Cine y teatro: La página donde puedes ver 5000 documentales gratis


 Documentary Addict

Para muchos, el cine documental es un género en el que la realidad emergente es capturada por una cámara, y en el que los acontecimientos parecen ocurrir sólo para la lente del operador. Pero para Raúl Beceyro, director de cine argentino, lo que parece caracterizar mejor al cine documental, lo aporta en un pequeño texto titulado Sobre el cine documental, en el que dice: “El cine documental no es un género. Una película documental no es, en consecuencia, una estructura deliberada que se apoya en un modelo preexistente”. Entre documentales podrán parecerse, tratar los mismos tópicos, pero nunca serán una reproducción de otro, así como los fenómenos sociales no se repiten a pesar de que parezca que cumplen un ciclo. Siempre una tercera mirada aportará significados distintos a un fenómeno en particular. 




El quehacer del director y operador de cámara en un documental no radica en confabular la posibilidades que serán registradas por la cámara, pues la mano de los realizadores no está para modificar, sino para estar, solamente estar. A pesar de esto no se puede decir que cuando se filma o graba un documental, la presencia del equipo, sea grande o pequeño, no altere las relaciones que se puedan ir dando en torno a la temática. La cámara, como un tercer observador, cambia el contexto, se inserta como un antropólogo que estudia de las relaciones familiares en una comunidad remota. Lo anterior no significa que pondrá a su disposición y en beneficio del filme a los participantes. Debe aspirar a relatar la problemática no controlada, con el mínimo de inferencia posible.




Con la llegada de plataformas en las que se pueden ver materiales audiovisuales, como Youtube o Vimeo, comenzaron a surgir necesidades para indexar distintos tipos de materiales como películas y documentales. Así como en Youtube es posible ver documentales completos, también existen páginas especializadas en las que todo el contenido estás dedicado al cine documental. Aquí te presentamos Documentary Addict, un sitio en el que puedes ver más de 5 mil documentos fílmicos.



Con categorías tan variadas que van desde una especial para ver exclusivamente documentos sobre el 9/11 en Nueva York, hasta la posibilidad de navegar por la parte dedicada a la Filosofía, la plataforma también ofrece las clásicas temáticas históricas, naturales, misterio, biografías, ciencia, tecnología, o sexo.

Si ya sabes qué documental ver, puedes utilizar el buscador, insertando el título que te interesa o simplemente dejar llevarte por la casualidad y presionar el botón de Random para que la página te ofrezca algunas posibilidades para ver.

Si no sabes por dónde empezar, te recomendamos cinco documentales que están en la página y que toda persona debería ver.

1.- Nanook of the North (1922) – Robert J. Flaherty



Uno de los primeros documentales filmados en la Historia, donde se entra en contacto directo con Nanook y su familia esquimal. Un documental silente que al menos una vez en la vida debes ver.



2.- Grizzly Man (2005) – Werner Herzog


Un hombre pasa largas temporadas entre osos en Alaska. Descubre un sentido de vida fuera de la sociedad, donde su amor por la naturaleza lo mantiene.



3.- When we were kings (1996) – Leon Gast



El mítico documental sobre la mítica pelea entre Muhammad Ali y George Foreman llevada a cabo en Zaire (actualmente Congo), el 30 de octubre de 1974.



4.- Surplus (2003) – Erik Gandin

Una mirada a las formas de consumo de la sociedad de principios de milenio, con un toque de sospecha.


5.- 
Super Size Me (2004) – Morgan Spurlock’s 
Comer tres veces al día hamburguesas y papas tiene sus consecuencias. El experimento que conmocionó a toda América.


Lamentablemente, en la página aún faltan añadir documentales clásicos como, 
The man with a movie camera (1929) de Dziga Vertov, o The Gleaners and I (2000), de Agnès Varda. A pesar de esto, la oportunidad de descubrir nuevos documentales es muy amplia, así como la variedad de temas abordados en estos. La base de datos de la página suma títulos constantemente y de manera regular el equipo de curadores sube documentales para que los puedas disfrutar de manera gratuita.

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Lenguaje y escritura: La inspiración y el estilo (fragmentos), por Juan Benet Publicado por ZL

Publicado por ZL  el 20/05/2016 | 6:20 





Juan Benet

El estilo proporciona el estado de gracia; a falta de otro término más específico es preciso buscar en el estilo esa región del espíritu que se ve en la necesidad de subrogar sus funciones para proporcionar al escritor una vía evidente de conocimiento que le faculte para una descripción cabal del mundo y que sea capaz de suministrar cualquier género de respuesta a las preguntas que en otra ocasión el escritor elevaba a la divinidad.
Lo que se acostumbra a llamar un estilo suele tener una raíz popular. Pero el estilo muere de viejo, alejado del pueblo. Su momento de mayor gloria coincide con frecuencia con su máximo alejamiento de las fuentes populares de donde nació.

En cambio el grand style es único: el mismo para el dios que para el aventurero; para que un pastor se dirija a un rey y se entienda con él sin necesidad de que el monarca descienda de su sitial. Puede que esa singular y elevada monotonía del estilo no tenga su origen también en el libro que más influencia ha tenido en la formación de todas las épocas nacionales: la Biblia. El mismo Nietzsche lo dijo: El gran estilo nace allí donde la belleza triunfa sobre lo monstruoso.

En nuestro país el gran estilo se define en la vaguedad, torpeza y falta de precisión. En Inglaterra, Italia o Francia ese estilo no falla nunca. En España ninguno de los grandes clásicos coincide en el tiempo o en la acción con ese gran estilo al que, por despecho o repugnancia, han renunciado voluntariamente para echarse en brazos del casticismo. Es cierto que en nuestra literatura no falta ese énfasis que tan cómodamente se confunde con la grandeza.

Estoy convencido de que una obra no puede contar con otro abogado defensor que con sus valores literarios, su estilo. Muchas novelas han dejado de interesar porque no tienen estilo, porque el estilo es, en parte, una manera cualitativa de conocer. No supieron dar a la información un valor permanente que mantenga el interés una vez que aquella había perdido actualidad. Nunca se dejará de leer Moby Dick porque lo que Melville dijo sobre el tema no dejará nunca de tener interés gracias a la forma que le dijo. Por tanto uno de los grandes temas del problema del estilo es que la cosa literaria sólo puede tener interés por el estilo, nunca por el asunto. El interés no puede radicar en la información en sí, sino en aquel estilo narrativo que haga permanentemente interesante un conocimiento que ha dejado de tener actualidad. El estilo no es más que un esfuerzo del escritor por superar el interés extrínseco de la información para extraer de ella su naturaleza caediza y confeccionarle otra perdurable.

El escritor que inició su carrera con los comentarios de actualidad llega en un momento a descubrir que se ha hecho poseedor de un estilo, es capaz de tocar cualquier futilidad para interesar al público. En definitiva, el estilo es un instrumento con el que puede acercarse a cualquier cosa para descubrir y extraer su interés.

La madurez supone casi siempre un estilo porque es el estado que comienza con la decisión de abandonar la búsqueda del vacío para dedicarse al pulimento de la herramienta (publicó su primera novela —tras ser rechazada por varias editoriales y varias veces reescrita— con cuarenta años). Durante los años de aprendizaje es la obra quien tira del escritor remolón para arrastrarle hacia su deber. En la madurez, es el escritor quien tira de la obra.

Una de las cosas que a la larga le suele sentar peor a una prosa es la innovación. Una cosa es renovarse, hacer que una cosa sea nueva siendo la misma y otra muy distinta es innovarse, alcanzar la novedad marcando las diferencias.

Los escritores griegos de la época helenística solían designar la inspiración con el término entusiasmo, con esto querían indicar que tenía una raíz divina. Es el regalo que los dioses entregan al hombre para ayudarle a conocerlos, ensalzarlos y temerlos. Así el escritor inspirado (entusiasta o endiosado) es quien por disponer de una visión más amplia que la usual es capaz de describir y ensalzar el mundo con más precisión, generalidad y firmeza que los hombres dedicados al estudio.

Haciendo uso de la analogía de la gracia es preciso concluir que el soplo divino sólo lo recibe el escritor que se halla en estado de gracia, un estado transpuesto que al tiempo que le despierta una sensibilidad y una receptividad hacia el mensaje de las alturas le embarga un cierto número de facultades que se demuestran innecesarias en ese acto.

Una composición lírica es la única obra literaria vigente en el momento actual que puede ser totalmente inspirada o derivada en su totalidad de un dictado de la inspiración. Hasta el Romanticismo o la Ilustración no se puso nunca en duda la existencia de una fuente de conocimientos y bellezas que acudía en socorro del poeta para mitigar los rigores de su carrera.

El escritor judío no tiene ni que investigar ni que novelar; es el puro narrador y su función única es la de cantar la gloria y el poder de Dios; y quiso dar a su libro el carácter de crónica verídica para atraer la atención, la fe y la credulidad del lector. Por esto el Antiguo Testamento tiene una sola intención, un único estilo y una única fuente de inspiración.

El contenido, las fábulas son un ejemplo de una inspiración dictada por una creencia, ceñida a un estilo insoslayable y limitado a una estricta concepción del universo que es la base del estado judío y de su legislación.


En la prosa sagrada es muy raro que un pasaje bíblico comience con “Una tarde…”. Estas dos palabras no prefiguran un estilo, pero sí adelantan un modo narrativo. Y es que de ellas arranca un estilo que tiende a la ficción frente a “Y aconteció…” que se corresponde con una intención dogmática y una voluntad histórica. El empleo del artículo indefinido de “Una tarde…” lleva a adueñarse del tiempo, de aquella tarde que por ser una entre millones no tiene una configuración propia, por lo tanto, al ser extraída del conjunto innominado e infechado pasa a pertenecerle en toda su extensión.

Fuente: http://zonaliteratura.com/

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