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Grandes novelas del siglo XX. El viejo y el mar. Ernest Hemingway. El heroísmo de la realidad: la resistencia como metáfora en el mundo moderno. Post Plaza de las palabras





Plaza de las palabras en su sección Grandes  novelas del siglo XX, presenta una novela icónica de Ernest Hemingway: El viejo y el  mar.


El viejo y el mar. El heroísmo de la realidad: la resistencia como metáfora en el mundo moderno

Por Mario A.Membreno Cedillo 

 

In placid hours well-pleased we dream

Of many a brave unbodied scheme.

But form to lend, pulsed life create,

What unlike things must meet and mate:

A flame to melt—a wind to freeze;

Sad patience—joyous energies;

Humility—yet pride and scorn;

Instinct and study; love and hate;

Audacity—reverence. These must mate,

And fuse with Jacob’s mystic heart,

To wrestle with the angel—Art.

Herman Melville  

 

I PARTE

El autor y la novela 

 «Ernest Miller Hemingway (Oak Park, Illinois; 21 de julio de 1899-Ketchum, Idaho; 2 de julio de 1961) fue un escritor y periodista estadounidense, uno de los principales novelistas y cuentistas del siglo XX.  Su estilo sobrio tuvo una gran influencia sobre la ficción del siglo XX, mientras que su vida de aventuras y su imagen pública dejó huellas en las generaciones posteriores. Hemingway escribió la mayor parte de su obra entre mediados de la década de 1920 y mediados de la década de 1950. Ganó el Premio Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar y al año siguiente el Premio Nobel de Literatura por su obra completa..»  (1) «Considerada una novela corta de apenas 27000 palabras se ha convertido en un punto de referencia no solo de las novelas del autor sino de las novelas del siglo XX. El viejo y el mar (The Old Man and the Sea) es una novela escrita en 1951 en Cuba y publicada en 1952. Fue su último trabajo de ficción importante publicado en vida y posiblemente su obra más famosa. La historia se centra en un viejo pescador cubano (Gregorio Fuentes, que en la novela le llama Santiago) y su lucha con un pez espada de gran tamaño(2)

 

«En 1936, con menos de doscientas palabras, Hemingway había publicado en la revista Esquire,  On the blue water la anécdota del pez y el viejo en la corriente. Era el relato que le hiciera Carlos Gutiérrez primer patrón del Pilar, sobre un pescador de Cabañas. Lo cierto es que, a pesar de todos los estudios que se han realizado, Hemingway sigue siendo en algunos aspectos ese gran desconocido. Incluso, cuando se publica El viejo y el mar, se desconocía que ese relato había sido desgajado de un producto mayor, una obra que Hemingway había comenzado a escribir tan pronto como concluyó la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de una extensa novela que tituló The Sea Book, una trilogía sobre el mar, el aire y la tierra, a la que nunca le hizo la revisión final y  nunca publicó en vida.» (3)

 

«En la elaboración de El viejo y el mar, Hemingway manifestó gran rigurosidad y plena conciencia de lo que intentaba lograr, tanto que aseguró haber revisado el manuscrito cerca de doscientas veces  antes de darlo por concluido~. Era, como él mismo observara, aquello- por lo cual estuvo trabajando toda su vida 9. En una carta que envió a Bernard Berenson, negó categóricamente la existencia de símbolos en la novela, aunque en una ocasión admitió la posibilidad de que tal texto tuviese diferentes significados: "Traté de hacer un hombre viejo real, un muchacho real, un mar real y un pez real y tiburones reales. Pero si los hice bien y suficientemente verdaderos", escribe el novelista, "significarán muchas cosas" 10. Negar la existencia de símbolos, no así la posibilidad de plurisignificación, es creer haber restringido la palabra escrita a un punto de clara, inmóvil y permanente significación que Hemingway justifica en un intento por captar la realidad; confía en que la realidad se transparenta verazmente en el mundo de la palabra. (4)

 

 


II PARTE

Crítica y contenido


1

La obra literaria de Hemingway, ya sea sus cuentos o sus novelas, posee varias aristas. Se ha dicho que es una obra en que se glorifica la violencia, o que sencillamente que es un culto a la acción. Privilegia el individualismo y la dureza. Corren por sus interpretaciones un manojo de palabras: realidad, pragmatismo, éxito, hechos, acción  y poder. No obstante ser apreciaciones representativas y hasta cierto punto justas, requieren también un paso más en el análisis, y considerar que  autor y obra se confunden;  o a veces es complejo separar al autor de su obra y  librarlo de sus personajes. Hemingway fue un personaje mediático. Poseído  desde su juventud de aficiones deportivas. Pero esos entretenimientos que inundan su obra: boxeo, beisbol, pesca, caza, toreo, solo son un motivo no una meta. Detrás de ese culto al cuerpo, a la fuerza,  a la acción, a  la aventura;  pervive un estilo de vida, irradia una concepción de vivir. No diremos que Hemingway  era un ejemplar de santidad. Toda su vida lucho por sus creaciones artísticas y sus propios demonios. La versión negra lo equipara a un buen ejemplar del macho americano.  En una cuerda floja entre cuatro matrimonios y en medio una botella de alcohol.  No obstante, en su trabajo artístico hay también una disciplina y hasta una ética encubierta. De lo que se trata es no quedarnos únicamente con una idea de Hemingway y su obra como la de un hombre de acción, intrépido, empedernido. Esa seria  una visión  muy simplista de  su obra,  de  lo compleja personalidad del autor y de la profundidad de su  visión  artística.  

2

En cuanto a la obra que nos ocupa El viejo y el mar, se ha dicho que esta amparada en el mito.   Pero también se le  ha querido ver como una parábola, una alegoría, un puñado de símbolos. Aunque el autor, en algún momento haya dicho que no había  símbolos en su novela: que él lo que quería  plasmar era  un mar real, un pez real, unos personajes reales, en fin hacer una novela real. Otros  han querido  ver una aproximación en su trama con la obra Moby Dick de Herman Melville, o un paralelismo entre los personajes, pero entre ella solo  se da un contrasentido si el capitán Ahab de Melville, lleno de odio quería cazar la ballena blanca. Por lo contrario, Santiago el personaje de El   viejo y el mar, aunque quería cazar un pez, lo hace sin odio o por el mero hecho deportivo de pescar. Lo hace respetando y considerando al pez como su amigo, su hermano. Apertura y evocación de una democracia cósmica franciscana.  Y hasta se ha visto en la sencillez, humildad, sufrimiento, sacrificio  y candor de Santiago, un paralelo con Cristo. Por supuesto cada quien puede encontrar lo que quiere encontrar. Pero no hay duda de que en la lucha de Santiago asoma  un prontuario de vida, una epístola de la resistencia, una plegaria en soledad.   

3

En la novela, se encuentran una multitud de binomios o tensiones que alimentan la trama y  contribuyen al  desarrollo del contenido. Nos referiremos solamente a algunas de estas tensiones muy brevemente. Tensión entre voluntad y resignación.  Si Adler el sicólogo vienes decía que en el hombre lo que priva es la voluntad de poder, en Santiago tenemos una voluntad por sobrevivir y por cumplir su tarea. Su oficio de pescador le da el encuadre de un sentido vida. Tal y como lo aconsejaba Víctor Frankl. Pero también esa voluntad en el fondo yace una cierta resignación. No un pesimismo ni un fatalismo. Su visión es equilibrada nunca fantasea ni sentimentaliza. Toma la vida y los hechos tal como le llegan.  Tensión entre épica y lirismo. Hay una cierta calma que irradia por todos los poros de  la novela. El personaje Santiago,  manifiesta su estoicismo y resistencia en tan intenso y azaroso viaje, acentuado  por su tenaz lucha contra el pez y contra si mismo. Lucha que en momentos  vuelve épico su viaje.  Pero también no deja de haber un lirismo no solo en el lenguaje sino en las actitudes sensibles del viejo hacia la naturaleza. De tal manera, que adicionalmente  se de un mano a mano entre prosa y poesía. Entre lo duro de la lucha y la ternura hacia la naturaleza. Tensión entre cotineidad y milagro. Cuando uno repasa toda la acción, resistencia y lucha de Santiago en ese recorrido marítimo; la precariedad de recursos de que disponía, por lo que en algún momento pensamos que estamos ante la presencia de una especie naufrago de la vida. Una versión moderna de Robinson Crusoe. O como alguien que clama  en el desierto. O un Ulises viejo que encuentra en el pez su último sentido de lucha. En ese contexto, el simple hecho de regresar a su casa es un milagro. Un milagro dentro de una cotineidad amenazante, espectacularmente solitaria.

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Si hay una coherencia  mente y espíritu en la obra de Hemingway; lo podemos apreciar más directamente en su novela El viejo y el mar. Una especie de catalogo de la buena pelea. Una recapitulación de las luchas de la vida en una última acción, en un asalto boxístico final, un estoicismo  al tirar la caña al agua sin odios. En que hombre y naturaleza se enfrentan cara a cara. Cada quien lucha por lo suyo. Pero no es una lucha de dominio, sino una lucha existencial El viejo pescador lo sabe, ama a la naturaleza, sabe que es una lucha de iguales. Ama el mar y las aves, el viento y a los peces. Sabe que lo importante es luchar, hacer lo que hay que hacer. En esa breve narración Hemingway se acerca casi a una visión franciscana de la naturaleza, hasta el pez con que lucha es el hermano pez y al final le pide perdón por matarlo. El viejo marinero brinda una lección de lucha y de vida. La vida no solo es una resistencia física sino también tonifica y libera una resistencia mental y espiritual. No obstante, que Santiago no es un héroe  ni tampoco un santo, hay en ese viaje y en esa lucha una lección para el hombre del siglo XXI.. La soledad de Santiago es la soledad del hombre moderno, el recorrido de ir mas allá de la costa es una aventura espiritual. No cualquier hombre moderno emprendería un viaje en esas circunstancias, ni  resistiría tal y como lo hizo Santiago: solo y su alma.

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 Santiago también nos enseña que no se necesita de grandes cosas para aceptar el reto de la vida,  sale a la pesca con lo básicamente necesario: sin lujos y excesos. Apena con un par de botes de agua, casi sin comida. Sus aparejos son los mínimos, la vela de su bote es remendada. Es un viaje de pobre porque él es pobre. Aun así en ningún momento se amilana, el cansancio físico esta apunto de tumbarlo pero recurre a sus  arrestos mentales e espirituales. Nunca se da por vencido, nunca maldice su situación, nunc le echa la culpa a nadie,  ni odia a su rival el pez. Santiago hace una introspección muy ecuánime de su vida,  apenas destellos sin caer en el sentimentalismo o las emociones vanas. Toda su conducta está dosificada, controlada. Sin poder y sin grandes recursos, sin caer en la tentaciones del escapismo o autocomplacencia. Hemingway nos regala un personaje sobrio y empático.  Un personaje que se concentra solo en la lucha del ahora y del lugar. Desde la humidad, esa virtud que Simone Weil emparejaba con la atención, hasta llegar al agradecimiento Santiago hace su tarea y regresa vivo. Cumple con un ética de sobrevivencia en el marco de un respeto a la naturaleza y a la vida, lo hace desde la «ausencia de poder», en términos del teólogo Karl Rahner.

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Pocos conocen que  las visiones artísticas del pintor francés Paul Cèzanne y Ernest Hemingway tuvieron  algunos puntos en común. En principio Hemingway llego a conocer y estudiar la obra pictórica de Cézanne: «El novelista americano decía que había aprendido a escribir observando cuadros de Cézanne y de pintores impresionistas cuando vivía en París. (Hemingway 1964: 12-13) (5) Este acercamiento de Hemingway a la pintura de los impresionistas y especialmente a Cèzanne, es muy significativo, ambos tenían una cierta disposición mental hacia la naturaleza y lo real.  Ambos buscaban la naturaleza. Y seguidamente ambos buscaban una verdad. Lo real de las cosas.  Cèzanne lo hacia desde el punto de vista de no fantasear en sus cuadros, trataba de representare el objeto tal y como lo veía. Al respecto de no fantasear  e irse a lo directo de la representación modélica: « Paul Cézanne, le dijo una vez a su amigo el Joaquín Gasquet, crítico de arte: «Antes destrozo mi lienzo que me invento o imagino un detalle». (42). (6).  La obsesión de Cezanne era atrapar lo real del momento, así como Monet intento atrapar en sus pinturas la luz que revoloteaba de hoja en hoja en los cromáticos jardines de   Giverny. Cèzanne buscaba «Truth of things» (7) «the truth of real world» (8)  

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Cezanne buscaba también la perdurabilidad de su obra, por eso aspiraba que sus obras estuviesen en un museo. Igualmente, desde un alambicado realismo  Hemingway, no andaba lejos de una concepción como la de Cézanne: esperaba que sus obras fuesen perdurable en el tiempo. « […], lo real, la secuencia de movimiento y hecho que produjo la emoción y que sería igual de válida al cabo de un año, o de diez años o, con suerte y si uno lo expresaba con la suficiente pureza, siempre (DIA: 2)» (9).  También Hemingway estaba obsesionado con trasportar a niveles narrativos exclusivamente lo real. Para él lo real era lo verdadero y esa búsqueda cuajo en su estilo es un reflejo de la objetividad, sus personajes, están muy controlados, sus emociones son restringidas. Muy cerca de la visión de Cezanne en sus pinturas, tal y como acerca de Cezanne asevera el critico Mario De Michelli: «In Cezanne the emotions were suppressed and constricted a whitin a formal structure»(10)   De otra manera, pero siempre en el mismo cauce: ambos era artistas rigurosos e intensos, ambos buscaban el heroísmo de la realidad. Decía Cezanne «Realism (…), which is full of greatness, the heroism of the real. » (11) La rigurosidad e intensidad de Hemingway también la  observamos en las obras de Cézanne, la única diferencia es que Cézanne fue más experimental y estuvo mucho mas cerca de un aun fenomenología amigable del espíritu en  la naturaleza.

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No obstante lo dicho anteriormente, tanto Cézanne como Hemingway, pese a su práctica y ejecución de un  riguroso realismo entran cada uno a su manera en una contrastante paradoja. En Cézanne, a pesar de su proclamado  realismo, al observar muchos de sus pinturas, aunque no son fruto de la fantasía o una imaginación desbordada, tampoco corresponden a un realismo puro. Cezanne hecho mano de la técnica y la experiencia y encontró un camino en que nos presenta un realismo artificioso.  Por su arte, Hemingway, con su prosa objetiva y realista, al final como el mismo alguna vez lo dijo, y varios críticos coinciden con él, encontró la manera de escribir una prosa poética. Al respecto, decía Hemingway: «…it is poetry written into prose and it is the hardest of all things to do» El secreto es que es poesía escrita en prosa, y es, de todas las cosas, la más dura de hacer» (Hemingway, Mary Welsh 1976: 352). (12)

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De lo que no hay duda es la enorme intensidad narrativa de la que hace gala Hemingway en esta novela. Ritmo y armonía van juntos, intensidad y dosificación se ven cara a cara. La ecuanimidad narrativa como columna vertebral. Las repeticiones cíclicas de la novela cansan pero profundizan el horizonte mental. Hay un embotamiento visual pero también cae una fuerte introspección  lingüística. No gasta ni siquiera un solo palabra rebuscada, salvo las especiales del lenguaje de la pesca o algunos modismos en español.  Su lenguaje a primera vista es natural, superficial, hasta cierto punto lineal o coloquial. Siempre nos parece un lenguaje fresco y desprovisto de pantomimas o connotaciones muy escondidas. No obstante esa simplicidad es compleja y difícil de lograr. Hemingway por su formación periodística y la brillante concisión de sus cuentos era un maestro en ese tipo de prosa. Sin embargo, su lenguaje aunque no es rebuscado, contiene algo de artificial: construido astutamente, y además siempre esconde más de lo que expresan las simples palabras. Cabe la observación de James Joyce: « There is much more behind Hemingway’s form than people know. »

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De Hemingway y su incursión en el «Real World», retrocedemos al estilista y polémico  Henry James  que en su ensayo critico «On the Art of  Writing Fiction», manifestaba que  «Todo el arte verdadero debería competir con la realidad.» (13) Afirmación que Brent Gordon,SJ en Fantasy  Literature, Imagination, and Christian Life, abre la entrada a la  reflexión entre la literatura realista y la literatura fantástica. Y la necesidad de extraer verdades  espirituales desde la fantasía o la realidad. Sobre esta ya han opinado, tal y como les cita el autor    en ese ensayo, G.K. Chesterton,  Robert Louis Stevenson y C.S.Lewis, autores que  han defendido la literatura fantástica sobre la realista. Sin embargo, no es un pugilato entre ambas corrientes, solo un intento medido de acercamiento a esas posiciones y extraer lo positivo de ambas.   Por supuesto, dejando de lado la antigua  disputa filosófica entre apariencia y realidad, entre objetivismo y subjetivismo, entre lo abstracto y lo concreto,  entre acción y emociones, o entre hechos y sueños.  Tanto Hemingway como Cézanne, intentaron acercarse a lo real. Cézanne al igual que el pintor francés e impresionista Monet,  al final se  dieron cuenta que era muy complejo imitar la realidad. Hemingway también le intento a su manera, y  se acerco a una cierta realidad, pero no a toda la realidad.

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Alexander Weisentein en? What Gods? On Writing Spirituality in Literary Fiction  (14)   hacia la observación que en la ficción moderna es muy escaso el espacio que los escritores otorgan a la ficción basada en  cualquier clase de espiritualidad. Señalaba admirar a escritores como: Raymond Carver y Ernest Hemingway. Pero sobre ambos decía   que era muy difícil encontrar en ellos un acercamiento directo a un mundo o  universo  espiritual. Señalaba también encontrar un perjuicio, desvalorización  o deslegitimación contra la literatura o ficciones basadas en cualquier rasgo de espiritualidad.  No obstante, no hay que pensar que esa espiritualidad que ciertamente no abunda y no es tan visible en el mundo moderno, tampoco está totalmente en retirada. Siempre ha existido  y seguirá existiendo en la literatura toda una corriente o tradición que se nutren de corrientes subterráneas  espirituales. Y no importa si estos escritores tienen un dios personal o alguna religión o pertenezcan  a algún culto confesional. Pensemos, para citar solo algunos novelistas: Tolstoy, Dostoievski. Kafka, Hesse, Saint Exupery, Broch, Kundera, Eco,  Calvino, Camus, Weil. De Hemingway sabemos que no era un hombre religioso, incluso  en  El viejo y el mar, Santiago su personaje en alguna parte de la novela lo afirma: «No soy religioso». No obstante acto seguido le pide a Dios pescar aquel pez. Puede ser un relativismo religioso  o sencillamente  esta falta de conciencia religiosa es llenada en su molde ético y espiritual de otra manera: con su ternura hacia la naturaleza, una puerta abierta a la religión natural del hombre. 

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De la literatura realista como la de Hemingway también podemos sacar verdades espirituales. Si ese estilo es objetivo y solo busca lo real, no es obstáculo para que un lector pueda encontrar en sus novelas una riqueza espiritual. Pero pensando mas en Roland Barthes todo esta más en manos del lector que del autor. En fin uno puede leer esa novela de muchas maneras. El tal heroísmo de la realidad de Cèzanne, también puede ser un heroísmo del espíritu. Podemos leer El viejo y el mar como se lee Siddhartha de Herman Hesse. O si preferimos oscurecer el personaje, presentar a Santiago como un viejo decrepito, sin un cinco en la bolsa, que no hizo nada en la vida y que lleva 85 días sin pescar.  O leerla como una nueva versión casi secular del Jonás bíblico. O ya cambiando de giro entonces leerlo como un personaje de Dostoievski,  un  personaje frustrado, lleno de resentimiento hacia el mundo, sumido en pobreza. Pero aun en un  personaje hipotético como ese, escarbando siempre encontraremos como Ariadna un hilo de luz.  

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Si Edgard Morín hablaba de una «realidad de la realidad.» Entonces uno se pregunta si el personaje de Santiago es real. Aunque sabemos, por los estudiosos de la obra de Hemingway que el modelo del personaje de Santiago si existió, es decir es un hecho histórico. Aun así también sospechamos que  Hemingway le tomo de modelo pero también agrando su propia ficción.  En ese escenario, dramatis personae, nos preguntamos si podrá haber un personaje real como Santiago; que   en el enredo de los tiempos que corren,   viva  en la encerrona de una pandemia, la pobreza y las mil contradicciones y espejismos que fabrica la vida moderna. Porque al hacer las debidas trasposiciones, ese mar de Santiago puede ser también un desierto o la tierra estéril de T.S.Eliot;   y ese  bote ser una isla, y la  pesca de Santiago ser una aventura, pero además un viaje espiritual.  Entonces desierto, isla, pesca, resultado: la   soledad del pescador. En ese bote la soledad de Santiago es la de un confinado, la de un ermitaño, la de un ensimismado y quizá hasta tenga algo de quijotesco.

 

Hemingway por medio de Santiago, quizá sin estar totalmente consciente de ello, tradujo y se apropio en el buen sentido de la palabra del heroísmo de la realidad de Cèzanne. Santiago es un héroe paradójico, casi antihéroe porque no tiene bienes materiales, ni ha derrotado a nadie. Además tiene el mayor pecado de los tiempos modernos, no para Dios pero si para la sociedad: ser pobre. Y esa pobreza  que es su  soledad al no  tener interlocutor, le hacen hablar con los animalitos tal y como lo hacia San Francisco de Asís, y hasta  habla consigo mismo. Pero sobre este ultimo hecho como alguna vez lo dijo Antonio Machado, en uno de sus poemas: «quien habla solo, espera hablar a Dios un día». Porque aunque secular y nada religioso, Santiago sospecha que en todo la grandeza de la naturaleza que lo rodea,  tiene que haber un Pescador Mayor.  

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Al final, uno se pregunta si verdaderamente desde la ficción se puede atrapar la realidad o toda la realidad. O si la ficción literaria es tan solo un sustituto caballeroso, así como ahora lo virtual es también un sustituto seductor de lo real.  Hay una realidad a la vista,  y reitero la pregunta, ‘¿si esta realidad concreta es toda la realidad? Quizá una salida, sea pensar que está confrontación entre ficción y realidad, no es el nudo gordiano de la existencia.  Las dos perspectivas a su manera, nos enseñan una parte de  la realidad, y de las dos se puede  extraer algún   tipo de enseñanza o virtud modélica. Esa inquietud en vilo nos lleva a pensar; en un ejemplo. Si la monumental obra fantástica El señor de lo anillos de J.R.Tolkien,  en que no se menciona a Dios en toda la obra, representa algún tipo de realidad, o fue solo un una ficción bien elaborada y bien meditada. Porque a pesar de ser una obra puramente fantástica, si algo nos enseña la  obra de Tolkien; es  la tentación y oscuridad del poder simbolizada en la posesión del anillo. Entonces también esta obra  puramente fantástica nos  enseña algo de este tumultuoso y sombrío panorama actual. Una vez Chesterton dijo que creía más en el País de las Hadas que en la política.  Y que los cuentos de hadas o dragones no se escribían para  hacernos creer en dragones o en hadas, sino para enseñarnos la bondad de las hadas y que los dragones pueden ser vencidos. Y nos preguntamos si esa aseveración de Chesterton, ¿es una verdad real o una verdad espiritual?

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En sentido contrario, una novela realista o escrita como El viejo y el mar, con una contención de las emociones y con un lenguaje todoterreno objetivo. Practicada casi con el  mismo refreno  conque T.S.Eliot imponía a su poesía y exigía a los jóvenes poetas.  ¿Puede captar la realidad total?  ¿O puede un lenguaje realista ocultar otras capas de la realidad? ¿Se puede leer una novela realista desde las realidades espirituales? Conrad en El corazón de las tinieblas, a todas luces una novela realista y hasta con una cierta objetividad histórica;  aunque haya sido escrita desde la cantera arisca del expresionismo literario, nos develo la oscuridad del corazón del hombre. Pero aun  en esa novela sin dioses  y hasta arropada con una escenografía dantesca. Existe un poco de luz, respira una verdad espiritual en ciernes y muestra una enseñanza moral para el hombre moderno.  Pero así como de la literatura fantástica podemos sacar verdades espirituales  o experiencia reales. Al invertir el proceso,  de la literatura realista también podemos extraer verdades espirituales. Ningún tipo de literatura o clasificación puede hacer tabla rasa o un castillo inexpugnable creyendo que ese castillo será el Castillo de Kafka ni la piedra angular de una  catedral gótica.   Por más que un escritor pretenda ser realista, entre línea pervivirá lo espiritual o algo de lo sensible se colara entre líneas o tras de bastidores. El Ser tiene muchos modos de presentarse. O  como Aristóteles escribió en su Metafísica: « de una u otra manera el alma es todo. »  

 

III PARTE

Extractos comentados de la novela El viejo y el mar




1. Eso dice el mar

El inicio  de esta novela es muy conocido y en pocas palabras nos brinda un panorama del tema de la novela. Un comienzo directo y sin preámbulos Frases cortas, lenguaje austero, pocos adjetivos y muchos verbos. Solo hay dos personajes el viejo pescador de nombre Santiago y un muchacho, Manolin que a veces le acompaña  a pescar.  

 

«Era un viejo que pescaba solo en un bote en la corriente del Golfo y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez. En los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. Pero después de cuarenta días sin haber pescado, los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente salao lo cual era la peor forma de la mala suerte; y por orden de sus padres, el muchacho había salido en otro bote, que cogió tres buenos peces la primera semana. Entristecía al muchacho ver al viejo regresar todos los días con su bote vacío, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpón y la vela arrollada al mástil. La vela estaba remendada con sacos de harina y, arrollada, parecía una bandera en permanente derrota.»

 

2. Una descripción invicta  

La descripción física  de Santiago es ecuánime pero profunda, apenas unas cuantas pinceladas. Ese  es todo el retrato que Hemingway brinda de Santiago en toda la novela. De Manolin no hay una descripción salvo que es un muchacho  y quiere llegar a ser un pescador como  Santiago. Descripción eficaz y visual,  no solo física sino temporal y mental de Santiago. A partir de esa descripción uno ya se puede imaginar un proceso mental de casi toda la vida de Santiago. 

 .

«El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical, estaban en sus mejillas. Estas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo, y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto. Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos.»

 

3. Un cuarto con visión

Su casa era un cuarto donde le vivía y tenía todos  los parejos de pesca. No hay decoración salvo unas imágenes religiosas y una foto que le recordaba a su esposa y que luego quito. Eso es todo lo que sabemos sobre la familia de Santiago. No hay un pasado de Santiago Hemingway presenta tal y como él es  el presente. En ese cuarto cabía toda su vida y todos sus sueños.  Entre cuatro paredes estaba toda su  historia. No se menciona que haya una ventana, pero no es importante porque la visión siempre es interna no externa.

 

«Marcharon juntos camino arriba hasta la cabaña del viejo y entraron; la puerta estaba abierta. El viejo inclinó el mástil con su vela arrollada contra la pared y el muchacho puso la caja y el resto del aparejo junto a él. El mástil era casi tan largo como la habitación única de la choza. Esta última estaba hecha de las recias pencas de la palma real que llaman guano, y había una cama, una mesa, una silla y un lugar en el piso de tierra para cocinar con carbón. En las paredes, de pardas, aplastadas y superpuestas hojas de guano de resistente fibra, había una imagen en colores del Sagrado Corazón de Jesús y otra de la Virgen del Cobre. Estas eran reliquias de su esposa. En otro tiempo había habido una desvaída foto de su esposa en la pared, pero la había quitado porque le hacía sentirse demasiado solo el verla, y ahora estaba en el estante del rincón, bajo su camisa limpia.»

 

4. El gran sueño  

En varias ocasiones Santiago sueña: una al inicio de la novela,  otra en el viaje de pesca y otra al final de la novela. Siempre sueña con África, playas y leones. En este sueño hay tres sentidos comprometidos, el visual, auditivo y olfativo. Pero acaso toda  la novela no  podría ser  también un ejercicio onírico: leerse toda la novela como un minucioso y extenso gran sueño. 

 

«—Que duerma bien, viejo.

El muchacho salió. Habían comido sin luz en la mesa, y el viejo se quitó el pantalón

y se fue a la cama a oscuras. Enrolló el pantalón para hacer una almohada, y puso luego

el periódico dentro. Se envolvió en la frazada y durmió sobre los otros periódicos viejos

que cubrían los muelles de la cama. Se quedó dormido enseguida y soñó con África, en la época en que era muchacho, y con las largas playas doradas y las playas blancas, tan blancas que lastimaban los ojos, y los altos promontorios y las grandes montañas pardas. Vivía entonces todas las noches a lo largo de aquella costa y en sus sueños sentía el rugido de las olas contra la rompiente y veía venir a través de ellas los botes de los nativos. Sentía el olor a brea y estopa de la cubierta mientras dormía, y sentía el olor de África que la brisa de tierra traía por la mañana.»

 

5. El personaje concreto

Se ha dicho que los personajes de la novela son Santiago y Manolin, pero también se reconoce que el mar y el pez son otros personajes complementarios y protagonistas directos de la novela. El mar representa junto a los peces la naturaleza. En la novela la fuerza del mar es significativa, puede ser hermoso pero también cruel. Tiene estados de ánimo: se encoleriza. Aunque el viejo pescador a veces lo idealiza y trata de entenderlo amigablemente. Y al igual que el  pez que pertenece al mar  es un contra personaje, una sombra, un símbolo. El pez y Santiago son centro de la pantalla. El mar es el fondo, el paisaje, la casa, el hogar, un  espejo, un símbolo de la mente.   

 

La mar es dulce y hermosa. Pero puede ser cruel, y se encoleriza muy súbitamente, y esos pájaros que vuelan picando y cazando, con sus tristes vocecillas, son demasiado delicados para la mar.» «Decía siempre la mar. Así es como le dicen en español cuando la quieren. A veces los que la quieren hablan mal de ella, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer. Algunos de los pescadores más jóvenes, los que usaban boyas y flotadores para sus sedales y tenían botes de motor comprados cuando los hígados de tiburón se cotizaban alto, empleaban el artículo masculino, le llamaban el mar. Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar, o a un enemigo. Pero el viejo lo concebía siempre como perteneciente al género femenino y como algo que concedía o negaba  grandes favores, y si hacía cosas perversas y terribles era porque no podía remediarlo. »

 

6.  La estatura de la soledad

La soledad de Santiago no es la soledad en el viaje y en alta mar. Su soledad lo persigue desde la casa, la costa, el pasado.  El mar solo es la continuidad. Un reflejo porque el mar también es un ser solitario que como un espejo le devuelve su soledad a Santiago. Además de la lucha y resistencia por la sobrevivencia  contra la naturaleza, y la soledad, hay otro personaje sin ruido en la novela: es el del silencio. El problema de la incomunicación, Santiago sustituye ese vacio. A veces en su soledad habla con las criaturas de la naturaleza, se fabrica una manera de empatía pero también de acompañarse. Así como a veces en su soledad se habla asimismo, esto es un recurso de Hemingway para permitir cierto juego de introspección de Santiago. Pero siempre dosificado nunca deja que su personaje vuele muy alto. Santiago sabe que la salvación es individual  y es una decisión personal. Santiago se arriesga, toma la oportunidad,  va donde nunca había ido: más lejos de la costa.     

 

«No recordaba cuánto tiempo hacia que había empezado a hablar solo en voz alta cuando no tenía a nadie con quien hablar. En los viejos tiempos, cuando estaba solo, cantaba; a veces, de noche, cuando hacía su guardia al timón de las chalupas y los tortugueros, cantaba también. Probablemente había empezado a hablar en voz alta cuando se había ido el muchacho. Pero no recordaba. Cuando él y el muchacho pescaban juntos, por lo general hablaban únicamente cuando era necesario. Hablaban de noche o cuando los cogía el mal tiempo. Se consideraba una virtud no hablar innecesariamente en el mar, y el viejo siempre lo había reconocido así y lo respetaba. Pero ahora expresaba sus pensamientos en voz alta muchas veces, puesto que no había nadie a quien pudiera mortificar.

—Si los otros me oyeran hablar en voz alta, creerían que estoy loco —dijo—. Pero,

puesto que no estoy loco, no me importa. Los ricos tienen radios que les hablan en sus

embarcaciones y les dan las noticias del béisbol.»

 

7.  La estrella brillante

Hay un pasaje clave: el destino. Para lo que uno ha nacido. Santiago esta seguro de que su destino ha sido, es  y será ser pescador. En ningún momento vacila o duda de ese destino encarnado. Pero también el mar representa un aliado o cómplice del destino.  

 

«Ésta no es hora de pensar en el béisbol —pensó—. Ahora hay que pensar en una sola cosa. Aquella para la que he nacido. Pudiera haber un pez grande en torno a esa mancha. Sólo he cogido un bonito extraviado de los que estaban comiendo. Pero están

trabajando rápidamente y a lo lejos. Todo lo que asoma hoy a la superficie viaja muy

rápidamente y hacia el nordeste. ¿Será la hora? ¿O será alguna señal del tiempo, que yo

no conozco?»

 

9. La aparición maravillosa

Al fin el pez aparece en la superficie y Santiago lo ve por primera vez.

 

«Recordó aquella vez en que había enganchado

 

—Está subiendo —dijo—. Vamos, mano. Ven, te lo pido.

El sedal se alzaba lenta y continuamente. Luego la superficie del mar se combó delante del bote y salió el pez. Surgió interminablemente y manaba agua por sus copados. Brillaba al sol, y su cabeza y lomo eran de un púrpura oscuro, y al sol las franjas de sus costados lucían anchas y de un tenue color azul—rojizo. Su espada era tan larga como un bate de béisbol, yendo de mayor a menor como un estoque. El pez apareció sobre el agua en toda su longitud, y luego volvió a entrar en ella dulcemente, como un buzo, y el viejo vio la gran hoja de guadaña de su cola sumergiéndose, y el sedal comenzó a correr velozmente.(…)«Me pregunto por qué habrá salido a la superficie»

 

10. Una oración compasiva

Santiago reza para conseguir pescar ese pez, pero también reconoce la belleza y dignidad del pez. Quizá sea una oración  relativista, circunstancial, oportunista. No obstante, recurre a ella porque algo significa o alguna semilla hay todavía en su corazón, o sencillamente necesita una ayudadita. 

 

«Estaba cómodo, pero sufría, aunque era incapaz de confesar su sufrimiento.

—No soy religioso —dijo— Pero rezaría diez padrenuestros y diez avemarías por pescar este pez, y prometo hacer una peregrinación a la Virgen del Cobre si lo pesco. Lo  prometo. Comenzó a decir sus oraciones de modo mecánico. A veces se sentía tan cansado que no recordaba la oración, pero luego las decía rápidamente, para que salieran   automáticamente. «Las avemarías son más fáciles de decir que los padrenuestros», pensó.

—Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Luego añadió:

—Virgen bendita, ruega por la muerte de este pez. Aunque es tan maravilloso.

Dichas sus oraciones y sintiéndose mejor, pero sufriendo igualmente, y acaso un poco más, se inclinó contra la madera de proa y empezó a activar mecánicamente los dedos de su mano izquierda.  El sol calentaba fuerte ahora, aunque se estaba levantando ligeramente la brisa.»

 

11. Apretón de manos

Aquí Santiago fraterniza y hace una comparación entre el y la tortuga. Su conducta desde la igualdad, concibe a los animales como seres fraternos.

«No sentía ningún misticismo acerca de las tortugas, aunque había navegado muchos años en barcos tortugueros. Les tenía lástima; lástima sentía hasta de los grandes «baúles», que eran tan largos como el bote y pesaban una tonelada. Por lo general, la gente no tiene piedad de las tortugas porque el corazón de una tortuga sigue latiendo varias horas después que han sido muertas. Pero el viejo pensó: «También yo tengo un corazón así, y mis pies y mis manos son como los suyos.»

 

12. El presente eterno

En El viejo y el mar se da un congelamiento del tiempo, casi una epojé a lo Husserl, o un gran sueño. No hay un pasado claro, Santiago apenas atisba en el pasado. No importa que tipo de vida lleva a cuestas o cuales son las circunstancias por las que llego al momento presente. Tampoco importa mucho el futuro. Solo cuenta lo que esta ocurriendo y como lo resolverá. En ese sentido piensa como un hombre pragmático, pero también condensando toda su vida en un instante, el momento decisivo.  Es un presente absoluto, la eternidad está ahí.  En que solo la acción correcta cuenta.  Así en un tramo de la novela el mismo se dice: 

 

«Piensa en esto; piensa en lo que estás haciendo. No hagas ninguna estupidez”. “Debiste haber traído muchas cosas (…). Pero no las has traído, viejo. Ahora no es el momento

para pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay».



13. Un dialogo franciscano

Hay solo unos cuantos diálogos al inicio y al final  de la novela: diálogos entre Santiago y Manolin. No obstante, eso no es obstáculo para que Santiago, dadas las circunstancias y la soledad de su tarea emprende un dialogo con las  criaturas que le  rodean. Por otro laso, podemos citar  antecedentes, de  esa incursión de un pájaro  ante un humano. Decía en uno de sus poemas el poeta  romántico ingles, Percy B.Shelly,  cuando veo un pájaro: «Veo un espíritu no un pájaro»  La otra es el cuervo que se poso en la ventana en el famoso poema The Raven de Edgard A.Poe. Ambas escenas son contrastantes. Una es el marco de un romanticismo estilizado y espiritual, la otra una ave negra que presagia un mal. Una mas, en sentido contario el albatros que aparece en La balada del antiguo marinero de  Coleridge, es un ave de buen agüero, en que el viejo marinero que le mata luego es condenado por todos y recibe un castigo. En la escena que nos plantea Hemingway.  Santiago establece un dialogo amigable con base a preguntas al pájaro que el mismo Santiago se va contestando. La aparición del pájaro es extraña pero también muy natural, el pájaro hace solo lo que un pájaro hace, y Santiago aprovecha su aparición para hablarle. Pero es su soledad la que habla, es su silencio el que toma la palabra. Pero en ese dialogo Santiago además reconoce la dignidad del pájaro. Como todos los pajaros en algún momento toma el vuelo.  .      

 

«Un pajarito vino volando hacia el bote, procedente del norte. Era una especie de curruca que volaba muy bajo sobre el agua. El viejo se dio cuenta de que estaba muy

cansado. El pájaro llegó hasta la popa del bote y descansó allí. Luego voló en torno a la

cabeza del viejo y fue a posarse en el sedal, donde estaba más cómodo.

—¿Qué edad tienes? —preguntó el viejo al pájaro—. ¿Es éste tu primer viaje?

El pájaro lo miró al oírlo hablar. Estaba demasiado cansado siquiera para examinar

el sedal y se balanceó asiéndose fuertemente a él con sus delicadas patas.

—Estás firme —le dijo el viejo—. Demasiado firme. Después de una noche sin

viento no debieras estar tan cansado. ¿A qué vienen los pájaros?

«Los gavilanes —pensó— salen al mar a esperarlos.» Pero no le dijo nada de esto

al pajarito, que de todos modos no podía entenderlo y que ya tendría tiempo de conocer a

los gavilanes.

—Descansa, pajarito, descansa —dijo—. Luego ve a correr fortuna como cualquier

hombre o pájaro o pez.

Lo estimulaba a hablar porque su espalda se había endurecido de noche y ahora le

dolía realmente.

—Quédate en mi casa si quieres, pajarito —dijo—. Lamento que no pueda izar la

vela y llevarte a tierra, con la suave brisa que se está levantando. Pero   estas con un

amigo.

Justamente entonces el pez dio una súbita sacudida; el viejo fue a dar contra la

proa; y hubiera caído por la borda si no se hubiera aferrado y soltado un poco de sedal.

El pájaro levantó el vuelo cuando el sedal se sacudió, y el viejo ni siquiera lo había

visto irse. Palpó cuidadosamente el sedal con la mano derecha y notó que su mano

sangraba.

—Algo la ha lastimado —dijo en voz alta, y tiró del sedal para ver si podía virar al

pez. Pero cuando llegaba a su máxima tensión, sujetó firme y se echó hacia atrás para

formar contrapeso.

—Ahora lo estás sintiendo, pez —dijo—. Y bien sabe Dios que también yo lo siento.

Miró en derredor a ver si veía al pájaro, porque le hubiera gustado tenerlo de

compañero. El pájaro se había ido.

«No te has quedado mucho tiempo —pensó el viejo—. Pero a donde vas, va a ser

más difícil, hasta que llegues a la costa. ¿Cómo me habré dejado cortar por esa rápida

sacudida del pez? Me debo de estar volviendo estúpido. O quizá sea que estaba mirando

al pájaro y pensando en él. Ahora prestaré atención a mi trabajo y luego me comeré el

bonito para que las fuerzas no me fallen.»

 

14. Un cosmos fraterno

La novela plantea un constructo reiterado de Hemingway de amor por la naturaleza y los seres que la habitan. No hablaremos de un panteísmo, en realidad Hemingway era poco religioso. Lo que si se colige que indirectamente y sutilmente, Santiago reconoce una fraternidad en   la creación, en la naturaleza toda.  No obstante no esta exenta de la muerte. Santiago tiene que matar al pez, y los tiburones tienen que comerse al pez.  En ese sentido su ficción, en esta novela no omite el naturalismo de la vida. Hay fraternidad pero también supervivencia. Hemingway por mediación de Santiago, quien se acerca a una mancomunidad de seres que llenan y manifiestan la potencia, la presencia y las posibilidades de un  cosmos fraterno en que solo falta reconocer a su Creador. El poeta ingles Gerard Manley Hopskin en uno de sus poemas hablaba que la naturaleza esta cargada de la presencia de  Dios.

«Ahora es de noche, pues en septiembre se hace de noche rápidamente después de la puesta del sol. Se echó contra la madera gastada de la proa y reposó todo lo posible.

Habían salido las primeras estrellas. No conocía el nombre de Venus, pero la vio, y sabía

que pronto estarían todas a la vista, y que tendría consigo a todas sus amigas lejanas.

—El pez es también mi amigo —dijo en voz alta—. Jamás he visto un pez así, ni he oído hablar de él. Pero tengo que matarlo. Me alegra que no tengamos que tratar de matar a las estrellas.

«Imagínate que cada día tuviera uno que tratar de matar a la luna —pensó—. La

luna se escapa. Pero, imagínate que tuviera uno que tratar diariamente de matar al sol!

Nacimos con suerte.»

Luego sintió pena por el gran pez que no tenía nada que comer, y su decisión de

matarlo no se aflojó por eso un instante. «Podría alimentar a mucha gente —pensó—.

Pero, ¿serán dignos de comerlo? No, desde luego que no. No hay persona digna de

comérselo, a juzgar por su comportamiento y su gran dignidad.

«No comprendo estas cosas —pensó—. Pero es bueno que no tengamos que tratar

de matar al sol o a la luna o a las estrellas. Basta con vivir del mar y matar a nuestros

verdaderos hermanos.»

 

15. Dar el pecho

Lo importante es la lucha, no sucumbir. El hombre no esta hecho para la derrota. Mientras hay vida, hay esperanza.

 

«—Pero el hombre no está hecho para la derrota —dijo—. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.

«Pero siento haber matado al pez» —pensó—. Ahora llega el mal momento y ni siquiera tengo el arpón. El tiburón es cruel y capaz y fuerte e inteligente. Pero yo fui más inteligente que él. «Quizá no» —pensó—. Acaso estuviera solamente mejor armado.»

—No pienses, viejo —dijo en voz alta—. Sigue tu rumbo y dale el pecho a la cosa

cuando venga.





Notas bibliográficas

1. Wikipedia

2. Wikipedia

3. Enrique Cirules, Prologo El viejo y el mar, 2001

4. Umaña Chaverri. José Otilio Universidad Nacional (Heredia, Costa Rica) NOTAS PARA UNA LECTURA DE EL VIEJO Y EL MAR p.5, 6

5. Rodríguez Pazos, José Gabriel. 69    MONOGRÁFICO: EL ARTE DE NARRAR  Ernest Hemingway: la complejidad de lo simple. 69    Centro Universitario Villanueva Revista Cálamo FASPE nº 63 • enero-diciembre 2014 • p. 66

6. Plaza de las palabras, Grandes pintores del siglo XX. Paul Cèzanne.  Hacia una ontología visual. Post Plaza de las palabras (Blog)

7. De Michelli,  Mario, Cézanne, A Dolphin Art Book, 1979, p.25.

8 Idem.,  1979, p.20.

9. Ob., cit  Rodríguez Pazos, José Gabriel,p. 64,  2014. Es de hacer notar que la parte final de esta cita sobre Hemingway entona con aquella sentencia que proclamaba Cézanne que aspiraba que sus  obras estuvieran en un museo para que perduraran  y gozaran de la  eternidad.

10. Idem., 1979, p.17.

11. Idem., 1979, p.19.

12 Ob., cit Rodríguez Pazos, José Gabriel,p. 66,  2014

13. Gordon, Brent.(SJ),  Frase citada  en Fantasy  Literature, Imagination, and Crhristian Life, The Jesuit post, 26 enero 2021, la frase original de Henry James es «all true art should 'compete with  life' »

14. What Gods? On Writing Spirituality in Literary Fiction    Literary Hub January 28, 2021

Créditos

Enlace

El viejo y el mar. Novela en PDF. Free Editorial  http://minedupedia.mined.gob.sv/lib/exe/fetch.php?media=el_viejo_y_el_mar_-_version_2.pdf

https://freeditorial.com/es/books/el-viejo-y-el-mar

 

Ilustraciones

Google Imagen y Wikipedia