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Tres cuentistas universales:Mansfield, Denisen y Munro. Plaza de las palabras





En esta oportunidad Plaza de las palabras inicia una serie de posts sobre el cuento escrito por mujeres. Privilegiando mujeres cuyo peso gravitacional es el cuento. Ello no significa que mujeres novelistas no hayan escrito buenos cuentos. Virginia Woolf o Margarita Yourcenar para citar un par en lengua inglesa, pero ellas eran fundamentalmente novelistas. Por el contrario Mansfield, Denisen y Munro, son cuentistas de pura cepa. Decía Harold Bloom, que en el canon cuento que todos los cuentos “responden un patrón común que los hermana”, pero que solo hay dos tradiciones, la fundada por Antón Chejov y la otra, creada con sus combinaciones por Edgard  Allan Poe, Franz Kafka y Jorge Luis Borges, pensaba Bloom que  “quizá la ambigüedad del genero cuento nunca se resuelva, pero que siempre habrá diálogos internos entre unos cuentistas y otros de tal manera”,  sostiene Harold Bloom, “los cuentos se relacionen los unos con los otros como milagros”. (1) De tal manera que entre líneas, Bloom esta hablándonos de una fraternidad universal del cuento, una especie de Sociedad de los Cuentistas Muertos;  indistintamente que cada quien tenga su lista de los mejores cuentistas o los mejores cuentos. Como un ciclo evolutivo marcado por ese vaivén  en que el cuento perdura en  ser considerado un género menor, en relación a la épica, poesía y novela. En todo caso cuando la novela se cuestiona, suben los bonos del cuento. Pero al margen de las modas, las tendencias discursivas, una discusión sobre eso seria bizantina. En principio, concedámosle  a cada quien lo suyo.
La novela tiene parámetros y bondades perdurables que el cuento jamás tendrá; y viceversa, el cuento tiene ventajas inmediatas  y potenciales, que con dificultad la novela reivindicara. Si atendiéramos más a la esencia del acto creativo,  en lugar de dividir los géneros, valorando a unos más que a otros,  o de  crear patrones tradicionales en la forma de escribir cuentos. Vislumbraríamos que el proceso mental de la creación literaria solo es uno. En la prosa le toca al cuento, piedra fundamental de la pirámide, ser el primer escalón, la novela es su culminación. Todo cuento en potencia puede llegar a ser una novela. Ya lo hemos visto, en los sedimentos, y pedazos de cuentos  que luego llegaron a ser grandes novelas. Pero difícilmente, salvo casos excepcionales,  una novela podría llegar a ser material para un cuento. La novela como tal se ha nutrido del cuento, la épica la poesía y hasta del  teatro y la música para sobrevivir;   y a veces hasta reinventarse. También la novela le ha aportado momentos decisivos al cine. Abundan las novelas, y hasta cuentos que han resucitado o irrumpido en la pantalla grande y en la pantalla chica.  Y naturalmente, también  han redituado en beneficio de la novela, visibilizando al gran publico, contenidos que de otra forma no serían de los medios de comunicación masiva. Sin embargo, todos estos entrecruzamientos han servido para fortalecer entre géneros  y diferentes expresiones artísticas, la identidad y la salud mental del arte. Pero, en definitiva  es el  proceso creador el que hermana a los géneros literarios y al arte. En el caso de la novela y el cuento, ambos son parte de una misma naturaleza, son productos del lenguaje;  y el lenguaje es un proceso cognitivo, creativo y siempre milagroso.   Los géneros literarios son el bosque, la novela puede ser un  árbol de ese bosque y el cuento la raíz de ese árbol; mientras que la poesía es la tierra fértil en que crece ese bosque.  Finalmente, de vuelta a la prosa, y en ese  “quizá la ambigüedad del género cuento nunca se resuelva”, es en el proceso creador único y universal; que el cuento en su germen lleva escondido, celosamente,  el milagro de la novela total. Pero como todo milagro no siempre se consuma. De ahí esa repetición continúa en su búsqueda y realización;  y su propia condena: el mito de Sísifo.                


(1888-1923)

Katherine Mansfield: la estatura de la sensibilidad.
La primera cuentista seleccionada es Katherine Mansfield, seudónimo de la escritora británica, Kathleen Beauchamp, nacida en Wellington, Nueva Zelanda, y cuyos relatos siempre han sido puestos de modelo sobre el arte de la ficción cuento. Mansfield tuvo influencia del escritor Chejov, y al igual que Chejov, dota a sus cuentos de la atmosfera pertinente y viste a sus personajes de ciertos jurones del realismo cotidiano;  y de ahí parte para edificar un cuento a partir de lo anecdótico, de un destello de la realidad,  del  dato superfluo, la descripción siempre a tono. Escribir un cuento de lo menos a lo más. Mansfield desde una visión femenina privilegiaba la atmosfera sobre el argumento. Para ella lo importante era como se contaba la historia y no sobre el qué.  Cuentista hábil en la construcción de sus personajes, y ella misma un personaje de novela, por su lucidez, talento conversacional y disposición mental. Escritores de la dimensión de  D.H.Lawrence y Aldo Huxley, tomaron rasgos de su personalidad para delinear los perfiles de algunos de los personajes de sus novelas.
Como escritora de principios de siglo, acomete con su ficción en un ambiente en que el género del cuento era  incipiente y poco desarrollado, con sus cuentos Mansfield contribuye a redondear en el mundo de lengua inglesa  las posibilidades del género. A convertir un genero que era menospreciado en un valor literario. Sus relatos basados en esa cotidiana y bulliciosa Londres, retratan situaciones simples de la vida: una mujer en un almacén, un canario, la felicidad, un hombre casado, matrimonio a la moda, una mosca, un extraño, un canario,  una fiesta en el jardín. Cuentos para entremeses, sin nada rebuscado, ni cuestiones exóticas.  Muy dada a titular sus cuentos de manera simple a veces con una sola palabra o dos, tal y como observaba el escritor Ernesto Sábato, lo hacia Kafka con sus novelas.   
Pero una cualidad que subyace en su narrativa y también en su autora, es que sus cuentos están equipados  de una alta sensibilidad. Esa sensibilidad que se escucha en los poemas de Emily Dickson o se palpa en  las pinceladas impresionistas de la pintora Berthe Morisot, y que nos presenta  a una  Mansfield matriculada con ese raro espécimen de la sensibilidad.  Característica que Virginia  Woolf, con quien llego a tener una amistad de altibajos,  y a veces de rivalidad,   describía a Mansfield: “La mujer con cualidades de gato (“distante, tranquila, siempre solitaria, y vigilante”)” (2) .Y  también advertía cuando  escribió el prologo de las Cartas de Mansfield,  que era “una mente tremendamente sensible”.
Su obra abarca En un balneario alemán (1911) basado en sus relatos en  “The New Age”. En Felicidad y otros cuentos (1920) cuentos ambientados en su  Nueva Zelanda natal, Fiesta en el jardín y otros cuentos (1922) publicado poco antes de morir y quizá su mejor libro de cuentos, que exhibe a una autora consumada y con el dominio y técnica para salvar el genero. Sus  últimos libros fueron póstumos, salen a la luz gracias a su amigo y editor John Midletton Murry, El nido de la paloma y otros cuentos (1923), y Algo infantiles y otros cuentos (1924). Escritora precoz o por lo menos intensa, si consideramos que murió a la edad de 34 años de la misma enfermedad que acabo con el poeta Keats.  Entre sus numerosos cuentos,  destacan Fiesta en el jardín, Matrimonio a la moda, La mosca  y Preludio, extenso cuento que según un buen número de críticos es su mejor cuento.



(1885-1962)

Isak Denisen: Desde las montañas de Ngong al gótico en las calles de Copenhague
La segunda escritora es Isak  Denisen, seudónimo de la escritora danesa Karen Blixen. El seudónimo masculino lo uso para evitar que las editoriales supieran que era mujer, creía que eso le impediría la publicación de sus libros.  Con una vida azarosa y llena de dolor, por el fracaso de su matrimonio, la perdida de sus plantaciones de café en Kenia y la muerte de su amigo Denys Finch Hatton, cargando a  cuestas. Después de regresar de África, Denisen, decide asumir la profesión de escritora, aunque de joven quería ser pintora. Sus dolores los trasmuta en su prosa pesada, algo elaborada, imaginativa. Pensaba casi como un principio narrativo que  “Todos los dolores pueden ser sufragados si los ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellos”. Denisen quién contribuyo con el relato desde una perspectiva diferente a Mansfield, aborda los problemas de la cultura, la identidad, el sentido de la vida: sus cuentos están dotados de una buena dosis de simbolismo, cuentos algo barrocos, exudan goticismo, relatos fantasiosos, cuentos hechiceros y envolventes por la destreza en la narración. Acomete la destrucción del mundo en que se había formado y crecido: aristocracia, valores, jerarquías.  Sus críticos le imputan que casi todos sus cuentos están orientados hacia el pasado, de ignorar la realidad  y el presente,  de ser una ficción que llegaba con un siglo de retraso, y de no proponer una narrativa nueva. Hay en su prosa y temática un sabor decimonónico. Solía decir  "En realidad tengo tres mil años y he cenado con Sócrates".
Al leer alguno de sus cuentos, uno se sorprende, y lo sobrecoge la impresión que ha entrado por un portal  a algún museo intemporal, a una catedral gótica o ha  abierto las puertas de un sueño ancestral labrado en piedras. En la mente moderna es como ir ahora a una discoteca en Nueva York en que se toca el último grito de la música, y encontrarse con un  vals de Strauss. En el mundo de Denisen siempre habrá algo de magia y de ensoñación. Desde su ventana, mirar y escribir,  lo mismo que aquel trasunto de planicies y montañas Ngong africanas, que  las cerradas calles de Copenhague, o la explanada invicta de Helsingor.  Creía que  “El arte real siempre debe suponer cierta brujería”.
 También hay en sus cuentos un cierto sentido de oralidad, es conocido su gusto por las sherezada.  Era una ferviente devota de la tradición oral y admiraba a los narradores árabes de las Mil y una noches, el cual era su libro preferido. Afino su destreza oral contándoles cuentos, en sus largos días africanos, a los nativos y a los masai, porque decía ella que ellos tenían oídos, mientras que los blancos no soportaban oír esos relatos, porque se adormecían. Los nativos se embelesaban con los relatos que les contaba Denisen: "Había una vez un hombre que tenía un elefante con dos  cabezas." Si alguna técnica práctico era repetir lo escrito en voz alta como si al tantear la dicción y el sentido de las palabras, jugara con las posibilidades de construcción y reconstrucción de lo mismo que narraba;  y repetir éste procedimiento una y otra vez hasta que el relato respirara por si mismo: encontrar el sonido verdadero a la mitad del arco iris. En ese entrecejo de lenguajes y relatos, los daneses  la criticaron por escribir sus obras en ingles y no en su lengua materna. Pero en la medida que la fama creció, fueron abandonando esa crítica, y respetándola cada vez más.  
Ella pensaba  que había una gran diferencia entre el cuento y la novela,  un cuento debería  narrarse oralmente, lo que no se podía hacer con la novela. En fin ella pensaba que uno podía  relatar oralmente  un a pieza de las Mil y una noches,  pero no podía contar Ana Karenina de Tostoy. Para ella lo importante era cómo se contaba pero también la historia de lo que se contaba. Afirmaba "Sólo si uno es capaz de imaginar lo que ha ocurrido..., de repetirlo en la imaginación, verá las historias, y sólo si tiene la paciencia de contárselas y volvérselas a contar, será capaz de contarlas bien". En Denisen a diferencia de  Mansfield en que los cuentos son un enjambre de sutilezas, con guantes de terciopelo, y en voz baja; hija prodiga del formato de  la delicadeza inglesa salpicada por irrupciones nostálgicas de la tierra maorí.  Mientras que en Denisen son latigazos al viento en un día gris lanzados como rayos desde  su fortaleza en  Rungstdlund. Sus historias tienen un cierto candor, pero  al avanzar por ellas; el lector, como el caminante de la poesía de Robert Frost, duda  en que camino tomar. (3) Porque sus historias eran el germen de otras posibles historias, y a medida que la narración avanzaba se iban alternado como chispazos de sable. Vargas Llosa declaro que los cuentos de Denisen "son siempre engañosos, impregnados de elementos secretos e inapresables”.  
Denisen no era una escritora con un gran cúmulo de lecturas o influencias literarias, sus influencias era África, su capacidad imaginativa oral y los pedazos rotos de su vida. Aunque si  se sabe que leía a Soren Kirkegard, el gran filosofo existencialista danes, era muy  cercana a Shakespeare; y le gustaba y citaba la poesía de Heine. También tocaba el piano y la flauta. Y en su viaje a EE.UU, le pidió a su amigo  y devoto admiradora Carson McCuller, conocer  a Marilyn Monroe, con quien tuvo una cena;  en esa ocasión Marilyn llego acompañada de su esposo el dramaturgo Arthur Miller. Denisen solo ceno ostras y bebió champagne. Mujer atípica, temperamental y seguramente muy inteligente; salida de otros moldes y de otros ingredientes, hechura que reflejo en su prosa ficcional.  
Pero opto por las armas de su tiempo y su experiencia, había recibido una buena educación como hija de una familia de aristócratas. Tampoco se propuso renovar tercamente el repertorio de la cuentista, o crecer desesperadamente rodeada de intelectuales y artistas  como Mansfield en el círculo de Bloomsbury. Ni encontrar otras formas de escribir, como lo quiso y lo hizo, en la novela, Virginia Woolf;  quien a pesar de ser novelista, también escribió relatos.  Para Denisen contar una historia era suficiente, y debía ser bien contada, la historia lo era todo y no había nada más afuera de ella. Denisen fue mencionada mediáticamente al premio nobel en 1954 cuando lo gano Ernest Hemingway, quien sea dicho de paso, tenia en alta estima a la escritora;  y en 1957 cuando se lo concedieron a Albert Camus. Sin embargo en los registros de la Academia Sueca, la colocan como candidata en 1962, acompañando entre otros, Robert Graves, Lawrence Durrell,  Jean Anouilh, cuando se lo otorgaron a   John Steinbeck. Ese mismo año murió, a la edad de 77 años, pocas horas antes había estado oyendo música de Brahms. Ella era de la idea que  "Donde el cuentista es leal, eterna e inquebrantablemente leal a la historia, allí, al final, hablará el silencio. Donde la historia ha sido traicionada, el silencio es tan sólo vacío. Pero nosotros, los fieles, cuando hayamos dicho nuestra última palabra, oiremos la voz del silencio".
Denisen escribió varios libros de relatos, Seven Gothic Tales, que le abrió las puertas de la fama por el éxito que tuvo en EE.UU (1934), Out of Africa, (1937) especie de autobiografía, y en la que se baso el director Sidney Pollack para su película África Mía, cinta que revitalizo, la ya algo olvidada,  imagen póstuma de Denisen. En esa  autobiografía escribe: Estar solo es un estado de la mente, algo completamente diferente que la soledad física; cuando los autores contemporáneos se quejan de la insoportable soledad del alma, es sólo una prueba de su insoportable vacío”. Su vida en África contribuyo a su visión del mundo y a dotar su narración de un peculiar sello a destiempo, exorcizante y  exuberante. Winter's Tales (1942) la novella The Angelic Avengers, (1946) Last Tales (1957) Anecdotes of Destiny (1958).  
Creía  " Denisen  que “En el arte no hay misterio. Haz las cosas que puedas ver, ellas te mostrarán las que no puedes ver". También sostenía que “Lo mejor de mi naturaleza se revela en el juego, y el juego es sagrado”. Al contrario de sus críticos y la posteridad la reclama, aunque se nutria del pasado, escribía para el futuro. Si en este siglo XXI, un peregrino de la vida decidiera  entrar a una discoteca, preferirá antes que el ruido de la realidad,  una sonata de Chopin o un solo de flauta de Handel. Hay varios cuentos de Denisen muy celebrados y elogiados por la crítica, el cuento  “El mono” por su tremendismo gótico,  “El poeta”, “Los soñadores”, “La pagina en blanco”, donde reflexiona sobre la escritura,  o “Ehrengard”, que por su extensión podría ser una novela corta,  y  el hechizante  “El festín de Babette”.  


1931--

Alice Munro: De ama de casa a las Lunas de Júpiter
Alice Munro ganadora del premio nobel de literatura (2013) por su obra cuentistica, es una renovada y prolifera escritora canadiense, nacida en una granja de la provincia de Ontario. Y la primera mujer que gana el Nobel por su obra exclusivamente cuentistica. El ultimo galardonado con el Nobel por su obra cuentistica había sido Rudyard Kipling. (1907) (4).  Alto homenaje para  la Munro y aliento para el mundo de los cuentos. Pero también destaca algo más, y que pasa desapercibido, que siendo una buena parte de su vida, ama de casa y educando tres hijos;  se puede escribir una obra de alta calidad literaria y  ganar el premio Nobel.  Otra lección de vida lo dio la Academia con la elección de Munro, y es que se puede ganar el nobel, escribiendo sobre gente ordinaria y cotidiana en pueblos pequeños e invisibilizados por la cultura mediática.  Munro comenzó a estudiar  filología inglesa y periodismo,  carreras que abandono para casarse, regento una librería. Y empezó a escribir en serio hasta los 30s. Asociada al estilo de fábrica de Chejov, ha sido llamada “la Chéjov canadiense” pero con un aliento refrescante, olor a menta,  y apropiado para los tiempos modernos. Su cuentistica trata los temas de la vida, las mujeres, la familia, situaciones también cotidianas, algún riflazo fantástico, pero su canon cuentistico esta inmerso en la realidad de todos los santos días. Se le atribuye una prosa limpia, combinada con astucia literaria, silencios oportunos, datos ocultos; y sucesos inesperados que dan otro giro; y le sirven para ir exponiendo un paisaje; primero delineado y luego retocado para acentuar los caracteres delos personajes, el claroscuro de la trama, y que en algún tramo del relato o al final dela desembocadura, aparece una  micro epifanía.
La mayoría de sus relatos se mueven;  en ese microcosmos  que es la provincia de Ontario. Rescata las vivencias no solo personales sino también un inventario de pequeños  pueblos y ciudades, que le sirven de estación de aterrizaje. En Munro no es que vaya en busca del universo; su demarcación y en eso  ha sido fiel, es su mundo cotidiano y geográfico;  el merito es haber traído ese territorio invisible de las relaciones humana, y convertirlo en un territorio visible. Un  catalogo universal de las virtudes y miserias; de los conflictos que pueblan la vida  y a las personas de esos enclaves territoriales. Y su maestría para convertirlos en una fotografía instantánea  tomada por un ama de casa, que fotografía exclusivamente las posibilidades de lo que tiene enfrente. Es como trasmutar los detalles leves, las relaciones intangibles y hacerlas cuento. Mansfield lo hizo en la lluviosa Londres, Munro traslada ese rigor cuentistico a su natal provincia. El panorama tiene un horizonte abarcador porque  ha invitado  de forma sencilla a que el  universo entre a su casa.
Munro se podría inscribir es esa selecta y reducida cofradía  de los escritores territoriales. William Faulkner en la novela con el "deep south". Joyce con su Dublín. El poeta Edgard Lee Master lo hizo en la poesía y escribía poemas de las gentes muertas de su pueblo. Munro, escribe cuentos de su ciudad, de su provincia, Ontario. Esa es su demarcación, aunque también tenga cuentos  ubicados en Toronto, Vancouver, EE.UU. Pero su alma mater fue  Ontario. Y sobre todo ese minúsculo cumulo de pequeñas ciudades, en las que uno siempre piensa que por ahí  no pasa nada. Parcelas reposadas de la ruralidad que a veces pareciera no existir y ser borradas, rabiosamente, de todos los mapas  carreteros. Pero que presentan una catalogo de personajes y acontecimientos que el buen ojo  advierte. Los cuentos de Munro son realistas como lo eran los de Dublineses de Joyce o los de Mansfield.  Pero la realidad de Munro no es totalizante, la presenta a jirones. A veces la oculta, le da vuelta a las cosas; encabrita lo cotidiano. Detrás de cada persona hay algo que contar, parecería decir Munro. “Me encanta trabajar con gente, con las conversaciones de la gente y también con las cosas inesperadas que le ocurren a la gente. Lo inesperado es muy importante para mí”.
Munro no se traiciona, su producción literaria es constante y prolifera, 12 libros de relato, ahí hay reunido el materia para varias novelas, pero decidió en lugar de trasgredir el macrocosmos, habitar el microcosmos;  pero como tal en cada microcosmos, cabe el mundo entero, y también las lunas de Júpiter. Su prosa no es rebuscada, es limpia como también se palpa en Mansfield. No hay alegorías, ni visado al sentimentalismo, tampoco se  saca de la cartera un discurso moralizante. Para alimentar sus cuentos, se vale de tres fuentes: la  experiencia autobiográfica, la ficción y de hechos reales. Todas estas fuentes de contenido como un único  rio cristalino y turbio, cuyas aguas es la infatigable naturaleza humana, y que desaguan ante la mirada fascinada del lector.  Los  personajes no son sofisticados, no hay vencidos ni vencedores, los personajes viven  sus alegrías y sus penas. Son hombres y mujeres convocados a peregrinar en los relatos, con sus virtudes y miserias. Son personajes de carne y hueso, demasiado cotidianos, pero en esa cotineidad efímera,  aceptan su destino. Es siempre el vivo cuento de la Vida. Entretelones, un leve  destello de la Comedia Humana.
En los desenlaces  de sus cuentos hay un  momento culminante, siempre hay algo que esta latente pero no se dice, hay un pensar antes  y un pensar después, como el silencio antes y el después de la palabra de Octavio Paz. (4)Y esto, Munro, lo ejecuta, diestramente, y  a veces esto engarza con la epifanía (5) La vida de la gente es suficientemente interesante si tú consigues captarla tal cual es, monótona, sencilla, increíble, insondable”. Ese realismo cotidiano, en Munro es insondable, y como tal guarda misterios, pero algún destello de ese misterio por nimio que sea puede cambiar a una persona. Los cuentos de Munro son así porque ella es así.  
Sin embargo lo insondable, esa epifanía no es celestial, ni guarda grandes secretos; es el misterio mismo de la vida. Sus personajes descubres cosas que son simples pero vitales. Piensa Munro “Quiero que el lector sienta que las cosas son sorprendentes. No el 'qué pasa', sino la forma en que todo sucede". La escritora Virginia Woolf, intuyo esa trasmutación, de lo ordinario  en lo extraordinario. Y aquí lo extraordinario es la vida misma. Por eso Munro no fracaso, y también porque siempre fue fiel a su territorio y a sus  historias, y a su manera de contarlas. Ya Isak Denisen había hablado  de la fidelidad del creador con sus propias historias.
Declara Munro: “Me gusta contemplar la vida de la gente  a lo largo de una serie de años sin continuidad. Como si los captara en instantáneas, me gusta la forma en que la gente guarda relación o no con quien era anteriormente .Creo que esa es la razón por la que no me atrae escribir novelas, porque  no veo a la gente  que llega en un desarrollo hasta algún  lugar. Solo veo a la gente viviendo a fogonazos  entre un momento y otro(6)
 Algunos autores han influido en su proceso creativo, según cuenta ella misma: Katherine Anne Porter, Flannery O'Connor, Carson McCullers o Eudora Welty—, así como de tres narradores: James Agee y especialmente William Maxwell   de 'Adiós, hasta mañana' o el Sherwood Anderson de 'Winnesburg, Ohio': No extraña que escritores como Katherine Ann Porter, Eudora  Welty y Anderson figuren es su lista, los tres son producto de ciudades pequeñas y mucha de su obra esta ambientada  en la ruralidad de EE.UU.(7)
Como han observado algunos críticos Munro: “Trasporta muchas de las cualidades del cuento norteamericano: La sutileza del trazo en los personajes, el argumento como suma de atentas observaciones, el culto al detalle y, sobre todo, la suspensión de una conclusión que nunca acaba, como una voluta de humo que se cierra y luego se desvanece, son los rasgos de un estilo tan inconfundible como común en el universo del cuento norteamericano”. (8)
  La academia sueca  la reconoció como: ". Maestra del relato corto",  "su estilo es claro y de un realismo sicológico”. El escritor español Javier Marías, anota que ella "consigue transmitir una profunda emoción con personajes normales en una época en la cual se privilegian los buenos o malos sentimientos que rozan la cursilería. Ella escribe sobre gente normal sin, cargar las tintas, y consiguiendo unos niveles de emoción profunda con poco parangón en la literatura actual". Por su parte el crítico, escritor y traductor estadounidense Davil Homel: agrega un certero comentario "ella escribe sobre mujeres y para mujeres, pero no está demonizada por los hombres". Entre sus obras están Dance of the Happy Shades (1968),  la novela Las  vidas de las mujeres (1971), y los relatos entrelazados Something I’ve Been Meaning to Tell You (1974).  The Beggar Maid (1978), Las lunas de Júpiter, El progreso del amor (1986), Amistad de juventud y Secretos a voces (1994).Relatos de Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001), Escapada (2004), En La vista desde Castle Rock, (2006), Demasiada felicidad (2009), Dear Life,(2012). La obra de Munro es copiosa, y resulta trabajos decir cual es su mejor libro u cuales son sus mejores cuentos. Sin embargo, hay una antología con cuentos seleccionadas por ella misma en complicidad con sus editores. “Todo queda en casa”, de dos tomos, el titulo de la obra en ingles es Family Furnishings, donde hay una selección de sus mejores 25 mejores cuentos, con base a sus últimos 6 libros. El titulo de la antología es sacado de uno de los cuentos de su libro “Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio”  Munro piensa  que "La felicidad constante es la curiosidad",  y quizá de ella se haya auxiliado para construir sus historias. Mosaico de cuentos y personajes que unidos, forman, rememorando a Kipling, (9)  “el cuento más hermoso del mundo”: El  inagotable Cuento de la Vida.   

Notas  bibliográficas
1. Cuentos y cuentistas. El canon cuento. Harold Bloom, Wikipedia.  
2. Woolf La voz propia. Soledad Vallejos, Editorial Longseller, 2003, pagina 58
3. The Road Not Taken, North of Boston, Robert Frost. Selected poems of Robert  Frost, Rinehart Editions, 1962
4. “Hay dos silencios: uno antes de la palabra, es un querer decir; el otro después de la palabra, es un saber que no puede decirse lo único que valdría la pena decirse”   Octavio Paz,  Claude Levi Strauss o el nuevo festín de Esopo.
5. Rudyard.Kipling (1965-1936), escritor ingles, gana el premio nobel de literatura: más por la expresión mejor lograda de su obra cuentistica que por sus novelas. Muchos de los ganadores del nobel de literatura han escrito cuentos, pero han ganado el nobel por sus novelas, no por sus cuentos.
6. En un sentido general, se asocia  al cristianismo. Aparición, manifestación, revelación. La epifanía literaria es un momento de revelación, en que alguna verdad es manifestada o alguien comprende algo que a él se le presenta como único y personal.  Algunos críticos y estudiosos de  la obra de Munro, coinciden en el uso que ella hace de la epifanía literaria en sus relatos.  Pero la epifanía como recurso literario; quien  primero  habló de ella y la uso, fue James Joyce en  sus cuentos Dublineses. De una u otra manera, los escritores,  ya sea intuitivamente o por una cierta noción, o ya sea consciente o inconscientemente usan este recurso. Munro se vale de él como recurso  planeado; pero también puede originarse, vía tropismo; en algún momento del proceso mental en que se discurre,  al pensar o escribir el cuento.  La epifanía, por lo general, es un recurso literario más oportuno o pertinente en el genero cuento.  
7. Citado en Alice Munro. El Dominio del cuento. Dra. Mónica Carbajosa,  Biblioteca Virtual Universal, pp2. (PDF).
8. Todos los escritores que Munro cita como influencia, son norteamericanos, mujeres  y por supuesto de habla inglesa, algunos han sido ubicados en el grupo denominado “Gótico Sur”, escritores que  escribían o eran oriundos del sur de EE.UU. en este grupo también se incluye a William Faulkner. Sherwood Anderson, escribió 'Winnesburg, Ohio, una serie de 24 relatos sobre su pueblo natal. Algo parecido a lo que hizo James Joyce con sus 15 cuentos sobre Dublín. En cuanto a William Maxwel, su principal novela esta ambientada en un pequeño pueblo de Illinois. Y James Agee, fue escritor cuya toda su obra esta ubicada en la coteniedad, fue además periodista ganador del premio pulitzer. Llama la  atención que todas sus influencias literarias sean en lengua inglesa y mayormente norteamericanos, y que no cite como influencias a Chejov ni a Katherine Mansfield.
9. “El cuento más hermosos del mundo”, es un muy conocido cuento de Rudyard Kipling.   

WEB
Los cuentos de Katherine Mansfield, Reseña, Alexis Ravelo, Blog Ceremonias.
El silencio como cómplice: los relatos de Isak Dinesen, Marcelo Simonetti. Cultura y entretenimiento, La Tercera, 31 de julio 2011
Isak Dinesen, fuera del tiempo, El Cultural LOURDES VENTURA, 7 septiembre de 2012.
Dinesen, después de África, Pedro B Rey, La Nación, ADN cultura 25 de marzo 2011
 Isak Dinesen, Últimos cuentos, prologo de Julián Marías Debate, Madrid, 1990. Recogido en Javier Marías, Literatura y fantasma, Siruela, Madrid, 1993 y Alfaguara, Madrid, 2001.
Alice Munro gana el Nobel de Literatura por su maestría en los cuentos, Winston Manrique Sabogal. El país, cultura, 11octubre de 2013
Alice Munro, felicidad compartida, Jesús Ortega. Tendencias literarias  
Los libros de Alice Munro, visto por los críticos, Como la vida misma, Sergi Sánchez, Ocio y Cultura, El periódico. 2003 
Alice Munro. El Dominio del cuento. Dra. Mónica Carbajosa,  Biblioteca Virtual Universal
Wikipedia, entradas de las escritoras  reseñadas  

Créditos
Ilustración, Lo visible y lo invisible, (dibujo) Plaza de las palabras. 

Fotos de las escritoras, Wikipedia y Google imagen