ofrece para seguir pensar en una refuncionalización del concepto de literatura en la época contemporánea.

Así, la tendencia que observamos consiste en la emergencia de ciertas ficciones que tematizan cuáles son las negociaciones entre la cultura de masas y la literatura, pero, al mismo tiempo, esos cruces que transcriben una ecología mediática, nos hablan de cómo ésta determina la percepción y el estatuto de la realidad. De esta manera, es posible leer en determinados textos literarios las huellas tecnológicas que nos remiten a un sensurium de época, esto es a un conjunto de percepciones, sensibilidades y modos de sociabilidad.

La tesis central de los estudios de McLuhan (1996), que reza "el medio es el mensaje" tiene una implicancia directa para entender de qué manera las transformaciones tecnológicas han impactado en las formas de pensamiento de la sociedad3. Ya desde las nuevas formas de trazar la cartografía mundial y local o los "des–anclajes temporales y espaciales" hasta llegar a entender a estos soportes como "extensiones sensoriales de los hombres que se convierten en un coste fijo para la vida psíquica de las sociedades modernas hasta devenir materias primas"; lo que a su vez crearía el "sabor cultural único de cada sociedad" (42).

La novela luminosa (2008) y La ansiedad (novela trash) (2004), escritas por Mario Levrero y Daniel Link respectivamente, han hecho del énfasis en los paisajes culturales mediados por la tecnología un núcleo temático fundamental. Una suerte de consciencia mediática de sus autores deja ver que la incidencia del uso de la computadora y la recurrencia a Internet constituyen "más que un hábito basado en la angustia y la ansiedad producto de la constante reorganización de la experiencia social" un modelo temático y formal para la escritura que les permitirá a los narradores transcribir las interacciones entre la tecnología y las nuevas formas de vida social.

Los textos adoptan, podríamos decir, las "gramáticas" de los soportes que emplean. Es decir, el proceso metodológico que tanto Link como Levrero emplean para la construcción de sus relatos podría entenderse como una dinámica simbiótica que interrelaciona literatura y  tecnología, dando como resultado algo así como una "tecnoescritura"4 en la que ambas se refuncionalizan al intersectarse.

En el caso del uruguayo, la novela se presenta como la edificación de un mundo, un mundo que, según lo señala Reinaldo Laddaga, se organiza a partir de una vida altamente simplificada, reducida a unos pocos trazos. En ese sentido, la programación funciona como un fin en sí misma; esa abreviatura de los hechos cotidianos de los que consta el Diario de la beca, se genera a partir de la transposición que Levrero hace de los mecanismos propios de la programación.  Así, la escritura del diario intenta ser no solo un ejercicio terapéutico que le permita el "retorno a sí mismo", sino que además, el registro diario de aparentes y proliferantes sucesos menores es una manera de "programar" la propia conducta y una serie de hábitos que pretende cambiar para alcanzar por fin su "novela luminosa":

me quedé pegado a la computadora durante todos estos días. No lo puedo evitar. Hoy me siento más cerca. De todos modos, el Visual Basic es un puente hacia un rescate de mí mismo; cuando tengo necesidad de programar, es porque estoy despegándome de los jueguitos. Después de programar satisfactoriamente, la escritura me queda más accesible; tengo mejor disposición. El lenguaje de programación parece ser, según me di cuenta hace ya cierto tiempo, una transición necesaria entre un estado digamos de dependencia, hacia otro de mayor libertad mental. En la programación hay un buen margen de creatividad, no es como un juego donde uno es un instrumento pasivo, casi idiota, que se mueve insensiblemente de manera casi mecánica apenas por reflejos condicionados (Levrero; 2008: 47).

La computadora ha sustituido en él al inconsciente como campo de investigación. Entendido aquel como un disco duro que almacena inmensas cantidades de basura, imágenes borrosas, confusas, innecesarias, Levrero debe depurar las impurezas para que de esa forma sobrevengan los "hechos luminosos" con los que construirá la novela. El Diario de la beca supone esa limpieza "y en muchos momentos se da en paralelo a la eliminación de los juegos de su computadora", porque purgar a la memoria de lo prescindible es también la posibilidad de reencontrar la "inspiración ligada a sucedidos que yacen en la memoria" y que el autor debe revivir "forzosamente, para que la continuación de la novela sea una verdadera continuación y no un simulacro" (Levrero; 2008: 99): "quiero sentir, quiero ver las escenas que estoy narrando. Y para eso, Mr. Guggenheim, es necesario que, desde este diario íntimo, busque el camino de mis sentimientos reviviendo hechos más recientes, casi diría fresquitos" (Levrero; 2008: 99).

En palabras de Martín–Barbero, "con el computador estamos no ante una máquina con la que se producen objetos sino ante un nuevo tipo de tecnicidad que posibilita el procesamiento de informaciones, y cuya materia prima son abstracciones y símbolos. Lo que inaugura una nueva aleación de cerebro e información que sustituye a la tradicional relación del cuerpo con la máquina"5.

En ese sentido, lo que se pone en juego en estas  novelas es la relación del hombre con la técnica, cierta "desestabilización de la subjetividad que no conduce necesariamente ni al cataclismo ni al paraíso"6. Los medios fomentan no sólo una transformación de la identidad cultural; instrumentos como el teléfono, la radio, el cine, la tv, la computadora y la integración de parte o todos ellos como multimedia configuran nuevos tipos de individualidad, diferentes claro, al prototipo de subjetividad racional, autónoma, centrada y estable, que la modernidad había diseñado. Sin embargo, esta nueva etapa de la civilización occidental tiene como característica principal la de una pérdida del sentido de la realidad. La abolición del tiempo y el espacio que generan los medios produce, según Jameson, una transformación de lo real en imágenes y la fragmentación del tiempo en una sucesión de presentes perpetuos, todo lo cual confiere una percepción artificial de los acontecimientos y valores arbitrarios en las vidas de los individuos.

Por su parte, Martín–Barbero agrega que "las redes informáticas al transformar nuestra relación con el espacio y el lugar movilizan figuras de un saber que escapa a la razón dualista con la que estamos habituados a pensar la técnica, pues se trata de movimientos que son a la vez de integración y de exclusión, de desterritorialización y relocalización, nicho en el que interactúan y se entremezclan lógicas y temporalidades tan diversas como las que entrelazan en el hipertexto a las sonoridades del relato oral con las intertextualidades de la escritura y las intermedialidades del audiovisual"7. En ese sentido, el concepto de ciberespacio invoca toda una serie de ideas que se solapan con los conceptos de realidad virtual, simulacro e internet. Por un lado se trata de una realidad alternativa e independiente, no sujeta a metáforas o experiencias subjetivas, sino al lenguaje de la programación informática, un archivo actualizado constantemente, un territorio en expansión indefinida, un espacio para la circulación y el intercambio comercial, la materialización dinámica del espectáculo del capitalismo, un reino de información pura, una extensión de la necesidad humana de vivir en la ficción o en busca de otra realidad, un nuevo medio artístico, que afecta decisivamente el desarrollo de las tecnologías de la escritura (Ryan; 1999).

En esta línea se inscribe la novela de Daniel Link, La ansiedad. Un mosaico formado a partir de la reproducción de diálogos de chat, conversaciones en foros, mails y, de a momentos, la transcripción –e intervención– de algunos fragmentos de textos canónicos que vienen a "cortar toda esa cháchara amorosa" que es la novela trash. Es, parafraseando a su autor, la loca puesta en escena de seres puestos a hablar con ansiedad de sus anhelos y sus terrores, seres que se exhiben a sí mismos sin saber que están siendo manipulados por el vértigo de la tecnología. Pero es, asimismo, una reflexión sobre el funcionamiento de la comunicación a través de Internet y sobre la importancia de la escritura implicada en esa comunicación (a fin de cuentas, la comunicación en Internet es posible sólo si media la escritura), porque como explica Daniel Link: internet no funciona solamente como un "laboratorio de escritura" sino también como "un laboratorio ficcional" en el que los usuarios pueden adquirir identidades falsas, sustitutas, tantas veces como les parezca:
<Manu35> Che, me gustaría que escribiéramos juntos este libro, que yo titulé provisoriamente Léxico gay. Manual de supervivencia. Y es un léxico con todas las palabras que usamos nosotros, definidas. Por ejemplo: "paqui", y toda la teoría. Bah, si te divierte la idea. Me parece que llega un punto que me gustaría poner por escrito las teorías pelotudas que inventamos. Si te divierte...Aunque sea para nosotros, artículos de cien líneas, no mucho más. Como La ideología alemana, pero de putos.

<Rocco32> Mandá todo a la mierda y escribí, que es lo único que te va a dar satisfacciones verdaderas. <Manu35> Por lo menos a vos te querda eso...
<Rocco32> Chau  (Link, 2004: 49).

No obstante, lo que nos resulta imprescindible destacar es "además de la evidente exploración del universo de la comunicación electrónica" una serie de enunciados que se desprenden de este tipo de interacciones virtuales, y que constituyen un "horizonte semántico" común para sus usuarios. La repetición de estereotipos y el vocabulario 'limitado' puede ser explicado por esa red semántica que parece haber sido previamente producida. Es una red de significados compartidos que hacen más fácil la comprensión entre los usuarios y la aceptación de estos en las comunidades de las que pretenden formar parte. Así, la fuente productora de enunciados para esa red semántica resulta ser la industria cultural: tanto el discurso de las telenovelas, el cine de Hollywood, las alusiones a revistas pornográficas aparecen todo el tiempo en los chats. Este lenguaje común permite un proceso de identificación "exógeno" que va desde los usuarios hacia los modelos e iconos de la industria, y otro movimiento "endógeno" que se da entre los usuarios y consumidores de esta, permitiendo una identificación aparente o efímera, cambiante y móvil pero que a fin de cuentas es la única posible en una sociedad donde hace ya varias décadas que la cuestión de la identidad no puede ser más pensada como expresión de una única cultura homogénea.

Ahora bien, al igual que en Levrero, la estructura de la novela de Link se conforma mediante la apropiación de un formato típicamente tecnológico, lo que le imprime una organización errática y fragmentaria que se asemeja a la de La novela luminosa. Con lo cual podría decirse que la exasperación por las nuevas tecnologías ha alcanzado, incluso, a la literatura provocando una reorganización de los regímenes culturales, más específicamente de los modos de narrar y leer, en una palabra, de representar. Y esto sucede porque la relación de los seres humanos con lo real se ha modificado de tal manera en base a los efectos que la cultura ahora globalizada y tecnologizada ejerce sobre los imaginarios, tanto individuales como colectivos, y en la manera de representar esos imaginarios:

La primera vez que entré a un chat lo hice con amigos (Rocco, para ser más exacto). Era un espacio vacío para mí. Nunca entendí demasiado el chat. Pero en todo caso me pareció fascinante. Hay una novela, de uno de mis autores predilectos, que tiene episodios de chats. Se llama Amores iguales y es de David Leavitt. Yo... qué decirte. Encontraba en el chat sólo la cuota de ficción que necesitaba para seguir viviendo. Nunca representó sino una huida de la realidad. Solo una huida (Link, 2004: 174).

Tanto una como otra se proponen como novelas "experimentales" que reflexionan sobre las posibilidades y las limitaciones del lenguaje y la literatura en vínculo con ese "cosmopolitismo tecnológico y cultural", pero que además dan cuenta de ese nuevo sensorium del que hablábamos anteriormente. Como bien afirma Martín–Barbero

nacido de las dinámicas y contradicciones que introduce la industrialización en la cultura, el diseño cultural cataliza la nueva forma –ritmos, tensiones, volúmenes, pero también significados, símbolos y valores– en que nuestra sociedad articula su acción sobre los objetos, el ambiente, el mundo. Son las sensibilidades las trastornadas por la estetización de la vida cotidiana que el diseño efectúa, a la vez que es la idea misma de cultura, su autonomía, que el diseño pone en crisis. Es el campo cultural entero el que está siendo re–diseñado a partir de las nuevas relaciones entre matrices culturales y formatos industriales, entre innovación y estandarización, y por el nuevo papel que ahí juega la tecnología convertida en organizador perceptivo, dimensión constitutiva del entorno cotidiano y fuente de nuevos objetos y nuevos lenguajes8.

Hay, en efecto, una refuncionalización del concepto de cultura que se origina a partir del cruce de todos estos factores. Hemos pasado, como lo señala García Canclini (1995)de sociedades dispersas en miles de comunidades campesinas con culturas tradicionales, locales y homogéneas, en algunas regiones con fuertes raíces indígenas, poco comunicadas con el resto de cada nación, a una trama mayoritariamente urbana, donde se dispone de una oferta simbólica heterogénea, renovada por una constante interacción de lo local con redes nacionales y transnacionales de comunicación (265).

En este contexto, la experiencia urbana también se ve alterada merced a la transformación de la esfera del espacio público que acontece bajo la égida de procesos globalizadores y la influencia de las tecnologías mediáticas. La ciudad se virtualiza y en el viejo espacio urbano de la modernidad, la movilización social y ciudadana se fragmenta en procesos cada vez más difícilmente totalizables. La desarticulación de lo urbano es lo que también contribuye a poner en duda la posibilidad de construir sistemas culturales estables y de adscribir de modo nítido a determinados grupos sociales en determinados territorios. De ahí que García Canclini señale cómo la tecnología mediática posmoderna produce dos procesos combinados de "descolección" y "desterritorialización" (282).

Es una "agonía de esas colecciones" el síntoma más claro para observar cómo se desvanecen las diferencias y clasificaciones de lo culto y lo popular, lo "alto" y lo "bajo", y  de lo masivo. La cultura, tal como mencionábamos en la introducción a este trabajo, ya no puede entenderse como un conjunto de elementos y tradiciones fijo y estable. Por ello, esas "colecciones" "como da en llamarlas García Canclini" "renuevan su composición y su jerarquía con las modas, se cruzan todo el tiempo y, para colmo, cada usuario puede hacer su propia colección" (283). Esto es posible gracias a que las tecnologías de la reproducción permiten a cada persona organizar su propio repertorio en donde se combinan, entre otros factores, lo culto y lo privado.

García Canclini demuestra ser consciente de que en muchos casos, estas estrategias "descoleccionadoras"  y "desjerarquizadoras" intensifican las asimetrías entre regiones más "dependientes" respecto de otras centrales; es probable que las posibilidades de aprovechar las innovaciones tecnológicas para "adecuarlas a sus propias necesidades productivas y comunicacionales no se dé de la misma manera". Sin embargo, no es conveniente sostener una mirada reduccionista frente a este dilema; sino que en todo caso, es preciso entender cuáles son las potencialidades que la tecnología ofrece para una "hibridación creativa". Al mismo tiempo, esta nueva forma de cosmopolitismo, que apela en la mayoría de los casos al recurso de la "postproducción"9, permite rastrear nuevas formas de coexistencia, de vínculos sociales, de agrupamientos no convencionales; porque de lo que se trata es de pensar cómo se construye, en una época de dispersión10, la relación con los otros, y qué tipo de vínculos son posibles.

Los medios tecnológicos a partir de los que se estructuran las novelas que aquí analizamos, "crackean"11, desestabilizan el orden tradicional en que se clasificaban y diferenciaban tradiciones culturales. Y lo hacen a partir de un mecanismo de apropiación  e incorporación de esa cultura–mundo que 'contamina' el sistema sagrado de la literatura. En ese sentido, el paradigma de la 'hibridez' que propone García Canclini, nos resulta una estrategia de lectura particularmente interesante para leer unas ficciones que desde fines de los años sesenta en adelante, se han visto permeadas por una tradición híbrida entre la tecnología de producción y reproducción de las imágenes procedentes de los medios de comunicación de masas y el texto literario.
Alberto Fuguet: la cultura bastarda como estandarte

Existe un sector de la intelligentsia ambulante que quiere venderle al mundo no sólo un paraíso ecológico (¿el smog de Santiago?) sino una tierra de paz (¿Bogotá? ¿Lima?). Los más ortodoxos creen que lo latinoamericano es lo índígena, lo folklórico, lo izquierdista. Nuestros creadores culturales serían gente que usa poncho y ojotas. Mercedes Sosa sería latinoamericana, pero Pimpinela, no. ¿Y lo bastardo, lo híbrido? Para nosotros, el Chapulín Colorado, Ricky Martin, Selena, Julio Iglesias y las telenovelas (o culebrones) son tan latinoamericanos como el candombe o el vallenato. Hispanoamérica está lleno de material exótico para seguir bailando al son de 'El cóndor pasa' o 'Ellas bailan solas' de Sting. Temerle a la cultura bastarda es negar nuestro propio mestizaje. Latinoamérica es el Teatro Colón de Buenos Aires y el Machu Pichu, 'Siempre en domingo' y Magneto, Soda Stereo y Verónica Castro, Lucho Gatica, Gardel y Cantinflas, el Festival de Viña y el Festival de Cine de La Habana, es Puig y Cortázar, Onetti y Corín Tellado, la revista Vueltas y los tabloides sensacionalistas.

Latinoamérica es, irremediablemente, MTV latina, aquel alucinante consenso, ese flujo que coloniza nuestra conciencia a través del cable, y que se está convirtiendo en el mejor ejemplo del sueño bolivariano cumplido. Más concreto y eficaz a la hora de hablar de unión que cientos de tratados o foros internacionales. De paso, digamos que, McOndo es MTV latina, pero en papel y letras de molde.

Y seguimos: Latinoamérica es Televisa, es Maimi, son las repúblicas bananeras y Borges y el Comandante Marcos y la CNN en español y el Nafta y el Mercosur y la deuda externa y, por supuesto, Vargas Llosa.

Vender un continente rural cuando, la verdad de las cosas, es urbano (más allá que sus sobrepobladas ciudades son un caos y no funcionan) nos parece aberrante, cómodo e inmoral (Fuguet, 1996: 15–16).
Esta larga cita que, casi podríamos decir, se explica por sí sola, corresponde al manifiesto del grupo McOndo, del que "junto a Sergio Gómez", Alberto Fuguet es uno de sus creadores. El movimiento aparece en Chile a fines de los años 90 y el principal objetivo que nuclea a sus miembros es el de rechazar la idea de una literatura nacional que sólo exaltaría lo "exótico y lo variopinto de las costumbres y el paisaje local", dejando de lado la imparable internacionalización de la cultura norteamericana y la intensa red tecnológico"comunicacional que resquebraja ese sistema cultural. De esta forma, lo que los mcondistas cuestionan es esa idea parcial de lo latinoamericano que, al menos desde la literatura, se muestra profundamente edénico o paradisíaco y, por ende, desproblematizado de los intercambios culturales:

El nombre (¿marca–registrada?) McOndo es, claro, un chiste, una sátira, una talla. Nuestro McOndo es tan latinoamericano y mágico (exótico) como el Macondo real (que, a todo esto, no es real sino virtual). Nuestro país McOndo es más grande, sobrepoblado y lleno de contaminación, con autopistas, metros, tv–cable y barriadas. En McOndo hay McDonald's, computadoras Mac y condominios, amén de hoteles cinco estrellas construidos con dinero lavado y malls gigantescos (Fuguet, 1996: 15).

Latinoamérica sería, desde la perspectiva de los mcondistas, el foco centrípeto en el que confluyen todas las modas, los estilos, las tendencias, los hábitos y las costumbres mundiales o locales, puras o corruptas, arcaicas o modernas pero que, sea como sea y más tarde o más temprano, el mismo continente devuelve luego deglutidas a ese mundo que todavía lo observa extrañado.

Por tales razones consideramos pertinente atender, ya sobre el final de este trabajo, a una de las varias novelas que Alberto Fuguet ha escrito y que puede inscribirse en la línea de las novelas trabajadas anteriormente, puesto que en ella también se perfilan nuevos modos de entender la(s)  identidad(es) en relación con el mundo audiovisual.

Las películas de mi vida (2003) narra la historia de Beltrán Soler, un sismólogo que a partir de un encuentro fortuito con una desconocida, siente la necesidad de reconstruir todo su pasado. Un pasado en el que pervive, dinamitada, su historia familiar; historia marcada por desplazamientos y desencuentros tanto físicos como afectivos, pero asimismo, crónica de la reconstrucción de un país fundado sobre el horror y la violencia, sobre la mentira, la crueldad y el terror de la dictadura. Beltrán es, al igual que la mayoría de los personajes que construye Fuguet, un desterrado, pero no en el sentido político del término sino  más bien en su acepción afectiva. Su cosmopolitismo es el de la errancia y el nomadismo como modo de vida, como forma de supervivencia. De ahí que toda la novela tematice  ese "estar entre" dos o más mundos, países, familias, idiomas, realidades. Sin embargo Beltrán, que ha vivido desde muy pequeño en California, alternando intempestuosos viajes a Chile, no necesita hablar de su cosmopolitismo para hacerse un lugar entre sus iguales sino que, por el contrario prefiere callar y vivir apartado. Es así que consigue refugiarse en las historias que encuentra en el cine y la televisión, que lejos del ilustre y alternativo arte culto, le permiten sobrellevar su terrible situación familiar y, lo que sería fundamental, darle un sentido a esa memoria derrumbada.

A pesar de que la estructura de la novela emula la de un catálogo de cine, no puede entenderse tan superficialmente de esta manera12. Es por un lado, una parodia a la genealogía perenne y honorable de los Buendía; claro que en este caso el realismo, la irreverencia y el tono confesional suprimen todo dejo de encantamiento o fascinación. Pero Las películas de mi vida es también, decíamos, la reconstrucción de una memoria que ha sido sacudida por la historia y que sólo halla reparo en el proceso de identificación que la ficción, en este caso, a través de la pantalla, le ofrece a su narrador. El cine funciona como intertexto pero también como marca, como seña y sobre todo como anclaje a la realidad.

Así, con un estilo coloquial, en el que prima el bilingüismo, Fuguet organiza esta novela a partir del empalme y la superposición de soportes que remiten a la cultura global: diálogos telefónicos, mails y las sinopsis de las películas citadas, interceptadas por la vida del personaje (que, por otro lado, se corresponde con muchos datos autobiográficos del mismo Fuguet). La novela plasma, de esta manera, la atmósfera de la globalización y cómo la industria audiovisual puede incidir, a través de una multitud de medios, en la mentalidad de los individuos. Y al mismo tiempo, Las películas de mi vida propone la posibilidad de rearticular una vida, una realidad que, al resultar traumática y fragmentada, recurre a la ficción como elemento reestructurador y dador de sentido, quizás de un nuevo sentido; mientras se desliza la sospecha de que probablemente realidad y ficción no sean esferas tan distanciadas una de otra:En un par de horas parto de aquí...
Podría escribirte mucho (no he hecho otra cosa que teclear en esta vieja PowerBook sin parar) relatándote lo que me ha pasado por dentro (recordar, recordar, recordar), pero creo que basta con decirte que no pude dejar de pensar en esto de Las películas de mi vida (y que nunca he escrito tanto en mi vida) Eso es tu culpa. Como un acto reflejo, comencé a ver en mi memoria las mías. Sólo por eso te agradezco y estoy en deuda contigo.

Aquí están. Una parte de ellas, las de la primera mitad de mi infancia, al menos. Debajo de mi español, parece que hay mucho inglés. Debajo de mi adultez, sin duda que hay mucho niño (Fuguet, 2003: 60).
En ese sentido, la novela de Fuguet encuentra su punto de contacto con las otras ficciones analizadas hasta aquí. En los tres casos, los personajes–narradores de estos relatos exhiben un proceso de autorregulación de sí mismos que se da a partir de la confluencia de dos vectores: por un lado la escritura como ejercicio de reconstrucción de la propia subjetividad; pero por el otro, este reordenamiento sólo es posible merced a la disposición de una serie de instrumentos tecnológicos (la radio y  la tv, la computadora e internet y el cine) y además a un imaginario que remite a la cultura de masas, popular y que estos autores emplean para reformular el concepto tradicional de literatura. Se trata de textos que exhiben la tensión que caracteriza a los tiempos de globalización; que reflexionan acerca de los conflictos entre lo local y lo mundial a través de un obstinado trabajo de experimentación con materiales múltiples y diversos. Pero además, evidencian una creciente preeminencia de elementos iconográficos que reclaman un análisis más exhaustivo de la relación entre la literatura y la imagen. Es una marcada presencia de la cultura visual "que da cuenta del nuevo sensorium de época" y de la progresiva cosificación del mundo "real" que esto conlleva, lo que estos textos testimonian. Ya sea a través de una reconfiguración de las estructuras narrativas, ya sea mediante las reiteradas referencias icónicas, se hace posible observar esta porosidad del lenguaje visual, donde la imagen se torna una parte fundante del relato y lo que prima es la elocuencia de las mismas por sobre la historia por narrar.

"El mundo es visto como efervescencia discontinua de imágenes, el arte como fast–food", dirá García Canclini, y es que lo que importa no es el relato en sí sino el saqueamiento de imágenes provenientes de todas partes y en cualquier orden. La percepción fugaz de lo real se juega en la copia, el pirateo, la absorción desenfrenada y, sobre todo en la fisura de las tradiciones culturales. Sin embargo, ante esta "reorganización de los cambios culturales y los constantes cruces de identidades", creemos que es necesario aún atender a lo que hay de "oblicuo y diferido", es decir a los desvíos en los procesos de hibridación de la tecnología de producción y reproducción de imágenes provenientes del ámbito massmediático contemporáneo con los textos literarios.

Notas

1. Mientras en el siglo XIX muchas sociedades de América Latina vivían el proceso de consolidación de una nación homogénea o la construcción de un Estado único y todopoderoso, hace ya varias décadas que estamos presenciando sino el estallido de esa unidad nacional, por lo menos su cuestionamiento, su profunda modificación. En realidad, lo que parece estar ocurriendo es que el llamado proceso de homogeneización / globalización opera a otro nivel que parece volver obsoleta la categoría de nación. Homi Bhabba analiza el concepto de Nación y destaca que ésta "se vuelve un espacio significante liminar que está internamente marcado por los discursos de minorías, las historias heterogéneas de pueblos rivales, autoridades antagónicas y tensas localizaciones de la diferencia cultural". Se trata entonces de pensar a la nación atravesada por movimientos de dispersión, una "disemiNación", en términos de Bhabba (1994: 184).
2. Entendiendo por cosmopolitismo un punto de encuentro entre experiencias universales, de compenetraciones, o de proximidades e imbricaciones que nos obligan a repensar la relación entre el espacio geográfico y el mundo. "La mirada cosmopolita quiere decir: en un mundo de crisis globales y de peligros derivados de la civilización, pierden su obligatoriedad las viejas diferenciaciones entre dentro y fuera, nacional e internacional, nosotros y los otros, siendo preciso un nuevo realismo para poder sobrevivir" (Ulrich; 2005: 25).
3. Lo que McLuhan pretende poner de manifiesto con esta sentencia es el hecho de que cuando empleamos un medio se convocan toda una serie de patrones culturales, y  nuevas costumbres que se introducen en un contexto a partir de su uso. Es decir,  que la comprensión de un medio de comunicación o de una tecnología pasa no solamente por saber cómo se usa, el conocimiento estrictamente técnico, sino también por el entendimiento de la manera como un medio ejerce efectos y transformaciones sobre la sociedad.
 4. Este término pertenece a J. Andrew Brown. Ver: "Tecno–escritura. Literatura y tecnología en América Latina", Revista Iberoamericana, n. 221. octubre–diciembre 2007: 735–741.
5. Jesús Martín–Barbero. Culturas/Tecnicidades/Comunicación. Disponible en: http://www.oei.es/cultura2/barbero.htm Consultado: 02/01/2014.
6. Daniel Link. "Un amor de Spitz". En: La ansiedad (novela trash). Buenos Aires: El cuenco de plata, 2004: 20.
7. Op. cit. 5.
8. Op. cit. 5.
9. Nicolás Bourriaud emplea este término para explicar un procedimiento recurrente en el arte contemporáneo. Se trata de prácticas artísticas que, aunque formalmente muy heterogéneas, tienen en común el hecho de recurrir a formas ya producidas. Atestiguan una voluntad de inscribir la obra de arte en el interior de una red de signos y significaciones, en lugar de considerarla como una forma autónoma y original. Ya no se trata de hacer tabla rasa o de crear a partir de un material virgen, sino de hallar un modo de inserción en los innumerables flujos de la producción (...) La pregunta artística ya no es: ¿qué es lo nuevo que se puede hacer?, sino más bien: ¿qué se puede hacer con? Vale decir: ¿cómo producir la singularidad, cómo elaborar el sentido a partir de esa masa caótica de objetos, nombres propios y  referencias que constituyen nuestro ámbito cotidiano? (2009: 13).
10. Dispersión en el sentido en que Franco Ingrassia entiende este concepto; esto es: "traducida a un tipo de experiencia subjetiva caracterizada por el desborde, la saturación y la incertidumbre" (2013: 8) Un época en la que al desaparecer la figura del Estado como ente regulador de la vida social, los lazos se tornan más inestables y débiles, con lo cual muchas prácticas artísticas "sobre todo las que nos interesan aquí" intentan componer modos de vida o experiencias de vida colectivas alternativas; otros modos de ser y de relacionarse en entornos altamente variables.
11. Del inglés "crack", en el sentido de romper un sistema de seguridad informático o modificar su comportamiento.
12. Es necesario destacar además que el título de la novela, Las películas de mi vida, remite también al libro de Francois Truffaut "que lleva ese mismo título" y en el que el cineasta recoge una serie de críticas a las películas que según él le hicieron "amar el cine".

Bibliografía

1. Appadurai, Arjun. La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2001.         [ Links ]
2. Bernabé, Mónica. "Vallejo en París", Cuadernos de Literatura, vol. 16, n. 32, julio–diciembre 2012: 208–251.         [ Links ]
3. Bourriaud, Nicolás. Postproducción. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2009.         [ Links ]
4. Brown, J. Andrew (coord.) "Tecnoescritura: literatura y tecnología en América Latina", Revista Iberoamericana, vol. LXXIII, n. 221, octubre–diciembre 2007: 735–741.         [ Links ]
5. Fuguet, Alberto y Sergio Gómez (eds.) McOndo. Barcelona: Mondadori, 1996.         [ Links ]
6. Fuguet, Alberto. Las películas de mi vida. Santiago de Chile: Alfaguara, 2003.         [ Links ]
7. García Canclini, Néstor. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Buenos Aires: Sudamericana, 1995.         [ Links ]
8. Ingrassia, Franco (comp.). Estéticas de la dispersión. Rosario: Beatriz Viterbo, 2013.         [ Links ]
9. Jameson, Fredric. El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Buenos Aires: Paidós, 1992.         [ Links ]
10. Laddaga, Reinaldo. Estética de laboratorio. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2010.         [ Links ]
11. Levrero, Mario. La novela luminosa. Barcelona: Mondadori, 2008.         [ Links ]
12. Link, Daniel. La ansiedad (novela trash). Buenos Aires: El cuenco de plata, 2004.         [ Links ]
13. Martín–Barbero, Jesús. "Las transformaciones del mapa: identidades, industrias y culturas". En: Manuel Antonio Garretón (coord.). América Latina: un espacio cultural en un mundo globalizado. Seminario hacia la consolidación de un espacio cultural latinoamericano. Bogotá: Convenio Andrés Bello, 1999: 296–321.         [ Links ]
14. Martín–Barbero, Jesús. "Comunicación y cultura mundo: nuevas dinámicas mundiales de lo cultural", Signo y Pensamiento, vol. XXIX, n. 57, julio–diciembre 2010: 20–34.         [ Links ]
15. Martín–Barbero, Jesús. "Comunicación: el descentramiento de la modernidad", Anàlisi, n. 19, 1996: 79–94.         [ Links ]
16. McLuhan, Marshall. "El medio es el mensaje". En: Marshall McLuhan. Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós, 1996: 29–42        [ Links ]
17. Santiago, Silviano. "O entre–lugar do discurso latino–americano". En: Silviano Santiago. Uma literatura nos trópicos. Ensaios sobre dependencia cultural. São Paulo: Editora Perspectiva, 1978: 9–26.         [ Links ] 
18. Vattimo, Gianni. "La posmodernidad ¿una sociedad transparente?". En: Gianni Vattimo y otros. En torno a la posmodernidad. Rubí (Barcelona): Antropos Editorial, 2003: 9–19.         [ Links ]


* Mariela Herrero

Universidad Nacional de Rosario (UNR) Argentina, Instituto de Estudios Críticos en Humanidades, Faculty Member. Licenciada en Letras por la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) Becaria doctoral de CONICET con el proyecto de investigación "Estéticas de la errancia. Literatura y arte contemporáneos como tecnologías de la proximidad en los siglos XX y XXI en Latinoamérica". Desde el año 2012, Auxiliar de Investigación en la Cátedra Literatura Argentina I.


Créditos del texto

Cuadernos del CILHA,versión On-line ISSN 1852-9615,Cuad. CILHA vol.15 no.1 Mendoza jun. 2014Centro Universitario, Parque General San Martín,(M5500WAD) Mendoza,República Argentina,cmaiz@logos.uncu.edu.ar,UNR – FONCyT, Argentina, herreromariela@gmail.com

Enlace al texto





Crédito de las ilustraciones

Google Imagen