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10 relatos breves de Lydia Davis. Post plaza de las palabras


Plaza de las palabras en su sección Mini relatos  presenta a la escritora estadunidense Lydia Davis, novelista, cuentista, ensayista y traductora. La autora desde una perspectiva novedosa acomete la escritura desde ficciones breves, esta particularidad de búsqueda desde lo breve, la ha llevado a indagar y experimentar no solo en los contenidos sino también en la forma de sus narraciones. 

Su búsqueda experimental la asemeja a lo que intento hacer la escritora francesa Nathalie  Sarraute con Tropismos. Palabra que Sarraute toma de la biología y adaptó a la literatura. La diferencia es que Nathalie  Serraute, lo hace tratando de develar el inconsciente, esos movimientos casi involuntarios, esas argucias que se producen en la mente, que como nubes se evaporan en el instante sin dejar huellas. Aquello que solo queda como transición, subterráneo, memoria fugaz, y  que no alcanza a ser expresado.  Lo hace desde un plano ilógico, inconsciente, casi intuitivo. En que como ella afirmaba «La sensación impone la forma». 

Lydia Davis por su parte acomete le  escritura desde un plano más consiente, su discurso es lógico, narrable; pero su fogonazo inicial la lleva a explorar la realidad y lo cotidiano a partir de cualquier suceso por insignificante que sea. Y  una vez atrapado, esos materiales los convierte en ficción.   La idea motora puede surgir del abrir una puerta, un gato que pasa, una frase que oye, un contraste que ve,  un recuerdo de algo…    


De la música  y la poesía, y luego salto a la prosa

«Lydia Davis nació en Northampton, Massachusetts, el 15 de julio de 1947.3​Es hija de Robert Gorham Davis, un crítico y profesor de inglés, y de Hope Hale Davis, una escritora de cuentos y maestra.4​Davis en su infancia inicialmente: «Estudió música (primero piano, y luego violín), cosa que fue su primera pasión».5​Años más tarde, al convertirse en escritora Davis comentó: «Probablemente siempre estuve destinada a ser escritora, aunque esa no fuera mi primer pasión. Creo que siempre debí haber querido escribir en alguna parte de mí o probablemente nunca lo hubiera hecho».5​Estudió en la Barnard College, y por aquel entonces escribía principalmente poesía.5​»

«Davis ha publicado seis colecciones de ficción: The Thirteenth Woman and Other Stories (1976); Break It Down (1986) (finalista del Premio PEN/Hemingway); Varieties of Disturbance (finalista del Premio Nacional del Libro en 2007); y Can't and Won't (2013). En 2009 se publicaron sus Cuentos completos, libro el cual contiene toda su ficción hasta el año 2008.7​8​Davis ha traducido al inglés a escritores franceses tales como Marcel Proust, Gustave Flaubert, Maurice Blanchot, Michel Foucault, Michel Leiris, Pierre Jean Jouve, entre otros; así como al escritor holandés A.L. Snijders.3​

«Davis ha sido descrita como: «La maestra de una literatura merecedora de su propia creación».9​Algunas de sus «historias» son solo de una o de dos oraciones. Davis ha comparado estos trabajos con un rascacielos, en el sentido de que están rodeados por una imponente extensión blanca (es decir, el cielo).5​Michael LaPointe, escritor en Los Angeles Review of Books, va tan lejos como para decir que: «Lydia Davis no inventó los microrrelatos; ella es, hasta ahora, su representante contemporánea más eminente».1​Kassia Boddy en la Columbia Companion to the 21st Century Short Story comentó que: «Las parábolas de Davis son más exitosas cuando examinan los problemas de comunicación entre hombres y mujeres, y las estrategias que cada uno usa para interpretar las palabras y acciones del otro». De los autores norteamericanos contemporáneos, solo Davis, junto con Stuart Dybek y Alice Fulton, comparten la distinción de aparecer en los libros The Best American Short Stories y The Best American Poetry.»

«En octubre de 2003, Davis recibió una Beca MacArthur.10​En 2013 fue la ganadora del Premio Internacional Booker y recibió distinciones de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, de la Sociedad Filolexiana y de la Universidad de Columbia. Desde el 2005 es miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias. » (1)

Sus cuentos cortos: Tres fogonazos 

«En 2009, tras casi cuatro décadas de trabajo en relativa oscuridad, aparecieron los Cuentos completos de Lydia Davis, un volumen de 700 páginas que recogía los dos centenares de relatos breves incluidos en las cuatro colecciones publicadas por la escritora a lo largo de su vida. El libro dio la medida de su dominio del cuento, género que siempre ha gozado de la más alta estima en la tradición norteamericana, y en la que Davis ha inscrito su nombre para siempre con autoridad y contundencia, aunque no esté muy claro qué son exactamente los brevísimos textos que escribe. Sus segmentos en prosa alcanzan un nivel de intensidad y concisión que los sitúa en las inmediaciones de la poesía o la iluminación filosófica. Uno de sus más rendidos admiradores, Jonathan Franzen, trató de zanjar el asunto, refiriéndose a ella como “una suerte de Proust del relato breve»

«Mi trabajo ha ido evolucionando con el tiempo, aunque me resulta difícil explicar exactamente cómo. Las primeras colecciones incluían historias más tradicionales que alcanzaban cierta extensión. Había relatos cortos pero no minúsculos, como ahora. Creo que en este último libro me he aventurado más con la forma. Siempre ensayo nuevas formas de escritura, y en el último libro llevo esa tendencia todavía más lejos. Hay más listas. Por primera vez aparecen secuencias o series, como las llamadas historias-sueño o la secuencia de 13 historias-Flaubert. Se trata de excepciones. Se podría decir que en el libro nuevo hay textos que se acercan más a lo que es un poema, aunque la razón por la que rompo los renglones no es que los vea como versos sino una manera de indicar cómo han de leerse, efectuando una pausa después de cierta frase. Cabría considerar que son una especie de poemas primitivos, pero sin carácter lírico. Se trata más bien de breves fogonazos en prosa que quiero que estén nítidamente separados en la mente del lector. Mi intención desde luego no era crear poemas».

«Jamás me he considerado novelista. Desde que empecé a escribir me sentí cuentista… Bueno, si me remonto a los orígenes, lo primero que escribí fue poesía, aunque aquello era más bien una suerte de conjuro verbal. La novela surgió cuando llevaba más de veinte años escribiendo cuentos. Tengo un amplio espectro de registros, desde una o dos líneas hasta un párrafo, una página, dos páginas, y en algunos casos textos de una extensión algo mayor. A medida que son más largos se vuelven más narrativos, y cuanto más cortos se parecen más a una canción. Puede que no sean poemas, pero el lenguaje, el ritmo y la forma son de un orden más musical, aspecto que se convierte en el elemento prioritario. Pero incluso entre los textos más breves los hay muy distintos. Algunos son como un grito, otros una especie de meditación. Realmente la novela era una especie de cuento largo.» (2)

Su perfil ensayístico una arquitectura desde múltiples puntos de fuga

«Editado originalmente en 2019, Ensayos I de Lydia Davis abre el pensamiento de una escritora célebre por sus formas excéntricas, por sus traducciones de autores difíciles, por haber realizado un recorrido singular en el panorama de la literatura norteamericana y más precisamente en la tradición del cuento corto, que la ha colocado en un lugar propio y único. Hasta ahora habían sido publicados en español sus Cuentos completos (2011), su novela El final de la historia (2014) y la edición local de No puedo ni quiero, por Eterna cadencia en 2014. Pero los ensayos constituyen otro aspecto de su obra, paralelo y complementario a su trabajo en la ficción, que son además de valiosos en sí por el abanico de temas que abordan, una herramienta clave para comprender los procesos, las decisiones y la reflexión que la llevó a arribar a una escritura que muchas veces –o todas, directamente—brilla por su extrañeza. Una apertura soñada para sus lectores, como si al rompecabezas de su producción le hubieran faltado hasta ahora estas palabras, como unas instrucciones para la construcción de ese artefacto complejo, bello y anómalo, que es su literatura.»

«Las figuras que aparecen en los ensayos son diversas, pero tienen un centro de imantación en la propia poética de Davis. Samuel Beckett, Franz Kafka, Lucia Berlin, Gustave Flaubert, Rae Armantrout, Jane Bowles, Michel Leiris, Maurice Blanchot, John Ashbery, Artur Rimbaud, Tomas Pynchon, Osama Alomar, Grace Paley, Michel Butor y muchos y muchas otras aparecen a lo largo de las páginas, en textos de diferente extensión. Cuando habla de ellos, Davis pareciera también hablar de sí, pero no porque el libro sea un álbum de sus autores favoritos, o los que más la han influenciado –aunque probablemente también sea así- sino porque el modo en que Davis los aborda, su inclemente observación de la gramática, del léxico, de la forma literaria, es elocuente acerca de su detallismo de lupa, de su fascinación por los aspectos más materiales del lenguaje. Leer las lecturas de Davis es acercarse a estos escritores desde una perspectiva siempre nueva, porque ella es como una detective de asuntos minúsculos o muy laterales a los que se entrega con obsesión. Ella misma cuenta cómo muchas veces vio aparecer por la ventana las luces del día mientras investigaba apasionadamente acerca de temas como ciertas construcciones en ladrillo en la Roma antigua, o el origen y derivas de la palabra “gubernatorial”. Pese a lo dicho, los textos no son farragosos, ni abrumadores, todo lo contrario: gozan de la liviandad y ese humor cotidiano y paradojal, que acostumbra tener la prosa de Davis.»

«El libro está estructurado en capítulos temáticos: La práctica de la escritura, Escritores, Artes visuales y La biblia la memoria y el paso del tiempo. Todos ellos –con excepción del último-- se reiteran. Está Escritores I, II, III y así. El orden es cronológico, de lo más antiguo a lo más reciente. Davis también aclara que al momento de la edición se animó a corregir los textos, por eso, al final de cada uno aparecen distintas fechas, la de la escritura y luego las sucesivas correcciones. Más que una perspectiva museológica, la antología es fiel a un pensamiento que no se queda quieto y el emergente testimonia ese movimiento incesante.»

«Un punto fuerte de Ensayos I es sin duda la serie de apartados dedicados a narrar sus procesos de escritura. Los subdivide en diversas secciones, la primera de ellas Formas e influencias, es donde relata el zigzaguente recorrido por el que fue llegando al tipo de cuentos que escribe. Davis se detiene en las formas literarias menos tradicionales, formatos difíciles de definir y menos frecuentes, que pueden ser variaciones de las formas conocidas o textos en la frontera entre dos géneros. Es en esas formas que se dedicó a leer y analizar a lo largo del tiempo en las que va a profundizar.»

«Son ensayos en los que la escritura propia se encuentra inextricablemente enlazada con las lecturas que fueron posibilitando que se produjera. Arranca en la niñez, con los autores que leyó a partir del convencimiento de que ella sería una cuentista, tal como sus padres lo habían sido. Escribe sobre lo que escribió, pero sobe todo sobre lo que leyó, dedicándole una atención especial a Joyce, Beckett y Kafka. Los dos primeros fueron su ejemplo para ver las mutaciones, los diversos géneros que se podían abordar a lo largo de una vida. De Kafka le interesó que algunos de sus textos no eran narraciones sino mas bien meditaciones y problemas lógicos. También menciona a Isaak Bábel y a Grace Paley por la condensación, la intensidad emocional y el ritmo de sus textos. Pero fue la lectura de Russell Edson con la que se produjo la gran revelación. Se trata de un escritor poco común, de historias fantásticas, relatos breves y divertidos sobre el caos doméstico. Después de leer su libro Davis empezó a escribir textos de un párrafo. Se fue alejando lentamente del cuento tradicional y al mismo tiempo deteniéndose a pensar en los límites del relato, sus formas, los asuntos en los que merece la pena detenerse.» (3)


10 textos breves de Lydia Davis. Selección plaza de  las palabras

 

ÁNGULOS

Por supuesto que él sabe que su pie está en el piso debajo de la mesa cerca del de ella, y ella sabe que lo ha movido ahí́ a propósito. Después de eso, en realidad todo se reduce a observar los ángulos: en vista del ángulo en que la esposa de él está sentada al otro lado de la mesa, ¿le será́ posible bajar la mirada para advertir que los pies de ellos se tocan suave y deliberadamente de cuando en cuando? Pero más allá́ de los ángulos y del cuidado que él pone en calcularlos, ¿qué más se puede decir de este hombre que toca el pie de su invitada con el suyo de vez en vez en forma significativa, o de la invitada que disfruta el mensaje secreto implícito en el roce de él mientras su esposa alta y bella les habla desde el otro lado de la mesa, entre bocados de cena, detallando algunos problemas que tiene en su profesión?



UNA BREVE NOTICIA DE HACE MUCHO TIEMPO


Escuchamos esta historia hace varios años en el noticiero vespertino: en su noche de bodas una novia y un novio se embriagaron con sus amigos y luego abordaron el auto de la novia y se marcharon. En un camino sin salida junto a un paso elevado detuvieron el coche, apagaron el motor y comenzaron a discutir en voz alta. La discusión se oía en las casas cercanas y se prolongó tanto que varios vecinos empezaron a atenderla. Al cabo de un rato, el novio gritó a la novia:

—Está bien, entonces atropéllame.

A estas alturas los vecinos también miraban la escena desde sus ventanas. El novio bajó del auto, cerrando de un golpe la puerta tras él, y se acostó́ frente a la llanta delantera del lado del pasajero. La novia arrancó el coche y le pasó por encima el vehículo de mil ochocientos kilos. El novio murió́ al instante. El matrimonio había durado unas cuantas horas. Al momento de su muerte, el novio aún vestía esmoquin.


LA TRECEAVA MUJER

En una ciudad de doce mujeres vivía una treceava. Nadie aceptaba que vivía ahí, no llegaba ninguna correspondencia para ella, nadie hablaba de ella, nadie le vendía pan, nadie le compraba nada, nadie devolvía su mirada, nadie tocaba su puerta; la lluvia no caía sobre ella, el sol nunca brillaba sobre ella, el día nunca atardecía para ella, la noche nunca llegaba para ella; para ella las semanas no pasaban, los años no transcurrían; su casa no tenía número, su jardín estaba descuidado, su camino no era caminado, nadie dormía en su cama, su comida no se comía, su ropa no se usaba; y aun así, a pesar de todo esto, seguía viviendo en la ciudad sin ningún resentimiento.


RATONES

Hay ratones que viven en nuestras paredes pero nunca entran a nuestra cocina. Estamos contentos pero no podemos entender por qué no vienen a nuestra cocina donde tenemos trampas puestas, y sí van a las cocinas de nuestros vecinos. Aunque estamos contentos, también estamos un poco tristes, porque los ratones se comportan como si hubiera algo malo con nuestra cocina. Lo que hace esto todavía más misterioso es que nuestra casa es mucho menos ordenada que las casas de nuestros vecinos. Hay más restos de comida en nuestra cocina, más migajas en la barra y restos sucios de cebolla pateados por debajo de la alacena. De hecho, hay tanta comida suelta en la cocina que solo se me ocurre pensar que los ratones mismos se sienten intimidados por ella. En una cocina limpia, es un reto para los ratones encontrar suficiente comida noche tras noche para sobrevivir hasta la primavera. Pacientemente cazan y mordisquean hora tras hora hasta quedar satisfechos. Pero en nuestra cocina se encuentran frente a algo tan fuera de su experiencia habitual que no pueden contra ello. Pueden aventurarse y dar algunos pasos, pero al enfrentarse a los abrumadores monumentos y olores, vuelven resignado a sus hoyos, incómodos y apenados de no poder husmear como deberían.


UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Si tan solo tuviera la oportunidad de aprender de mis errores, lo haría, pero hay demasiadas cosas que no haces dos veces; de hecho, la mayor parte de las cosas importantes son cosas que no haces dos veces, así que no las puedes hacer mejor la segunda vez. Haces algo mal y luego ves lo que hubiera sido mejor hacer y estás preparada para hacerlo, de presentarse la oportunidad, pero la próxima experiencia es muy diferente y tu juicio de nuevo será erróneo y aunque luego estés preparada para esta experiencia si habría de repetirse, no estás preparada para la experiencia siguiente. Si, por ejemplo, pudieras casarte a los dieciocho años dos veces, la segunda vez podrías asegurarte de que no fueras tan joven para hacerlo, porque tendrías la perspectiva de ser mayor y sabrías que la persona que te aconseja casarte con este hombre te está dando un mal consejo pues sus razones son las mismas que te dio la última vez que te aconsejo casarte a los dieciocho. Si pudieras traer un hijo de un primer matrimonio a un segundo matrimonio por segunda vez, sabrías que la generosidad puede convertirse en resentimiento si no haces las cosas bien y el resentimiento en amabilidad si las haces, a menos que el hombre con el que te cases cuando te cases por segunda vez una segunda vez tuviera un temperamento muy diferente al del hombre con quien te casaste por segunda vez la primera vez, en ese caso tendrías que casarte con ese hombre dos veces para saber cuál sería el mejor camino que tomar al casarse con un hombre de su temperamento. Si pudieras ver a tu madre morirse por segunda vez podrías estar preparada para pelear por conseguir una habitación privada donde no hubiera nadie viendo la televisión mientras ella muere, pero si estuvieras preparada para pelear por eso, y lo hicieras, tendrías que perder a tu madre de nuevo para saber lo suficiente como para decirles que coloquen bien su dentadura y no mal como lo hicieron antes en su habitación y la vieron por última vez sonriendo tan extrañamente, y luego una vez más para asegurarte que sus cenizas no fueran  guardadas de nuevo en esa especie de contenedor de correos aéreos donde la mandaron al norte a un cementerio.


UN HOMBRE DE SU PASADO

Creo que Madre está coqueteando con un hombre de su pasado que no es Padre. Me digo: ¡Madre no debería tener relaciones inapropiadas con este hombre “Franz”! “Franz” es un europeo. ¡Le digo que no debería ver a este hombre inapropiadamente cuando Padre no está! Pero estoy confundiendo una vieja realidad con una nueva realidad: Padre no volverá a casa. Se estará quedando en Vernon Hall. En cuanto a Madre, ella tiene noventa y cuatro años. ¿Cómo puede haber relaciones inapropiadas con una mujer de noventa y cuatro años? Bien, creo que mi confusión es la siguiente: aunque su cuerpo está viejo, su capacidad de traición sigue joven y fresca.


SUSIE BROWN ESTARÁ EN LA CIUDAD

Susie Brown estará en la ciudad. Estará en la ciudad para vender sus cosas. Susie Brown se mudará muy lejos. Quiere vender su cama matrimonial. ¿Queremos su cama matrimonial? ¿Queremos su silla otomana? ¿Queremos sus artículos de baño?

Es tiempo de decirle adiós a Susie Brown. Nos gustaba que fuera nuestra amiga.

Nos gustaban sus clases de tenis.


LA TRANSFORMACIÓN

No era posible, pero pasó; y no de una manera repentina, sino con gran lentitud, no fue un milagro, sino algo muy natural, a pesar de ser imposible. Una chica de nuestra ciudad se convirtió en piedra. Pero es cierto que tampoco había sido una chica normal antes de eso: había sido un árbol. Sabemos que a los árboles los mueve el viento. Pero en algún momento a finales de septiembre comenzó a dejar de moverse con el viento. Pasaron varias semanas y cada vez se movía menos. Después, nunca se movió. Cuando sus hojas caían lo hacían repentinamente y con sonidos terribles. Caían sobre las piedras y a veces se partían en pedazos y a veces permanecían intactas. Salían chispas donde caían y un poco de polvo blanco alrededor. La gente, aclaro que yo no, recogía las hojas y las ponían sobre manteles. Nunca existió una ciudad como ésa, con hojas de piedra sobre cada mantel. Luego comenzó a cambiar de color: primero pensamos que era por la luz. Algo frustrados, a veces algunos rodeábamos el árbol abriendo y cerrando los ojos, boquiabierto –y tan pocos dientes había entre nosotros que también era algo para verse– y decíamos que era la hora del día o el cambio de estación lo que la hacía verse gris. Pero pronto fue claro que ahora simplemente era gris, así nomás, así como hace unos años tuvimos que aceptar que ahora simplemente era árbol y no una chica. Pero un árbol es una cosa y una piedra es otra. Hay límites en lo que puedes aceptar, incluso cuando se trata de cosas imposibles.


HÄNDEL

Hay un problema en mi matrimonio: simplemente no me gusta Georg Friedrich Händel tanto como a mi marido. Es una verdadera barrera entre nosotros. Envidio a una pareja que conocemos, por ejemplo, ambos aman a Händel tanto que a veces viajan en avión hasta Texas solo para escuchar una de sus operas interpretada por un tenor en particular. Incluso han convertido a otra de nuestras amigas en común en una admiradora de Händel. Estoy sorprendida porque la última vez que ella y yo hablamos de música, me dijo que a quien realmente admiraba era a Hank Williams. Los tres juntos tomaron un tren a Washington D.C. este año para escuchar a Giulio Cesare in Egitto. Yo prefiero a los compositores del siglo diecinueve y particularmente a Dvořák. Pero soy bastante abierta a todo tipo de música y normalmente si estoy en contacto con algo lo suficiente, termina por gustarme. Pero aunque mi marido ponga música de Händel todas las noches si no hago algo para evitarlo, no he podido hacer que Händel me guste. Afortunadamente, acabo de descubrir que hay un terapeuta no tan lejos de aquí, en Lenox, Massachusetts, que se especializa en Terapia de Händel, y voy a darle una oportunidad. (Mi marido no cree en la terapia y yo sé que él no iría a una Terapia de Dvořák conmigo aun cuando existiese una).


ILUMINADA

No sé si pueda seguir siendo su amiga. He pensado bastante en ello– nunca comprenderá cuánto. Le di una última oportunidad. La llamé, después de un año. Pero no me gustó el camino que tomó la conversación. El problema es que ella no está muy iluminada. O debo decir, no está lo suficientemente iluminada para mí. Tiene casi cincuenta años y no está más iluminada, a como lo veo, que cuando nos conocimos hace veinte años, cuando hablábamos principalmente de hombres. No me importaba qué tan iluminada no estaba entonces. Creo que estoy más iluminada ahora y ciertamente más iluminada que ella, aunque sé que no es muy iluminado decir eso. Pero quiero decirlo, así que estoy dispuesta a posponer estar más iluminada para seguir pudiendo decir cosas similares de un amigo.


Notas bibliográficas 

1. Datos biográficas, entrada de Lydia Davis, Wikipedia 

2. EDUARDO LAGO, ENTREVISTA Lydia Davis: “Realmente la novela es un cuento largo”. El País, 04 MAR 2015

3. Halfon, Mercedes, Los ensayos detectivescos de Lydia Davis, PÁGINA 12, EL PAÍS, 23 de julio de 2021, EDICIÓN IMPRESA PDF


Créditos

Textos 

 23 cuentos de Lydia Davis, CIRCULO DE POESIA

Tres cuentos breves de Lydia Davis, ETERNA CADENCIAS