Plaza de las palabras,
en su sección Poesía hondureña, presenta al poeta Jaime Fontana, (1922-1972). Nació en Tutule, departamento de La
Paz, Honduras. Poeta, periodista, diplomático y académico. El nombre Jaime
Fontana es un seudónimo (1), su
verdadero nombre era Víctor Eugenio Castañeda. Fue presidente del PEN Club
Internacional, Sección de Honduras, como muchos escritores hondureños,
incursiono en la diplomacia: agregado cultural de Honduras en Argentina y
representó al país en México, Ecuador y Perú y ante la UNESCO.
Estudio Derecho
en la UNAH, durante su vida ganó varios premios y reconocimientos. Obtuvo en
1943 el primer premio en el Concurso Científico Morazánico y en 1947 como uno
de los poetas fundamentales de Honduras, que la describió “entre la dulzona nostalgia y
la más acérrima rabia lírica”, ganó el primer premio en la rama de poesía
de la UNAH con motivo de su centenario. Su único libro de poesía, “Color naval”, escrito en 1951 y
publicado en argentina en 1952, se publica una segunda edición en Tegucigalpa,
Honduras, 1972. Fue galardonado con el
premio de honor de la Sociedad de Argentina de Escritores y en 1962 ganó otro
premio, el "Asteriscos de Junín". Y una selección, aparecida como
fascículo 3 de la serie 11 poetas hondureños (1991). En 1964
ganó el Gran Premio Rotario
Para el poeta
Rigoberto Paredes, Jaime Fontana: “Logró
tener un lenguaje propio en la poesía
hondureña...". De él ha dicho Oscar Acosta: " Fue el inventor del color naval, que estuvo siempre presente en
sus poesía que tenia sabor pinar, rutas de sal y mares totales... Continua
Oscar Acosta, sobre el Color Naval “no es una frase y si nosotros escudriñamos
un poco la producción literaria hondureña posterior a Color Naval veremos
alguna huella, Veremos que algo de ese
" color naval" de Jaime Fontana se trasluce en las obras de algunos
autores recientes". Por
su parte el historiador y escritor Mario Argueta (1993), en su libro Diccionario
crítico de obras literarias hondureñas, recoge un comentario del argentino
Córdova Iturburu: "Tiene Fontana...
el lenguaje que se ajusta a la revelación armoniosa de su mundo, un lenguaje
que es esencial y substancialmente musical… Sabe él lo que significa el
espíritu de la resonancia de las palabras, de los ritmos, acento interior,
inexpresable del verso.”(2)
Sobre los poemas
seleccionados, incluimos el poema Color
naval, que da titulo a su única obra. Libro notable y peculiar; ya que
aborda desde lo inédito el tema marítimo, tema por lo general poco tratado o
soslayado en la poesía hondureña. La cual ha dado preferencia a la vocación telúrica o
terrestre Especialmente la montaña,
el pino y los ríos; y no a la
vocación marítima. A veces es necesario
retroceder a Juan Ramón Molina, con su poema-prosa En el Golfo
de Fonseca, para constatar la
apropiación del elemento marino
como fuente poética. (3) No obstante
Fontana no se conforma, y da un paso más; funde el paisaje marino con el paisaje terrestre, creando un horizonte renovador
para apreciar la naturaleza en todas sus
aristas espaciales y posibilidades creativas.
En el poema Este
volver a Honduras, toca la nostalgia
por el pedazo de patria idealizado. Es
un poema de ausencia, pero no solo la
patria abstracta, sino un regreso a la infancia y reconocer que el tiempo pasa.
La nostalgia cargada de tiempos y
recuerdos idos, tema en que se dan la mano la felicidad y la tristeza; dice el
poeta: « Todo será feliz y doloroso, será trémulo y tierno». Gesto
nostálgico que ha sido también recurrente en muchos escritores hondureños que
han emigrado o vivido en tierras extranjeras.
Canción marina en
el pinar, un poema con un tono
nerudiano, en que funde el color verde del pinar con el
color azul del mar. Elementos que Neruda fundió magistralmente en su paisaje poético. Dice el poeta: «Nuestro
amor es marino, y hoy viene hasta la tierra, hasta la arisca entraña
del pinar ».Pero el poeta desilusionado, al final del
poema no puede mantener ese fugaz
encuentro de paisajes, (el marino y el terrestre) porque obedecen a diferente
naturaleza.
Y finalmente El
Marcalino (4), que consta de tres estrofas I. Retorno al primer verde II. Dialogo
de verdes, III. Soledad herida, y
de los cuales publicamos solo fragmentos.
Selección de poemas por Plaza de las palabras
Ya está en el patrimonio de
los vientos
su incorregible vocación
naval.
De Color Naval
¡Urgencias del paisaje
marino! Los rivales
éramos tres: el mar, el sol
y yo
De Canción marina en el pinar
COLOR NAVAL
Piloteando su sueño entre la
aurora,
llegó hasta mí con intención
naval
(Lactó en la nube, se educó en el
viento)
y fue inmigrante de mi soledad.
Oriunda de la ausencia, precedida
por la fluvial prestancia de su
voz,
se detuvo en la arena de mi
espera.
y me estrechó la mano y la
canción.
Antes, sin que llegara, supe de
ella
como supe del aire y de la sal:
¡Ya conspiraba, suelta entre mis
venas,
su presencia de alondra
intemporal!
Tutora de luciérnagas y frutos,
aroma y trino en actitud visual,
tertulia de metales en la risa
y la mirada de color naval.
Y sus labios hurtando a la
palabra
algún raro sabor sin estrenar
y ese sabor inédito en su canto
y el canto en plena posición
solar.
Ella es así. Y anarquizó mis
venas
para imponer y vertebrar mi afán.
¡Tiene el deber agrario de las
lluvias;
las lluvias alimentan y se van!
Fundando golondrinas en mi sueño,
inaugurando nervios en mi voz,
estuvo en mí, fugaz. Entre la
noche,
piloteando su ensueño se alejó.
¡Nadie ose atarla! Emigra hacia
la ausencia.
Siempre nuevas ausencias la
urgirán:
¡Ya está en el patrimonio de los
vientos
su incorregible vocación naval!
ESTE
VOLVER A HONDURAS
Parece que no habrá nada más
tierno que este volver a Honduras:
llegar con el amor iluminado por
años y distancias,
decir esta es la tierra, este es
el aire y este es el rio del cuento,
recuperar las voces salpicadas de
burlas familiares,
reasumir la niñez en el dormido
sabor de esta naranja
y en este olor -que es casi de
muchacha- de savia y de panales
que sólo dan los árboles autores
de nuestro propio canto.
Porque volver a Honduras es ir de
madrugada a los maizales
para espantar los pájaros
bisnietos de aquellos que espantamos,
vivir en un mugido, en un
relincho que viene por la noche,
los sueños, alegrías y peligros
de los antiguos campos.
Parece que tendrá mucho de triste
este volver a Honduras:
hallar que el calendario no era
broma leyendo algunos rostros,
saber que algo no vuelve en estas
naves, aunque el viajero vuelva,
y besar en la frente lo que un
día besamos en la boca.
Parece que también será de
lágrimas este volver a Honduras:
preguntar por hermanos, por
amigos que no nos esperaron
y el horror de buscar en una
tarde de cal y de cipreses unos nombres:
Julián o Federico, Carlos, Daniel
o Marcos.
Parece que será feliz y trémulo
nuestro volver a Honduras:
vagar por los caminos que
asolearon el verso de la infancia,
llevar hasta una loma coronada de
flores amarillas,
de la mano, a los hijos que fundamos sobre
lejanas playas
-más allá de las nieves
absolutas, de selvas y de mares-
y decirles, al fin: esta es la
cuna y este el peñón exacto,
esta es la tierra nuestra, la
amorosa, la que espera a sus niños,
aquí esparcen su calcio generoso los huesos de
mis padres
y el calcio va a la hierba y hace
el pino más jubiloso y alto:
así trabajan todavía quienes nos
prestaron la sangre.
Todo será feliz y doloroso, será
trémulo y tierno
porque volver a Honduras… me
parece que es retomar el canto.
CANCIÓN
MARINA EN EL PINAR
I
Te conocí en el vértice nervioso
de una ola,
en la frontera móvil entre el ave
y la sal,
entre el astro y el pez. Estabas
sola,
centrando la ondulante soledad.
Estabas a media agua, a medio
día,
a media nube, a medio caracol.
Abril andaba por la sangre. Ardía
a media primavera el corazón.
¡Qué ruda tiranía
ejercitaba el sol sobre la arena,
sobre tu piel y sobre mi
ansiedad!
Contra los bravos músculos del
día
-por saborear tu pubertad morena-
luchaban los instintos famélicos
del mar.
Tus senos, a media alga, a media
brisa,
eran proas gemelas a medio
navegar;
al aire: eran las aves bebiéndose
tu risa,
al agua: eran tus muslos mordidos
por la sal.
Como nacen las olas, como los
vendavales,
entre las olas estalló el amor.
¡Urgencias del paisaje marino!
Los rivales
éramos tres: el mar, el sol y yo.
Después… hacia la tarde y hacia
los cocoteros
y hacia tus labios llenos de
arena y de sabor…
¡Ah las caricias anchas y densas
como esteros
y la sangre en función de mar y
sol!
¡Ah los besos salobres, los besos
minerales,
y el amor con urgentes costumbres
de alcatraz!
¡Ah el amor que se tuesta sobre
los litorales
y los besos piratas, sabrosos
como el mal!
II
Nuestro amor es marino, y hoy
viene hasta la tierra,
hasta la arisca entraña del
pinar;
hoy me hallas en la giba vegetal
de mi sierra
(¡Qué lejos de aquel sol y de
aquel mar!)
y los labios se buscan… Mas…
espera… ¡Tu risa
ya no es como el oleaje ni como
el vendaval,
ya no sabe enredarse como alga tu
caricia,
ya tus besos perdieron su sabor
mineral!
Aquí el amor es arroyuelo y
trino,
y clorofila y miel,
y trepa a los peñascos como el
pino
y tiene olor a fruto montañés.
Aquí el amor se nutre de gredas y
resinas
y es hermano del lirio y del
panal.
Los besos son como esas abejas
inquilinas
de los robles eternos. Como
orquídea y zorzal…
Pero… ese es otro amor. El tuyo
es extranjero
en la sierra. No vive sin ola y
caracol,
sin sus besos salobres, sus besos
marineros,
sin la sangre en función de mar y
sol.
Este sol es muy frío
para un amor que tiene costumbres
de alcatraz.
¡El amor tuyo y mío no puede aclimatarse en el pinar!
Te digo adiós. No vive de néctar
y resinas
el amor que es oriundo del alga y
de la sal.
¡Cómo quieres que viva si las
aves marinas
caen muertas el día que se alejan
del mar!
EL MARCALINO
Fragmentos
REGRESO
AL PRIMER VERDE
I
(…)
¿Por qué no fue ese el curso de
aquella mi esperanza
que no cuajo jamás?
Un ave picoteando las naranjas
repletas,
va resolviendo en trinos la savia
y el color;
aquí abajo, sintiéndose
naufragar en el tiempo,
Mi corazón en cantos resuelve su
dolor:
He venido de allá porque la vida
con fronteras exactas me
asediaba,
he venido de lejos: pretendía
embriagarme de espacio y libertad,
ver mi pupila en el azul diluida,
quitar toda la herrumbre de mi
espíritu,
bañándolo en las fuentes de la primera
edad;
quería festejar a mis retinas
con orgías de luz lejana,
con derroches de forma y de
color;
he venido hasta aquí porque
sentía
sed de paisaje, sed de clorofila,
avidez de montaña, hambre de
sol...
Y estoy aquí, tendido en la
hojarasca,
las hojas -allá arriba- recortan
el zafir,
pero ¿qué significa la lluvia de
azahares
que el follaje desata sobre mí?
¡Ah, -si no me equivoco- mi naranjal
amigo
me está retribuyendo los suspiros
que di!
II
DIALOGO
EN DOS VERDES
El ansia aquella estaba ya
dormida,
Pero-al volver-intenta despertar,
ella es la aguja y a su influjo
el disco
sonoro del paisaje empieza
hablar:
¿Te
acuerdas todavía
de aquel abril dorado, hace siete
años ,
cuando mis troncos –fieles
compañeros-
a la par de tu espiritu
sangraron?
Allí escribiste los primeros
versos
para el ideal de entonces, que
prefirió ser nada,
y en cada espina de mi fronda
oscura
hay siquiera una sílaba clavada
Yo guardo aquel amor, tu
adolescencia
quedóse prisionera entre mis ramas,
yo guardo tu dolor y tus
suspiros,
yo guardo todo... menos la esperanza;
esa se fue contigo, se hizo
añicos
contra la ruda arena de la vida,
surgió de nuevo entre las ruinas
grises,
más rebelde, más fuerte... dejó
de ser la misma...
(…)
¡Ojalá que así hubiera cuajado
esa ilusión!
Ojalá - dice mi alma, volando
hasta aquel día
de ayer, en que el futuro fingía
florecer -.
(Ojalá -dice ahora- pero no es
que lo ansía
porque no puede ansiarse lo que
no pudo ser.).
Mas el dolor que quiso ser eje de
mi vida
ya no hará de mis sueños sumisa
caravana,
ya logré rebelarme, y haré de
cada herida
un surco en que se gesten los
trigos del mañana.
III
SOLEDAD
HERIDA
Han pasado siete años, y todo
está como antes:
el naranjal, las aves, la eterna
lejanía…
¿Ella? Está como entonces, no ha
cambiado, sus ojos
siguen siendo la noche donde
florece el día;
yo sé que al fin he vuelto, de
nuevo puedo verla,
mas, aunque ella es como antes,
el pasado no es hoy:
ella en nada ha cambiado, pero ya
no es la misma,
pero ya no es la misma porque he
cambiado yo.
Sé que todo concluye
y a los minutos prófugos no
volveré a llamar,
todo concluye -sí- pero el
paisaje
se esmera en repetirme aquella
edad
y en mí siento que un átomo
rebelde
se encapricha en gritar:
¡Eternidad!
Debo estar solo -sí- pero un
recuerdo
abre rendijas a mi soledad.
Notas bibliográficas
1. No hemos encontrado ninguna fuente que aclare
el porqué Jaime Fontana uso ese seudónimo. Seguramente los estudiosos de su obra y sus futuros biógrafo darán
luz sobre el tema. Sin embargo, en
cuanto a la palabra Fontana, el
lingüista Francesc de B.Moll, establece el origen etimológico del latín: fons, fontânus: fuente. Por otra parte,
aun considerando las diversas ramas de ese apellido familiar y otros posibles
orígenes geográficos, una corriente establece
su origen en Génova.
2.
Para los datos biográficos y comentarios críticos acerca de la obra poética de
Jaime Fontana, se ha recurrido a varias fuentes, entre otras, Jaime Fontana,
vida y poemas, Los Apuntes de Pablito, 30 de enero 2018. Color Naval,
Jaime Fontana. Una joya olvidada de la Literatura Hondureña. Edgardo
Molina, 16 de enero, 2018. Jaime Fontana, EcuRed, Jaime Fontana,
Lea Honduras.
3.
Este desbalance entre tierra y agua, referido a lo marítimo, evidencia un
carácter y tendencia más proclive a lo terrestre como tema de la poesía hondureña. Esta característica reviste varias
aristas. Ya que se vuelca sobre montañas, y el pino, y además las cuencas hidrográficas: ríos y lagos. Honduras es
un país con más de 820 Km de costas, pero nunca ese espacio ha sido un tema
dominante en la literatura hondureña. Históricamente, las ciudades portuarias
no han sido un tema literario, mucho menos el mar. Al fin y al cabo, honduras
cuenta con una alta concentración de población en ciudades del litoral. No es el
caso, por poner un par de ejemplo:
Nicaragua, que no ha desarrollado su costa atlántica, y menos el caso de un país
sin costas, como Bolivia.
Cuando
el poeta Óscar Acosta habla de la «plenitud del verde», que representa al color
dominante en la masa terrestre. En su antología, Alabanza de Honduras, solo
dedica dos textos al tema marítimo: uno de Juan Ramón Molina y otro de Rafael
Heliodoro Valle. Otro tema que ha limitado
esa expansión hacia lo marítimo, es el creciente
desplazamiento de la temática literaria hacia lo urbano; sobre todo a partir de
la década de los 70s. Históricamente, las ciudades portuarias no han sido un
tema literario, mucho menos el mar. Esto se da tanto en la poesía como en la
prosa. Aunque por supuesto siempre hay excepciones, una de ellas, y muy contemporánea
es la obra del poeta Fabio Castillo, El mar y los días de invierno. (2018).
Por
otra parte, este curioso hecho, el abandono del mar, también se puede observar
en la pintura. Dos pintores fundacionales de la pintura hondureña: Antonio Velásquez
y Pablo Zelaya Sierra, y el tipo de pintores
paisajistas; ya sea provenientes del primitivismo o el impresionismo, piénsese
en la escuela de Carlos Garay, son pintores exclusivamente de paisajes
campestres. En la expresión artística hondureña el mar no es un tema dominante,
sino marginal.
De ahí que la obra de Jaime Fontana, Color Naval; además de su calidad y
recursos poéticos, sea una obra paradigmática
y contrastante, por dirigir la mirada mental a un espacio geográfico, muy poco explorado por escritores anteriores
a él. Y que nunca y todavía ahora; el mar ha sido un tema sobresaliente ni en la poesía ni en la novela. La literatura
hondureña es más de tierra adentro. En ese
sentido, Jaime Fontana se convierte en una Fontânus, «Fuente inspiradora» para futuras generaciones de escritores y
poetas. Por supuesto, mucho más se podría decir acerca de este tema, faltan muchos
cabos que atar y aristas por investigar.
No obstante lo antes dicho, estos
comentarios no plantean una hipótesis; sino simplemente una sana inquietud interrogativa.
4. Para este poema El Marcalino, seguimos
las versiones y la estructura estrófica usada por el poeta Óscar Acosta, en su Alabanza
de Honduras. Antología, 1975, pp.238-240. Igual para Este Volver a Honduras,
pp.241-242, y para el poema Canción
Marina en el pinar, pp. 201-202. Para el poema Color Naval, se ha tomado la versión del libro Color Naval y otros poemas, publicado por la Asociación
de Periodistas de Honduras. (APH)
CREDITOS
Datos biográficos
Véase
nota bibliográfica 2
Ilustraciones
Fotografía
portada del libro Color Naval y otros poemas, sitio web o blog Edgardo Molina
Fotografía
de otra portada del libro Color Naval y
otros poemas, sitio web o blog Edgardo Molina
Foto
de Jaime Fontana y sus hermanos, De
izquierda a derecha, Víctor Eugenio (Jaime Fontana), Alexis, Roberto y Héctor.,
foto del archivo de Lorena Melghen
Bonilla, Blog del poeta José Gonzales, post 13
de junio de 2016
Dibujo de ilustración por Plaza de las palabras