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Tres poemas de José Antonio Domínguez. Post Plaza de las palabras.1/2


En esta ocasión Plaza de las palabras presenta tres poemas de José Antonio Domínguez: La primera parte incluye Dos sonetos La risa y  La musa heroica y en la segunda parte su  poema más conocido Himno a la materia.   



José Antonio Domínguez (1869-1903),  Olancho, Honduras, fue un reconocido abogado y poeta. Perteneciente si bien no generacionalmente a todos, si oriundo de una comarca literaria que produjo a connotados escritores hondureños: Alfonso Guillen Zelaya, Clementina Suárez, Froilán Turcios, Salatiel Rosales y el historiador Medardo Mejía. El poeta Domínguez por las circunstancias de la época se ubico en ese tramo que linda entre el romanticismo y el modernismo. Aunque los críticos lo ubican más por su perfil romántico. Poeta también perteneciente a esa hado fatalista, de los poetas románticos que por su sensibilidad y decepciones se autoliquidan: Mayakosky, Delmira Agustini, Manuel Acuña.




El humor y la risa

La risa un tema que ya ha sido abordado por los poetas y los filósofos. Decía Bergson que la risa es solo humana. Voltaire pensaba que el hombre es un animal risible, y Espinoza que la risa es saludable para el cuerpo y alma. No son los únicos pensadores y escritores que  han tomado el humor, la risa o la ironía como motivos de su discurso literario. Entre otros Pirandello, Croce, Freud estudiaron el tema de la risa con absoluta seriedad. De ahí el dicho “El humor es  cosa seria. Y hay que situar esto en un contexto más amplio, en la filosofía de Bergson, hay una preocupación por la vida, las relaciones del cuerpo y alma, hay cosas que no son medibles, cuantificables, sino que  se abordan desde los movimientos del espíritu. Bergson intenta escaparse de ese absolutismo positivista  que aspiraba  reducir todo a los condicionantes fisiológicos. La risa es algo que no se puede medir, es el producto de un impulso  inserto en el crisol de la sociedad. Por eso  “la risa debe responder a ciertos exigencias de la vida común, y debe, tener, pues, un  significado social.” (1) Muchos  definieron al hombre como un animal que ríe. (2). Para Bergson la risa “No es un sonido articulado, claro, definido, es algo que quisiera prolongarse  y resonar progresivamente rompiendo en un estallido y retumbando como un trueno entre montañas”. (3) Para Bergson, quien se atreve a lanzar una aproximación a la risa, vía lo cómico “cómico es todo incidente que llama nuestra atención sobre la parte física de una persona en el momento en que nos ocupábamos de su aspecto moral.” (4)  Bastan estas citas para ubicarnos en la risa como fenómeno social. Por eso “En todo ello el humor es una operación superior y mas compleja, que la sátira, la ironía  o la pura comicidad que son mas bien liquidadoras”. (5)  

Y aquí apuntamos que en la risa también hay un modo de critica, es un sentido muy general la risa deviene del humor. Si quisiéramos encuadrarla en un movimiento literario, quizá estaría cerca del surrealismo. Pero tampoco la risa es sorpresa. La risa es una declaración ante un hecho, ante un emparejamiento de dos hechos, siempre hay una comparación, una especie de analogía. La risa camina a pies juntillas entre lo trágico y lo cómico. Esa juntura de dos hechos es lo cómico, y lo que produce la risa. En Domínguez su poema es una manera de criticar algo, de decir algo, reduce su visión a una risa, que se burla de la realidad, pero que también la cuestiona.

En literatura el humor es un recurso del escritor, del artista, del poeta. Siempre se da ese péndulo entre la tragedia y cómico. Si la risa es muy humana, dado que los animales no ríen, entonces es una expresión del alma. Si bien no queremos referirnos a la obra completa de Domínguez, más que brindar algunas observaciones sobre su poema La risa. Otros poetas, han utilizado el humor como recurso literario: para desbrozar la realidad, desnudar el paisaje, rasgar las vestiduras. No es el caso muy notorio y ya estudiado del humor en la poesía, valga el caso de  César Vallejo, en sus Poemas Humanos. Un poeta que ha sido etiquetado a la ligera, de sombrío, pesimista y a veces hasta oscuro. A tono a una primera mirada con Domínguez: con su solemnidad, pesimismo, y hasta fatalismo.
Pero también hay otras radiaciones para el humor, poetas como César Vallejo quien se nutrió del humor y la risa en muchos de los fondos de sus poemas. Desde una perspectiva muy diferente a la de Domínguez. Solo recordémoslo:

“¡Amado sea aquel que tiene chinches/el que lleva zapatos rotos bajo la lluvia/el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas/el que se coge un dedo en una puerta /el que no tiene cumpleaños/el que perdió su sombra en un incendio/el animal, el que parece un loro/el que parece un hombre, el pobre rico/el puro miserable, el pobre pobre.” De traspiés entre dos estrellas.

Sin embargo hay una diferencia entre los poemas de Vallejo y el poema de Domínguez. En Vallejo su poesía no conduce a un abismo, ni a la nada o al vacío. Hay en Vallejo una intención de rescatar por la crítica y en su humor al sujeto. En versos de Vallejo: “para ayudar a reír al que sonríe. Hay en su visión poética una solidaridad con los pobres, con su acerada visión marxista humanista. Por eso  “su poesía hace adivinar un mito, una utopía”. (6)  Mientras que en Domínguez hay un carácter poético fatalista, casi sin esperanza, un leve intento de sobrevivir entre lo mundano y cruel del mundo, visión que queda estampada en su poema supremo, Himno a la materia.   Pero que definitivamente le falta oxigeno para sobrevivir porque descree de los hombres. Hay en ambos poetas un culto a la anti heroicidad, pero de diferentes cuño. En Vallejo se la entrega a los pobres, Domínguez se la entrega a la materia.      

Ya Domínguez decía que a la vida “Mejor mil veces es tomarla a broma”. Concibe el dolor como una catarsis que produce lo bello, el arte.  La risa es en Domínguez un escudo contra los infortunios de la vida. Por eso Nietzsche sentencia  El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa”. Y también Nietzsche sentenciaba desde Así hablo Zaratrusta;  “¿Quién de vosotros puede a la vez reír y estar elevado? Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida”. Hay en el sentido más amplio una filosofía de vida.  Pero la raíz es su romanticismo, ese espectro poético que asalta a la  profundidad de lo sensible de la vida, que cultiva lo alegre y triste del mundo. A lo clásico y romántico como Keats con su canción de los opuestos. Ese sentimiento de los contarios. Pero Keats trasmuta su dolor en lo opuesto. Típico entre ese duelo entre la tragedia y la comicidad. Asunto que Keats resuelve con la integración poética.  

Bienvenida alegría, y bienvenida tristeza, /Hierba del Leteo y pluma de Hermes; /Venid hoy y venid mañana, / ¡os amo a ambas por igual! Adoro poner malas caras al buen tiempo, /Y oír una alegre risa en medio del trueno; /lo hermoso y lo desagradable amo a la vez.

Por lo contrario en  Domínguez como poeta romántico, no hay un sentido de los opuestos sino la elección, como lo hacia Nietzsche  de convertir la  risa en una burla de la vida.   Hay en Domínguez un tono escéptico, casi nihilista. Pero también hay otras radiaciones para el humor, poetas como César Vallejo quien se nutrió del humor y la risa en muchos de los fondos de sus poemas. Desde una perspectiva muy diferente a la de Domínguez. Solo recordémoslo:

“¡Amado sea aquel que tiene chinches/el que lleva zapatos rotos bajo la lluvia/el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas/el que se coge un dedo en una puerta /el que no tiene cumpleaños/el que perdió su sombra en un incendio/el animal, el que parece un loro/el que parece un hombre, el pobre rico/el puro miserable, el pobre pobre.” De traspiés entre dos estrellas.






LA RISA

José Antonio Domínguez

 Vive Dios que en verdad es siempre necio
el que la vida por lo serio toma.
Mejor mil veces es tomarla a broma
y sólo al goce tributarle aprecio.

Del drama y la tragedia tener precio
suele el dolor si embellecido asoma
por el arte, si no, sólo es carcoma
que merece la burla o el desprecio.

Hay que buscar el ridículo de todo:
El que hay en el mundo y en la vida,
pues el placer no existe de otro modo.

Alabemos la risa hermosa y fuerte
que escuda el corazón de tanta herida
y esparce la alegría hasta la Muerte.


Las musas

Las musas vuelan alrededor de los artistas, una concepción romántica que da sustento a la inspiración. De origen antiquísimo, desde los altos del Olimpo, las musas especie de ninfas convertidas en divinidades, y con tramos en el tiempo en que se les rendía culto. Asociadas a la palabra latina musae (en plural), para señalar a unas divinidades menores que inspiraban las artes y conversaba la memoria y los recuerdos. Las nueve hijas de Zeus y Mnemosine diosa de la memoria. Las musas inspiraban los recuerdos anidados en el poeta. Por eso Dante dice:

“¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme!/ ¡Oh memoria que apunta lo que vi, /ahora se verá tu auténtica nobleza!

Y por eso Homero al inicio del primer verso de la Odisea, la invoca:   

Háblame, Musa, del hombre de los muchos giros…

Pero también se les atribuye cierto don profético por estar asociadas a Apolo.

El tema no es nuevo abundan los poemas dedicados a las musas. Una poeta como Delmira Agustini, aborda el tema de manera interesante. En su poema La musa, toma ambas caras de la moneda y la tira al aire. No descree ni de lo bello y hermosos, ni de lo triste ni de lo  melancólico. Tigre o paloma dice la poeta. “y que sorprenda en su risa el dolor de una queja. Oigamos La musa de Delmira Agustini



“Yo la quiero cambiante, misteriosa y compleja; /con dos ojos de abismos que se vuelven fanales; /en su boca, una fruta perfumada y bermeja/que destile más miel que los rubios panales.//A veces nos asalte un aguijón de abeja; /una raptos feroces a gestos imperiales/
y sorprenda en su risa el dolor de una queja; /¡En sus manos asombren caricias y pañales!/

//Y que vibre, y desmaye, y llore, y ruja, y cante, /y sea águila libre, tigre, paloma en un instante.///Que el universo quepa en sus ansias divinas; /tenga una voz que hiele, que suspenda, que inflame, /y una frente que erguida su corona reclame/de rosas, de diamantes, de estrellas o de espina!/”

 Otra  poeta Ana Ajmátova en su poema La musa, también nos devela una faceta poco exhibida de las musas. Por lo general se sitúa a las musas en el bando de la belleza, la inspiración, la genialidad. Lo que viene de las musas debe ser verdad y bello. Pero Ajmátova nos preséntala otra cara. Las musas también inspiran lo oscuro, lo sombrío, el infierno. De ahí que la poeta pregunte a la musa:

"¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas/sobre el infierno?"/Y ella responde: "Yo soy aquella.".

La musa
 Ana Ajmátova

“Cuando en la noche oscura espero su llegada, /se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso, /cuando ella acude presta y toca el caramillo?//

Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo/y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo: /"¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas/sobre el infierno?"/Y ella responde: "Yo soy aquella."

Otro tema novedoso en el tratamiento de la musas, lo da el escritor chileno Roberto Bolaños, quien en su poema La musa, le atribuye a la musa una especie de don de ángel guardián del escritor. No solo en las cosas artísticas, sino como un resguardo que protege su integridad física y sus actividades.  Su pequeña diosa a la carta. Mas cercano a la visión de Domínguez es la La muse malade (La musa enferma), poema maldito de su libro Flores del mal. Arranque poético en que  Charles Baudelaire, presenta una musa agotada en sus recursos, que solo tiende hacia lo oscuro. Pero que también refleja las oscuridades del propio poeta: soledad, abandono, el dolor del acto creador.  Malestares del fin de siglo y típicamente románticos.  Pero que sin embargo, el poeta intenta consolar a la musa:

Mi pobre musa, ¡ay! ¿qué tienes este día?/Llenan tus vacuos ojos las visiones nocturnas, /Y alternándose veo reflejarse en tu tez/La locura y el pánico, taciturnos y helados.

Otro aspecto, por demás peculiar y valido, es la musa de carne y hueso, vestida de amor platónico, pero que también ha servido de modelo y fuente de inagotable inspiración a artistas y escritores. Para citar algunos: Sea Edgard Allan Poe con su Virginia Clemm, Dalí y Paul Elaurd con Gala, Kafka con Milena Jesenska, Lewis Carroll con  Alicia Lidell. William Butler Yeats con Maud Gonne. Y en el campo artístico Modigliani con Jeanne Hèbuterne. Pero los más conocidos y tratados son Petrarca con Laura y Dante con su sublime Beatriz. Por eso incluimos en esta selección comparativa un enfoque de Ricardo Gullón en un breve pero notable texto.  




La musa del poeta
Ricardo Gullón

“Los eruditos tienen algo de policías. Lanzados sobre la pista son capaces de trabajos heroicos y pacientes para esclarecer la fecha de una obra, el lugar donde tal otra fue compuesta, la persona en quién se inspiró un autor para trazar determinada figura novelesca. Guillaume Apollinaire escribió en 1903 La Chanson du Mal-Aimé, y desde su publicación se creyó, o que la amada perdida era ficción poética o que se trataba de María Laurencin, cuya intimidad con el poeta era conocida. Ni se supuso que pudiera tratarse de la Annie o Anna de otros poemas.

Mas un grupo de eruditos, con técnica detectivesca, ha conseguido   aclarar el misterio, y más aún, encontrar a la desconocida dama. Hubo musa antes que poema, y al cantarla narró el hábil renovador de la poesía francesa cuitas personales, poco antes sentidas. Tres investigadores, rastreando «con astucias de sioux» a través de cuatro países, lograron averiguar que la inspiradora de esos poemas vivía aún y era una inglesa: Annie Playden, ahora residente en California. L.-C. Breunig ha tenido la fortuna de entrevistarse con ella y de recoger (en un artículo publicado en el Mercure de France) noticias muy interesantes sobre la juventud de Apollinaire.

El poeta y Miss Playden se conocieron en París, en casa de la vizcondesa Elinor de Milhau, a cuyo servicio coincidieron durante un año en Neu-Clük y Honnef (Alemania); en esa etapa germinaron los poemas «renanos» y estalló el violento amor de Apollinaire. Estallido, sí, y violento, pues cuando la joven inglesa rechazó su oferta de matrimonio, formulada teatral, melodramáticamente, en la cumbre del Drachenfels, la amenazó con arrojarla por el acantilado si no le aceptaba, y más tarde, en Londres, la atemorizó hasta obligarla a partir -a huir- para América, desde donde dio orden de que en ningún caso comunicaran su dirección al pasional pretendiente, por miedo a que hiciese realidad el verso de Oscar Wilde que le escribió en una tarjeta postal: «Cada hombre mata lo que ama».

Annie Playden ignoraba que Guillaume de Kostrowitzky (pues tal era el nombre usado entonces por Apollinaire, único que ella le conocía) hubiera llegado a ser poeta famoso, e incluso que fuera poeta. Súbitamente, esta mujer, a quien puritanos parientes acusaban cuando joven de tener «ojos perversos», ha surgido del pretérito -desde la lejanía de un rancho californiano- convertida en envejecida sombra del mito, en discreta e inverosímil sombra de la figura grácil y atrayente de la Musa, cierta vez reencarnada en los veinte años de una hermosa muchacha de las Islas. (7)


Por su parte José Antonio Domínguez en La musa heroica da un giro a su lado romántico. Ya no es un poema en el corte clásico de la musa que inspira. Sino de una musa que además de su canto debe dejar de lado el eros (amor), tema tan mancillado y abusado por los poetas románticos, ni caer en esa dupla de “lágrimas y besos”. Un Domínguez vigoroso dirige su mirada a otro aspecto de la realidad. Aquí tenemos un poema en que la musa no es solo musa sino también heroica. Concibe esa inspiración de la musa, en que hay una tarea del poeta, “yérguete activo en la social pelea”. Hay que ser un Hércules “Hoy la estrofa compite con el rayo”. Podría haber otra a interpretaciones para ese verso final, es una comparación entre la estrofa y el rayo. Lo que el poeta podría señalar  es esa agotamiento de la poesía ente la irrupción de otras formas de elaborar la poesía. Pero también ese vacío que se da entre lo que el poeta aspira y el mundo real. Ya no basta hacer versos líricos y amorosos, se esta en una nueva realidad.

Domínguez escribió en las postrimerías del siglo XIX y primeros años del siglo XX;  cuando se estaban incubando las nuevas vanguardias europeas. Es evidente que Domínguez había calibrado esa diferencia entre lo que podía hacer la poesía, como instrumento de abordar la realidad; y lo que no podía hacer. El poeta vislumbraba las formas del mundo por irrumpir, en que el poeta se ve limitado con el lenguaje y las formas, pero sobretodo con la fuerza avasalladora de la realidad que vivía. Por eso la musa, para sobrevivir, para competir, para conquistar; necesitaba ser heroica. Lo mismo el poeta  ahora tiene que ser un Hércules con la lira en las manos: un dios poético.  
  




LA MUSA HEROICA

Jose Antonio Dominguez 

Si quieres que tu canto digno sea
de tu misión, del siglo y de la fama,
no derroches el astro que te inflama
en dulce pero inútil melopea.

Lanza las flechas de oro de la idea:
depón el culto de Eros y proclama
otro mejor: la lucha te reclama:
yérguete altivo en la social pelea.

No enerves tu vigor con el desmayo
del femenil deliquio: ya no es hora
de lágrimas y besos: doquier mira:

¡Hoy la estrofa compite con el rayo,
la inspiración es lava redentora
y clave en manos de Hércules la lira!





Notas bibliográficas

1. Henry Bergson, Henry. La metafísica. La Risa. Editorial Porrúa. 1999, página 51
 2. Ídem…Ob…Cit. página 50
3. Ídem., Ob.…Cit. página 50
4. Ídem.,Ob…Cit. página 64
5.César L. Ángeles César Vallejo y el humor. Coleccionables del diario La  Prensa, 5 de septiembre de 1999.
6. Ídem., Ob…Cit.

7. Ricardo Gullón, La musa del poeta

 



Bibliografía  


Introducción a la metafísica. La risa. Editorial Porrúa,1999

 

Para enlaces de  César Vallejo y el humor.

 

         Ángeles, César. “César Vallejo  el humor” En Espéculo N° 12 Edición digital. Madrid: Universidad Complutense.http://www.ucm.es/info/especulo12/c_vallej.html 
 
   
      Mg. Sonia Luz Carrillo SENTIDO Y ESTILO DEL HUMOR EN CÉSAR VALLEJO.



Para enlace Ricardo Gullón, LA MUSA DEL POETA 




Créditos de las imágenes

José Antonio Domínguez, foto Honduras literaria Siglo XX.  https://hondurea.wordpress.com/2015/08/17/jose-antonio-dominguez/ 
Beginning smile, Paul Klee, pintor expresionista y abstracto suizo 
La risa, Umberto Boccione, pintor futurista italiano
Las musas inquietantes, Giorgio de Chirico, pintor metafísico italiano.
Madona,  Julio Vizquerra, pintor figurativo hondureño 
Ángel,  Leticia Benegas, pintora figurativa hondureña 
Las nueve musas abandonan a su padre Apolo para ir a iluminar al mundo. Gustave Moreau pintor simbolista francés.