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1+1Poemas claves: Azul de Rubén Darío. Post plaza de las palabras





Plaza de las palabras en su sección 1 +1 poemas claves presenta Azul de Rubén Darío. Libro fundamental que da inicio al modernismo hispanoamericano. Si bien hay tres etapas definidas del modernismo, en la secuencia de Rubén Darío. Misma que irrumpe con Azul (1888), continua con Prosas  Profanas y otros poemas (1896).  Y termina con Cantos de Vida y Esperanza. (1905). Al  el mismo  Darío, caracteriza sus libros, Azul como un inicio de la primavera, Prosas Profanas como la primavera plena y Cantos de vida y Esperanza como el otoño de su poesía.   Y preferimos apostar por su primer libro, más difícil resultaría elegir una sola poesía como emblema de este movimiento literario que tantas repercusiones tuvo en el ámbito de las letras hispanas.

Un patronímico en  la forja de un poeta

Félix Rubén García Sarmiento, poeta nicaragüense conocido como Rubén Darío, el Darío es un patronímico que toma de su padre. Nace Rubén Darío en Metapa, ahora Ciudad Darío, el 18 de enero de 1867–muere en León, 6 de febrero de 1916), fue un poeta, periodista y diplomático nicaragüense, es considerado el máximo representante del modernismo literario en lengua española. Es llamado «príncipe de las letras castellanas». Escritor precoz en su autobiografía La vida de Rubén Darío, escrita por el mismo. (1913) Se describe como  «algo niño prodigio. A los tres años sabía leer; según se me ha contado.» Sus primeras artículos periodísticos, los hace a los 14 años tomando como modelo al escritor ecuatoriano Juan Montalvo.  Antes de los veinte años ya había publicado varios libros de poemas, pero es hasta Azul escrito a los veintiún años que su carrera empieza a tomar vuelo.

Desde su inicios se matricula con el espíritu musical: «"De la musique avant toute chose". Para él, como para todos los modernistas, la poesía era, ante todo, música(1) De esta elección deriva la importancia que le otorga al ritmo y a la métrica: una renovada banda de sonoridad. Darío fue un innovador. Rescatando viejas formulas poéticas, y usando nuevas métricas como los versos alejandrinos: «Darío fue un Mozart de la poesía. Tomás Navarro Tomás, el más consumado experto en versificación española, nos ofrece las siguientes estadísticas tras hacer un estudio de la obra poética de Darío: 37 diferentes metros y 136 tipos de estrofas. Algunos metros y formas rítmicas del poeta fueron de su propia invención.» (2)

No obstante ser el creador del modernismo, no se puede soslayar, que ya había un horizonte modernistas en ciernes, que habían tomado o improvisado elementos del modernismo: como el peruano José Santos Chocano, el cubano José Martí, y los mexicanos Salvador Díaz Mirón y  Manuel Gutiérrez Nájera por citar algunos. Empero es Rubén Darío el que le da el vigor definitivo a este movimiento literario y estético, que inicia su asombrosa carrera con su libro Azul (1888). Digámoslo de otra manera, divisa una ola y se  sube en la cresta de la ola y parecería dirigirla, si una ola se puede dirigir. Pero esa ola no solo es el modernismo, tal y como se entiende en Hispanoamérica. (3) Desde sus influencias viene del romanticismo, especialmente de Víctor Hugo, agréguensele  los poetas parnasianos. A su vez las influencias de Darío en la poesía se trasladan y penetran toda la poética hispana, desde poetas  de toda laya y modernos como O. Paz y Neruda; y en su momento  hasta poetas de la generación española del 98: Antonio Machado, Ramón del Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez.

«El poeta Octavio Paz, en textos dedicados a Darío y al Modernismo, subrayó el carácter fundacional y rupturista de la estética modernista, para él inscrita en la misma tradición de la modernidad que el Romanticismo y el Surrealismo » (4)

De su libro Azul, escrito en Chile, su impacto inicial fue escaso. Y recibió duras críticas especialmente por su afrancesamiento. Pero el novelista  y critico español Juan Valera le dedica elogiosos comentarios y el libro vuelve a la vida. Dice Juan Valera:  

«Y Ud. no imita a ninguno: ni es Ud. romántico, ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una rara quinta esencia.​ » (5)

En cuanto al titulo del libro, Azul. Lo toma de un epígrafe de Víctor Hugo, poeta muy admirado por Darío, que dice así: "L'art c'est l'azur". En una nota a la segunda edición del libro, de 1890, el autor explica que esta cita del poeta francés motivó el título. Sin embargo, años después, en Historia de mis libros (1913), negó esta relación. Según explica en esta obra, el azul era para él "el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental".» (6)

Rubén Darío según Octavio Paz
Octavio Paz sobre el modernismo y la influencia valorativa de Rubén Darío y el poeta Juan Ramón Jiménez, afirma:  
Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez: « dos poetas que devolvieron la vida a una poesía que estaba sufriendo una decadente caída hacia la monotonía modernista. Si la función del modernismo americano consistió en recordarle a España su perdida universalidad, fertilizando su casticismo romántico y naturalista, la obra de Darío –y después la de Juan Ramón– posee un sentido semejante: devolverle a la poesía su movimiento y su vivacidad, su espíritu, petrificado en esa deslumbrante parálisis en que culmina el modernismo (Paz 1988c: 352).»
(…)
«Tal fue la importancia del nicaragüense para Octavio Paz, que según él la poesía  moderna comienza a través de sus versos. Criticado por su afrancesamiento por unos; y por su europeísmo por otros, Rubén Darío demostró que el casticismo español no era más que el romanticismo y naturalismo francés convertidos en una costumbre; y la necesidad imperante de América en utilizar a Europa como línea de salida desde la que partir para lograr rencontrarse a sí misma. El “casticismo español” no era más que el romanticismo y naturalismo franceses convertidos en hábito, en “costumbrismo”. Los críticos americanos de Darío, por su parte, parecían ignorar que nuestro continente es una creación de Europa, en un sentido literal. Esto es, que América, si se quiere encontrar a sí misma, debe partir de Europa, porque sólo la cultura europea posee formas capaces de resistir, sin romperse, todos los ingredientes nativos (Paz 1988c: 352-353).»

(…)

«Para Rubén Darío el espíritu europeo no es grande tan sólo por aquello que ha conseguido, por todo cuanto ha logrado aunar, sino también por esa capacidad autocrítica que le ha ido permitiendo separar, alejar y, en ocasiones, olvidar, lo vivo y lo muerto, poseyendo sus formas y destruyéndolas hasta tal punto, que el propio hombre se liberase del peso de los siglos que tras él caminaban. Por este motivo, para Octavio Paz el poeta nicaragüense no sólo es el inventor del modernismo, “sino, por encima de todo, el padre de la poesía moderna en español” (Paz 1988c: 353). Se convierte así en el corazón de la poesía; ese del cual emanará la sangre poética que inspirará a sus sucesores  en el tiempo. Una poesía viva, total, donde quepa tanto la tradición como la novedad de ese futuro hecho profecía en unos cantos de vida y esperanza que nutran de espíritu nuestro ánimo.. » (7)



Darío poeta trashumante en permanente movimiento

«El modernismo…devolverle a la poesía
 su movimiento y su vivacidad, su espíritu»
Octavio Paz

Finalmente, sin acabar con el tema porque sobre Rubén Darío se ha escrito hasta la saciedad. En el modernismo el color azul y el cisne blanco eran el símbolo del movimiento. Y hacemos hincapié en el movimiento por el carácter viajante de Darío. Es muy típico de su época en que poetas y escritores ensancharon su visión y experiencia en viajes, especialmente algunos fueron diplomáticos, tal es el caso de Darío, quien fue un poeta nómada y diplomático en varias países.

Su infancia trascurre en León, pero sigue a su madre a San Marcos de Colon en honduras (8)  donde pasa una temporada y luego vuelve a León. Fue corresponsal del La Nación en 1886 Santiago de Chile y Valparaíso, y en Madrid  Sus andanzas, lo llevan a Perú, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica. La Habana, y a su regreso, se traslada a Panamá y de allí a Nueva York y París, Diplomático en Argentina como cónsul honorífico de Colombia. Cónsul en Francia lo que facilitó sus viajes por la Europa continental. Participo en  la Tercera Conferencia Panamericana en Río de Janeiro. De regreso en América (Nueva York, Panamá y Nicaragua). Viajes  México, Brasil, Uruguay, Argentina, Mallorca, la ciudad del Sena, Barcelona, Nueva York, Guatemala y Nicaragua, donde fallecerá prematuramente en la ciudad de su infancia, León, el 6 de febrero de 1916, a los cuarenta y nueve años de edad. (9)

Este itinerario geográfico lo llevaría a construir también una geografía imaginaria, abrevia en los poetas del siglo de oro español, especialmente en Campoamor y Gustavo Adolfo Bécquer y  los parnasianos franceses, siembra el cultismo latino, incursiona en la mitología griega, aprovecha el  imaginario féerico. Rubén Darío fue un viajero incansable e impenitente. Un poeta siempre en movimiento no solo geográfico, sino mental.

De ahí su afán de búsqueda experimental en el amplio reino de la versificación. No solo fue poeta, incursiona también en la autobiografía, crítica literaria, libros de viajes, ensayo, cuentos  y deja inacabada una novela. Sin duda cosmopolita al traje de la época qué le toco vivir y la vorágine de la primera década del siglo XX, de velocidad y ruido, mitad siglo XIX despidiéndose con su mano izquierda y  mitad siglo XX saludando con su mano derecha al nuevo siglo.  Darío fue un hombre de mundo, que pasa de lo profano a lo místico, del patio domestico al exotismo. Del canto de las hadas y los pájaros al canto del espíritu y del alma. Del mundo sentimental y e intimo al mundo sensible. Del silencio de la piedras a  la música  de la naturaleza. Del amor idílico al amor erótico, del azul siempre cándido del cielo  al gris sobrio de la reflexión.

Viaje interminable de un poeta,  viajero como El Quijote de la Mancha,  porque todo viaje es siempre una búsqueda, un encuentro; y quizá siempre un regreso.  Toda ida es siempre un retorno, y todo retorno un punto de  partida nuevo para iniciar una nueva ida. Después de brindar la buena pelea, siempre en búsqueda del retorno a Ítaca.  A Bizancio hubiese dicho el viejo poeta Yeats.    Rubén Darío   saluda y se despide  como dijese Pedro Salinas, como un poeta  y  «hombre de varias patrias» (9);  y trastocado todos los umbrales para volverlos a rehacer, con más brillo y más sonoros, y   revestidos de una serena profundidad, siempre ahítos de una  inmediatez esplendida.



Selección de poemas de Azul por Plaza de las palabras

Hemos seleccionado de AZUL, siete  poemas: Autumnal, A un poeta,  Anagke, Caupolicán, Venus, Walt Whitman, J.J Palma.   
 
Dice al águila: « ¡Vuela!»; « ¡Boga!», al marino,
y «¡Trabaja!», al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino,
Con su soberbio rostro de emperador!
A Walt Whitman

O, rítmica y sonora, la flauta de cristal.
A J.J Palma


AUTUMNAL

Eros, vita, lumen

En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas!
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y húmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!
*
En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía;
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga la niebla,
lo que sueñan las niñas.
*
Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.

Dije al hada amorosa:
–Quiero en el alma mía
tener la inspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: ¡Ven! con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino idioma de esperanza.
¡Oh, sed del ideal!
*
Sobre la cima
de un monte, a media noche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan.
Exclamé: –¡Más!...
*
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: –¡Más!... Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: –¡Y bien!... ¡Las flores!

Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil, y las volúbilis
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: –¡Más!...

*
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda,
y el alma de las liras.
Y lo rasgó. Y allí todo era aurora.
En el fondo se vía
un bello rostro de mujer.
*
¡Oh, nunca
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
¿Más ? dijo el hada. Y yo tenía entonces,
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se posó mi cabeza pensativa...

A UN POETA

Nada más triste que un titán que llora,
Hombre-montaña encadenado a un lirio,
Que gime, fuerte, que pujante, implora:
Víctima propia en su fatal martirio.

Hércules loco que a los pies de Onfalia
La clava deja y el luchar rehúsa,
Héroe que calza femenil sandalia,
Vate que olvida la vibrante musa.

¡Quien desquijara los robustos leones,
Hilando esclavo con la débil rueca;
Sin labor, sin empuje, sin acciones
Puños de fierro y áspera muñeca!

No es tal poeta para hollar alfombras
Por donde triunfan femeniles danzas:
Que vibre rayos para herir las sombras,
Que escriba versos que parezcan lanzas.

Relampagueando la soberbia estrofa,
Su surco deje de esplendente lumbre;
y el pantano de escándalo y de mofa
Que no lo vea el águila en su cumbre.

Bravo soldado con su casco de oro
Lance el dardo que quema y que desgarra,
Que embista rudo como embiste el toro,
Que clave firme, como el león, la garra.

Cante valiente y al cantar trabaje,
Que ofrezca robles si se juzga monte;
Que su idea, en el mal rompa y desgaje
Como en la selva virgen el bisonte.

Que lo diga la inspirada boca
Suene en el pueblo con la palabra extraña;
Ruido de oleaje al azotar la roca,
Voz de la caverna y soplo de la montaña

Deje Sansón de Dálila el regazo:
Dálila engaña y corta los cabellos.
No pierda el fuerte el rayo de su brazo
Por ser esclavo de unos ojos bellos.


ANAGKE

Y dijo la paloma:
Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,
en el árbol en flor, junto a la poma
llena de miel, junto al retoño suave
y húmedo por las gotas del rocío,
tengo mi hogar. Y vuelo,
con mis anhelos de ave,
del amado árbol mío
hasta el bosque lejano,
cuando el himno jocundo
del despertar de Oriente,
sale el alba desnuda, y muestra al mundo
el pudor de la luz sobre su frente.

Mi ala es blanca y sedosa;
la luz la dora y baña
y céfiro la peina.
Son mis pies como pétalos de rosa.
Yo soy la dulce reina
que arrulla a su palomo en la montaña.

En el fondo del bosque pintoresco
está el alerce en que formé mi nido;
y tengo allí, bajo el follaje fresco,
un polluelo sin par, recién nacido.

Soy la promesa alada,
el juramento vivo;
soy quien lleva el recuerdo de la amada
para el enamorado pensativo.129

Yo soy la mensajera
de los tristes y ardientes soñadores,
que va a revolotear diciendo amores
junto a una perfumada cabellera.

Soy el lirio del viento.
Bajo el azul del hondo firmamento
muestro de mi tesoro bello y rico
las preseas y galas:
el arrullo en el pico
la caricia en las alas.

Yo despierto a los pájaros parleros
y entonan sus melódicos cantares;
me poso en los floridos limoneros
y derramo lluvia de azahares.

Yo soy toda inocente, toda pura.
Yo me esponjo en las ansias del deseo,
y me estremezco en la íntima ternura
de un roce, de un rumor, de un aleteo.

¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque a Flora
das la lluvia y el sol siempre encendido:
porque, siendo el palacio de la Aurora,
también eres el techo de mi nido.

¡Oh inmenso azul! Yo adoro
tus celajes risueños,
y esa niebla sutil de polvo de oro

donde van los perfumes y los sueños.
Amo los velos tenues, vagarosos,
de las flotantes brumas,
donde tiendo a los aires cariñosos
el sedeño abanico de mis plumas.

¡Soy feliz! Porque es mía la floresta,
donde el misterio de los nidos se halla;
porque el alba es mi fiesta
y el amor mi ejercicio y mi batalla.

Feliz porque de dulce ansias llena,
calentar mis polluelos es mi orgullo;
porque en las selvas vírgenes resuena
la música celeste de mi arrullo.

Porque no hay una rosa que no me ame,
ni pájaro gentil que no me escuche,
ni garrido cantor que no me llame!...

–¿Sí? dijo entonces un gavilán infame,
Y con furor se la metió en el buche.

*
Entonces el buen Dios allá en su trono,
(mientras Satán, para distraer su encono
aplaudía a aquel pájaro zahareño),
se puso a meditar. Arrugó el ceño,
y pensó, al recordar sus vastos planes,
y recorrer sus puntos y sus comas,
Que cuando creó palomas
No debía haber creado gavilanes.


CAUPOLICÁN

a Henrique Hernández Miyares

Es algo formidable que vio la vieja raza:
Robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
Salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
Blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.
Por casco sus cabellos, su pecho por coraza
Pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
Lancero de los bosques, Nemrod que todo lo caza,
Desjarretar un toro, o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
Le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
Y siempre el tronco de árbol a cuestras del titán.

«¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: «Basta.»
E irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

VENUS

En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.
En el oscuro cielo Venus bella temblando lucía,
Como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
Que esperaba a su amante, bajo el techo de su camarín;
O que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
Triunfante y luminosa, recostada sobre su palanquín.

«¡Oh reina rubia! –díjele– mi alma quiere dejar su crisálida,
Y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar,
Y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

Y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar.»
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar

III. WALT WHITMAN

En su país de hierro vive el gran viejo,
Bello como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
Algo que impera y vence con noble encanto.

Su alma del infinito parece espejo;
Son sus cansados hombros dignos del manto;
Y con arpa labrada de un roble añejo,
Como un profeta nuevo canta su canto.

Sacerdote que alienta soplo divino
Anuncia, en el futuro, tiempo mejor.
Dice al águila: «¡Vuela!»; «¡Boga!», al marino,

y «¡Trabaja!», al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino,
Con su soberbio rostro de emperador!

IV. J. J. PALMA

Ya de un corintio templo cincela una metopa,
Ya de un morisco alcázar el capitel sutil,
Ya como Benvenuto, del oro de una copa
Forma un joyel artístico, prodigio del buril.

Pinta las dulces Gracias, o la desnuda Europa,
En el pulido borde de un vaso de marfil,
O a Diana, diosa virgen de desceñida ropa,
Con aire cinegético, o en grupo pastoril.

La musa que al poeta sus cánticos inspira
No lleva la vibrante trompeta de metal,
Ni es la bacante loca que canta y que delira,

en el amor fogosa, y en el placer triunfal:
Ella al cantor ofrece la septicorde lira,
O, rítmica y sonora, la flauta de cristal.





Créditos

Notas bibliográficas
1. Wikipedia, Entrada Azul.
 2. Roberto González Echevarría. El maestro del modernismo,   Letras libres,  30 septiembre 2006
3. Cabe  la distinción entre el modernismo, entendido en un sentido amplio y de las vanguardias europeas, y del modernismo como corriente exclusiva del ámbito literario en Hispanoamérica. El primero es una corriente que se debate entre las fuerzas centrifugas y centrípeta,   de  diversas artes y pronunciadas influencias, desde la poesía, la pintura, escultura, teatro, música;  que desemboca y contribuye a modelar la mente moderna, y rebasa las fronteras europeas. El segundo se fortalece fundamentalmente en la literatura y tiene su mayor impacto en Hispanoamérica. Pero prende muy poco en la cultura eurocentrista europea y en la mente anglosajona. Y uno tiene el legítimo derecho de preguntarse por qué. En fin, no se puede acusar al modernismo hispanoamericano, de ser un movimiento ajeno a las corrientes europeas, o de estar anclado en los resabios del criollismo, regionalismo o de no haber superado el naturalismo. Si bien con su propio talente, y su castizo acento, el modernismo hispanoamericano se nutre de dos de las corrientes claves de la cultura occidental: de griegos y de latinos. Sin obviar dos referentes importantes como la poesía de los parnasianos franceses y la poesía del Siglo de oro Español. Hace bien Octavio Paz, al comparar el modernismo hispanoamericano con corrientes tan válidas como el romanticismo y el surrealismo.
En fin el modernismo hispanoamericano, iba montado en la misma y gran ola de los grandes cambios de fin e inicio de siglo en que se sustentaron todas las vanguardias europeas y que fraguaron la mente moderna del siglo XX: la ruptura con el romanticismo, el abandono de canones decimonónico y la aventura de la exploración experimental estética, la caída del reino de lo sacro, la irrupción de la velocidad y el ruido, los avances de la técnica y la ciencia, la apertura al inconsciente y el sicoanálisis, las grandes rupturas lingüísticas, el surgimiento de las masas, la organización de los grandes medios de comunicación, las sustitución embrionaria de la palabra por la imagen. Si bien poco entendido y asimilado en la mente europea y anglosajona, el modernismo literario es el primero y único movimiento artístico y estético de Hispanoamérica. Seria necesario adelantar el rollo de la película para llegar al famoso, mediático y heterogéneo boom latinoamericano, para volver a referenciar la literatura en lengua castellana, y su aceptación en el canon universal. (Dentro de ese movimiento se puede señalar otro corriente muy latinoamericana, esa confluencia de lo real maravilloso de Alejo Carpentier  y el realismo mágico de Gabriel García Márquez). Y surge la pregunta si en  este escenario de la globalización, de la pretendida democratización virtual, del derrumbamiento de fronteras, esta en ciernes una tercera oleada de grandes escritores hispanoamericanos. O pensando globalmente, si estamos o es posible una nueva gestación tardía de las vanguardias que irrumpieron a inicios de siglo XX;  o será que en este mundo cada vez más fragmentado, de culto al individuo,  y avasallado;  ya no hay ismo ni movimiento estético colectivo que se sostenga en dos pies. Por supuesto, mucho se podría decir sobre este tema, en todo caso queda planteado como una inquietud extravagante.              
4. Octavio Paz, "El caracol y la sirena", en Rubén Darío, Antología, 1999 p. 27.
5. Las cartas se publicaron en el diario los días 22 y 29 de octubre de 1888. En el Diario El Imparcial de Madrid, Entrada  Azul en Wikipedia
6. « En una nota a la segunda edición del libro, de 1890, el autor explica que esta cita del poeta francés motivó el título. Sin embargo, años después, en Historia de mis libros (1913), negó esta relación. Según explica en esta obra, el azul era para él "el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental» Entrada Rubén Darío, Wikipedia
7.  Moya Ávila, Francisco. Párrafos de OCTAVIO PAZ Y SU LAUREL: LECTOR DE RUBÉN DARÍO Y JUAN RAMÓN JIMÉNEZ OCTAVIO PAZ AND HIS LAUREL. READER OF RUBÉN DARÍO AND JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Francisco Moya Ávila,  Universidad de Sevilla (PDF) Laurel: Antología 
de la poesía moderna en lengua española/ Prólogo de Xavier Villaurrutia; epílogo de Octavio Paz. México DF: Trillas, 1988
8. Lo vincula a Honduras dos hechos más, su primera esposa era hondureña, hija de un reconocido periodista y orador hondureño: Álvaro Contreras Membreño, y además se le ha considerado alma  gemela del gran poeta modernista, Juan Ramón Molina.  
9.  Juan Carlos Abril, La noción de viaje en Rubén Darío, Cuadernos Hispanoamericanos, junio 1 2017 
10.  Ídem. Pedro Salinas citado por Juan Carlos Abril,







Enlaces

Obras de Rubén Darío

Azul

Prosas profanas y otros poemas
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Ilustraciones

Rubén Darío en uniforme de embajador, detalle de pintura. Tomado de "Rubén Darío”. Autor: Julia Máxima Uriarte. Para: Caracteristicas.co. Última edición: 8 de noviembre de 2019. Disponible en: https://www.caracteristicas.co/ruben-dario/.
Rubén Darío, foto, Nueva York, 1915
Dibujo, Plaza de las palabras