Páginas

Poesia Hondureña:Poemas de Venus Ixchel Mejia





Tegucigalpa, Honduras. Poeta, editora, gestora cultural, cantautora y docente.  Cofundadora de la Editorial Ixchel en 2012. Maestra de Educación Musical, Escuela Nacional de Música, 1997.  Licenciada en Letras, UNAH,  2006. Ha participado en festivales de poesía en México, El Salvador y Guatemala; además  de otros encuentros literarios y culturales a nivel nacional en las ciudades de Tegucigalpa, Olanchito, El Progreso, Comayagua, Gracias, Siguatepeque, San Nicolás y San Marcos de Ocotepeque. Fue productora y conductora del programa radial cultural-literario “Molinos de Viento”, Radio Nacional de Honduras. Ha impartido talleres literarios en Tegucigalpa en los proyectos “Barrio Lindo”, “Educar” y en San Nicolás, Santa Bárbara en el marco de la II feria del libro, 2014.
Publicaciones: Ad Líbitum, libro de poesía. Editorial Ixchel, 2012. Antologías poéticas: Lírica de Vida. Signum Editors, 2012. Soles de Media Noche: Antología del II encuentro de mujeres poetas en la cuenca del Papaloapan, México, 2014, Antología Voces de la ANDEH, 2014.





Índice
Televisión, espacio absurdo para los pájaros                              10
Confesiones de una civilizada sin causa: estoy en la edad de las mamografías.     14

Noticia del día: huele a sangre, pero no hay peligro.                         21
Tocadisco de aullidos.                                           29
Endoscopía y otros procesos invasivos  para comprender el hambre.        35
Sorteo semanal: otro premio acumulado, germina la esperanza como un embarazo no deseado.                                                   42
“Chateo, luego existo.”                                               48
Ediciones Centroamérica: hasta la tierra se escamotea bajo la sal de su historia no leída.                                                               50


Solo la Ternura

He regresado a casa
y me sentí ajena.
Salí a buscarme
y en todos los ojos
crujía el vacío.
Beben la cicuta en el sudor de los años
con el paladar de un agosto
sin nombre.
Bajo la alcantarilla
se humedecen sus sueños
junto a la félida urea
y la sangre de algún incauto.
La bruma es un bosque de espejos,
la erosión de los  labios
en la aridez del beso.
Remanso de folios disecados
sobre el vals de las ramas,
ramas asidas al viento
para acribillar los segundos.
He regresado a casa
con la palabra vuelta gemidos,
con la boca hecha pedazos.
Solo la ternura
puede resucitar este mundo.

Se queda
Una mujer como yo se queda
en la certeza
del olvido
cae en ese abismo
repetido
impasible
para medir
la profundidad del mismo
para morir
en la carcajada
de no alcanzarlo
de no hacerse añicos
porque vivir
es la dimensión del castigo.


Vértigo Paroxístico

Nombre: Venus Ixchel Mejía
Edad: 34 años
Sexo: femenino
Profesión:…
Paciente refiere mareo de dos meses de evolución, de inicio diurno, permanente,
(la permanencia entre estas paredes marítimas que salpican mis cerrojos) se exacerba al caminar, se atenúa al acostarse.
(De pronto alguien me llama, sacude la inercia de mi nombre, mi nombre sangra sus años en una habitación dormida) El mareo no imposibilita las actividades diarias.
Refiere consulta con internista que le recetó B. y otorrinolaringólogo que indicó C. (Sucede. He perdido las señales de la ruta en la que venía. Sigo en este viaje sin haber embarcado nunca. Caigo, pero nunca toco el cielo)
El paciente refiere mejoría con el uso de los medicamentos…
(Me derrumbo como un camino donde el suelo es un caleidoscopio a mitad del vacío)
El paciente refiere mejoría…



Tarde


“Soy hombre: duro poco

y es enorme la noche”

Octavio Paz.
Vine tarde a mí misma.
Las estrellas
habían colisionado
desde el principio
del verbo.
Llevo a cuestas
demasiadas ventanas
sin lugar para ninguna puerta.
Mi angustia no es el abismo
– agujero negro,
vía láctea de mi pecho –
son los pináculos
atravesados en mis manos.
Algún día he de soltarme
de este cilicio,
esta cobardía
que me ata los tobillos.
Mientras tanto
veo las horas irrevocables
en el paso del gemido,
mi verdugo camuflado
en las caricias de la dicha,
el flagelo de tu boca
en el frenesí de la poesía.





Huelo a minutos

A cuerpos tumbados en el apetito del tiempo,
poesía cuneiforme de las sábanas,
macetas de libros en los ventanales,
espejos líquidos que resbalan
por la epidermis
mientras el café en clave de sol
hace siesta en las tazas.
Huelo a Sanz, a Buarque,
a peces en el aire,
voces en las manos,
asfixia del miedo
con un toque de queda
de los labios,
acorde que fotografía
una guitarra desnuda,
silueta de profecía
en cuatro ojos que buscan
el destino.
Huelo a pétalos
que van dejando los minutos
en el tic-tac de mi vientre.

Laksmí

Te haré poesía
amor
música
conjugaré en tu karma todas las dimensiones de la vida
Mi yoni nada trasnochado en su Ganges
mientras la boca deletrea fragmentos de tiempo en tu linga
– epicentro de la historia
concupiscencia que emana quimeras del vientre –
Cuando el ardor ebulla el horizonte del anhelo
tus manos serán canoa que me traslade
hasta la fuente subterránea que rumorea en el pubis
– mina de metales en plena fragua
crisol de espadas líquidas en el supernova del beso –
Soy Laksmí
Venus
oh amado mortal
te he invocado para que te encarnes en mis brazos desde el umbral del mundo
– temible aposento de la conciencia –
mi boca solo por tu cuerpo hace la lixiviación de tu mineral esqueleto de ráksasa
la alquimia de alma que trasciende como profecía
en la savia de mis senos se macera la dureza de tus fauces
en mi pelvis, Brahman destila pozos inconmensurables
efluvios de sintaxis de gemidos
Tócame
haz la aleación de nuestros elementos
que por centurias han existido para fundirse
Poséeme
en este abismo está el misterio
el Samsara confabula en su fondo sideral
Entra en él como un augurio
y acaba con una sinfonía.


Fronteras

¿Qué sentido tienen las distancias?
la conminución de mis huesos
sigue germinando en las fronteras.
Parece que mi vida
es esta zona indefinida;
fragmentos del origen del tiempo,
átomos de luz,
pedazos de Dios,
bordean mi destino.
En el fruto del amanecer
tal vez está el delirio.
(Te hice mío en un sueño,
atisbé tu anatómico vuelo
cuando tus alas rozaron
el anquilosado verso.)
Si pudiera verme en tus pupilas
sostenida,
olvidar el bemol del equipaje,
lastre hecho canción.
¿Acaso no es eso
la vida,
un puñado de tierra
dividida
que busca
unir sus pedazos?


Arquetipo o geografía del hombre perfecto

Si tan sólo tuvieras
las ojeras de Poe
o el índice admonitorio
de Aleixandre,
en el ceño una estaca de noche
propio de Salarrué,
la eléctrica cintura
con su latigazo claro de la esperma
de Neruda,
los apetitos siniestros de Baudelaire,
la promiscuidad y lunares de Byron,
el catarro y la oscura golondrina
de Bécquer,
el fulgor de los ojos
y la bohemia de Rimbaud,
acaso las bifurcaciones
de los senderos de Borges
y los dedos y vientre
con sabor a pan de Benedetti,
el Dolce Stil Novo y la nariz
de Dante
el estrabismo y la ludomanía
de Cortázar,
la fatalidad de Sabines
la escatología y estoicismo
de Kafka
la ceguera obstinada y el peplo
de Homero
los albatros y adjetivos de Huidobro,
la verde carne
y los ojos de fría plata de Lorca
la ortografía y el panteísmo
de Jiménez
junto al parnaso y esnobismo
de Darío
el bigote ensortijado
de Molina
la senda del exceso
de Blake, en fin,
la furia contenida
y el bálsamo purificador
de la palabra,
solo así nacería de nuevo
en los alcores de viento
de tus sábanas.

Crupier

Reparte la baraja el crupier
– aún no canta el asfalto
mi caída –
mientras se generan disturbios
por la espera
en la galopa inversa de las uñas.
Espero
mi carta.
Espero,
llueve entre los dedos.
Espero,
as de corazones,
espadas,
diamantes,
nervaduras en la impenitente baraja.
Regreso al útero de la mesa,
disco terráqueo hindú,
promontorio de Himalayas y números
que codician mis venas.
¿Qué habrá bajo el asfalto?
Quizá solo versos,
antípodas en el carnaval
de mi suerte.


Se busca

Compañero que quiera beber conmigo los ocasos,
las rutinas en mi vientre
empalado de gemidos,
compañero que no le asusten
mis ronquidos de abeja demente
ni los acueductos sometidos
bajo la tiranía de mis cabellos.
Hermano en la lucha
de los sexos en el trópico de la cama,

cómplice de mis manías
e intentos de asesinato
a mi locura.
Presbítero en algunos pesares,
mayordomo de mi lencería
y mis deudas al decoro,
médico del calor de mi almohada,
maestro con una selección exclusiva
de excesos.
Esclavo de mis besos
y uno que otro kilómetro de versos.